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Noviembre 2018

Cambio Político en México: Geopolítica y Geo Estrategia Latinoamericana


Jorge Retana Yarto

La noticia corrió por todo el mundo: en México un candidato que por tercera ocasión buscaba la Presidencia de la República, derrotó a los aspirantes del establishment, y los vencía sumando un número y porcentaje de votos superior al acumulado por los dos adversario juntos: 53.19% del total, es decir, 30.11 millones de votos, con un porcentaje de votación equivalente al 63.8% del padrón electoral, porcentaje alto de votantes conforme a los estándares latinoamericanos y de otros países. Pero lo más importante: sus postulados ideológicos y políticos recogen muchos de los enfoques de la izquierda latinoamericana, con las particularidades mexicanas y con una cierta dosis de pragmatismo político, sin doctrinarismos.
La importancia de la relación bilateral entre México y los EUA, en el contexto de una ofensiva política y económica desde el gobierno de Donald Trump contra la estructura alcanzada de las relaciones económicas y políticas entre ambos países,  tienen un peso significativo en el área centroamericana y del Caribe, y aún, en la región sudamericana, rescatando un aspecto central de la geopolítica regional: los postulados de izquierda no están muertos ni excluidos del espectro ideológico y político latinoamericano, y son susceptibles de ser considerados con toda su fuerza por un electorado para el cual las opciones de las derechas tradicionales no resultan opción real ante sus agudas problemáticas del presente ni para sus expectativas del futuro. Dato fundamental, ante el vuelco geopolítico –en buena medida inducido- ocurrido en una parte importante del “Cono Sur” del continente. Hoy el contrapeso al cambio en México es la regresión en Brasil. Pero, el cambio se impuso en la frontera sur del poderoso vecino americano.

1. Breve discernimiento teórico-conceptual

La acción planificada de las fuerzas políticas organizadas sobre el espacio geográfico, de un Estado con los demás, de sus relaciones, sobre la base de una visión clara y precisa de los intereses propios y los de los adversarios, es una cualidad del estratega, de quien dirige el conjunto de las operaciones con vistas a obtener los objetivos sustanciales por los que se lucha dentro de ese espacio geográfico determinado, que es finalmente, el de un Orden Mundial.
La geo estrategia pone en contacto las escuelas de pensamiento (sobre el espacio geográfico de los Estados entre sí) con las teorías estratégicas o los de acción estratégica (sobre la acción planificada del poder). Las escuelas de pensamiento toman posturas sobre la necesidad del dominio o influencia determinante en y desde el territorio. Según las teorías en auge, hay (primero) una política exterior de inspiración geográfica y (segundo) una estrategia de concepción militar a su servicio. Lo más decisivo será el estudio y la acción de los dirigentes del Estado en la ordenación del territorio. Habrá, entonces, un conocimiento riguroso de lo que permanece y dura bajo una soberanía concreta: los intereses vitales en el espacio vital (el heartland), y a partir de ello, las potenciales políticas de un Estado con relación a los demás. 

Por ello, toda Geopolítica cuenta con una Geo estrategia para precisar la elección de los puntos de aplicación de la fuerza organizada, puramente política o militar.

La elección del modo correcto de operar (la estrategia) puede hacerse desde distintos niveles de autoridad o de poder. El pensamiento estratégico se ocupa de desentrañar si el cambio puede producirse desde la tecnología, desde las ideas políticas, es decir, del estado de la conciencia social o desde las doctrinas sobre los sistemas socio-económicos. La gran estrategia opera, por tanto, desde el nivel político, para organizar, enderezar y poner en tensión, todas las energías sociales a favor del proyecto de cambio, y poder lograr este. En este punto, la capacidad del análisis como capacidad intelectual, converge y se estrecha con la conducción de la estrategia política orientada hacia el campo de las fuerzas sociales.

Está listo entonces, el Plan de Guerra, el Plan de Campaña y el Plan de Operaciones, no de manera inmutable, sino en sus diseños fundamentales, que expresan un modelo de acción estratégica, que puede ser, hegemónico (direccionado hacia una conquista) o autonómico (que supone la presencia de fuerzas de resistencia). El primero tiene un perfil eminentemente ofensivo; el segundo, defensivo. Cabe la opción, de que durante un tiempo, se disimule la orientación predominante. Pero finalmente la verdadera finalidad se hace clara al estudiar el tipo de las operaciones en curso.

Por los medios a usarse, un modelo estratégico puede estar marcado por la posibilidad de servirse de lo técnicamente especializado, más avanzado, o por la posibilidad de recurrir a la ley del número (a la movilización general del país para la guerra). En definitiva, por la búsqueda de calidad o por el recurso al número (cantidad). Esto, también en lo fundamental.

Hay distintos modelos de acción estratégica: son modelos de acción y/o lucha, de presión e insurrección, y de disuasión, sin que ellos sean mutuamente excluyentes. Aún más: el estratega brillante aplica diferentes modelos en un lapso de tiempo determinado, o los combina en momentos decisorios para el resultado de la lucha, convirtiéndolos en forma alterna, tanto en modelos estratégicos como en recursos tácticos. 

2. Conducción estratégica triunfadora. Ganar la Presidencia de México

Andrés Manuel López Obrador, el candidato triunfante, desarrolló una estrategia de lucha prolongada (en su acepción política, no militar, por lo explicado antes). Nos referimos esencialmente a una lucha que comprende un poco más de 12 años, en el que combinó diferentes tipos de acciones posibles en una situación relativa de fuerzas en la que una de las partes (la suya) luego del fraude electoral en su contra en 2006, se orienta a convertir la fuerza moral y política que le da haber logrado un tercio del total de votos emitidos (él y distintos analistas mexicanos, y algunos extranjeros, sostenían que se trató del tercio mayor), y la convicción de ese tercio del electorado de que le habían hecho fraude, en un gobierno paralelo, en una táctica de deslegitimación del presidente electo, es decir, entra a un proceso de disputa por la legitimidad, experimento que se agota en menos de los dos primeros años de gobierno constitucional de su adversario, quien se dijo oficialmente, lo había vencido por una ventaja del 0.5% de los votos obtenidos entre ambos.

Dentro del mismo modelo de acción estratégica, la lucha prolongada, surge una nueva estrategia en paralelo: desarrollar un esfuerzo a lo largo y ancho del país, por una reorganización del movimiento social que sostuvo su candidatura, que le dio esa votación “del tercio mayor”, impedir su dispersión, pero manteniendo su militancia dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el más fuerte de la izquierda institucional. Desde entonces él le dio a dicho esfuerzo de reorganización popular el nombre de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). A los dos años de recorrer el país (aproximadamente en 2008), mencionó que se habían formado comités promotores de la nueva organización en un amplio número de municipios de México (hay 2,400 en total), y sumaban 2.0 millones los afiliados. En realidad, eran dos vertientes de una misma estrategia.

