PLAN Y PROPÓSITO EN LA NATURALEZA
Walter Ritter Ortiz
Sección de Bioclimatología, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. Circuito Exterior s/n, Ciudad Universitaria,
Deleg. Coyoacan, México, D. F. email: walter_ritter@hotmail.com
INTRODUCCION
Los seres vivos, vivimos en un presente que emerge continuamente de la nada. La naturaleza exhibe ritmo y armonía y un reducido número de formas y, ciertos átomos y moléculas son mucho más frecuentes que otros. El tiempo forma parte del orden del mundo; existe tanto en la materia inerte como en los seres vivos, que poseen extraños relojes biológicos.
La flecha del tiempo forma parte del orden del mundo, ya que nació con él. Donde parece que el avance del tiempo es un elemento esencial de la organización del mundo, como si la coherencia de este último, implicase un movimiento más o menos rápido, pero irreversible, del instante pasado al instante presente y al que vendrá después. Y donde, todas las estructuras que nos rodean y forman nuestra realidad, son el resultado de procesos históricos concretos. Tal parece que el universo, ha inventado una forma de conocerse a sí mismo, nos dice Alan Dressler.
El tiempo nos afecta a todos y sin embargo, nadie lo comprende de verdad, que se le ha concebido como: “Creador, conservador o destructor”; e incluso como una combinación de las tres cosas, ya que sin el tiempo, el mundo no existiría y, sin el mundo no existiría el tiempo, señala Paul Harper. La realidad del tiempo es, sin embargo, mucho más compleja, ya que quedan muchas más maneras de representarlo.
En el comienzo, no había nada; no había espacio, ni había tiempo. El universo carecía de forma y casualmente se dio una fluctuación, emergiendo de la nada y tomando su existencia de la pauta que formaron, determinó el tiempo.
La formación azarosa, concluyo con la aparición del tiempo; una emergencia de la nada absoluta, sin ninguna intervención, se da una existencia rudimentaria. Una acción fortuita e inmotivada, nos hizo existir, con opuestos y simplicidades emergiendo de la nada, explica Atkins.
La termodinámica introdujo la flecha del tiempo en la física, con los procesos históricos irreversibles.
El universo parece poseer, desde las épocas más remotas, todas las propiedades necesarias para permitir que la “materia” acceda a estados de complejidad cada vez más avanzada; donde los físicos y los astrónomos, están muy lejos de darnos respuestas claras sobre el origen y la razón de esta “organización primordial”, completamente esencial, puesto que al fin y al cabo, ésta acaba formando parte de nosotros mismos.
Lo que distingue a lo vivo de lo no vivo, no es aquello de que están hechos los organismos, sino el modo en que están compuestos y, funcionan como totalidades. Como la del universo, la evolución de la vida ha sido caótica. Vivimos en un universo que se organiza desintegrándose.
Hasta ahora, los científicos desarrollan teorías que describen “cómo” es el universo y no en el “porqué” del universo. Y los filósofos no han sido capaces todavía de responder, pero si pudiéramos descubrir una teoría completa, entonces filósofos, científicos y público en general, podríamos participar en la discusión de la pregunta de porqué existimos. Y si halláramos la respuesta a esto, sería el triunfo último de la razón humana y comprenderíamos la mente de Dios, según Hawking.
El tiempo, representa para el biólogo más que un simple parámetro de la física, ya que es indisociable a la génesis del mundo viviente y de su evolución, nos señala Jacob. En todo ser vivo, finaliza una historia en la que se han dado una sucesión de acontecimientos y transformaciones progresivas, que lo han ido formando. Y los únicos que han quedado, son aquéllos en los que se reunían el orden y la conveniencia, observándose que en el interior de la exuberancia de seres posibles, es la naturaleza la que finalmente elige.
Nuestros ritmos vitales interiores, están íntimamente relacionados de muchas maneras con el movimiento del planeta terrestre y, a diferencia de los movimientos eternos del universo, nuestros movimientos y mecanismos internos acaban perdiendo velocidad y al final, dejan por completo de funcionar.
Frank A. Brown, argumenta que en todo momento, los organismos están bajo la influencia de variables ambientales que podrían proporcionar inducciones temporales, con propiedades similares en plantas y animales, perfectamente adaptados para la máxima utilidad a los organismos y dependientes y, para su sincronización, de una respuesta continuada al sutil ambiente geofísico.
Estos fluidos, están ligados a las fases de la luna y a las manchas solares y, disminuyen y aumentan de acuerdo con muchos ritmos y también dirigen otros flujos en las muchas fuerzas geofísicas invisibles que circundan la Tierra, como la presión barométrica, el campo magnético, ionización de la atmósfera, rayos cósmicos, campos electromagnéticos de la radio frecuencia. Todos ellos extremadamente débiles y, es increíble que cualquier organismo pueda percibir ligeros cambios que se producen en todas ellas; así los caracoles pueden sentir campos magnéticos tan débiles como los de la Tierra, puntualiza R. Wald.
Evidentemente, muchos rasgos de este mundo son cíclicos, donde dicho movimientos afectan profundamente la forma en que pensamos y sentimos, así como la estructura de nuestra vida, donde podemos tener cambios diarios en nuestro metabolismo, aun y cuando no estemos expuestos a modificaciones ambientales, según Harper.
El nacimiento de la vida en un mundo físico, resultó incomprensible, mientras se pensaba que la materia viviente era de naturaleza distinta con otras propiedades y, que se negaba a obedecer el segundo principio de la termodinámica, que condena a las cosas a la dispersión y desorganización.
Como consecuencia del descubrimiento del código genético del ADN de las células vivas, se ve que la vida está constituida por los mismos constituyentes que el resto de la naturaleza terrestre y sólo se diferencian por su complejidad de organización.
Las formas de vida muy evolucionada y de mayor complejidad, sólo pueden surgir después de un muy largo tiempo. Lo que viene a confirmar la importancia del tiempo en la aparición del orden.
La misma evolución ha mostrado que plantas y animales son acumulaciones históricas de los rasgos adaptativos que se fueron dando con el tiempo, en busca del equilibrio térmico para la evolución y del diseño óptimo en la adaptación. La mano es un buen ejemplo de lo que es el concepto de “diseño funcional” y así, el dedo pulgar es una de las adaptaciones clave esenciales, que nos llevan a crear y manipular herramientas; para muchos, es tan perfecta que prácticamente es imposible pensar en hacerle algún cambio para mejorarla.
No se puede afirmar que exista una ley que impulse la complejidad. La historia de la evolución es el artefacto de una conciencia que adquiere conciencia de sí misma. La complejidad se desarrolla con la disposición de cosas simples. Y, no hay motivo por el que la selección natural deba privilegiar el incremento de la complejidad.
Para Gould, la evolución de la complejidad biológica en general y de la inteligencia humana en particular, se da como producto de la pura contingencia histórica. Donde el mecanismo de la selección natural, no puede proporcionar una explicación satisfactoria del incremento evolutivo de la complejidad.
Estamos en un universo nacido de un desastre y, cuya organización, no pudo darse sino a partir de una formidable destrucción, que escapa a todas nuestras posibilidades de conocimiento; el cual, se auto creó, se auto produjo y se auto organizó. Un universo donde el caos hace su tarea y obedece un proceso, donde el orden y desorden no son sólo enemigos, sino cómplices, nos dice Edward Morín.
La mires como la mires, la Tierra se caracteriza por la vida diversa y abundante y, la cuestión queda en el ¿Por qué? Toda la vida que vemos es simplemente la consecuencia de una larga historia de evolución biológica en la Tierra. Así, la historia de la Tierra muestra una gran variedad de innovaciones biológicas, como la invención de la fotosíntesis, productora de biomasa y oxigeno; que asimismo dieron forma fundamental a la historia de la vida como a otros organismos, que utilizan el oxigeno y prosperaron, se multiplicaron y evolucionaron hacia nuevas formas. Esto condujo a los organismos más complejos a poblar la Tierra, lo que han dado forma y definición a la biosfera.
Si podemos explicar la masa en relación con la energía, mejoraremos nuestra descripción del mundo y, necesitaremos menos integrantes en nuestra receta del mundo. Y una tendencia hacia una complejidad creciente, proporcionaría evidencia de un propósito en el universo, nos dice Gould. Aunque, si tal cosa existiera, no impediría que el azar tuviera también un papel importante.
Es la organización la que da a los seres vivos la ley interna que rige la posibilidad misma de su existencia. Detrás de las formas visibles, nos dice François Jacob, se perfila una arquitectura secreta impuesta por la necesidad de vivir. El ser vivo no es una estructura aislada en el vacío, sino que se inserta en la naturaleza con la que establece relaciones variadas y donde lo organizado se identifica con lo viviente.
De esta forma, los seres vivos en su variedad, descansan en su poder de adaptación. La misma organización de la totalidad, según Jacob, exige una finalidad en la medida en que no se puede disociar la estructura de su significado, ya que es la estructura en su conjunto la que determina la posibilidad de su cohesión y, el que representa el orden en medio del caos.
Gracias a la fuerza interna que lucha contra el azar y la destrucción, es un producto organizado de la naturaleza, ya que todo es fin y todo es medio. Según Goethe, cada ser encierra en sí la razón de su existencia, en la que cada una de su partes actúa sobre las otras y deben unirse entre sí para formar un todo y así, como seres organizados, deben organizarse ellos mismos.
Se podría decir que el organismo contiene en sí una fuerza de formación y regulación, que comunica a los materiales que lo constituyen. Es así como la fisiología contribuye y da enseñanzas a la física.
Las propiedades vitales, tienden por naturaleza a agotarse, porque el tiempo las gasta. Y se apropian del poder de la vida, pero sólo por un instante, por lo que la vida sólo las roza por unos instantes para ser conservado a través del mundo viviente. La vida se transmite de ser en ser por una sucesión ininterrumpida de reproducción y así continuar existiendo.
De la reunión de ciertas moléculas y bajo ciertas formas, nos dice Liebig, depende la organización misma de los seres vivos; donde su vitalidad no es atribuible a ningún órgano en particular ya que es propiedad del ser en su conjunto. Y una característica del todo es que es sede de un triple flujo: la de la materia, de la energía y la información.
Según Atkins, una gran parte del universo no requiere ninguna explicación, donde los detalles de los procesos implicados en la evolución son fascinantes, pero carecen de importancia; ya que las moléculas, que compiten y se replican, inevitablemente evolucionarán, si disponen de tiempo.
Una gran parte del universo no requiere ninguna explicación, ya que en su evolución se pasa rápidamente por campos muy vastos: saltando de los átomos a la voluntad libre de la conciencia y del conocimiento, de una ramificación de valor simple a un comportamiento complejo y porque todo se puede tratar racionalmente.
El hombre vive inmerso en las fuerzas naturales de todo el universo, no como un ser extraño que lo contempla desde fuera, sino que forma parte de esta naturaleza con la que se ve comprometido a diario. De ahí que la filosofía de la naturaleza, es el dialogo profundo entre el hombre y el mundo, desde las entrañas de una mutua interrelación activa, como nos dice J. M. Aubert.
La vida no permite que se le reduzca a una explicación. Tú como observador, das vida a tu versión de realidad y, sea cual sea el significado que deseas que refleje el universo, lo reflejará.
Se ha probado que los sistemas vivientes son sorprendentemente sensibles aún a los cambios geofísicos muy débiles. La sensibilidad es adecuada para la respuesta a los campos energéticos naturales de la Tierra.
Los flujos en las fuerzas del espacio exterior, son relojes magistrales que sincronizan con los relojes vivientes. Ha dicho Frank A. Brown, que a través de la selección natural, los organismos han desarrollado un complejo heredado de sistemas bioquímicos oscilante internos, que corren parejos con todos los períodos geofísicos naturales del medio ambiente en que se encuentra el organismo.
Vivimos, nuestro vivir, confiando en que las coherencias en que vivimos, se conservarán. El vivir, no es un ocurrir caótico, sino que es un suceder, regular y conservador de las regularidades; donde hay a quiénes no le interesan las cuestiones de esencia o el cómo son las cosas en sí, sino el querer descubrir cómo llegaron a ser lo que son. Y donde en la transición del comportamiento ordenado al comportamiento caótico, tenemos que la misma serie de números aparece en la transición, que no tiene nada que ver con la física de partículas, según Martin Rees.
No vivimos en el seno de un universo fijo y eterno y aunque no sabemos de dónde viene, ni a donde va, no sabemos porqué nació; pero sabemos que le pertenecemos, pero también nos pertenece, nos dice Morín. Según Heráclito, la más bella armonía nace de lo que está en lucha.
Nos dice Isaac Newton: “La naturaleza es simple y no es pródiga en causas superfluas de las cosas”. Si prescindimos de la pregunta por un “proyecto o plan” del mundo, podremos explicarlo todo; ya que el universo no necesita de ninguna intervención extraña y de que es posible pensar racionalmente acerca de temas que, en opinión de muchos, escapan a toda posible explicación.
El punto de partida de cualquier investigación científica debe ser la hipótesis de que la vida emergió de forma natural, mediante una secuencia de fenómenos físicos normales. La vida debe de haberse formado como resultado de algún tipo de auto ensamblaje molecular, nos dice Paul Davies. Es decir, se crean a sí mismos sin ayuda de ningún estado inicial desordenado u homogéneo.
El clima influye y es influenciado por los seres vivos. El ambiente es una red compleja de ciclos, todos los cuales son críticos para el inicio, evolución y sobrevivencia de la vida. Donde el elemento más importante para la vida sobre la Tierra, el carbono, se mueve en ciclos ligados a todo lo demás. Los nutrientes se mueven en ciclos Biogeoquímicos.
Una forma en cómo el clima influye es regulando los flujos de materia a través de estos ciclos; en parte, a través de la circulación atmosférica, en que a su vez los nutrientes determinan la composición de la atmósfera, como también determinan el clima. Asimismo, el agua es uno de los más importantes nutrientes de la vida sobre la Tierra, donde el vapor de agua forma nubes y los rayos solares reflejan la luz al espacio, alterando el clima. La historia de la evolución está muy vinculada a la del clima.
