México/
Entrevista a Ana Esther Ceceña: “No ganó un candidato, ganó un pueblo que va a exigir cambios”
Resumen Latinoamericano /Batalla de Ideas /7 julio, 2018
Batalla de Ideas dialogó con Ana Esther Ceceña para conocer su opinión luego del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del domingo 1° de julio. En la entrevista, la economista mexicana y experta en geopolítica continental habló sobre las causas que llevaron a este resultado electoral y lo que cabe esperar del gobierno de AMLO en materia de política interior y exterior.
Por Fernando Vicente Prieto
¿Qué análisis haces de lo ocurrido en torno a las elecciones presidenciales que concluyeron el domingo?
Fueron las elecciones más complicadas que hemos tenido en mucho tiempo. Pero, también las más impredecibles; eran difíciles de descifrar antes de la votación. Obviamente el trabajo de AMLO que hizo, o sea, llevaba 18 años haciendo campaña, pero, sobre todo el último periodo, fue así 6 años sin parar, haciendo la campaña. Y, obviamente, a lo largo de todo ese tiempo fue haciendo también alianzas con mil fuerzas: algunas que nos gustan mucho, otras que realmente nos desagradan mucho. Pero bueno, fue la manera de tejer la posibilidad de llegar ahí. Pero eso que fue el trabajo de él, del candidato, y de Morena, a mí me parece que no es lo que determinó la elección: una parte la determinó, pero ¿sabes qué? Hasta donde yo recuerdo, desde el 88 en que la gente se movilizó por primera vez en una supuesta unidad de la izquierda para llevar a Cárdenas a la presidencia, no había visto yo una cosa así. Y creo que incluso es casi incomparable con ese otro momento, porque ahora venimos de un largo periodo de daño, de desgaste, de violencia, de agresión al pueblo, de humillación al pueblo. Nos han pasado muchas cosas en todos estos años; hemos tenido, pues, por una lado, el levantamiento zapatista, y luego un poco de todo el país, movimientos indígenas de todo el país levantando su voz diciendo otras cosas, denunciando la masacre social en la que vivimos. Pero nunca habíamos estado como el último sexenio. Los últimos tres años ha sido impresionante la inexistencia total del estado de Derecho, una impunidad total, abierta y descarada en todos los sentidos, en todos los terrenos, la corrupción nunca había estado como ahora, realmente hay un saqueo al país que tú incluso lo ves, es algo notorio a simple vista.
Entonces estábamos en una situación muy complicada y mira, tal parece que ese pueblo es el que salió y el que definió las cosas. Era impresionante ver la cantidad de gente formada en las casillas, cosa que en este país no ocurre. Eso puede ocurrir en Venezuela, o en otros lados; acá no ocurre porque nadie piensa que pueda ganar nada a través de las elecciones, porque tenemos una larga historia que así lo indica. Pero esta vez la gente dijo: “No importa nada, yo voy y defino, por lo menos en mis términos”. Y así lo hizo, oye: una votación de 70%, hacía años que no había en este país. Lo que interpreto es que no ganó un candidato, ganó un pueblo. Ganó un pueblo que va a exigir a este candidato o a cualquier otro, espero yo. Esto es algo que permitió dar un brinco a otro estadio de participación política. Y la impresión que da ahora es que, más allá de López Obrador, la gente está decidida a que las cosas se hagan de cierta manera.
