Descolonización y multiculturalismo en Bolivia
Pedro Portugal Mollinedo
Preámbulo
De las comunidades ubicadas en las alturas de la Segunda Sección de la provincia Murillo del departamento de La Paz, bajaba más gente que de costumbre en acontecimientos similares. Era el domingo 18 de diciembre, en la mañana, y se trataba de las elecciones presidenciales de 2005. Un grupo pasa cerca de mí. Son, evidentemente, de la misma familia. Dos adultos sostienen al centro una anciana de caminar endeble y pausado. “¿Por quién van a votar?”, les pregunto. “Por Evo Morales”, me responden. “¿Y por qué por él”, reincido. “Porque es como nosotros”, contestan, mientras, paso a paso, se alejan.
En esas elecciones ganó el Movimiento al Socialismo y su candidato Evo Morales, con el 53,72% de los votos. No fue necesaria una definición en el Parlamento. Según las leyes bolivianas, el candidato que obtiene mayoría absoluta (50% más un voto) es automáticamente elegido presidente de Bolivia.
Evidentemente, las expectativas sobre Evo Morales eran grandes: las esperanzas tenían sólido fundamento histórico. Sin embargo, hoy, después de cinco años tras esa elección*, parece que esas expectativas fueron desmesuradas y que las esperanzas pueden defraudarse.
Uno de los más rimbombantes actos «descolonizadores» fueron los matrimonios colectivos. El 7 de mayo 2011 en La Paz 355 parejas indígenas tuvieron un "casamiento colectivo plurinacional", con el presidente Evo Morales como padrino quien les habría prometido una casa nueva como regalo de bodas. Se presentó ese acto como descolonización religiosa y una forma de "recuperar costumbres milenarias". La ministra de Culturas, Elizabeth Salguero, aseguró que esas ceremonias se repetirían en otros lugares. Solamente se produjeron otros dos casamientos colectivos, en Cochabamba y Pando, antes de sumirse en el olvido de actos espectaculares pero fallidos.
Poco fruto y mucha cáscara
La incógnita sobre si Evo Morales y el MAS responderán a los reclamos de los mandantes abarca diversos aspectos: el económico, el social, político, cultural... Sin embargo, estos parecen conjugarse en un solo: la descolonización.
La manera cómo hasta el momento esta nueva Administración ha respondido a las exigencias de sus electores es ambigua, imprecisa y soslayada. Se trata de aplicar medidas entre dos aguas, que son revestidas con discursos extremos y rimbombantes. Así, la readecuación de contratos con las compañías petroleras (decretada el 1 de mayo de 2006) es estruendosamente publicitada como “nacionalización”; la descentralización administrativa gestionada a partir del referéndum de 2008 es presentada como conclusión del “proceso autonómico”. A la revalorización del derecho consuetudinario se lo denomina justicia comunitaria y al folclorismo recientemente desencadenado en Bolivia, el Gobierno lo califica como “descolonización”.
En este contexto, la descolonización es presentada por el Gobierno en sus documentos doctrinales como uno de sus ejes transformadores. El otro es el comunitarismo.
Uno de los actuales funcionarios descolonizadores en Bolivia, Idón Moisés Chivi Vargas, escribe: “Este tiempo de descolonización ha demostrado que cuando se hace democracia con manos propias, con cabeza propia, con pies propios, los resultados suelen ser cualitativamente superiores en términos de resultados finales. [...] El campo político hoy ya no depende de la embajada norteamericana, ni de los empresarios transnacionalizados, si no de donde siempre debió depender: del pueblo. [...] No hubo recetas teóricas previas, la descolonización de la democracia se fue haciendo en el camino, a través de instinto y de capacidad de organización, de dejar que la política sea de todos, para todos como síntesis de todos... y no del grosor de la billetera” (Chivi Vargas, 2009).
Sin embargo, es evidente que la actual teoría y práctica “descolonizadora” no corresponde a esa halagüeña descripción. Es cuestionable que en ese aspecto los funcionarios en Bolivia piensen con su cabeza propia, aunque sí es evidente que aplican ese discurso con sus propios pies. Y también es cierto que la actual Administración no tuvo un cuerpo teórico previo, así sea en formato de “recetas”. Llegó al poder en un mar de confusiones y de vacío conceptual. Pero eso, creo, no es algo de lo que haya que alabarse.
