AMËRICA LATINA: ELECCIONES BAJO LA GLOBALIZACIÓN

Federico García Morales

En América Latina hay una apariencia de que los procesos políticos siguen siendo los mismos, amparados por las mismas distancias sociales de hace diez o veinte años. Pero ya se hacen notar una serie de cambios experimentados por las economías del continente al empuje de su transnacionalización.

A este respecto, como consecuencia de un completo desbalance en las relaciones de fuerza económicas, que coloca al sector corporativo en una situación dominante y en el control de los estados, la llegada de los momentos electorales se da a la sombra de urgencias de nuevo corte, bajo consignas que antes habrían sonado extrañas, y al amparo de nuevas ideologías emergentes. Todo alimentado por una media (televisión, radios, prensa) aplastantemente en manos corporativas. Cambia también el aspecto de los grupos sociales que acompañan a los candidatos antes de derechas, centros o izquierdas. Y cambia el mensaje y la catadura de los mismos.

Pero,obviamente, las corporaciones no son el todo. Está también, y de un modo sobrecogedor, el pueblo, clasemediero arruinado, trabajador, las más de las veces desempleado y hambriento, campesinos sin tierra o endeudados, juventudes sin posibilidades de estudio o sin destino, mujeres sobreexplotadas o discriminadas. En casi todos los casos este pueblo es llamado a votar por una política que favorezca a las corporaciones. En alguno que otro caso, se les llama a organizarse y a resistir.

Si algo destaca  también en el escenario político latinoamericano es la presencia definitivamente transnacionalizante de la burguesía y el seguidismo de burocracias y tecnocracias.  Como también el hecho de que la “clase política” sea una atomización de oportunismos que empuja en el mismo sentido que los otros.

Ideológicamente en los últimos años, en las derechas latinoamericanas   se ha constituido una “realpolitik”   que toma la forma del servicio liso y llano a las corporaciones y al estado de competencia. Mientras el “centro” y la “centro-izquierda” hace la mímica o se constituye en el centro de la ambigüedad. Ante esto, la “izquierda” se encoge y reduce sus demandas.

Es importante observar que todo esto se da en medio de una profunda crisis económica en donde los propios mandos superiores no encuentran otras salidas que el fortalecimiento de la explotación de trabajadores y consumidores. Aquí nadie habla de pleno empleo. Aquí todos buscan como desarticular “la intervención estatal” y los servicios sociales. Esto implica que hay polarizaciones de clase fuertes que tienden a sobrepasar la depresión expresiva de los discursos, situaciones que pueden conducir a frentes muy cerrados entre los sectores conservadores que tienen tanto que perder, si se dejan abatir ante esa otra unidad que está polarizando a una nueva izquierda.

El planteamiento de las campañas.

En todos los países en donde en estos meses se plantea una elección, el sistema corporativo ya ha echado raíces y ha estado gobernando a través de algunos apéndices suyos . Es desde el poder como, entonces se plantean las estrategias para un desarrollo continuista. O lo que llaman “seguir sosteniendo el modelo”.

Al respecto, se les ve realizar un gran esfuerzo para unificar a las tendencias corporativas sobre el apoyo al modelo, el reconocimiento de los intereses comunes, el reparto, por último de los espacios económicos y de poder. Si eso fracasa—hay indudablemente todavía en pie un juego de tendencias—se aspira a que uno de los sectores sacará más votos y llegará a la decisión en una segunda vuelta en donde “ todos los partidarios del modelo” le darán el triunfo con las garantías consiguientes para el poder corporativo.

Se parte también de un trabajo para atomizar a las fuerzas de oposición. Para éstas es un trabajo de clarividencia y negociaciones  difíciles el llegar a integrar un bloque – a veces se tiene éxito como en el caso de Uruguay .  Si en muchos países que van a consultas, se analiza con detención por qué la oposición al sistema se presenta fraccionada, se encontrarán muchas cosas sucias. Sin embargo, lo que al parecer atenta en contra de la reconquista de funciones de la izquierda, es el resultado de la acción gubernamental y de esta suerte de economía, que ha fraccionado a la clase trabajadora y le ha liquidado sindicatos y otros espacios políticos. Pero también aquí viene a expresarse la falta de un trabajo de masas previo a las contingencias electorales, un lento y sumado trabajo de organización y de conscientización.