En esa dinámica de recorridos por todo el país, de organización política con un mensaje ideológico de oposición al “gobierno usurpador”, a sus “políticas neoliberales antipopulares”, y a la corrupción en el gobierno, atacando la “guerra contra las organizaciones criminales” decretada por el gobierno en turno, con los excesos de las policías y el ejército a consecuencia de ello, de una masacre de civiles y uniformados, que superó las 100,000 muertes, las 25,000 desapariciones forzadas, miles de desplazados de sus territorios de vida, y en ese contexto, llegó la coyuntura de 2012 en donde su movimiento popular MORENA con 5.0 millones de afiliados e implantado en la casi totalidad del territorio nacional, se lanza a una segunda campaña electoral en la que contiende contra el actual Presidente Enrique Peña Nieto (EPN), a quien ya pare entonces, demócratas y republicanos en EUA habían aceptado como sucesor del presidente aún en funciones, Felipe Calderón, lo mismo que las organizaciones patronales, ampliamente apoyado por las televisoras duopólicas (Televisa y TV Azteca), con un mensaje propagandístico que logró penetrar en una parte importante de la sociedad, tanto de clases medias como populares: el gobierno actual mostró incapacidad para gobernar con tantos problemas enfrente, pero Enrique Peña Nieto representa al nuevo sector profesional y de gobernantes del viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI) que tiene mucha experiencia de gobierno y augura mejores resultados.

Pero nada de ello resultó definitivo para vencer de nueva cuenta al candidato de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, sino que el factor determinante fue la creación de una estructura paralela de financiamiento ilegal de la campaña de EPN, en donde llegaron cantidades descomunales de dinero público y privado, en donde se usaron empresas fantasma, y miles de operadores políticos en todo el territorio nacional que distribuyeron dinero y enseres para el hogar y otras dádivas, en una operación masiva de compra de votos (millones de ellos) hasta las últimas horas de la jornada electoral, la ventaja de EPN entonces superó los 8 puntos porcentuales. La estructura creada por el nuevo movimiento popular organizado y la de los partidos que apoyaron la candidatura de izquierda, fueron incapaces por debilidad comparativa de detener un operativo electoral de esta magnitud, en donde el gobierno en turno, no quiso intervenir para detenerlo, prefería que perdiera su candidata (Josefina Vázquez Mota, a que ganara Andrés Manuel López Obrador. Varios analistas mexicanos señalaron el “Pacto Calderón-Peña Nieto” en lo subterráneo para detener la candidatura de izquierda, ¿a cambio de qué?: de la impunidad del Presidente saliente y de todo su gabinete por las barbaridades cometidas en la guerra contra las organizaciones criminales, que implicaban violación masiva de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad. Se denunció el operativo ilegal y fraudulento, de cuasi-Estado, desde el periodismo independiente y la intelectualidad progresista, se aportaron decenas de pruebas, pero nada sucedió. Cinco años después, el órgano de fiscalización del Instituto Nacional Electoral confirmó lo sustantivo de la estructura paralela de la campaña del candidato triunfador en 2012, cuando por fin, los grandes bancos privados aportaron toda la información que les había solicitado.

Pero había un dato interesante: Andrés Manuel López Obrador había obtenido más votos efectivos que en la elección de 2006 (no en %), aproximadamente más de un millón de votos adicionales, lo que hablaba del sostenimiento de un liderazgo, de las primeras y tangibles evidencias de los resultados de sus recorridos por todo el país y del esfuerzo organizativo de todo su equipo y seguidores, presencia que lejos de eclipsarse, crecía, a pesar de campañas mediáticas de ataque y difamación para desacreditarlo, verdaderamente masivas y grotescas por sus contenidos, en radio, televisión y prensa. No era poco.

3. La Tercera Campaña Exitosa

Fuente:http://www.marcapolitica.com/2018/04/lopez-obrador-sigue-arriba-en-todas-las.html

El dos veces candidato derrotado de la izquierda mexicana, toma tres decisiones estratégicas que influyen directamente en su triunfo posterior: i) decide separarse del Partido de la Revolución Democrática, en una decisión calculada pero arriesgada, porque asumía una responsabilidad de dividir el partido histórico de la izquierda mexicana, un partido en donde se hace de la dirección y de la mayoría en los órganos deliberativos y resolutivos, un grupo de perfil teórico socialdemócrata, pero proclive a la colaboración con el gobierno entrante de Enrique Peña Nieto, con quien incluso, firma el “Pacto por México”, el cual denuncia como traición al nacionalismo de izquierda en México, la organización MORENA y su líder por todo el país, especialmente en 2014 cuando se procesa en el Congreso mexicano, a instancias del gobierno en turno, la modificación de los artículos de la Constitución Política mexicana que reservan en exclusiva para el Estado la explotación de los recursos energéticos del subsuelo, que pasan a ser objeto de explotación para el capital privado; ii) vuelca todas sus energías e intensifica la consolidación y ampliación de la organización política que lidera por todo el país, sostiene sus recorridos llamando a concentraciones políticas e todos los municipios de México, y establece como meta 10 millones de afiliados en para  próximos años; y iii) decide construir una tercera candidatura para la sucesión presidencial de 2018, y empiezan a escindirse del PRD grupos sociales por cientos y miles que deciden respaldar su tercera candidatura y sumarse a la construcción de la nueva organización, incluso dirigentes medios, regionales, diputados y senadores, un proceso que comprende hasta los últimos días de la campaña electoral de 2018.

Toda esta febril actividad, tensión y pasión política producen un hecho desafortunado que casi termina con su carrera política: sufre un infarto del que sobrevive y lo deja inactivo por varias semanas. Pero “la suerte estaba echada”, y el movimiento se fortalecía quitando legitimidad al PRD que aún detentaba la imagen del partido de la izquierda mexicana, ante los desvíos y claudicaciones. Las encuestas ya lo ubicaban como puntero con más de 10 puntos de ventaja sobre sus posibles competidores que no lo eran oficialmente. Él adelantó su trabajo de candidatura y sin decirlo claramente para no infringir la normatividad electoral, se promocionaba en todos los lugares posibles. Los escándalos de corrupción del gobierno en turno, debido a los gobernadores de su mismo partido (11 acusados de malversación de fondos), había una notable indignación en México, más actos de represión violenta, y el involucramiento del propio Presidente Enrique Peña Nieto en un escándalo de posible desvío de recursos públicos, abonaba a la legitimidad, fuerza e imagen de un candidato que recorría los poblados más pobres del país y seguía sumando adeptos a su organización política. 

