Brasil, el alumno pródigo de la guerra híbrida
abril 8, 2018Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont
Desestabilizar un gobierno que mire con diferentes ojos las políticas económicas y sociales del neoliberalismo explicaría una lógica de la comunión de fuerzas conservadoras aglutinadas para consumar la parábola que va de Dilma Rousseff a la detención de Luis Inácio Lula da Silva. Pero otra cosa es agrupar al conjunto de los componentes desestabilizadores para desarticular un país entero. Insólita y paradigmática decisión.
En esta idea de guerra híbrida, donde las intervenciones externas e internas se desvanecen o quedan disimuladas, ustedes pueden, por ejemplo, hallar un juez de primera instancia, como Sergio Moro, que haya sido estudiante de la Harvard School del Departamento de Estado Americano, y convertirlo en un eslabón de la estructura de guerra hibrida, pero hacerlo con el Supremo Tribunal Federal, el Congreso de la Nación, los medios, el poder económico y los militares, es algo que ni los propios norteamericanos podrían imaginar.
Desde el descubrimiento del área petrolífera Pré–Sal en el 2006, que colocó a Brasil dentro de las cinco mayores reservas mundiales de petróleo, las cosas desde el punto de vista geopolítico se modificaron radicalmente. En 2009, cuando se comenzó a explotar esta zona, se producían 45 mil barriles diarios, en el 2016 se alcanzó un millón.
Y en el mismo 2009 se anunció y aprobó el nuevo marco regulatorio del petróleo en Brasil. La idea era dar prioridad en el proceso a Petrobras, transformada en una de las mayores petroleras del mundo, con papel estratégico del producto para el desarrollo nacional, representado en la aprobación de la Ley del Fondo Social y otras, en el conjunto de lo que Lula llamó “pasaporte para el futuro”.
Antes de perder las elecciones en el 2014 se lanza el Lava Jato (en marzo); el formato es presentado en sociedad como central, y comienza la guerra híbrida. Su función, debilitar a Petrobras, desmenuzarla, privatizarla y desmontar el Pre-Sal, el gran mecanismo de financiamiento de Brasil. De ella colgarán todo el desmembramiento de la política carioca.
De aquí en más intervendrán y se presentaran los elementos comunes utilizados en la primavera árabe y las revoluciones de colores. Movilizaciones urbanas, fake news, agitación, manipulación de las redes sociales, medios de comunicación afines a ignorar lo relevante y multiplicar lo desequilibrante, el poder judicial afín al uso de lagunas o interpretaciones de las leyes para la persecución política. Aquí la derecha no pudo ganar por Facebook.
Algunas de las ideas fueron exteriorizada popularmente de forma ocurrente por la escola Paraiso do Tuiuti, que inmortalizó al ocupa-presidente Temer como un vampiro, y a los manifestoches, movilización popular que reclamaba por el aumento del transporte y pedía mayor presupuesto de educación y salud. Manipulados, como mostraba la escola, por la red OGlobo, terminaron manifestando contra la presidenta Dilma Rousseff, por corrupción. Es dable aclarar que la presidenta fue depuesta por una modificación presupuestaria y no tiene ninguna causa, denuncia, imputación por motivo alguno, lo que enaltece el primer punto de la guerra hibrida, el de la acusación.
Cuando se inventó la sigla BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), la revista inglesa The Economist –la publicación de lectura obligada de liberales, libertarios y globalistas– objetó la pertenencia de Brasil. Consideraba que “un país con una tasa de crecimiento tan exigua como sus mallas de baño. Tan sólo unos años más tarde, la misma publicación observaba que “en ciertos sentidos, Brasil supera a los otros BRICS. A diferencia de China, es una democracia. A diferencia de India, no tiene insurgentes, conflictos religiosos ni vecinos hostiles. A diferencia de Rusia, no exporta sólo petróleo y armas y trata a los inversores extranjeros con respeto”.(https://goo.gl/RJTUCr)
Este Brasil jugaba con los grandes. De 2013 a 2015 fue la séptima economía mundial, hoy es la novena y roza los parámetros de un país bananero. No sólo el modelo había sacado a 40 millones de personas de la pobreza para llevarlo a la clase media; pertenecer a los BRICS le daba un liderazgo regional. Hacia afuera, la voz de Brasil asumiría la representación de toda la región. La dimensión regional le permite ser un interlocutor válido en el ámbito global, al tiempo que el prestigio global lo consolida regionalmente. El agrupamiento le permite al país sudamericano proyectarse más allá de la región y aparecer como una potencia verdaderamente global.
El resultado de la guerra hibrida ha sido monumental. El país que acabamos de describir ya no existe. Han logrado desarmar de la manera más brutal un gigante geoestratégico de la región, una jugada monumental para Estados Unidos. No podían darse el lujo de desaprovechar esta movida en un tablero en el que habían perdido a su ariete liberal en Perú. Pedro Pablo Kuczynski; una consecuencia no deseada de arrasar con el gran Brasil fue la caída de las empresas que iban a conquistar el mundo con la ayuda del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (Odebrech, JBL, Petrobras, Embraer, etc.).
Todo esto en un entorno político incierto, con elecciones indefinidas en Paraguay, México, Colombia, quizás Venezuela, y en el propio Brasil, donde se desconocen las consecuencias de la prisión de Lula y su capacidad para transferir el voto. Aunque dado los resultados de la guerra hibrida, es posible que sea trasladado a una prisión domiciliaria, más manejable y sin acceso a entrevistas, visitas, a una incomunicación que obture su transferencia de votos.
Lo que sí queda claro es que EE. UU. se sacó de encima a Brasil como uno de los competidos regionales en el concierto internacional, aunque quedan en duda los beneficios estratégicos por los cuales se emprendió la guerra híbrida. Embraer sigue debatiéndose en no caer en las manos de Boing, aunque no se sabe hasta cuándo los bufones militares brasileños la mantengan como prioridad de la defensa nacional. Y Electrobras será privatizada, aunque de manera cuestionada.
Hasta ahora las áreas licitadas y entregas del Pre-Sal, mínimas por cierto, no han tenido la algarabía americana, sino todo lo contrario. Casi en su totalidad han sido adjudicadas a consorcios en los cuales se encuentran empresas chinas, aunque con Shell, British, y en un solo caso con ExxonMobil. Estará por verse si la izquierda brasileña sortea el brillante golpe encubierto desde el Departamento de Estado en pos de una política menos corrupta, o si el pueblo de Brasil, después de perder su grandeza, ingrese en la democracia de los cinco minutos, aquella a la que se accede solo cuando se vota.
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2018/04/08/brasil-el-alumno-prodigo-de-la-guerra-hibrida/
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