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Junio 2011

MISS ANNA



Myrna Pastrana



Ana Isela fue detenida en ciudad Juárez el 26 de mayo de 2011. Tiene 35 años de edad, es maestra y madre de dos hijos. Enfrenta cargos por posesión, tráfico y extracción de drogas a los Estados Unidos. De nada ha servido que haya alegado su inocencia desde un primer momento. Tampoco las manifestaciones de protesta de cientos de amigos y familiares que se han apostado fuera del juzgado federal y en el puente internacional donde fue detenida. No es la primera vez que un caso como éste sucede. Dicen que ha habido más, pero no se han hecho públicos.

Los narcotraficantes han adoptado esta nueva modalidad para pasar droga al vecino país. Observan los movimientos de su posible “transporte”, de preferencia mujeres que utilizan la línea exprés para cruzar y que dejan sus vehículos estacionados sobre la calle tanto en Ciudad Juárez como en El Paso. Así, es fácil cargar y descargar la mercancía de la cajuela del auto seleccionado. Seguramente lo hacen en cuestión de segundos porque nadie advierte que ha sido cargado.

Ana Isela tampoco advirtió nada anormal. Repasa sus movimientos desde la tarde del día anterior a su detención para tratar de establecer en qué momento metieron las maletas a la cajuela de su auto. Recuerda que acudió a un centro comercial a comprar un perfume. De regreso, estacionó el auto frente a su casa. El auto no se volvió a mover hasta el día siguiente.

Jueves 26 de mayo. Como todos los días de trabajo, se levantó a las 5:45, se alistó para salir junto con su niña de 6 años de edad, acomodó sus cosas personales en el asiento del copiloto y enfiló por el Boulevard Cuatro Siglos rumbo al Puente Reforma. Ahí tomaría la línea exprés como lo hacen muchos juarenses que trabajan en El Paso, para evitar las grandes filas que se hacen en los otros puentes internacionales.

Iba a buen tiempo. Eran las 6:30 de la mañana. Mientras conducía, pensaba en la forma de aplicar las estrategias didácticas a sus alumnos de cuarto grado de inglés. Enseñaba en La Fe, una escuela primaria ubicada en el segundo barrio de El Paso, Texas, muy cerca de la línea divisoria. Finalmente tenía el puente internacional Reforma enfrente, así que entró al carril exclusivo para vehículos que cuentan con línea exprés. Estaba en eso, cuando un soldado del lado mexicano le hizo la parada. Se trataba de una revisión de rutina. Bajó del auto y por orden del militar, abrió la cajuela y encontró dos maletas cerradas con cremalleras y unidas con un alambre. El soldado ordenó:

Abra las maletas

Eso no es mío –afirmó sorprendida Ana al ver las maletas

¿Cuándo las pusiste ahí?–le preguntó el soldado.

––Yo no puse esas maletas ahí oficial –replicó Ana nuevamente.

Acto seguido, el militar quitó el alambre que unía las maletas, las abrió, estaban llenas de paquetes. Con una navaja rompió uno de ellos y le dijo: es mariguana.

En ese momento llamó a más compañeros que se encontraban cerca, revisaron el vehículo, desenfundaron sus armas, se pusieron en guardia y grabaron la acción para tener la evidencia del hallazgo. Se trataba de 48 kilos de mariguana.

Mientras todo eso sucedía, su hija de seis años que la acompañaba –ignorante de lo que estaba pasando– la esperaba para proseguir su camino. Luego fue que vio a los soldados conducir el auto hacia otro lugar que no era Estados Unidos y a su madre en el asiento de atrás junto a ella. En pocos minutos habían llegado a las instalaciones de la Procuraduría General de la República.

Casi eran las 7 de la mañana. Isaac, su esposo, estaba por entrar a la empresa maquiladora donde trabaja cuando recibió la llamada de Ana. “No es posible”, pensó, en esto hay una terrible equivocación. Se dirigió a las instalaciones de la Procuraduría y no le permitieron verla hasta muy entrada la tarde. No sabía por boca de ella exactamente qué había sucedido. La niña era otro de los pendientes. La entregaron al medio día.

