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Marzo 2017

La paradoja global del capitalismo


Michael Roberts

A la mayoría de la gente se le ha pasado por alto, pero los servicios de inteligencia de Estados Unidos, también han analizado recientemente la evolución de la economía mundial. La Oficina del Director de Inteligencia Nacional (DNI) ha publicado su última evaluación, denominada Tendencias Globales: La paradoja del progreso, que "explora las tendencias y escenarios de los próximos 20 años" .

El DNI llega a la conclusión de que el mundo está "viviendo una paradoja - los logros de la era industrial y de la información están dando forma a un mundo tan peligroso como rico en oportunidades. Las decisiones humanas determinarán si prevalecen las oportunidades o los peligros". El DNI elogia al capitalismo de los últimos decenios por "conectar a las personas, potenciar a los individuos, grupos y estados y sacar a mil millones de personas de la pobreza en el proceso”.

Pero los ojos y los oídos del capital estadounidense está preocupado por el futuro. Temen "choques como la primavera árabe, la crisis financiera mundial de 2008, y el aumento global de las políticas populistas, anti-sistema. Estos choques revelan la fragilidad de los logros alcanzados, y subrayan profundos cambios en el panorama global que auguran un futuro cercano oscuro y difícil". Todos estos desarrollos son malos para el capital global y la supremacía estadounidense, al parecer. Y el DNI reconoce que las cosas no van a mejorar. "Los próximos cinco años serán testigo del aumento de las tensiones dentro y entre países. El crecimiento global será más lento, en la medida que desafíos mundiales cada vez más complejos se confirman".

¿Cual es la respuesta? Pues bien, este comentario del informe de DNI lo expone sin adornos: "Será tentador poner orden en este caos aparente, pero en última instancia sería demasiado costoso a corto plazo y fracasaría a largo. Dominar a unos actores cada vez más poderosos en múltiples dominios requerirá recursos inaceptables en una era de crecimiento lento, límites fiscales, y fuerte deuda. Domésticamente, implicaría el fin de la democracia, produciendo autoritarismo o inestabilidad o ambos. A pesar de que la capacidad material seguirá siendo esencial para mantener el poder geopolítico y del estado, los actores más poderosos del futuro se apoyarán en redes, relaciones e información para competir y cooperar. Esta es la lección de la política de grandes potencias en la década de 1900, incluso si esas potencias tuvieron que aprender y volver a aprender de nuevo".

En otras palabras, si bien sería mejor simplemente aplastar a la oposición y "poner orden" en intereses de Estados Unidos, probablemente no es posible con una economía mundial débil y falta de fondos. Es mejor tratar "recurrir a las redes, las relaciones y la información" (es decir, al espionaje y la manipulación) para obtener la "cooperación".

Pero no va a ser fácil que EE UU mantenga su posición dominante y la del capital, según el informe del DNI, porque la globalización "ha erosionado las clases medias occidentales (léase clases trabajadoras) y alimentado una reacción contra la globalización". Por otra parte, los flujos migratorios "son ahora mayores que en los últimos 70 años, amenazando con vaciar las arcas del estado del bienestar y aumentando la competencia por los puestos de trabajo, reforzando los impulsos anti-élite y xenófobos". Y "el débil crecimiento sumado a las alteraciones tecnológicas de los mercados de trabajo pondrán en peligro la reducción de la pobreza y aumentarán las tensiones internas en los países en los próximos años, lo que a su vez alimentará el nacionalismo que contribuye a hacer crecer las tensiones entre los países".

Como ven, el problema es que la población de Estados Unidos y sus aliados capitalistas es cada vez más vieja y las nuevas potencias tienen poblaciones más jóvenes y más productivas. Sin embargo, el capitalismo no puede satisfacer las necesidades de estas poblaciones en aumento en los llamados 'países en desarrollo'. Mientras tanto, "la automatización y la inteligencia artificial amenazan con cambiar la estructura productiva más rápido que la capacidad de adaptación de las economías, lo que podría desplazar trabajadores y bloquear la vía habitual de desarrollo de los países pobres". A lo que hay que sumar el cambio climático y los desastres ambientales que conlleva. Todo esto va a "hacer más difícil gobernar y cooperar y va a cambiar la naturaleza del poder, transformando de manera fundamental el panorama global".

