Caos climático, capitalismo y geoingeniería
Silvia Ribeiro
18/10/2018
Se acaba de hacer público un nuevo informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, referencia científica de Naciones Unidas en el tema) que alerta sobre la necesidad urgente de cambios y reducciones drásticas de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para detener el calentamiento global y que no sobrepase 1.5 o C respecto a niveles preindustriales. El informe es una advertencia importante e insoslayable en cuanto a la gravedad del cambio climático y las reducciones que son necesarias. Ya con el aumento de 1 o C sufrimos extremos climáticos devastadores en muchas regiones del mundo. Cada décima de grado implica nuevos riesgos, amenazando de extinción ecosistemas enteros.
El IPCC señala claramente las causas del cambio climático a nivel global: la emisión de GEI debido principalmente a que la energía, la industria y la agricultura industrial se basan en combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón.
Sin embargo, el informe falla en las propuestas sobre los caminos a tomar, ya que no cuestiona el statu quo económico ni la inequidad global sobre quiénes han provocado y deben hacer inmediatamente una fuerte reducción de emisiones. Por evitar cuestionar los temas de fondo, incluye en sus propuestas tecnologías de alto riesgo, como las de geoingeniería, que no son ninguna solución e incluso podrían empeorar el desequilibrio climático.
Se evidencia así la relación entre la geoingeniería y la preservación del capitalismo: para poder seguir con el modelo de “desarrollo” y producción industrial que ha provocado el desastre climático, se plantea usar tecnologías de alto riesgo para que algunos puedan sobrevivir conservando sus privilegios, aunque implique toda una serie de nuevas amenazas ambientales y sociales para millones de otras personas.
Por ello y coincidiendo con el informe del IPCC, 110 organizaciones internacionales y nacionales y 6 premios nobel alternativos, publicaron un Manifiesto contra la geoingeniería , en el que grandes redes como Amigos de la Tierra Internacional, La Vía Campesina, la Red Indígena Ambiental, la Alianza de Justicia Climática, la Marcha Mundial de Mujeres, exigen un alto a la geoingeniería y a los experimentos propuestos, varios de ellos sobre territorios indígena, tanto por los impactos en la biodiversidad, las comunidades y pueblos, como por la desviación que significa de la atención hacia soluciones verdaderas. (https://tinyurl.com/yakb6ghb)
Pese a que hay tecnologías de geoingeniería contempladas en tres de los cuatro escenarios planteados por el IPCC, el Panel también reconoce en su primer escenario que es posible limitar la temperatura sin usar esas tecnologías, que existen otras vías, como proteger y restaurar ecosistemas naturales y realizar cambios en la agricultura y otros sectores, que evitan emisiones y pueden absorber y retener los gases de efecto invernadero. En ese escenario –el único justo– el IPCC plantea la necesidad de reducir las emisiones de CO2 en 45% hasta 2030.
Esta cifra parece alta, pero hay que recordar que solamente 10 países, con Estados Unidos a la cabeza, son los responsables históricos de dos tercios de los gases emitidos, y que actualmente, diez países son responsables de más del 70 por ciento de las emisiones, entre los cuales se mantienen Estados Unidos y la Unión Europea. Esos diez países emiten dos veces más GEI que la totalidad de otros 175 países.
Es una imagen clara de injusticia climática global, pero es preciso agregar también la inequidad dentro de los países. Según Kevin Anderson, experto en cambio climático de la Universidad de Manchester, 50 por ciento de las emisiones de carbono provienen de las actividades del 10 por ciento más rico de la población mundial, y si consideramos el 70 por ciento de las emisiones, son provocadas por solamente el 20 por ciento de la población. Anderson explica que si se estableciera un límite a la “huella de carbono” (consumo y producción) del 10 por ciento de los individuos que son los mayores emisores, para que esta sea equivalente a la huella de carbono de un ciudadano europeo medio (considerablemente alta para la gran mayoría de países), las emisiones globales de carbono se reduciría en un tercio en uno o dos años. (https://tinyurl.com/yalat5wg)
En lugar de analizar este tipo de propuestas, el IPCC plantea el concepto falto de lógica de “emisiones negativas”. Significa que se puede seguir emitiendo gases, si se contrarrestan con tecnologías de geoingeniería, entre las que incluye bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, captura directa de aire, cambio de la química de los océanos y otras, aunque reconoce que no está probada su viabilidad económica, técnica ni ecológica y que tendrían fuertes impactos negativos sobre la biodiversidad y seguridad alimentaria, entre otros.
Varios factores, como el hecho de que el IPCC tiene representantes de empresas petroleras entre los autores del informe, explican esta enorme contradicción entre alertar sobre la realidad climática e incluir propuestas que la empeorarán.
Las organizaciones que firman el Manifiesto contra la geoingeniería, seguirán en el camino de la resistencia y las alternativas reales.
Silvia Ribeiro
Investigadora del Grupo ETC
https://www.alainet.org/es/articulo/195999?utm_source=email&utm_campaign=alai-amlatina
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