Cifras que muestran la gravedad del cambio climático en América Latina
25 enero, 2019CRONICÓN.NET /
Categóricas cifras –provenientes de un informe de diciembre pasado de la Cepal– evidencian que las ciudades son los lugares donde más riqueza se genera, más energía se consume y más emisiones de gases de efecto invernadero se producen.
Números del cambio climático en América Latina
10%
La contribución de emisiones de gases de efecto invernadero de América Latina y el Caribe al total de las generadas a nivel mundial.
2°C
El incremento máximo de la temperatura global con que se busca estabilizar el calentamiento global para 2050, según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992.
85%
La disminución de los glaciares a nivel global, en un escenario pesimista, para el 2100.
38
Las veces que un habitante de un país rico emite dióxido de carbono, en comparación con uno de países pobres.
5%
Del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, este porcentaje es responsabilidad del sector energético de la región.
60%-70%
El total del PIB regional que se produce en los centros urbanos.
25%
El total del potencial hidroeléctrico mundial con el que cuentan América Latina y el Caribe.
80%
El total de la energía producida por el planeta que es consumida en las ciudades.
70%
El total de los gases de efecto invernadero del que las ciudades son responsables.
El cambio climático afecta a los más pobres en Latinoamérica
A los países de América Latina, el cambio climático les cuesta entre 17.000 y 27.000 millones de dólares al año. Un costo que podría llegar a los 100.000 millones de dólares en 2050. Los más afectados son los niños, las niñas, las mujeres, los ancianos y los campesinos. Como bien lo apuntó el Papa Francisco en Laudato si’, a los más vulnerables.
Esta es una de las conclusiones más alarmantes del primer Informe sobre Cambio Climático y Desarrollo Sostenible en Iberoamérica (también conocido como Informe La Rábida – Huelva), el cual fue presentado en el marco de la XXVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
Este informe es una fuerte llamada de atención a los países que conforman Iberoamérica, y, particularmente, a los países latinoamericanos. En un tono apremiante, se insta a los gobiernos a hacer lo necesario para “tomar medidas de adaptación a las consecuencias provocadas por el cambio climático”, debido a que “[los] costos económicos de las pérdidas por no actuar son superiores a los costos de las medidas de adaptación y mitigación necesarias.”
Consecuencias graves
Si la tendencia actual permanece sin cambios, las consecuencias para la región podrían ser devastadoras, particularmente para las personas más pobres y desfavorecidas. El Informe La Rábida – Huelva arroja datos preocupantes.
Para el año 2100, la temperatura en América Central aumentaría hasta cuatro grados, en el resto de América Latina más de seis grados, y en Europa más de cinco grados. Esto ocasionaría un aumento generalizado de hasta 82 centímetros del nivel de mar en toda la región, lo que pondría en riesgo la subsistencia de los habitantes que viven en las zonas costeras.
El agua es otro factor clave. Al día de hoy, 34 millones de personas en la región no tienen acceso al agua potable y 106 millones carecen del saneamiento adecuado.
Estos números –de por sí negativos– podrían aumentar dramáticamente como consecuencia del cambio climático. Para 2020 la escasez de agua afectaría a 81 millones de personas más de las que ya afecta hoy y para 2050 se sumarían 178 millones de personas más a este fenómeno. Las sequías, la disminución de agua dulce y la falta de saneamiento podrían causar –en pocas décadas– una crisis humanitaria difícil de atender.
Hacia un desarrollo más sostenible
“El reto más urgente de la humanidad hoy es lograr un desarrollo sostenible, abordando el cambio climático”. Esta es la premisa en la que el Informe La Rábida – Huelva finca la esperanza de otro futuro posible. “Esto supone un cambio estructural de nuestra economía y sociedad sobre el que es necesario generar soluciones integrales y coordinadas entre países”.
El camino es repensar nuestra forma de vivir. Un ejemplo es el vehículo particular. Durante décadas –auspiciado por una economía petrolizada–, el vehículo particular ha sido un elemento aspiracional de toda familia latinoamericana. Se considera como el medio de transporte por excelencia; un medio que además muestra el lugar social de cada persona, y remarca el individualismo imperante en un mundo egocéntrico. También es uno de los objetos que más daño le han ocasionado al medio ambiente en la historia.
La igualdad empieza en la movilidad. Abandonar la esclavitud del vehículo particular –y la enorme inversión pública que demanda– para centrarse en el transporte colectivo, en la bicicleta, en la peatonalización de las ciudades y en la construcción de espacios urbanos compactos y bien conectados, es una medida de urgencia, que deben adoptar sin tardanza los países latinoamericanos.
Como también, resalta el Informe La Rábida – Huelva, deben apostar por la regeneración de bosques, la reutilización de residuos sólidos, el aumento de energías renovables y el acceso universal a agua limpia. El reto es mayúsculo.
