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Noviembre 2017

¿CUESTIÓN DE ESCALA?


Walter Ritter Ortiz

Sección de Bioclimatología, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. Circuito Exterior s/n, Ciudad Universitaria, Deleg. Coyoacan, México, D. F. email: walter_ritter@hotmail.com

INTRODUCCIÓN

En nuestros tiempos, la actitud ante la naturaleza se expresa mediante una filosofía natural altamente desarrollada, donde las alteraciones en los fundamentos de la moderna ciencia de la naturaleza, son indicios de alteraciones hondas en las bases de nuestra existencia y que precisamente por esta razón, repercuten en todos los ámbitos de la vida.

La vida se desarrolla en el caos del cosmos y, aprende a reaccionar hasta a los indicios más sutiles. Nada acontece aisladamente, donde el hombre es la punta del iceberg de la evolución, vital, creativo y dotado de un talento inmenso, pero todavía suficientemente joven, donde en este período de adolescencia torpe, comienza a comprender que no es posible sobrevivir a solas, y donde el proceso de la evolución parece extraordinariamente despilfarrador, ya que muchos de sus avances terminan en puntos de extinción de las especies. Sin embargo, observamos que hasta sus mismos fracasos aportan algo a las especies que triunfan.

Destacando el hecho de que es necesario que exista una gran multitud de participantes, para que la vida pueda avanzar en un frente amplio, analizando todas las posibilidades a fin de identificar las que son buenas y acertadas.

Ni siquiera los que mueren, nos dice Taylor, han vivido en vano, porque se convierten en parte del patrimonio de la naturaleza. Esta comunión es parte del patrimonio de la naturaleza, lo cual es posible porque la vida comparte una sensibilidad reciproca al cosmos y tiene un origen común y hasta en su mismo origen común, se habla el mismo lenguaje natural.

Su alfabeto está escrito en los símbolos químicos que comparten con el agua, que con su propiedad característica de inestabilidad, constituye el receptor más sensible y seguro de las señales mínimas y más sutiles.

No existen razones para pensar que la imagen científica del universo natural, haya influido inmediatamente en las diversas relaciones de los hombres con la naturaleza. Para Newton, el mundo no era sencillamente la obra de Dios, que sólo puede ser comprendida en su conjunto.

En aquella época el pensamiento cristiano, había llegado a separar tanto a Dios de la tierra, situándole en un alto cielo, por lo que no parecía ya absurdo considerar a la tierra prescindiendo de Dios. Y que para Kamlach, revela una forma de ateísmo específicamente cristiana, independiente no sólo de Dios, sino también del hombre, constituyéndose el ideal de una descripción o una explicación objetiva de la naturaleza, nos dice Heisenberg.

Para los filósofos griegos, los átomos constituían la realidad auténticamente existente e invariable, que se mueven en el espacio y en el tiempo y, gracias a su disposición relativa y sus movimientos, generan la gran variedad de fenómenos de nuestro mundo sensible.

Con la electrodinámica, se descubre que lo auténticamente existente no es la materia sino el campo de fuerzas, sin ninguna substancia en que se apoyaran dichas fuerzas, lo que constituía una noción menos comprensible que la noción materialista de la realidad, basada en los átomos, que parecía tan clara y convincente.

Las alteraciones de los campos de fuerza podían tomarse por procesos, en el espacio y el tiempo, a los que había que describir con toda objetividad y que por consiguiente, se ajustaban a la imagen de un transcurso regular en el espacio y el tiempo. La autentica realidad seguía siendo constituida por los átomos y, entre ellos, por el espacio vacío, cuya realidad era el de servir de soporte a los campos de fuerzas.

Tendría que postularse que la mecánica cuántica y la mecánica clásica hablan en realidad de las mismas cosas, pero que las leyes particulares que rigen a las cosas grandes difieren de las que gobiernan a las pequeñas.

Lo que en realidad importa para la imagen materialista del Universo, es la posibilidad de considerar a los constituyentes mínimos de las partículas elementales como la última realidad objetiva; imagen que por su sencillez, conservó por mucho tiempo, su fuerza de persuasión. La esperada realidad objetiva de las partículas elementales, constituye una simplificación demasiado tosca de los hechos efectivos y, que debe ceder el paso a concepciones mucho más abstractas, según Heisenberg.

Lo cierto es que cuando queremos formarnos una imagen de las partículas elementales, nos hallamos ante la imposibilidad de hacer una abstracción de ellas.

Resulta de esto que las leyes naturales que se formulan matemáticamente en la teoría cuántica, no se refieren ya a las partículas elementales en sí, sino a nuestro conocimiento de dichas partículas. Y la cuestión de si las partículas existen en sí en el espacio y el tiempo, no puede ya plantearse en esta forma, puesto que en todo caso no podemos hablar más que de los procesos que tienen lugar cuando la interacción entre la partícula y algún otro sistema físico, revela el comportamiento de la partícula; con lo que la noción de la realidad objetiva se ha disuelto y no en alguna noción nueva de la realidad, todavía no comprendida, sino en la transparente claridad de una matemática que describe, no el comportamiento de las partículas, pero sí nuestro conocimiento de dicho comportamiento; donde el físico ha tenido que echar sus cuentas sobre la base de que su ciencia, no es más que un eslabón en la cadena sin fin de las contraposiciones del hombre y la naturaleza, y que ya no nos es lícito hablar sin más de la Naturaleza en sí, continua explicando Heisenberg. La ciencia natural no nos permite olvidar que nunca somos sólo espectadores, sino también actores en la comedia de la vida, agrega Bohr.

La declaración más revolucionaria que ha hecho la física cuántica, sobre la naturaleza de la materia y quizá sobre el propio ser, es consecuencia de la descripción de la dualidad onda/partícula. Se trata de la afirmación de que todos los seres, a un nivel subatómico, pueden describirse de igual manera como partículas sólidas o, como ondas u ondulaciones, pero que ninguna de las dos descripciones es realmente adecuada por sí misma, que ambos aspectos del ser deben ser tomados en cuenta cuando tratamos de comprender la naturaleza de las cosas y, que lo básico es precisamente esa dualidad.

Ningún estado es completo por sí mismo, pero ambos son necesarios para proporcionarnos un cuadro completo de la realidad, aunque sólo una de ellas está disponible en un momento dado.

Esta vaguedad esencial es, la incertidumbre que hace referencia el Principio de Incertidumbre y que sustituye al viejo determinismo de Newton. La propia realidad fundamental es esencialmente indeterminada, que no existe alguna cosa clara y prefijada. Según Dana Zohar, cualquier cosa que se refiera a la realidad es y continúa siendo un asunto de probabilidad.

Cuando la ciencia ganó su batalla a la Iglesia, por el hecho de tener la libertad de abrigar sus propias hipótesis, se dice que “se convirtió a su vez en la principal depositaria de la idea de que formas concretas de conocimiento podían ser verdades absolutas o, al menos acerca de ellas”.

En la actualidad, se ha debilitado la noción de verdad absoluta y los científicos se han acostumbrado a aceptar la necesidad de cambios interminables en sus conceptos básicos. Sin embargo, la mayoría de los científicos todavía parecen albergar la esperanza de que de alguna manera, la misma actividad científica les ofrecerá un día de estos una noción de verdad absoluta. No se puede poner fin a esta defensa que hace la mente de sus propias ideas y suposiciones, incluso a pesar de su inadecuación.