La Tierra no es la adición de un planeta físico más la biósfera y más la humanidad. Es una totalidad compleja físico/biológica/antropológica donde la vida es una emergencia en el tiempo de la misma Tierra y el hombre, una emergencia de la historia de la vida terrestre.
Ninguna fuerza vital dirige a sus componentes hacia la forma final; sólo están implicadas fuerzas físicas normales que suponen que lo mismo se aplica a la formación de la vida, incluso si la forma de la vida más sencilla es enormemente compleja
Nacimos de la sequía, nos dice Hubert Reeves, ya que todo lo que nos caracteriza, como el estar de pie, alimentación omnívora, desarrollo del cerebro, invención de herramientas, resultaría de una adaptación a un medio más seco. Hay colinas que separan el Este del Oeste; a un costado suele llover, al otro, la región es seca y las culturas son muy distintas. Mecanismo clásico de selección natural, donde un pequeño grupo pasa a ser la mayoría, ya que al vivir más tiempo tienen descendencia más numerosa y poseen los mismos rasgos, dice Dominique Simonnet.
A través del tiempo biológico, la diversidad se acrecienta y a medida que cada clase de organismo se adapta a la vida de su eco nicho, su tolerancia se volvió parte de su carácter y, tan distinto como la forma de su cuerpo y color.
Un ecosistema preserva la estabilidad, tiene frenos y equilibrios que garantizan que el sistema en su conjunto amortigüe el efecto de cualquier cambio en particular.
Con la introducción de los sistemas fuera del equilibrio, por Prigogine, en lugar de una única y simple forma de estabilidad como en los sistemas cerrados, donde la energía total siempre se conserva, tenemos múltiples y variadas formas de complejidad, manifestada en atractores estáticos, periódicos y caóticos.
El cambio, es una realidad inherente a la existencia humana. Vivimos transformándonos; nacemos, crecemos, morimos, nos mudamos de sitio y de calidad de vida, por lo tanto, cambiamos de percepciones e ideas respecto de la realidad. Para Heráclito, “Todo cambio es contradictorio, por lo tanto, la contradicción es la esencia de la realidad”.
El cambio está en la raíz del conocimiento científico, el cual progresa oponiéndose a los descubrimientos y explicaciones previas. La ciencia y la tecnología avanzan conforme se transforman, nos dice Ortiz Quezada.
La sobre especialización de los conocimientos, conduce a extrapolar un solo aspecto de la realidad y tiene importantes consecuencias al ignorar el contexto social y humano. Sin exponer o abordar problemas centrales, que permanecen por completo ignorados y que serían de utilidad y necesarios para la enseñanza del futuro. El ser humano tiene profundas raíces biológicas en las que se arraigan el altruismo, la cooperación, solidaridad, amor y búsqueda de sabiduría.
Morín, percibe una mutación sin precedentes en el conocimiento, ya que éste está cada vez menos hecho para reflexionar sobre sí mismo. Esta masiva ignorancia es ignorada por los sabios, ya que éstos no controlan las consecuencias de sus descubrimientos, ni siquiera el sentido y la naturaleza de su investigación.
El paradigma reduccionista impuso principios de reducción y abstracción y permitió los avances del conocimiento científico y la reflexión filosófica; pero con el tiempo tuvo consecuencias nocivas, privando a la ciencia de toda posibilidad de conocerse y de reflexionar sobre sí misma, aislando los grandes campos del conocimiento científico, la física, la biología y las ciencias del hombre.
El conocimiento sólo es pertinente cuando se es capaz de contextualizar su información, de globalizarlo y situarlo en un conjunto. Abriendo las puertas hacia la concepción de la unidad, de lo múltiple y la multiplicidad de lo uno.
Lo contextual, lo global, lo multidimensional y lo complejo, se entrelazan como un desafío ante el cual resulta ineludible implementar el modo de compatibilizar saberes desunidos, fragmentados y dispersos en comportamientos; al mismo tiempo que se imponen realidades o problemas cada vez más transversales, multidisciplinarios y poli-dimensionales, en un marco transnacional, mundializado y planetario. El ser humano o una comunidad, como unidades complejas, son multidimensionales, nos dice, una vez más, Morín.
Lo complejo no puede resumirse en una sola definición, ni aprisionarse en una ley, ni convertirse en una idea simple, ya que todos los avances de la ciencia desembocan irrevocablemente en lo complejo.
Creo en la unidad de la ciencia y, de que el mundo es ordenado y que puede ser explicado por un número pequeño de leyes naturales y, de que cuando unifiquemos el conocimiento de modo suficiente, entenderemos al fin quienes somos y porque estamos aquí, nos dice Edwar O. Wilson.
La complejidad se desarrolla con la disposición de cosas simples; como si en cada etapa, la naturaleza encontrara el camino más sencillo para progresar. Es una repetición de elementos simples que se reproducen y proliferan.
La vida es así, nos dice Joêl Rosnay y Coppens, repetitiva, donde el átomo está en la célula que está en el organismo, que está en la sociedad.
La más grande empresa de la mente ha sido y será el ligar a las ciencias y las humanidades. La existente fragmentación del conocimiento y el caos resultante en su filosofía, no son reflexiones del mundo real, sino artefactos académicos.
Las fronteras disciplinarias dentro de las ciencias naturales están desapareciendo, para ser reemplazadas por dominios híbridos cambiantes y complejos.
Nuestra educación nos ha enseñado a separar, compartimentar, aislar y no unir los conocimientos. Nos hace concebir la humanidad fuera del cosmos que nos rodea y de la materia física de la que estamos constituidos.
Nuestras perspectivas cambian con el tiempo. La especialización ha marcado lo académico y lo económico desde la revolución industrial. Sin embargo, muchos hacen la consideración que sin un contexto más amplio de los problemas, la especialización disciplinaria no nos va a proveer de lo que es necesario para entender y resolver nuestros problemas.
Podemos condensar una serie de reflexiones acerca de los nuevos modelos de conocimiento en estos tiempos de la posmodernidad y, en su desarrollo recorrer las últimas opciones del constructivismo, la cibernética y la teoría general de sistemas, que se forman en un todo complementario.
Es el lector el que captará y traducirá las ideas de este trabajo, dejando así de ser patrimonio del autor y así pasar a formar parte del universo de conocimientos del lector; donde para poder comprender esta nueva concepción, se hace necesario conocer desde un nuevo modelo de pensamiento. Pero para esto hace falta un cambio de paradigma, considerando que la historia del mundo está formado por el cambio.
Se pone en crisis el modelo analítico que tiende a descomponer las partes, partiendo de la posibilidad de comprender y explicar todo. Esta nueva concepción implica reconocer una multitud de niveles que son simultáneamente autónomas e interrelacionadas, cuestionando la certeza de la “objetividad” en el acto de conocer y, generando interrogantes como la de: ¿Cómo es posible hablar de “verdad” cuando soy yo, el miembro activo de lo que observo? Señala M. R. Ceberio.
La conceptualización de los juicios es sólo fruto de la subjetividad, mirando la misma dinámica de la cual formamos la parte constructiva, observando y juzgando lo que nosotros mismos producimos. Y así: ¿Cómo señalar cuál es la realidad?
En la actualidad, hace falta discriminar términos como “subjetividad” y “objetividad”; es por esto que en la visión sistémica, el observador está involucrado dentro del contexto de la acción del conocimiento, al observar lo que el mismo produce y, donde aceptar la óptica de la complejidad, implica reconocer y respetar una pluralidad de puntos de vista que se traducen en una multiplicidad de modelos interpretativos, considerando los descubrimientos como construcciones del hombre y no como teorías de la naturaleza.
Necesitamos una nueva ciencia del cambio, que sea capaz de producir un giro, no sólo en las formas de abordar un problema en particular, sino también que resulte efectiva en el tratamiento del fenómeno como tal.
Encontramos los comienzos de una ciencia semejante, con diferentes áreas como biología, física, química, filosofía, sistemas sociales, ciencias empresariales, medicina y psicoterapia, refiriéndonos a la reducción del sufrimiento humano y no al logro de la felicidad final, apuntan Ceberio y Watzlawick.
LA LEY Y EL ORDEN EN EL COSMOS
El hombre ha observado la naturaleza y se ha maravillado ante los ritmos periódicos de los seres vivos que lo rodean. Los efectos son tan asombrosos y su sincronización tan extraordinariamente precisa, como para advertir que los ritmos estaban vinculados con algún ritmo natural del medio ambiente. Y
virtualmente, todos los organismos vivos llevan a cabo sus funciones en ciclos rítmicos, proyectando así una nueva ciencia global.
En el origen de la vida, los organismos compuestos por una única célula, fueron los amos del planeta durante mucho tiempo, con capacidad de sobrevivir en las condiciones más inhóspitas, nutriéndose y multiplicándose a su antojo en un entorno nada fácil, nos dicen Raúl Delgado y Carlos Roma.
Cuando se origina un ser humano, todas sus células se forman a partir de una única célula, que es el resultado de la fecundación. Desde la unión del espermatozoide y el óvulo, el embrión experimenta un complejo y asombroso proceso en el que la epigenética tiene un papel protagonista.
Durante el desarrollo embrionario, la epigenética hace que una célula se convierta en neurona o en glóbulo rojo, pero además, también puede dejar en nuestros genes huellas de las experiencias vividas por nuestros progenitores.
La epigenética, disciplina que parte de la genética clásica para ir más allá y mostrar que los genes no tienen la última palabra, donde el ser humano no sólo se define por la composición del conjunto de genes de sus células, sino que su epigenoma, influido por el ambiente, es vital en su existencia.
Los mecanismos epigenéticos nos definen como individuos y están detrás de procesos tan básicos como respirar, moverse o digerir el alimento, pero también de otros aún en la frontera de nuestro conocimiento, como sentir, pensar o amar.
Entre más comprendamos los procesos biológicos, más sabiamente podremos manejarlos. La diversidad es el número de especies por unidad de área; es la variedad, abundancia o complejidad de ecosistemas y es la inventiva de la naturaleza quien ha traído la diversidad al mundo. Pero Dobzchannsky duda de si la vida puede ser parte de cierto Diseño Cósmico.
El universo tiene una historia, no ha cesado de evolucionar, enrareciéndose, enfriándose, estructurándose y donde espacio, materia y tiempo son indisociables.
La ciencia ha reconstruido la historia del mundo, con un relato completo de nuestros orígenes. Hemos ido del Big Bang a la inteligencia humana, lo que se ha dado por una creciente complejidad empujada por una misma evolución: vamos de las partículas a los átomos, las moléculas, células, organismos y seres vivos inteligentes como el hombre.
Es decir, que somos las últimas producciones de una “organización universal”, donde el fenómeno de la selección natural, orquesta cada movimiento de esta gran partitura, como si existiera una lógica en el proceso evolutivo que se está dando, nos dice Dominique Simonet.
No sabemos explicar ni porqué ni cómo unos fragmentos de materia inerte pudieron encontrar en sí mismos esta necesidad de organizarse y hacerse más complejos, hasta el punto de acabar creando un ser vivo, que es una obra maestra de la organización.
Es posible que las primeras transformaciones importantes, se dieran al azar, así también pudieron darse por una necesidad, cada vez más urgente a medida que transcurrían los miles de años y el entorno se modificaba. Se manifiesta una fuerza desconocida, que igual impulsa a los átomos a agruparse en moléculas e impulsa a las moléculas para formar materia viva compleja.
¿Se puede explicar con estas fuerzas desconocidas, los movimientos de la naturaleza hacia la vida? Una especie de necesidad contenida en la materia y, que con esto se daría la existencia de estructuras inertes muy particulares, lo que implicaría la aparición de un orden capaz de perpetuarse y autoorganizarse, apunta Clarke.
Para el premio Nobel Prigogine, la vida pudo nacer por una sucesión de inestabilidades ligadas a fenómenos químicos y físicos relativamente sencillos: azar organizativo, orden mediante fluctuaciones, que les llama “estructuras disipadoras”.
Así mismo, los atractores y las bifurcaciones son rasgos característicos de los sistemas no lineales lejos del equilibrio; sistemas en los que existen fuertes interacciones o retroalimentaciones entre los componentes, con transiciones abruptas manifestadas en las bifurcaciones, siempre y cuando se siga dando la retroalimentación y un flujo intenso de energía.
También Manuel de Landa ve en las sociedades humanas cambios de estado en puntos críticos de la densidad poblacional, como lo es la cantidad de energía consumida o de la intensidad de la interacción social.
Para Francois Jacob, también premio Nobel: El poder de agruparse, produce estructuras de complejidad creciente, incluso reproducirse, que pertenece a los elementos que componen la materia. Asimismo, no existe una auténtica frontera entre lo inerte y lo vivo. Como es el caso de los virus, que no se consideran seres vivos, pero tienen metabolismo.
En el interior de las estrellas, nacen los átomos pesados, que acaban por crear la materia compleja: son los elementos que servirán para permitir que surja la vida, un proceso de complejidad creciente, perfectamente organizado, que también va mejorando con el paso del tiempo.
Más allá del ligero barniz de las apariencias, de lo que llamamos realidad, nos dice Robert Clarke, el universo resulta ser enormemente extraño, misterioso e inabordable, como es la presencia de su orden: las realidades del micro mundo atómico, descubiertas por la física cuántica; la dirección unidireccional del tiempo y, el sentido y propósito de la evolución.
La ciencia se esfuerza por definir los conceptos que juzga como relevantes para comprender el mundo: Lo que existe, existe, porque ha superado alguna clase de selección. Las Cuatro fuerzas dominantes del universo (electromagnética, gravitatoria y nuclear fuerte y débil) derivan de una sola “super fuerza” que existía en el comienzo del mundo, en conjunto con las constantes universales que definen nuestro mundo, así como las demás lógicas de nuestro mundo, se deben sólo a un sutil juego de azar y necesidad.
Donde la realidad del universo, excede a nuestra capacidad de representarlo, de forma adecuada.
