El 27-F y el debate sobre el fracaso de los modelos
Por: Pasqualina Curcio Curcio [1]
Si realizáramos un análisis del discurso de lo que diariamente y desde, por lo menos 2013, aparece en los medios opositores de comunicación, observaríamos que la frase que registra mayor frecuencia es la siguiente: “La culpa de la crisis económica que actualmente vivimos los venezolanos, por cierto la peor de la historia, es del modelo económico, social, incluso político fracasado”. Los factores políticos locales que hacen oposición al gobierno nacional no se refieren al modelo “rentista petrolero”, se refieren al modelo chavista, bolivariano, socialista, en todo caso e independientemente del nombre que le den, pues se refieren al modelo aprobado por mayoría popular en el proceso Constituyente de 1999. Constitución en la cual el pueblo decidió transitar hacia un modelo de derecho social y de justicia.
A 28 años del “Caracazo”, cuando el pueblo venezolano salió a las calles para expresar su inconformidad por las medidas que, promovidas por el Fondo Monetario Internacional con la excusa de una supuesta “estabilización macroeconómica”, sumergieron a los venezolanos en una situación de miseria y pobreza, nos preguntamos, ¿cuál modelo fracasó?
Es la confrontación de dos modelos opuestos y excluyentes lo que, actualmente y desde 1999, está en juego en Venezuela. Por una parte, el modelo capitalista neoliberal, que caracterizó las décadas de los 80´y 90´ y cuyas medidas y en el marco de un discurso de supuesta estabilidad económica, necesidad de crecimiento, así como de incentivos al capital, favorecía a la clase burguesa. Y por la otra, un modelo aprobado por mayoría del pueblo en 1999 que incorpora en su discurso la justicia social, la igualdad y en la que el centro es el ser humano por encima de la tasa de retorno de los capitales, al cual denominaremos para efectos de este trabajo, modelo socialista.
Las décadas de los 80´y 90´ se caracterizaron por la predominancia de un modelo económico basado en la liberación de los precios, flexibilización del mercado laboral, congelamiento de los salarios, privatización de los servicios y empresas, reducción del gasto público, especialmente el dirigido a los sectores sociales, así como por políticas de “incentivos” a las empresas privadas.
A partir de 1999, la concepción, el enfoque, los objetivos y el discurso, cambiaron. El objetivo es el vivir bien del pueblo venezolano, la garantía de los derechos a la educación, la salud, la vivienda digna, la alimentación, las pensiones, entre otros. A diferencia del modelo neoliberal se establecen controles de los precios de los bienes y servicios, del tipo de cambio, del sector financiero; son revertidos los procesos de privatización de las principales empresas del Estado, especialmente PDVSA y de la prestación de los servicios de seguridad social, salud, educación, telecomunicaciones, entre otros. También avanza en la distribución política, electoral, la participación, y la conformación de las comunas como base para la construcción del socialismo del siglo XXI.
Es nuestro objetivo confrontar ambos modelos comparando sus resultados. Partimos de la premisa de que un análisis que solo considere indicadores económicos resulta ser limitado, por tal motivo, el aquí presentado busca también revisar los aspectos sociales y políticos. Es por ello que además de mostrar cuáles son los niveles de producción y cómo han evolucionado el empleo y los precios (principales indicadores utilizados para caracterizar una economía), también mostraremos las condiciones de vida de la población venezolana desde 1980 y analizaremos un aspecto que consideramos central, nos referimos a cómo se ha distribuido la riqueza en el marco de ambos modelos. Los análisis se realizan para el período comprendido entre 1980 y 2015. [2]
Antes de iniciar, debemos realizar varias precisiones, en primer lugar, la situación de crisis económica a la que se refieren los factores locales de oposición, también voceros de los grandes capitales, inició en 2013, momento en el que comienzan a evidenciarse los fenómenos de desabastecimiento de algunos de los bienes, principalmente los esenciales y asociados a la cotidianidad del venezolano, así como la escalada, inducida y desproporcionada, de los precios internos. Sin embargo, el modelo socialista comenzó en 1999, y los controles de precios y cambiarios iniciaron en el año 2003. ¿Por qué es después de 10 años que el modelo socialista muestra supuestos signos de fracaso?