Hablar de un área, en donde hay menos que ignorancia y se dice que el conocimiento es negativo, pues lo que pensamos que sabemos debe ser falso y que es la región donde se traslapan la microfísica y la macrofísica. Peor que estar en la ignorancia, todo lo que hasta ese momento se tenía por conocimiento, habría que ponerlo en duda.

Los argumentos que se desprenden de esta conclusión, son simples y se basan en las estructuras generales de la física clásica y la cuántica, cuando nos percatamos de que precisamente en el dominio de la superposición, es en donde ocurren todos los procesos de la vida que conocemos.

Donde, el estudio adquiere sentido cuando se le pone en conexión con la totalidad del Universo, aplicando con éxito los métodos de la Mecánica newtoniana, a dominios de la naturaleza cada vez más amplios. Donde se procura aislar determinadas partes del proceso natural para observarlas objetivamente y comprender su regularidad, procurando luego formular matemáticamente las relaciones descubiertas, obteniendo “leyes” de validez incondicional en todo el universo, alcanzando con ello el poder aplicar a nuestros fines, las fuerzas de la naturaleza. El siglo XVIII y principios del XIX atestiguan la fecundidad y grandeza del principio newtoniano.

Lo duradero, se creía era la materia que puede ser puesta en movimiento donde la Astronomía ocupó espacios cósmicos cada vez más extensos y se vio que los hechos químicos pueden ser ordenados y explicados satisfactoriamente mediante la hipótesis atómica.

El tiempo tiene poco que ver con los relojes. Su posible mejor definición según Taylor, sería que sea “Una función de la realización de los hechos”. La antigua distinción entre espacio y tiempo se basa en que, el espacio parece presentársenos como una sola pieza, en tanto que el tiempo nos llega a través de fragmentos e instante a instante, el futuro parece estar oculto y el pasado se divisa borrosamente y sólo el presente se nos ha revelado de manera directa.

La noción del tiempo, como una flecha o línea recta, es parte de todo concepto evolucionista, donde sólo los ecólogos operan con formas esencialmente distintas, porque no pueden menos de observar que la vida es fundamentalmente cíclica.

El tiempo es un ritmo, va y viene como el paso de la sangre por el corazón o el flujo y reflujo de la marea, fenómenos gobernados por relojes cósmicos, en tanto que nuestras mediciones sólo obedecen a pura conveniencia estadística, nos dice Lyall Watson. Los segundos y minutos no tienen nada que ver con la naturaleza del tiempo, ya que cada organismo interpreta a su manera los ritmos universales.

Nuestras manipulaciones del tiempo pueden darnos alguna idea de lo poco que comprendemos estas diferencias.

Cada especie vive a su manera y a su tiempo y sólo se ve una parte del ambiente que la rodea, a través de la estrecha rendija de su sistema sensorial. El espacio y el tiempo verdaderos existen más allá de la conciencia individual. Toda la vida es fundamentalmente asimétrica.

El tiempo no tiene valor absoluto y, también es afectado por la gravedad. Cuando se viaja a gran velocidad, el tiempo se hace más lento. Todo es relativo y la base de la teoría de la relatividad, es que el espacio y el tiempo están inseparablemente unidos. Después de Newton, Einstein demostró que la Masa es también variable y que cuanto más rápido se mueve, más aumenta su masa.

NADA ES LO QUE PARECE

En mecánica analítica, la acción de una cosa es una propiedad global de la misma y, el principio de “Mínima Acción” según el cual, en todos los movimientos y la acción de un sistema mecánico, es la menor posible o de forma más general, que se trata de un mínimo o de un máximo.

Este principio es notable por varias razones: se refiere a la historia completa de una cosa e implica que su ecuación de movimiento, está presente en todas las ramas de la física.

La teoría del Caos, ha ampliado la ciencia mediante el estudio de las Inestabilidades, casos en los que causas pequeñas tienen grandes efectos.

La amplitud de los problemas confiere a las respuestas necesariamente un carácter impreciso y en la mayoría de los casos provisional y, no da de forma directa beneficios o repercusiones definitivas en las calamidades en que se halla sumido nuestro mundo.

¿Por qué tenemos entonces el deseo de conocer el universo y, para qué, si los problemas a afrontar están lejos de nuestras preocupaciones diarias?

Quisiera compartir la creencia de que “Conocer”, es mucho más que saber cómo están hechas las cosas. Conocer es una cualidad concedida al hombre para permitirle participar de forma más completa en la evolución general y entera, de la Tierra y del mismo universo.

El papel esencial de la naturaleza es su supervivencia y evolución y, puede surgir sin intervención alguna. La complejidad debe ser el resultado de la combinación de cosas sencillas y no algo que pueda aparecer plenamente constituido. Solamente las cosas sencillas pudieron nacer en el momento de la creación. La complejidad, es la sencillez organizada. Ambientes cálidos, estables y tiempo suficiente, harán aparecer los elementos de la Evolución. Con suficiente tiempo, competencia y reproducción, nos llevaran inexorablemente a la evolución. Si hay átomos, a su debido tiempo habrá moléculas y si hay moléculas a su debido tiempo habrá elefantes, nos dice Peter W. Atkins.

Todos los acontecimientos que tienen lugar alrededor y dentro de nosotros, tienen la misma motivación ya que son impulsados termodinámicamente por una caída sin propósito en el caos. La entropía (desorden) del mundo, aumenta siempre que se produce un cambio. Todo es impulsado por la descomposición, sin motivo ni propósito, ya que en el fondo lo único que hay es degradación por dispersión. Es por esto, que Herman Haken pregunta: ¿Es la energía, en todas y cada una de sus formas, el principio organizador de la naturaleza? ¿Acaso, pueden nacer estructuras nuevas y ordenadas de la materia inanimada y caótica?

Comprenderemos que el comportamiento colectivo de muchos individuos aislados es el que determina indirectamente su propio destino a través de la competencia, por una parte, y la cooperación por la otra, donde sabemos que es la Sinergética, la doctrina de la acción de los grupos y conjuntos. La Sinergética es la que nos da las normas que nos permiten acceder a la comprensión de los secretos y de los éxitos de la naturaleza. ¿Pero cómo es posible, por otra parte, que a pesar de la más encarnizada competencia, ciertas especies puedan convivir e incluso estabilizarse mutuamente gracias a su coexistencia?

La sinergética puede contemplarse como una ciencia del comportamiento colectivo ordenado y autoorganizado, sometido a leyes universales. Abarcando disciplinas diversas, como la física, química y la biología, pero también la sociología y la economía. Por ello cabe esperar que las normas descritas y descubiertas por la sinergética, ya estén presentes de forma más o menos oculta, en las diversas disciplinas. Con lo cual, veremos formarse un nuevo cuadro a partir de muchos hechos individuales, como en un rompecabezas, nos dice Hermann Haken.

Las estructuras nacen y se desvanecen, compiten, cooperan y se ensamblan para formar estructuras mayores. Se ha constatado en varias ocasiones, que las leyes naturales que considerábamos verdaderas y demostrables, solo podían considerarse una aproximación o incluso llegar a perder toda validez en dominios más amplios.

El conocimiento científico, sabe que se encuentra siempre en perpetuo cambio, donde el conocimiento de la naturaleza tiene un carácter provisional y que deberemos aceptar cambios radicales en nuestros conceptos, a fin de mejorar nuestra comprensión de los fenómenos observados.