Las cosas cambian, porque contienen la contradicción de la creación y formación de la vida, en contra de la degradación que impone la segunda ley universal de la termodinámica. Así, la vida no es más que una contradicción albergada en las cosas y en los fenómenos que está produciendo y resolviendo incesantemente y, que al cesar dicha contradicción, cesa la vida y sobreviene la muerte.
¿Qué son estas fuerzas misteriosas? ¿De dónde viene el movimiento irresistible de la complejidad? ¿Existía antes de existir el universo?
La pregunta que se dice que roza el límite de la metafísica, expresa: ¿De dónde vienen las cuatro famosas fuerzas del universo? Y es que en todas partes son las mismas y que no han cambiado desde el inicio del universo, hace 15,000 millones de años, situación que desconcierta para un universo donde todo cambia.
Al revés de lo que comúnmente ocurre, estas leyes no cambian ni en el espacio ni en el tiempo, además de que han presidido la elaboración de la complejidad y que asombrosamente, sus valores parecen ser sumamente ajustados para que se den las condiciones actuales.
Así mismo, la palabra crecer no tiene sentido en un universo infinito y, la oscuridad de la noche es una pregunta suplementaria de la evolución del universo, porque las estrellas no han existido siempre. En tanto pasamos de lo “simple” a lo “complejo” y de lo menos eficaz a lo más eficaz, decimos que es la historia de la materia que se organiza.
En cada nivel, los elementos forman nuevas estructuras y cada una de éstas, poseen propiedades que los elementos individuales no poseen, por lo que se habla de “propiedades emergentes” y, que forman moléculas más complejas formando una pirámide de la naturaleza.
Siendo de esta manera, se podría decir que la complejidad, la vida y la conciencia, potencialmente ya estaban inscritas en la misma forma de las leyes, pero, sólo como “posibilidades” y no como una “necesidad”, nos dice Hubert Reeves. Para quién, si la naturaleza hubiera tenido la intención de crear “seres conscientes” habría “hecho” exactamente lo que hizo.
Los científicos se niegan y resisten a admitir que la evolución siga una dirección ascendente, desde los organismos inferiores hasta la mayor complejidad: Dawkins y Gould coinciden en comparar la evolución con un camino errático y azaroso.
Para García Leal, la selección natural no es un proceso de optimización, sólo conduce a óptimos locales, que no puede entenderse sin tener en cuenta el entorno y la historia previa, de los organismos.
La principal conclusión de la ciencia de la complejidad es que el orden de los sistemas vivos es “gratuito”; es decir, que no requiere ningún poder creador por parte de la selección natural, según Kauffman.
La noción de “Bomba de Complejidad” de García Leal, promueve la plasticidad fenotípica o capacidad de modificar la fisiología, anatomía o el comportamiento, según los requerimientos del medio circundante, que permite comprender porqué, a pesar de todo, los organismos parecen alejarse cada vez más de la complejidad mínima e igualmente, cómo consiguen afrontarla de modo eficaz en entornos impredecibles.
Si el orden es gratuito, ¿Por qué la vida parece haber surgido una vez y sólo una vez, en este planeta? ¿Y cómo se explica la innegable chapucería de los productos de la evolución, si no es por el carácter oportunista de la selección natural? El orden no equivale a adaptación, señala García Leal: Es la supervivencia y reproducción exitosa de los organismos lo que determina su evolución.
En la realidad, todos los conceptos de orden y desorden son relativos y, afirmar que descubrimos un orden en un sistema, significa que emitimos un juicio al atribuir este término a un caso que distinguimos de los demás.
En cambio, la “retroalimentación” posee una existencia intrínseca, teniendo en cuenta que determina una “línea de evolución”. El Universo tenía que organizarse, puesto que su materia cayó en una red de retroalimentaciones, lo que posee una importancia fundamental.
La materia, es tanto más variada cuanto menos densa es, donde aproximadamente siete mil millones de veces en cada segundo, cada molécula se ve desviada, frenada o acelerada de manera completamente aleatoria. Estos choques aseguran una mescla continua que uniformiza las energías y confiere a las energías individuales de las moléculas una dispersión gobernada por las leyes de la estadística.
La Entropía de un sistema, es su “cantidad de desorden” y ésta, únicamente puede aumentar; pero existe una excepción en el caso de la biología, ya que tiene como característica su lucha contra el azar, llevando este combate al mundo que la rodea y la transforma. Llegando a la conclusión de que el orden, es el fruto de notables estructuras; por lo que el estudio de las estructuras, debía constituir la ciencia fundamental.
Tenemos que optar por vivir, porque cien millones de impulsos se ejercen sobre nuestro sistema nervioso cada segundo y, si tuviésemos que aceptarlos todos, no tardaríamos en quedar abrumados y perecer de confusión. Por eso, la llegada de los impulsos, está monitoreada y controlada cuidadosamente; de los millones de señales que recibimos, sólo un número escaso llega al cerebro, e igualmente son menos todavía las que pasan a las zonas en que puede originarse el conocimiento consciente.
Toda la vida tiene este carácter selectivo y, es el organismo quién elige entre ese clamor constante, que además con suma frecuencia son cambios sutiles del medio ambiente, los que destacan y llaman la atención sólo por su carácter incongruente.
La sucesión de fenómenos atmosféricos extremos puede llevarnos a creer que el clima está cambiando; pero hay que desconfiar de la manera en que captamos e interpretamos dichos fenómenos, en el que la actividad humana tendría el papel principal. Lo que consistiría en un calentamiento, lento y progresivo del planeta, sensible solamente a largo plazo, dados por los desarreglos meteorológicos locales, señala Robert Sadourny.
El vapor de agua, produce dos tercios del efecto de invernadero natural, al que podemos agregar el efecto de las nubes, que como vapor de agua, absorben y vuelven a emitir radiación infrarroja que se hace sentir durante la noche, cuando el aire está seco y sin nubes, donde las noches claras son noches frías, habituales en las regiones desérticas.
El ozono, se genera en las capas bajas de la atmósfera, a partir de productos de combustión automovilística, así como por incendios en las sábanas o bosques tropicales. Pero se descompone rápidamente y no tiene tiempo de mezclarse con los demás gases. En la troposfera, existe una capa de ozono con lo que la vida sobre la Tierra está protegida de los rayos ultravioleta.
El clima de la Tierra, es consecuencia de un equilibrio térmico entre la atmósfera y los océanos; en el clima cálido es necesario que el océano esté elevando su temperatura, que sin embargo éste posee una gran inercia térmica y, se necesitaría almacenar enormes cantidades de calor para su proceso de manifestación.
Se da como un proceso lento de difusión, con un transporte hacia las aguas profundas con enorme capacidad de almacenamiento, pero que supone décadas para su transporte y liberación a la atmósfera, por lo que un calentamiento del planeta y debido a que los continentes no almacenan grandes cantidades de calor, éste se daría con cierto retraso incluso de décadas, debido a la lentitud de la respuesta oceánica. Por lo que de darse un calentamiento climático natural en la Tierra, éste sería por un efecto del mecanismo de efecto retardado dado por el océano.
Para Jim Kasting, en tiempos prolongados, la Tierra regula su propia temperatura.
La Tierra ha permanecido en una era de hielo y, a pesar de que han tenido una presencia constante durante casi toda la historia de la humanidad, los casquetes polares son sucesos sorprendentemente raros en la historia de la Tierra. Los casquetes han existido solamente 600 millones de años, lo que significa una octava parte de la vida de la Tierra.
La última vez que los glaciales se retiraron fue hace 12 000 años, una época interglacial, conocida como Holoceno, dándose la agricultura, ciudades, comercio, industria, ciencia y tecnología, que reconocemos como civilización humana.
LA FÍSICA DE LA VIDA
La ciencia consta de diferentes tipos de conocimiento: las percepciones sensoriales concernientes a fenómenos particulares, las relaciones y regularidades mostradas por los fenómenos en general y, los patrones organizativos que sirven de base a estas relaciones estructurales y funcionales.
Se observará que tales problemas no presentan dificultades especiales cuando son considerados en el contexto de la lógica, la metodología en general y con el carácter propio del trabajo científico.
Las propiedades sistémicas, son parte del marco de la selección, igual que las leyes de la física; no hay conflicto o competencia entre autoorganización y selección natural; se trata más bien de un matrimonio en el que la autoorganización permite según García Leal, una gran economía de información genética.
Es importante que los físicos entren en la biología para darse cuenta de que pisan un territorio extraño, donde son fundamentales dos conceptos poco habituales: el de adaptación y el de información, nos dice García Leal.
El premio Nobel, Francois Jacob, nos dice que los procesos metabólicos parecen innecesariamente enrevesados: el código genético es redundante y aparentemente arbitrario; el desarrollo embrionario parece una cascada arbitraria de rutinas reguladoras; la complicación del sistema inmunitario es abrumador; y el diseño de algunos órganos parece del todo irracional.
Por todas parte, encontramos redundancia: sistemas montados unos sobre otros, lastres históricos y complicación superflua producto del proceso ciego y automático de la selección de pequeños cambios que suponen mejoras inmediatas, pero sin la más mínima visión del futuro.
Para el premio Nobel Francis Crick: “La elegancia y la simplicidad profundas, a menudo expresadas en una forma matemática abstracta, son guías útiles en física, pero en biología pueden llevar a error. Y ha llevado a muchos, a buscar alternativas intelectualmente más satisfactorias en la ciencia de la autoorganización de sistemas complejos y del caos.
Para los sistemas organizados, a los que las estructuras internas o externas imponen una evolución, el concepto de Entropía deja de tener sentido. El suceso puramente aleatorio es una ficción; se sabe muy bien que el azar perfecto no existe, en un mundo en el que la existencia de innumerables correlaciones en el que en el Universo todo actúa sobre todo.
La física ha aportado soluciones, permitiéndonos comprender ciertos fenómenos del universo. En la actualidad, la Cibernética las integra en una síntesis y “de las ciencias hace la ciencia”, nos dice Albert Ducrocq.
Se tiene la costumbre de describir el universo con un lenguaje independiente de las condiciones en que las observaciones fueron hechas y, así se pretende expresar no impresiones subjetivas, sino las leyes naturales, señala Ducrocq.
En la lógica de las estructuras, la retroalimentación nos aparece como el proceso fundamental de la evolución, ya que busca su origen en el propio sistema, donde la retroalimentación positiva crea las condiciones que acentúan su efecto. Y a escala estelar, la retroalimentación gravitatoria realiza transformaciones que amplificaron su acción, señala Ducrocq.
La ciencia ya no encierra verdades absolutas y, hasta la física de leyes indiscutibles, ha tenido que someterse a principios de inseguridad. Hasta la investigación de los patrones de conducta, considerados más sencillos, parecen prolongarse y avanzar constantemente, nos señala Lyall Watson.
Hoy, se sabe perfectamente que los mosquitos no sólo tienen filtros para los sonidos, sino oídos especialmente preparados para captar la proximidad de un enemigo que se acerca y dónde, para compensar esta ventaja. Los murciélagos han desarrollado una trayectoria de vuelo irregular, que ha logrado despistar a los mosquitos, hasta que ellos a su vez, han producido un aparato de interferencia ultrasónica y, solo será cuestión de tiempo el que se descubra un avance más en este drama en la naturaleza.
Los animales que pronostican el tiempo meteorológico, es cómo resuelven sus problemas de supervivencia en ambientes de extrema hostilidad. Se ha observado que las morsas, únicamente aparecen cuando en la costa faltan menos de diez días en Siberia, para que se rompa la corteza helada y se pueda empezar a pescar, superando en sus pronósticos a los científicos que utilizan por lo menos cien instalaciones meteorológicas para la observación de los hielos y, lo mismo ocurre y se da todos los años. Por lo que actualmente, la observación planificada de las morsas forma parte de los datos para el pronóstico de la fecha de los deshielos.
En los toros bravos de Andalucía, se observan cambios en su conducta en relación con las condiciones meteorológicas, influyendo en su comportamiento al volverse nerviosos y reaccionar de forma irritada. Lo que también se manifiesta en las vacas, al disminuir su producción de leche, antes de que se presente o cuando empeora el estado del tiempo.
El sistema de vida de los vegetales es más sencillo; fotopilas para transformar directamente la energía solar en energía química, raíces para extraer sales minerales y agua. Captan la energía solar con las hojas y la transportan con la savia.
Una buena adaptación, se da en los árboles sombríos y negros que capturan mejor el débil resplandor solar, además calientan el entorno inmediato y crean un microclima favorable para su crecimiento: la evolución ha mantenido el tipo de árbol que mejor resiste la intemperie.
La naturaleza es prodiga, pero razonable. Esto podría parecer “ruido” para expertos de la información, pero no es un factor de desorden, sino un instrumento para crear orden. La intervención de un gran número de reacciones, a lo largo de un período muy prolongado, nos dice Clarke, permite que el azar produzca orden.
La naturaleza es prodiga, pero también muy organizada; donde los biólogos han demostrado de forma experimental, cómo se diversifican los seres vivos con arreglo a los nichos. En las praderas, hierbas e insectos libran batallas perpetuas para su supervivencia, donde la Tierra está muy habitada y el número de nichos disponibles disminuye todo el tiempo. Donde se puede disminuir hasta el 99% de los individuos y los supervivientes, tienen la capacidad de reconstruir la colonia, en un período corto de tiempo.
Cada animal posee la capacidad de producir una variedad casi infinita de individuos diferentes e igualmente las mismas plantas, para asegurar su supervivencia esparcen millones de semillas. O la abeja Reyna que llega a producir tres millones de huevecillos, para la sobrevivencia de la colmena.
Los animales pequeños tienen una superficie muy extensa en proporción a su masa; tienen el problema de perder agua por todas las partes de su superficie. Los insectos resuelven el problema con una cutícula de cera que resiste la desecación. Así, las moscas nacen al amanecer cuando el aire es fresco y la humedad mayor.
Impresiona nos dice Wattson, el que la salida de la crisálida sea algo que la mosca sólo hace una vez en su vida; no tiene oportunidad de aprender y practicar esta actividad y sin embargo, opera. Este ritmo natural tiene que ser instintivo, innato en la memoria de las células del insecto, en tanto sólo espera a sintonizarse con el ambiente para producir una serie de patrones de conducta, puntualmente planeados.
