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Abril 2019

América del Sur    Unión Europea

Mientras la Unión Europea se fortalece, la Unión Suramericana desaparece

Isaac Bigio

25/03/2019

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El 22 de marzo se reunieron en dos extremos opuestos del planeta los mandatarios de los que han venido siendo las principales uniones continentales que hay en el mundo y que cuentan con su respectivo parlamento común: la Unión Europea y la Unión Suramericana.

Y ambos adoptaron extremos completamente opuestos. Mientras el bloque del viejo mundo resolvió revigorizarse, el del nuevo mundo decidió sepultar en su infancia al que tenía antes que cumpliese su onceavo año de vida.

Si la cumbre europea de Bruselas ha fortalecido a la Unión Europea, la que se dio ese mismo día en Santiago ha desplomado a la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) para dar paso a un nuevo foro (el PROSUR, Foro para el Progreso de América del Sur), lo cual viene conduciendo a la división del continente sudamericano en dos bloques ideológicamente dispares.

UE y UNASUR

Ese viernes en Bruselas los jefes de gobierno de los 27 países que se aferran a la Unión Europea se comprometieron a fortalecer y profundizar ésta, al mismo tiempo que daban una extensión en sus propios términos al Reino Unido para que presentara su plan para ver si logra convertirse en su primer integrante en abandonar voluntariamente su asociación. El consejo europeo espera que, mediante tal paso, puedan persuadir a los británicos a querer mantenerse en una forma de mercado común o, en el mejor de los casos, a que anulen el Brexit, ya que se sabe que la cámara de los comunes va a vetar cualquier salida desordenada y sin acuerdo de la UE.

Ese mismo día en Santiago, una capital que se encuentra tan cercana al polo sur como Bruselas lo está del polo norte, los presidentes de 7 de las 12 repúblicas sudamericanas se fueron al polo contrapuesto. En vez de buscar hacer todo lo posible por rescatar a la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), que todos sus 12 países habían creado en 2008, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú decidieron querer sepultarla para dar paso a PROSUR. Mientras tanto Bolivia, Guyana, Surinam, Uruguay y Venezuela son las 5 repúblicas que persisten en seguir manteniendo a la UNASUR.

Mientras el Concejo Europeo hace toda clase de esfuerzos para retener al Reino Unido o buscar una buena relación en caso que éste se aparte, estos 7 mandatarios quieren excluir y sancionar a Venezuela, por lo menos hasta que el chavismo siga en el poder.

Mientras este mayo se realizan las elecciones al parlamento europeo que entonces celebrará su 40 aniversario, el presidente Lenin Moreno del Ecuador, donde se encuentra la sede de la UNASUR, llegó al encuentro presidencial de Chile tras haber recientemente decidido salirse del UNASUR y destinar el edificio construido para ésta para otros fines.

Dos caminos diferentes

Desde que hace más de seis décadas seis Estados europeos se juntaron para desarrollar lo que luego se convertiría en el mercado común europeo y posteriormente en la Unión Europea, este bloque ha más que cuadriplicado sus miembros habiendo llegado a 28, habiendo algunos más que están en la cola de ingreso.

La UE ha sido capaz de convertirse en el primer bloque con un parlamento y sistema judicial y comercial conjuntos, en tanto que ha adoptado numerosas leyes comunes, el libre tránsito entre sus 500 millones de ciudadanos y una moneda común (el euro) que es la única en la mayor parte de ellos, y en el resto es muy aceptada.

Hoy se encuentra ante la posibilidad de que tenga su primer divorcio por mutuo acuerdo con uno de sus integrantes, pero lo más probable es que los británicos de distancien de un Brexit duro y vayan en dirección a hacer un mercado común o busquen renegociar su permanencia en la UE.

La UE y UNASUR nacieron en cierta manera tratando de unir al vecindario para adoptar una política y economía autónoma frente a la principal potencia militar de su continente. En el caso europeo esta era Rusia y en el sudamericanos los EEUU.

