A 20 años de la huelga en la UNAM
Petra
Universidad Nacional Autónoma de México
Buenas tardes a todos y a todas. Mi nombre es María de Lourdes Martínez Romero, alias Petra. Soy egresada de Ingeniería Agrícola y participante del movimiento estudiantil del 99-2000 en esta Facultad. Antes que nada, quiero expresar lo contenta y conmovida que estoy de estar aquí hoy con ustedes. Es un placer regresar a este sitio tan significativo para mí. Agradezco la invitación a los organizadores del evento, a los compañeros activistas, a los colectivos, organizaciones y coordinadoras estudiantiles organizadas en los cubículos estudiantiles. Y empezaré hablando justamente de los cubículos estudiantiles y la importancia que estos espacios han tenido en la historia de los movimientos estudiantiles en México. Estos son y han sido espacios de reunión y reflexión para la acción, son centros de encuentro donde se conserva de muchas formas la tradición crítica y combativa en lo político, lo académico y lo social. Allí empezó mi historia, no sólo como participante del movimiento estudiantil, sino mi historia política. El cubículo estudiantil fue mi primer acercamiento con un planteamiento alternativo y crítico del orden sociopolítico existente, un parteaguas en mi forma de ver y entender el mundo, a la UNAM y al país. Como para muchos de nosotros, la huelga nos despertó la conciencia y nos transformó para siempre.
Al inicio, era yo una estudiante de segundo semestre, sin experiencia política previa pero con muchos cuestionamientos, sin respuestas satisfactorias a mis inquietudes sociopolíticas. Fue unos dos meses antes de la huelga, que estalló el 20 de Abril, que llegué al cubículo estudiantil de mi carrera para pedir más información sobre unos carteles que había visto pegados en las paredes. Allí encontré muchas respuestas a mis preguntas, desde las más concretas como el significado del Reglamento General de Pagos, los intentos previos de privatización de la UNAM, los procesos privatizadores de la educación pública en otros países y las tendencias neoliberales en distintos campos y sectores de la vida nacional. De esas primeras visitas al cubículo siguieron conferencias y asambleas, y luego yo también estaba yo pegando carteles con engrudo sobre las paredes, saloneando y preparando el cierre de la Facultad. En el cubículo me enteré también de las luchas anteriores en esta Facultad por el comedor estudiantil, por la firma de convenios de transporte, por la conservación de los viajes de práctica en mi carrera, entre otras. Resulta que la FES Cuautitlán tenía una larga tradición de lucha y estudiantes ya formados políticamente, así que cuentan que al estallar la huelga venían líderes de otras escuelas a consultar a los activistas de aquí. Finalmente, somos herederos de los movimientos estudiantiles anteriores a nosotros, y como una estafeta se van concatenando las luchas en el tiempo, desde 1929 y la lucha por la autonomía en la UNAM, como el movimiento estudiantil y popular de 1968, hasta los movimientos estudiantiles del 86 y el 97.
El caso de la carrera de Ingeniería Agrícola muestra claramente un ejemplo de represión e intento de desaparecer sectores críticos y organizados dentro de la población estudiante. Dada la vinculación orgánica que egresados de agrícola tenían con sus comunidades de origen y la formación de “focos rojos” en la provincia, la UNAM decide modificar el criterio de aceptación de estudiantes de agrícola excluyendo a aquellos que no vivan en la ciudad. Así mismo, el notorio recorte de la matrícula y los constantes intentos por modificar el plan de estudios y eliminar los viajes de práctica han llevado a la carrera a perder su fuerza, conciencia y combatividad.
Respecto al origen o causa económica de la huelga estudiantil se puede considerar la aplicación del modelo neoliberal, mismo que modificó las políticas educativas nacionales y se pretendió instaurar en la UNAM las reformas acordes a los nuevos intereses. Tanto en el 86 como en el 97 se observó el interés de las autoridades de la UNAM por imponer las directrices dadas por los organismos capitalistas de los países desarrollados como el FMI, el BID y la OCDE. La receta es mundial, el capitalismo y el neoliberalismo son mundiales, por lo tanto, la resistencia y la revolución también lo deberán ser.
El neoliberalismo puede ser considerado como una etapa del desarrollo capitalista que implica la globalización, la apertura de fronteras para el libre intercambio de mercancías y una nueva división internacional del trabajo que implica modificaciones en la política económica de todos los países, la modificación del papel del Estado proteccionista y regulador en cada país y el avance de la privatización en todos los aspectos de la sociedad y el planeta.
El del 99-2000 fue uno de los movimientos espontáneos de resistencia al neoliberalismo, fue el último movimiento estudiantil del siglo pasado. Fue un movimiento inédito y sorpresivo, irrumpiendo en medio de la apatía y la indiferencia. El del CGH Consejo General de Huelga se puede considerar parte de un largo y amplio proceso de lucha contra la reforma universitaria neoliberal y capitalista en México, en Latinoamérica y el mundo. Chile nos mostró la privatización de su educación pública antes que ningún otro país latinoamericano debido a la instauración de la dictadura pinochetista.