Las ondas luminosas son conductoras de energía e información a la vez y, no es un mero accidente el que la cantidad de energía contenida en la luz visible corresponda a la energía necesaria para desarrollar la mayor parte de las reacciones químicas. Y tanto la luz solar como la vida, están confinadas a la sección misma diminuta de este espectro. Y es difícil sustraerse a la conclusión de que una depende directamente de la otra.
Cuanta más alta sea la temperatura, mayor será el grado de metabolismo, donde la temperatura puede ser absolutamente esencial para su supervivencia. Así, las hojas de los tomates se perjudican y mueren si son sometidas a la luz y calor constante, pero conservan una salud perfecta con ciclos de 24 horas. No importa que la temperatura baje o suba.
Las ostras, se guían por el ritmo marcado de las mareas y abren sus conchas para comer en la marea alta y la cierran para evitar el peligro de secarse durante la marea baja. Cuando se les traslada de lugar, son capaces de calcular y corregir su horario de mareas y, hasta los organismos muy apartados de los movimientos oceánicos, pueden ser influidos por el paso de la luna.
Janet Harker, encontró que al cambiar la regulación del reloj biológico de las cucarachas, les provocaba severos efectos, generando un cáncer y morían. Y Frank A. Brown, descubrió que las patatas pueden adelantar el pronóstico del barómetro, con varios días de anticipación.
Los animales tienen cierto sentido de la escasez; saben exactamente qué es lo mínimo a realizar. La abeja mielera y el colibrí, saben cuánto tiempo deben permanecer en una flor antes de pasar a la siguiente.
La vida de todo animal es aprender contabilidad de costos, donde la energía es la medida de intercambio. Si el animal no gana ni pierde, sobrevive; si obtiene una utilidad, se reproduce. Los costos de las guerras superan con mucho sus beneficios.
Se dice que en ningún lugar del mundo animal, la lucha por la vida sea más feroz que en las comunidades marinas de los arrecifes tropicales. En lugares como estos, se puede estudiar la competencia, las presiones selectivas y las especializaciones, desde el cual podemos aprender lo que quiere decirse con la frase: ”Adaptación para la supervivencia”.
Un insecto volador sabe cuánto tiempo “calentar” su motor antes de que se aventure a alzar el vuelo. Cuando inyecta combustible a sus músculos y aumenta su absorción de oxigeno, sólo gasta la energía necesaria para el arranque.
Es decir, que cada animal vive a su propio ritmo.
En forma asombrosa, el murciélago puede encontrar y golpear en la oscuridad total un alambre del espesor de un cabello, un centímetro por encima del agua y todo lo que necesita para orientarse y es este el sonido de su propia voz al repercutir en el blanco.
Los castores, tienen una gran capacidad para construir canales a lo largo de cientos de metros, usándolos para regular el nivel del agua del estanque y transportar arboles y ramas; sin embargo, presenta una gran incapacidad para razonar y darse cuenta de derribar más arboles de los que puede usar.
El porcentaje metabólico de la nutria, es de tres a cuatro veces más rápido que las de una persona en desarrollo de un tamaño similar.
Las focas y los leones marinos son grandes ayunadores. Se amamantan vorazmente durante 28 días y luego, ayunan durante tres meses. La capacidad de los elefantes marinos para ayunar es una adquisición evolutiva, una adaptación que permite a los individuos dedicar tiempo completo a otras etapas críticas de su vida.
Se sabe que el forrajeo de especies combinadas, es practicada en forma rutinaria por muchas aves, ungulados, primates, cetáceos y peces, donde el grupo de especies combinadas es un “producto coevolucionario”. Los participantes tienden a semejarse entre sí, en apariencia o comportamiento. Para Martín Moynihan: Los individuos de especies diferentes que producen sonidos o sienten de la misma manera, tienden a interactuar recíprocamente o, con las mismas terceras personas que es más estrecha o más frecuentemente, por término medio, que los individuos de otras especies que no se asemejan entre sí.
Los arborícolas tienen menos prole y necesitan más tiempo para criarlas y, es quizá porque no necesitan más, ya que su tasa de supervivencia es superior a los que están expuestos al ataque de sus depredadores; además de que viven de alimentos pobres en energía, con lo que podríamos decir que difícilmente podríamos mejorar este producto de la naturaleza.
La selección natural, es la eliminación de lo inadecuado a través del ensayo y error, donde la naturaleza diseña al animal al sopesar las ventajas de un cuerpo excesivamente blindado contra el de uno más ligero y rápido. Cuando dos animales de raza diferente gradualmente llegan a asemejarse entre sí, se dice que convergen y, cuanto mayor semejanza guarden los econichos, más puntos de semejanza en la forma del cuerpo y en su función tenderán a compartir.
Nunca un ser viviente ha evolucionado solo, donde comunidades enteras han evolucionado como si fueran un gran organismo y así, toda evolución es una coevolución, formando una confederación de dependencias en la biosfera.
El océano mantiene a cientos de miles de clases de plantas y animales de sangre fría, que a su vez, proporcionan alimento a cientos de especies de sangre caliente
Un hombre para sobrevivir un día de intenso calor en el desierto, necesitaría de cinco a seis veces más agua que un venado del lugar del mismo peso.
Los animales más grandes no pueden tampoco tener un estado de letargo, como en la hibernación, ya que en los vertebrados su corazón debe seguir latiendo y sus pulmones o branquias respirando, aunque sea lentamente y la sangre oxigenada, tiene que seguir llegando al cerebro.
Las tortugas verdes sobreviven el invierno en el fondo del Mar de Cortés, se sumergen en el agua en los meses más fríos del invierno y la forma en como obtienen el oxigeno es algo que no se ha podido explicar todavía.
La migración es específica y en gran medida instintiva, revelándose como algo verdaderamente asombroso, donde el costo energético es crítico y puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Las aves encuentran su camino al percibir cambios ambientales para los cuales somos sordos. Son sensibles a la luz polarizada y ultravioleta y a los sonidos de baja frecuencia, como los producidos en las corrientes de chorro de la atmósfera, a la presión atmosférica y las líneas de fuerza magnética.
La naturaleza parece estar siempre probando en todo el reino animal una amplia variedad de sistemas de orientación magnética.
Un velo de misterio rodea la biología del ornitorrinco, que tienen pelo y glándulas productoras de leche, tienen espolones venenosos y ponen huevos.
La mariposa monarca, no muere por previsión, sino para beneficiar a otras al costo de sí misma. Edward Wilson, sugiere que los humanos igual a los no humanos, tienen genes especializados en el altruismo y, que la conducta animal es determinista. Y que la evolución depende tanto de la probabilidad como del oportunismo. Sus errores dan origen a organismos nuevos, que difieren de cualquier otra que jamás haya existido.
Aún más increíble, es el modelo de incubación de la rana australiana, que incuba en el estomago, el cual se convierte esencialmente en útero y, las crías ocupan tanto espacio que hunden los pulmones y obligan a la madre a respirar por la piel.
Descendemos de una línea continua, desde la Vida Primigenia y, somos parte de un continuo a través del tiempo y el espacio. La riqueza de la biblioteca viviente de plantas y animales de la Tierra, es igualmente irremplazable y está amenazada no tanto por la violencia como por la ignorancia y la apatía.
FRENTE AL MAYOR DE LOS MISTERIOS
Materia y energía son espacio-tiempo, donde las dimensiones del universo son tal, que no sólo permite que exista la materia, sino también que perdure. La creación inicial, hay que considerarla como un colapso natural espontaneo y no planificado, donde somos los afloramientos perceptivos del universo, desplegando la riqueza de propiedades, las cuales percibimos como materia y energía. Asimismo, es el de ser el escenario de los eventos de tal sutileza, que en algunos lugares algunas cosas llegan a ser autoconscientes; ya que en un cierto sentido más profundo, el propio espacio-tiempo podemos considerarlo como auto consciente, según Atkins.
Por lo que podríamos agregar, que el acontecimiento central de toda creación universal, sería la de que el espacio y el tiempo empiecen a ser.
Nuestra existencia, como animales cuya percepción se ve limitada al mundo de los objetos macroscópicos cotidianos, nos obliga a funcionar sin referencia alguna ante entes y procesos que tienen lugar a niveles microscópicos. Aceptando, sin embargo, que hay algo no material dentro de los organismos, algo único y vital para su actuación.
Dentro de nosotros existe un mensaje con instrucciones para construir un ser humano, donde su diseñador es la propia naturaleza.
Donde cada suceso por insignificante que sea, influye en el curso de la historia, con toda una catarata de consecuencias.
En tanto que presencia al mundo, la percepción es la base de todo saber y de toda experiencia. Ayudada por los recursos de la memoria y la imaginación, nada hay que primeramente no haya estado en los sentidos.
Lo que se cree comprender, formulando las leyes de la naturaleza: ¿No es, más o menos, una proyección inconsciente e indebida de su propia estructura mental? ¿Se trata de un verdadero dialogo o solamente del eco de la interrogación que la naturaleza opaca e impenetrable devuelve al hombre? nos pregunta Aubert.
¿De qué manera las moléculas determinan nuestro comportamiento? ¿Los pensamientos se hallan realmente dentro del cerebro? ¿Un pensamiento está hecho de moléculas?
Dentro del ámbito de leyes inmutables, se capitalizan los caprichos del azar. Los átomos se reciclan continuamente a través de la biosfera, dentro y fuera de los organismos vivos. Hans Driesch, ante las notables propiedades del desarrollo orgánico, le llevaron a proponer que la emergencia de la forma correcta del organismo y toda su intrincada complejidad, debe estar bajo el control de una fuerza vital guía, que denominó “entelequia”; sin embargo, éstas entrarían en conflicto con las fuerzas físicas ordinarias y con la ley de conservación de la energía.
Paul Davies, nos dice que el modo de actuación de la entelequia, consiste y es de una forma que introduce una pauta holística y cooperativa. Por desgracia, ningún experimento ha puesto de manifiesto la acción de una fuerza vital y, tampoco es necesaria para explicar lo que sucede dentro de los organismos biológicos.
Con el descubrimiento de la termodinámica fuera de equilibrio, Prigogine nos muestra que ciertas condiciones de “inestabilidad”, favorecen no sólo a los desórdenes y turbulencias, sino a formas organizativas que se generan y regeneran por sí mismas. Por lo que es concebible que la vida emerja de los desórdenes y turbulencias de la Tierra y asimismo, admitir que la organización de los seres vivos es fruto de una complejidad organizacional no lineal, de encuentros aleatorios de macromoléculas.
El hombre posee ideas e ideales, donde las ideas causan nuevas ideas, interaccionando entre sí y con otras fuerzas mentales en el mismo cerebro. Y también interaccionan con el entorno que va más allá de la escena evolutiva.
Sabemos que somos hijos de este cosmos, que lleva en él nuestro nacimiento, nuestro futuro y nuestra muerte. Es en el cosmos donde debemos ubicar nuestro destino, meditaciones, ideas, aspiraciones, temores y voluntades, concluye Morín.
Vivimos al ritmo de los astros, en comunión con el universo, dado que nuestro ritmo esencial se basa en la rotación de la Tierra y un sistema que nos parezca complicado, pero será porque no hemos descubierto sus escondites en las células vivas, nos apunta Robert Clarke.
Seguramente representa la reacción de la naturaleza, ante la necesidad de adaptarse a las variaciones del entorno.
¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción… que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son, nos dice Calderón de la Barca. Una vida inútil, es una muerte prematura, nos dice Goethe.
El ser humano pierde identidad como sujeto, por cuanto lo conforman y gobiernan fuerzas sobre las cuales no tiene control. La persona se convierte en mero objeto, cuya conducta y destino no dependen de opciones y decisiones conscientes.
El ser humano se transforma en mero producto del “azar y la necesidad”, para quién la libertad y la dignidad son simples conceptos sin significado. Donde el conocimiento de los aspectos animales de nuestra naturaleza, no basta para explicar nuestra humanidad; significa que lo humano no puede explicarse exclusivamente en términos de estructuras y mecanismos biológicos, nos dice René Dubos.
La biología, no determina los aspectos sociales del comportamiento humano. El Homo Sapiens no nace con las cualidades esenciales para una vida propiamente humana, sino con potencialidades que los capacitan para llegar a ser humanos.
Por sí sola, nuestra biología es incapaz de explicar nuestro modo de conducta social o nuestros intereses culturales y aún menos, la personalidad por la que cada uno de nosotros es identificado; personalidad que en gran medida nosotros mismos creamos por medio de nuestras opciones.
El cerebro humano funciona con un grado todavía más elevado de complejidad, que los sistemas biológicos complejos. Sin embargo, el razonamiento humano sólo obedece a la lógica digital de modo fragmentaria, trabajando con lo vago o según procesos analógicos.
Vivimos la Era del Cerebro Superior, que creció desmedidamente en los milenios recientes y, eclipsó al cerebro inferior instintivo, que imperó sobre los seres humanos durante millones de años.
El cerebro se considera como el órgano más complejo producido en la biología terrestre, en donde se da la pregunta de Davies, de si son productos derivados en un proceso de generación y crecimiento de la complejidad o son accidentes aleatorios de la evolución.
Desentrañar la naturaleza de la conciencia no parece que pueda identificarse con algo físico e inabordable, desde el punto de vista científico.
La idea de la escala de progreso, al aceptar que no sólo la vida sino también la mente están en cierto sentido predestinadas a aparecer en el universo, significa aceptar de hecho que las leyes de la naturaleza están amañadas no sólo a favor de la complejidad, sino también a favor de la mente, lo que implica, nos dice Davies, que ésta está inscrita de forma fundamental en las leyes de la naturaleza.
Un universo, en el que la emergencia de seres pensantes es una parte fundamental e integral del esquema global de las cosas.
Dawkins, nos dice que aunque las mutaciones individuales son generalmente aleatorias, la selección natural no lo es, en absoluto. La seleccion elimina los organismos menos adaptados a sus circunstancias, lo que impulsa una tendencia hacia la mejor adaptación, pero no hay ningún objetivo final predeterminado y cualquier direccionalidad en la adaptación implica seguramente un proceso de ajuste temporal y, no forma parte de una tendencia global.
