EL ORDEN MUNDIAL SEGÚN CLINTON. El epílogo doctrinal de la guerra de Kosovo.
Federico García Morales
La invasión a la República Federal de Yugoslavia iniciada ahora por las fuerzas de la OTAN, concurso ruso y banderilla de la ONU, tras cerca de 80 días de duros bombardeos y una larga negociación que tuvo todas las aristas del chantage, no dejó de estar excenta de momentos doctrinales.
Hay doctrineros mayores y menores. Entre los mayores, destacan Clinton, con un discurso público y uno más privado. Lo que no quiere decir que haya habido expositores más sonoros de las doctrinas del "nuevo orden", tal asi, Blair, Solana o el inefable Shea.
1) El discurso público. A veces a cuentas de Clinton, en otras de sus asociados más intimos, como M.Albrigh y Cohen. Sostuvieron ante las cámaras que el ataque a Yugoslavia fue para proteger a los albaneses, defender los valores de la democracia, los intereses de América y la paz. Los medios para lograr esos objetivos, una vez desbandados, originaron el éxodo de cerca de un millón de albaneses, la destrucción completa del territorio que se iba a resguardar, la muerte de más de 10 000 gentes, sobre todo civiles, mujeres y niños. El "enemigo", Yugoslavia, experimentó la destrucción de su infraestructura, por montos avaluados entre 50 mil y cien mil millones de dólares. El daño ecológico es incalculable tras la siembra de bombas de cobalto y de decenas de miles de explosivos, que tuvieron como objetivos fábricas y refinerías de petróleo. Y por sobre todas las cosas, se sembró el odio interétnico.
Entre el discurso público y el privado, habrá que colocar el daño sufrido por la ONU y sus mecanismos de solución de controversias, por la Comunidad Europea y los "aliados socialistas"--que experimentaron una estruendosa derrota en las elecciones de Parlamento europeo-- y para los bolsillos de los contribuyentes que deberán pagar la exitosa campaña aérea (treinta mil salidas de 1300 aviones, gasolina, explosivos, en el orden de las 30 mil toneladas) y el flamante ejército de ocupación de Kosovo que cuesta 500 millones de dólares al día.
El discurso público no explica ya el modo como vino a proteger a los albaneses de Kosovo, destruyendo su territorio, obligándolos a expatriarse por cientos de miles; no les dice cómo ahora con la participación de un inmenso ejército de ocupación y con la colaboración de las bandas del ELK van a construir su democracia entre minas y bombitas, ni cómo van a sobrevivir entre una Macedionia en grave crisis, una Bosnia económicamante dañada, una Serbia de regreso a situaciones de hace 50 años, una Grecia embarcada en labores de autodefensa, y todos bajo la sombrilla de una nueva expansión de los conflictos, ya que su motivo, el nuevo reparto del Este sigue ahi.
2) El discurso privado. Que legítimamente debería llamarse "público", ya que discurre en las Cámaras del Congreso americano y en la Casa Blanca y sirve de linea de conducción para los movimientos estratégicos. Aquí los problemas son manejados desde las inseguridades que parecen dirigir la política norteamericana desde el final de la guerra fría y particularmente, desde los comienzos de la crisis económica. Pero es un discurso privado en el sentido que tiene casi un caracter intimista, desde el momento en que se escabuye su acceso a los grandes medios y hasta se lo oculta o se le niega.
El fin de la guerra fría, trajo consigo el tema de la monopolaridad, que con el andar del tiempo toma los rasgos del discurso sobre "el nuevo orden mundial". Una fórmula algo vaga que se supone debe contener los atributos de una entente entre los grandes poderes industriales, el proyecto transnacionalizante oprerando en las condiciones de la globalización, la vía libre para la expansión del "pensamiento único", esto es, del modelo de mercados bajo lineamientos neoliberales, el nuevo reparto del mundo en esferas de influencia neocoloniales, que comienza desde el traspatio de Europa y debería englobar a las zonas de despliegue de los intereses del gran capital en Africa, Asia y América Latina.
El elemento dinamizador del "nuevo orden", sería en ese campo su total control sobre las reservas de energía del planeta.
El "nuevo orden mundial" se ejecuta desde una perspectiva de crecimiento del poder norteamericano, sobre todo en el terreno militar, y debería tener como sistema de operaciones a nivel mundial a las antiguas alianzas militares, formadas en el período anti-comunista, sobre todo a la OTAN. El "nuevo orden mundial" propicia una organización capitalista, para la explotación del mundo y en el terreno del desarrollo del capital, se propone como mecanismo anti-crisis, en los planos económicos, sociales y políticos. Su mensaje, en estos sentidos, no es demócratico sino represivo.