Llegaron –conforme a lo previsto en la ley electoral-, los tiempos legales: una precampaña interna (como le llaman en EUA, unas “primarias”) en donde López Obrador no tenía contendiente dentro de la organización, y sale electo candidato, y los demás partidos del establishment sufren para colocar a sus candidatos contendientes: el PRI, ante la devastación moral y política de los escándalos de corrupción, no logra tener un personaje político suficientemente fuerte, popular acreditado, para oponerlo al puntero en las encuestas y se deciden por un “candidato ciudadano”, sin militancia partidista, sin arraigo entre las bases del partido, sin oficio político suficiente, un secretario de Estado de las finanzas públicas y de otros cargos, que había servido también a lo gobiernos de la derecha tradicional, el Dr. José Antonio Meade, al que presentan como eficiente, preparado y honesto. En tanto, el partido de la derecha tradicional, Partido Acción Nacional (PAN), entra dividido internamente a la competencia y trata de compensar ese debilitamiento con una alianza pragmática, incolora, sin consensos internos, con el PRD, con lo que quedaba, porque seguían saliendo grupos sociales de sus filas, para integrase a la campaña de quien había sido su Presidente Nacional del partido y dos veces su candidato presidencial, y lanzan al Presidente del PAN, joven político brillante, con carisma, con poca experiencia en campañas electorales nacionales, muy comprometido con el gobierno en turno del PRI por los acuerdos y apoyos mutuos pactados y concretados en el congreso mexicano en tono a leyes diversas, pero que pronto quedó involucrado también en un tema grave de corrupción: posible lavado de dinero para su propio beneficio. La filtración del caso a la prensa la hizo el gobierno en turno que se sintió traicionado por su antiguo aliado, y ello inmediatamente debilitó los alcances de su campaña política en curso.

Esto fue también un factor fundamental: los candidatos del establishment van divididos contra un candidato muy fuerte que no se confía y sigue recorriendo el país y cuyas concentraciones son multitudinarias, hay un líder de masas, con amplio respaldo popular, un discurso sencillo, claro y directo, que despierta, incluso, pasión en las plazas públicas, lo que contrasta con las campañas en graves problemas de sus contrincantes. La apuesta de un “candidato ciudadano” por parte del partido en el poder (PRI) tenía la intencionalidad estratégica de buscar una unidad con el candidato de la izquierda, puesto que el Dr. J. Antonio Meade había servido en gobiernos tanto del PRI como del PAN, pero el Presidente del PAN Ricardo Anaya Corté, joven político, hábil orador, había convertido al partido d ela derecha mexicana en un ariete para logar la candidatura y luego la Presidencia de México, aliado con lo que quedaba de la “izquierda” sobreviviente en el PRD, a costa, incluso, de dividir al propio partido de la derecha mexicana, una alianza heterodoxa y extraña, en donde predominaban intereses y ambiciones personales, más que proyecto político, en su “ala de izquierda” comandada por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Lic. Miguel Ángel Mancera, sin más base social que la hecha a través de sus políticas públicas, con lo cual subordinó a la dirección de dicho partido.

Pronto se filtró información de que el candidato de la alianza de centro derecha, Ricardo Anaya Cortés, estaba involucrado en una operación de aparente lavado de dinero que le había dejado u más de $50 millones de pesos (unos $2.3 millones de USD), lo cual negó, pero se siguieron filtrando datos desde el gobierno a la prensa y dados a conocer públicamente, incluso en la TV mexicana, que erosionaron su credibilidad y capacidad de aglutinar grandes sectores sociales en su entorno político. Lo demás lo hizo, la lucha entre los dos candidatos del establishment y la debilidad de su discurso político y programático, que desmoralizó a muchos seguidores tradicionales de la derecha mexicana. En México, como en otros países, no había lugar para candidatos cuestionados en su honestidad política y personal.

Hubo dos temas que hasta la fecha hicieron que el candidato de la izquierda chocara con el gran capital mexicano vinculado al capital extranjero: i) la construcción de un nuevo aeropuerto internacional para la Ciudad de México, una obra de construcción gigantesca “tipo primer mundo”, en donde pronto se cuestionó la legalidad y honestidad en el otorgamiento de contratos a las empresas privadas, incluso un órgano auditor del poder legislativo, como la Auditoría Superior de la Federación (ASF) empezó a cuestionar el destino de $1,000 millones de pesos (unos 50 millones de USD) en los inicios de una obra que costaría al fisco mexicano unos 120,000 millones de pesos ($600 millones de USD), luego se dijo que serían más de 200,000 millones de pesos (unos $1,000 millones de USD o más), de los cuales había erogado ya una tercera parte (aproximadamente). El candidato de la izquierda rechazo el proyecto, cuestionó la legalidad de los contratos multimillonarios a contratistas privados, y planteó la alternativa de ampliación de dos pistas para un aeropuerto militar ubicado en las afueras de la Ciudad de México. El gran capital, atacó con todo al candidato diciendo que quería “parar el progreso y desarrollo de México”, que mandaría una “pésima señal al capital internacional y podía provocar una grave crisis económica”. El candidato planteo una comisión técnica de alto nivel que analizara ambas propuestas y emitiera un dictamen; ii) El candidato de la izquierda, cuestionó también la reforma del gobierno de Enrique Peña Nieto a los artículos de la Constitución mexicana (25, 27 y 28) que establecían la explotación exclusiva por parte del Estado de las riquezas del subsuelo, especialmente el gas y el petróleo, una vez abierta dicha explotación al capital privado, una reforma energética pactada con el gobierno estadounidense y el gran capital. Andrés Manuel López Obrador, planteó su reversión con lo que retomaba la bandera del nacionalismo de izquierda mexicano, dentro de las mejores tradiciones de la historia nacional. El escándalo político y mediático creció. Pudo manejarse.

La fuerza que tenían sus posiciones ya entonces, tenían como fuente de fortaleza política y legitimidad, el ser primer lugar en las encuestas y aventajar a sus adversarios con 15 puntos, y en algunas encuestas, hasta 20 puntos. Era ya imbatible, aunque los esfuerzos por restarle popularidad eran intensos fueron en vano. La mayoría de los votantes mexicanos se habían decidido por un cambio, no solo político, sino programático, en la orientación social y pública de un nuevo gobierno. Su triunfo se produjo el 1º. de julio de 2018 con un 53% del total de la votación, que representaba casi 32 millones de votos. Sería el nuevo Presidente de México, pero además, los votantes mexicanos, le otorgaron la mayoría en ambas cámaras, de Diputados y la de Senadores, además de ganar el gobierno de la capital de la República y cuatro gubernaturas más de Estados federados, de 7 en disputa. Ganó en 31 de las 32 Estados que componen el Pacto de la República Federal. El mandato popular fue abrumador, la mayoría de la sociedad decidió entregarle dos de los tres órganos del Estado, de los tres poderes de la República para que procesara el cambio tan necesario como profundo para la recomposición de la Nación y el Estado. 