Para Gould, somos accidentes gloriosos de un proceso impredecible, sin ningún impulso hacia la complejidad.
El problema se daría en saber, qué características biológicas son el resultado del azar y, cuáles cabría esperar son como parte de una tendencia. Y según De Dure, al despojar al árbol de la vida de su follaje, es evidente que la estructura del tronco irá en ascenso hacia una mayor complejidad.
Pasteur, llevó a cabo una serie de experimentos para demostrar que los organismos vivos sólo proceden de otros organismos vivos. Sin embargo, la ciencia jamás puede estar segura.
La conclusión de Pasteur, entra en conflicto con la teoría de la evolución de Darwin, el cual trataba de desacreditar la necesidad de un Dios creador de las especies, mostrando cómo una especie puede transmutarse en otra. La misma noción es de que la vida podría brotar espontáneamente de una mezcla química no viva. La carne que compone tu cuerpo y los ojos con que la miras, están hechos de polvo de estrellas; somos anfitriones de miles de millones de átomos, muchos de los cuales pudieron haber pertenecido a personajes como Atila, Nerón, Julio Cesar, Buda o Jesucristo.
Nuestro cerebro conserva la memoria de la evolución. Así como nuestros genes y la composición química de nuestras células, es un fragmento del océano primitivo. Hemos guardado en nosotros el medio del que salimos, relatando en nuestro cuerpo la historia de nuestros orígenes.
Podemos concebir un árbol de familia de todo lo que hoy está vivo, un “Súper árbol” de la vida, que debe converger, al ancestro común de toda la vida terrestre, cuyo destino era el de poblar el planeta con una progenie multitudinaria.
Pero ¿Cómo llegó a existir este organismo generador de mil millones de especies? Y ¿Qué había antes de él?
Con esto, la vida en la Tierra desciende de un único ancestro común. Donde para empezar, todos los organismos conocidos comparten un sistema físico y químico común; como también los procesos metabólicos de la célula, que son siempre básicamente los mismos; se registra la información genética y la reproduce de forma común en todo ser vivo, utilizando un “código universal”, lo que es difícil de creer y, que estos procesos tan complejos y específicos, provengan de una “célula universal”, que asimismo heredará a sus descendientes. Sin embargo, más del 99% de todas las especies que han existido alguna vez, están ahora extintas.
Las células, cuando se reproducen, están sujetas a errores de copiado, ya que células inicialmente idénticas, pueden distanciarse genéticamente a medida que las mutaciones se acumulan, con lo que, si se dan las suficientes mutaciones, aparece una nueva especie.
Hace 500 millones de años, nuestro ancestro era un pez y hace 2000 millones, nuestros ancestros eran los microbios. De los Homo Sapiens de hace cien mil años, somos descendientes todas las personas sin excepción y, cuanto más avanzamos en el pasado, más interrelacionadas estarán las especies que ahora son completamente distintas.
Así, cada especie bien adaptada, ha heredado los rasgos de la forma y su funcionamiento que ahora la capacitan para explorar y resolver los problemas de su nicho en particular; no sólo el hábitat geográfico ocupado por la especie, sino el importante papel que desempeña en la vida de su comunidad, ya que se trata de su nicho espacial o funcional.
Para Emerson, la evolución es un grandioso poema orgánico. Se dice que la naturaleza se complace en variar el mismo mecanismo, en infinidad de formas diferentes. Y abandona un producto sólo después de haber multiplicado a los individuos en todos los modos posibles.
La conducta instintiva, contraria a la razonada, está programada genéticamente; donde respondemos de cierta manera a ciertos estímulos. Un gato vigila el agujero de un ratón, aunque nunca haya visto uno de ellos.
Descendemos de una vida primigenia, por lo que somos parte de un continuo a través del tiempo y el espacio.
La química de la vida y el crecimiento, es igualmente similar para todos los organismos. En cambio, el metabolismo toma su energía y la usa para construir o degradar moléculas. Y, tanto el ADN como el ARN son en detalle infinitamente variables, pero su configuración parece ser uniforme en todo el mundo viviente, donde miles de especies no son ni animales ni plantas en su sentido clásico. Y tal vez, debiéramos considerar a los virus, ni como vivientes ni como no vivientes, sino simplemente como agregados moleculares, cuya posición aún tiene que determinarse, según Scheffer.
La vital misión de la ciencia, es la de eliminar la incertidumbre y afrontar y dominar el mundo, a través del pensamiento y la acción. Donde la idea, de un universo aparentemente complejo, debía ser reducido a elementos y principios simples, lo que suscitó los grandes descubrimientos teóricos, desde Newton a Einstein.
Una ley, es una forma de comprimir algorítmicamente y reducir la complejidad aparente, a una simple formula o procedimiento. Con la posibilidad de que haya leyes de la vida, de la misma manera que hay leyes de la física.
La energía, de las ondas luminosas del sol, se fusionó con la química inorgánica de la Tierra a través de un proceso conocido como fotosíntesis. La mezcla generó la química orgánica, que es la que se ocupa de los organismos vivos y, a través de la fotosíntesis, la energía del Sol confirió vida a la materia inerte.
La vida, es el resultado de una combinación entre la luz proveniente del cielo y la materia física de la Tierra, señala Lipton.
El oxígeno, es un veneno para la vida: contribuye al nacimiento de radicales libres, moléculas desequilibradas, que inducen la destrucción celular y por lo tanto, el envejecimiento precoz; pero, es esencial para dotar de energía a los organismos y hacer avanzar la evolución.
El mundo viviente selecciona un modo de fabricar energía, utilizando azucares como alimento; enriquece su metabolismo y desarrolla músculos, simultáneamente los sentidos; coordinan las actividades del organismo y aparece el sistema inmunológico, que asegura protección contra los virus y parásitos; el sistema hormonal que permite el control de los ritmos biológicos y de la reproducción sexuada; y el sistema nervioso, que rige la comunicación interna, nos relata Rosnay.
Las inestabilidades geológicas, como la deriva de continentes, erupciones volcánicas y temblores de la tierra, provocan variaciones climáticas que desempeñan un rol importante en la evolución de los seres vivos. Así, mil millones de años después del nacimiento de la tierra, el océano estaba repleto de organismos vivos, entre los cuales, había las primeras algas azules. Y a partir de entonces, los eventos se han venido acelerando de forma considerable, apunta Joel de Rosnay.
La naturaleza, nunca retrocede en su proceso evolutivo, avanzando hacia lo complejo. Y la pregunta que aparece es: ¿Tiene memoria? ¿Se puede decir que hay “lógica” en la naturaleza, que condujo a hallar y generalizar el ADN?
Nos dice Marcel Proust que los momentos del pasado no permanecen parados, ya que retienen en nuestra memoria el movimiento que los arrojó hacia el futuro; y Vicente Sánchez lo interpreta como que nuestros recuerdos no son archivos fosilizados, sino que más allá de ser lo que somos, son también lo que seremos, por lo que es mucho más que la capacidad de recordar.
ROBUSTO PERO FRAGIL: EL PODER DE LOS CONGLOMERADOS
Desde el inicio de la vida, la naturaleza empezó a formar nuevas especies para adaptarlas en hábitats ya ocupados por otras especies; nunca un ser viviente ha evolucionado solo. Comunidades enteras han evolucionado como si fueran un gran organismo. De este modo, toda evolución es una coevolución y la biosfera es hoy una confederación de dependencias. Así, cada animal es un miembro esencial de asociaciones superpuestas desde el nacimiento.
Sea como sea, el lugar donde empezó la vida, la historia de la evolución en la Tierra, sigue siendo la misma. La inventiva de la naturaleza durante millones de años ha traído la diversidad al mundo animal.
La vida es un continuo ejercicio en la resolución de problemas, donde cada animal surge como una creación para propósitos múltiples y, cuanta mayor similitud guardan, los econichos ocupados por dos animales, más puntos de semejanza en la forma del cuerpo y en la función, tendrán a compartir.
La naturaleza, al encontrar ciertos planos prácticos para formar un animal, lo utiliza una y otra vez. La naturaleza es parsimoniosa, nos dice Schaffer.
Para William Hamilton, la tendencia de muchos animales a vivir en manada como una conducta “egoísta” tendiente a reducir el riesgo de ser víctima de un depredador, pero desde un punto de vista genético, el depredador puede ser un aliado en la competencia con los congéneres.
Desde un punto de vista centrado en el gen, nos permite ver como una alianza, lo que superficialmente parece un antagonismo. En la defensa de la “simbiosis” como principio evolutivo universal, Margulis y Sagan sugieren que la biosfera entera es el agente último de la selección natural. De la idea de una suerte de “homeostasis” planetaria, lo que no es más que una red de interacciones ecológicas, es el resultado de una larga coevolución.
Lo que no puede negarse, sin embargo, es el mérito de haber llamado la atención sobre la inmensa relevancia evolutiva de las asociaciones simbióticas y, el haber insistido en que este modo de creación evolutiva ha sido simultáneamente ignorada por los biólogos evolutivos, según García Leal.
El orden gratuito postulado por la ciencia de la complejidad, necesita de la selección para adquirir entidad biológica, pero según Kauffman, la selección no ha trabajado sola, sino que ha sido asistida desde el principio por la autoorganización. En vez del resultado emergente de procesos de autoorganización simples, la complejidad biológica parece ser, más que nada, complicación, explica García Leal.
Existen sistemas naturales cuya organización no obedece a fuerzas o agentes externos, sino a procesos dinámicos resultantes de las interacciones entre sus partes o elementos. Así son las conductas individuales de algunos animales agregados en enjambres, que generan pautas colectivas que pueden verse como resultado de procesos de autoorganización.
Los microbios, influyen sobre nuestra vida de una variedad de maneras: haciendo que el suelo sea fértil; limpian el ambiente; cambian y a veces mejoran, nuestro alimento; fabrican vitaminas para nosotros en nuestro interior; pueden protegernos de otros microbios indeseables. Pero la mayoría de la gente apenas se da cuenta de que existen, nos cuenta John Postgate.
Unos pocos tipos de microbios causan enfermedades, unos pocos estropean los alimentos o destruyen materiales valiosos. Los microbios limpian nuestros lagos, ríos y playas sucias e incluso, se atreven con efluentes industriales exóticos; descomponen material vegetal, cadáveres y excrementos para renovar la fertilidad del suelo. Añaden nitrógeno esencial al suelo, ayudan a las plantas a obtenerlos y mantienen el suministro de compuestos de azufre, que plantas y animales necesitan.
Al reciclar los detritos de plantas y animales, renuevan constantemente los suministros de oxígeno, dióxido de carbono, nitratos e incluso agua de la que depende toda la vida en este planeta e incluso, nuestra propia nutrición depende de ellos. Y también, algunos animales son portadores de microbios especializados en el tubo digestivo, para digerir materiales sin los cuales los animales por sí solos no podrían sobrevivir. Las plantas poseen con frecuencia microbios “colaboradores” en sus raíces y hojas. En biología, a esto se le conoce como “simbiosis”
El orden biológico es un orden más desarrollado que el orden físico; es un orden que se desarrolló con la vida. Así mismo, la inestabilidad es el sostén de las verdaderas sabidurías; del mismo modo, no existiría la vida si la muerte estuviese ausente.
Podemos decir, en forma de síntesis, que la vida no ha podido nacer más que de una mezcla de “azar y necesidad”. El mundo de la vida incluye y tolera muchos más desordenes que el mundo de la física, donde el desorden y el orden se incrementan mutuamente en el seno de una organización que se ha vuelto más compleja.
Se ve esfumarse la necesidad de un creador, nos dice Atkins, ya que mientras el creador deja de participar, el universo empieza a ser, sin intervención externa alguna, a partir de la nada absoluta. De esa nada surgió el espacio-tiempo y con ella, vinieron las cosas y, con el tiempo, apareció el conocimiento y el mismo universo, que en un principio no existía, se hizo consciente.
Sri Aurobindo, contemplaba la evolución como una “realidad divina” que se manifiesta en formas de existencia cada vez más elevadas. Habiendo trascendido de la energía a la materia y de ésta a la vida y, de la vida a la conciencia. En el proceso de evolución no hay intencionalidad. La evolución intenta miles de soluciones al mismo tiempo: Una mayoría aplastante de soluciones, de especies inventadas por la naturaleza, desaparecen. Donde el 99% de las especies que han existido están extintas.
Para evolucionar, una nueva especie requiere muchas mutaciones y, la mayoría quedan eliminadas por la selección natural. Pero por cada mutante que sobrevive y tiene éxito, hay miles sin éxito, lo que equivale según Paul Davies, a un enorme incremento de entropía, mucho mayor a la ganancia del mutante exitoso. Donde el concepto de Meta estabilidad, es crucial para que se dé de forma exitosa la vida.
¿Por qué sigue habiendo formas de vida “inferiores”, si se supone que la selección natural debería haberlas reemplazado por otras más avanzadas? Y no hay nada que permita decidir si una forma de vida es mejor o peor que otra, en términos absolutos. Acaso, ¿La evolución es un proceso carente de sentido? O, debemos aceptar que Sólo la vida es capaz de generar vida.
¿Existe algo a lo que podamos llamar “YO”, que ponga en marcha varias estructuras físicas cerebrales? Los temores y sueños, los sentimientos y genialidades, ¿desempeñan algún papel en el mundo físico y, poseen esas abstracciones algún poder causal? ¿Puede un difuso e intangible “YO”, dictar el comportamiento de objetos físicos concretos? ¿O en última instancia, se trata de simples partículas, interaccionando por miles, de acuerdo con las leyes físicas, sin que exista el “YO” o el alma, ni los temores, sueños y el amor?
Con mil años de historia, se corresponde a cuarenta procesos generacionales o aproximadamente un billón de ancestros; lo que es mucho mayor a la población mundial actual. Con esto, podríamos decir que todos somos primos lejanos y que todos tenemos sangre real en nuestras venas.