López Obrador viene con un equipo neoliberal, por ejemplo en la cartera económica, viene con alguien que es muy importante ahí en su grupo, por ejemplo Alfonso Romo, que es quien está manejando toda la parte de la relación con los empresarios, hasta donde entiendo. Y es el empresario más vinculado con Monsanto que tenemos. En verdad, su trabajo empresarial fue el tratamiento de las semillas, para hacer las semillas transgénicas. Y él siempre ha estado muy vinculado a Monsanto desde hace muchos años. Entonces, tú ves eso y dices “pues, cambió y no cambió”. Y fíjate, a pesar de todo eso, yo creo que cambio mucho. No es que cambió la estructura o la tónica o hasta ni los propósitos que tiene este equipo. Sino que más allá de este equipo y de sus propuestas, lo que cambió es la decisión del pueblo de México y creo que eso es algo muy fuerte, que va a tener muchas repercusiones, que incluso va a permitir o va a obligar que el gobierno de AMLO sea un poco más radical de lo que tal vez él mismo se había propuesto. Y en todo caso, va a llevar a la sociedad a un nivel de participación directa, democracia directa muchísimo mayor del que teníamos.
Algo que me llamaba la atención mientras repasaba los datos electorales, era la diferencia que había en las votaciones, de acuerdo a los estados. ¿Por qué te parece que en estados como Oaxaca o Chiapas fue tan importante el apoyo a López Obrador?
Bueno, estos dos estados son muy politizados. No te olvides que allí ha habido una larga historia de lucha indígena; por un lado están los zapatistas, en otro hay un movimiento indígena muy largo por el municipio libre, por la elección política de acuerdo con usos y costumbres. O sea, se han establecido modos de hacer política muy particulares. Eso en términos históricos. Pero, también, ya en términos más coyunturales, Oaxaca ha tenido un ascenso de la violencia tremendo en los últimos tiempos, la población está muy acosada, hay un paramilitarismo fuerte en Oaxaca, en Chiapas también y me imagino que eso influye. Mira, tenemos que distinguir, y no sé cómo se podría hacer, porque es algo muy difícil… hay dos tipos de voto: uno que es contra y otro a favor. Uno que es contra de todo lo demás y por eso vota por López Obrador, como intentando que por fin que el voto sirva de algo, votar por aquel que tiene todo en contra es algo importante. Y luego están los que votan directamente por AMLO porque les gusta, porque su proyecto les convence. Y en esos estados y en todo el país se sumaron esas dos cosas.
Fíjate, después de la elección, ahí, una serie de pronunciamiento muy interesantes empiezan apenas a salir. Por ejemplo pronunciamientos de organizaciones políticas diciéndole: “López Obrador, lo que le pedimos es esto”; y hacen su lista de demandas muy fuertes y muy sentidas por la población. Por ejemplo el FLN [Fuerzas de Liberación Nacional], que es un grupo armado en principio, aunque no esté usando las armas, y que llama a desmilitarizar el país. Dicen: “Lo que nos interesa es la desmilitarización y particularmente esto y esto”. Hay otros grupos que dicen: “En la campaña se dijo que se iban a echar atrás las reformas neoliberales que metió Peña Nieto al inicio de su periodo” y entonces la gente dice: “Queremos ver que de verdad se echan atrás la privatización del petróleo, la privatización del agua…”. Digamos, todas estas cosas que son por las que el pueblo de México fue a votar por López Obrador. No votó por él, votó por lo que quería lograr a través de él, en muchos casos. Obviamente hay casos en los que votaron por él, pero yo casi me atrevo a decir que la mayor parte votó por él porque a través de él piensa que se pueden hacer algunas de estas cosas. Y la gente está organizada, ahora sí logró algo: logró derrotar la impunidad electoral (que es un paso gigantesco) y empezar a poner en orden la impunidad en todos los otros campos. Entonces, yo creo que eso primó, o sea, estados a veces muy arrasados, a veces muy castigados políticamente o por la violencia… bueno, evidentemente piensan que tienen que encontrar algún camino de salida. Porque México antes de las elecciones estaba… yo me atrevería a decir, en una total desesperanza, ya no sabía la gente por dónde pelear porque por donde lo hicieras, no funcionaba. Entonces esto fue un poco una prueba de fuego y el pueblo la pasó. Y por eso creo que los resultados han sido los que tú señalas.
¿Qué política tuvo el EZLN en relación a las elecciones?