La otra estrategia que moviliza el poder es su actual extraordinaria capacidad de control a través de la media que le permite construir los mitos de sus diversas candidaturas y afirmar ideas simples y deportivas en torno a las contiendas electorales. La izquierda no puede aspirar a llegar allí, salvo bajo formatos que la ponen en desventaja.

En este plan de la propaganda, las derechas corporativas tienen hoy a su disposición medios infinitos que la llevan con mucha facilidad a anegar todos los espacios, calles y paredes de una propaganda fascista, aplastante.

Otro lineamiento estratégico  que amparaba a los intereses corporativos de toda sorpresa, ha sido durante un período bien reciente la reelección de los presidentes. Asi quienes gerenciaban las privatizaciones podían seguir cumpliendo esa función crucial. La fórmula parece haberse agotado. Pero permitió establecer firmemente a las corporaciones transnacionales en países como Argentina, Brasil y Perú.  En Chile hay hasta ahora  una reelección sui géneris que se funda en el pacto de sucesión a Pinochet, en donde un conjunto de fuerzas del sistema contienden por los espacios de gobierno.

La estrategia corporativa  ha instalado también el recurso a la “segunda vuelta” a que aludíamos más arriba. Con lo que para superar la fuerza de su maquinaria, debería la izquierda llegar a construir alianzas muy extensas que diluirían su oferta. Asi, nunca más podría ocurrir la elección de Allende (que fue triunfo de mayoría simple). Lo que ha ocurrido en estos días en Uruguay, demuestra que es nula la capacidad de convocatoria que la izquierda puede tener para la centro-derecha. En vano el Frente Amplio, que se veía exitoso, hizo llamados y promesas a los Blancos. Ellos prefirieron irse a defender sus prebendas históricas y el futuro corporativo junto a sus “enemigos tradicionales”, los Colorados, en lo que viene a ser un frente de facto burgués.

Se funda también este manejo político en herencias autoritarias y caciquiles que desde hace tiempo produjo máquinas electorales y tradición  en el trabajo electoral. Maquinarias que  han tenido la oportunidad de probar su lealtad a la corporación y a la transnacionalización.

 Esas situaciones pueden apreciarse en Argentina (con el peronismo), en Chile (las maquinas pinochetistas /concertacionistas) en Perú (con la pandilla de Fujimori),en México (con la máquina partidaria priista  y su afectación presidencialista).   Sin distinciones, estas máquinas autoritarias, corrompidas por el poder, han servido a la instalación corporativa: son las nuevas derechas latinoamericanas.

Elecciones en Argentina

 Se da en uno de los países  que en los años recientes ha experimentado las más fuertes campañas de privatización y de inmersión en el sistema transnacional.

Las elecciones se dieron hace poco, después de un largo período de cabildeos en donde se pudo ver el agotamiento de Menem para ser instrumento de una nueva postulación.

Se optó entonces por  candidaturas que trataban de juntar a las desprestigiadas fuerzas de un peronismo derechizado y corrompido por los años en el poder,  todavía intentando ser alternativa, y otras polarizaciones que fueron dándose en torno a un centro que sólo ofrecía como premio consuelo sacar del gobierno a Menem y su corte,y alguna contemplación por los derechos sociales.

Se pudo conformar así el polo Duhalde (gobiernista) frente al polo (De la Rúa) que recibió el apoyo de sectores radicales de centro y de la izquierda. Una situación que ni con mucho se podría equiparar a un “Frente Popular” de los viejos tiempos.

De la Rúa terminó ganando, un triunfo que se hizo inevitable dado el profundo descontento de las masas argentinas con relación a la brutal política microeconómica del gobierno menemista.

Por su indefinición sobre cuestiones claves, su inclinación hacia el “modelo”, la distribución por último de las fuerzas en el Legislativo, De la Rúa, elegido con votos de centro-izquierda está destinado a hacer un gobierno de centro-derecha.

Algo de su posición se ha notado en relación al caso de los generales genocidas.

Aunque se ha anotado algunos puntos al tratar de iniciar algunos actos de limpieza en la estructura administrativa tan fuertemente maloliente.

Elecciones en Uruguay
 

En este país se dio el mes pasado el caso extraordinario del triunfo del Frente Amplio con su candidato Tabaré Vázquez, en márgenes que obligaron a una segunda vuelta (se realizó el 28 de noviembre). Esta segunda vuelta había sido una de las trampas que había instalado con gran premura la presidencia de Sanguinetti, previendo resultados de este tipo.

