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Junio 2017

Mentada de madre

David Brooks

Donald Trump declaró la guerra al planeta y su deseo de anular el futuro cuando anunció el retiro de Estados Unidos del Pacto de París sobre Cambio Climático de 2015, la semana pasada. Es una mentada de madre a todos los habitantes de la Tierra.

Trump está cumpliendo una de sus promesas de campaña y nadie puede decir que fue sorprendido. Parte de sus bases anticientíficas (incluidos cristianos fundamentalistas) combinada con poderosos intereses multimillonarios que se oponen a toda regulación gubernamental al llamado libre mercado festejaron la decisión. Trump –aunque no se sabe qué cree de verdad sobre el tema– ha usado todo esto durante años como parte de su mensaje político: en 2012 declaró que el concepto del calentamiento global fue creado por y para los chinos con la finalidad de hacer la manufactura estadunidense no competitiva. En 2013 escribió que el calentamiento global es una farsa total y muy cara.

Con esta decisión, Estados Unidos ahora será sólo el tercer país del planeta que queda fuera del pacto, sumándose a Siria, que está en medio de una guerra civil, y Nicaragua, que rehusó firmarlo al criticar que el acuerdo quedaba corto en lo que se necesitaba para realmente revertir el cambio climático.

Trump argumentó que su decisión fue basada en factores económicos (evadió afirmar si creía o no en el cambio climático) y los líderes republicanos de ambas cámaras aplaudieron la decisión.

¿En qué punto quedará degradado Estados Unidos?, preguntó ante su público en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca (está por verse por cuánto tiempo más habrá rosas en ese jardín con las consecuencias potenciales de esta decisión). ¿En qué punto empezarán a reírse de nosotros como país? Nosotros ya no queremos que otros líderes y otros países se rían de nosotros. Bueno, un poco too late, ¿no?

Continuamos: Trump explicó que el acuerdo tiene menos que ver con el clima y más con otros países logrando una ventaja financiera sobre Estados Unidos. Aseguró que el acuerdo fue producto de una especie de complot de activistas globales que han buscado largamente adquirir riqueza a expensas de nuestro país. Más aún, acusó que el acuerdo es una redistribución masiva de la riqueza de Estados Unidos a otros países. O sea, su decisión fue defender a Estados Unidos de extranjeros tramposos, sobre todo los europeos, ya que fui electo para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París.

No sorprendió que las grandes y ricas organizaciones ambientalistas del país, y del mundo, repudiaron la decisión, ni que un gran elenco de intelectuales, editorialistas y millones de personas que sí confían en la ciencia y más o menos prefieren un futuro para la humanidad condenaron el anuncio. Un poco más sorprendente fue que influyentes líderes empresariales protestaron: Elon Musk, fundador de Tesla, y Robert Iger, ejecutivo en jefe de Disney públicamente renunciaron al panel de asesoría empresarial del presidente en protesta por el retiro del pacto de París. Los ejecutivos de algunas de las empresas nacionales más poderosas –Apple, Google, Microsoft, IBM, Facebook, General Electric y hasta Goldman Sachs– criticaron la decisión como un revés para el ambiente y el liderazgo estadunidense en el mundo.

Más aún, decenas de gobiernos estatales y municipales protestaron, y junto con más de 80 universidades y más de 100 empresas, declararon que continuarán colaborando con el Pacto de París (se está formulando un plan que someterán a la ONU). El mismo día del anuncio, el Empire State Building y las alcaldías de Nueva York, Boston y Washington se iluminaron de verde, y los gobernadores de California, Nueva York y el estado de Washington se sumaron a la recién establecida Alianza del Clima de Estados Unidos. El alcalde de Pittsburgh reafirmó el compromiso de su ciudad de seguir cumpliendo con el contexto del Acuerdo de París, en directo desafío al autoproclamado representante de Pittsburgh ante el mundo en la Casa Blanca.

El año 2014 marcó nuevo récord de temperatura global, sólo para ser superado en 2015 y 2016, todos los días hay noticias sobre el efecto del cambio climático –la reducción dramática de hielo en ambos polos, inundaciones y sequías sin precedente, cambios en ecosistemas por todo el planeta–, pero Trump y sus aliados han decidido que todo esto no existe. “Ninguna línea del argumento en el mundo físico, y ninguna autoridad creíble lo respalda, ni aquí ni en el extranjero (…) Sencillamente insiste en que la física no es real”, escribió uno de los principales activistas sobre cambio climático en este país, Bill McKIbben, en el New York Times. Advirtió que aseguraremos que la historia enjuiciaría ese nombre (Trump) con el desprecio que merece.

Pocos argumentan que el Pacto de París –que además no es un tratado, sino una serie de acuerdos voluntarios– puede frenar por sí solo el cambio climático. Sin embargo, aun críticos aceptaron que fue el primer paso internacional para abordar la crisis que podría marcar el fin de la vida humana en el planeta. No sólo eso, la gran mayoría de la opinión pública en este país apoya el Acuerdo de París. Una encuesta de Gallup registra que dos tercios externan preocupación por el cambio climático, y en otra encuesta casi 70 por ciento prefería mantenerse dentro del acuerdo.

El economista premio Nobel Joseph Stiglitz escribió en The Guardian que con esta decisión de Trump, Estados Unidos se ha convertido en un Estado delincuente en la comunidad internacional. El resto del mundo no puede permitir que un Estados Unidos delincuente destruya el planeta, afirmó, y agregó que el resto del mundo tiene que responder de manera conjunta; advirtiendo que con Trump, ya debe quedar claro que el debate razonado no funcionará. Es tiempo de acción.

El mundo ya se estaba riendo de Trump, pero es cada vez menos chistoso. Nos acaba de mentar la madre a todos. En las reglas no escritas de cualquier escuela o cantina, si bien recuerdo, eso nunca se puede quedar sin respuesta.


http://www.jornada.unam.mx/2017/06/05/opinion/028o1mun







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