Hay algunos ecos por ahí de gente cercana que ha empezado a dar opinión… Antes de la elección también ellos sí hablaron y dijeron algo así como: “Miren, con López Obrador no cambia nada, es decir, lo que analizamos es que el gabinete que está proponiendo es un gabinete que no indica que va a haber cambios muy sustanciales. El proyecto que tiene y los compromisos que ha hecho indican que cambia el hombre, pero, no necesariamente el proyecto de país”. Cosas similares han estado manifestando, pero, yo creo que también lo que ocurrió en las elecciones a ellos les va a poner a pensar. Nos ha puesto a pensar a todos, honestamente. Porque la respuesta fue mucho mayor de la que se hubiera podido esperar, de la que se hubiera podido prever. Y me imagino que ellos lo deben estar sopesando y midiendo, incluso todavía estamos apenas viendo todos los resultados, de manera que para dar una opinión hay que hacer lecturas más finas y en ese momento se manifestarán. Yo supongo que lo harán un poco en el mismo sentido que lo han hecho otros, diciendo: “Muy bien señor López Obrador, aquí estás. Pero no te damos ningún cheque en blanco y seguimos pidiendo lo que pedimos. Y si tú te has comprometido con ciertas cosas, ahora tendrás que cumplirlas”. Es decir, la lucha del pueblo y la lucha en este caso de los zapatistas sigue como es: sigue empeñado en el mismo tipo de propósitos, con las mismas prácticas, eso no se va a modificar. Lo que sí se puede modificar es esa relación. La relación entre López Obrador y los zapatistas no es buena, nunca ha sido buena, tienen una larga historia de diferencias. No sé si ahora será mejor, pero ahora no es López Obrador, es el Presidente de la República y evidentemente esto cambia los términos y supongo que en unos pocos días tendremos algún pronunciamiento. Yo, por lo pronto, no he visto un pronunciamiento de ellos, creo que no lo hay a este momento [miércoles 4 de julio de 2018].
En la previa ellos plantearon que dudaban que el capitalismo (así lo dijeron) permita el triunfo de AMLO, pero no fueron explícitos en relación a cuál iba a ser su actividad electoral; si iban a votar en blanco, si no iban a votar…
Lo dejaron libre. Dijeron: “Cada quien haga lo que quiera hacer”. Como movimiento no se pronunciaron en términos del voto. Se pronunciaron haciendo un análisis, el que tú mencionas, el análisis es que acá no esperamos que haya muchos cambios por un lado. Por otro lado (y que es, además, lo que muchos pensamos) el poder establecido no permite, no ha permitido a lo largo de ochenta años que el candidato electo llegue. Siempre hay un candidato “predestinado”, digamos, o sea, preelegido. Y entonces, la gente iba a votar y te decía, hasta hacían chistes: “Yo voy a votar al PRI, porque es el que va a ganar, ¿no?”. Realmente hay una costumbre de elecciones inválidas. Entonces todos estimábamos, en algún momento, que iba a ser muy difícil lograr una diferencia suficiente como para que tuviera que ser respetado el voto. Pero el PRI está tan descompuesto… el poder en general ha cambiado mucho, se ha descompuesto y se ha compuesto de otra manera, está configurado de otra manera. Yo diría que hay muchos poderes locales, realmente muy fuertes, muy asentados y con mucha capacidad de fuego. Es decir, gente que impone su ley en las regiones, y eso mismo había carcomido los poderes nacionales, por supuesto, al máximo, e incluso a los mismos grupos de poder nacional, de algún modo, están participando en esos poderes locales; se habrían implicado o eran parte misma del crimen organizado, incluso con la actuación de las fuerzas de seguridad protegiéndolos localmente. Y aparecen conflictos locales, cosas más acotadas y, sin embargo, se convirtió en dinámica nacional. O sea, esto es lo que tenemos hoy de país; un país hecho pedazos, en el que reinan los poderes locales. Y no hay manera de defenderte de los poderes locales, porque no hay un poder superior al cual apelar y ese supuesto poder superior en realidad se diluyó en esos poderes locales. Entonces, en esa situación, imagínate, era muy difícil prever que iba a pasar.