En segundo lugar, a partir de mediados del año 2012, se ha registrado un comportamiento inexplicable de algunos fenómenos económicos, los cuales no responden a las teorías económicas clásicas y neoclásicas, por cuanto han sido consecuencia de manipulaciones de los mercados, tanto el de algunos bienes de la economía, como el cambiario. Desde 2012, tal como hemos mostrado y demostrado en varios trabajos, han sido alterados los mecanismos de distribución de los bienes esenciales (alimentos, medicamentos y productos de higiene) con el propósito de generar desabastecimiento programado y selectivo manifestado en largas colas que crean malestar en el pueblo e inciden sobre sus preferencias políticas. Igualmente, ha sido manipulado el valor de la moneda en el mercado ilegal con la intención de inducir la inflación, siendo que el tipo de cambio sirve como marcador de los precios internos de la economía.
Estas prácticas de manipulación de los mercados terminan siendo sabotajes a la economía, o lo que es lo mismo, sabotajes al modelo económico, social y político instaurado desde 1999. Prácticas que van acompañadas del siguiente discurso: “La culpa de la crisis económica que actualmente vivimos los venezolanos, por cierto la peor de la historia, es del modelo económico, social, incluso político que fracasó”.
Sobre este tema de las manipulaciones de la economía, de las agresiones al pueblo y de la guerra económica, no profundizaremos, lo hemos hecho en otros trabajos [3], solo lo estamos recordando. Hecha estas precisiones analicemos cuál modelo fracasó y para quiénes.
La riqueza de la Nación y su distribución
Desde 1980 y hasta 2015 la economía venezolana ha registrado una tendencia creciente, especialmente a partir de 1999. El gráfico 1 muestra el producto interno bruto (PIB), indicador utilizado para medir el tamaño de la economía. [4]
Los precios del petróleo en el mercado internacional han influido en los niveles de producción de la economía venezolana. Este factor explica, entre otros, por qué el crecimiento durante el período 1999-2015 fue de mayor magnitud; el precio promedio del petróleo entre 1980 y 1998 fue 19 dólares el barril y durante el periodo 1999-2015 fue 59 dólares.
Entre los factores que marcan una diferencia de la incidencia de la actividad petrolera para ambos períodos debemos hacer referencia a la reforma petrolera realizada el año 2001 y aprobada en la Ley Orgánica de Hidrocarburos, la cual se caracterizó, entre otros aspectos, por: 1) el restablecimiento del control del poder público nacional sobre los recursos de hidrocarburos, 2) el restablecimiento del derecho del Estado a definir y garantizar una contribución patrimonial por el acceso al recurso natural (se elevan las regalías del 1% al 30%), 3) la garantía de un mayor beneficio para la nación en las actividades de mayor rentabilidad (se revierte la tendencia a la privatización de PDVSA, al restablecer explícitamente la participación accionaria mayoritaria por parte del Estado en cualquier empresa mixta, impidiendo reinterpretaciones que durante la apertura petrolera de la década previa disminuyeron la participación accionaria por parte del Estado. Se estableció una participación mayor de 50% del capital social para el Estado en las empresas mixtas dedicadas a las actividades primarias), 4) el fortalecimiento de la participación de Venezuela en el mercado energético mundial (fortalecer a la OPEP y para ello compromete a Venezuela en el respeto a los compromisos adquiridos con la organización). [5]
También se observa en el gráfico que los niveles de producción después del año 2012 y hasta 2015, a pesar de haberse registrado una disminución, son relativamente más altos que los registrados desde 1980. Incluso en términos per cápita, el valor promedio del PIB para 2012-2015 es 10% superior que el promedio desde 1980 hasta 2011 a pesar de la guerra económica contra el pueblo venezolano. En correspondencia con los niveles de producción, actualmente Venezuela cuenta con una tasa de desocupación del 7,8% [6]. Del total de empleos, el 63% está en el sector formal de la economía, mientras que el 37% restante sigue en el informal (INE, varios años).
Un análisis del comportamiento de la tasa de desocupación las últimas 4 décadas nos muestra grandes diferencias entre el período 1980-1998 con respecto al de 1999-2015. El gráfico 2 presenta, en un mismo plano, la tasa de desocupación y el PIB. Se observa que desde 1980 y hasta 1998, los aumentos de la producción no se correspondieron con disminuciones de la tasa de desocupación, por el contrario, esta última incrementó. Tendencia que se revierte a partir de 1999.
¿Cuál de los dos modelos fracasó, el que registrando crecimiento económico también mostró aumentos de desempleo, lo que nos conduce a pensar que dicha nueva riqueza fue distribuida al factor capital y no al trabajo. O por el contrario, aquel modelo cuyos aumentos de riqueza se ven reflejados en mayor empleo?