Sobre las teorías descolonizadoras
Existen en la actualidad dos ejes conceptuales para interpretar la descolonización: el eje histórico sociológico y el eje multiculturalista.
El eje histórico sociológico corresponde a la teoría que se desprende de los movimientos históricos descolonizadores, especialmente de aquellos comprendidos en el llamado “periodo estelar de la descolonización” (1945-1965).
Este eje interpreta la descolonización como algo que es: “[...] un programa de desorden absoluto. Pero no puede ser el resultado de una operación mágica, de un sacudimiento natural o de un entendimiento amigable. La descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es decir, que no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a sí misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento historizante que le da forma y contenido. La descolonización es el encuentro de dos fuerzas congénitamente antagónicas que extraen precisamente su originalidad de esta especie de sustanciación que segrega y alimenta la situación colonial. Su primera confrontación se ha desarrollado bajo el signo de la violencia y su cohabitación —más precisamente la explotación del colonizado por el colono— se ha realizado con gran despliegue de bayonetas y de cañones” (Fanon, 1965).
Esta concepción interpreta necesariamente la descolonización como una liberación nacional; es decir, como la emancipación de un grupo humano oprimido por otro grupo, este último procedente de regiones allende y que expropió a los nativos no solamente su tierra y el fruto de su trabajo, sino también su identidad y su dignidad.
Esta concepción no es una creación teórica libre, sino la interpretación de una realidad objetiva. Este es el sentido primario y fundamental de la descolonización yno puede ser soslayado mientras la situación que lo origina no es modificada. Tiene razón H. C. F. Mansilla cuando critica las aproximaciones del Gobierno de Evo Morales escribiendo: “El concepto de descolonización tiene sentido cuando se refiere a un proceso histórico concreto, con respecto al cual se establece una nueva realidad social, cultural y política que se habría distanciado o eximido de los valores de orientación del periodo presuntamente colonizador” (Mansilla, 2009).
No es esta aproximación histórica sociológica la que adopta el actual Gobierno de Bolivia. Al no adoptarla, mantiene la situación colonial. No cura la llaga de la conquista; no resuelve la marginación y la exclusión de los indígenas; no propone una respuesta nacional a los dispares y diferentes conglomerados que actualmente constituyen la llamada Bolivia.
Para encarar este problema el Gobierno ha adoptado otro eje conceptual, el eje multiculturalista.
Antecedentes del Pensamiento multiculturalista
Una vez culminado el llamado Periodo Estelar de la descolonización, teóricos de varios países recientemente independientes constataron que la simple expu sión del colonizador no resolvía automáticamente muchos problemas, como la dependencia económica y cultural hacia las antiguas metrópolis.
En esta nueva reflexión sobresale el llamado Grupo de Estudios Subalternos, organización interdisciplinaria de intelectuales sudasiáticos que empezó sus trabajos en los años ochenta. El trabajo de este grupo se organizó alrededor del concepto subalterno, tomado de los trabajos de Antonio Gramsi y de otros conceptos desarrollados por Ranajit Guda. La característica del trabajo de este grupo es la afirmación de que la subalternidad económica está íntimamente relacionada con la subalternidad cultural, siendo esta de raza, etnia, clase social, género, orientación sexual o afiliación confesional.
Este primer impulso de pensamiento será retomado (y quizás distorsionado) por la llamada corriente de Estudios Poscoloniales. Entre estas dos corrientes existen varias diferencias, pero quiero hacer notar una, a mi modo de ver principal. El Grupo de Estudios Subalternos aglutinaba a pensadores representativos de sociedades que acababan de culminar su proceso de descolonización política, especialmente de la India, mientras que los más conspicuos integrantes de la corrientes de Estudios Poscoloniales son profesores universitarios procedentes particularmente de países de América del Sur y de exitosa carrera en universidades del Primer Mundo, particularmente de los Estados Unidos de Norteamérica. Los primeros son parte de sociedades descolonizadas; los segundos son integrantes de sociedades en las que aún no se ha dado la descolonización de las poblaciones indígenas.
