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Septiembre 2017

CNI-EZLN: respondiendo al reto histórico hoy en México

PRAXIS



Desde que se constituyó el 28 de mayo, el Concejo Indígena de Gobierno (CIG) ha comenzado su andar para reconstituir al país desde abajo y a la izquierda (ver Praxis núm. 14). O, tal vez, sería mejor decir ha continuado su andar, porque éste no data de hace dos meses, sino por lo menos de 1996, cuando se creó el Congreso Nacional Indígena (CNI) y, los pueblos que forman parte de él, empezaron a compartir sus dolores y experiencias de lucha contra el despojo capitalista. Ahora, con el CIG, estos pueblos no sólo podrán llevar a cabo sus resistencias de manera más organizada, sino que buscarán “pasar a la ofensiva”, es decir: transitar del momento de la resistencia a la rebeldía, de la oposición o negación a aquello que se rechaza, a la construcción de un mundo nuevo.

Naturalmente, el Estado va a hacer todo lo posible porque un proyecto de tal naturaleza no fructifique. De mayo a la fecha, la ya de por sí aguda represión contra los pueblos originarios, se ha visto multiplicada por 20: en un comunicado del 10 de junio, el CNI denunció al menos diez actos de violencia estatal cometidos en todo el país sólo durante los primeros días de ese mes; el 27 de junio, un aparato explosivo hizo estallar el auto de Mario Luna, concejal de la tribu yaqui en el CIG, en el patio de su casa; a finales de julio, un hombre invadió el predio de una comunidad otomí en la Ciudad de México, días después de que ésta había nombrado a su concejal ante el CIG; en Nexquipayac (Estado de México), Tepoztlán (Morelos), y muchos otros lugares del país, las agresiones del Estado podrían contarse por decenas.

No obstante, si bien la represión es real y continua, el mayor reto del CIG no es sólo seguir resistiendo ante ella, sino el cómo llevar adelante la propuesta de una sociedad nueva, realmente humana. Para ello, creemos, no sólo se requiere una labor práctica, sino, al mismo tiempo, una labor teórica. Si bien es imprescindible seguir desarrollando las acciones de rebeldía y autoorganización que nacen desde abajo, es igualmente necesario desarrollar ideas de liberación que potencien y den sentido a dichas acciones.

En otras palabras: se trata de construir, con y desde las luchas mismas, una visión emancipadora que nos permita dar origen a una nueva relación entre teoría y práctica, entre trabajo intelectual y trabajo manual y, por tanto, a una sociedad distinta.

El llamado del CIG es, precisamente, a construir a partir de las voces y acciones que vienen de los sectores más oprimidos del país: “Confiamos en la dignidad y honestidad de los que luchan; de los maestros, de los estudiantes, de los campesinos, de los obreros, jornaleros, y queremos que se profundicen las grietas que cada uno de ellos han ido labrando, desmontando en lo chiquito y en lo grande el poder de arriba; queremos hacer tantas grietas, que ellas sean nuestros gobierno anticapitalista y honesto” (CNI-EZLN, Llegó la hora).

No es, pues, un llamado electoral; tampoco a generar una “unidad de luchas” desde abajo que permita llegar al poder y, desde allí, aplicar un “programa político” que resuelva las demandas de todos los oprimidos, sino algo más profundo que eso. Es fundamental, entonces, estar atentos a las voces y acciones de resistencia que nacen desde abajo (tanto de los pueblos del CNI como de otros sujetos en lucha), no sólo como “testimonios”, sino como fuente de ideas y teoría revolucionarias. Sin ellas, ninguna sociedad nueva es posible. Al mismo tiempo, es importante mostrar los lazos profundos entre dichos movimientos y una visión emancipadora plena, o, por decirlo de otra forma, entre el movimiento histórico de la humanidad por su liberación y la expresión/proyección filosófica de dicho movimiento. Cuando ambas —teoría y práctica, filosofía y revolución— se reúnen en las experiencias de liberación que nacen desde abajo, nos encontramos en mejores condiciones de dar origen a una sociedad nueva, verdaderamente humana.

Esta reunificación es una tarea histórica permanente, aunque particularmente relevante hoy, cuando el llamado del CIG le ha abierto la puerta a una nueva etapa de transformación en México. ¿Podremos responder plenamente a él?



PRAXIS en América Latina No. 15 agosto-septiembre 2017. Editorial Pg. 2.







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