No es una perspectiva la que se ofrece por debajo de toda la palabrería optimista y fanfarria que oímos a la élite rica en Davos el mes pasado. Por el contrario, el DNI cree que "los desafíos serán significativos, con una disminución de la confianza del público en los líderes e instituciones, una mayor polarización política, y unos ingresos del gobierno limitados por el modesto crecimiento y el aumento del gasto social. Por otra parte, los avances en robótica e inteligencia artificial tenderán a perturbar aún más los mercados de trabajo”. El DNI intenta dar esperanzas al final de esta letanía de peligros para el capitalismo global, pero no es convincente.

He escrito antes sobre las señales cada vez más evidentes de que la era de la globalización y de la expansión del capital a expensas de los trabajadores está agotándose en todas partes. Otro indicador de ello ha sido un informe de Global Financial Integrity (GFI), una fundación de EE UU, y el Centro de Investigación Aplicada en la Escuela Noruega de Economía. El informe encontró que la falsificación de la facturación comercial y de los paraísos fiscales hace pensar que los dadores de este mundo son en realidad tomadores. El GFI ha calculado todos los recursos financieros que se transfieren entre los países ricos y los países pobres cada año: no sólo la ayuda, la inversión extranjera y los flujos comerciales, sino también las transferencias no financieras como la cancelación de la deuda, las transferencias unilaterales como las remesas de los trabajadores, y las fuga de capitales no declaradas (como veremos más adelante). Lo que descubrieron es que el flujo de dinero de los países ricos a los países pobres palidece en comparación con el flujo en la otra dirección.

En 2012, el último año del que tenemos datos, los países en desarrollo recibieron un total de $ 1,3bn, incluyendo todas las ayudas, las inversiones y los ingresos procedentes del extranjero. Pero ese mismo año unos US $ 3,3bn salieron fuera de ellos. En otras palabras, los países en desarrollo enviaron $ 2 billones más al resto del mundo de lo que recibieron. Si nos fijamos en todos los años desde 1980, estas salidas netas suman $ 16,3bn - que es la cantidad de dinero que se ha drenado del sur global durante las últimas décadas.

Los países en desarrollo han transferido más de $ 4.2 billones en concepto de pago de intereses desde 1980 - una transferencia directa de efectivo a los grandes bancos en Nueva York y Londres, en una escala que empequeñece la ayuda que recibieron durante el mismo período. Otra gran partida son las ganancias que los extranjeros obtienen de sus inversiones en los países en desarrollo y luego repatriar a casa. Pero, con mucho, la mayor parte de las salidas tienen que ver con movimientos no registrados - fuga de capitales -, por lo general ilícitos. GFI calcula que los países en desarrollo han perdido un total de $ 13.4 billones a través de la fuga de capitales no registrados desde 1980.

La mayor parte de estos flujos no registrados tienen lugar a través del sistema de comercio internacional. Básicamente, las empresas - nacionales y extranjeras por igual - registran precios falsos en sus facturas comerciales con el fin de sacar dinero de los países en desarrollo directamente con destino a paraísos fiscales y cuentas secretas, una práctica conocida como "falsificación de la facturación comercial". Por lo general, el objetivo es evadir impuestos, pero a veces esta práctica se utiliza para lavar dinero o burlar los controles de capitales. En 2012, los países en desarrollo perdieron $ 700 mil millones a través de la adulteración de los precios comerciales, lo que superó la recepción de ayuda ese año por cinco.

Pero ahora el crecimiento del comercio mundial se ha reducido al mínimo y los flujos de capital también están disminuyendo. Se ha hecho más difícil para las multinacionales y los bancos explotar los países del sur global para compensar la caída de la rentabilidad en el hemisferio norte.

La proporción de crecimiento importado en relación con el crecimiento del PIB real en las principales economías ha caído drásticamente.

El informe del DNI sugiere que el aumento de la rivalidad por el botín del imperialismo en la década de 1900 condujo a una guerra mundial. El DNI reconoce que "a pesar de que la capacidad material seguirá siendo esencial para mantener el poder geopolítico y del estado, los actores más poderosos del futuro se apoyarán en redes, relaciones e información para competir y cooperar". ¿Competir y cooperar? ¿Con Trump en la presidencia?


Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente: https://thenextrecession.wordpress.com/2017/02/14/the-global-paradox/
Traducción: G. Buster

http://www.sinpermiso.info/textos/la-paradoja-global-del-capitalismo







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