La voluntad política de impedir su triunfo rondó en la cabeza de los estrategas, sostenedores y beneficiarios del orden social actual en México, pero una diferencia de 20 puntos porcentuales, que equivalía a casi 9 millones de votos eran imposibles de ocultarse, aunque los operadores políticos mexicanos del establishment, son mentores en fraude electoral y exportan esta nefasta y vergonzosa sabiduría al continente latinoamericano. Hubieran provocado una explosión social de consecuencias incalculables. Prefirieron replegarse y diseñar otras estrategias de resistencia y ataque al nuevo gobierno. Las veremos.

4. Los Ejes Estratégicos de la Nueva Revolución Pacífica en México

El Presidente Electo le ha llamado “la Cuarta Transformación Histórica de México”, producto de una lectura y revisión de la historia nacional, las tres anteriores han sido: el logro de la Independencia Nacional del coloniaje español; la guerra por la Reforma que separó a la Iglesia del Estado, y que derivó en la guerra contra la intervención francesa, intervención derrotada por las tropas mexicanas fieles a la República liberal; y la Revolución Mexicana de 1910-17 que derrocó por las armas también una dictadura de más de 30 años y generó un nuevo Pacto Social, una nueva constitución que es formalmente la hoy vigente (aunque según los especialistas, ha tenido más de 200 cambios que la hacen en realidad un documento distinto al originalmente aprobado).

Hay diferentes cambios en lo estructural que darán razón de ser a la “Cuarta Transformación”, que será una nueva revolución para México por la vía pacífica (las tres anteriores fueron por la vía armada) mediante la obra de gobierno, mencionaremos seis ejes estratégicos:

La separación del poder económico del poder político, es decir, un bloque de poder en que el gran capital no determine las decisiones principales en ninguno de los dos órdenes de la vida nacional, ni en lo económico ni en las decisiones políticas, como lo ha venido haciendo, lo que constituye un cambio fundamental del régimen político, en el ejercicio del poder nacional, el que mutará realmente hacia los órganos constitucionales del Estado, particularmente al poder ejecutivo, la Presidencia de la República.
El cambio hacia una economía mixta competitiva, abierta e integrada en lo regional y lo global (por ello no se opuso a la actualización del anterior NAFTA hoy USMCA, con la particularidad sobre la soberanía energética antes comentada), con un rol determinante del Estado sobre la base de la inversión pública, productiva y en infraestructura, la re-dinamización del sector energético, la economía agrícola, agropecuaria y forestal, con amplio compromiso social del Estado. Un alto funcionario como lo fue el Presidente de la Reserva Federal en EUA (banco central) dijo en su libro “La Era de las Turbulencias” que en México se practicaba un “capitalismo de compadres”. Eso se terminará.
La modificación en la concepción y la estrategia de seguridad para abatir la grave crisis en esta materia, entendida en sus cuatro dimensiones sociales y políticas: pública, interior, nacional y humana, sobre todo, la transnacional, que ha debilitado las instituciones del Estado, vía por la cual, se operará un ajuste en las relaciones bilaterales estratégicas con EUA dada la gran influencia sobre México en esta materia por conducto de la hegemonía ideológica y cultural en el tema (en realidad en casi toda América Latina, aunque éste poder se ha debilitado por los casos de Uruguay, Colombia y Venezuela y Brasil, transitoriamente que ha aplicado políticas con mayor componente nacional). Ello incluye el rediseño de las instituciones de seguridad, los cuerpos armados y los vínculos externos, así como los órganos de la inteligencia civil del Estado. Se entrará a un proceso de pacificación con el diseño de un modelo propio de justicia transicional con apoyo y supervisión multilateral e internacional, que aproveche las experiencias regionales, particularmente.
Una política social redimensionada de alcance nacional que implique una redistribución anual de los ingresos públicos, y que sea el pivote estratégico para tres magnas tareas sociales y políticas: i) la atenuación de la desigualdad progresiva en México mediante el ataque decidido y profundo a la pobreza; ii) la recomposición del tejido social que reduzca considerablemente el margen de maniobra de las organizaciones criminales dentro las zonas socialmente deprimidas, los crónicamente desempleados, empobrecidos y marginados, ensanchando las bases de apoyo social y legitimidad del Estado; y iii) y la ampliación de la demanda efectiva social para avanzar en el replanteamiento de la dinamización del mercado interno, de las PYMES y el empleo de base estructural, además de programas económicos de generación de empleo transitorio. Cobertura universal de la salud, incorporación masiva de jóvenes al sistema educativo (se proyectan 2.5 millones de becas con apoyo económico mensual, reformulado también, y apoyo a madres solteras y demás. Probablemente una de las políticas sociales más amplias y profundas del subcontinente. Todo financiado desde tres fuentes principales: un programa nacional de austeridad en el gasto público corriente (reducción de sueldos, salarios y prestaciones a la alta burocracia del Estado, achicamiento del aparato burocrático que conlleva menor costo para la sociedad, y el combate a fondo contra la corrupción.
El combate a fondo a la corrupción: tanto al interior de toda la administración pública, las empresas y organismos reguladores del Estado, como en las relaciones del poder público con el gran capital, dentro de la clase política (partidos, sindicatos, organizaciones sociales, Congreso, Poder Judicial, que conlleva la ruptura de las subestructuras de poder entre el poder público y la empresa privada con las organizaciones del crimen transnacional, lo cual implicará la detención de un sangría estimada entre el 5.0% 9.0% del PIB, el FMI habla del 2.0%, estimada por organismos independientes, o aproximadamente, 1.0 billón de pesos (unos $500 millones de USD) u 80% de la recaudación solo de impuestos federales (datos a 2015). México es un país ahogado por la corrupción, pública y privada. Habrá Fiscalía Autónoma para dedicarse al tema con todo el apoyo judicial necesario.
Avanzar en el diseño y operación de una democracia participativa que funcione en paralelo a la democracia parlamentaria, mediante consultas a la sociedad sobre grandes temas nacionales, saneamiento de las organizaciones sindicales mediante cambios legales que ofrezcan la posibilidad a los agremiados de rescatar sus organizaciones de liderazgos y burocracias corruptas y privilegiadas, evitar la militancia política de las organizaciones patronales (como tales) prohibidas en la ley, el respeto irrestricto a la libertad de elección, la transparencia y rendición de cuentas en las actividades del poder público, la sanción al uso de recursos públicos para fines partidistas y el impulso a políticas públicas de igualdad de género. 
Mi hipótesis personal es que en la segunda etapa de su gobierno (en el año cuatro), dependiendo de la marcha política de la situación nacional y del éxito del nuevo gobierno, podemos ver el inicio de una discusión en torno a la posibilidad y necesidad de refundar la República, el Estado, de reformar el poder político e ir hacia un Congreso Constituyente y una nueva Constitución Política, para que podamos hablar de una “Cuarta Transformación” con plenitud, de un nuevo Pacto Social expresión y condensación de las transformaciones precedentes. 


