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Mayo 2017

Cielito lindo: retrato no autorizado de Raquel Gutiérrez



Por: Maria Galindo / Foto: latinta.com.ar

La primera frase que le dije a Raquel, con quien estoy en un reencuentro político experimental en México, es: Hermana, estás hablando con la misma mujer de hace veinte años, a mí no me han derribado. Su respuesta fue: A mí tampoco.

Estamos juntas intentando construir nuevas conspiraciones, porque estamos celebrando los veinte años del habeas corpus que permitió la liberación de Raquel, cuya libertad fue el ladrillo en la pared del Estado que luego permitió la liberación de todos los y las presas por alzamiento armado, entre ellos: Raúl García Linera, Álvaro García Linera, Felipe Quispe, Silvia Alarcón, Juan Carlos Pinto y otros. Muchos y muchas de ellas convertidos hoy en personajes centrales de la política boliviana.

No me sorprendería que ellos ni siquiera hayan recordado la fecha porque su memoria ha dejado de alimentarse de los recuerdos que no les convienen.

Nosotras, en vez, lo celebramos porque fuimos quienes lo pensamos, lo luchamos y lo posibilitamos, ese triunfo es nuestro, no de la izquierda.

Raquel podría ser hoy la segunda "dama de la nación”, podría, sino también, ser una alta jerarca del gobierno, podría estar usufructuando de su pasado de "lucha” para apoltronarse en un cargo, ganar muchísimo dinero y desde ahí decirnos a los bolivianos, y bolivianas que esto que vivimos es "un proceso de cambio”.

Y resulta que Raquel no lo está haciendo, y es capaz de decirme públicamente que no lo hace porque ése es un lugar indeseable para ella. No es que no tuvo acceso al poder estatal, es que lo rechazó.

No es la primera dama porque para serlo hubiera tenido que tragarse su propia dignidad por eso, con mucho dolor, prefirió la separación de un hombre machista, poco solidario y ególatra como Álvaro García Linera.

No es funcionaria del gobierno porque este Gobierno no entraña los sueños de cambio que le costaron cinco años de su vida en una cárcel, tortura y el riesgo de su propia muerte.

Se me presenta como un ave fénix, como una mujer que ha aprendido a rehacerse de sus cenizas y que, por lo tanto, hoy más que nunca, es indestructible.

Se me presenta como una mujer que ha transitado del katarismo, que niega todo valor a la condición de ser mujeres, hacia un feminismo intuitivo que le hace hoy formar a su alrededor un círculo vital de reflexión y acción entre mujeres.

Se me presenta como una mujer capaz de abrazar y dar ese calor que en esta lucha de largo aliento nos hace tanta falta. Luchar con ternura, luchar forjando amistades, luchar sin olvidar la capacidad de llorar. Luchar sabiendo corregir errores. Todas capacidades que habitan en Raquel y que la convierten en un tesoro.

Se me presenta como incorruptible y como una mujer a quien es imposible deslumbrar con poder, pero a quien con ideas, y discusiones puedes no sólo deslumbrar, sino seducir profundamente.

Cuando veo su sencillez pienso en la trampa nauseabunda de sus excompañeros de lucha con carros de seguridad, escoltas, mansiones y todo un aparato que tanto disfrutan, y se me hacen mundos simplemente antagónicos. En ese sentido, Raquel es también muy valiosa porque encarna muy bien eso de que no todos tienen un precio, eso de que no todo es para ventaja propia, eso de que hay luchas y luchadoras que no se dejan llevar por la ambición propia.

Raquel no es dueña de la verdad lo sabe y lo manifiesta y te desafía, al mismo tiempo, a despojarte entonces tú también de tus verdades, ahí radica su fuerza actual.

Lo que queda en ella del pasado es su mirada cargada de ternura, su inteligencia aguda, su generosidad sin límites. Ella y yo sabemos que en esto hay que darlo todo, es eso lo que nos hermana, y no las ideas. Lo nuestro no es una alianza ideológica, sino una alianza entre dispares que nos potencia, que nos alimenta y que nos divierte.

Parece ser que hemos entrado en un ciclo de recuento de males y bienes, y que quienes nos hemos optado por quedar afuera y luchando, afuera y siendo consecuentes, afuera y alimentando esperanzas, afuera y construyendo organización e ideas somos quienes hemos ganado.

Hemos ganado en amor, en amistad, en ideas, en esperanzas y hasta en salud mental, si no vean la neurótica y compulsiva necesidad de inventarse una vida burguesa en la que los exguerrilleros hoy han sucumbido.

María Galindo es miembro de Mujeres Creando.

Publicado en www.paginasiete.bo



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