La UE fue logrando ampliarse para integrar a nuevos miembros, desde los que rompieron con el fascismo (España, Portugal o Grecia en los setentas) hasta los que en 1989-91 rompieron con el bloque soviético y la COMECOM liderada por Moscú (Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Rumanía y Bulgaria).

Su expansión ha venido siendo contenido por Putin quien ha impedido que Ucrania, Moldavia o Georgia se puedan sumarse a ésta o a la OTAN, el único pacto militar transnacional que la UE acepta para sus integrantes.

La UNASUR se dio cuando en Sudamérica primaban gobiernos nacionalistas que buscaban un curso autónomo ante Washington, quien venía ejerciendo mucha influencia en Latinoamérica durante la mayor parte del siglo XX, habiendo organizado en dicha región numerosas invasiones o golpes militares.

Las posibilidades para que la UNASUR se homogenice son mayores que las de la UE desde el punto de vista cultural y lingüística. Mientras en la UE hay un cuarto de centenar de idiomas oficiales, muchos de los cuales no se entienden entre sí mismos, más del 95% de Sudamérica habla español o portugués, lenguas hermanas que se pueden comprender entre ellas mismas.

Si los países de la UE han sido el campo central de las dos peores guerras mundiales, en Sudamérica nunca ha habido una guerra total, y las últimas guerras que han envuelto a 3 repúblicas se dieron hace 13 décadas.

Sin embargo, la UNASUR no ha sido capaz de sobrevivir su primera década de vida. Mientras la UE ha resistido la presión de Moscú y ahora también la de Donald Trump, cuya nueva política económica pasa por presionar para romper otros bloques comerciales y ayudar a que Londres se separe de la UE, la UNASUR no ha sido capaz de contener la ofensiva de Trump que quiere desarticular cualquier bloque continental que le pueda hacer la sombra y, sobre todo, aislar a Venezuela, a quien quiere colocar como un Estado paria.

La gran diferencia que hay entre la UE y la UNASUR son sus economías. Mientras la primera ha heredado imperios industrializados y sus respectivos comercios y producción son muy entrelazados entre sí mismos, la segunda ha heredado una estructura colonial centrada en exportar materias primas y comerciando y produciendo más para otras potencias ultramarinas que para sus propio vecindario.

Es la propia naturaleza de las economías dependientes sudamericanas las que ha trabajado en favor de la nueva administración estadounidense.

PROSUR

En la cumbre de Santiago solo asistieron los presidentes de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú, todos los cuales son relativamente nuevos y que desarrollan políticas que los ubican más a la derecha que sus predecesores.

Los presidentes de Bolivia, Guyana, Surinam y Uruguay no fueron, pese a habérseles invitado, y solo mandaron representantes (vicecancilleres o embajadores). Venezuela no fue invitada pues PROSUR se empalma con los lineamientos del Grupo de Lima (en el cual se encuentran todos ellos junto a Canadá y otros Estados centroamericanos) que sostiene que Nicolás Maduro es un mandatario inconstitucional e ilegítimo que debe ser desconocido y expulsado de todo foro internacional. Estos 5 países que no enviaron a sus respectivos jefes de Estado siguen manteniendo al UNASUR cuya presidencia pro témpore la ejerce el mandatario boliviano Evo Morales.

Guyana decidió suscribir la declaración final, mientras que Uruguay, Bolivia y Surinam no comparte la formación u orientación del PROSUR, al cual ven como un bloque neo-liberal o pro-Trump.

Sebastián Piñera, el anfitrión de la cumbre y el primer presidente pro témpore del PROSUR, sostiene que su nuevo foro, a diferencia del UNASUR, no ha de ser ni burocrático ni ideológico, y va a promover el libre mercado.

El propio nombre del nuevo organismo marca sus linderos. Este es “Foro para el Progreso de América del Sur”. Esto implica que no quiere ser una Unión, como la de Europa, sino solo un Foro y en torno a la idea de promover el “progreso” en términos de una economía abierta y de libre empresa, algo que la hace incompatible con modelos “socialistas” tipo Venezuela, Cuba o Nicaragua.

