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Mayo 2017

"Estamos abriendo nuestro corazón, nuestra mente como mujeres"




Entrevista realizada por Praxis en América Latina, luego de la inauguración del Primer Encuentro Nacional de Jornaleros Agrícolas


Este 17 de marzo se cumplieron dos años del paro laboral general llevado a cabo por 80,000 jornaleros,

hombres y mujeres, en el Valle de San Quintín, Baja California. La razón que esgrimieron para denominar

a este día como “histórico”, es que lograron “ponerse de pie, no más de rodillas”.


Teófila

Soy de una comunidad originaria, hablo la lengua materna tzotzil, vivo en Los Altos de Chiapas y pertenezco a la organización Coalición Indígena de Migrantes de Chiapas. Trabajamos con migrantes chiapanecos en las comunidades de origen, que han migrado a Estados Unidos y que ya han retornado; también, con los que salen a trabajar aquí en los diferentes estados. Nos asumimos de venir hasta acá, a la Ciudad de México, para recibir la caravana que vino desde San Quintín, porque analizamos que hay nuestros compañeras y compañeros (hermanos, primos) que van a ir a trabajar [hasta] allá también.

P: Cuando platican entre las compañeras de su organización, ¿cuáles han visto que son sus necesidades como mujeres?

Nos dimos cuenta que las mujeres no tienen mucha participación en una organización. En las comunidades, no se les permite salir a las mujeres. Pero la participación de las mujeres es fundamental para el trabajo colectivo, la organización, la lucha. Nosotras, junto con la organización Voces Mesoamericanas, hemos creado un espacio de mujeres, al que le llamamos “Abriendo nuestro corazón, nuestra mente como mujeres”. Allí, las mujeres se pueden expresar, porque a veces no pueden hablar cuando están con compañeros; pero ahí tienen la participación, su experiencia, cuáles son sus necesidades.

P: ¿Cuáles son sus demandas como mujeres?

Hay muchas mujeres que van a ir a migrar, que realizan labores como trabajadoras del hogar, como jornaleras; pero, aunque es el mismo o más pesado el trabajo de las mujeres, el pago que recibimos no es bueno. Cuando tenía 14 años, yo fui migrante: me pagaron 1,000 pesos al mes. ¡Fíjate! Para las mujeres, no es valorado el trabajo que realizamos. Queremos que nos tomen en cuenta, y que nos den un salario justo.

P: ¿De qué manera ha cambiado tu vida desde que te has organizado con otras mujeres?

Sí me ha cambiado. Cuando salía a trabajar a algún lugar, yo no sabía cuáles son mis derechos, porque no tenía esa información. Pero, cuando me integré a la organización, participé en los espacios donde se comparten temas. Eso me dio ánimo de seguir organizándonos. Aunque somos mujeres originarias, sí tenemos el derecho de tener un trabajo digno y que no sea mal pagado.

P: Y, en tus otras compañeras, ¿has visto cambios?

Sí, porque veo que, cuando entraron a la organización, no tenían participación, sino miedo de hablar. Ahorita veo que, a través de dinámicas, danzas, equipos de trabajo, ya ha habido su participación, ya no tienen miedo.

P: ¿Hace mucho que se acercaron a la lucha de los jornaleros de San Quintín?

No recuerdo muy bien en qué año, pero es que nuestros compañeros de los diferentes municipios de Los Altos, siempre van a trabajar como jornaleros agrícolas. Por eso es que nos han compartido su propia historia: cómo viven ahí.

P: Y, la experiencia zapatista, ¿es importante para ustedes? ¿Se sienten cercanas a ella?

Sí, porque nos ha enseñado a seguir en la lucha, a defendernos como pueblos originarios. Sí nos hemos acercado a los zapatistas. Vimos que el gobierno no nos pone atención como pueblos originarios; por eso hoy digo que no dejemos de luchar, que sigamos caminan- do para buscar nuestra vida y nuestro buen trabajo, para tener un salario justo, y también para el buen vivir.


Praxis en América Latina No. 13 abril-mayo 2017







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