Condiciones de vida del venezolano
Para el año 2015, en el marco de las agresiones económicas contra el pueblo venezolano, la pobreza general fue 32,7% de hogares, mientras que la extrema ascendió a 9,3%. Este indicador, durante las décadas de los 80´y 90´, sin guerra económica, mostró niveles mucho más elevados, llegando a registrar en 1996, valores de 61,37% y 35,39% respectivamente. Durante el año del Caracazo, en 1989, la pobreza general fue 44,44% y la extrema 20,07%.
Es de esperar que el crecimiento económico mostrado en el gráfico 1 hubiese estado acompañado de la disminución de la pobreza. Sin embargo, entre 1980 y 1998, la pobreza no disminuyó, por el contrario aumentó 132%. En cambio, después de 1999, los incrementos del PIB estuvieron acompañados de una disminución de 56% de la pobreza (ver gráfico 3). [7]
Fue a finales de 2002 y durante 2003, en el marco del paro general convocado por sectores de oposición al Gobierno Nacional y del sabotaje a la principal industria del país, Petróleos de Venezuela, también por grupos opositores, que la pobreza extrema alcanzó sus mayores niveles durante el período 1999-2015, con 25% de los hogares. Situación que nos indica los efectos que las acciones por parte de sectores no democráticos de la oposición han tenido sobre las condiciones de vida de la población venezolana.
Entre un modelo en el que aumenta la pobreza en la medida en que hay mayor riqueza y otro en el que la pobreza disminuye cuando incrementa la producción, ¿cuál es el fracasado? La respuesta dependerá de quién responde la pregunta, sea que fuesen los dueños del capital, nacional y transnacional, o los dueños de la fuerza de trabajo, especialmente los que menores salarios perciben.
Es la manera como se ha distribuido la riqueza en Venezuela lo que nos permite entender por qué entre 1980 y 1998 el crecimiento económico estuvo acompañado de mayor pobreza, mientras que entre 1999 y 2015, un mayor tamaño de la economía implicó la reducción de hogares pobres.
El gráfico 4 muestra en un mismo plano la pobreza y la desigualdad (medida por el Coeficiente de Gini [8]) desde 1980-2015. Se observa, en primer lugar, la tendencia creciente de la desigualdad durante el período 1980-1998 (recordamos que hubo crecimiento económico durante ese período), mientras que a partir de 1999, dicho comportamiento se revierte y disminuye la desigualdad. En segundo lugar se nota, tal como se esperaba, que los aumentos de la desigualdad van acompañados de incrementos de la pobreza y viceversa [9]. Ha sido la desigualdad, y no solo los niveles de crecimiento económico, lo que en Venezuela ha determinado las condiciones de vida de la población. [10]
El cambio de tendencia de la desigualdad de la distribución del ingreso en Venezuela antes y después de 1999 está asociado a dos concepciones distintas que se concretan en dos modelos económicos, sociales y políticos opuestos y excluyentes. Las políticas basadas en la liberación de los mercados (tanto de bienes y servicios, como el laboral y el financiero) generan una mayor concentración de los capitales en pocas manos, especialmente en condiciones en las que dichos capitales ya se encuentran altamente concentrados, como es el caso de la economía venezolana.
En este contexto, los precios actúan como uno de los mecanismos de profundización de las desigualdades del sistema capitalista. Ante condiciones de liberación de los mercados y de no controles por parte del Estado, las grandes corporaciones monopólicas cuentan con mayor poder para marcar elevados precios de los bienes y servicios, a la par que no son controlados para la fijación de los salarios nominales, los cuales permanecen congelados o incluso disminuyen, especialmente si el Estado no interviene con la fijación de salarios mínimos.
La combinación de ambos efectos, aumento de los precios y congelación de los salarios nominales implica una disminución del salario real, por lo que el nuevo ingreso generado en la economía, se dirigirá, por la vía de los precios, hacia los dueños del capital en detrimento del percibido por la clase trabajadora, lo que a su vez se refleja en mayores niveles de pobreza a pesar del crecimiento económico.
En cambio, políticas que impliquen una participación activa del Estado en la economía, orientadas a controlar los mercados (especialmente los imperfectos con alta presencia de los monopolios) por la vía de la regulación de los precios y mediante la fijación de salarios mínimos, garantizan, a diferencia del esquema neoliberal, mayores niveles de salario real, la distribución menos desigual del ingreso hacia la clase trabajadora, la reducción de las desigualdades y la disminución de la pobreza.
