Los imperdonables abandonos
Xavier LassoAlguien tendría que advertirle a Julian Assange, o a su amigo abogado Baltasar Garzón, que vamos a dejarlo solo, librado a su suerte para que el aparato represivo de Estados Unidos pueda echarle mano.
Forma parte de las prácticas imperiales esta coordinación mediática, la narración del escándalo y los poderes establecidos. Dan Collyns, el reportero de The Guardian me llamó a mi número celular, la llamada era por WhatsApp, el 14 de mayo. Me pedía lo ayude a contactar a Rafael Correa. Lo hice, entonces me enteré de que él, Rafael Correa, ya había contestado unas preguntas que recién le habían llegado ese mismo 14, cuando el reportaje del periódico británico, el menos en su versión digital, ya se había publicado.
Collyns se sostuvo en que nunca recibieron las respuestas, a pesar de las claras trazas que siempre deja el correo electrónico y en las que constan las direcciones de Correa, la de Collyns y las fechas.
En las preguntas se habla de la llamada “operación hotel”. Correa dice desconocerla y que, además, no eran temas que él manejaba directamente.
Collyns dice haber visto documentos que desvelan que con dineros públicos, y a través de la Senain, se había dado protección especial a Assange. Primer gran asombro, porque por definición son siempre públicos los dineros que maneja el Estado, ¿o pretende el señor Collyns que empresas privadas aporten los recursos para la protección de Assange?
A Collyns se le olvidó, o no indagó, que en la embajada de Ecuador se encontró una buena cantidad de micrófonos que los había instalado el servicio de inteligencia británico. Ante esa amenaza, la respuesta lógica era contratar un servicio, fue español en primera instancia, el Gobierno actual lo cambió por uno israelita, para que asegurará nuestra embajada. A eso se llama servicio de inteligencia, y los británicos, que llevan en sus genes la vocación imperial, se han creído que un pequeño país, ¡qué horror!, no puede tener su propia respuesta, no para espiar embajada extranjera alguna, sí para proteger la propia.
Collyns habla de una multimillonaria inversión para proteger a Assange. Correa le hace las cuentas y resulta que han sido $66.000 mensuales, porque Assange ya va a cumplir 6 años viviendo en condiciones muy precarias en nuestra embajada en Londres, a pesar de que Suecia ya retiró los cargos de las supuestas violaciones.
Nos tratan con desprecio, como si fuéramos muy elementales, borderline. Claro que Estados Unidos no perdonará jamás que WikiLeaks haya filtrado información sobre las mentiras en la invasión a Irak. Por eso su indignación y las más recientes declaraciones del procurador de ese país confirman el "hambre" que le tienen al australiano.
De no creerlo: Collyns y su equipo preguntan a Correa cuál es el beneficio para Ecuador con el asilo a Assange. Hasta un principio universal como el refugio, y en el que América Latina se ha jugado la vida, es visto como mercancía: toma y daca y cuenta de resultados.
Por eso es error que el mismo presidente Moreno no reconozca que la embajada en Londres tiene presupuesto especial, porque es la única que alberga a semejante asilado.
La historia no nos va perdonar si abandonamos a Assange. (O)
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