5. Geopolítica del Cambio de Poder en México

EUA ha tenido durante el último siglo a México (como a casi toda América Latina) como zona exclusiva y excluyente, del conjunto de sus intereses geopolíticos, geo-económicos y geoestratégicos, y las elites de ambos países, han desarrollado un cuadro bilateral-regional e histórico de convergencia de intereses de corto, mediano y largo plazo, sustentado  en el actual modelo económico transnacional (neoliberal), en un régimen político cíclicamente represivo, de democracia limitada, de un Estado con Soberanía restringida y fuerzas armadas (ejército y marina), progresivamente involucradas en una  “guerra contra las drogas” sin fin, asesoradas y entrenadas por los propios aparatos de seguridad e inteligencia de EUA, hasta que Donald Trump decidió replantear el statu quo, el equilibrio existente entre ambos Estados-gobiernos-elites, sobre la base de sus propias concepciones, en las tres áreas de poder señaladas: geopolítica, geo economía y geo estrategia militar (empezando por su dominio sobre las políticas de seguridad fronteriza/regional).

Tres ejemplos: integración económica, integración energética e integración policiaco-militar. Sus intereses están a tope en México, pero lo hasta hoy planteado constituye una reconfiguración No favorable a México. Muchos olvidan que en paralelo a la integración regional energética, está el proyecto de integración militar de América del Norte, o sea, la absorción militar de México.

Este replanteamiento del modelo bilateral de articulación de intereses entre México-EUA, es normal que haya despertado en otras potencias globales como la Federación de Rusia y China, la idea política central de disputar a EUA espacios de influencia en el próximo gobierno surgido del actual proceso electoral presidencial en México, porque la lógica de las potencias en expansión dada su geopolítica estratégica, así lo determina siempre. Rusia, China y otros, buscarán posicionar sus intereses regionales con quien resulte vencedor porque la coyuntura histórica lo hace posible, que el nuevo gobierno no buscará un acoplamiento nuevo del statu quo con Donald Trump, y que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador buscará una renegociación de la estructura actual existente hacia la atenuación importante y gradual de la enorme influencia obtenida por los gobiernos de los EUA en México, durante los últimos 30 años, caminando hacia una diversificación estratégica (no solo comercial), porque su apuesta ha sido y será el cambio político-ideológico y programático para avanzar hacia un nuevo Orden Social, que abriría  espacios para su posicionamiento en México, en mejores términos que los que existen hoy. Rusia y China, como otros, tienen un enorme potencial que ofrecer a México y el nuevo gobierno lo explorará con toda seriedad y tomará todo lo posible y conveniente, además de que propondrá nuevas líneas de acción conjunta, tácticas y estratégicas en las tres áreas mencionadas arriba. El cambio ya se produjo en México y avanza, ya no es reversible, salvo situaciones impredecibles, extraordinarias que colapse la estabilidad nacional.


Geopolítica de las Grandes Potencias en México


Fuente: www.sinembargo.mx/15-02-2018/3382189

Rusia, China, Irán, Arabia Saudita, Turquía e Irak, conforma hoy una clara ofensiva convergente contra el artificial predominio del USD, mediante los Contratos de Petróleo a Futuros y su cobertura en yuanes chinos respaldados por oro. La jugada estratégica es muy clara: es necesario acercar e integrar a México, desde hoy, al BRICS como alternativa de recambio estratégico ante la ofensiva de Donald Trump, que cesó en lo relativo al Acuerdo de Integración Trilateral (EUA, Canadá y México), pero mantiene una ofensiva en temas igualmente sensibles para México: la inmigración indocumentada, la guerra contra las drogas, la seguridad nacional de EUA en lo que concierne a las fronteras mexicanas en el norte y en el sur, bajo un esquema de militarización propuesto por Trump, así como de un “Plan Colombia para México". 

Entonces, desde el petróleo mexicano cuya potestad para el gobierno mexicano buscará recuperar el nuevo Presidente de la República en México, hasta el tema de las fronteras, México requiere reforzar su capacidad negociadora, sus alternativas intelectuales y políticas a las propuestas de Donald Trump, y configurar nuevas alianzas políticas regionales y de incidencia global, sin provocar una reacción hostil, con sabiduría y mesura política. Si Donald Trump no logrará reelegirse, otro panorama sería el existente. Hoy no.

Que la Federación de Rusia y China estén interesados en México por la lógica de sus proyecciones y dinámica mundial,  geopolítica, geoeconómica  y geoestratégica como potencias globales  emergentes que disputan a EUA la influencia en diversas zonas geográficas del Planeta, es parte de la lógica de la política mundial y de las disputas de poder global, y lógico también, que traten de concretarlo con el próximo Presidente de México (dada la experiencia histórica en distintas épocas). 

El arte y la sabiduría del procesamiento de la política para el manejo de los intereses diversos o confrontados, es el de los equilibrios, el nuevo Presidente de México lo sabe, es político experimentado y con oficio, estudioso de la historia nacional, sus conflictos, arreglos y relaciones internacionales.

Rusia y China, India y otros, son potencias en emergencia que por ello desarrollan una geopolítica estratégica que les permite ir teniendo presencia en distintas regiones y países, y ello, necesariamente, tendrá que ser a costa de las posiciones de influencia y dominio de los EUA y sus principales aliados occidentales y asiáticos o africanos. América Latina, no es la excepción, al contrario, en el presente siglo XXI, tanto China, como Rusia, la India e Irán, entre otros, han aumentado su presencia, en la economía, la política, la cooperación científica y tecnológica, la asistencia militar, los negocios energéticos conjuntamente, y otros rubros más, en una región antes geopolíticamente exclusiva de EUA (con la excepción de Cuba). Esto modificó ya la geopolítica regional actual y lo seguirá haciendo.

México es un país con vastos recursos naturales, capital humano, desarrollo tecnológico de mediano hacia alto, una ubicación geopolítica envidiable (frontera con EUA, una gran salida al Pacífico, área determinante del desarrollo económico, político y militar actual y futuro), amplias oportunidades de inversión, comercio y transacciones financieras, es decir, tiene todo para atraer a cualquier potencia, consolidada, predominante o emergente. El proyecto trasnacional conservador entre las élites mexicanas y estadounidenses sustentado en el modelo neoliberal, y en la cooperación y negocios bilaterales, en el tema energético y de la seguridad, le ha dado a EUA un predominio muy grande en México sobre cualquier otra potencia.

La revisión actual de aspectos sustantivos del modelo de relaciones bilaterales entre México y EUA, genera grandes oportunidades para otras potencias, ya que comprende todo el orden de cosas entre ambos países, y esta opción sigue vigente a pesar de que se logró un acuerdo comercial y de inversión trilateral (USMC). Es evidente que Rusia No se mantendrá ajena al resultado de este reacomodo en la relación México- EUA, y entre más desfavorable sea para México, mayores son sus posibilidades de posicionarse, igual que China.