El gráfico 5 muestra la remuneración real promedio de los trabajadores desde 1980 hasta 2014 [11] y la compara con el PIB. Se observa, que consecuencia de las políticas neoliberales entre 1980 y 1998 la remuneración real registró una tendencia decreciente, a pesar del aumento del PIB, lo que nos indica que esa nueva generación de ingreso, en términos factoriales fue dirigida principalmente hacia el capital en lugar de la clase trabajadora. A partir de 1999, y especialmente desde 2003, la tendencia de la remuneración real promedio de los trabajadores se revierte y registra un crecimiento, que incluso va a la par y con similar comportamiento que el crecimiento de la economía.
La renta internacional petrolera, también registró diferencias en cuanto a su distribución durante los períodos 1980-1998 y 1999-2015 [12]. El primer período, caracterizado por la reducción del Estado a niveles mínimos y privatizaciones, implicó niveles bajos y estables de las transferencias gubernamentales. Durante ese período la inversión social (dirigida a los sectores salud, educación, vivienda, seguridad social, cultura, entre otros) representó en promedio, el 39,1% de los ingresos fiscales. A partir de 1999 y hasta 2015, se registró un incremento de esta inversión, la cual pasó a representar el 71,4% de los ingresos fiscales.
El fortalecimiento de los servicios públicos, salud, educación, transporte, alimentación escolar, seguridad social, acompañados de subsidios a bienes como por ejemplo, alimentos y vivienda, entre otros, han permitido el acceso a gran parte de la población que antes de 1999 estaba excluida. Estos criterios de distribución de la renta petrolera han permitido, no solo el acceso a estos bienes por parte de un gran sector de la población, sino la creación de empleos públicos en los servicios de salud, educación, construcción de viviendas. Por lo que, a partir de 1999 y a diferencia de las dos décadas anteriores, la renta internacional ha sido transferida en mayor proporción a la clase trabajadora, tanto por la vía de la creación de empleos públicos y protección de sus salarios, como a través del incremento de las transferencias gubernamentales. Empleo público que tributa a la mayor producción, tal es el caso de, por ejemplo, la incorporación de trabajadores de la salud para prestar servicios en los 23.146 establecimientos, cuando antes de 1999, estos llegaban escasamente a los 5.400 entre hospitales y ambulatorios (INE, 2016).
Uno de los indicadores que dan muestra de la reorientación en la distribución de la renta internacional del petróleo es el incremento de la población pensionada: entre 1990 y 1998 el aumento fue 65%, mientras que entre 1999 y 2015 el número de pensionados aumentó 450%, pasando de 387.000 en 1998 a más de 3 millones en 2015. El número de niños que reciben los alimentos de manera gratuita en sus escuelas incrementó 1.215%, pasando de 252 mil niños en 1999 a 3.300.000 en 2015 (INE, varios años).
En las décadas de los 80´y 90´ en el marco de un modelo capitalista neoliberal, en la medida en que aumentaba la riqueza, también aumentaba el hambre (ver gráfico 6). El consumo promedio de alimentos por persona para el año 1989, cuando el Caracazo, fue históricamente el más bajo, el venezolano consumía menos de 2.200 kilocalorías diarias, mucho menor a los niveles establecidos como mínimos por la FAO para garantizar la seguridad alimentaria, los cuales deben ser 2.720 Kcal/día/persona.
A partir de 1999, después de la instauración de un modelo socialista, los aumentos de la riqueza se correspondían con incrementos del consumo de alimentos, los cuales alcanzaron niveles de 3.221 Kcal/día/persona el año 2011. Desde el año 2012, si bien el consumo se ha visto afectado como consecuencia del desabastecimiento programado y selectivo de alimentos, así como por la inflación inducida, dichos niveles siguen estando muy por encima de los mínimos establecidos por la FAO y por lo tanto por los registrados las décadas de los 80´y 90´.
Políticas de protección a la población mediante regulaciones y controles de precios de los bienes esenciales, así como ajustes de los salarios nominales, y criterios que permitan orientar un componente importante de la renta petrolera hacia el fortalecimiento de los servicios públicos y otorgamiento de subsidios de bienes esenciales provistos por el sector público, han incidido desde 1999 en la distribución más igualitaria de la riqueza, permitiendo que a la par del crecimiento económico también se hayan registrado mejores condiciones de vida de la población.
