Bolivia: el Gobierno enfrenta a campesinos contra indígenas
Jorge Lora Cam
Decíamos en nuestro último artículo que se estaba dando inicio a un nuevo cliclo de la lucha étnico-clasista en Bolivia, marcada por las reivindicaciones acumuladas durante los incesantes procesos electorales, la puesta al día de las expectativas ante un Gobierno libre de obstáculos opositores, la centena de concesiones constituyentes a la derecha, la prioridad a la macroétnia aymara-quechua en desmedro de los pueblos indígenas del oriente y el Chaco, el rechazo y sanción a toda crítica; entre otros factores.
En pocos meses las relaciones entre los grupos hegemónicos y la oposición de izquierda se están haciendo antagónicas e involucran a los principales movimientos sociales que colocaron a Morales y al MAS en el Gobierno, a indígenas de oriente y occidente, a ONGs e intelectuales. La CIDOB, CONAMAQ, el MST junto a congresistas, incluso burócratas, están construyendo un frente que demanda mayor autonomía, derecho a la consulta, el respeto a la Constitución, defensa de funcionarios honestos que han sido destituidos por tener posiciones críticas y pretender profundizar el proceso. El Gobierno recurre a los campesinos de occidente, cocaleros y la dirección de la COB, utilizando las armas clásicas de quien tiene el poder frente a la oposición: deslegitimación, divisionismo, aislamiento y represión, criminalización, amenazas, mentiras. Creemos que los motivos son más profundos, son dos proyectos que se enfrentan.
En esta reflexión planteamos que la política central del Gobierno del MAS es el reimpulso de la acumulación por desposesión, inserto en un discurso antineoliberal y rituales indianistas, en el contexto de modificaciones a las geoestrategia de poder imperialista de los Estados Unidos en el actual momento histórico marcado por que sólo pueden salir de la crisis manteniendo la hegemonía global y las bases de ese dominio expresadas en Latinoamérica en la demencial ideología de la dominación y poder global, el apoyo a gobiernos neoliberales vasallos e impedir colusiones opositoras.
La crisis y la devaluación del dólar emitido sin respaldo explican la expansión del incremento del despojo a través de la inversión extranjera y el crecimiento 1. No es por las virtudes de la política económica de gobiernos de derecha o centroizquierda, ni una época de prosperidad neoliberal sino por obligarse a gastar debido a la pérdida de valor de esa moneda, el agotamiento global de reservas de materias primas y la protección de esas inversiones que se conjunta con la necesidad de reactivar la economía de guerra norteamericana y europea 2. Quienes además se benefician con esa violencia continua son las corporaciones multinacionales, la industria bélica, contratistas militares privados y de inteligencia, asesores académicos, ONG inter-gubernamentales o inter-empresariales. Así como se reproduce el capitalismo global desde sus estructuras y sujetos, internamente también lo hace a través de un Gobierno que fortalece al Estado aún neoliberal, basado en estructuras y formas de acumulación capitalistas coloniales, caracterizadas por la estabilidad macroeconómica, la desposesión, el extractivismo y que aspira a una nueva dominación étnico-clasista etnocéntrica.
No nos debe extrañar el comportamiento político antipopular de la centroizquierda gubernamental: su desarrollismo, pragmatismo, ambiguedad, imposición, divisionista de los movimientos sociales, autoritarismo y hasta judicialización y militarización de los conflictos; bonos, falsas narrativas y rituales indianistas legitimizadores. Fortaleciendo al capitalismo y la recolonización no se podrán desarrollar los derechos humanos colectivos y de la naturaleza, las bases de una economía solidaria, del buen vivir y de la democracia.
Ante la nueva era de rebeldía indígena de dos de los cinco movimientos que apoyaron al proceso de cambio frente al Gobierno del MAS y de otras organizaciones críticas 3, Álvaro García coloca a la resquebrajada CSUTCB como la única vanguardia sindical campesina-indígena de las últimas tres décadas, el instrumento que -según él- posee la línea correcta a seguir y que lucha por la igualdad entre todos frente a los que sólo luchan por intereses particulares y que por tanto están destinados a solo obedecer. Acusa a los indígenas marchistas del Oriente de estar financiados por la USAID y ONGs, cuando es el Gobierno el que continua recibiendo apoyo de la agencia gubernamental norteamericana, que provocó una enorme indignación indígena popular y de ONGs.