Yo sí creo, por muchos datos que hay, que el fraude estaba preparado. Incluso viendo que el candidato del PRI iba tan mal, el del PAN no le convencía al PRI y esa parte del PAN (hay una parte del PAN que se alió al PRI) ni siquiera parecía ser suficiente tampoco. Entonces, era claro que se unían o no podían ganar. Y tampoco podían hacer fraude porque era un poco complicado. Pero todavía en los últimos quince días o el último mes, se empezó a preparar la posibilidad de fraude, incluso en los medios se discutía mucho que “los electores no se han pronunciado”, en fin… muchas cosas que te perfilaban ya un escenario de fraude. Pero fue tan abrumadora la presencia popular en las casillas, la manera como la gente empezó a votar, que esto no podía seguir. Fue tan fuerte que ni siquiera esos mecanismos de fraude pudieron operar, ya era a tal punto obvio que no había manera. No se cómo se van a reacomodar esos poderes ahora, hay algo que a mí me intriga un poco que es por qué el PRI no retiró a ese candidato, el PRI tendría que haber retirado a ese candidato que no logró hacer nada, ni al principio ni al final, que es lo que estaban jugando ahí, jugaban un buen nivel de alianzas con López Obrador, está claro que hay una buena parte del PRI que se alió con López Obrador, también una parte del PAN, aunque menos que del PRI, o sea que es un fenómeno nuevo para México.
En el discurso que dio el domingo en el Zócalo, luego del triunfo, AMLO expresó que “la corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen político en decadencia (…) Estamos absolutamente seguros de que este mal es la principal causa de la desigualdad social y económica y de la violencia que padecemos, en consecuencia radicar la corrupción y la impunidad será la misión principal del nuevo gobierno”. Llama la atención que no ubique al sistema social como el origen de esa desigualdad social y económica, sino a “la corrupción”.
López Obrador nunca fue anticapitalista. Representa una izquierda que viene del PRI. Él mismo insiste mucho en que no es un hombre radical. O sea, que sus propósitos son los de la decencia y que eso tiene que llevar a una cierta justicia social. Pero no son los de cambiar el sistema, transformar la sociedad como nosotros lo entenderíamos. Él propone desde el principio un ataque a la corrupción, controlar las fuerzas desatadas del poder, pero no al poder mismo. Él en ningún momento lo ha dicho pero además creo que estaría lejísimo de querer y poder hacer un cambio de sistema. Lo que pasa es que si bien la corrupción es algo que se da en todo el planeta, lo que ocurre en México es algo excepcional. Han saqueado, literalmente, el país. Yo casi diría que no queda nada por repartir. Quedan cosas por recuperar para empezar a pensar en una mínima distribución de la riqueza. Eso es algo muy visible, es algo que ha carcomido mucho todas las estructuras políticas porque no hay ninguna legitimidad ni credibilidad en la política, de la política realmente existente, porque todos son unos bandidos. No solamente porque tienen proyectos que no son compatibles con lo que muchas gente estaría buscando sino que ni siquiera se cuestiona el proyecto porque lo primero que hacen es llegar a saquear. Entonces la cuestión de la corrupción es una carta muy fuerte en este momento, y López Obrador la ha sabido manejar. Por lo menos que se restablezca un poco el control de la corrupción.
Creo que él tocó un punto que para México es cómo reestablecer el Estado de Derecho. Nosotros no tenemos Estado de Derecho, no hay autoridad a la que puedas apelar en caso de daño. En caso de asesinato, de desaparición, de robo, de lo que se te ocurra. No hay autoridad a la que acudir, estás solo. Entonces restituir un poco el Estado de Derecho puede permitir empezar a restituir ciertas condiciones de socialidad, de respeto en la sociedad. Aunque sea algo muy básico, es algo que es muy fuerte en México. La gente que no vive aquí no puede imaginar los niveles de destrucción a los que hemos llegado en este país. Pero en definitiva, no podemos esperar de López Obrador un proyecto que él no tiene.