No debemos quedarnos enganchados en detalles sin importancia, tenemos que ver y comprender la interrelación global y, reducir la complejidad. Cuando aprendamos a reconocer éstas que son tan buscadas, nos resultará más fácil dominar las dificultades en que se ve envuelta nuestra vida.

El conocimiento de estos automatismos pueden hacerlos funcionar en nuestro provecho, ya que mediante la aplicación de las leyes sinergéticas, logramos grandes efectos con un esfuerzo mínimo, aprovechando así en beneficio propio, las formulas de éxito en la naturaleza.

Lo absurdo de la vida y su esperanza en el más allá y, una ignorancia aún mayor del cual habrá sido el significado de la vida, si realmente allá las cosas han de ser mejores, no es sino una mala caricatura de la existencia.

¿Qué es lo que se sabe en la ciencia? La respuesta es NADA, nos dice Wigglesworth, ya que los descubrimientos científicos se logran en lo desconocido, por observadores cuyos ojos penetran en la niebla de la ignorancia más profundamente que las de los otros. Decimos que sabemos algo, cuando simplemente reconocemos ciertas “congruencias” en la sucesión de los acontecimientos, las cuales hacen posible la existencia de ciertas causas y sugieren que los fenómenos están siguiendo ciertas leyes. Lo que se funda en la “fe” de que los fenómenos naturales se conforman a las “leyes naturales”.

La mayoría de las palabras están vacías de significado en el nivel más profundo de comprensión; el hecho de que podamos decir mucho sobre un sistema sin saber nada de sus pormenores, no debe ser motivo de aflicción por la incompletitud de nuestros conocimientos, argumentando que la ciencia es posible únicamente porque puede decir algo sin saberlo todo, siendo mucho más productivo extraer el máximo provecho de lo que se sabe, añadiendo cosas nuevas, a medida que se disponga de ellas.

Con la renovación de la tecnología de la experimentación y la observación, empieza a existir la posibilidad de que se descubran cosas que ni siquiera se habían imaginado. Tratar de excluir absolutamente lo desconocido, como quienes trabajan en una ecuación del mundo, puede ser tarea ociosa y carente de significado.

Nuestras teorías más fructíferas son las que dejan espacio para lo desconocido, pero delimitando este espacio de manera que permita impugnar empíricamente la teoría. La investigación puede encaminarse a estudiar sus consecuencias, pero hacen falta gran ingenio, notable destreza matemática y copiosa imaginación para vencer las dificultades que entraña el paso de los principios a la explicación de las observaciones y a la formulación de predicciones, nos dice Lyttleton.

Si hay razones empíricas para fusionar en una sola rama, distintas áreas del conocimiento, se trata desde luego de una tarea útil que probablemente conduzca a revelaciones importantes.

La necesidad primordial y urgente de la ciencia de hoy, es la de informar qué es realmente la ciencia y en qué consiste su verdadero objetivo, admitiendo que las personas bien informadas, responsables y serias, dedican íntegramente sus vidas a la ciencia, sin producir nada de importancia, mientras que otras no muy eruditas, son capaces de producir ideas valiosas en cualquier tema que elijan.

La verdadera finalidad de la ciencia es la de inventar hipótesis, sobre las cuales se puedan desarrollar teorías y formalizaciones matemáticas que permitan hacer predicciones, en respuesta a objetivos reconocidos. Que, antes que otra cosa, se observen los fenómenos de interés y de ser posible, que se experimente un poco con ellos, tiene la mayor importancia reconocer que no se puede atribuir significado ni interpretación segura a las observaciones, mientras éstas no sean comprendidas teóricamente.

No puede haber “hechos” ni “testimonios” dignos de confianza, mientras no haya hipótesis ni teorías que someter a prueba.

El universo en que vivimos está cambiando y no siempre ha sido como lo es hoy. Es una característica fundamental del mundo el que las cosas tiendan al equilibrio.

La ley suprema de la naturaleza, es la conocida como Segunda ley de la termodinámica”, la cual también define una flecha del tiempo y de que cuando las cosas cambian, el cambio se da en una tendencia natural hacia el desorden y sistemas menos estructurados. En palabras llanas, las cosas se desgastan, fenómeno conocido como “Entropía”, que es una medida “negativa” de “información o de complejidad”. En cualquier sistema cerrado, la entropía crece y la complejidad decrece.

Si la energía del universo es constante y la entropía del universo aumenta, significa que no podemos obtener nada gratis en el universo. Es más, ni siquiera la de quedarse en el mismo sitio o en la situación en la que estábamos. Dándonos la disponibilidad de “energía útil”, la que tiene la posibilidad de producir un trabajo o un cambio en el ambiente.

La vida es la excepción a este principio o regla, ya que los seres vivos son capaces de tomar elementos simples y compuestos y los transforman en estructuras altamente ordenadas.

La historia del universo es la historia de esa lucha entre la gravedad y la termodinámica.

Para Freeman Dyson, no sería sorprendente que el origen y el destino de la energía en el universo, no pueda entenderse del todo si se aíslan de los fenómenos de la vida y la conciencia. Participamos y somos parte del universo y para Mickio Kako, el universo es un gran pensamiento pero para Wheeler, el universo está dominado por la consciencia y la información y donde esta última, actúa como su memoria eterna. Y donde los cerebros humanos son procesadores también de información.

La imaginación humana siempre ha ampliado, tergiversado o decorado los hechos y, nunca dos personas ven las cosas igual, ni cuentan los hechos de la misma forma. Sin embargo, los avances trascendentales responden a algunas preguntas, pero luego dan lugar a muchas otras, que previamente ni siquiera podíamos imaginar.

El indeterminismo cuántico, destaca que para un estado cuántico particular existen muchos futuros alternativos o infinitas realidades. Que permiten al tiempo, al espacio y al universo surgir espontáneamente del vacío.

Sabemos que en el universo existen bolsas en condiciones de no equilibrio. La vida depende de la existencia de estas bolsas. El universo que conocemos ha nacido y morirá y así sabemos, que existe una dirección del tiempo, una flecha que apunta desde el pasado hacia el futuro.

Tolman, nos advierte de que debemos tener especial cuidado de mantener nuestros juicios libres de las exigencias de la teología y de los sesgos de las esperanzas y los temores humanos.

Los viejos hábitos intelectuales se resisten a morir. Los conceptos newtonianos de espacio, tiempo, materia y causalidad, se encuentran tan profundamente arraigados en nuestra percepción global de la realidad en que concebimos la vida y, nos es muy difícil un mundo que se burle de su realidad.

En la física clásica se piensa que el azar o aleatoriedad, resulta de procesos causales que tienen lugar en un nivel inferior. Se supone que en el nivel más bajo (nivel atómico), todo sucede “causalmente”, por lo que el azar básico o irreductible no existe. Y la física cuántica, echó por tierra este principio mecanicista. Ahora sabemos que es en el nivel más bajo donde existe tanto aleatoriedad irreductible, como causación.

El principio de causalidad afirma que todo suceso es producido por otro cambio, que no hay espontaneidad o autodeterminación. La idea de que el azar no es más que ignorancia, es errónea; el azar es real, incluso para un ser omnisciente. Es imposible retroceder en el tiempo porque el pasado ya no existe, nos dice Mario Bunge. En resumen, no hay comienzos absolutos, por tanto el mecanicismo implica de que tras haber creado Dios la materia y la hubo provisto de sus leyes inmutables, abandonó el mundo a su destino.