Por el momento el Prosur no excluye a Bolivia para no parecer muy sesgado y dar alimento a los intentos de Evo Morales de ser reelecto apelando a la tradicional hostilidad hacia Chile, pero si Morales retiene el gobierno en octubre y sigue alineándose con la Alianza con Venezuela chavista, el Prosur podría aislar a Bolivia que quedaría atrapada en sus 5 fronteras por miembros de ese nuevo foro.

También Piñera reivindica a la Alianza del Pacífico y el Grupo de Lima, los cuales tienen en común con PROSUR buscar una relación estrecha con Trump, en vez de mantener la anterior autonomía u hostilidad ante la Casa Blanca que tenía la UNASUR.

Problemas

La revista neoliberal británica THE ECONOMIST considera que enterrar al UNASUR es un mal paso pues previamente se debió haber intentado y se debe seguir intentando rescatar a dicho organismo que tanto esfuerzo costó crear, en vez de haber creado un foro políticamente a fin que puede caducar si hay cambios de mandatarios. Similar posición tienen otras importantes figuras que se ubican en el campo de la derecha sudamericana, como Sergio Amorim, el canciller del gobierno conservador saliente del Brasil o el ex presidente liberal colombiano Ernesto Samper.

Hoy, lejos de avanzar en la integración del continente sudamericano se crean dos bloques contrapuestos: uno más partidario del libre mercado y de Washington, y otro más proteccionista y autónomo.

China y Rusia van a ser más proclives del segundo, aunque los chinos han logrado desplazar a los norteamericanos convirtiéndose en el primer socio comercial de varios países del PROSUR algo que, también, puede ocasionar tensiones internas, sobre todo porque Trump se encuentra en una guerra comercial con Beijing.

El PROSUR, además, solo podría tener vida si todos sus actuales gobiernos fueran reelectos, lo cual no es algo seguro, en particular en Argentina, donde Mauricio Macri no anda bien en las encuestas de cara a la posibilidad de ser reelecto este octubre, mientras que, por el contrario, podría recibir un aventón en su favor si Evo Morales, en ese mismo mes, no ganase las presidenciales bolivianas.

Algo muy importante es que esta es la primera vez que se crea un bloque continental buscando expresamente un “cambio de régimen” en uno de los países de la región.

De hecho la idea de crear PROSUR surgió entre los nuevos mandatarios electos de Chile y Colombia, Sebastián Piñera e Iván Duque, respectivamente, cuando ambos coordinaban cómo desconocer a Maduro cuando el 10 de enero juramentase por su segundo mandato.

Ellos dos se encontraron en Cúcuta el 22 de febrero para promover el ingreso de la “ayuda humanitaria” traída en aviones militares de EEUU, la cual los partidarios de Juan Guaidó, a quienes ellos y PROSUR reconocen como el único presidente legal de Caracas, quisieron hacerla entrar a la fuerza a Venezuela.

Piñera, Duque y Jair Bolsonaro de Brasil ganaron sus respectivas presidenciales enfrentándose a candidatos de izquierda a quienes ellos acusaron de poder seguir una ruta similar a la venezolana. Estos tres requieren para consolidarse interna e internacionalmente lograr un cambio en el poder en Caracas.

Bolsonaro es el mandatario electo más abierta y furibundamente enemigo de toda forma de socialismo que haya tenido el Brasil. El gigante sudamericano había sido un contrapeso al norteamericano en las últimas dos décadas y bajo el lulismo había querido impulsar una política exterior multilateral y de cara a otros continentes y en particular hacia crear el eje BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

Empero, Bolsonaro acaba de ir a Washington donde se ha identificado con todas las políticas de Trump (desde apoyar la construcción del mega-muro contra México hasta sus políticas de liberación de impuestos a las grandes corporaciones) y ahora su eje es hacia crear una alianza entre las dos potencias que tienen a la mayoría de la población en América del Norte y del Sur, de una manera más estrecha que la que hubo durante las dos guerras mundiales.