Pensar en los más pobres
La forma de consumir ha puesto en peligro la subsistencia de la humanidad entera. El sector social más golpeado por este patrón de conducta son los pobres, los marginados, los descartados.
Detrás de la superficie pulida del mundo posmoderno –como diría el filósofo coreano Byung-Chul Han–, se abre el abismo de dolor de los que no tienen voz. La ambición del hombre ha depredado los recursos naturales, y también los reservas espirituales de un mundo a la deriva.
Pensar en silencio en esta realidad, es poner en perspectiva el futuro que queremos. O el futuro que podemos conseguir. O algún futuro. Porque si seguimos así, ya no solo los más vulnerables sufrirán la furia de un mundo en agonía. La sufrirán todos los seres humanos.
Impacto del calentamiento global en América Latina
De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA), el aumento del nivel del mar, el cambio en el modelo de precipitaciones, el derretimiento de los glaciares, las modificaciones de las regiones agrícolas y el desarrollo de enfermedades que estaban prácticamente erradicadas son los efectos más importantes del calentamiento global en América Latina.
Las reservas de terreno cultivable más grandes del mundo se concentran en América Latina y el Caribe, con 576 millones de hectáreas, cifra que equivale, aproximadamente, al 30% de su territorio. El 47% de la superficie regional está cubierta de bosques. El 92% del bosque regional se encuentra en Sudamérica, principalmente en Brasil y Perú. Estos dos países junto con Colombia, Ecuador, México y Venezuela albergan entre un 60 y un 70% de todas las formas de vida del planeta.
La tercera parte de los recursos hídricos renovables del mundo se encuentra en la región latinoamericana. Sin embargo, tres de sus principales zonas hidrográficas – las cuencas del Golfo de México, el Atlántico sur brasileño y Paraná y La Plata (Uruguay) -, concentran un 40% de la población regional en un 25% del territorio, con sólo un 10% de los recursos hídricos totales. Muchas áreas en Mesoamérica, los Andes, el noreste brasileño y el Caribe, sufren carencia recurrente o crónica de agua.
La circulación atmosférica y las corrientes oceánicas causan la existencia de extensos desiertos en el norte de México, Perú, Bolivia y Argentina.
Los expertos prevén, en los próximos años, un aumento en la cantidad de huracanes, tormentas, sequías, olas de calor y tornados que afectan a la región. Los climas se harán más extremos: las zonas que sufren sequías se volverán más áridas y los lugares húmedos contarán con mayor volumen de precipitación.
El aumento de la temperatura del planeta podría provocar la desaparición de los glaciares, disminuir la disponibilidad de agua potable para 70 millones de personas, intensificar las tormentas tropicales y los huracanes, y amenazar a las poblaciones costeras
Disminución de los rendimientos agrícolas
En lo que a la agricultura respecta, los modelos proyectados para América Latina y el Caribe indican una disminución de los rendimientos de varios cultivos, como cebada, viñedos, maíz, papas, soja y trigo. Por otra parte, el calentamiento global incrementaría los impactos negativos de las enfermedades y pestes en las personas, animales y plantas, con efectos negativos adicionales sobre la producción.
La criosfera (parte de la corteza terrestre en la cual se forma el hielo) está representada, en América Latina, por glaciares en los Andes altos y por t*res grandes campos de hielo en el sur del continente*. El calentamiento en las regiones de las altas cumbres podría conducir a la desaparición de importantes superficies de nieve y hielo. Las simulaciones proyectan que una subida de 4,0 grados centígrados en la temperatura “eliminaría casi la mitad de los glaciares del mundo para final del siglo,” según la WWF.
Los estudios de vulnerabilidad, ante el aumento del nivel del mar producido por el derretimiento, de los hielos sugerieren que los países del Istmo Centroamericano, Venezuela y Uruguay podrían sufrir pérdidas de tierras costeras y biodiversidad, intrusión de agua salada y daños en las infraestructuras costeras.Aunque 27 países de Latinoamérica han ratificado el protocolo de Kyoto,que establece la reducción de la emisión de dióxido de carbono y otros gases que retienen el calor en la atmósfera, las crisis económicas y políticas que sacuden la región han impedido hasta ahora la implementación de acciones efectivas para combatir el calentamiento.
Los países de la Región han desempeñado un papel muy activo en las negociaciones internacionales vinculadas al tema. Al mismo tiempo, algunas políticas de los países de la Región constituyen interesantes iniciativas en materia de energías renovables y eficiencia energética, instrumentos innovadores en políticas de transporte e instrumentos económicos para la reducción de emisiones de carbono o para la protección y uso sostenible de la biodiversidad y los recursos naturales renovables.
Pobreza, acelerada urbanización, insuficiente infraestructura básica para el acceso al agua potable y para el saneamiento, inestabilidad económica y excesiva deuda pública, destacan entre los factores que imponen estas limitaciones.
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