Lo que va a menos, no es la cantidad sino la calidad de la energía, ya que al expandirse en el caos, se degrada la calidad de la energía pero no su cantidad. Aquí y allá, el caos puede retroceder y resplandecer la calidad energética por breve tiempo, como cuando se componen bellas melodías o sinfonías, pero son engaños que se presentan en un espacio y tiempo limitados, ya que en su amplio mundo, la decadencia o degradación lo rige todo, sin motivo ni objetivo alguno. Pero cuando se pone en marcha a través de cadenas de eventos, puede llegar a producir civilizaciones como la nuestra.

Sólo en un espacio-tiempo de nuestra dimensionalidad, tres dimensiones espaciales y una temporal, son compatibles las fuerzas con la existencia de la materia. Al tener el tiempo sólo una dimensión, no tenemos más remedio que perseguir el futuro y, su misma estructura asegura que las consecuencias de las acciones presentes se sitúen en el futuro; esto no sería así, si el tiempo tuviera más dimensiones.

El empujar azaroso y sin plan, ha ido a parar en un cambio irreversible de las cosas, dándose en una sola dirección del tiempo, del pasado al presente y finalmente al futuro y donde, todas las acciones son cadenas de reacciones.

La complejidad y riqueza percibidas han de ser resultado de cosas primitivas que se agrupan. Según Atkins: La única forma de explicar la creación es mostrar que el creador no tiene absolutamente ningún trabajo que hacer y que, por tanto, podría muy bien no haber existido.

Podríamos finalmente, reconocer que: “todos los eventos que acaecen en nosotros y a nuestro alrededor, tienen la misma motivación”, “Un colapso hacia el caos, sin objetivo ni propósito alguno, probando que en la base de todo cambio se halla el colapso hacia el caos”. Que lo que a nosotros se nos muestra como motivo y finalidad es, de hecho, una degradación, que en última instancia carece de motivos y de objetivo alguno. O como nos dice Atkins: Las aspiraciones y sus realizaciones se alimentan de decadencia.

Nuestra época reclama con urgencia un conocimiento lo más sintético posible. Ese mejor conocimiento del universo responde a una verdadera necesidad. Pero: ¿Cómo aceptar que lo “esencial” de la realidad exterior sea algo que puede escribirse de forma “variable”, y “dependiente del observador”? Cuando miramos nuestro entorno, no tan sólo miramos el “espacio”, sino también en el pasado, es decir en el “tiempo”; este “espacio-tiempo” es lo que “forma lo esencial de la realidad exterior”.

Y es el tiempo interior o intuitivo el que como elemento necesario y suficiente, sirve para conocer “lo esencial” de nuestra realidad en términos de espacio-tiempo. Sin olvidar también que nosotros mismos estamos hechos, materialmente de espacio-tiempo.

Para Jean E. Charon: “Lo Uno es coextensivo con el Todo y el Todo converge en lo Uno”.

Propiedad encontrada en todo “el recorrido de la evolución”, desde lo más elemental, hasta las estructuras más complejas, como en el mismo hombre. Y “el pensamiento, es la interconexión de cada uno de nosotros con el resto del universo”.

La “Memoria”, tiende puentes entre el presente y el pasado, obligando a emerger a la zona consciente el elemento inconsciente, conservado en la memoria, como cosa del pasado, donde “la memoria y la previsión son dos atributos que están vinculados y que nos ponen en contacto con puntos alejados en el espacio y en el tiempo”.

Pero, ¿Cuál es la finalidad que persigue esa evolución que intenta conectar todos los puntos del espacio-tiempo entre sí?

Lo que es verdaderamente interesante, es examinar lo que ocurre a escala de toda la evolución del universo y el papel que juega el hombre en esta evolución.

Para Teilhard de Chardin, el hombre es el verdadero “eje de la evolución”, donde conocer equivale a que toda la realidad exterior converja hacia el individuo, y con el amor, uno mismo se proyecta hacia la realidad exterior.

Y en la medida en que somos capaces de comprenderla, su objeto es “la unidad final”, es decir que nos dirigimos hacia una “Síntesis del Todo”.

Una “Unión en la Diferenciación”, según parece ser el “Objeto de la evolución”. Donde toda esa convergencia hacia la unidad, se realiza a la “Escala del Cosmos” y el hombre sería un medio para permitir al espacio-tiempo o al mismo universo, acrecentar su consciencia por medio de “interconexiones cada vez más vastas”.

La evolución debe siempre considerarse en “El Marco” del universo entero y no en el “restringido” del hombre. Donde el hombre al ir realizando su personalización, por medio del conocimiento y el amor, se trasciende a sí mismo y se prolonga mucho más allá del hombre mismo.

Es la unión con el Todo, a lo que nos lleva el destino final, por lo que no se trata del “individuo” que no nos lleva más que a ignorancia y egoísmo, sino que lo importante son los “Vínculos” que pueden haberse creado entre sí mismo y el resto del universo.

La única fe que necesitamos, es creer que todo se puede entender y que, en último término, no hay nada que explicar. Saber que el universo puede ser medido, es más revolucionario que fijar sus medidas reales, pues nos coloca frente a los problemas de un límite del espacio y de una frontera del tiempo; es un paso hacia su comprensión, porque si podemos comprender lo que significa estar más allá del límite del espacio y antes del dominio del tiempo, estaremos más cerca de comprender la naturaleza del espacio y del tiempo. La clave de todo se halla en la identificación y comprensión de lo más primitivo, nos dice Atkins.

El plano fundamental en la vida es el de lo elemental y no el de los seres organizados, que aparecen y desaparecen a nuestro alrededor.

La naturaleza hace maravillosamente bien las cosas, hasta el punto que no puede dudarse de que si lo organizado, tuviera una importancia fundamental, no permitiría que se destruyera totalmente.

En cambio, permite que desaparezca, persistiendo únicamente lo que llamamos espacio-tiempo, cuya estructura está hecha en el límite de lo más pequeño de las partículas elementales coextensivas con el todo.

Lo que parece demostrar que lo organizado no es sino un medio y que el fin, está en el plano de lo elemental del tejido del universo. A la escala del universo, un ser es tanto más sí mismo en tanto se halla más unido al todo.

La realidad exterior no es, sino substancia en movimiento, donde el espacio vacío no existe.

Todo el universo está esencialmente constituido de espacio-tiempo, pero éste posee muchas más propiedades de las imaginadas hasta ahora.

Con la relatividad general, se ha podido comprobar de que puede existir una geometría particular y variable de un punto a otro punto del universo y que explica toda la realidad objetiva exterior a nosotros, el cual no constituye un marco inerte, sino una realidad material y psíquica al mismo tiempo, en la cual cada punto es coextensivo al Todo.

Para Pitágoras, la descripción de la naturaleza debe reducirse a simples asociaciones conceptuales por medio de una formulación matemática; veían en los números y sus relaciones el fundamento de la explicación de toda la naturaleza, ya que no sólo explican la naturaleza, sino que crean su armonía.

Así también, podríamos decir que constituye un dato de la experiencia, que un gran dolor nos conduce muy a menudo a un mayor discernimiento de los verdaderos ejes de la evolución. El dolor nos hace descender más profundamente dentro de nosotros mismos y, en cierto modo, quizá permita a la evolución percibir más claramente la ruta a seguir.

