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Julio 2018

El México profundo y Andrés López Obrador

La élite dominante, que gusta llamarse mestiza, ha implantado un sistema de gobierno casi segregacional de lo indio-campesino y lo popular.El México profundo y Andrés López Obrador

Foto:EFE

22 de julio de 2018

Pablo Mamani Ramírez, Sociólogo

El domingo 1 de julio los mexicanos eligieron a Andrés López Obrador como nuevo presidente de México; ganó las elecciones federales con la coalición Juntos Haremos Historia, con 31% de diferencia al segundo, Ricardo Anaya, Por México Al Frente. En el Zócalo sus seguidores festejaron ruidosamente. México se conmociona internamente y despierta expectativas en el exterior. El partido de Estado, el PRI, junto con el PAN, han sido derrotados. Obrador ganó en 31 de los 32 estados. 

En 2010, cuando estudiaba en la UNAM, se hablaba del retorno de la revolución mexicana de 1910 de Emiliano Zapata y Pancho Villa. Se hablaba de los cien años de aquella revolución como un presente inmensamente vivo, lo cual expresaba el deseo de justicia frente a la injusticia vivida curiosamente luego de aquella revolución. Aquí existen periodistas, dirigentes de los pueblos, intelectuales, asesinados por las mafias del poder de los diferentes estados. 

El movimiento indígena y popular de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, entre muchos otros, han sido duramente reprimidos, y sus líderes asesinados. El movimiento zapatista alzado en armas en Chiapas habla de esa historia. Los poderosos de este país no admiten críticas ni luchas sociales que puedan cuestionar su poder, situación que lo ha convertido a México en un Estado ultraviolento. 

México tiene tres Méxicos. El México del norte, del centro y del sur. En cada uno de ellos y en general existen grandes diferencias económicas y sociales. El norte es más rico, aunque asolado por la violencia del narco; el centro más equilibrado, pero también con grandes territorios de pobreza urbana, como la ciudad de México, Puebla o Oaxaca. Y el sur es un México casi indígena. 

La élite dominante, que gusta llamarse mestiza, ha implantado un sistema de gobierno casi segregacional de lo indio-campesino y lo popular. Dada que éstos han constituidos dentro de cada estado y en la federal un gran poder económico producto de los 70 años consecutivos del gobierno del PRI y de su sexenio último. 

Así,  López Obrador tiene grandes desafíos sociales, políticos y económicos. Dado que debe enfrentar el desafío de equilibrar los grandes desequilibrios económicos y sociales del norte, centro y del sur. 

Si bien miles de mexicanos están esperanzados por el triunfo, tienen un desafío enorme porque el Estado mexicano tiene élites poco democráticas, particularmente en contra del México profundo, dada ésta curiosamente desde el discurso de un México revolucionario. 

Es un Estado despótico, marcado por décadas por la corrupción y criminalidad impune. Sus grupos de poder controlan literalmente todo el Estado. Aunque en lo exterior se lo ve como benefactores. El México profundo de Bonfil Batalla hoy vive en las grandes ciudades con niveles de pobreza demasiado importantes, lo cual es el mayor desafío del nuevo gobernante. 

A los grupos de poder, el control del Estado los hizo inmensamente ricos, puesto que gobiernan casi todo el territorio de México, ejerciendo un férreo control político y económico del país. Uno de los factores de los 70 años consecutivos del gobierno PRI es el haber convertido al Estado en un Estado prebendal, corrupto, y de criminalidad impune, bajo el gran discurso del México mestizo. 

Es decir, estos grupos tienen repartidas las instituciones del Estado bajo un efectivo control territorial y social. ¿Cómo enfrentará esto López Obrador? 

Los desequilibrios internos entre una región y otra son pues una realidad inocultable. Hay estados y pueblos más ricos y otros en pobreza abrumadora. 

El desafío entonces es realizar justicia social efectiva porque aquí existen pueblos indígenas, campesinos y trabajadores urbanos que no tienen acceso a la educación superior, a fuentes de empleo digno, salud y un medio ambiente sano. Hay una clase media duramente golpeada por la política de Peña Nieto, por la desnacionalización de la economía y por el flagelo de la violencia del narco, además, por décadas del fraude político.  

El petróleo de México, por ejemplo, ha sido privatizado en el último gobierno del PRI. México es un país que depende fundamentalmente del petróleo y al ser privatizado en 2015, después de la histórica nacionalización de Lázaro Cárdenas de 1938, este desequilibrio social se acentuó. 

El petróleo mexicano ha permitido construir un país grande principalmente de su nacionalismo, aunque un nacionalismo útil solo materialmente para las élites de poder. 

En lo externo, AMLO tiene el desafío de afrontar al gobierno de Trump que quiere construir una muralla en la frontera norte de México. Un tema central en la política exterior. En décadas anteriores, específicamente en 1994, los norteamericanos impusieron el NAFTA, tratado de libre comercio, con el que  los mexicanos, orgullosos de su México, su nacionalismo, han sido casi destinados a morir desde el estómago. Consumen productos traídos desde el norte y la producción agrícola nacional es transgénica. Este tratado ha asfixiado a México desde adentro y desde afuera, pues la producción de alimentos de regiones rurales, campesinas  e indígenas ha sido sistemáticamente desplazada por la producción e importación transnacional.

Entonces, se espera que el gobierno de López Obrador no sea parecido a los gobiernos de Venezuela, Bolivia o Nicaragua. Después de grandes esperanzas en estos países ahora se vive grandes frustraciones. 

México es un pueblo histórico que no podría merecerse lo contrario de lo elegido, es decir, la continuación de la dominación bajo otro gobernante. 

Este Estado ha tenido una gran capacidad de secuestrar la revolución y la memoria de los líderes como Zapata y Villa de 1910. Y   podría hacerlo también con López Obrador. Ese es un detalle no menor. 

Así, el México mesoamericano y del norte, rico en su diversidad de comidas, músicas, y su forma de ser, pues, se ha convertido parte de una nueva mirada internacional y local por su importancia   geoestratégica y sociopolítica.



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