¿Se puede afirmar entonces que fracasó el modelo que ha garantizado mayores salarios reales al 80% de la población ocupada? ¿Cuál modelo fracasó, aquel cuando el venezolano consumía menos de 2.400 kilocalorías diarias o el que ha permitido niveles de consumo superiores a las 3.000 kilocalorías incluso en situaciones de guerra económica cuyas intenciones han sido privar de alimentos al pueblo venezolano? ¿Fracasó el modelo que solo ofrecía alimentos a 250.000 niños en sus escuelas o el que garantiza el derecho a la alimentación a 3.300.000 niños, incluso en situación de guerra económica? Nuevamente, dependerá de si se es el dueño del capital o de la fuerza de trabajo quien responda a la pregunta.
¿Y la inflación?
En este punto hay quienes se estarán preguntando: ¿y la inflación? ¿Por qué no se muestra el comportamiento de los precios durante los últimos años en los que se han registrado los mayores incrementos en la historia económica venezolana? Lo analizaremos.
Efectivamente, de todas las variables macroeconómicas que se utilizan para caracterizar las economías, la inflación, a partir de mediados de 2012 comenzó a registrar repentinamente una escalada, la cual, como mencionamos al inicio, ha sido inducida mediante la manipulación del tipo de cambio en el mercado ilegal.
En el entendido, ya ampliamente demostrado [13], de que la inflación en Venezuela a partir del año 2012 no ha sido ocasionada por caídas relativamente importantes de la producción, como tampoco puede explicarse por lo que los monetaristas llaman impresión de dinero “inorgánico”, sino que ha sido consecuencia de la manipulación del tipo de cambio en el mercado ilegal, en otras palabras, no es atribuible al modelo económico sino a las manipulaciones con intencionalidad política, la pregunta que nos plateamos es ¿ante episodios de inflación cuál es la diferencia entre ambos modelos? Concretamente, ¿cuáles han sido los efectos sobre el vivir bien de la población en el marco de incrementos de precios entre 1980 y 1998 y después de 1999?
El gráfico 7 muestra en un mismo plano la inflación y la pobreza desde 1980 hasta 2015. Se observa, en primer lugar, la tendencia creciente de la inflación durante el período 1980-1998. Segundo, la tendencia estable desde 1999 hasta 2012, momento en el que con mayor intensidad y como consecuencia de las agresiones económicas se comenzó a registrar una escalada inducida de la inflación.
Tercero, la alta correspondencia entre la pobreza y la inflación durante el periodo 1980-1998, es decir, cada incremento de los precios estuvo asociado, en una relación casi perfecta, con aumentos de la pobreza: los picos de inflación van de la mano con los picos de la pobreza. Este patrón se observa hasta el año 2006. A partir del año 2007, la correspondencia entre ambas variables disminuye [14]. Cuarto, a partir del año 2012, momento en que de manera repentina comienza a escalar la inflación, no se observa tal correspondencia con la pobreza. Se esperaría que durante 2014 y 2015 la línea de la pobreza registrara un aumento importante y se ubicara, de acuerdo con el patrón anterior y tal como ocurrió en los años precedentes, por encima de la línea de inflación. Esto no ocurrió.
Las razones que explican el comportamiento de la pobreza después de 2012 con respecto a los precios las atribuimos a las políticas de protección al empleo, al salario real, y al fortalecimiento de las transferencias gubernamentales, las cuales, para contrarrestar las agresiones de la inflación inducida, han permitido a los hogares venezolanos, especialmente de la clase obrera, mantener el poder adquisitivo y el empleo, así como seguir contando con prestación pública de los servicios de salud, educación, y subsidios de la vivienda y alimentos.
En otras palabras, el hecho de que en 2014 y 2015 la pobreza no haya mostrado un comportamiento similar a los años 80’ y 90’ y no hubiese incrementado proporcionalmente a la inflación se debe, justamente, a las políticas de contención implementadas en el marco del modelo socialista supuestamente “fracasado”.
Entonces y dirigiendo la pregunta a la clase obrera, ¿cuál es el modelo fracasado?
El que intencionalmente aplicó medidas promovidas por el Fondo Monetario Internacional sumergiendo al pueblo venezolano en miseria y pobreza durante la década de los 80´y 90´ para que de esa manera los dueños del capital se apropiasen de la riqueza, o el modelo que ha distribuido de manera más igualitaria la riqueza y el cual, a pesar de las atroces agresiones que contra el pueblo venezolano ha podido contener, en términos relativos, la pobreza.