A escala “Macroscópica”, tenemos una flecha del tiempo y el cambio y la degradación son características fundamentales del universo en su conjunto, así como de las cosas cotidianas. Pero cuando miramos el mundo de lo microscópico, no encontramos señales de asimetría en el tiempo de las leyes fundamentales de la física, cuyas leyes funcionan igual de bien en cualquier dirección en el tiempo. Pero ¿cómo reconciliar esto, con el hecho obvio de que el tiempo fluye, y las cosas se desgastan en el mundo macroscópico?

La flecha del tiempo, siempre está en el mundo macroscópico, pero ni las leyes de la mecánica ni las leyes del electromagnetismo, la tienen.

¿Cómo es posible que una combinación de sucesos perfectamente reversibles a escala microscópica, haya conspirado para dar la apariencia de irreversibilidad a escala macroscópica?

En un universo infinito, que se extiende indefinidamente en el espacio y con un tiempo infinito, cualquier cosa que no esté prohibida por las leyes de la física, debe suceder en algún lugar alguna vez o en un infinito número de lugares y un infinito número de veces.

Estamos viviendo en una burbuja de espacio, donde ha habido una desviación local del equilibrio y que está regresando a largo plazo a su estado natural. Suceso insólito y extraordinariamente improbable que se ha dado en un universo infinito. Con una flecha del tiempo local, válida para la región en que estamos viviendo, apuntando a un estado de alta entropía y, es nuestra percepción del flujo del tiempo un fenómeno difícil de comprender, pero su irreversabilidad (viaja el tiempo en un solo sentido), es una característica fundamental, una vez que se define la flecha del tiempo.

Existe una indeterminación intrínseca que tiene que ver con la manera en que está ensamblado el universo. La mejor interpretación de la teoría cuántica, es que no hay realidad subyacente sobre la que construir el mundo macroscópico.

La realidad es lo que observamos en el mundo macroscópico, con su asimetría y flecha del tiempo intrínseca, nos dice John Gribbin.

Para Prigogine, la segunda ley de la termodinámica, derivada macroscópicamente, es la verdad fundamental; una ley exacta y siempre válida, no una receta estadística que se aplica la mayor parte del tiempo y, el comportamiento aparentemente simétrico del tiempo (viaja el tiempo en los dos sentidos, por ser reversible) es tan sólo una aproximación a la realidad del micro mundo.

La irreversabilidad, es cierta en todos los niveles o en ninguno y, no puede emerger por milagro al pasar de un nivel a otro. La segunda ley de la termodinámica es un soberano absoluto del universo y no hay realidad subyacente a la naturaleza. La realidad según Prigogine, está y reside sólo en los procesos irreversibles que ocurren en el mundo.

El universo real es enormemente más complicado que esto y es bien conocido que los sistemas complejos, a nuestro nivel de macro mundo, compuestos de muchas partículas, son propensos a muy fuertes inestabilidades, de modo que un minúsculo cambio en las condiciones de partida, produce una drástica alteración en el comportamiento futuro del sistema.

Los científicos más prudentes se guardan siempre de proclamar que han encontrado alguna verdad definitiva, resaltando el hecho de que la imposibilidad de observar la totalidad del universo, significa que incluso las mejores ideas nunca podrán ser colocadas sobre una base tan segura.

En el mejor de los casos, las fronteras de la ciencia están desdibujadas y son flexibles; sus límites continúan siendo oscuros y extendiéndose sin interrupción por áreas completamente inexplicables. En el límite, se desafía todo tipo de explicación y, la síntesis que se presenta, traspasa los límites convencionales de la práctica establecida, hasta el grado que muchos científicos van a considerarlo insultante. Lo considero como una extensión lógica del estado presente de la ciencia, como solución a algunos de los problemas que no es capaz de abordar la ciencia tradicional.

Se propone incorporar todos los valores de la naturaleza, los conocidos y los desconocidos y mostrar que de todas las facultades que poseemos, la más importante es nuestro sentido de asombro.

ENCUENTRO DE LO GRANDE CON LO PEQUEÑO

La vida sobre la Tierra anima a animales y plantas, donde el “tiempo” la ha dividido en millones de partes; sin embargo, cada una de ellas, es parte integral del todo.

Hay noventa y dos elementos químicos en la naturaleza, pero sólo dieciséis constituyen la base de toda sustancia viva. Siendo el carbono el que desempeña un papel central por su capacidad para formar “cadenas complejas” que pueden incorporarse a una gran cantidad de compuestos; y sin embargo, sólo veinte aminoácidos son utilizados como unidades de construcción. Pero, lo más notable es que dichas proteínas se producen en el lugar y el tiempo debido, en una serie ordenada de hechos, regulados por un código dado en sólo cuatro moléculas conocidas como “nucleótidos”, ocurriendo lo mismo si la proteína va a constituirse en una bacteria que en una ballena. Es decir, que las instrucciones para toda manifestación de vida, se encuentran escritas en el “mismo idioma”.

Los sistemas vivientes “crean el orden y el desorden”, batalla constante contra el proceso de desintegración universal de la segunda ley, donde el “orden” se mantiene aportando energía desde fuera, para que el sistema siga en marcha.

Éste es el secreto de la vida, donde existe una comunicación continúa, no sólo entre las cosas vivientes y su medio ambiente, sino entre todos los seres vivientes, donde una intrincada red de interacciones conecta toda la vida, formando un sistema que se mantiene a sí mismo. Cada parte se relaciona con todas las demás y, todos somos parte del todo.

La continuidad de la vida depende de la conservación de una situación inestable.

Cualquier tipo de “Orden” en los átomos, sólo se produce en virtud de encuentros casuales, que alteran la tendencia general. Hechos improbables estadísticamente y la combinación de algo complejo, cómo las moléculas de un organismo vivo, carece casi de alguna probabilidad, por lo que podemos decir que la vida es algo raro e ilógico.

Ha habido por mucho tiempo, una tensión fundamental entre aquéllos que argumentan que sin profundizar nuestros estudios, nuestros análisis serán superficiales. Sin embargo, también hay aquéllos que dicen, que sin una percepción del amplio contexto de los problemas reales, las especializaciones disciplinarias no nos van a proveer lo que se necesita para entender y resolver nuestros problemas. Necesitamos de las observaciones y de las inferencias de una comunidad mayor, que abra nuestro rango de percepción a la rica variedad de la naturaleza que nos rodea.

Will Durant, nos dice: La vida parece ser demasiado intrincada y cambiante para que podamos comprender su unidad y su significado; no tenemos propósitos… somos fragmentos de hombres y nada más… le tememos a los expertos en cada campo y nos arrinconamos, por razones de seguridad, atados a nuestras estrechas especialidades. Todo mundo conoce su parte, pero todos son ignorantes de su significado en el juego. La vida en sí misma, transcurre sin sentido y se torna vacía, justo cuando parecía vivirse más plenamente.

Actualmente, los esfuerzos conjuntos de la Física, Química, Geología y Astronomía, tienden a construir un sistema del “mundo inorgánico”, donde los biólogos podrían intercalar al nivel de la Biosfera, la clasificación de los seres vivos organizados, procesando la evolución. La Sistemática moderna, no puede ser motivo de maniobras intelectuales especializadas, sino de conocedores en plena posesión de datos esenciales de diversas disciplinas, donde podemos reconocer que la Sistemática no es un fin, sino un medio.