Esa orientación va a ser que Bolsonaro y Trump quieran evitar la formación o sobrevivencia de cualquier organismo internacional previo que no rompa radicalmente con Lula, a quien tiene preso acusándolo de corrupción.

Venezuela

Y un problema que hay para PROSUR es que el gobierno de Maduro no va perdiendo piso y que Juan Guaidó, a quien PROSUR reconoce como el único presidente de Venezuela, sigue sin poder ejercer ninguna forma de gobierno en ese país ni en tener su propio gabinete o ministros. Es más, el periodo que la constitución venezolana da para un “presidente encargado”, figura a la cual se acoge Guaidó, debe ser centralmente para convocar a presidenciales dentro de un mes, plazo que ya se venció hace seis semanas.

Mientras todos los miembros del Prosur reconocen a los gobiernos de prácticamente todos los países de las Américas, incluyendo Cuba (la cual hace más de seis décadas rompió con la democracia multipartidaria y el mercado, y que tiene un sistema de partido comunista único), la única excepción es la Venezuela de Maduro que ellos caracterizan de ser una “dictadura usurpador y anticonstitucional”.

Una crítica que PROSUR hace a Maduro es que él concentra los 3 poderes en sí mismo, pero eso es algo de lo que también se puede sindicar a Guaidó quien es, al mismo tiempo, presidente del poder legislativo y del ejecutivo y quien se niega a acatar disposiciones del poder judicial, al mismo tiempo que es el único “presidente” de la América continental que nunca ha competido en unas elecciones ni ha disputado su cargo como portavoz de su partido o presidente del parlamento o del país ante cualquier otro candidato.

En la víspera de la cumbre del PROSUR, Maduro respondió a su carta de no invitación allanando el domicilio del número dos de Guaidó al cual tiene preso acusándolo de organizar con Guaidó y con el jefe de su partido Voluntad Popular, Leopoldo López, una serie de acciones terroristas destinadas a sabotear instalaciones públicas y asesinar dirigentes y magistrados.

Por más que la oposición venezolana afirme que eso es una fabricación, cada vez más crecen las posibilidades que Maduro opte por una serie de detenciones, las cuales podrían alcanzar a Guaidó y dar paso al cierre de la Asamblea Nacional.

Guaidó y PROSUR, por más que diga que dicha detención es una violación de la democracia y a los derechos humanos, difícilmente puedan revertir ello y deponer a Maduro. Es más, todo indica que el chavismo apunta a pulsar la correlación de fuerzas para lanzarse a apresar a Guaidó a quien acusan de “delincuente” y “terrorista”.

Si no hay posibilidades de remover a Maduro mediante un golpe interno o una sublevación popular, el camino que ha empleado antes Elliot Abrahams (el actual responsable de Trump para Venezuela quien antes condujo las operaciones militares en Centroamérica por lo cual él fue condenado) fue el de la formación de grupos paramilitares y “contras” para producir atentados o incluso pugnar por una invasión, todo lo cual puede desestabilizar la región y salpicar a Colombia y Brasil.

El sábado 24, mientras que en las calles de Londres un millón de personas marcharon para pedir evitar que su país se salga de la UE, en Caracas hubo una marcha significativa (aunque en mucho menor número) de “camisas rojas” para apoyar a Maduro contra lo que ellos denominan como el “terrorismo”, mientras que Guaidó no se movilizó en Caracas y sus manifestaciones ya no tienen la fuerza que tuvieron el 23 de enero.

Por más que PROSUR quiera que Guaidó llegue a Palacio de Miraflores, esta perspectiva, en vez de darse, también podría conllevar a que él acabe en una prisión venezolana o en el exilio, lo cual crearía un gran problema para PROSUR, pues esa situación sería utilizada por quienes quieren debilitar o remover a sus presidentes fundadores bajo la acusación de entrometerse en asuntos de otras naciones o en alinearse demasiado con Trump.