El estreno del "orden mundial" en los Balcanes, dice mucho sobre su carácter.
La estrategia con la que se ha casado Clinton, formulada por los especialistas del Pentágono, es heredera de muchos de los supuestos de la guerra fría, sólo que ahora el contendor tiene mucho de fantasmal. De lo que se trata es de establecer de modo permanente la superioridad militar de los EEUU frente a "cualquier contingencia", que ya pueden ser quienes no se adapten al "pensamiento único" y sus avances en el terreno económico o proyectos que entrañen un riesgo hacia algunos de los despliegues de esa hegemonía. En el pasado reciente, un riesgo lo constituyó la Comunidad Europea, otro la posibilidad de la reconstitución de la URSS o más recientemente, la construcción de un bloque entre Rusia, India, China y los países musulmanes. Para no hablar de la reacción del "nuevo orden" frente a una crisis que se asoma desde casi todos los rincones.
En el discurso "privado" del Pentágono y de los líderes americanos se ve como imprescindible que en los nuevos escenarios se establezca la presencia de las fuerzas armadas americanas como mecanismos de "pacificación" o de "disuasión"-- lo que implica una creciente extensión de los compromisos en los conflictos más variados, con nuevas fuerzas y capacidades de despliegue y con nuevas generaciones de armas. La nueva fase imperial se instala sobre un criterio de guerra permanente.
Esto lleva inevitablemente a una estrategia "conformadora de ambientes" que mira a prevenir riesgos a la hegemonía americana. Esto ha tenido su traducción en política europea y asiática.
El hegemonismo militar y las políticas de conformación de ambientes conducen hacia la intervención precautoria, desde antes que los problemas surjan, a intervenciones que pueden tildarse de provocadoras, como ocurrió en el caso de Kosovo, donde la inteligencia de la OTAN organiza y financia las actividades del ELK desde una época temprana. El ejercicio de la hegemonía a nivel mundial conduce al chantaje permanente y también a nivel mundial. Un ejemplo, el modo como se llegó a las convenciones que condujeron a la semicapitulación, si es que no capitulación simple y llana, de Rusia, Yugoslavia y la ONU.
Otro aspecto "privado" de la doctrina Clinton se da no sólo en los sorpresivos cambios en la política militar sino en el modo como el block industrial maneja los instrumentos no militares de su política exterior. Ejemplo, no bien establecidos en Kosovo, se lanza una ofensiva para adquirir grandes paquetes de los trusts petroleros rusos (particularmente Lukoil) y se declara un boycott a toda ayuda para la reconstrucción de Yugoslavia. Paralelamente, se inician preparativos para librar nuevas guerras en el Golfo, en India/ Pakistan y en la península coreana.
El discurso privado maneja también una "doctrina" sobre la importancia de los gastos militares para la recuperación de la crisis global, pero a la vez trata de entender esta crisis como parte del escenario del que debe aprovecharse. En los días de la crisis de Kosovo, los rusos debían dialogar simultáneamente con la OTAN y con el FMI.
Hasta ahora se nota que "el discurso privado" contiene una fuerte paranoia--una desconfianza con respecto a "la seguridad del nuevo orden".
Seguramente hubo otros despliegues doctrinales: la jerarquía rusa, por ejemplo, se esmeró en reencontrar, en medio de las dificultades de una opinión polarizada en favor de los serbios, el camino de su sometimiento al centro hegemónico. Aqui la "doctrina" especificaba la unión en el seno del proyecto globalizante y la separación de gravitaciones históricas disolventes, aún a costas de proyectos nacionales. Con respecto a los rusos, Clinton sólo se esforzó en acariciarles la vanidad en su discurso público. Del discurso privado, sabemos muy poco, salvo lo que pudiera dejar notar para la historia los planteamientos despectivos e hilarantes de la Albright.
La oposición muy frecuente entre el discurso público "transparente" y las viciosas intenciones privadas pudo sin embargo ser una exitosa operación que al menos despistó a los liberales americanos. Hasta llegaron a creer a Clinton --y cito a un amigo-- "que las bombas podían derrotar al Mal y que repentinamente la política americana podía interesarse por los derechos humanos"...