Para decidir a su favor la segunda vuelta, Tabaré ha debido negociar hacia su derecha: con el Partido Blanco, que dista mucho del planteamiento progresista del resto de los votantes del Frente. Era bien posible que la tajada de atracción proviniera más claramente de la franja de “indecisos”.Que al final hicieron el papel de Grouchy en Waterloo.

Tabaré se benefició en la construcción del Frente en contra del gobierno Colorado de algunas situaciones históricas que fueron proporcionadas, por grupos que se forman en la larga lucha, incluso guerrillera,en contra de dictaduras militares y civiles;  la resistencia contra las privatizaciones; la creación de un Frente  de las fuerzas de oposición en Argentina.

Pero a la postre, se soldó el frente común Blanco-Colorado y llevaron a la victoria a Batlle, genio y figura de un conservantismo contumaz.

Elecciones en Chile

Chile llega a sus elecciones en diciembre, con una economía completamente repartida entre grandes corporaciones nacionales y transnacionales.  Con un crecimiento en el flujo de inversión extranjera directa que va de los 718 millones de dólares  en 1980/85 y que sube a 5.4 mil millones en 1997. Un crecimiento que va acompañando la administración del modelo pinochetista por parte de la Concertación. Una situación que ha permitido consolidar el poder de un gran numero de conglomerados que ya se extienden como corporaciones transnacionales. La extrema riqueza en Chile recibió su patente de corso con las privatizaciones. Su expansión posterior, del  endeudamiento externo y las políticas salariales restrictivas. Situaciones  que la hacen muy dependiente del estado.

 La coyuntura actual, también da a apreciar, como en los otros países, el peso de la Crisis mundial, que aquí origino un fuerte desempleo y devaluaciones. Oficialmente Chile se encuentra en recesión.  

A eso se suma los delicados compromisos que la Concertación maneja con la extrema derecha y con el pinochetismo, agravados por la detención del general.

En Chile es delicado, entonces, elegir Presidente. Los comicios se celebrarán el 12  de diciembre. Y nunca quizás ha habido una campaña tan larga. Hace tanto tiempo que se sabía que el candidato de la Concertación sería Ricardo Lagos y que el candidato de la Derecha  era Joaquín Lavin. Sólo más recientemente surgió una candidatura de la izquierda, la de Gladys Marín. Hay otros candidatos menores, que juegan al decir de los chilenos, el papel de distractores de la votación “progre”. Sin embargo, se observa que el sistema prefiere jugar con sólo dos candidatos: Lagos y Lavín. Y entre ambos se ha dado un acuerdo para impedir la concurrencia a los foros de los otros contendientes. Con lo que se llama en la práctica al electorado a elegir entre una u otra L.

El foro que reunió a ambas Ls fue un ejercicio en identidad. Llamó la atención poderosamente, en un país acostumbrado a las confrontaciones programáticas, la aparente falta de proyecto de los candidatos. Si se quiere, para ambos, el proyecto resultó ser el sistema: neoliberalismo, globalización y algunos kilómetros de carretera. En algunos casos difirieron entre si parchar ciento diez o ciento quince kilómetros de autopistas: entre ofrecer 40 mil o 39 mil empleos.

En estos discursos no hay crisis, no hay desempleo masivo, no existe el riesgo del modelo transnacionalizante. No existen alternativas para América Latina ni para el pueblo de Chile.  Desde la orilla, lejos de las cámaras, eso lo ha hecho notar la candidatura de Marín, que insiste en alzarse como un polo propositivo y crítico. Véase:
http://surf.to/gladys-marin

 En la elección chilena hay varios fantasmas que penan en los cálculos más optimistas. El espectáculo ya no está dominado por los temores de un retorno militar, como en las elecciones anteriores, en que la izquierda votaba por el peor mal que era la Concertación.

Segundo, no deja de estremecer la distancia que mucha gente ha cobrado con respecto a los partidos políticos y los eventos electorales, después de una experiencia en donde han ganado muy poco en el terreno microeconómico y en los propios espacios ciudadanos. Durante la Concertación se ha seguido haciendo un gobierno para los más adinerados. Toda esta situación amenaza con el abstencionismo, sobre todo entre las capas jóvenes.