Es importante caracterizar a los protagonistas de la huelga, es decir, revisar la composición socioeconómica de los “paristas”. Coincido con Sergio Zermeño, un reconocido y lúcido investigador mexicano de los movimientos sociales, quien ha publicado sobre la extracción de clase de los sectores más combativos del movimiento del CGH y afirma que pertenecen a capas sociales empobrecidas, marginales y populares. El movimiento del 99-2000 expresó el rechazo frente a la proletarización y la desvalorización del trabajo intelectual. Muy similar, en ese sentido, al movimiento del 68, donde fueron las capas más marginadas y excluídas, los estudiantes de bajos recursos aglutinados en el movimiento politécnico los más combativos y protagonistas de las principales batallas. Así mismo, como casi en todos los movimiento estudiantiles, el del CGH se caracterizó porque la mayoría de nosotros teníamos nula experiencia política y eran pocos los colectivos de estudiantes avanzados políticamente.
Respecto a las demandas, expuestas en el pliego petitorio de 6 puntos, el movimiento del CGH fue mucho más limitado que el movimiento estudiantil-popular del 68. El movimiento del 99-2000 se circunscribió meramente al ámbito universitario y no a la política nacional. El de hace 20 años fue un movimiento de rechazo contundente a las reformas impuestas en la UNAM, pero también de lucha por la democratización de la institución y por un proyecto de universidad distinto al que imponían las autoridades, un modelo que priorizara la función social de la universidad.
Algunas demandas son aún vigentes, como la democratización y la conformación de un Congreso resolutivo, así como la eliminación de cuerpos represivos, pero hoy habría que incluir algunas quizá más urgentes como la inseguridad de los miembros de la UNAM dentro y fuera de las instalaciones.
Respecto a la evolución del movimiento quisiera comentar que al inicio la estrategia política se centró en realizar marchas y mítines, y se contaba con muchos participantes en casa escuela. Con el paso de los meses, íbamos siendo cada vez menos. Una vez que renuncia el rector Barnés, la estrategia del movimiento se centró en buscar el diálogo público, mismo que ayuda a presentar la visión del movimiento hacia afuera de la UNAM. Ya con el micrófono abierto en los llamados “Diálogos de Minería”, el estudiantado fue incapaz de expresar clara y contundentemente su posición. El Estado suspende el diálogo e implementa el plebiscito el 20 de Enero del 2000, con el que se avalaría la salida violenta del conflicto y la represión de los huelguistas. Es pertinente aclarar que las autoridades universitarias contaron con el apoyo del Estado mexicano, el gobierno perredista del DF, el clero, los intelectuales y los eméritos para violar la autonomía universitaria y llevar a cabo la toma policiaco-militar de las instalaciones.
Los últimos días de la huelga, en cada facultad había pocos estudiantes y las formas de intimidación se agudizaban. Aquí recuerdo una vez cómo llegaron helicópteros con elementos armados en las puertas acercarse al rancho y bajar unos cuantos metros cerca de donde algunos laborábamos en los corrales de bovinos.
Aquí sería importante señalar la fuerza, instituciones y herramientas que posee el Estado mexicano, así como sus múltiples estrategias para ganar. Tomó la iniciativa durante todo el conflicto, desgastó, desacreditó y reprimió. Utilizó varias estrategias simultáneamente contra los estudiantes del movimiento: infiltración de grupos oportunistas del PRD, represión selectiva, uso de porros, alianzas con otros sectores, etc.
Respecto a las formas e instancias organizativas se pueden mencionar varias.
Las brigadas, consistentes en el boteo y volanteo, implicaron un acercamiento con los vecinos de las colonias cercanas y sectores populares, en los barrios, en el transporte público local y el metro. La intención principal era informar frente a la campaña de linchamiento que los medios de comunicación desplegaron contra nosotros. Las brigadas fueron retomadas del movimiento del 68 y, en nuestra facultad, sirvieron para establecer una relación con los habitantes vecinos, a quienes se les regalaba la leche que se producía en el rancho diariamente, unos 200 litros, dejando ellos una cooperación que nos permitía comprar lo necesario para la comida y otros gastos.
La toma de decisiones se llevaba a cabo mediante las asambleas, tanto las locales como la general. Había delegados rotativos por escuela que integraban la asamblea general del, organización horizontal que permitía la revocación de delegados.