El comportamiento simultáneo de miles de individuos conduce a una forma de inteligencia colectiva y, desde los peces y después con los vertebrados, pájaros y reptiles, anfibios y el hombre, el cerebro no ha cesado de perfeccionarse por estratos sucesivos. Hay, de algún modo, una selección que sólo mantiene los circuitos pertinentes, que es la de: Aprender es eliminar.
Cuando las abejas dejan el panal para buscar alimento, indican con una danza las fuentes más cercanas. Así es como el panal economiza energía; optimiza sus posibilidades de sobrevivencia. Igualmente, la hormiga sabe escoger el camino más corto para traer alimento. Asociaciones de bastante éxito, ya que existen desde hace millones de años.
Mientras que al animal que no manifiesta interés por los demás seres, sino satisfacer sus necesidades, esencialmente alimenticias y sexuales, el hombre por su parte, parece animado por un dinamismo que le empuja a interesarse prácticamente por todo, revelando, la existencia en el ser humano de una capacidad de asombro y de búsqueda realmente universal. Trata de hallar una explicación del fenómeno observado, intentando comprenderlo e integrarlo en función de lo que ya sabe.
En donde, no basta con vivir la cotidianidad del momento, sino que hay que introducirse en el estrato más allá de lo que alguien ha llamado la “insoportable levedad del ser”.
La extraordinaria variedad de intereses, revela la existencia en el ser humano de una capacidad de asombro y de búsqueda realmente universal ante los fenómenos más triviales y naturales, además jamás satisfecha con los resultados y siempre en busca de un conocimiento más amplio y más universal.
La ciencia, en general, está llena de principios claros, sencillos y elegantes que sorprendentemente han dado respuesta a lo desconocido. El progreso científico está asociado a una mejor comprensión de la probabilidad, donde la relación entre probabilidad y progreso es fundamental en la predicción y en la toma de decisiones. Donde es fácil elegir una muestra adecuada, llevar a cabo encuestas y obtener conclusiones rigurosas de las mismas y aún, cuanto más grande sea el tamaño de la muestra, más fiables serán las predicciones que se puedan extraer.
La naturaleza, nos aparece como susceptible de “varios tipos de explicación”, situadas a niveles diferentes, correspondiendo a actitudes y a preguntas dirigidas a la realidad en capas diversamente profundas. En esta tendencia a comprender el mundo y los diferentes modos de su realización, el del sentido común, el del científico y el del filósofo, se plantean la cuestión del fundamento mismo de lo inteligible del mundo.
¿Cuántas ilusiones y fracasos ha necesitado el hombre para tener la experiencia de la opacidad del mundo ante su mirada y sobre todo, de su extraordinaria complejidad?, nos pregunta J. M. Aubert.
El deseo del hombre es querer que el mundo tenga sentido, pero los filósofos no han logrado desentrañarlo y, los científicos se niegan a contestar, donde tanto lo viviente como lo inerte funcionan con un número reducido de elementos, sin importar, su grado de complejidad. Con nuestros pensamientos, deseamos poner orden y claridad en la realidad y que ésta revele las leyes que la gobiernan.
El conocimiento científico tiene por misión la de disipar la aparente complejidad de los fenómenos, a fin de que nos revelen el orden simplificado al que obedecen dichos fenómenos. Pero si esto no llegara a darse, tendríamos que encarar el problema de su complejidad de un modo no simplificado.
Lo que se busca es un nuevo tipo de teoría, que es la teoría de lo que se puede construir o la teoría de lo que se puede hacer físicamente. ¿Cómo podría un científico que se aprecie, aceptar por toda explicación, que no hay nada que explicar?, ¿La principal aplicación de la teoría es cambiar nuestro sentido de la naturaleza de la realidad? nos pregunta David Deutsch.
Las nuevas certidumbres nos conducen a la incertidumbre. Estamos en la incertidumbre en lo que concierne al origen del mundo y al origen de la vida. No sabemos, porque hay un mundo y no la nada y no sabemos a dónde va. Donde la vida no nació de ninguna sociedad a priori. Es frágil, rara y preciosa porque es rara y frágil, nos dice Edgar Morín.
¿Podríamos suponer que somos una consecuencia más de las leyes físicas, aunque las leyes relevantes para la explicación de la vida estuvieran aún por establecerse? Para Prigogine, la vida no es una singularidad improbable, sino un resultado esperable, incluso necesario, que es el de la autoorganización espontánea de las estructuras disipativas.
Todo lo que es, no pudo nacer sino en el caos y la turbulencia y, debe resistir a enormes fuerzas de destrucción. La aventura en la hechura del hombre se hizo a través de la carencia y la pena, donde todo lo que vive debe regenerarse sin cesar. Todo lo que es precioso en la Tierra, es frágil y raro, nos dice Edgar Morín.
El reto de la ciencia es comprender cómo emerge la complejidad. Los científicos de la tierra, tratan de integrar la información de muchas disciplinas en una síntesis original que aborde los problemas en la escala en que ocurren. Estudiar el ambiente fascina porque todo está ligado a todo lo demás sobre la Tierra y tomará a grupos interdisciplinarios muchos años para evaluar adecuadamente sus problemas.
La palabra complejidad lleva en su sino, la confusión, la incertidumbre y el desorden, nos dice Edgar Morín. Una característica fundamental de la complejidad es la existencia de un flujo de materia, energía e información entre sus múltiples componentes y subsistemas.
Es complejo aquello que no puede reducirse a una ley o a una idea simple; significa una palabra problema y no una solución, donde sería necesario observar si hay complejidades diferentes, manifestadas como un complejo de complejidades y encontrar un método o modo de pensar capaz de abordar el desafío de la complejidad, sin recurrir a nuestras viejas recetas y formas de solución.
Cuando el pensamiento simplificador falla, aparece la complejidad y, mientras que el pensamiento simplificador desintegra, el pensamiento complejo integra, rechazando el reduccionismo unidireccional, poniendo orden, claridad y precisión en el conocimiento.
Aspira al conocimiento multidimensional pero sabiendo y reconociendo que el conocimiento completo es imposible; lo que implica un saber no dividido y, el reconocimiento de lo incompleto de todo conocimiento y de un principio de incertidumbre.
La vida se encuentra en estado latente dentro de la materia, aguardando a que se presenten las condiciones necesarias para manifestarse. Condiciones que se dan dentro de una complejidad progresivamente creciente, donde esta complejidad tiene características básicas. Un gran número de elementos diferentes y una organización en múltiples estructuras relacionadas entre sí, donde los componentes están conectados entre sí por vínculos físicos, intercambios de energía o alguna forma de comunicación, que mantiene y da pie a relaciones y organiza la actividad dentro del sistema.
Una pregunta difícil es porque un líquido a veces se comporta de manera regular y a veces de una manera caótica: la respuesta no va a venir de analizar el líquido hasta sus constituyentes subatómicos; vendrá de pensar de manera muy diferente acerca de la complejidad.
Las verdades profundas, se presentan también como complementarias sin dejar de ser antagonistas, sin tratar de reducir a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad. El Darwinismo, es una teoría de un solo nivel para explicar la riqueza jerárquica de la naturaleza. Una cosa es que la vida sea compatible con el segundo principio de la termodinámica y otra, que sea una consecuencia necesaria de las leyes de la física.
La aparente contradicción entre el orden biológico y el segundo principio, según el cual todo sistema físico debe tender espontáneamente a desorganizarse con el tiempo. La solución de esta paradoja es que los seres vivos obtienen su orden, robándoselo a su entorno.
Al postular que la vida inteligente es la razón de ser del universo, se establece que ésta tiene que ser eterna, algo incompatible con el proceso de evolución, que señala que la aparición del hombre es un fenómeno que debe mucho al azar y, no existe ningún motivo de ser diferente al de los demás animales.
El principio antrópico parte de la existencia del hombre para dar sentido al universo; es decir, que parte de lo complejo para dar una razón de ser a lo elemental y al mismo caos. Jean Ladriere, nos dice que es la unidad más perfecta, la individualidad más fuerte, lo que da sentido a las cosas y no al revés.
Una reflexión que parte de elementos actuales para elaborar una demostración retrospectiva, es algo opuesto a todos los razonamientos de la ciencia, que parte de hechos observados para construir teorías con valor de predicción, que la experiencia debe confirmar.
Según Henri Bergson, el auténtico tiempo es el de la vida: En la organización de la vida tanto animal como vegetal, es la existencia de sistemas encargados de medir el tiempo, conocidos como “Biorítmos”.
Donde todos los seres vivos poseen uno o varios relojes internos, maravillosamente regulados, generalmente situados en el cerebro que permiten a los seres vivos medir y contabilizar el tiempo. Que seguramente representa la reacción de la naturaleza ante la necesidad de adaptarse a las variaciones del entorno.
Ese transcurrir del tiempo tiene rostros variados, nos dice Robert Clark, ya que ha permitido que la materia y la vida se organicen en lo que parece ser un movimiento universal del desorden hacia el orden. Los seres vivos se desorganizan envejeciendo, lo que no ocurre con el universo, ni con el proceso de evolución; así también el tiempo varía con la velocidad de movimiento y con la gravedad, observándose en los agujeros negros, que el tiempo está eliminado por estar inmóvil.
Donde el tiempo, es un dato común, al mundo inerte y al mundo viviente y a la aparición de la vida y su desarrollo, sólo pudieron producirse teniendo en cuenta el tiempo y, plantean las mismas interrogantes que conciernen al universo.
La vida, ¿Es simplemente el resultado de un proceso natural, de complejidad creciente de elementos inertes, una autoorganización? La primer célula viva: ¿nació del azar o de la necesidad? Su misterio sigue siendo absoluto.
¿Se trata de una serie de azares o de una serie necesaria de combinaciones, cada vez más complejas, de elementos inertes que aparecieron por una especie de necesidad interna e intervinieron en una larguísima suma de pruebas y errores? Nos cuestiona Clarke.
La vida apareció cuando se hubo enfriado la Tierra, como si el fenómeno hubiera sido ineludible en cuanto se dieron ciertas condiciones de temperatura, presión, radiaciones y elementos químicos propicios. Como si la vida fuera una especie de necesidad química. Como si la vida fuera un estado excitado de la materia, igual a como si la materia fuera un estado excitado del vacío.
Con lo que no se ve, fronteras entre lo inerte y lo vivo, ya que proceden de una misma física y, no sería más que un proceso normal de “autoorganización” de la materia, con complejidad creciente y complejidad dirigida, orientada de forma natural hacia un mayor orden.
En la medida en que las leyes de la física, en un sistema cerrado, no tiene más remedio que desorganizarse con el tiempo, ya que el desorden sustituye inevitablemente al orden y a más velocidad cuanto más complejo es el sistema. Cosa que no ocurre con los sistemas vivos, que por el contrario, crean orden, donde de una sola célula nace un ser vivo, organizado. Que en seguida, tienden a organizar intercambios con el entorno o mundo exterior; con lo que se crea un equilibrio que impide la desorganización.
Por lo que como sistema abierto, por las relaciones que mantiene con el exterior y depende de la información que recibe constantemente de lo que existe a su alrededor, que rigen sus actos y comportamientos. Todavía no es posible explicar la naturaleza ni el motivo de esta evolución, ni cómo produjo sistemas simultáneamente más ordenados y eficaces.
La ciencia se dice que aprende y, la religión enseña, donde la duda es el motor de la primera y la segunda, se sostiene por la fe. Donde no es fácil aceptar que la vida haya nacido de lo inanimado, que durante mucho tiempo se pensó que lo viviente era demasiado complejo, diverso e inteligente para poder darse sin una ayuda divina. Sin ver que en realidad, lo vivo resulta de la evolución de la materia y no es fruto del azar.
¿Pero cómo pasamos de lo inerte a lo vivo y por qué lo hizo? ¿Qué fue lo que lo incito a hacerlo?
Se precisaron quince mil millones de años para configurar nuestra complejidad y poder liberarnos de la animalidad. Y tal parece que la complejidad continúa galopando y progresando con la evolución que se va dando. Una aventura que pasó a ser un evento cósmico, químico y biológico y finalmente, parece que cultural.
Esta lógica de organización, nos dice Simonnet, sólo es una comprobación de que no se puede decir que la materia inventa, que la naturaleza fábrica o que el universo sabe y sobre todo, que exista una intención. Sin embargo, cuando se forma en el vientre materno, el feto rehace, aceleradamente, el recorrido de la evolución animal.
¿Tendremos en nosotros la memoria del universo?
Sea cual sea la visión que tengamos de nuestros orígenes, sólo hay una moraleja de que sólo somos chispas irrisorias en relación con el universo. Ojalá tengamos la sabiduría de no olvidarlo, concluye Simonnet.
Basándose en la confrontación de la complejidad con la incertidumbre, Wagensber se pregunta: ¿Por qué precisamente estas formas y no otras? Y ¿Cómo es que emergen y perseveran?
El biólogo no ha podido dirigir una respuesta confiada a la pregunta: ¿Cómo han llegado los cuerpos de los animales a ser urdidos con tanto arte? Con el tormento de la teleología que atribuye un propósito a toda actividad evolutiva, como si la creación estuviera esforzándose por alcanzar la perfección de las cosas. La naturaleza de la adaptación es la mejora del diseño o por lo menos, de la aptitud.
Cuando la materia llega a organizarse de determinados modos, surgen propiedades tales como la vida y la conciencia. El progresivo desarrollo de las formas orgánicas fue considerado como una propiedad inherente de la materia viva; un principio interior que aseguraba el que las formas sucesivas fueran cada vez más perfectas. Y con Lamark, encontramos el reconocimiento firme de que el medio desempeña un papel importante. Y para Liebniz, la pregunta de: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? Se trata de una pregunta puramente filosófica, que la ciencia es incapaz de responder.
Durante siglos, se ha separado rigurosamente la materia y lo viviente, como si se tratara de dos mundos diferentes. La Tierra se aísla tras de su velo y reemplaza a las estrellas para hacer evolucionar la materia. Antaño, se ignoraba que las moléculas estaban compuestas de átomos y las células hechas de moléculas, por lo que la vida se explicaba por voluntad de los dioses o gracias a un azar extraordinario, que para muchos era un modo de ocultar la ignorancia.