Antes deslegitimaba a la COB hasta que consiguió el apoyo de su dirección llegando a afirmar que sin la clase obrera no había revolución, años despues se repite la historia y lo hace contra los indígenas de oriente y parte de occidente de la CIDOB y CONAMAQ. Evo Morales asume ahora su papel de dirigente cocalero y les ordena reprimir a los indígenas de la CIDOB. Intenta confrontar a sindicalistas e indianistas, a indígenas y blanco-mestizos, cuando todos sabemos que el avance del proceso es producto de un movimiento societal indígena y popular autonomista y antimperialista de oriente y occidente, etnico-clasista de campesinos y obreros indígenas, de pobladores urbanos y rurales, de indígenas y mestizos y que por ello debe se define como plurinacional e intercultural.
Según el Ministro de Autonomías, Carlos Romero, la lucha indígena es anticostitucional por que la representatividad política es departamental y no por pueblos indígenas; los intereses económicos del país están sobre todos los otros y que ya se les dio tierras suficientes. Una posición claramente liberal y antiplurinacional que no responde a la demanda de una verdadera reforma agraria y un Estado verdaderamente plurinacional.
El romanticismo simplón que esgrime el Gobierno está en muchas concepciones ultraindianistas acerca de la pureza de la Pachamama que deriva en un biocentrismo que en concreto no reconoce derechos de la naturaleza ni justicia ecológica; y se repite en la concepción alvarista acerca de la integridad revolucionaria e igualitaria del indio aymara frente a las otras 34 nacionalidades del oriente a los que en concreto también se les quiere despojar de sus derechos. Incluyendo a la mayoría quechua que silenciosamente pretende ser sumbumida en la aymara, que en gran parte tampoco está de acuerdo con las políticas gubernamentales etnocéntricas. Olvida García Linera que los indígenas del oriente iniciaron la lucha por territorio, dignidad, autonomía indígena y nueva constitución y que el recurso al prebendalismo con los indígenas del Beni es lo más privado y particularizado. Y lo más importante, la lucha contra el sometimiento a los Gobiernos departamentales y municipales, la oposición al respeto a territorios ocupados por terratenientes y trasnacionales, el reclamo del derecho a la representación política indígena y a la consulta son reivindicaciones universales de los indígenas.
Una radiografía del colonialismo interno nos muestra que en casi 7 años no se ha podido revertir el modelo impuesto en un cuarto de siglo: reprimarización, servicialización y desnacionalización de la economía, la desindustrailización, la flexibización y desindicalización del trabajo, la emigración y la sobrevivencia vía remesas. En resumen la dinámica del libre mercado es la que aún asigna su sello a la vida económica, social y política. La defensa de esta forma de acumulación guarda relación con el ejercicio del modo de dominación neoliberal que conlleva protección de la propiedad, del libre mercado, de la empresa, de las trasnacionales, en fin, del capital sobre cualquier amenaza. La conservación del poder estatal y de la reproducción de la nueva clase política es su complemento perfecto. El poder constituido otra vez anula al poder constituyente. En esta lógica la sociedad debe someterse al Estado y a la burocracia que lo representa. No es una casualidad que las luchas de los indígenas del Ecuador y Bolivia -lo mismo que en Perú o Guatemala- sean por las mismas reivindicaciones. Y la respuesta gubernamental sea similar: aislarlos, convertirlos en enemigos públicos, criminalizarlos y reprimirlos.
A partir de esta discusión creemos que se debe replantear el debate sobre la descolonización de Bolivia, abriendo la polémica acerca de los conceptos de colonización y descolonización, entendido este último como autodeterminación, revolución agraria y rechazo de todas las formas de colonización, viejas y nuevas, que nos llevan al debate sobre la bolivianización de Bolivia o la peruanización del Perú, base de la unidad interna y de la América Latina bajo las dos grandes vertientes emancipatorias: republicana y comunitaria, la necesidad de recrear los espacios colectivos, el predominio del bien común frente a la propiedad privada, la resolución de contradicciones ilusorias como la interétnica entre indígenas y mestizos del pueblo, acabar con la colonialidad del saber, del poder del hacer y del ser, recuperar los aportes de occidente desde lo propio.