Existían también las comisiones, como la de “prensa y propaganda”, la de “enlace” – con otras organizaciones y sectores-, la cocina, limpieza, etc. También nos organizábamos en grupos para dar rondines, en guardias nocturnas, dada la extensión de las instalaciones y la inseguridad por los hoyos en la cerca de la parte trasera, así como las guardias en las 3 puertas principales. Una particularidad de nuestra Facultad, que cuenta con un rancho para la cría y producción animal, nos obligó a integrarnos al trabajo en el módulo de bovinos por más de 9 meses, junto a algunos trabajadores y médicos que entraban.
Mi historia personal, como la de muchos, implicó la ruptura con la autoridad de mis padres, sin embargo, a lo largo del movimiento y por encima de su preocupación, mi familia reconocía la necesidad y justeza de nuestra lucha. Tras la entrada de la PFP y el encarcelamiento de nuestros compañeros se realizó una de las mayores manifestaciones del movimiento estudiantil, y contó con la participación de muchos de nuestros familiares. En varias escuelas periféricas como ésta, los estudiantes en guardia desalojaron las instalaciones antes de que llegara la PFP tras ser avisados de la irrupción en la asamblea del CGH llevada a cabo en Ciudad Universitaria.
Considero que, en general, las mujeres delegamos la discusión y la participación política en las asambleas a los hombres. Yo también lo hice, hasta recuerdo cómo me aconsejaban mis compañeros que fuera a las asambleas para formarme políticamente y yo, en una actitud pasiva, decidí integrarme a otras actividades. No me sumé a la comisión de cocina sino sólo excepcionalmente, pero me dediqué principalmente al trabajo en el rancho y a las brigadas. Admirábamos y reconocíamos a las mujeres que sabían hablar, las más avanzadas, yo recuerdo mucho a la compañera Verónica de Campo 1. Se sabe que fueron principalmente mujeres las redactoras de los resolutivos de las asambleas locales.
Contra las posturas triunfalistas que perjudican, es necesaria la autocrítica para sacar lecciones, hacer un análisis objetivo y actuar mejor y más certeramente en las próximas luchas. Como un intento de balance plantearía lo siguiente.
Entre los aciertos del movimiento del CGH mencionaré el de luchar y lograr la gratuidad de la educación en la UNAM, pensando en las futuras generaciones y contra el individualismo característico de los jóvenes y de nuestra sociedad. Además, el de promover la politización de muchos estudiantes, poner en el centro del debate nacional la situación de la educación pública y sus funciones, exhibir el autoritarismo y antidemocracia que rigen en la UNAM, desenmascarar a los intelectuales y eméritos en sus vínculos con las autoridades y el Estado represores, retomar la memoria de otras luchas (como las brigadas del 68, la asamblea contra la compra de líderes, el punto dos del pliego petitorio retoma la lucha del 97, etc.), el buscar el diálogo público fue una audacia política que ayudó a generar simpatías, y en general, la valentía y honestidad de la mayoría de los estudiantes del movimiento.
Entre los errores podríamos señalar el haber subestimado al Estado y las autoridades, una falta de objetividad en el análisis de la correlación de fuerza a lo largo del conflicto y una mala percepción de nuestra fuerza. Hizo falta cambiar estrategias e incluir otras formas de lucha, no se debió centrar la fuerza del movimiento en la posesión de las instalaciones, y ampliar el abanico de las actividades políticas además de las marchas y los mítines. Considero que faltó mucho trabajo de enlace con otros sectores populares, de trabajadores, estudiantes de otras escuelas, etc. El movimiento no logró aglutinar ni a los profesores ni a los trabajadores de la UNAM, algunos de ellos participaron como apoyo al movimiento o trabajando directamente para las autoridades, pero no como sujeto colectivo actuante al lado de los estudiantes por un proyecto universitario distinto.
Una limitación importante del movimiento es que la mayoría de la masa estudiantil estaba despolitizada y no poseía clara conciencia de clase.
El movimiento demostró al inicio un apresuramiento que llevó a decisiones precipitadas, como llevar a cabo la huelga sin un tiempo adecuado para su previa preparación. Se subestimó el poder inicial del movimiento y no se observó cómo cambió la situación drásticamente a lo largo del conflicto.
Así mismo, la lucha del 99-2000 se enmarcó en la defensa de la Constitución, específicamente del artículo 3°, como argumento para la defensa de la educación pública y gratuita. Hoy sabemos que tanto la Constitución, como las leyes y las instituciones del Estado capitalista funcionan sólo para oprimir y explotar a los desposeídos. El movimiento estudiantil del 68 fue mucho más allá al exhibir un Estado autoritario y represivo y demandar la democratización y la eliminación de los cuerpos represivos de éste.
También es necesario señalar la impuntualidad en las asambleas y las largas y desgastantes sesiones, así como la incapacidad para desempantanar el movimiento que se fue dividiendo a lo largo de los meses.
Como ya había mencionado, en el diálogo público no se supo aprovechar el espacio para exponer los planteamientos del movimiento estudiantil claramente y avanzar políticamente.
