América Latina - EcuadorModelos económicos, una discusión bizantina
René Báez21/03/2018
Elementos para el debate económico posconsulta
Si el modelo liberal aparece más reaccionario es porque al colocar la estabilización como objetivo prioritario, preconiza la contención del gasto público, la congelación de salarios, el aumento de la tasa de ganancia; y conduce a condiciones recesivas que disminuyen el ingreso real y acrecientan el desempleo, afectando no solamente a la clase obrera, sino también a fracciones de la burguesía no monopólica. El modelo desarrollista/intervencionista, por su parte, adquiere imagen más progresista en sus propósitos para expandir y dinamizar el gasto público, en las posibilidades de realizar la plusvalía y en sus efectos de corto plazo de reactivación económica y aumento del empleo, pero en sus efectos más permanentes se constituye en el esquema de política económica que mejor favorece las condiciones para el desarrollo del capitalismo monopolista.
Pedro Vuskovic (Ministro de Economía del gobierno de Salvador Allende)
Los gobiernos latinoamericanos, tanto los alineados con el Consenso de Washington (el México de Enrique Peña Nieto, la Argentina de Mauricio Macri, la Colombia de Juan Manuel Santos o el Brasil del abyecto Michel Temer) como los autodenominados progresistas, nacionalistas, revolucionarios y hasta socialistas (como la Venezuela madurista, la Nicaragua de la dinastía Ortega o el Ecuador del maximato “correísta”), pretenden enjugar la crisis sistémica del capitalismo corporativo y sus correlativos impactos en las áreas periféricas del planeta con la instrumentación de trasnochados modelos/estrategias económicas. Todo esto en una suerte de reedición de la extraña fórmula salvacionista tan cara a los economistas convencionales que pretende subsanar problemas de índole estructural apelando a recetas epidérmicas. Aludimos en concreto a cuestiones como las siguientes:
1. Ni los regímenes liberales ortodoxos ni los formalmente heterodoxos cuestionan el fundamentalismo economicista implantado por la modernidad y el capitalismo con sus sacralizados instrumentos del dinero y la ciencia cartesiana Aún más, ambos tipos de gobierno se encuentran atrapados en una compleja trama de relaciones de corte neocolonialista controlada por poderes imperiales como los Estados Unidos, la Unión Europea, China et al. Concomitantemente, las administraciones latinoamericanas en su conjunto –incluida la Cuba castrista- han venido apostando, especialmente después de la implosión de la URSS, a mantenerse en la línea de flotación ateniéndose a las concepciones teóricas y prácticas inherentes al modo de producción capitalista. Aquello del Socialismo del Siglo XXI nunca ha ido más allá de una retórica diversionista, incluso en la Bolivia de Evo Morales.
2, Este orden de coincidencias del oficialismo latinoamericano ha significado, en última instancia, que los distintos regímenes hayan adherido, acaso sin saberlo, al culto profano del desarrollo económico y social, un engendro de raíz burguesa/iluminista vislumbrado como la vía única hacia una abstracta Tierra de Promisión. Alineación -y alienación- que los ha convertido, en la época más reciente, en epígonos de W.W. Rostow, el gurú estadounidense de la guerra en Vietnam y de la modernización refleja y apariencial de las zonas periféricas del modo de producción capitalista. Todo esto en momentos en que la concentración de la riqueza ha llegado a niveles surrealistas y la extenuación cataclísmica de los recursos naturales del planeta impedirían que sociedades como las nuestras accedan a los niveles de vida de las economías centrales. En su obsesión por llegar a una meta que siempre se desplaza, tanto los gobiernos que privilegian sus relaciones con las metrópolis tradicionales como los que priorizan sus nexos con el “imperialismo bueno” de China (N. Maduro dixit), se han inclinado por profundizar el modelo primario agroexportador y extractivista relanzado en los años 70 del siglo pasado por el promonopólico Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), estrategia que fuera cuestionada incluso por economistas cepalinos y que, en su nuevo debut, ha tenido, entre otros efectos, el de actualizar y convalidar los análisis sobre el proceso histórico latinoamericano adelantados por Gunder Frank en los años 60 del siglo XX, análisis sustentados en categorías de genealogía marxista como lumpenburguesía y lumpenacumulación.
