Juan Gallegos Soto
La Familia Humana
En los albores de la humanidad
te busco,
no encuentro en mi memoria impronta
no impregnada de tu cielo y mar;
trasiego sin rubor ni miedos
en la penumbra de tu amanecer:
útero de mi nacimiento.
Veo con asombro el firmamento.
Desde la puerta pétrea de mi oquedad
parto, navego universo ignoto;
pretendo conocer espacio-tiempo
y su inmensidad;
prevalecer junto a la familia humana
quién una historia hermosa habrá de contar
a la eternidad.
La familia ante el cambio
La familia es la promotora de todos los cambios
En los albores de la familia primitiva la consanguinidad fue el lazo fuerte de unidad y cariño. El parentesco daba seguridad, protección e indiscriminación sin límite; los padres era los padres de todos los hijos y los hijos eran los hijos de todos los padres. La mujer siempre se reconoció progenitora de toda su progenie. El hombre ignoraba su capacidad reproductora. Le reconocía a la hembra el milagro maravilloso de incubar vidas nuevas, dándole además la hegemonía en la dirección de la tribu. Rendíanle respeto, admiración y consideraciones. Ella hacia crecer el número en el grupo tribal. Dando fortaleza en la defensa; el cuidado de las presas de caza, manufactura de utensilios propios para la cacería, alimentación y destace de la carne y resguardo de los frutos recolectados; zurcido de vestimenta con agujas de hueso y la fibra tendinosa de las carnes y correas de las pieles. Dominaba los quehaceres básicos de la vida primitiva. Además de ser dueña del soplo divino de la vida, ello le dio la supremacía del hacer y acontecer durante el matriarcado.
Había guardería colectiva. Otras madres paridas lactaban en caso ofrecido a la parentela infantil en tanto la matriarca, (o las), se dedicaban a dirigir la cacería escabulléndose con agilidad, y ya emboscada la fiera dejar el uso de la fuerza al hombre. Ignoraban las envidias, rencores, culpas, intrigas celos, mentiras, prejuicios, presunciones, venganza, desconfianza, codicia.
Así nace la familia de hoy conservando sus mejores atributos. Los peores provienen de un sistema de competencia y propaganda mediática que la vuelve consumista y le impone valores ajenos a su idiosincrasia, a su manera natural y primitiva de ser, “de ser para ser y no para tener”. Significarse en la vida por las virtudes y bregar contra los defectos adquiridos. El principio humanitario fundamental es “ser para vivir y vivir para ser”. Librarse de atavismos políticos aviesos, mercantiles y comerciales que empañan, venden y empeñan el alma humana.
Definitivo, debemos cambiar el sistema que sujeta y determina parte de nuestro actual, proceder y pensar. Impone la ganancia al principio de dar para ser y merecer (el compartir: la sabia práctica de la Kórima tarahumara). Ya libres de la enajenación y producción especulativa que lleve a la ganancia y acumulación desmedida de la riqueza, la conciencia y la mente se liberan, rompen con la mediocridad y se difuminan los defectos (errores) en pro de un futuro y una familia mejor. Es la familia un organismo vivo, está en permanente cambio hasta el final de los tiempos y la eternidad.
No es frase baladí decir “vengo del trabajo fecundo y creador para hacer patria”. El trabajo creador es fuente de toda riqueza y da carta de naturalización a la Familia. Amar para crecer y crecer para amar. La evolución física y mental hizo alcanzar y trascender la sapiencia y el conocimiento a través de su acción lúdica primitiva, aunado al consumo del omega 3 del salmón que potencializó su divagar y especular cognoscitivo y estructuración neuronal.
En los grupos sociales, nacionales y familiares es menester la meta de intercambiar y transferir conocimiento sin fines de lucro para bien y bienestar de la sobrevivencia de la humanidad. Perpetuar el homo “solidarius” hasta el último confín de la Tierra. “Dar para ser ennoblece el alma”, la libra de impurezas mentales que le atan a egoísmos, envidias, rencores y celos, para heredar nuevos y supremos valores haciendo de la sociedad regional y global una Familia Humana inmersa en la práctica del compartir y ayudar a nuestros semejantes.
Al librarnos de prejuicios, codicia, rencores, miedos y culpas se aprenderá a perdonar y perdonarnos sin olvidar la autocrítica, no sujeta a estándares pre-establecidos que nos condenen de antemano. Así tendremos una mente fresca y siempre nueva para hacer evolucionar a la humanidad y nos mantenga en la sabia locura de la vida.
Librarse de la ambición, la rectoría y proceder del Capital es nuestro destino, ya que desvirtúa los valores familiares y patrióticos.
La fraternidad, comprensión, apoyo, perdón, respeto y responsabilidad reciproca de acuerdo al rol de cada cual en la misma es formativo y enaltecedor. El amor incondicional sobre todo principio es la base del núcleo social de la familia. En ella nace la educación informal como punto cardinal de su fortaleza junto a la informal (académica) que lleve en el corazón a la patria.
Sin olvidar. La amistad entre las Naciones es uno de los grandes amores de la humanidad y la familia, ambos el sustento y la razón de ser