Brasil Uruguay
Sobre la derrota del PT y algunas lecciones para reflexionar en el Frente Amplio en Uruguay
Carlos Flanagan
12/11/2018
Entre los varios artículos de prensa sobre el aplastante triunfo del neofascista Jair Bolsonaro en primera y segunda vueltas de las elecciones en Brasil, ayer leí el de periodista y docente brasileño Gilberto Maringoni, titulado “Brasil: Un análisis de la derrota para poder vencer en el futuro” 1; lo que me impulsó a escribir esta nota.
Maringoni plantea que la virtud táctica de Bolsonaro y la razón de su triunfo fue en lo fundamental, imponer su agenda política en la campaña electoral. Una agenda sin propuestas programáticas concretas y serias y sí plagada de amenazas de cárcel y exilio para los militantes del PT “y todos los rojos” y asertos misóginos, racistas, homofóbicos, represivos y de promesas de privatizaciones de las empresas estatales, que deberían formar parte de un “manual del perfecto reaccionario”.
A continuación pasa a detallar la contracara que coadyuvó a que millones de personas en un país que viene económica y socialmente barranca abajo, le dieran su apoyo: los enormes errores tácticos del PT al encarar su campaña electoral.
• El haber jugado hasta último momento todas sus cartas a la figura de Lula y su eventual desproscripción como candidato, sin proponer un plan B con el tiempo necesario. Esto operó como un factor no pensado de rebajamiento de la figura de Haddad.
• No haber encarado la lucha política abierta, juzgando al gobierno de Temer con sus nefastas consecuencias sociales. En definitiva haber convertido la campaña en un plebiscito sobre la figura de Lula y “la nostalgia de los buenos tiempos” y no sobre los acuciantes problemas de la gran mayoría de los brasileños. Tampoco hubo autocrítica de las erróneas medidas de Dilma y su ministro de Economía Joaquim Levi, que propiciaron la depresión económica de 2015-2016 (como dice el autor: “cambiaron su contrato sellado a través del voto para ser roto sin explicación, con la adopción del programa de Aécio Neves para la economía”).
• Increíblemente tampoco hubo un ataque frontal a Bolsonaro en toda la primera vuelta, con los resultados que ya sabemos, propios de una campaña despolitizada.
Finaliza planteando la necesidad de un camino profundo de fraternidad y autocrítica: “Tenemos que cumplir un camino doloroso, llorar solitos y juntos, tomar aliento, entender racionalmente lo que aconteció y volver a la acción”.
Hasta aquí una apretada síntesis del artículo citado, cuya lectura recomiendo.
Los vecinos y nosotros
Sabido es que ningún proceso social de un país puede ni debe ser extrapolable de forma mecánica a la realidad de otro.
Pero también es innegable que el proceso que vive Brasil es parte de una contraofensiva neoliberal multiforme del imperialismo en todo el continente. De los gobiernos progresistas de A. del Sur de la década pasada, sólo van quedando en pie Venezuela, Bolivia y Uruguay. Y es claro que esta ofensiva viene por todo y todos. Debería ser obvio, pero parecería que para algunos no lo es: Uruguay no es una isla ni está en otro planeta.
Por lo tanto tratando de no caer en la tentación fácil de la ya citada extrapolación, sí pensamos que hay hechos de los cuales deberíamos tomar nota e incorporar como datos a nuestro análisis del futuro inmediato.
Algunas preocupaciones
En el último domingo de octubre del próximo año –el día 27- tendrán lugar las elecciones nacionales en Uruguay. A menos de un año y sabiendo que el 2019 será esencialmente de campaña electoral, ya deberíamos tener algunos ejes principales de campaña al menos prefigurados.
En el día de ayer, el Plenario Nacional del Frente Amplio decidió por aclamación, habilitar y elevar a la consideración del VII Congreso a realizarse el 1 y 2 de diciembre a los cuatro precandidatos presidenciales existentes a la fecha, lo que es una muy buena señal política en clave de unidad.
Ahora bien; a la luz de lo sucedido en Brasil hay errores en los que no podemos caer. El primero sería privilegiar a la candidata o candidato elegido por sobre la importancia de la propuesta programática concreta a plantear.
En segundo lugar ya deberíamos estar pensando en los puntos principales de esa propuesta. Si bien ha sido una experiencia válida la tarea de redacción en detalle y por capítulos del programa de la fuerza política, es impensable transmitir a la ciudadanía un material de más de 130 páginas.
Por ende es imprescindible redactar una plataforma política – programática concisa y clara que explicite los ejes fundamentales de la acción de nuestro próximo gobierno en su 4º período consecutivo.
Este documento político debería comenzar por un capítulo de balance que mostrara claramente los indicadores socio-económicos del país que recibimos en 2005 y cuál es su situación al día de hoy; las políticas sociales desarrolladas con un crecimiento económico ininterrumpido en todo el período y buenas perspectivas en el futuro inmediato, a pesar de la grave situación por la que atraviesan Argentina y Brasil.
Pero este “operativo memoria” debe ir acompañado de una autocrítica respecto a los aspectos que no hemos terminado de resolver o que lisa y llanamente no hemos resuelto en buena forma, así como los que no hemos encarado aún y que preocupan a la sociedad.