Por último, sería interesante realizar un análisis del discurso similar para el caso del embargo económico encubierto en Chile desde 1970 hasta 1973, o para el bloqueo comercial hacia Cuba en 1960, o para los preparativos del derrumbe del Muro de Berlín y posterior desmantelamiento de la URSS entre 1985 y 1990, o el bloqueo comercial a Nicaragua en la década de los 80´, o durante la inexplicable hiperinflación de Zimbabwe en 2008. La característica común de estos ejemplos: un discurso de supuesto fracaso del modelo socialista acompañado de manipulaciones de los mercados y de las economías, en otras palabras, de sabotajes a los modelos socialistas. La diferencia: unos sabotajes han sido más velados que otros.
Notas y pies de página
[1] Basado en el trabajo realizado a solicitud de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela ante la República Italiana titulado La economía venezolana a finales del siglo XX e inicios del XXI, de fecha 09 de enero de 2017, el cual será incluido en la revista “Cuaderno de Geopolítica” editada por el Instituto de Altos Estudios en Geopolítica I- ISAG.
[2] Solo disponemos de información, tanto económica como social hasta el año 2015.
[3] Curcio, Pasqualina. La mano visible del mercado. Guerra económica en Venezuela. Editorial Nosotros Mismos CA. Caracas. Venezuela. Noviembre 2016.
[4] Del total del producto interno bruto, menos del 20% ha correspondido históricamente al sector petrolero (BCV, varios años).
[5] Rodríguez A. (2002). “La reforma petrolera de 2001”. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. 2/2002. 189-200.
[6] Corresponde a agosto 2016, última cifra publicada disponible.
[7] La correlación entre ambas variables, medida por el Coeficiente de Pearson muestra una asociación directa y estadísticamente significativa de 0,615 para el período 1980-1998 con un nivel de significancia de 0,001. Es decir, incrementos del PIB están asociados a incrementos de la pobreza.
En cambio, durante el período 1999-2015, la relación entre ambas variables se revierte. El Coeficiente de Pearson muestra una alta correlación negativa, casi perfecta de -0,927 y estadísticamente significativa, es decir, aumentos del PIB están asociados a disminución de la pobreza.[8] Indicador que mide los niveles de desigualdad del ingreso. Se trata de un índice de concentración que muestra las distancias entre quienes perciben mayores ingresos salariales con respecto a los que perciben menos.
[9] Estadísticamente, el análisis de correlación entre la desigualdad, medida por el coeficiente de Gini y la pobreza medida por los niveles de ingreso arrojó un coeficiente de Pearson positivo y significativo de 0,756 para el período 1980-1998, y 0,738 entre 1999-2015. En ambos casos, fue positivo, relativamente alto y estadísticamente significativo.
[10] En un análisis estadístico, mediante estudios de regresión lineal, siendo la pobreza extrema medida por nivel de ingresos la variable dependiente, la desigualdad, medida por el coeficiente de Gini y el crecimiento económico medido por el producto interno bruto las variables independientes, se obtuvo, con una bondad de ajuste de 58%, que la desigualdad determina en 78% las condiciones de vida de la población, mientras que el 22% restante está asociado al tamaño de la economía.
[11] Última cifra disponible.
[12] Última cifra disponible.
[13] Para mayores detalles se sugiere leer: Curcio Pasqualina. La mano visible del mercado. Guerra económica en Venezuela. Editorial Nosotros Mismos CA. Caracas. Venezuela. 2016. También se sugiere: Curcio, Pasqualina. Los terroristas económicos y sus pronósticos para el 2017 http://www.15yultimo.com/2017/01/31/los-terroristas-economicos-y-sus-pronosticos-para-el-2017; Curcio Pasqualina. Inflación en Venezuela ¿profecía autocumplida? http://www.15yultimo.com/2016/11/04/inflacion-en-venezuela-profecia-autocumplida/
[14] El coeficiente de correlación entre ambas variables es directo y mayor desde 1980 hasta 2006: arroja un valor de 0,661. A partir del año 2007, esta correlación se va haciendo cada vez más débil. Recordamos, que los mecanismos de manipulación del valor de la moneda mediante el posicionamiento de páginas web que ubican valores arbitrarios, data de 2007. Momento en el que se ha venido observando una inflación inducida en Venezuela.
http://www.15yultimo.com/2017/02/28/el-27-f-y-el-debate-sobre-el-fracaso-de-los-modelos/
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