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Octubre 2017

Inestabilidad, competencia interimperialista y conflictos regionales


Por José René Tamariz

La situación mundial es cada vez más inestable, tanto en el ámbito económico, político y de seguridad. A nivel mundial aún no se ha salido de la grave recesión económica iniciada en el 2008. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca con sus políticas, retórica y amenazas de utilización de armas nucleares contra Corea del Norte le ha introducido más incertidumbre y posibilidades de mayor caos al mundo.

El presidente de los Estados Unidos, en un reciente discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, amenazó con “destruir totalmente Corea del Norte”, asimismo Trump plantea la posibilidad de denunciar y abandonar el acuerdo con Irán sobre armas nucleares. Las pruebas nucleares y de misiles por parte de Corea, junto a la política imperialista de Trump, pueden llevar a una eventual guerra con consecuencias mundiales incalculables. De otro lado, la competencia inter-imperialista es cada vez más aguda, principalmente entre China y los Estados Unidos, aunque aparentemente no se observe a simple vista.  Mientras tanto las guerras regionales en Medio Oriente continúan y no se esperan signos de solución, sino más bien de su prolongación y extensión. Las rivalidades entre potencias regionales, Irán y Arabia Saudita, van en crecimiento.

Estado Actual de la Situación Económica

Según, Kaushik Basu, ex economista principal del Banco Mundial, “El mundo está pasando por una crisis económica en cámara lenta, a la que la mayoría de los expertos no le encuentran fin a la vista. Desde la crisis del 2008, la economía global viene creciendo a trancas y barrancas, en lo que constituye uno de los estancamientos más prolongado de la era moderna. En casi todos los países de ingresos medios y altos, los salarios (como proporción del PIB) llevan casi cuarenta años de caída sostenible…”. (La Nación, 24 de junio de 2017). El comercio internacional se ha reducido pasando del 6% al 3% desde el año 2012 hasta la fecha. Las clases medias en los Estados Unidos dejó de ser mayoría hace algunos años y tiende a extinguirse en muchos otros países. La caída permanente de los salarios y la disminución de las clases medias, reducen los niveles de consumo y, por ende, no hacen posible el ascenso o recuperación de la economía. Este ciclo recesivo de la economía mundial lleva 9 años, pareciendo ser más prolongado y profundo, ya que todavía no se ve un nuevo ciclo de ascenso o recuperación.

Por otro lado, de acuerdo con el FMI “La economía mundial se expandió solamente en un 2.2% en 2016, la menor tasa de crecimiento desde la Gran Recesión de 2009.  Entre los factores que está afectando el desempeño de la economía mundial se pueden mencionar el débil ritmo de la inversión, la disminución en el crecimiento del comercio internacional, el lento crecimiento de la productividad y los elevados niveles de deuda. Asimismo, los bajos precios de las materias primas han exacerbado estos problemas en muchos países exportadores de materias primas desde mediados de 2014, mientras que los conflictos y las tensiones geopolíticas continúan afectando las perspectivas económicas en varias regiones”. (FMI: Situación y perspectivas de la economía mundial 2017). Precisamente los bajos niveles de inversión, tanto de los llamados países desarrollados, en desarrollo y de economías de transición, es un factor indicativo del descenso de la economía mundial. A su vez, el prolongado proceso de falta de inversión retroalimenta la caída de la productividad en casi todas las economías.

Por otra parte, la característica monopólica del capitalismo imperialista, planteada por Lenin, lejos de disminuir se ha incrementado y profundizado a niveles nunca ante visto en todos los ámbitos económicos y financieros, lo cual ha incrementado hasta el paroxismo la desigualdad y la pobreza en todo el mundo. Veamos algunos casos de la alta concentración y centralización del capital en poquísimas manos. Según el economista Joseph Stiglitz “El porcentaje de participación en el mercado de los depósitos de los diez primeros bancos, por ejemplo, aumentó de un nivel aproximado del 20% al 50% en tan solo 30 años, entre 1980 y el 2010”. (La Nación, 24 de mayo de 2015). Asimismo, se produce en el terreno de la producción y de servicios. En la producción alimentaria, por ejemplo, tres dúos de transnacionales (Bayer-Monsanto, Dow-DuPont y ChemChina-Syngenta), controlan más del 60% del mercado mundial de semillas y agroquímicos. En el sector agro técnico pasa algo similar, cinco transnacionales controlan el 65% del mercado mundial con la corporación Deere & Company a la cabeza. Igual fenómeno se produce en las telecomunicaciones, producción farmacéutica, salud; Internet y otros sectores.  Entonces, las ganancias monopólicas son cada vez más elevadas y, por ende, la tan cacareada competencia entre empresas y capitalistas no es tan cierta. Esta característica monopólica del capitalismo imperialista ha adquirido en las últimas décadas un carácter más extremo, lo cual exacerba las contradicciones del capitalismo imperialista.