Sólo una mirada clasista y socialista -como pensaba Mariátegui- puede ofrecer una visión que anteceda y englobe a todo adjetivo incluyendo la descolonización como parte de la revolución mundial. Hay que dar estos debates en todos los lugares sociales. Asimismo, reflexionar sobre cómo se modifican las formas de dominio subjetivas y objetivas articuladas por planes recolonizadores amparados por estrategias militares; y, simultáneamente, cómo se expresa la resistencia integracionista alternativa y la étnico-clasista anticolonial con un enorme contenido subjetivo en el mismo espacio y periodo, obligando al imperialismo a optar por y priorizar la dominación violenta.
La nueva configuración del poder en el espacio andino-amazónico es resultado, en las últimas dos décadas, de una guerra de clases ganada por las fuerzas imperiales y sus aliados domésticos en el contexto de la colonialidad del poder / saber y de la recolonización, como parte de la globalización entendida como estrategia de poder y dominación, como fortalecimiento de la hegemonía estadounidense, su potencialidad y capacidad de establecer e imponer las normas y fronteras del acontecer mundial, dirigir intelectualmente y reordenar la geografía y la política mundiales sobre la base de un sistema integrado de relaciones militares, económicas, políticas, territoriales y culturales respaldado por la violencia.
La forma de guerra que más se adapta a esta época es la convencional, que no necesita ser discutidas en el Congreso, bajo la forma de operaciones espaciales o intervenciones encubiertas dirigidas y coordinadas por agencias y aparatos de Estado, realizadas por expertos, gobiernos, paramilitares, escuadrones criminales, narcopolíticos, empresas privadas de mercenarios y las propias trasnacionales utilizando diversos medios como inteligencia, infiltración, guerra sicológica, subversión, desestabilización, fraude electoral, corrupción, narcotráfico. No es suficiente la subsunción del trabajo al capital, ahora se busca la subsunción del territorio al capital: la tierra, el agua, las montañas, las selvas, los bosques, de semillas y plantas, es decir de los bienes terrenales 4.
El debate frustrado acerca del carácter de las sociedades latinoamericanas en la colonia debe retomarse para esclarecer el colonialismo actual. C.F.S. Cardoso, J.C. Garavaglia y Celso Furtado -para el caso Brasil- nos hablaron de modos de producción coloniales principales y subsidiarios controlados desde el exterior, bajo el dominio y control de una burocracia metropolitana tributaria, donde los comerciantes tuvieron una relevante posición. En el siglo XIX cambió la administración a favor de los criollos ricos pero coincidió con la segunda expansión colonial europea (Holanda, Inglaterra y Francia) y después la norteamericana provocando algunos cambios en los modos de producción coloniales pero manteniéndose los elementos sustanciales: la desposesión y el saqueo de materias primas utilizando relaciones de explotación esclavistas, serviles, asalariadas en todas sus variaciones.
Las relaciones de sujeción, de influencia dominante, de sometimiento ahora son relativamente indirectas por que el colonialismo interno, la acumulación por desposesión y la colonialidad del poder acompañadas de los mitos liberales del Estado uninacional, la república, la soberanía, la democracia y el progreso ocultaban el neocolonialismo y la recolonización como proceso permanente. Las clases dominantes nunca dejaron de ser rentistas, comisionistas, intermediarias y bajo el manto del sufragio se fueron sucediendo en el poder directamente o a través de sus políticos o intelectuales orgánicos.
La categoría "colonialidad del poder" pretende historizar el sistema de dominación para entender las estrategias de control y uso de territorios, la construcción de la hegemonía en el espacio elegido y el surgimiento de contradicciones que desatarán resistencias y la constitución de sujetos sociales. No obstante que de modo recurrente en esta investigación se usan las categorías "hegemonía", "fetichismo" y "poder simbólico" para examinar la mentalidad sumisa, que configuran la subjetividad subalterna que impide la construcción de sujetos, considero que estos continúan siendo temas para la discusión.