El movimiento no logró ni la democratización de la institución, ni el Congreso universitario, ni la desaparición de los cuerpos de seguridad de la UNAM.
El golpe final deshizo el núcleo del movimiento, generó una desmoralización en muchos estudiantes y favoreció el largo reflujo en la UNAM. La táctica del CGH frente a la inminente ocupación policiaco-militar no se modificó. No se consideró la opción del repliegue ni en los días finales dado que esa salida la planteaban los “moderados” e infiltrados del PRD.
Se puede considerar un triunfo parcial el del CGH: no fue desmantelada la universidad pública como indicaba el plan de dimensiones globales que tenía el capital neoliberal, pero los errores tácticos del movimiento estudiantil conllevaron al fin violento de la huelga, a la represión de muchos, la muerte de otros, así como el reflujo y la despolitización en la UNAM por años.
En términos de estrategia y táctica es conveniente revisar la pertinencia del repliegue en el último período de la huelga. El análisis autocrítico es fundamental pues nos da luz para enfrentar las batallas futuras. ¿Se podría haber evitado ese final, la muerte de dos compañeros, la desmoralización que vino después?
En un intento por resumir los principales aprendizajes políticos que tuve tras la experiencia de la huelga mencionaré algunos como la costumbre de leer diario las noticias, el dudar e investigar más de lo que dicen los medios de comunicación, desconfiar sistemáticamente de las autoridades, el Estado, sus cuerpos de seguridad y sus intelectuales, el reconocimiento de la necesidad fundamental de vincular mucho más las luchas de los distintos sectores de estudiantes, trabajadores y oprimidos, entre otras.
La huelga me permitió por primera vez sentirme sujeto político, pertenecer a un sujeto colectivo político, junto a todos los demás “paristas”. La imagen más clara de lo que digo es cuando revisábamos al día siguiente de una manifestación o acción del CGH las noticias en el periódico y nos reconocíamos allí como parte de ese sujeto actuantes, interviniendo en la historia y protagonizando la escena política.
Tras el doloroso aprendizaje de la función de los cuerpos represivos del Estado y la UNAM en la experiencia de hace veinte años, hoy sólo podemos estar contra la militarización y las instituciones policiacas, se llamen Policía Federal Preventiva o Guardia Nacional. No tenemos ninguna confianza en el nuevo gobierno ni en los intelectuales del régimen, aunque se autodenominen de “izquierda”, recordar que fue el gobierno del PRD del DF quien apoyó hace dos décadas a la rectoría para que finalizara la huelga con la entrada de la PFP y la salida represiva que llevó aproximadamente a mil integrantes del CGH a la cárcel.
No podría dejar de mencionar la parte emotiva de la huelga que incluye la amistad con compañeros y amigos entrañables, así como la solidaridad y el trabajo colectivo que aprendimos en los más de nueve meses en que vivimos juntos, formas colectivas de lucha es lo que deberemos fomentar en un mundo deshumanizado e individualista.
Durante el desarrollo de la huelga y el posterior análisis se fue forjando mi concepción de la sociedad capitalista en que vivimos, mismo que mercantiliza todos los aspectos de la vida humana y nos divide en clases irreconciliables. Con ello, comenzaba a responder a aquella recurrente pregunta que desde mi infancia me hacía sobre porqué existían ricos y pobres. Tras el movimiento y su final, se hizo necesaria y urgente la conformación de círculos de estudio con compañeros ex huelguistas y maestros de la facultad para orientarnos políticamente. El análisis desde la perspectiva marxista que en esos círculos aprendí, me ha permitido mantenerme en la vía crítica y participar con mi postura en cada uno de los espacios donde he trabajado, estudiado y colaborado durante estos veinte años.
Esta reflexión ha sido producto de un trabajo y análisis colectivo que dio como fruto la elaboración de un texto publicado al respecto. Así mismo, lo que he expresado es resultado de la lectura de algunos textos que analizan el movimiento, así como de discusiones posteriores con exhuelguistas con los que he coincidido en otros espacios y esfuerzos políticos. Espero que estas palabras contribuyan a la discusión serena y lúcida de uno de los episodios de lucha más largos de la historia de los movimientos estudiantiles.
Quiero terminar felicitando a los estudiantes organizados de hoy por su valentía en tiempos mucho más negros que los que nos tocó vivir a nosotros durante nuestro paso por la UNAM, así como por su esfuerzo para integrarse en estructuras organizativas que coordinan varias instituciones educativas en el país y la participación política en las instancias estudiantiles de la FES Cuautitlán. Es necesario coordinar y empatar todas las luchas, dentro y fuera de la UNAM, dentro y fuera del país. Ahora con el desarrollo y uso de la tecnología, es más posible que nunca la socialización del conocimiento y la conformación de un sujeto colectivo consciente en las redes sociales.
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