El fundamentalismo religioso sitúa al humano por encima del resto de la creación, en lugar de integrarlo con ella, en tanto que el materialismo científico, según Lipton, nos dice que el milagro de la vida fue prácticamente un accidente derivado del movimiento aleatorio de un dado genético.
Rosnay, nos dice que la naturaleza no “halla” y carece de intención; procede por eliminación, con lo que el ADN permite una diversidad considerable de estructuras vivas. El ADN está inscrito en la lógica de la evolución química del universo.
No podemos dejar de advertir que parece haber una lógica en este proceso. No se trata de coincidencias. Así es la vida, nos dice Simonnet, nos parece resultar de una serie de coincidencias, porque olvidamos los millones de pistas que no llegaron a nada. Nuestra historia es el único relato que podemos reconstruir y por esto nos parece tan extraordinaria.
Para responder a la pregunta sobre el gran número de especies que han habitado en la Tierra, basta con dejar constancia de la infinita diversidad de lo que se denomina los nichos ecológicos, es decir, los medios propicios para el pleno desarrollo de un grupo vegetal o animal, donde ante un problema de supervivencia o para subsistir en caso de penuria o cambio de clima, un grupo busca otro nicho con características diferentes y más favorables y se adapta poco a poco a él y así, crea una especie nueva.
¿Las restricciones del medio ambiente, aceleran el perfeccionamiento de los organismos?
Cuando una hipótesis es establecida, es necesario intentar calcular sus consecuencias, para saber si llegamos a proposiciones razonables o absurdas. Nuestras preferencias personales ejercen sobre nuestra realidad un control muy superior al que habíamos imaginado hasta ahora. En consecuencia, lo que elijamos podría cambiar realmente el destino de la humanidad.
Un sistema lógico, sugiere una cierta mecánica, en el sentido de que todas las operaciones que se llevan a cabo con los enunciados siguen unas reglas fijas. Donde la formulación importante posee una capacidad predictiva y unas grandes dosis de generalizaciones, consecuencia del carácter abstracto del problema.
La relatividad general, nos enseña que nuestras mentes siguen distintas reglas de las que rigen el mundo real. Una mente racional, nos dice Gary Zukav, se basa en las impresiones que recibe desde sus limitadas perspectivas y, forma estructuras que posteriormente puede aceptar o rechazar a voluntad.
Con independencia de cómo funciona el mundo, la mente racional sigue las reglas que se autoimpone y trata de estampar sobre el mundo real su propia versión y sus conceptos de lo que tiene que ser. Donde “lo que tenía que ser”, esa supuesta necesidad, no proviene en verdad del mundo real, sino de nuestra propia mente.
Los científicos han aprendido a mirar más allá del orden aparente y reconocer la aleatoriedad escondida en la naturaleza y los asuntos humanos. Pero, ¿Cómo distinguiremos, los patrones de la naturaleza, de los ruidos del ambiente?
La ciencia se interesa en los hechos visibles, y perceptibles. No permite interpretar lo que hay “más allá” de lo visible; no elimina a Dios pero no puede probar ni su existencia ni su inexistencia.
Hacer estrategias es tomar decisiones, hacer concesiones es elegir ser diferente de manera deliberada. Para conseguir conocimiento, añado cosas cada día, para conseguir sabiduría resto cosas cada día, nos dice, Lao-tzu. La mitad de los problemas de esta vida se pueden atribuir a decir que sí, demasiado rápido y a no decir que no, lo suficientemente pronto, nos dice Josh Billings.
La vía del análisis nos permite encontrar nuevos conocimientos, mientras que la de la síntesis, nos habilita para explicar los fenómenos ya conocidos, pero no está claro si los diferentes tipos de razonamiento implicados son deductivamente válidos. Entre los geómetras griegos, se habla de análisis y de síntesis, pero se trata en ambos casos de procedimientos claramente deductivos.
Según Richard Koch, la mayor parte de cuanto existe en el universo, tiene poco valor y produce pocos resultados. Por otro lado, pocas cosas funcionan maravillosamente bien y tienen un enorme impacto. Cuando las personas hacen que sus problemas sean nuestros problemas, no las estamos ayudando, sólo las estamos autorizando; lo único que estamos haciendo es quitarles su habilidad para resolverlos y, al hecho de forzar a las personas a resolver sus propios problemas.
Cada semana, vemos una convulsión imprevista florecer en medio de una confusión, de sistemas, sociales, políticas, económicas, tecnológicas y ambientales, que gobiernan nuestra vida y que son obcecadamente impredecibles.
Otras convulsiones sin nombre, se suman a estas crisis, amplificadas por vulnerabilidades que van en aumento. El rasgo distintivo es que ponen al descubierto la dependencia entre esferas del conocimiento que suelen estudiarse y analizarse de manera aislada, a pesar de que los detalles siempre varían en ciertos rasgos, de manera constante.
Tenemos la experiencia insatisfactoria de hacer un milímetro de progreso en un millón de direcciones. Lo que nos hace humanos es nuestra capacidad de elegir. Esto requiere, no sólo decir no al azar, sino eliminar lo que no es esencial, según Michael Porter. Según Víctor Hugo, no hay nada más poderoso que una idea cuyo momento ha llegado.
Buscamos lo adecuado, de la manera más adecuada y en el momento adecuado. Hay que explorar y evaluar de manera sistemática una amplia gama de opciones antes de comprometerse. Todo es ruido y muy pocas cosas son realmente excepcionalmente valiosas.
¿Qué me inspira, para que algo tenga talento y que cumpla con una necesidad significativa en el mundo?
Gran parte de lo que nos hace humanos, está en nuestro cerebro y mucho se lo debemos a la memoria. Una gran parte de lo que cada uno somos, está en nuestra memoria; nos permite construir relaciones causa-efecto y nos dota de cierta capacidad predictiva para construir escenarios posibles a partir de la experiencia, con lo que el cerebro es el enigma de la mayor complejidad al que se enfrenta la humanidad, explica Vicente Sánchez.
El modelo del universo que observamos es precisamente, desde el comienzo, el que permitió la aparición del hombre. El “principio antrópico”, convierte la existencia del hombre en un factor que condicionó el valor de las constantes universales, hasta el punto de que éstas hicieron obligatoria la presencia humana.
En esta hipótesis, la vida es la que da sentido al mundo y donde, los postulados de la mecánica cuántica proponen que el observador es un elemento intrínseco de la realidad de las cosas y, la elevan al rango de participante en la creación.
La muerte pertenece a la lógica de lo viviente, no es un regalo para el individuo, pero sí lo es para la especie ya que le permite conservar su nivel óptimo de desempeño, nos recuerda, por lo que se puede decir que la muerte es una necesidad de la vida.
Esta complejidad no es, tal vez, más que el precio que debe pagarse para que el orden se instale y perdure, donde se puede considerar que esta complejidad es una necesidad de funcionamiento para el universo, cuya propia existencia quizás exige un gran número de elementos y una combinación muy elaborada, nos dice Robert Clarke.
Se puede llegar a pensar que si el mundo nos parece complejo, es porque no somos lo bastante inteligentes, como para captar su sencillez enmascarada por una complejidad que tal vez, es sólo apariencia. ¿Esta complejidad es profundamente inherente a la materia o, existe sólo en nuestra forma de intentar comprender el mundo?
La variedad del mundo es el producto de cientos de millones de años de evolución, de catástrofes superadas y de expansión ecológica. Donde el mundo está dividido en diferentes hábitats, cada uno con su propia flora y fauna. Donde la baja probabilidad de preservación de muchos animales y plantas, el enorme número de especies, cada una con una historia propia, el patrón variable de los antiguos medio ambientes, todo se combina para explicar porque es poco probable que sabremos todo lo que hay que saber, ya que la historia de la vida es filtrada por los propios procesos que la conservan, según Richard Fortey.
En lugar de ver el mundo como un gigantesco mecanismo, nos inclinamos más por verlo como una personalidad cuyas partes están conectadas entre sí, no por fuerzas externas, sino por misteriosas afinidades interiores. El pensamiento de Platón es completamente teleológico, donde los fines gobiernan a los medios, su percepción de que la naturaleza no hace nada en vano y no vio dicotomía alguna entre lo animado y lo inanimado.
Existen dos filosofías enzarzadas en una lucha, ya que por un lado tenemos la visión “económica” que dice que debemos explotar el planeta en busca del “progreso”. La otra, la visión contraria, dice que el tejido de la vida en nuestro planeta, fino y lleno de vinculaciones intrincadas, corre peligro y, si queremos que sobreviva, debemos cambiar y reformar nuestra visión del mundo, donde el planeta es la base de una complicada madeja de cosas vivas, donde la Tierra presenta la capacidad de regular sus procesos, donde la biología y la geología no pueden separarse, donde la vida y su hábitat se influyen mutuamente en un proceso muy acoplado, con capacidad de autorregulación y que sin embargo, no es más que un proceso de regulación, de frenos y equilibrios, que sólo puede conseguirse mediante el uso de algún tipo de memoria, lo que no puede efectuarse sin un proceso donde intervenga la conciencia.
Se empieza a ver el mundo como algo interdependiente, orgánico y ecológico, ajeno a los valores de competitividad y explotación que todavía dominan nuestra sociedad. A la vez, se descubren las inagotables posibilidades de plenitud y desarrollo latentes en nuestro interior, que si se abriesen las puertas de la percepción, cada cosa aparecería de forma infinita, nos dice William Blake.
El hombre ha reducido o destruido completamente muchas especies y, su desaparición no ha sido la consecuencia de un cambio climático o de un accidente biológico, sino el resultado de la acción del hombre. En la mayoría de los casos, animales y vegetales se transportan de un lugar a otro, pero al no encontrar las condiciones de vida que le son necesarias, no pueden sobrevivir.
Existe naturalmente un equilibrio natural que no es conveniente modificar y como regla general, el punto del globo donde un grupo natural presenta en la época actual el mayor número de especies y las formas más variadas, debe ser considerada como su centro de dispersión. Donde es atractivo pensar en plantas y animales empeñándose en llegar a estar cada vez mejor, más adaptados, como si la vida fuera una especie de empresa con los ojos puestos en incrementar constantemente su adaptación, nos dice C. U. M. Smith.
Es imposible explicar con exactitud la repartición geográfica actual, si no se tienen seres fósiles y mapas paleo geográficos y, no hay ninguna relación entre el número de especies y su cuna originaria. Numerosos animales que han desaparecido completamente de su continente de origen y ahora sólo viven en otro. Puede no haber ninguna relación entre la cuna de una especie, su área de dispersión y la repartición actual.
La cuna de una especie puede ser muy difícil de determinar por la rapidez de propagación de las especies que es, por cierto, casi instantánea a escala geológica, porque puede ser observada por el hombre actualmente.
El conjunto de observaciones paleo climáticas, tiende a mostrar que el clima general de la Tierra era más cálido que ahora, durante las épocas geológicas anteriores. Teniendo en cuenta que en el pasado geológico hubo geografías diferentes y climas diferentes y distribuciones geográficas diferentes, es evidentemente preciso recurrir de una hipótesis de trabajo para explicarlos, como la de la presencia de floras templadas e incluso floras cálidas, en las tierras árticas durante el cretácico.
Los organismos no sólo no habitan un espacio y un tiempo, sino que justamente modifican y crean espacios y tiempos que corresponden objetivamente a sus actividades corporales. Se han incorporaron mangostas de la India en Jamaica, con el fin destruir las ratas que vivían a costa de la caña de azúcar. Las ratas fueron devoradas pero las mangostas crecieron en número y atacaron a las gallinas y otros animales del lugar, los cuales se rarificaron, con lo que los insectos tendieron a aumentar y solo volvió el equilibrio cuando las mangostas, sin tener de que alimentarse, disminuyeron en número, nos cuenta Raymond Furon.
El diseño funcional de los sistemas vivos, llevó a muchos a la conclusión de la existencia de un creador sabio que diseñó a los organismos. Sin embargo, las reacciones que se presentaron fue la de que la sabiduría de ese creador es tan limitada como la nuestra y que la perfección ingenieril de instrumentos, como el ojo y la mano, depende en mucho, igual que una cámara fotográfica, de sus causas de “prueba y error” y, la sugerencia de que el creador no entendía del todo, pero que creaba sofisticada ingeniería sobre las bases de “prueba y error”, lo que esencialmente descubriera Darwin, nos dice George Williams.
¿Qué tan lejos podemos ir con la consideración de prueba y error solamente?
Un camino donde el ojo humano, la mano y el sistema inmune y muchos otros mecanismos con los que nosotros y los animales resolvemos el problema de la vida. Los críticos señalan la precisión y características de diseño del ojo y señalan que un órgano de esta perfección no es posible producir por una acumulación de pequeños cambios; cada uno de los cuales fue mejorando ligeramente el funcionamiento del ojo. Ya que una pequeña mejora en una parte, como la retina, sería poco útil, sin mejorar otras partes.
Un mejoramiento en la retina sería inútil si no hay mejoras en los lentes y, tanto la retina como los lentes que contiene, están sujetas a variaciones individuales.
Los vegetales poseen sofisticados mecanismos que los protegen contra invasores, una suerte de hormona vegetal, donde los árboles se avisan de la presencia de un agresor. Modifican la producción de proteínas que dan a las hojas un sabor desagradable.
Nuestros errores son la mejor forma de aprender, ya que sólo los que nunca hacen nada, nunca se equivocan. Hacer las difíciles concesiones entre muchas cosas buenas y pocas cosas verdaderamente geniales. Vivir una vida fiel a ti mismo, no la vida que los demás esperan de ti.
PATRONES DE RESILIENCIA: EL PODER INVENCIBLE DE LA ELECCIÓN
Se define como “Resiliencia”, la capacidad de un sistema para mantener su objetivo central y su integridad ante circunstancias que han cambiado drásticamente, donde la modularidad, simplicidad e inter operatividad les permiten a los componentes de muchos sistemas caracterizados por la resiliencia, congregarse o aglomerarse en el momento adecuado y momentos de coacción, nos dice Andrew Zolli.
