Perú: Kusi Kawsay, un proyecto educativo sui generis
Grecia Pretel Alva
PRAXIS
Cuzco, Perú. Quienes vamos tras las huellas de los incas, una civilización violentamente desarticulada por españoles, llegamos al corazón de su ensamble oxidado. Hace falta reconocer sus engranajes para tomar consciencia de que, dentro, circula sabiduría aún viva y trasmisible a generaciones venideras. Conocimientos que legaron nuestros antepasados naturales al infinito.
El grupo quechua-hablante lo conforman aproximadamente 3 millones de personas de la región sur del país. En cercanía a esta cultura, al ande, cóndor, cantutas, quindes, quenas, zampoñas, ponchos, chullos, llanques, polleras y vientos puros matutinos o estrellados cielos vespertinos, es posible latir con el Perú profundo que sensibilizó a Pachacútec, Tupac Amaru, César Vallejo y José Carlos Mariátegui. Definitivamente, hace falta regar nuestras raíces para sentirnos árboles.
El innato socialismo, la reciprocidad, el respeto por la madre tierra o pachamama, la eco sostenibilidad de la arquitectura y el alimento espiritual de saberse parte de la tierra y no propietarios, son fines primordiales que practicó la civilización incaica.
A 2,974 metros sobre el nivel mar y a 30 kilómetros de Cuzco, se localiza el distrito de P’isaq, denominado “pueblo de artesanos”. Desde el año 2007, se lleva a cabo allí un proyecto educativo que rescata costumbres ancestrales. Bajo la óptica progresista, gran cantidad de la población migra a ciudades más grandes y desarrolladas del modelo capitalista, asume modelos de consumo exacerbado, olvida sus tradiciones, se avergüenza de sus orígenes y se aliena, deja la agricultura por brindar servicios, abandona el agro, desprecia su propio idioma condenando al quechua a la extinción paulatina y enarbola sus fuerzas en pro del neoliberalismo. Este fenómeno no es ajeno al centralismo del país y del mundo, una realidad compartida y problemática.
Hablar del proyecto educativo Kusi Kawsay (Vida Venturosa) antes mencionado, es una manera de demostrar y difundir iniciativas únicas que incentivarán a la preservación de nuestra cultura inca, ya que se rige bajo los mismos pilares.
La escuela consta de tres niveles en inicial y siete grados académicos en primaria; tiene una población estudiantil mixta, que va desde niños de escasos recursos o de comunidades indígenas que cuentan con beca completa o estudian gratuitamente (en estos casos, los padres colaboran en el cultivo de áreas verdes de la escuela o participan en actividades culturales), hasta niños cuyos padres tienen alta solvencia económica y pagan el monto máximo mensual de 650 soles (3,500 pesos). Su currículo se guía por la pedagogía Waldorf, pero da el agregado andino al regirse por el calendario agrícola, en el cual se contempla la celebración o agradecimiento a la tierra, las lluvias, el viento, el sol y demás elementos naturales considerados deidades por el incario. Además, se promueve el aprendizaje del idioma quechua, incluido como materia obligatoria.
En el ámbito artístico se les enseña escultura y pintura bajo parámetros paulatinos de simetría, de acuerdo a su edad y grado, además de cantar en quechua, realizar tejidos a la usanza antigua —utilizando el telar e hilos teñidos con flores, plantas o semillas—, así como a construir sus propios instrumentos tradicionales a base de materiales de la zona. Esto, como parte del proyecto de eventos culturales, llamado Ñawpaq Ñan (Camino Antiguo).
Se da gran relevancia a la agricultura, ya que, al abundar en esta zona los andenes o estructuras de piedra incaicas creadas para aprovechar pisos ecológicos y adaptar los distintos sembríos a las variaciones de clima, se intenta hacer de los niños agentes de cambio social mediante la realización de prácticas agrícolas y rurales eficientes. Esto conforma el proyecto de la chacra orgánica, titulado Kusi Ñan (Camino Apacible).
Dada la oportunidad de vivir de cerca esta iniciativa en P’isaq, cabe resaltar el valor transformativo que impacta directamente en un grupo humano tan sensible como es la infancia de esta zona quechua del Perú. Es importante reconocer que estas titánicas batallas de impulsar proyectos de esta naturaleza nacen de personas convencidas de que la lucha indígena y la reivindicación de nuestra raza, después de años de sumisión, nos corresponde a quienes estemos comprometidos con el verdadero fundamento de hacer que los sueños se concreticen. Lo más sublime de esta confrontación al sistema es que empieza por la noble labor de educar y va de la mano de generaciones que ya empiezan a dar frutos de esperanza a quienes pusimos un granito de arena en su formación.
Mujeres en el mercado de P’isaq, Perú
PRAXIS en América Latina No. 15 agosto-septiembre 2017. Pg. 10
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