Tercero, está la crisis: la economía no levanta muchas esperanzas, sobre todo si éstas han de edificarse en la idea de que lo mismo es bueno.  Y lo mismo es, en estos tiempos, desempleo y angustias salariales. Una huelga médica pesa en estas elecciones. Igualmente, la discusión de reformas a la ley laboral, ocasión en donde todos los portavoces del sistema, con las cámaras patronales al frente, vienen a expresar en una u otra forma su temor a abandonar las reglas laborales restrictivas del pinochetismo.  En este punto han llegado a externarse trizaduras entre democristianos y socialistas.

Cuarto: prevalece en el sector político un discurso abiertamente rendido, si es que no compungido, frente al avance corporativo, y los avances patronales del pinochetismo económico, que trasciende hacia la Concertación. Es claro para los analistas que tanto el candidato de la Concertación como el candidato de la Derecha, funcionan dentro de un mismo esquema en relación al “nuevo orden mundial”, extensión corporativa,etc. Otra cosa es que, si proclamaran sus favores francamente,  obtendrían una votación mediocre. Y el otro problema, quién de los dos asegura mejor los intereses de sectores escaladores y conservadores. Esta elección estará abierta en sus resultados a muchas pequeñeces.

 Y quinto, y esto no deja de ser psicológicamente importante, está la eventualidad del regreso a Chile de Pinochet, un regreso tan deseado por la Concertación como por la Derecha, naturalmente más por ésta última.

Hasta ahora, las encuestas –que no son de fiar—dan muy pocos puntos de diferencia entre las dos L. Las campañas, a medida que se acerca el día, se banalizan y abundan en temas familiares y simplemente simpáticos, en donde va quedando algo claro: en América Latina los candidatos no tienen nada serio que ofrecer. Quizás porque han perdido contacto con las realidades en las que vive la gente todos los días, o porque se hipnotizaron con las identificaciones corporativas y sus éxitos omnívoros.  La apuesta en Chile está en jugadas por debajo del 50%. Quizás más cerca del 35. Con las consecuencias que eso podría tener.

En Uruguay, donde las cosas van un poco más adelantadas, se dio el triunfo de un candidato progresista, Tabaré Vázquez, quien al no alcanzar el 50% + 1 de los votos, debió ir a una segunda vuelta. Ya tenía los votos de la izquierda y debía ahora desarrollar un increíble trabajo para encontrar espacios entre los del Partido Blanco para una segunda vuelta. Algo que resultó imposible.En Chile también hay una segunda vuelta  ¿Qué pasará en Chile en una situación así? ¿será entonces cuando la apuesta retórica por la igualdad que ha hecho Lagos llegue a anclarse en un compromiso programático junto a los más pobres e inevitablemente al lado de las fuerzas de izquierda? ¿Qué haría entonces su derecha? En ese país hay también mucha gente que fue de izquierda, que se amarró por un tiempo con el centro, que no ganó nada allí y que hace sus maletas de regreso a la izquierda , no en busca de poder sino de decencia. Por lo menos van a haber sorpresas. El programa que elaboraron los intelectuales de izquierda, que apoyan a Gladys Marin,  es un programa mínimo, y así y todo con ofertas de importancia para el desarrollo social del país ¿Está tan alejado de los ideales del Partido Socialista? ¿O es que los nuevos socialistas chilenos  están más de acuerdo con Tony Blair y con las corporaciones transnacionales? ¿Están más de acuerdo con Pinochet? ¿ Están satisfechos en coincidir casi en todo con Lavín, ahijado del Opus Dei y del sector corporativo?  Todo eso se va a saber, porque los resultados electorales pueden llegar a definir una situación en la que Lagos tenga que conversar con  la comunista Gladys Marin. También se sabrá si proyectos que ya no miran por las clases trabajadoras, sea porque respetan demasiado al nuevo orden o porque se estancan en el minimalismo, ya no convencen o se perciben directamente como insuficientes.

Una elección que hasta aquí no le crea problemas al modelo .