3. En este contexto, la reedición de la estrategia de marras por parte de las distintas administraciones zonales –luego del agotamiento de la denominada sustitución de importaciones industriales- ha tenido como soporte material un nuevo auge de los precios internacionales de los bienes primarios –especialmente el petróleo- derivado de factores externos como la ocupación estadounidense del Irak de S. Hussein (2003), la consolidación de China como “taller del mundo”, las maniobras especulativas y de apropiación territorial de las Altas Finanzas y la reactivación transitoria de la OPEP, e internos como las importantes reservas de recursos naturales y energéticos de nuestro subcontinente, así como la inveterada vocación librecambista de las oligarquías criollas, asumida a fechas más recientes por burguesías o protoburguesías domésticas con intereses cada vez más transnacionalizados. El deterioro de la referida bonanza de los commodities, particularmente derivado del crack de Wall Street del 2008, recrudecido desde mediados del 2014, incidirá para que la virtual totalidad de regímenes latinoamericanos se decidan por una suerte de fuga hacia adelante, consistente en proseguir como operadores de Estados rentistas, consolidando el intercambio desigual entre centro y periferia, así como ampliando el abanico de las relaciones de subordinación a viejas/nuevas metrópolis a través de expedientes como los “endeudamientos agresivos”, las entregas sin inhibiciones a capitales externos públicos/privados (legales o negros) y las apuestas a fementidos tratados de integración, como los que en su momento suscribiera el régimen de Rafael Correa con la Unión Europea y, en los días que corren, aspira concretar con USA el hamletiano régimen de Lenín Moreno. (1)
4. En adición a lo expuesto, cabe subrayar que la ruta a la producción y/o extracción de bienes primarios ha presupuesto el financiamiento de costosas y a veces faraónicas obras de infraestructura, cuyo servicio ha venido significando crecientes sangrías de divisas. Sin contar que el capital monopolista se ha beneficiado, también, de generosos subsidios para aseguran elevadas tasas de ganancia a los inversionistas; subsidios que, únicamente de modo marginal, han permitido “maquillar” la pobreza que azota a los multiplicados náufragos de la globocolonización corporativa, conforme patentizan las masivas diásporas demográficas actuales de Venezuela y Puerto Rico.
5. Particular referencia en este campo de acciones favorables a las metrópolis y al capital monopólico externo/interno ameritan las (contra) reformas educativas, diseñadas por los altos mandos del capitalismo mundializado –como la OMC- para la funcionalización de nuestros sistemas educativos a las necesidades de reproducción ampliada del sistema capitalista imperialista. Al parecer sin excepción, los gobiernos latinoamericanos han devenido gestores de transformaciones “ëtico/filosóficas” y pedagógicas enderezadas a la diseminación entre nuestros niños y jóvenes de valores/antivalores de corte darwiniano -como el individualismo y el exitismo-, así como de la instrumentación transversal de conceptos puramente empresariales como productividad, competitividad, eficiencia. Para no referirnos a irritantes métodos pedagógicos como el sectarismo, el burocratismo y la punición. Ni qué decir que la implantación de esta “educación de mercado” está resultando en procesos de despersonalización, desmotivación y zombificación de docentes, estudiantes… e incluso padres de familia. En suma, asistimos en estas latitudes -a título de modernización- al avasallador avance del deplorable homo economicus en detrimento del noble homo sapiens de la tradición grecolatina.