La categoría histórico estructural que articula a las demás y sobre la que se construyen las relaciones de poder colonial y la resistencia, objeto de nuestra investigación es la categoría "recolonización/colonialidad del poder". Consustancial al capitalismo y, por lo tanto, constante en su dinámica, por lo cual deben ser consideradas en el proceso de globalización; todo ello construido sobre la acumulación por desposesión y las políticas neoliberales. Al modificarse las relaciones capital-estado-sociedad, el Imperio obliga a las naciones-estado bajo su dominio a transferir toda la soberanía; a inmovilizar a las sociedades y países multiculturales-multiétnicos y multisocietales; a fragmentar aún más el tejido social y a someter lo social -largo tiempo invisibilizado por el racismo- a una sociedad dominante, institucionalizada y subalterna al Imperio, que se ha venido alejando cada vez más de las necesidades y demandas de los pueblos.
Pero que además en medio de la profunda crisis sistémica que atraviesan desarrollan nuevos mecanismos de dominación, adaptación, soporte, articulación y contención social en su incapacidad de ofrecer salidas a la situación latinoamericana. La contradicción entre la expansión del dominio colonial y la capacidad real para sostenerla, obliga al Imperio a adoptar formas cada vez más violentas para prevenir procesos autonómicos, nacionalistas o socialistas y para consolidar el colonialismo interno. El actual oximorón de la ideología capitalista es la soberanía colonial y la guerra humanitaria. Esto muestra que no todas las guerras son condicionadas por la economía, muchas de ellas tienen una carga irracional o son producto de viejas alianzas, compromisos e ínter influencias burocráticas, militares.
Nuestro punto de partida es el examen y reflexión crítica de la política del Gobierno del MAS que apostó por el capitalismo andino y el gobierno compartido, por la defensa y protección de trasnacionales, empresarios y terratenientes; por la reproducción de las formas de acumulación y dominación impuestas por la recolonización y respuesta a algunas de las demandas de los sujetos de la resistencia étnico-clasistas contra la recolonización/colonialidad del poder, las estructuras globales de poder con sus ramificaciones y consecuencias a través de la confrontación de estrategias en el espacio andino-amazónico.
Esto significa que el imperialismo actúa sobre una situación estratégica solidificada históricamente y que hoy se expresa bajo una forma global masiva a través de geoestrategias en todos los países en los que desarrolla sus relaciones de poder creando adversarios y resistencias. Estas últimas se traducen en los enfrentamientos a las estrategias de dominación y poder, las luchas contra los efectos de la recolonización, la oposición a la individuación y totalización de los sujetos, la defensa de la identidad y la dignidad. Pocas al inicio trascienden lo inmediato -mecanismos de explotación, de dominación o de sujeción de la subjetividad- y logran tener connotaciones estratégicas, apuntando a la disolución del poder o de las clasificaciones sociales.
El modo de dominación -de acuerdo con Pierre Bourdieu- es lo que permite a un orden social reproducirse en el reconocimiento y desconocimiento de la arbitrariedad que lo funda. Debemos comprender no sólo los mecanismos complejos con sus campos, sus capitales y sus estrategias, sino también las condiciones de posibilidad de sumisión de los dominados al orden social percibido de manera prerreflexiva como el orden de las cosas 5.
La dominación en el espacio andino-amazónico es étnico-clasista y descansa en la colonialidad del poder como patrón de dominación, en estrategias y procedimientos coercitivos y en la dirección cultural y política de la sociedad, pero también en el sometimiento ideológico, en el poder simbólico/mítico y en el fetichismo del poder. Por tanto, la hegemonía sobre la región en estudio es también étnico-clasista y -al decir de Carlos Pereyra- "no sólo procede de la refuncionalización que impone el aparato estatal; deriva también de su control sobre el funcionamiento de la sociedad civil". Y es en ésta donde se sustenta la hegemonía imperialista y el bloque dominante, siendo un espacio de lucha y confrontación 6.