Esta autocrítica no implica en absoluto estar “a la defensiva”. Por el contrario; sabiendo de antemano el papel de clase que juegan los grandes medios de comunicación al servicio de una derecha que seguirá machacando como hasta ahora sobre la inseguridad o los supuestos actos de corrupción en la gestión pública (nunca comprobados), se deberá salir en ofensiva política, sin complejos, reseñando honestamente los aciertos, errores e insuficiencias. Y al mismo tiempo señalar y desenmascarar la actitud cínica de blancos y colorados que ahora se rasgan las vestiduras en tanto poseedores de las soluciones nacionales, de moral intachable, apostando a una desmemoria colectiva que pase por alto el “pequeño detalle” de que fueron ellos precisamente quienes arruinaron al país y a su gente – recetas neoliberales mediante - durante sus gobiernos en las últimas décadas hasta el año 2005.
Este documento no podrá salir de reuniones de entendidos entre cuatro paredes. Por el contrario; deberíamos ir a una amplia discusión fraterna pero “hasta el hueso”, para determinar si todos entendemos de la misma forma nuestros principios fundacionales vigentes detallados en los documentos de 1971 y su necesaria resignificación a la luz de la realidad actual, así como el funcionamiento orgánico de la fuerza política en todas sus instancias.
¿Qué significa hoy ser una fuerza definida políticamente como antioligárquica y antimperialista? ¿Estamos todos de acuerdo cuando por ejemplo se escuchan voces que piden salirse del Foro de Sao Paulo?
Más allá de los discursos: ¿queremos una fuerza políticamente activa, que se manifieste y proponga iniciativas desde sus Comités de Base, Coordinadoras y Departamentales? ¿O queremos sin decirlo abiertamente un partido de opinión a cuyos Comités de Base se les informe “post festum” de lo actuado por los parlamentarios o el gobierno? ¿No es esta falta de participación verdadera uno de los factores del actual descaecimiento de los Comités?
Me preocupa esto último cuando se insiste en señalar “la incidencia de los aparatos militantes de algunos grupos políticos del FA” y en lugar de dar batalla para que los ámbitos sean de real participación y así convocar a todos los frenteamplistas (sectorizados o independientes) a militar con igual entusiasmo, optan por hablar de modificar el peso de las bases en la representación de los delegados en los Congresos; o sea fortalecer la coalición en detrimento del movimiento, olvidando que nuestros Congresos son esencialmente de Delegados de Comités de Base y de miembros del Plenario Nacional, en ambos casos con voz y voto (Art. 102).
La necesaria discusión de estos temas y su resolución, determinará entre otras cosas el fluido relacionamiento entre la fuerza política y el gobierno, cosa en la que hemos fallado y debería formar parte de nuestra autocrítica.
Las mayorías parlamentarias
Una diferencia para nada menor entre el proceso del PT en Brasil y el del FA en nuestro país ha sido que ellos nunca ganaron una elección obteniendo mayorías parlamentarias propias. Siempre fueron la minoría mayor. Este obstáculo es aún más grave en un país de sistema federal. Para la aprobación de cada ley, el PT en el gobierno debió hacer alianzas diferentes con distintos parlamentarios representantes de diversos Estados. De acuerdo a los intereses electorales regionales de esos parlamentarios, podían ser aliados para votar una determinada ley, pero oponerse a la siguiente; con la inestabilidad e incertidumbre que ello conlleva.
El haber logrado en tres elecciones consecutivas las mayorías parlamentarias propias ha sido una gran ventaja, a la cual no siempre hemos sabido sacarle el mayor provecho y que la valoramos cuando por circunstancias puntuales no la hemos tenido (por ejemplo en la votación de la reforma de la Caja Militar).
Me preocupa en especial el hecho de que los precandidatos se hayan referido ayer a la necesidad de conquistar el cuarto gobierno del FA, sin hacer hincapié en la importancia de hacerlo con una votación en primera vuelta que nos asegure la mayoría en ambas cámaras.
Esta omisión deja de manifiesto que no se está viendo cuál es la táctica en dos tiempos de la derecha, cuyo cerebro es el dos veces Ex-Presidente Dr. Julio María Sanguinetti.
Ellos tienen el panorama más claro que nosotros, que al parecer seguimos durmiendo la siesta.
Su apuesta principal no es ganar las elecciones el año próximo (hecho poco probable), sino que radica en que no votemos bien en la primera vuelta y no logremos mantener mayorías parlamentarias propias. De esa manera obstruirán al máximo nuestra función legislativa preparando así el terreno para su triunfo en la siguiente elección.
En definitiva de nosotros dependerá hacernos cargo rápidamente de la situación y obrar en consecuencia antes de que sea tarde para evitar – al decir de Maringoni - “llorar solitos y juntos”.-
Carlos Flanagan
Miembro del Partido Comunista de Uruguay.
Ex-Secretario de Relaciones Internacionales del PCU y miembro de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio (CARIFA).
Ex-Embajador de Uruguay ante el Estado Plurinacional de Bolivia.
https://www.alainet.org/es/articulo/196480
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