El comercio total con México apenas supera los $2.000 millones de USD, dentro de un total con la región latinoamericana que ronda los $20,000 millones de USD (aproximadamente, 10% del total). Obviamente, aquí hay un sub aprovechamiento de ambos países, cuando su potencial es infinitamente mayor y ambos deben aspirar a corregirlo. El reciente Diálogo de Comercio e Inversión México-Rusia en el que participaron unas 30 empresas de cada país (octubre, 2017), fue de gran importancia, porque las empresas rusas de esta misión, actúan en sectores como aviones, helicópteros, barcos, automóviles, autopartes, maquinaria agrícola, telecomunicaciones, agro-negocios y energía, bajo una perspectiva asociativa, de inversiones mixtas. Especialmente, el sector aeroespacial tiene  un potencial muy grande. Hoy las inversiones entre ambas economías no son muy significativas, pero crecen aceleradamente. Otra perspectiva ambiciosa es lograr en poco tiempo un Tratado de Libre Comercio con la Unión Económica Euroasiática que lidera Rusia. Esta ofreció a México comprar toda su producción de carne de un año, ante eventuales bloqueos de EUA dentro del TLCAN, y a cambio, México compraría trigo ruso. La alianza económica y comercial para producir los admirados aviones caza rusos (de los más avanzados como el Mig 35), y exportarlos desde aquí al mundo, es otro paso estratégico, que inserta a México en el sector de defensa ruso.  

Pero, desde luego, hay dos acuerdos posibles con Rusia que proyectarían a México hacia uno de los futuros liderazgos mundiales: el ingreso de México al BRICS, que no es un Tratado comercial, sino de cooperación, acuerdos y asociaciones económicas para un desarrollo conjunto; y la cristalización de la propuesta del Ministerio de Industria y Comercio ruso,  de avanzar juntos en la 4ª Revolución Industrial (industrias con el uso de drones en los procesos digitales), que permitan el surgimiento de nuevos sectores, herramientas y nuevas profesiones de la Era digital, paso previo, para las fábricas inteligentes. Esta es la perspectiva con Rusia. No puede jamás gustar a los EUA y tampoco a la derecha mexicana, siempre pro-estadounidense. Pero el cambio se produjo, hay un nuevo proyecto de gobierno, una nueva correlación de fuerzas en México y esto impacta también los movimientos dentro de los espacios geográficos de las grandes potencias en torno a México y a dicho proyecto de cambio.

Rusia va logrando un gran posicionamiento en distintas regiones: está en el Foro-APEC (Asia-Pacífico), es líder de la Comunidad de Estados Independientes (agrupa a las Repúblicas que integraron la URSS), con fuerte posición en Asia Central, lidera la Unión Económica Euroasiática (UEEA), la Organización de Integración Regional (OIR) que ha evolucionado hacia una Unión Aduanera; junto con China, son líderes del grupo BRICS, pero también, de la Organización de Cooperación de Shanghái (con India y próximamente, Paquistán e Irán). Sus negocios energéticos de hoy son de alcance estratégico con China, y recientemente con Turquía, Irán, Irak y Arabia Saudita, gravitan poderosamente en el ámbito mundial y le dan una gran fuerza  en el sector petrolero, gasero y atómico. La reciente coautoría con China para eliminar gradualmente el USD con Contratos de Futuros respaldados por el yuan chino y oro, es una jugada de largo alcance, determinante sobre el Nuevo Orden Energético Global. Es decir, tiene ya una postura geopolítica, geoeconómica, y geoestratégica-militar de primer orden (en Siria, con sus aliados, derrotó a la coalición occidental), que obviamente, preocupa a los EUA, Europa Occidental (la OTAN) y a Japón,  porque pone en tela de juicio su predominio en diversas áreas geográficas y sectores económicos. Es el gran abastecedor de gas para Europa, quien se ha venido distanciando de la política de Obama de confrontación con China, Rusia e Irán, y del aislacionismo selectivo pregonando por Donald Trump, para acercarse a la propia Rusia. Su alianza con China e India será el gran poder del siglo XXI.

China es ya la primera economía del mundo en orden al valor de su PIB, reconocido por el FMI,  y por tanto, su presencia económica en toda la región, incluido, México  es mucho más grande que la rusa: la inversión china en México supera el 6.0% del total en Latinoamérica (30% en Brasil), además de, inversiones mixtas, compra de empresas, creación de infraestructura vial, energética e industrial y minera, tiene un Tratado Bilateral de Inversiones con México (TBI). México tiene una posición comercial deficitaria de su comercio con China, por la gran competitividad de China en manufacturas de intensidad tecnológica media y alta, en un comercio que se ha ido liberalizando gradualmente. Las inversiones de China en la región, ya superan el 10% del total, contra menos dl 20% de EUA (hasta 2014), sobre dos modalidades: inversiones públicas e inversiones privadas (en una proporción 70/30), más, créditos grandes de largo plazo para explotación minera y energética (por la gran demanda que de ellas tiene su gigantesco aparato industrial), e inversiones mixtas, actuando sobre la base de Tratados Bilaterales de Cooperación Económica, Tratados Bilaterales de Inversión, Acuerdos de Alcance Parcial y Tratados de Libre Comercio, es decir, una relación económica bien regulada por normas internacionales.

Las Potencias Asiáticas en América Latina

Fuente: s://www.sinembargo.mx/09-02-2018/3381794

En México, China le ha ganado mercado a empresas mexicanas en EUA y a empresas estadounidenses y de otros, en México, factor que ha sido  minusvalorado, pero China vulneró desde fuera el TLCAN y obligó a EUA a plantear (con Obama) una integración mayor y hacia otros sectores, como el energético, antes vedado. El gran competidor manufacturero de México en América Latina en manufacturas medias y avanzadas tecnológicamente, es China. Tal país abrió en México su primer banco (ICBS) en 2015, ganó una licitación petrolera para explotar yacimientos en el Golfo de México (2016, inversión que se interpretó como un movimiento de geopolítica y geo-estrategia militar, por su cercanía a las costas de EUA), con el Grupo CARSO creó una ensambladora de autos marca JAC, ha iniciado operaciones la aerolínea china Southern Airlines, una empresa electrónica china (Hisense) compró la planta Sharp en Rosarito, Baja California (2016), antes había adquirido la empresa Risen Energy, en Durango (2014), la naviera China Shipping abrió oficinas en Ciudad de México y ha generado contratos importantes de transporte de mercancías con empresas y desde puertos mexicanos, y en Nuevo León están construyendo empresarios chinos un Parque Industrial para dar cabida a 100 empresas. La intensificación y ampliación de inversiones multimillonarias en México, es evidente, ya que de 1999-2013, la inversión rondaba los $300 millones de USD, año en que existían 846 empresas chinas asentadas en México, hoy superan las 1,000. Ambos países formaron un fondo de inversiones petroleras por $5,000 millones de USD. China ha ofrecido participar con asesoría, comercio e inversiones en las Zonas Económicas Exclusivas. Y hay un potencial mucho mayor.