Para Bertrand Russell, el hombre es el producto de causas que no tienen previsión del fin para el que fueron puestas en marcha; su origen, su crecimiento, miedos y esperanzas, amores y creencias no son otra cosa sino el resultado de la manera accidental en que se colocan los átomos. Somos un subproducto accidental de fuerzas evolutivas ciegas, sin ningún papel a desempeñar en el esquema de las cosas y, sin ninguna relación comprensible con las fuerzas que dominan el mundo de la materia inanimada.

La teoría cuántica, fue elaborada para tomar en cuenta ciertas clases de hechos experimentales que nos obligaron a enfocar en los atributos “Discretos” del mundo físico, que no podían ser incorporados a una teoría, a una teoría clásica, en esencia continua. Un pequeño grupo de teóricos reconoce las profundas dificultades que hay en asimilar cualquier teoría de los fenómenos cuánticos a una teoría del continuo; y están convencidos de que el curso de acción correcto es el de construir los continuos del espacio y el tiempo, a partir de alguna clase de procesos discretos, a pesar del peligro obvio de caer en un argumento circular.

La teoría cuántica y su incapacidad para explicar los resultados de sus predicciones, ha significado que a partir de sus ecuaciones, no tengamos nada nuevo sobre la realidad y en la cual, no hay nada que podamos decir de que existe en un lugar determinado y en el que cada cosa está bañada en un mar de posibilidades. Lo que ha conducido a discusiones absurdas, incluyendo la negación de la existencia de cualquier realidad a niveles subátomicos o incluso en algunos casos, la negación de la existencia de cualquier tipo de realidad.

La metáfora, dio paso cada vez más a la evidencia cuando menos, a lo que es una especulación bien fundamentada sobre la forma actual de la psicología humana y sobre sus implicaciones morales y espirituales, como la idea básica de contemplarnos a nosotros mismos como personas cuánticas, que es, en sí misma, radicalmente nueva y nos enseña que no podemos separarnos de nuestro medio.

La sorprendente equivalencia entre materia y energía, la sucesión sugerida por la dualidad onda/partícula, el repentino nacimiento y muerte de partículas y el atormentado desprendimiento de la realidad sugerida por el principio de incertidumbre de Heisemberg, me proporcionó como una especie de sentimiento místico de que el universo estaba vivo, nos dice Danah Zohar. A la vez que Krishnamurti, cuando habla de la interrelación de las cosas, nos dice “Yo soy el mundo”.

El principio de incertidumbre que rige la conducta de los electrones, desempeña un papel importante en la aparición de errores genéticos que contribuyen a desarrollar los procesos de envejecimiento y ciertos tipos de cánceres y, se cree que el propio proceso evolutivo se halla también influenciada de manera parecida.

¿Somos el puente natural existente entre el mundo cotidiano y el de la física cuántica?

Se da la posibilidad de que la “Conciencia”, lo mismo que la “Materia”, emerjan del mundo de los acontecimientos cuánticos y de que ambas, posean una madre común en la realidad cuántica. Recordando a Niels Bohr, diremos: “Cada frase que pronuncio no puede considerarse una afirmación, sino una pregunta”.

Danah Zohar, nos dice: Estoy convencida de que en la física cuántica que conocemos, tenemos los fundamentos de una física sobre la que poder construir tanto nuestra ciencia como nuestra psicología y podemos también vivir en un universo reconciliado, un universo en el que nosotros y nuestra cultura formamos parte plena y significativa del esquema de las cosas.

El paso de una fase (sólido, líquido, gaseoso), a otra, se conoce cómo transición, que dan lugar a estados con grados de orden o desorden muy distintos. Las fases sólo se distinguen microscópicamente, por el ordenamiento de las moléculas. A estos diversos estados de orden microscópico, van ligadas propiedades macroscópicas totalmente distintas, destacando las mecánicas. Cambian así también otras propiedades físicas de naturaleza macroscópica, como es la transparencia.

Lo que nos muestra qué cambios microscópicos pueden dar origen a propiedades macroscópicas totalmente nuevas de las sustancias. Y resultarán importantes no sólo en los procesos físicos, sino también para los sociólogos y psicólogos, desde el punto de vista de la sinergética.

Se ha comprobado que estas transiciones, pese al carácter diverso de las sustancias y los fenómenos, obedecen a las mismas leyes y presentan siempre los mismos fenómenos fundamentales.

Los seres vivos se mantienen con vida a través de un incesante flujo de energía y materia, que asimilan y transforman. Además, los más evolucionados, no se hallan en absoluto en equilibrio térmico con su medio, más bien están muy lejos de ello.

La biología, es el ejemplo más sorprendente de un campo en que hay una transición continua de lo microscópico a lo macroscópico. En el organismo, por otro lado, hay toda clase de pruebas de que existe una unidad bien afinada entre el nivel de las partículas y el nivel molecular, así como entre éste y el estructural y, son precisamente los vínculos entre estos niveles los que tienen interés biológico.

Las fórmulas simples de la solución acuosa, permiten que circule la información de célula a célula, pero esta misma información puede transmitirse a través del espacio constituido por campos de energía, que pueden llegar a resonar en magnificas sintonías.

La biología, es por lo general muy ahorrativa y utilitaria, pero los hombres han adquirido la necesidad de ciertas cosas que no satisfacen lo considerado como normal. Nos hemos hecho conscientes de nosotros mismos, de nuestra vida y muerte, abriendo la puerta de la previsión del porvenir y hemos descubierto también, la ansiedad.

Los polos del conflicto corresponden a los términos de lo que quizá sea la clasificación básica de la psicología, de Nominalistas y Realistas. Los Nominalistas tienen la tendencia a ver todo en términos generales o en ocasiones, a todos los términos cualquiera que sean, como meros signos de acontecimientos o experiencias particulares. Y los Realistas, los ven como indicadores de estructuras que poseen alguna clase de existencia real. Independientemente de que las observemos o no.

Debemos aceptar que a nuestra escala personal, estamos muy limitados para ser capaces de ver el rango total de los fenómenos más importantes que se manifiestan en la naturaleza. La forma en cómo los continentes interactúan, con el aire, agua y vida, es importante para entender a la Tierra como un sistema.

Pero, ¿a qué escala debemos enfocar nuestros estudios sobre el estado del tiempo, clima, ecología, sociedad y cambio ambiental?

EL RENACIMIENTO DE LA NATURALEZA

Mientras que las teorías mecanicistas y vitalistas datan del siglo XVII, la teoría holística, organísmica o sistémica, surgió en la década de 1920, la cual intenta ir más allá del vitalismo y el mecanicismo, concordando con los “mecanicistas” al afirmar la unidad de la naturaleza y en ver sólo una diferencia de grado entre los organismos vivos y el resto del mundo físico. Concuerda con los “vitalistas” cuando señala que los organismos vivos son todos orgánicos y no pueden ser reducidos a la física y a la química de sistemas más simples.

La teoría holística trata a la naturaleza como algo vivo, incluso los cristales, moléculas y átomos, ya que no están constituidos por átomos inertes de materia, sino como se ha demostrado en la física moderna, son estructuras de actividad, pautas de actividad energética, dentro de campos energéticos.

Es decir, que la biología es el estudio de los organismos más grandes; mientras que la física es el estudio de los elementos más pequeños y también el estudio del organismo cósmico que todo lo abarca, conocido como universo.

Las células son regeneradas por el crecimiento, mientras que la cesación del crecimiento conduce a la senescencia y la muerte. La naturaleza que hemos tratado como muerta y mecánica, está en realidad viva y los organismos biológicos son en realidad maquinas inanimadas, carentes de todo propósito intrínseco, productos del ciego azar y de la selección natural; toda la naturaleza no era más que un sistema mecánico inanimado.