Sobre Chile, ver: La Tercera
El Mercurio
El Siglo

México y sus campañas
 

Otro país líder en la entrada a la globalización, que ofrece todavía grandes ofertas a la privatización y espacio al sistema corporativo, es México. País que se presenta también como un importante socio comercial de los EEUU. Y cuyos gobiernos han emulado con Brasil y Chile en su aceptación de políticas de apertura.  Sucesivas devaluaciones han logrado también mantener –hasta donde China lo ampare—una muy conveniente oferta salarial, conveniente por supuesto a las corporaciones. Otras minucias, como el peso sobrevaluado permiten asimilar el endeudamiento corporativo.

Tener el gobierno en México, sobre todo en esa esfera que es la figura concentradora de poder que es el Presidente, es clave para la sana expansión de los intereses corporativos.

Sin embargo, la amplia concentración de esos poderes y la extensa y corrupta maquinaria que lo soporta, habían dado lugar al crecimiento de movimientos de oposición que buscaron reformas del estado, delimitación de funciones presidenciales, en general, la democratización del país.  Sin embargo, parece que esos esfuerzos han llegado a un punto muerto.

Un momento decisivo para el logro de tantas aspiraciones ---las corporativas y las democratizadoras, que se contraponen en demasiados puntos—son las elecciones de mediados del próximo año.

Pero hasta ahora, las estrategias gradualistas del PRD, del PT y del PAN, que los han llevado a asumir algunas gobernaturas, sólo han distraído la atención respecto a logros principales en torno a la democratización y han llevado a estos institutos a una malsana emulación con respecto a las corruptelas desde largo tiempo oficiales. Mientras, la reforma del Estado, la legislación electoral de avanzada han ido demostrando poco a poco su parálisis o inefectividad.

En el plan de la selección de candidatos, en la oposición se quebró la posibilidad de una gran alianza y se fragmentaron las postulaciones al extremo de que dudosamente alguna podrá enfrentar con éxito en el 2000 al candidato oficial. Este candidato salió de un proceso en donde en todo momento se hizo valer la preferencia presidencial en un formato más astuto.

En una consulta  a la militancia del partido oficial, el Sr. Francisco Labastida, ex Secretario del Presidente Zedillo, con lo que parece según los entendidos, haber sido el apoyo de toda la maquinaria del Partido Institucional, obtuvo un aplastante triunfo sobre sus contendientes los señores Madrazo, Bartlett y Roque Villanueva, que sólo vencieron en una pequeña fracción de los distritos del país. En la campaña, que fue fuertemente financiada, se diluyó el tradicional “dedazo” presidencial entre la burocracia, las “fuerzas vivas” y diversos caciques electorales. Después de esta muestra de renovación democrática todos los candidatos contendientes expresaron ante el Presidente su voluntad de seguir marchando juntos. La división entre las fuerzas de oposición (principalmente PRD y PAN) que han desperdiciado la oportunidad para pactar una Alianza, da una clara posibilidad al Sr.Labastida en la lucha por extender el control del PRI más adentro del nuevo milenio. Por supuesto, la campaña del PRI se cuida en no emitir sonido alguno que pudiera revelar sus conectes corporativos.

La Alianza de la Oposición se hace muy difícil de salvar, desde el momento en que el PAN se abanderizó con el Sr.Fox, que trata de expresar  una visión puramente corporativa y liberal. Pero la candidatura de Cárdenas, la de Camacho o la de Muñoz Ledo  si no alaban al modelo, mantienen un ominoso silencio al respecto.

Conclusión: Difícilmente a través de los procesos electorales inmediatos, los pueblos de América Latina lograrán crear condiciones políticas para su desarrollo social, su independencia económica y su autogobierno. Lo que está ocurriendo en el terreno político abre vías si para una reflexión más profunda sobre las nuevas condiciones que canalizan la actividad política hacia estos resultados entre los que resalta la instalación de una nueva forma de colonialismo.  De esta etapa no debe despreciarse tampoco el esfuerzo por construir nuevas formas de organización popular y de resistencia, ni el grado en que ha comenzado a desarrollarse una nueva conciencia revolucionaria y nuevos programas de transformación.  En los casos que hemos considerado se puede apreciar el desarrollo de nuevos polos críticos en Argentina, la transformación de una izquierda en la primera fuerza política del Uruguay, el afianzamiento de posturas que escapan a la confusión anterior en la izquierda chilena, el desarrollo político de las organizaciones sociales en México.

El imperio de la corporación tiene el límite esencial de su estructura capitalista, y reincidirá en los estilos conocidos de expropiación. Por eso, dentro de esos límites cava su tumba.

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