La sabiduría de la vida consiste en eliminar lo que no es esencial y, en hacer sólo las cosas adecuadas, las verdaderamente importantes, eliminando todo lo demás, restaurando la calidad del trabajo y lograr las que son en realidad vitales.
Distinguir las pocas cosas vitales de las muchas trivialidades, eliminando lo no esencial, quitando los obstáculos para que las cosas esenciales fluyan de manera clara y ágil, con un enfoque disciplinado, sistemático para poder determinar nuestra mayor contribución y poder ejecutarlas casi sin esfuerzo.
Tener una forma sistemática de describir lo importante y eliminar lo que no lo es y, lograr hacer lo esencial, represente también el menor esfuerzo. Además, alejarnos de los proyectos sin ningún sentido y de las juntas improductivas. Comprar cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a gente que no nos cae bien. Sería una forma distinta de hacerlo todo.
Nuestras opciones pueden ser cosas, pero una elección es una acción; siempre tenemos control sobre la manera en que elegimos las cosas y donde, en cierto punto, más esfuerzos ocasionan que nuestro progreso se estanque e incluso se detenga.
Paradójicamente, la resiliencia suele mejorar con una forma de aglomeración adecuada, es decir, juntando cierto tipo de recursos. Un tipo especial de aglomeración, caracterizado por la densidad y la diversidad del talento, de los recursos, de las herramientas de los modelos y de las ideas.
Esta diversidad aglomerada, garantiza la “resiliencia” con círculos de retroalimentación, reorganización dinámica, mecanismos internos de defensa, desligamiento, diversidad, modularidad, simplicidad: conglomerarse y aglomerarse, forman una parte importante
Debemos disfrutar no tan sólo el destino sino también el viaje de la vida. Existen demasiadas fuerzas que conspiran para impedir que apliquemos la búsqueda disciplinada de “menos pero mejor”; motivo de porqué tantos terminan en el camino equivocado, donde personas inteligentes y talentosas permanecen atrapadas en lo no esencial y han perdido su habilidad para distinguir las cosas vitales.
Cuando tenemos más opciones y oportunidades, representa una exigencia sobre nuestro tiempo y energías y donde se diluyen esfuerzos; nos dispersamos cada vez más, nos distraemos de lo que sería nuestro nivel de contribución más alta, nos señala Greg McKeown.
En numerosas ocasiones, la física, una teoría, surge de un experimento y se consagra mediante otro experimento. La formulación es importante, porque se posee una capacidad predictiva y unas grandes dosis de generalizaciones, consecuencia del carácter abstracto de las matemáticas. Significa que es importante “tener cuidado” con lo que se hace, pero no es necesario “pensar” en lo que hace, con lo que se podrían crear teoremas de una forma puramente lógica.
Una posibilidad así, haría que las matemáticas no sólo fueran una ciencia exacta, sino también una ciencia perfecta, la ciencia de todas las ciencias, nos dice Georges Politzer.
El razonamiento es un proceso sujeto a esquemas, que en parte al menos, está gobernado por leyes perfectamente posibles de formular. Uno de los descubrimientos más trascendentales en matemáticas, fue la existencia de varias geometrías distintas y todas ellas igualmente válidas. Lo que causo gran conmoción y lo que atentaba contra lo que se creía, de que la matemática estudiaba y reflejaba el mundo real.
Frege, Peano y Hilbert, combinaron el razonamiento formal y geometrías más estrictas que las Euclidianas, con el propósito de aclarar qué es lo que se entiende por “demostración”. Pero Frank Wilczek, nos dice que saber cómo resolver una ecuación, no significa comprenderla, ya que resolver ecuaciones no es más que una herramienta imperfecta que nos permite trabajar con ellas.
La teoría de la computación cuántica nos obliga a revisar nuestras teorías explicativas del mundo, que nos impone una visión de la realidad como la de un múltiuniverso. Este hecho nos obliga a un gran cambio en nuestra visión del mundo.
Según Peter Russell, una vez que nos demos cuenta de que todos compartimos el mismo origen, toda vida humana será sagrada; la guerra y el asesinato, los atracos, las violaciones y en cualquier otra forma de violencia personal serán anatema. Habría un cambio generalizado en el concepto de identidad personal, esperándose una remisión de los comportamientos in apropiados, inútiles y a menudo dañinos, que nacen de la necesidad de reforzar nuestro sentido de ser algo separado.
Círculos de retroalimentación, reorganización dinámica, mecanismos internos de defensa, desligamiento, diversidad, modularidad, simplicidad, conglomerarse y aglomerarse, forman una parte importante de las herramientas que permiten lograr una “resiliencia sistémica”. Estos elementos forman una poderosa red de referencia para evaluar: la resiliencia o la fragilidad de grandes sistemas, las infraestructuras críticas, que garantizan nuestra vida contemporánea.
Podemos preguntarnos: ¿Cómo crear círculos de retroalimentación más efectivos entre nuestras acciones y sus consecuencias o, como hacer que nuestra infraestructura sea más modular?
Los sistemas caracterizados por la resiliencia, pueden reconfigurarse de manera continua y fluida para adaptarse a las circunstancias en permanente cambio, mientras que continúan cumpliendo con su propósito. Las fallas habituales, modestas son de hecho, esenciales para muchas formas de resiliencia: liberar y luego reorganizar, algunos de sus recursos.
Un sistema en apariencia perfecto suele ser más frágil, en tanto que un sistema dinámico sujeto a fallas ocasionales, puede ser el más robusto. La resiliencia se caracteriza, como la vida misma, por el desorden, la imperfección y la ineficiencia, pero es perfecta para sobrevivir.
La esperanza de una ayuda, debilita de forma notable los efectos patógenos del stress y a la inversa, una sensación de abandono y desesperanza, pueden ser causa importante en la génesis de un stress prolongado.
Se ha descubierto que cuando la gente recibe una gratificación por donar sangre, en lugar de aumentar, disminuye el número de donadores, convirtiendo un acto de caridad, en una forma de obtener dinero y no merece la pena hacerlo.
El engaño llevado a cabo por profesores e investigadores, rara vez se persigue, difícilmente se detecta y casi nunca se castiga, aún y cuando existen infinidad de formas y posibilidades, desde aquellas descaradas, hasta aquellas sutiles.
OBSERVACIONES Y CONCLUSIONES
La razón más poderosa de toda investigación, proviene de la curiosidad humana por aprender más del mundo y de la forma en que trabaja la naturaleza y, la esperanza de descubrir algo que podría convertirse en un beneficio para la sociedad. Para Isaac Asimov, el deseo de conocer nos conduce a dominios cada vez más etéreos; y alcanzar lo útil, lo estético y el conocimiento “puro”. No parece perseguirse un propósito determinado.
Sin embargo, siempre ha habido personas que han efectuado preguntas aparentemente inútiles y han tratado de responderlas, cediendo al simple deseo de saber, tan sólo por la absoluta necesidad de mantener su mente activa.
No hay nada que no pueda ser entendido, porque éste es siempre de una insuperada simplicidad; y no hay ninguna necesidad de invocar a la idea de un ser supremo, en ninguna de sus manifestaciones.
Cabe mencionar que la recolección de datos, independientemente de lo riguroso y detallado que sean, no es ciencia. Y la mera clasificación de los hechos observados, independientemente de lo exhaustiva o lógica que sea, no es ciencia. Aun y cuando los análisis lógicos de los filósofos podrían mejorarla, según James B. Conant.
Según John Woodward: En cada elemento de la naturaleza hay una conducta que es perfectamente regular y geométrica. Tan sólo debemos descubrirla.
La ciencia proviene de los nuevos conceptos que surgen de experimentos y observaciones, que a su vez, conducen a más experimentos y observaciones. La historia de los últimos siglos, muestran tanto ejemplos de conceptos fructíferos como de los estériles.
La ciencia moderna es el resultado del entretejido de los conceptos fructíferos. No sólo es su capacidad de correlacionar los hechos conocidos, sino en su éxito o en su fracaso; en el estímulo de la experimentación y observación adicionales que a su vez demuestren ser fructíferas; vista no como una empresa práctica, sino como el desarrollo de esquemas conceptuales.
Se trata de unas cualidades que pueden ser demostradas, sólo por la aproximación histórica o por experiencia directa, menciona R. R. Wald.
Según el “principio de Pareto”, el veinte por ciento de nuestros esfuerzos produce el ochenta por ciento de los resultados, con lo que puedes mejorar en gran medida la calidad de un producto, al resolver una pequeña fracción de los problemas. Y distinguir las muchas cosas triviales, de las pocas vitales, aplicable a todo tipo de empresa. Con lo que a veces, lo que no haces es tan importante como lo que haces. Y según John Maswell: “No puedes subestimar la falta de importancia de prácticamente todo”.
¿Existe un punto en el que hacer más no produzca más y, un punto en el que hacer menos, pero pensar más, produzca mejores resultados?
Según Tolstoi: “Las interrogantes sobre nuestras dudas fundamentales, son las más simples del mundo”, sin embargo, las solemos pasar de largo. ¿Será porque nos resultan demasiado esotéricas o abstractas? ¿O será porque precisamente están tan cerca de nosotros que nos negamos a reconocerlas? Si estas preguntas siguen pareciéndonos esotéricas o complicadas, tal vez sea porque no han sido vistas aún de cerca y, no se ha visto dentro de ellas, a través de ellas, no se las ha llevado hasta el límite. ¿Están tan lejos de nosotros o es el “YO” el que las mantiene a distancia?
Siempre pensamos a base de buscar y establecer paralelismos con cosas que conocemos de nuestro pasado y por tanto, comunicarnos mejor: Metáforas y analogías de manera exhaustiva, cuando evitamos generalidades abstractas; cuando empleamos un lenguaje sencillo, concreto y natural; y, cuando hablamos sobre nuestra propia experiencia.
Lo que conocemos por “Conciencia”, nos dice D. R. Hofstadter, es una especie de espejo muy especial, que se percibe a sí mismo, como si la conciencia, se fabricara ella misma de la nada y se disolviera otra vez en esa nada; sobre todo cuando tratamos de comprender en qué consiste “estar vivo”, ser un humano y ser consciente, o a considerar cómo se forman los conceptos y cómo se recuperan los recuerdos y muchas otras facetas del pensamiento sobre cómo percibimos el mundo.
Las frases, son un nuevo reflejo de la mente y no el producto de un pensamiento consciente; por lo que guían tu pensamiento con la costumbre de hacer conexiones de palabras sistemáticamente producidas por actos reflejos; con lo que resulta interesante comprobar cómo nuestra mente falla cuando la hacemos trabajar por caminos imprevistos; cada fracción de esos pensamientos parecen surgir de forma automática y sin que la conciencia intervenga.
Así, sentirse vivo es meramente una ilusión, propagada por un reflejo que impulsa a uno a decir: “Estoy vivo” sin llegar a comprenderlo, así una criatura viva auténtica queda reducida a un conjunto de reflejos complejos. Hofstadter, nos dice que los enfermos de Alzheimer, en fase terminal, ya no habitan sus cuerpos, ya que en el interior de sus cráneos, algo parece haber abandonado su cerebro; el “Yo” se ha desvanecido parcial o completamente, como si se hubiera marchado por un desagüe para no regresar jamás.
El mundo nos parece diferente, dependiendo del tamaño de la escala en que lo veamos. La naturaleza nos enseña grandes riquezas de formas y manifestaciones, en su rango de escalas espaciales y en sus interacciones sobre los fenómenos que ocurren.
Lo que consideramos tierra sólida, no se encuentra fija en el espacio y tiempo. La deriva continental influye en el clima y en la vida. Y en sus escalas de tiempo de manifestación, se da a través de miles de millones de años.
Nuestra escala personal está muy limitada y para entender a la tierra como sistema, es importante entender cómo interactúa con el aire, agua y vida. Así, ¿A qué escala debemos enfocarnos en temas del estado del tiempo, ecología, sociedad y cambios ambientales?
Los trópicos, al ser más extensos y estables que las regiones polares, pueden haber permitido a las especies, más espacio y tiempo para especializarse; así también podemos admitir que la mutación y recombinación, son capaces de producir un número infinito de diseños, donde cada combinación podría ser el anteproyecto de una especie, donde el número potencial de especies resultaría asombrosamente grande y preguntarnos: ¿Por qué debemos sorprendernos de que cada animal exhiba el mejor de todos los diseños posibles en biología?
En América del Norte, muchas plantas y animales han emigrado muy abajo hacia el sur, pero han podido regresar cuando el clima se ha hecho más benigno. En cambio en Europa fue algo diferente, debido a la barrera infranqueable que representa el Mediterráneo, pero muchas de ellas desaparecidas por las glaciaciones, podrían ahora ser reintroducidas, por el hecho de tener nuevamente sus antiguos climas.
La complejidad y riqueza de manifestación, percibidas en la naturaleza, son el resultado de cosas primitivas que se agrupan. La única forma de explicar la creación, es mostrando que el creador no tiene absolutamente ningún trabajo que hacer. Podemos hasta descubrir al creador resolviendo las aparentes complejidades en simplicidades y también cómo se puede dejar que desaparezca de la escena, según Atkins.
En ciencia, suele apostarse por el comportamiento más sencillo posible, donde el establecer relaciones entre las distintas mediciones de los fenómenos, debería ocupar el primer lugar en la práctica experimental de la física. En el mundo subatómico, también hay una gran diferencia entre estar solo y estar acompañado. El comportamiento de las parejas es radicalmente diferente al de cada uno de los miembros por separado. En cualquier caso, hay que aceptar las enseñanzas de la naturaleza. La naturaleza no es clásica y, si quieres simular la naturaleza, más vale que lo hagas con mecánica cuántica.
Para San Agustín: “Tanto la fe como la razón conducen a la misma verdad”. En cambio para Montaigne: “No existen verdades absolutas o duraderas, sólo opiniones”. Y, Ralph Waldo Emerson, nos dice: “y, luchando por ser hombre, el gusano sube por todas las espirales de la forma”.
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