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Abril 2017

El TLCN y el cinturón oxidado


Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte se aprobó en 1993 y entró en vigencia el 1º de enero de 1994. Después de su firma, la suerte de México estaría emparentada, en mayor medida, con el destino de su vecino. El año de su aprobación no fue el que catapultara las expectativas favorables para México. El Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) le declara la guerra al ejército mexicano en Chiapas, a un paso del primer mundo, y se alzan reclamos sociales básicos de las poblaciones indígenas.

El mismo año es asesinado el candidato a presidente por el Partido Revolucionario Institucional (en el poder) Luis Donaldo Colosio. Si bien el nuevo candidato a presidente por el PRI (Ernesto Zedillo) gana holgadamente las elecciones, el crimen político se repite con el cuñado del presidente Francisco Ruiz Massieu.

La última sorpresa del año del ingreso al tratado de libre comercio, con el que se asumiría el despegue económico, se dio en la navidad de 1994, con la devaluación del 100% del peso. La factura se trasladó a 1995, cuando el PBI cayó un 6%, aumentó el desempleo, los salarios se rezagaron y la tasa de interés se disparó. La cuenta por pagar fueron los pasivos de los bancos que el gobierno mexicano afrontó a través de un inmenso negocio, el llamado Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), que, como en otros puntos del planeta donde se llevó a cabo el salvataje bancario, tendría un aterrador costo para el pueblo, en este caso de U$S 60.000 millones.

A todas luces el inicio de la apertura comercial mexicana con el norte no tuvo los mejores augurios. Veintitrés años después las cosas se vuelven a desordenar para México, pero esta vez por reclamos de Estados Unidos, que dos décadas más tarde se da cuenta que firmó un tratado inconveniente a sus intereses.

Para argumentar el traspié cometido el gobierno americano enfatiza el déficit comercial con su vecino del sur, del orden de los U$S 60.8 mil millones de media en el último decenio, así como la pérdida de puestos laborales en franco deterioro debido a este contraproducente tratado.

En los hechos, el resurgimiento de la globalización económica, la consecuencia de los beneficios acarreados por los procesos de producción integrados verticalmente entre países, donde las empresas sacan ventajas laborales o fiscales de ambos lados de la frontera, y generan cadenas de valor y ganancias inimaginadas sin el impulso de las grandes empresas y el estado americano.

Siendo un poco más precisos, el gobierno americano argumenta que la pérdida de producción y trabajo se dio en los que se llama el cinturón oxidado (Rust Belt), compuesto por los estados en rosa en el mapa que aparece arriba. Pero veamos un poco los números. México es el segundo destino de las exportaciones americanas detrás de Canadá (U$S 300MM). Es decir, México importa de Estados Unidos más que Alemania (U$S 49MM), Japón (U$S 63MM), Reino Unido (U$S 55MM) y Francia (U$S 30MM) sumados. Ambas naciones sextuplicaron su comercio desde 1994 a la fecha.

La nueva administración aduce falsamente que los puestos de trabajo perdidos en Estados Unidos se deben al déficit con México o la deslocalización de la industria manufacturera. Como ya expresamos, la globalización tiene una lógica asignada por los beneficios empresarios de las grandes empresas, en especial las de Estados Unidos.

Si tomamos los indicadores de productividad y trabajo en la zona mencionada veremos que la productividad se encuentra en los más altos niveles, mientras que el empleo raya los mínimos históricos. La conjunción de ambas variables arroja como resultado mayores ganancias.

Según los datos procedentes de la Oficina de Censo de Estados Unidos (https://goo.gl/E1Q34I) para el 2016 ponen de manifiesto que Mexico es el principal destino de las exportaciones de California (U$S 25MM), Arizona (U$S 8MM), Texas (U$S 92MM), y también están en el podio de las exportaciones del cinturón oxidado: Michigan (U$S 12MM); Illinois (U$S 9MM); Ohio (U$S 6MM). También es el segundo país de las exportaciones de 25 estados americanos.

Por su parte, el banco español BBVA Bancomer, en su observatorio económico de marzo, se pregunta quién es más importante a la hora de evaluar las consecuencias del bienestar en el comercio internacional, si EE.UU. para México o viceversa. Lo que se intenta determinar son los beneficios del comercio entre estas naciones, por lo que mide si México es más importante como proveedor de las importaciones de los estados de Estados Unidos o como receptor de sus exportaciones.

La respuesta la da con una simple división (cociente) de las exportaciones de un estado americano a México en el total de las exportaciones americanas a México, por un lado, y por otro, las importaciones de un estado provenientes de México y el total de las importaciones americanas procedentes de México. Y el resultado es que México es más importante para los estados americanos como destinatario de sus productos que como país de origen de sus importaciones.

Ahora más del 90% del déficit americano con México pertenece a dos estados, Michigan y California, 58% y 34%, aproximadamente. Uno de ellos pertenece a la devastada zona oxidada, mientras que el otro no. En ambos casos los déficit se encuentran en automóviles medianos, grandes y para transporte de carga y petróleo.

Queda claro que las cadenas de valor de las multinacionales son las que provocaron los desfasajes por ganancias a ambos lados de la frontera, no las bondades del comercio, ni los desatinos de tratados en algún momento convenientes y perjudiciales en otros. De dónde y cómo sacar un mayor beneficio es el nombre del nuevo tratado.


https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2017/04/04/el-tlcn-y-el-cinturon-oxidado/







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