Está entrando fuerte a la Alianza del Pacífico, mediante sus acuerdos comerciales con Colombia, Chile, Perú y México, todos con salida al Pacífico, sin dejar de considerar un posible conflicto EUA-Corea del Norte, que por fortuna, se aleja. En el periodo 1999-2016, China exportó a México, mercancías por $70,000 millones de USD, en tanto México lo hizo por $5,400 millones. Hoy suma 80,000 millones USD el comercio bilateral. A México le urge cerrar la brecha mediante una política estratégica planificada, porque China es ya el segundo socio comercial de México.

México se levantó de la mesa de negociaciones para modernizar o actualizar su antiguo TLCAN o NAFTA (tuvo una vigencia de 24 años) con EUA y Canadá con un acuerdo en donde todo indica que Trump quien abrió la negociación con el anuncio de fijar un arancel de 35% para los autos provenientes de México, aunque las factorías fueran de capital estadounidense logró reconfigurar el sector externo mexicano cuyo eje estratégico había sido el sector automotriz, las exportaciones mexicanas y las inversiones estadounidenses, el principal generador de divisas en México (por encima del petróleo y las remesas de mexicanos en EUA), de unos $50,000 millones de USD anuales, el tercer lugar mundial de exportadores, 3.7% del PIB mexicano y 17.4% del PIB manufacturero de México, al modificar el estatus anterior de la regla de origen aplicable al sector (contenido de valor industrial para ingresar a EUA con preferencias arancelarias), que pasó de 62.5% de contenido nacional al 75%, más una cláusula de homologación salarial de $15 dólares la hora en México para dicho sector (muy favorable para trabajadores mexicanos). 
Lo cual coloca una doble restricción a las exportaciones automotrices mexicanas: la del componente de valor de la regla de origen, y la del régimen salarial en favor de los trabajadores mexicanos del ramo, haciendo concesiones importantes a cambio de las recibidas en el sector agropecuario, en donde México está realizando las mayores exportaciones en la historia del acuerdo comercial.

Pero lo recientemente logrado (USMCA) en su Cláusula # 32.10 establece la imposibilidad de que México, EUA o Canadá puedan firmar acuerdos con economías nacionales que no estén consideradas como “economías de mercado”. Este estatus para la economía china es latamente polémico, porque China ingresó desde varios años a la OMC, pero EUA no la considera una “economía de mercado”, entonces ¿quién va a determinar si China lo es o no?

Del Nafta al USMCA

Fuente:www./es.123rf.com/photo_75208461_mapa-del-nafta-tratado-de-libre-comercio-de-américa-del-norte-.html

El sesgo anti-economía china es muy controversial y es claramente una concesión a EUA en momentos en que arrecia su guerra comercial contra China, y ante la posibilidad de que México y Canadá avancen en un acuerdo de comercio libre en el cual están interesados los chinos. Aquí la geo economía de manufactura estadounidense actúa a plenitud. Uno de los funcionarios negociadores de EUA declaro al Financial Times: 

“Es importante que nos aseguremos de que todos los acuerdos que firmemos no se vean socavados y que China no encuentre una forma de puerta trasera para acceder al mercado estadounidense”.  
https://www.wsws.org/es/articles/2018/10/10/come-o10.html

Es parte de sus pretensiones de un nuevo Orden comercial global, porque dicha cláusula se replicará en las negociaciones con Europa y otros países. Un acuerdo con China equivale a ser excluido del mercado preferencial de EUA. Pero además, está la clara circunstancia de que los enfoques de Donald Trump y sus asesores vinculan los temas comerciales con estrategias militares y de seguridad nacional. Este enfoque lo empezaron a usar en la administración Obama su representante comercial Michel Froman, al señalar que “la política comercial es una política de seguridad nacional”. Lo escribió y desarrolló en un artículo de Foreign Affairs de noviembre de 2014 titulado “La lógica estratégica del comercio”. Hay líneas estratégicas de continuidad Obama-Trump, aunque éste último use otros instrumentos y medios, y aunque parezca lo contrario, a pesar de haber rechazado el TPP y el Acuerdo de Comercio e Inversión con Europa adelantados por Obama. Claramente, China, no se cruzará de brazos, ya está en la contraofensiva. Habrá mucho más. (https://www.wsws.org/es/articles/2018/10/10/come-o10.html)
Más que una guerra comercial China-EUA estamos ante una guerra de carácter geoestratégico que a querer o no, involucra a México a través del recientemente firmado USMCA (United States-Mexico-Canadá). Este es el contexto en que el nuevo gobierno de México debe optar por ampliar su capacidad de maniobra táctica para avanzar en la diversificación estratégica en favor de México, moviéndose con mucha inteligencia en un entorno de confrontación entre potencias globales, en el cual ambas ofrecen posibilidades muy grandes de avance, para realizar en este espacio de la realidad el cambio logrado.

Particularmente, el proyecto de recomposición de la industria energética mexicana avanzado por el nuevo gobierno, logró introducir en la cláusula energética del nuevo acuerdo, un párrafo en donde el gobierno de EUA reconoce que México tiene soberanía plena para fijar las políticas públicas de interés nacional, lo cual permitirá cambiar los términos actuales heredados de la “reforma energética” del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Aquí nuevamente la geopolítica y geo economía enderezada por el nuevo gobierno, debe partir de la nueva geopolítica energética: son dos mega-factores de peso estratégico que han modificado la geopolítica de la energía: i) el proceso de descenso de las más grandes reservas de petróleo en el mundo, y la entrada a la etapa de transición energética hacia las energías renovables, pero en tanto se logra lo último, el petróleo sigue siendo un recurso relativamente escaso altamente apreciado; y ii) la ecuación anterior en la composición de los recursos energéticos cambió con la aparición y explotación del petróleo de arenas bituminosas y el gas esquisto (de roca madre, o gas shale), configurándose una geopolítica de la energía distinta, una nueva distribución del poder energético a partir de los yacimientos probados de yacimientos shale, que trajo nuevos equilibrios, y complejidades históricas diversas para transitar hacia la nueva Era energética, en donde, el dominio de las reservas petroleras abundantes prexistentes, son estratégicamente fundamentales (ante la escasez progresiva y la sustitución por otras fuentes más caras), y por lo tanto, todo ello, arroja un nuevo perfil de la conflictividad regional-global en la materia. Es en este espacio estratégico en donde países como Rusia, China, Irán, Arabia Saudita, India e Irak, pueden ofrecer a México la nueva estrategia que está buscando para reconfigurar su industria energética de cara al futuro, pero partiendo d elos amplios cambios presentes.