¿Cómo puede afectar esta nueva situación en México en el escenario latinoamericano y global, incluyendo la relación de Estados Unidos con el resto del continente?
Es la pregunta del millón. Por un lado, creo que no hay que esperar la reapertura de un ciclo progresista, como muchos han dicho. Pero al mismo tiempo va a tener un peso que va en ese sentido. Porque obviamente no va a ser parte de una política hostil ni agresiva hacia los países con gobiernos progresistas, contra los procesos transformadores en América Latina. En ese sentido, se va a ganar mucho terreno porque México era un operador de los Estados Unidos en los organismos regionales, por ejemplo estaba impulsando el acoso a Venezuela en la OEA. Ahí va a haber un cambio que se va a sentir.
Por otro lado, la relación que pueda tener con Estados Unidos es una incógnita. Pero creo que en el terreno en el que va a haber un cambio sustancial es en el de la migración. Si López Obrador no toma una posición firme, de defensa de los mexicanos en el exterior, de búsqueda de buenas políticas migratorias, ahí si va a perder un terreno enorme porque la gente está esperando eso de él. Y creo que en Estados Unidos no están preparados para tratar con alguien como él. Porque no es muy de izquierda, pero tampoco es el PRI ni cualquiera de los otros que con los que tienen las cadenas bien aceitadas. Por lo que creo que van a tantear también. Y creo que López Obrador puede arrancarle una buena política de migración a Estados Unidos. A su vez, ha hablado de la necesidad de tener un tratado de libre comercio menos humillante -esto le interesa a los empresarios que están con él- y más respetuoso.
Hasta dónde podrá avanzar en estas cosas va a depender de hasta dónde pueda solidificar su fuerza interna, porque no es toda de él. La gente que lo votó no es toda gente seguidora de López Obrador, es gente que se rebeló. Hasta dónde esa gente y sus seguidores logra hacer un tejido social que logre ser un pilar de apoyo para impulsar este tipo de políticas. Y también dependerá de las políticas que se impulsen, porque si no, habrá gente que se desencantará. Hay que decir que no ha dicho mucho sobre estas cosas más gruesas. Los irá desarrollando en los próximos meses que le restan para asumir, que son meses muy difíciles porque generalmente los gobiernos salientes toman medidas complicadas o hay grandes masacres. Incluso Peña Nieto empezó con los decretos de privatización del agua. Si eso pasa, le movería un poco el piso al nuevo gobierno, aunque creo que con los resultados que se dieron, eso no va a ser fácil. En los próximos meses se va a ir perfilando claramente una política de gobierno más firme, nacionalista, de defensa del empleo, con políticas sociales o asistencialistas. Este es un poco el terreno en el que parece que va a avanzar.
Hasta dónde llegue va a depender del nivel de participación y movilización del pueblo mexicano, pero también de lo que pase en América Latina. Hay que construir acuerdos, algunas vías de intercambio. Y es algo que América Latina tiene que contribuir a edificar. López Obrador no es un latinoamericanista, pero más por omisión que por acción. Sí es nacionalista y creo que en esa medida puede tener un sesgo latinoamericanista. Está claro que América Latina no está en su mejor momento y que las fuerzas de derecha intentarán, junto con Estados Unidos, jalar a México otra vez para disciplinarlo. Yo tengo la idea de que eso no va a ser tan fácil, hay mucha gente alrededor de López Obrador que siempre tuvo una posición crítica de las políticas de Washington y eso vislumbra que la relación va a ser en otros términos. Es pronto para adelantar cuáles serán esos términos, pero sin dudas serán mejores que los anteriores.
http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/07/07/mexico-entrevista-a-ana-esther-cecena-no-gano-un-candidato-gano-un-pueblo-que-va-a-exigir-cambios/
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