Obviando, esa situación objetiva de crisis del capitalismo imperialista, la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, planteo de forma ilusoria y romántica, recientemente, que no se atravesará por otra crisis financiera durante “el transcurso de nuestras vidas”. Este planteamiento es no comprender la naturaleza del capitalismo imperialista, sistema en el cual las crisis y las quiebras son parte funcional del mismo. Este ha sido el sueño de todos los economistas burgueses y apologistas del capitalismo. Si bien, aparentemente, los riesgos de una nueva crisis en el sistema financiero no se manifiesten por ahora, lo cierto es que esos riesgos se trasladaron y migraron hacia otros sectores de la economía y países.

Competencia Inter-imperialista entre China y los Estados Unidos

El “ascenso pacífico” de China, como potencia mundial, planteado por Deng Xiao Ping, pareciera que está quedando, cada vez más, en el pasado. China, al convertirse en la segunda potencia económica, después de los Estados Unidos, ha comenzado a enseñar sus colmillos. En el año 2008 China aumentó su presencia militar en el Mar de China meridional, empezando a cuestionar la hegemonía de los Estados Unidos en aguas marítimas y a presionar a diferentes países vecinos, reclamando derechos históricos sobre esa zona. Posteriormente, China en el año 2013, intensificó las presiones y tensiones, cuando amplió su zona de defensa aérea a un espacio disputada por Japón. Los Estados Unidos habían sido, desde la segunda guerra mundial, la potencia marítima del pacífico. Esto fue considerado por los EUA como una provocación.

China, está cuestionando en los hechos, el sistema de Bretton Woods, impuesto por los Estados Unidos, tras su victoria en la segunda mundial y como potencia mundial, ya sea en cuanto al dólar como moneda de reserva y circulación mundial, así como de las instituciones internacionales surgidas de ese sistema (FMI y Banco Mundial). Este sistema, en parte, se implantó porque el imperialismo yanqui tenía una economía superavitaria, situación que ha cambiado drásticamente porque los Estados Unidos tiene una economía deficitaria desde hace mucho tiempo. China, junto a otros países, está construyendo una institucionalidad internacional paralela a la de Bretton Woods, tal es el caso de la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, paralelo y alternativo al Banco Mundial. Por otro lado, China junto a Rusia y otros países, ha comenzado a realizar acuerdos de pagos bilaterales y transacciones comerciales en yuanes. Ya existen múltiples acuerdos en esa dirección entre China y varios países europeos, Rusia y otros. Es más, China está realizando actualmente contratos de largo plazo de compra de petróleo en yuanes. Según el economista, Mohamed A. El-Erian, “… La preocupación es que estos enfoques alternativos puedan acabar socavando, en lugar de reforzar, un sistema predecible y beneficioso de normas para las interacciones entre los países”. (La Nación, 4 de febrero de 2017).

Por otro lado, la política de China, iniciada en el 2013, de “Un cinturón, una ruta” es una política expansionista de esta potencia emergente en toda Euroasia. Es el intento serio de exportar el modelo chino a otras regiones. Este es un proyecto faraónico y ambicioso de los chinos que implica conectar a China por ferrocarril con Asia Central y Europa, así como Oriente Medio y Asia Meridional. Dicha ruta estaría integrada por puertos, trenes, aeropuertos y generación eléctrica que aumentaría el tráfico marítimo desde Asia Oriental y conectar esos países con el cinturón, permitiendo transportar sus mercancías por tierra en vez de transitar por dos océanos, como sucede en la actualidad. Este ambicioso proyecto es financiado por el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Es muy probable que la concreción de este gran proyecto chino, le imprima gran desarrollo industrial y demanda fuera de China.

Los Conflictos Militares y los Peligros de Guerra Nuclear

Los conflictos militares en diferentes países, lejos de disminuir con la intervención imperialista, se han agudizado, tales son los casos de Siria, Afganistán, Irak y otros. En Siria continúan los enfrentamientos militares, a pesar del cese al fuego pactado entre los Estados Unidos y Rusia. Por otra parte, el referendo de independencia impulsado por los kurdos de Irak en la región del Kurdistán el día 25 de setiembre de 2017, probablemente, agrave la situación en esa zona. Rechazan ese referendo y sus resultados Irak, Irán, Turquía y Siria. El gobierno de Turquía ha amenazado con la intervención militar en el Kurdistán. Irán, por su parte, prohibió los vuelos al Kurdistán y desplazó a las tropas de la llamada Guardia Revolucionaria en la frontera de la zona kurda. Es importante destacar que las milicias kurdas se sienten fortalecidas por sus victorias contra las fuerzas del Estado Islámico.

De otro lado, la amenaza de Donald Trump contra Corea del Norte le echa más leña al fuego, en el sentido de plantear, recientemente, su destrucción total. Esa destrucción, en caso de concretarse, sería como una reedición del bombardero nuclear contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en el año 1945, pero a escala superior de toda una nación. Esto tendría graves consecuencias humana y ambientales, ya que significaría la eliminación física de la población en Corea del Norte, así como sus efectos en las poblaciones de los países limítrofes y en todo el planeta. En síntesis, las intervenciones imperialistas en diferentes países, su apoyo a uno u otro bando en esos conflictos, lejos de resolver situaciones conflictivas, las retroalimenta y las profundiza, creando mayor inestabilidad y la generación de caos en diversas regiones.

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