Las economías modernas están erigidas sobre ese cimiento mecanicista y todos vivimos bajo su influencia.

La idea de que todo está determinado de antemano y es en principio predecible, ha dado paso a las ideas del indeterminismo, la espontaneidad y el caos. La maquina del mundo, se ha convertido en un cosmos evolutivo y creador.

Con el desarrollo del ateísmo se consideró que la naturaleza es la fuente de todas las cosas, que de ella surge la vida y a ella regresa.

Gracias al progreso de la ciencia y al desarrollo de la comprensión racional, ahora sabemos que la naturaleza es gobernada por leyes impersonales que operan de modo uniforme en todo momento y en todo lugar, donde también pueden suceder muchas cosas por accidente o por azar, pero esos acontecimientos fortuitos no tienen nada que ver con intervenciones divinas.

La Ecología es la base de la Bioclimatología y muy particularmente, el clima. La Ecología es el estudio del hábitat y de los factores del medio ambiente, como es el suelo o los factores bióticos que condicionan la existencia de las especies, extensión e interacción entre los seres vivos y el medio ambiente.

Cada ser viviente posee numerosos genes, cuyas cualidades son susceptibles de cambiar y provocar una evolución de la especie, en la que nuevas posibilidades aportan una multiplicación o un enrarecimiento poblacional y una distribución geográfica poblacional nueva.

El reparto actual de los seres vivos, representa algo contrario a la evolución normal de las poblaciones y contrario al reparto de los climas. Muchas especies animales y vegetales desaparecidas por las glaciaciones, podrían ser reintroducidas y ser aclimatados fácilmente por el hecho de tener nuevamente sus antiguos climas.

Es de notar que la actual distribución poblacional, no tiene a veces ninguna relación con la geografía, así como con sus posibilidades y exigencias; lo que nos debe llevar al estudio del “pasado conocido” a fin de comprender el “presente desconocido”. No es menos cierto, que los vegetales poseen semillas ligeras, que pueden ser transportadas por vientos fuertes muy lejos de su lugar de origen y, lo mismo ocurre con muchos insectos y arácnidos.

Algunos seres vivientes han evolucionado muy de prisa, sin que siempre se puedan observar modificaciones del medio exterior; mientras que otros no parecen haber cambiado desde hace muchos millones de años, aunque han sufrido los mismos cambios climáticos que los demás, así como también de que existen cambios bruscos, que no parecen ser provocados por modificaciones del medio externo.

El hombre no es más que otra especie echada al mundo por las fuerzas ciegas de la evolución y sin duda, condenada a extinguirse; en última instancia, “Nada en absoluto es sagrado”, nos dice Rupert Sheldrake. Agregando que: “Los esfuerzos tendientes a salvaguardar y apreciar el ambiente necesitan que se les infunda una visión de lo sagrado, a fin de ser respetados y conservados”.

Incontables especies están siendo aniquiladas en nombre de un bienestar ilusorio: sin que se les conozca y sin recibir nombre alguno. Y donde además, todos los organismos vivos afectan en diversos grados a su ambiente y donde, gran parte de la desertificación del mundo podría haber sido agraviada incluso por las actividades del hombre prehistórico.

Cuando nos referimos a la mayor parte de nuestras experiencias, es difícil defender racionalmente lo que conocemos intuitivamente, pero en la responsabilidad que les es inherente, se vuelve tremendamente importante algún tipo de racionalidad, si es que deseamos ordenar nuestras relaciones sociales.

En el mundo muerto y silencioso de Newton, los seres humanos conscientes no tenemos ningún papel a desempeñar ni poseemos poder alguno que nos permita detener la marcha de fuerzas ciegas e inmutables, como la lucha ascendente ciega al bien y el mal, indiferente a la destrucción, la materia omnipotente sigue su camino inexorable.

Para Russell, esa impotencia humana desemboca en una fe desafiante, que conduce a la mayoría de la gente a la perdida de voluntad, con desesperación y depresión o a un oportunismo despiadado al pensar. ¿Qué importa lo que haga y las decisiones que tome, si al final todo acaba convertido en polvo?

Se supone que la ciencia es exclusivamente objetiva. Pero nunca se ve que nadie haga algo. Se siguen métodos, se observan fenómenos y se realizan mediciones y todos saben que este proceso es artificial y, sobre los que no influyen las emociones, pero la realidad es distinta. Se comparte un frenesí científico desencadenado por la perspectiva de la fama y fortuna. Las rutinas cotidianas son malogradas por el fraude científico y por mentiras desvergonzadas, nos dice Sheldrake.

OBSERVACIONES Y CONCLUSIONES

Hoy en día, la principal fuente de riqueza es el conocimiento. La economía global se ha transformado de una economía basada en lo material a una economía basada en el conocimiento.

En los límites de nuestros procesos, todos somos funciones de ondas cuánticas indeterminadas que transportan variados y múltiples grados de realidad y de irrealidad. Tales desenlaces son estrictamente una cuestión de probabilidades. Somos agentes activos y en la física clásica, no existen los agentes activos, sólo hay leyes.

La cosmovisión mecanicista postula que el universo es a la vez objetivo, totalmente material y legal. Pero declinó de forma irreversible como consecuencia del surgimiento de cuatro nuevas ideas: los campos de fuerza, la energía, del azar y la distinción micro y macroscópica.

Estas teorías, en contraste con la mecánica, es que no contienen coordenadas dependientes del tiempo y por consiguiente no se les puede interpretar en términos de partículas. Maswell, postuló que todas las acciones entre los cuerpos, están mediados por campos. La transformación que produjo su teoría en la concepción de la realidad fue la más profunda y fructífera desde Newton, que es la de reducir las partículas a campos; programa llevado a cabo por la teoría cuántica.

En la conciencia cuántica, deducida por Danah Zohar, las percepciones de la física moderna pueden eliminar nuestra comprensión de la vida cotidiana, nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás y con el mundo en su conjunto. La conclusión es una psicología cuántica, nueva en su totalidad, pero se enfrenta a cuestiones filosóficas plenas de dificultades.

¿Existe una fuente subatómica a partir de la cual se origine nuestra creatividad, nuestra empatía con los demás y nuestros sentimientos de unidad con el mundo inanimado? Para Danah Zohar: La vitalidad de la nueva física combate la alienación y la fragmentación y la sustituye por un modelo de la realidad en que la conciencia humana es sólo una expresión de una manifestación universal.

¿Es el ego individual, el único autor de valor, ya que en nuestro mundo no existe verdad, sino solamente la perspectiva de uno mismo?

La física moderna no solamente invalida la idea clásica de una descripción objetiva de la naturaleza, sino que también ha desafiado el mito de una ciencia de valor libre.

Lo que se encuentra, es un enfoque completamente nuevo, que vaya más allá de las ideas inconscientes que han llegado a dominar la ciencia, que incluiría cuestiones sobre la naturaleza de la creatividad y sobre lo que podría ayudar a fomentarla.

La creatividad, en relación con todo el problema del orden, estudia las implicaciones de la creatividad en general y en relación no sólo con la ciencia, sino también con la sociedad y la vida humana como un todo.

Las acciones humanas exitosas, se planean a la luz del mejor conocimiento disponible sobre el mundo y las personas. Una filosofía absurda es espuria y una filosofía práctica, es inútil en el mejor de los casos y destructiva en el peor. Para ser útil, una filosofía práctica debe ser sensata y nutrirse de las demás ramas de las filosofías, así como de las ciencias.