6. Desde una perspectiva geopolítica el futuro aparece incluso más inquietante para el conjunto de nuestro subcontinente y particularmente para Ecuador. Aludimos a que, con matices que no es del caso desglosar, el oficialismo latinoamericano ha adherido a pie juntillas a lo que la politóloga estadounidense Susan Sontag denominara “guerras metafóricas”, en referencia a conflictos diseñados por el Poder mundial para que nunca terminen. En tal definición encajan las recrudecidas cruzadas contra el narcotráfico y el denominado crimen organizado, operativos cuyos verdaderos propósitos son intensificar el dominio territorial y de los recursos naturales, mineros, energéticos y acuíferos de nuestros países; así como el control manu militari de los denominados “enemigos internos”. En este contexto se tienen que explicar los sangrientos episodios recientes en nuestra norteña provincia de Esmeraldas, víctima propiciatoria –entre otros factores- de una cándida diplomacia criolla, ahora (y nuevamente) bajo la titularidad de María Fernanda Espinosa. (2)
7. Si tantas y tan grandes son las similitudes entre los regímenes de marras, ¿cuáles las diferencias? La principal –conforme puntualiza acertadamente Pedro Vuskovic en el epígrafe de este trabajo- concerniría a la forma como cada uno de ellos pugna por lograr el falaz desarrollo económico, acaso el mayor fetiche de estos confusos Tiempos Modernos. (3) Mientras los liberales aspiran a conquistarlo propiciando la hegemonía de las denominadas “leyes” o “fuerzas” del mercado, a efecto de estimular la concentración, centralización y conglomeración del capital externo/interno; los intervencionistas/subalternos (también procapitalistas) –como el que acaudilló Correa Delgado- pretenden la misma meta apelando a un rol protagónico del Estado, a propósito de sustentar la demanda interna y de ese modo proveer de un soporte clave (aunque transitorio) a la reproducción ampliada de la respectiva economía nacional. De esta suerte, resulta ineluctable que ambos tipos de modelos capitalistas, dado el carácter supérstite de nuestras economías, terminen por ajustarse a las fases de auge o depresión de ese mundializado régimen productivo. (4) Esto último explicaría, además, que proyectos subregionales de integración/integradora, como los que perfilaran inicialmente el ALBA y el MERCOSUR, se encuentren actualmente al filo de la extinción; y, en contrapartida, que gobiernos tan críticos de los acuerdos de la integración/desintegradora que promueven las santas sedes del capital financiero hayan decidido apostar con entusiasmo al otrora denostado boboaperturismo (al que parece inclinarse en los días que corren nuestro nuevo inquilino de Carondelet, al precio, claro está, de propinar el golpe de gracia a la agricultura de autoconsumo.
8. ¿Con qué discurso y praxis podrán los pueblos latinoamericanos –y específicamente el ecuatoriano- desbordar el actual debate de contornos bizantino/fenomenológicos entre liberales e intervencionistas?
El eminente Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz, nos señala un seguro camino para ello cuando escribe: “El espantoso drama de la sociedad sólo llegará a su término cuando la humanidad alcance a remover de su camino la magia económica y social a la cual ella se ha resignado; cuando la humanidad haya olvidado las fórmulas mágicas que le sirven para engañarse a sí misma, y cuando la humanidad se decida a volver de nuevo, y a toda costa, a la realidad”. (5)
Notas
(1) Cf. nuestro artículo “Ecuador: TLC con sabor europeo” (ALAI: 19/08/2014)
(2) Cf. nuestro estudio “Ecuador escala la guerra colombiana” (ALAI: 04/10/2005).
(3) Cf. Manfred Max Neef: “La obsesión por el crecimiento es un disparate” (Rebelión: 04/01/2016).
(4) Cf. Agustín Cueva, Autoritarismo y fascismo en América Latina, Centro de Pensamiento Crítico, Quito, 2013.
(5) Cit. en nuestro libro Dialéctica de la economía ecuatoriana, Banco Central del Ecuador, Quito, 1980.
René Báez
Ex decano de Economía de la PUCE. Autor de Antihistoria ecuatorina y miembro de la International Writers Association.
https://www.alainet.org/es/articulo/191756
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