Para la noche de ese día 26, los noticieros informaban la detención de una maestra juarense intentando pasar droga hacia los Estados Unidos. La ciudadanía conoció el hecho pero también se enteró por boca de amigos, familiares, un sacerdote, grupos de comunidades católicas, que la maestra Ana Isela o Miss Anna,-como se le conoce en su centro de trabajo- no tenía antecedentes penales ni aquí ni allá. A través de sus pancartas han venido expresando lo que sienten por ella: apoyo, afecto y reconocimiento…

– “Miss Anna my heart is with you” (Señorita Ana mi corazón está con usted).

– “Miss Anna las personas como tú no merecen estar en prisión”.

– “Ana, Juárez ora por ti”.

– “Ms. Anna Juarez and El Paso believe in your honor”. (Sra. Ana, Juárez y El Paso creen en su honor.)

Con una trayectoria profesional impecable, se hizo público que había graduado hacía 10 años con honores de la Universidad de Texas en El Paso, y recientemente, el 19 de mayo, es decir, apenas unos días antes, la habían distinguido por segunda ocasión con el premio de La maestra del Año 2010-2011.

Pero eso no contaba. Lo cierto es que en la cajuela de su auto se encontraron dos maletas con 48 kilos de mariguana, y el hallazgo sucedió cuando se enfilaba hacia el vecino país a través de la línea exprés. Así, entre protestas de amigos y alegatos de sus abogados empeñados en buscar pruebas de su inocencia, Ana Isela rindió su declaración en los separos de la PGR. Dos días después, la madrugada del sábado 28 fue trasladada al Centro de Readaptación Social a la habitación M1 destinada para mujeres. Se tenía esperanza de probar su inocencia.

En enero de este año, una situación parecida hasta cierto punto, había llegado a buen fin. Justus Lawrence Opot, un médico estadounidense de origen keniano, encontró en el auto de su enfermera Marisol Alejandra Pérez, una maleta que contenía 50 kilos de mariguana. Con la convicción de saberse inocentes, denunciaron ante la Policía Federal el hallazgo. Esto les costó 9 días de cárcel, acusados de delitos contra la salud en su modalidad de posesión de droga. Tiempo suficiente para que se manifestaran en señal de protesta hasta organismos internacionales. Finalmente, el juez evaluó las pruebas y no encontró los elementos suficientes para mantenerlos en la cárcel.

El caso de Ana Isela, parecido en muchos aspectos, difiere fundamentalmente de otros: mismo modelo y marca de maleta, casi igual peso de kilogramos de enervante, ubicación en la cajuela del auto, pero diferente porque fue el propio doctor Opot quien hizo la denuncia del contenido de la cajuela. Además, no estaba en la línea exprés como es el caso de Ana Isela o lo que es lo mismo, no aparecía la intención de transporte.

2 de junio de 2011. Siete días después de su detención, venció el término para que se dictara el auto de formal prisión o de libertad. Al caer la tarde, el juez noveno de distrito en apego a derecho, acreditó la existencia de la droga, la ubicó dentro del radio de acción de la detenida y determinó su situación jurídica. Quedaba vinculada a proceso. Ana Isela Martínez Amaya escuchó en los locutorios del Cereso, la notificación del auto de formal prisión en boca de un actuario del Poder Judicial de la Federación, por considerarla probable responsable de los delitos de posesión, tráfico y extracción de droga hacia el extranjero, señalados en los artículos 194 y 195 del Código Penal Federal y en los que se establecen penas de 10 y hasta 25 años de prisión.

Hasta aquí la historia. Legalidad y justicia no siempre van de la mano. A veces caminan juntas o se encuentran en algún punto del camino pero son independientes. Por lo pronto, sus abogados interpusieron un recurso de apelación a la resolución dictada por el juez. Tendrán que aportar las pruebas documentales, periciales y testimoniales para probar su inocencia. Tocará al Ministerio Público y al juzgado de distrito valorarlas y dictaminar de nueva cuenta. Mientras eso transcurre y en el mejor de los casos, Ana Isela podría estar interna en el Cereso Municipal entre 4 y 8 meses. A unos cuantos días del suceso sigue diciendo: “Los días han sido muy largos y duros desde mi detención. No comprendo cómo llegó la droga a mi vehículo”.

Todo esto transcurre a punto de recibir en Ciudad Juárez a la “Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad” encabezada por el poeta Javier Sicilia. Viene recorriendo la ruta del dolor que la violencia ha dejado en varios Estados.

En Globalización: MYRNA Pastrana

Abril 2010 Educar: Entre el gis y las balas

Dic 2010 Marisela



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