Mientras Macri y Morales libran la batalla por su reelección este octubre, el peruano Martín Vizcarra es el único presidente sudamericano que no ha sido electo como tal (heredó el cargo tras el proceso de “impeachment” a su titular PPK, quien fue obligado a dimitir) y el ecuatoriano Lenín Moreno es acusado por sus antiguos camaradas de haber renegado de su programa electoral en el cuál reivindicaba a Correa y al “socialismo del siglo XXI” y hoy ha encarcelado a su vicepresidente y pide enrejar a Correa.

Perspectivas

Todo indica que Sudamérica va a tener dos bloques: UNASUR y PROSUR. Ciertamente que se han dado asociaciones por regiones (como el Grupo Andino o el Mercado del Cono Sur), pero la actual diferencia no es geográfica sino de tipo ideológica, económica, política y diplomática.

Esta división tal vez podría afectar a otros organismos de la región, como el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), la Comunidad del Caribe (CARICOM) y la Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe (CELAC), en cuyo seno hay tanto gobiernos que apoyan a Maduro como a Trump.

Ya de por sí viene creando un gran problema en la Organización de Estados Americanos donde EEUU quiere que se reconozca a Guaidó como el presidente de Venezuela y Maduro viene evitando ello a la par que se va retirando de ésta.

La CELAC es, particularmente vulnerable, ya que el primer y único intento de crear un bloque panamericano sin EEUU y Canadá y sin ninguna potencia europea, es uno en el que se mantienen la Venezuela de Maduro con los países del Grupo de Lima que no quieren participar en ningún foro donde ésta se encuentre.

La Casa Blanca no solo quiere deponer al gobierno de Caracas sino a los de Managua y La Habana a quienes caracteriza de ser una triada del mal.

Si en Bolivia las fuerzas pro-EEUU no logran impedir la reelección de Morales, lo más probable es que tratarán de utilizar sus nuevos avances en el congreso nacional para buscar torpedear o pedir una futura destitución parlamentaria, como ha pasado en Honduras, Brasil o Paraguay.

Y mientras todo esto pasa en México hay un nuevo presidente que debuta con mucho apoyo en las urnas y en las encuestas, y que busca mantenerse al margen de Trump y cualquier injerencia en los asuntos de otros países. Tal vez la república hispana más poblada que hay podría utilizar su prestigio para tratar de mediar entre las fuerzas que se alinean con Trump y con las políticas económicas y diplomáticas de Washington, y el eje izquierdista donde la Caracas chavista sigue siendo la cabeza de la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA), en la cual se encuentran 10 de las 33 naciones latinoamericanas y caribeñas.

Estamos entrando a un periodo en el cual todos los avances hacia la integración latinoamericana se van a revertir y entraremos a uno basado en la forma de bloques ideológicos, incluyendo los que presionen para cambiar gobiernos vecinos.

Después de la época de las revoluciones cubana y centroamericana, de las dictaduras militares como las que articularon el Plan Cóndor, en Latinoamérica parecía que se iba hacia una integración y a que la política exterior de todos sus componentes se base en la no injerencia en asuntos de otras naciones. Este tiempo ya ha pasado.

La política de Trump para Latinoamérica pasa por deponer a sus “tres piratas del Caribe”: el castrismo cubano, el sandinismo nicaragüense y el chavismo venezolano. Por el momento la ofensiva que Trump quiere hacer es hacia los gobiernos “socialistas”, pero esa política puede llevar al peligro de conllevar a que la tortilla se dé la vuelta y volvamos al tiempo de las exportaciones de revoluciones y de levantamientos armados de uno u otro signo.

Si uno ve en la Unión Europea hay parlamentarios, ministros y gobiernos que se reivindican pertenecer a partidos socialistas o comunistas, verdes, conservadores, ultranacionalistas de derecha, socialcristianos, liberales o centristas. No obstante, esa posibilidad puede irse cerrando para cualquier bloque latinoamericano, pues PROSUR viene vetando al “socialismo del siglo XXI” y buscando cierta homogeneidad ideológica en torno a modelos de economía abierta, monetarista y de corte neo-liberal.

Isaac Bigio

Politólogo economista e historiador formado en la London School of Economics donde ha enseñado política latinoamericana



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