En suma, son tres escenarios geopolíticos y geoestratégicos los que están presentes y que se interrelacionan influyendo uno en el otro y generando una trama muy compleja: a) la geopolítica petrolera-energética actual, que ha cambiado con relación al siglo XX, cuyo eje fundamental era el petróleo y Oriente Medio; b) la geopolítica regional, cuyo territorio continental (AL) había sido, hasta principios del siglo XXI, área de influencia exclusiva de los EUA, lo cual se ha modificado sensiblemente; y c) la geopolítica de las grandes potencias en la región-país mexicano, EUA y la tríada de potencias asiáticas emergentes, China, Federación de Rusia e India y otros, adquiere plena actualidad mediante sus particulares intereses estratégicos en la región y en México. 

Zonas Petroleras Más Importantes 

Fuente: Geopolítica Petrolera. Wikipedia, Año 2000. Colores obscuros indican reservas mayores.

No es gratuito que el gobierno del Presidente Maduro se disponga a rehacer las relaciones con México en este contexto de intereses estratégicos y de los cambios energéticos habidos. En México la derecha anacrónica y pro estadounidense atrapada en una visión de “guerra fría del siglo XXI” condenará esta política de acercamiento del gobierno de Maduro con el nuevo gobierno mexicano.

El abundante gas esquisto en Argentina, la gran reserva de petróleo venezolano, los grandes yacimientos petroleros del lecho marino brasileño, más los inmensos recursos hidráulicos de Paraguay (y la “integración energética de América del Norte” con México) permitirían convertir a este último país, y al Cono Sur, en el “nuevo Oriente Medio” latinoamericano, con características estratégicas superiores a las de aquella región: su extraordinaria diversificación en términos de fuentes de energía, una mayor estabilidad política relativa (sin conflictos religiosos) y dentro de una área geográfica de gran influencia tradicional estadounidense, aunque No igual que antes.  Aquí tenemos el otro gran “sueño americano” para la transición energética y la disputa por la supremacía económica y la hegemonía político-militar durante el S-XXI: control total de América Latina, que topa con las proyecciones de los nuevos poderes globales también interesados en disputar tales posturas geoestratégicas.

6. Geopolítica Asimétrica: el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil

La elección en Colombia de un político de línea dura desde la derecha que rechaza la pacificación y plantea una nueva versión de la concepción y política de contrainsurgencia, para la izquierda armada y los grupos criminales, así como para el movimiento político nacional, fue un golpe adicional (por lo sucedido en Chile y Argentina, Paraguay) a la geopolítica latinoamericana que inclinó en este siglo la balanza de fuerzas ideológicas y político-sociales, en favor del progresismo.

Justamente, debido a esta asimetría de los procesos políticos en nuestra región, se ha generado un contrapeso adicional importante en la geopolítica latinoamericana, al cambio producido en México: la elección de Jair Bolsonaro en Brasil, del Partido Social Liberal (PSL). El director de la Consultora Abeceb, Gustavo Perego explicaba la emergencia de un ultraderechista consumado (y ahora, su triunfo), por tres razones estructurales existentes en la sociedad brasileña: el voto de la agroindustria; el poder creciente del evangelismo; y la problemática de la seguridad.  
Agregaríamos: el desencanto social por el involucramiento del PT y sus líderes en problemas de corrupción pública (aún manipulados), y la proclividad ideológica ante situaciones de inestabilidad e inseguridad política y social, por un poder fuerte y centralizador de orden y tranquilidad, en grupos amplios de las clases medias y sectores marginales, impulsados por medios de comunicación y prensa que ubican toda la responsabilidad en los liderazgos de la clase política tradicional, en los políticos del establishment.

Las agroindustria, es un sector muy fuerte del campo brasileño que vota copiosamente en el centro oeste, sudeste y sur del país, con un amplio sector de productores de soja (consumida y exportada en y por Brasil) que tiene una fuerte representación cameral (la llamada “bancada agroindustrial”); luego, el evangelismo, tradicionalmente importante, generó inspiración de criterios religiosos en sus discursos sobre minorías que apoyan la homosexualidad, el aborto, etc. (en el Congreso le llaman “la bancada de la Biblia” y tiene como uno de sus puntales a la “Iglesia Universal del Reino de Dios) que halagó al votante conservador culturalmente; y finalmente la inseguridad, con reposicionamiento de Brasil en la cadena mundial de la criminalidad transnacional, considerado un “nuevo paraíso del narcotráfico”, la violencia recrudecida entre organizaciones criminales y los impactos en la sociedad, así como el declive del experimento pacificador en las favelas, ubicó a un Bolsonaro proveniente d elas filas del ejército brasileño, como una opción favorable en la materia. El propio candidato Bolsonaro, luego de su 46% en la primera ronda electoral, agradeció a estos sectores su voto y prometió, mejora en tales problemáticas. Una premonición política estaba claramente definida en el crecimiento vertiginoso del PSL desde la elección de 2014, y al cual se afilió Jair Bolsonaro en 2018.
Lo apodan en algunos medios “el Donald Trump brasileño”, sobre todo por su discurso culturalmente duro y derechista, su lema de campaña era “Mi partido es Brasil”, sugiriendo un componente nacionalista en su ideología política, es defensor de la dictadura militar, evangélico y liberal, que ha expresado un alineamiento estratégico con EUA e Israel, como referentes centrales. 

Brasil al Alza en la Geopolítica Estadounidense.

Fuente: “Bolsonaro encumbrado por la geopolítica israelí y estadounidense”. Pars Today, 4 de noviembre, 2018.  


Geopolíticamente, su triunfo fortalece la política estadounidense en el “cono sur”, la hostilidad contra Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro, y la consolidación de un bloque de gobiernos sudamericanos de derecha, por ello Maduro se apresta a recomponer sus relaciones con México, y dicho triunfo es un retroceso de China y Rusia (sobre todo la primera) en sus posiciones en el más grande país del subcontinente, por ello también, el renovado interés en avanzar en México, dentro de una visión realista de la política latinoamericana. Si Donald Trump capitalista la crisis de los inmigrantes centroamericanos electoralmente y retiene la mayoría en la Cámara baja, habrá salido airoso y recompuesto de los retos confrontados en varios países, pero en dos de los países más influyentes de América Latina e interlocutores de EUA en la geopolítica regional, como Brasil y Colombia.

Hay una derecha conservadora que se vuelve a alinear con la Casa Blanca y el Departamento de Estado en Norteamérica, en donde México constituye una excepción, dentro de cuyo contexto el nuevo gobierno tendrá que actuar con firmeza, con flexibilidad y con cautela. El contexto regional no es el de finales de la primera década del siglo XXI, está modificado en sentido contrario. Y un tema de mayor envergadura es que ante este cambio sudamericano tan importante, en poco tiempo, puede estar el MERCOSUR en entredicho, el peso de Uruguay y Venezuela no puede ser en estos momentos determinante. El de Argentina y Brasil sí. Su final podría consolidar y expresar en mayor dimensión, el cambio habido y los nuevos enfoques comerciales patrocinados desde la Casa Blanca que sean adoptados con todas sus consecuencias por los mandatarios sudamericanos. ¿Será?

                            Noviembre 3 de 2018.



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