Así como las tecnologías del poder han cambiado históricamente junto a la economía, el Estado y la sociedad, las disciplinas normalizadoras se multiplican con la división social del trabajo, con la clasificación étnica, de género y las formas de explotación. En el actual momento histórico la estrategia globalizadora enfatiza en la versátil relación entre la represión y la ideología en la reproducción del capitalismo en expansión, donde el factor económico es a todas luces el factor fundante del poder y el Estado ocupa una relación privilegiada en la reproducción de las relaciones de producción, la división del trabajo y del mercado. La ley y la represión -como violencia pública organizada-, expresadas en la invariable autoridad-coerción, adquieren mayor centralidad que la manipulación-persuasión, al agotarse el discurso del pensamiento único.
Los cambios en la correlación de fuerzas y en lucha étnico-clasista, modifican las estrategias políticas de los sujetos populares en resistencia, cambiando las relaciones de poder. Si bien es cierto que el poder de clase está presente en todas las relaciones sociales y la confrontación se abre a múltiples focos y luchas puntuales, son el Estado norteamericano y el imperialismo los grandes opresores estratégicos.
Sabemos por Michel Foucault que el poder no es una entidad metafísica ni una esencia. El poder designa relaciones, ejercicio, modos de acción de unos sobre otros, que se apoyan en estructuras objetivas y mentales, efecto del consentimiento, y acciones sobre acciones de otro reconocido y en acción; opera sobre un campo de posibilidades y se inscribe en el comportamiento de los sujetos. Está arraigado en los nexos sociales como modos singulares de acción, en el tejido social. Si analizamos estas relaciones en su dimensión histórica y en el espacio andino-amazónico, el poder y la violencia -entendida ésta como relación de fuerzas, sometimiento e instrumento de poder- siempre han existido juntos para mantener la explotación, las diferencias, los privilegios, las clasificaciones, para amenazar, persuadir y vigilar. El Estado y las instituciones, como expresiones de los intereses oligárquicos e imperiales, buscan ejercer este tipo de control total ante su imposibilidad de fijar las relaciones de poder en un estado-nación. De ahí la importancia de la lucha contra la dominación, el poder y la violencia expresadas en los estados por el imperialismo para acabar con el capitalismo.
Veremos como en la resistencia, que acompaña a los cambios en las condiciones de valorización vía desposesión y la dominación que entraña, aparecen los perfiles de sujetos históricos autonómicos en una conflictiva articulación de desigualdades y poderes. El proceso de la organización colonial del mundo no ha culminado y simultáneamente incluye desde territorios físicos hasta los imaginarios, los saberes, los lenguajes y las memorias. La lucha en estos campos y en otros continuará aún por mucho tiempo. La reconquista de la soberanía, la protección de territorios y recursos comunales, la libre determinación y autonomía, el uso de los recursos naturales y territorios de los pueblos, la reapropiación del excedente y la sobrevivencia son ahora las exigencias subversivas.
Consideramos que la dinámica del poder y la dominación imperialista, y de sus clientes locales convertidos en implementadores de las mismas en una región latinoamericana, así como la resistencia que engendra, sólo pueden ser vistas con una pretensión de totalidad descubriendo categorías que en su interrelación puedan expresar el sentido de la subordinación histórico estructural y la construcción de subjetividades subalternas, para buscar alternativas contra hegemónicas. El imperialismo norteamericano, al desatar el terror global -acompañado de proyectos geoestratégicos de expansión, de violencia bélica y control de las subjetividades- con objeto de asegurar su hegemonía, está consiguiendo una mayor escisión entre la sociedad y la política, el rechazo a los estados y a las clases políticas por parte de la mayoría de trabajadores y desempleados y la potenciación del combate extraparlamentario y la violencia popular.
