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Julio 2017

Magisterio democrático y ecología política


Víctor M. Toledo

La entusiasta recepción que tuvo mi entrega anterior sobre Los civilizionarios ( http://www.jornada.unam.mx/2017/06/ 20/opinion/016a1pol ), expresada no sólo en las cifras de lectores y en su reproducción por las redes sociales, sino en su traducción casi inmediata al inglés ( http://voicesmotherearth.blogspot.mx/ 2017/06/globalization-of-hope-civilizers.html ), debió haberme obligado a dedicar un segundo ensayo al tema. Sin embargo, un encuentro, probablemente inédito, en torno a las relaciones entre educación, comunidad y ecología, realizado en el campus de la UNAM en Morelia, que reunió a varias decenas de profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE, sección 18) e investigadores que trabajan en comunidades y educación ambiental, arte y ciencia, me reveló el papel crucial que jugarán, ya están jugando, los profesores democráticos de este país en la transformación civilizatoria, es decir su rol como civilizionarios.

De todas las profesiones existentes en la sociedad, la del maestro es sin duda la de mayor valor, importancia y nobleza, pues de ellos depende en el tiempo largo, la continuidad de la experiencia colectiva, el mantenimiento de la memoria histórica y la recreación de valores supremos. El maestro debe ser (como en varios países del norte de Europa) el profesionista mejor valorado económica, social, e intelectualmente. En México, la batalla por la educación la libran dos corrientes antagónicas que alcanzan a expresarse gremialmente. El SNTE o “sindicato charro” y la CNTE o magisterio democrático. De los 1.5 millones de profesores que existen en el país, las dos terceras partes continúan militando en el primero, pero cerca de 400 mil docentes militan o simpatizan con la CNTE, especialmente en cuatro estados (Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas) donde hay más de 4 millones de alumnos y unas 50 mil escuelas. Con una larga tradición de lucha social que se remonta a la época cardenista, los maestros democráticos se oponen a la llamada reforma educativa impulsada por el gobierno federal y apoyada por el SNTE y los empresarios, que no es más que un nuevo intento por hacer de la escuela una fábrica de expertos dirigidos a cubrir las necesidades de empresas y corporaciones, con suficientes capacidades para adaptarse, pasiva y mansamente, al modelo individualista, mercantil y tecnocrático de la civilización industrial.

Los crispantes conflictos vividos los años pasados entre el gobierno federal y el magisterios democrático, que debieron haberse resuelto mediante un diálogo verdadero en torno a la educación, y que llevó a la CNTE a un estado de movilización permanente (toma de casetas, refinerías, estaciones de servicio, bancos e instituciones gubernamentales; plantones, movilizaciones, bloqueo de carreteras y de aeropuertos, etc.) no exento de excesos, ha impedido a la sociedad mexicana conocer a fondo la propuesta de una Educación Alternativa ( http://www.educacionfutura.org/por-un-verdadero-proyecto- de-educacion-alternativa-para-mexico/ ). Como ha sido magistralmente documentado en el libro de L. Hernández Navarro, La novena ola magisterial ( http://www.jornada.unam.mx/2013/09/ 24/opinion/023a1pol ), el gobierno optó por imponer a sangre y fuego su reforma educativa, excluyendo despóticamente al gremio disidente e ignorando por completo las ideas, tesis y planteamientos de su propuesta.

Para sorpresa de los académicos que participamos en el encuentro citado, la propuesta de educación presentada en cinco ponencias por los profesores democráticos de Michoacán, no sólo reveló la existencia de un proyecto teóricamente sólido e innovador en varias dimensiones, sino la integración de las pedagogías más avanzadas en el mundo, incluidos los planteamientos derivados de la ecología política. El magisterio democrático propone una educación que forme egresados con conciencia y capacidad de construir futuro a la que llaman una educación para el buen vivir. Para ello proponen edificar escuelas integrales donde se gestan acciones concretas entre la escuela, la comunidad y los maestros cuyo objetivo final es el poder popular. Hoy en Michoacán existen ya 50 escuelas integrales donde estudian 5 mil alumnos impulsadas por unos 400 maestros. Igualmente, la sección 18 ha escrito y publicado 45 libros de texto alternativos y distribuido miles de ejemplares por toda la entidad. En cada escuela integral se busca construir una república escolar dedicada a resolver los problemas comunitarios mediante talleres de ciencia y arte, alimentación sana, proyectos productivos de corte agroecológico, construcción de panaderías, manejo del agua y cooperativas. De ese encuentro surgieron innumerables convergencias. Por ejemplo, el concepto de poder popular empata con la idea ecopolítica de sustentabilidad que a su vez cobra sentido en el control social del territorio por comunidades y/o municipios. Los maestros manejan además con soltura conceptos como soberanía alimentaria, economía social y solidaria, manejo integral del agua, senti-pensamiento, cambio climático, el peligro de los transgénicos y la defensa del planeta. En resumen, se abre una ventana de trabajo solidario y militante entre los aguerridos contingentes del magisterio democrático y los investigadores, organizaciones civiles, activistas y comunidades volcados a la ecología política. De ahí saldrán, sin duda, nuevos civilizionarios.


http://www.jornada.unam.mx/2017/07/04/opinion/013a2pol







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