Esta diferencia entre ambos grupos de pensamiento la expresa Silvia Rivera de la siguiente manera: “Así entonces, los departamentos de estudios culturales de muchas universidades norteamericanas han adoptado a los ‘estudios poscoloniales’ en sus currículos , pero con un sello culturalista y academicista, desprovisto de urgencia política que caracterizó las búsquedas intelectuales de los colegas de la India [...] sin alterar para nada la relación de fuerzas en los ‘palacios’ del Imperio, los estudios culturales de las universidades norteamericanas han adoptado las ideas de los estudios de la subalternidad y han lanzado debates en América Latina, creando una jerga, un aparato conceptual y formas de referencia y contrareferencia que han alejado la disquisición académica de los compromisos y diálogos con las fuerzas sociales insurgentes. Los Mignolo y compañía han construido un pequeño imperio dentro del imperio, recuperando estratégicamente los aportes de la escuela de los estudios de la subalternidad de la India y de múltiples vertientes latinoamericanas de reflexión sobre la colonización y la descolonización” (Rivera Cusicanqui, 2006).
Mignolo, teórico poscolonial
Los profesores de los Estudios Poscoloniales y quienes giran alrededor de su inspiración han desarrollado una palabrería que llegó a ser el discurso oficial descolonizador en varios países de Sudamérica —particularmente Bolivia—, que pretenden iniciar transformaciones transcendentales en ese y otros ámbitos.
Walter Mignolo, uno de los principales exponentes de esa corriente (que suele utilizar un lenguaje tortuoso y enrevesado), pretende erigir una completa y diferente construcción teórica que aniquile radicalmente las bases fundatrices de las sociedades occidentales. Su instrumento principal es la razón poscolonial: “La razón poscolonial sería aquella que desplaza el concepto de razón construido en la modernidad, reincorporando las cualidades secundarias (emociones, pasiones) y, a partir de ese gesto, intenta repensar la modernidad y postmodernidad desde la post colonialidad” (Mignolo, 1997).
Esta pretensión teórica sería digna de estudio y consideración si se la presentara como tal. Sin embargo, Mignolo no se exhibe como el creador de una propuesta, sino como el intérprete y exponente de una evidencia, y esta evidencia sería condición de los pueblos indígenas. De esta manera, para dar validez a su proposición, Mignolo enmascara su idea detrás de una supuesta identidad indígena americana. La alteridad indígena se convierte de esta manera en un capítulo más del monólogo de Occidente sobre el otro. Este fácil camino (de suplantar la palabra y pensamiento) lo seguirán todos los profesores de los Estudios Poscoloniales, y todos los adláteres y epígonos de estos.
En un conocido texto, abundantemente citado y reproducido en textos y páginas web, Mignolo indica: “El pensar/pensamiento descolonial surge en Tawantinsuyuy Anáhuac, en las dos civilizaciones invadidas y destruidas por la invasión Europea, principalmente Castellana (Waman Puma de Ayala, insurgencias como el Taky-Onkoy, insurgencias en Nueva España), etc. [...] Waman Puma de Ayala nos dejó el legado de una teoría político-económica descolonial en las colonias hispánicas y Ottabah Cogoano nos dejó el legado de una teoría política descolonial sobre la base de su experiencia en las plantaciones del Caribe y de su vida en Londres”1. Consecuentemente (y aquí viene la diligencia política del pensamiento Mignolo): “El gobierno de Evo Morales actualiza, quinientos años después, un proyecto de des-colonización que Waman Puma había imaginado sin antecedentes a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII”2.
Mignolo demuestra la inanidad de sus planteamientos al fundamentarlos en supuestos discutidos y cuestionados. Ya en el año 1977 María José Borrero reseña en un trabajo el estado de la polémica sobre la autoría de Nueva Crónica y Buen Gobierno (1998), que se atribuye a Huaman Poma de Ayala (el Waman Puma de Mignolo). Esta polémica es conocida en los ámbitos académicos. Fue tema importante de discusión en el II Congreso Internacional de Americanistas, que tuvo lugar en Quito, en julio de 1977; y en Roma, del 29 al 30 de septiembre de 1999, tuvo lugar un coloquio sobre el tema “Guaman Poma y Blas Valera. Tradición andina e historia colonial: nuevas pistas de investigación”. En ese coloquio se discutieron específicamente los documentos Miccinelli, que son los manuscritos Jesuíticos Exsul immeritus Blas Valera populo suo y el Historia et rudimenta linguae piruanorum.