Los problemas morales surgen cuando hay recursos que son escasos y quiénes los manejan, tienen desigual poder. Esta es la causa de que cuanto más dividida esté una sociedad, más grave serán los problemas que surjan en ella. La mejor forma de resolver esos conflictos de un modo justo y pacífico, es debatir y negociar a la luz de lo que se sabe sobre los sistemas sociales; a manera que la parte más fuerte pueda compensar a la más débil. Una filosofía moral de orientación científica, promoverá la justicia y la reciprocidad, porque éstas favorecen al bienestar individual y el progreso social.

Nos conocemos como seres libres y ordenamos nuestros sentimientos lo mismo que nuestros asuntos de acuerdo con ello y, de la misma manera en que lo hace la espontaneidad, como todo el cuadro completo de sentimientos que abarcan cosas como el temor, el asombro, orgullo y vergüenza.

Los filósofos están de acuerdo en que en un sentido muy significativo, el hombre no es moralmente responsable y en todos los casos, ciertamente no es libre. De que nuestra libertad se encuentra limitada por el poder determinante de fuerzas instintivas inconscientes, se ha convertido en el modelo de una duda más general sobre la autonomía y la responsabilidad.

Sus nociones originales de que nuestra libertad es un rehén de los instintos o de la historia extendida, para incluir afirmaciones de que nuestra conducta se encuentra determinada por nuestro medio, la cantidad de dinero que tenemos o dejamos de tener o incluso por la política gubernamental o como señala Bernstein: “Nosotros no somos malos, estamos desposeídos, sociológicamente”. Y los criminales no pueden ayudarse siendo lo que son o haciendo lo que hacen.

Para Freud, toda la actividad mental es el resultado de fuerzas mentales inconscientes que son, en origen, instintivas, biológicas y físicas y, la psicología podría formularse en términos de fuerzas interactuantes cuantificables, sin el recurso a ninguna intervención de integridad mental, la psicología podría convertirse en una ciencia natural como la física.

La psique humana es por su propia naturaleza, el esclavo atado por fuerzas inconscientes que se encuentran fuera de su alcance y más allá de su control. Lo que implicaría que todas las decisiones conscientes vienen estrictamente determinadas por fuerzas inconscientes y, que toda decisión es una ilusión y que la conciencia no posee función alguna.

Freud, contribuyó al reforzamiento de hacer determinista la psiquiatría y la psicoterapia, levantando serias dudas sobre la capacidad humana para la elección libre y responsable.

La biología mecanicista, ha triunfado en la explicación de la fisiología de los organismos adultos. Los considera máquinas que funcionan armoniosamente para mantener la integridad organizada del todo.

La interrelación de las partes, depende de procesos de retroalimentación y sus actividades son reguladas por dispositivos de control interno y a su vez, incluidos por la actividad propia. Pero el funcionamiento intencional de los órganos, en relación con el organismo como un todo, ha recibido su forma de la naturaleza en el curso de la evolución y, en virtud de la selección natural.

La analogía se derrumba, cuando se trata de comprender el crecimiento y el desarrollo de los organismos. Los robles crecen a partir de pequeños embriones de las bellotas. El tejido de sus tallos puede regenerar raíces y brotes e incluso, una sola célula de ese tejido cultivada en un tubo de ensayo puede desarrollar una planta completa. Si un gusano plano se corta en muchos pedazos, cada parte puede convertirse en un gusano completo.

Según Voltaire: El nacer es un delito que se paga con la pena de muerte.

La trucha arco iris y el salmón, pueden envejecer varias veces y estar casi a punto de morir de viejo, cuando de pronto se rejuvenece y se cura de todos los achaques de la vejez. La secreción de las hormonas mortales se detiene tras el acto de la fecundación, el animal comienza a rejuvenecer.

Una vida larga no parece ser característica propia del reino animal, ni fomentada por la naturaleza. El descubrimiento de la “glándula mortuoria” parece indicar que la naturaleza ha inventado algo cuya intencionalidad es acortar la edad de los animales, que mata a los animales mucho antes que los órganos se hayan desgastado y estén incapaces para seguir viviendo.

Encontramos animales que sólo viven dos horas, junto a los milenarios arboles de pino en Arizona; pero también existen seres vivos que no conocen la vejez y son inmortales, pero son también los más primitivos. Son seres microscópicos y unicelulares, como las amibas y flagelados, animales primitivos con miles de millones de años.

EN TANTO UN SER VIVO CRECE NO ENVEJECE”

En el reino de los cocodrilos y las tortugas, los ancianos son los que triunfan por el hecho de seguir creciendo continuamente. Una edad prolongada no depende del tamaño del cuerpo, sino de la duración del crecimiento.

La naturaleza no ha creído necesario hacer que la vida de los animales sea tan larga, como la de los arboles.

Los vitalistas han sostenido que la morfogénesis y la regeneración, no se pueden explicar en términos mecanicistas. Las máquinas no son más que la suma de sus partes y de las interacciones entre ellas; en cambio, los organismos vivos tienen una totalidad que es más que la suma de las partes y de sus interacciones.

Según Driesch, los genes originan las sustancias químicas que constituyen el organismo, pero el modo como esas sustancias se ordenan en células, tejidos y órganos, depende de las Entelequias, que actuaban imponiendo orden en los procesos físicos y químicos del organismo, que de otro modo serían probabilistas e indeterminadas.

El problema consiste en que la naturaleza intencional y holística de la morfogénesis y la regeneración, continúa desafiando la explicación mecanicista donde los factores vitales aparecen bajo formas mecanicistas, como los genes egoístas, mientras que los programas hacen todo lo que se suponía hacían las entelequias de Aristóteles. No son materia sino “información”, y la información, es lo que proporciona forma a las cosas, lo que las informa y desempeña el mismo papel que la entelequia, pero suena más científica, nos dice Sheldrake.

La transformación de energía microscópica en una energía macroscópica, con pocos grados de libertad, parece ser uno de los principios fundamentales de los fenómenos biológicos. Los fenómenos macroscópicos se basan en la alternancia de reacciones químicas y difusiones, que se describen mediante ecuaciones de reacción-difusión y, podrán formarse ondas circulares o espirales.

El movimiento giratorio en los líquidos tiene carácter de autocatálisis. Donde la autocatálisis y la desestabilización de formas de movimiento colectivo, son una misma cosa, quedando patente que la naturaleza aplica claramente siempre los mismos principios para producir movimientos ordenados de carácter macroscópico.

Tanto en el láser como en los líquidos, se puede alcanzar el orden macroscópico mediante una alimentación energética más intensa, donde se forman dibujos crecientemente complejos, hasta que finalmente aparece la turbulencia, nos dice Hermann Haken. Se ha demostrado así también, que el metabolismo de cada célula, en el que interviene un intercambio de energía, se desarrolla de manera rítmica y periódica.

Es probable que en el futuro haya epidemias importantes que continúen poniendo en peligro a la humanidad, pero sólo si la propia humanidad las crea, estando al servicio de alguna ideología despiadada.

¿Debemos congraciarnos, cuando observamos que en las sociedades agrícolas antiguas, la violencia humana causaba el 15% de todas las muertes y durante el siglo XX causó sólo el 5% y en el siglo XXI está siendo responsable, sólo del 1% de la mortalidad global?







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