No conocemos una explicación teórica satisfactoria de la compleja relación entre reconfiguración de la dominación colonial y descolonización en los Andes del siglo XXI, tampoco en la larga duración, que estructure y jerarquice la totalidad de sus elementos constitutivos en su movimiento y transformación constante que permitan explicar la permanencia de la dominación colonial, no obstante la constante resistencia y los intentos de ruptura de ese orden. De ahí que las categorías con las que iniciamos la investigación las juzguemos como insuficientes; las múltiples determinaciones y la dinámica de los elementos de la realidad muestran ser más ricas y complejas que las pretensiones teóricas. La reconstrucción final del movimiento real que pretendemos explicar e interpretar creemos que sólo es un inicio de este desafío. Ni en el plano de la investigación empírica, ni en el teórico, hemos encontrado intentos de entender la totalidad de la dominación y la resistencia en el espacio andino amazónico a partir del examen de la interrelación de las categorías que presentamos y que en todo caso han sido estudiadas por separado:modo de producción colonial (Garavaglia, Furtado, Bagú) colonialidad del poder (Aníbal Quijano); recolonización (James Petras); geoestrategias y territorialidad (Ana Esther Ceceña); hegemonía (Nestor Kohan); poder simbólico (Pierre Bourdieu); y fetichización (Adam Schaff, John Zerzan y José Manuel Martínez).
Este sería un intento de acercamiento para mostrar las particularidades del poder y la resistencia en esta subregión. Las tres primeras categorías tienen que ver con la periferia en general, pero con sus especificidades latinoamericanas.
No creemos estar exentos de la influencia de la colonialidad del saber; sin embargo, intentamos trasponer los límites que impone la impronta de nuestra formación académica. De todos modos es un esfuerzo inicial y parcial, en tanto no profundizamos en algunos aspectos, por ejemplo, la relación entre las mencionadas categorías y el análisis más exhaustivo de las formas de la conciencia social y la cultura. Ello excedería nuestra modesta intención de propiciar el debate y los estudios de esta naturaleza.
NOTAS
- Antonio Jarquín y Wim Diercksens, La geopolítica esperable con la gran depresión del siglo XXI, www.observatoriocrisis.org, 2008. Además sostienen que el défict presupuestario de 2009 de 1,2 billones de dólares, 9% del PBI estadounidense, cubierta con la impresión de dinero de 4 a 8 veces la circulación monetaria que guarda relación con una economía que tiene un PBI de 13 billones de dólares.
- En el planeta los gastos militares ascienden a 1,464 billones, junto a complejo militar industrial estadounidense (responsable del 30% de la venta total de armas) y un presupuesto de defensa de 730 mil millones de dólares son la prueba irrefutable de la relación simbiótica entre supervivencia del capitalismo con los conflictos armados y las ocupaciones militares.Manuel Freytas, "Escalada armamentista: las potencias se preparan para la guerra", IAR noticias, 24/03/2010.
- Las principales demandas indígenas por tierra y territorio se refieren a garantizar la reversión y expropiación de tierras a favor de los pueblos indígenas; que la consulta en territorios indígenas y la elección de representantes indígenas (de 130) sea por usos y costumbres, ampliando la representación de 7 a 18; que la definición de proyectos y programas en territorio indígena también sea por consulta. Como vemos solo piden ser tomados en cuenta, de acuerdo a la constitución. El Gobierno, luego de desconocer su demandas, recurrir al patrimonialismo clientelar, a las infamias y amenazas comienza a ceder cuando se unen otros movimientos a la marcha, el Gobierno norteamericano solicita pruebas escritas de la denuncia respecto al supuesto financiamiento de la USAID y un grupo de Congresistas respalda las demandas mientras otros indígenas se unen a la marcha, haciendo peligrar la aprobación de la Ley de Autonomías. Este conflicto resume la opción gubernamental por el extractivismo y el centralismo a expensas del buen vivir, de los derechos de la naturaleza y las autonomías indígenas.
- Segio Rodríguez Lascano, 17 minutos y 30 segundos: neoliberalismo, territorios y la otra geografía, www.ircamericas.org, 27/09/2007.
- Louis Pinto, Pierre Bourdieu y la teoría del mundo social, Siglo xxi, México, 2002.
- Carlos Pereyra, "Gramsci: Estado y sociedad civil", en Paradigmas y Utopías N° 4, México, julio-agosto 2002.
- Michel Foucault, "El sujeto y el poder", en Hubert L. Dreyfus y Paul Rabinow, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la dialéctica, unam, México, 1988.
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