Según una investigadora de la Universidad de Bolonia (Italia) que relata las actas de dicho coloquio: “Los dos manuscritos también relatan que durante su estadía en el Perú, como hombre jurídicamente muerto, el P. Blas Valera concibió Nueva Crónica y Buen Gobierno [...] escondiéndose detrás del nombre de Guaman Poma y, para que la simulación resultara aún más verosímil, el mismo Guaman actuó como informante de su propia vida y de sus andanzas mientras que el H. Gonzalo Ruiz prestó su mano como escriba y dibujante y el P. Anello Oliva le brindó ayuda para enredar aún más las cosas, de manera que no se entendiera que el P. Valera (cuyo nombre aún permanecía en los registros de condenados por la Inquisición y que por último ya había sido declarado muerto) fue quien concibióla obra”3.
La engañifa de atribuir al indígena el pensamiento del colonizador es pues antiguo. Que el retrato así logrado sea caricatura halagadora o zalamera, no excusa la estafa, pues responde a la intencionalidad del embaucador y no a la voluntad e intereses del abusado.
Otros teóricos poscoloniales
Los otros profesores y seguidores de los Estudios Poscoloniales siguen, con mayor o menor aproximación, las huellas de Mignolo. Ese equipo estableció una nueva terminología, que es repetida mecánicamente en Bolivia por funcionarios descolonizadores: “Colonialidad del saber”, “paradigma otro”, “alteridad”, “grupos subalternos”, “cotidianidad descolonizadora”, “imaginario”, etc. La repetición de esos conceptos ha sustituido el coreo maquinal de otros, de cuño marxista, que estos mismos autores antes proferían.
En este contexto, el Gobierno de Bolivia trata de descolonizar auxiliado por estos pensadores. La descolonización en Bolivia no es asunto de movilizaciones populares, de luchas políticas, de planteamientos sociales; actualmente es asunto de conferencias, de maestrías y de posgrados en los que ofician de conferencistas y de enseñantes estos señores pos-coloniales y los criollos que pueden bien calcarlos4.
Los actuales gobernantes de Bolivia, al someterse al pensamiento ajeno de manera tan obsequiosa (actitud muy colonizada, por cierto) seguramente piensa que la actitud del teórico extranjero es una reverencia a su importancia política. Sobre la idea que de nuestra realidad tienen (por lo menos algunos de estos teóricos) es reveladora la declaración del sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, quien se jacta en su libro Plurinacionalidad, democracia en la diversidad (2009: 52) que él coadyuvó a incluir el reconocimiento de 36 naciones en la Constitución boliviana. Textualmente sostiene: “Yo he propuesto en La Paz la idea de que esa Constitución corresponde a un estado experimental. Si estamos en un proceso de refundación, nadie tiene las recetas, todas las soluciones pueden ser perversas y, en esas circunstancias, lo mejor es experimentar”5.
La filiación culturalista
Cuando gobiernos pretendidamente antioccidentales adoptan las teorías multiculturalistas (así sea en versiones poscoloniales) para “descolonizar” y “combatir al capitalismo”, en realidad hacen una genuflexión al sistema y modo de vida que tanto odian.
El multiculturalismo como coexistencia y cohesión social de diferentes culturas en el seno de un mismo país es una idea que tiene sus gérmenes en antiguas tradiciones del pensamiento occidental6. Sin embargo, el multiculturalismo contemporáneo puede ser establecido a partir de las ideas desarrolladas por el filósofo e intelectual canadiense Charles Taylor7. La propuesta de Taylor es un reclamo por el Reconocimiento como eje constitucional de una sociedad “convivial”. Este reconocimiento se concreta en el diálogo, situación que transforma la condición monológica de la sociedad moderna en una condición dialógica. Esa actitud de diálogo no dominante con los demás ha sido de diversas maneras y con diferente éxito puesta en marcha en las sociedades occidentales contemporáneas para solucionar problemas derivados de la situación de integración de trabajadores migrantes, de coexistencia entre grupos nacionales en un mismo país y de conflictos etarios y de género.
No es objeto de este trabajo valorar el multiculturalismo, pero debemos recalcar que su vigencia y tratamiento corresponde a las condiciones concretas de las sociedades industrializadas del llamado Primer Mundo. Su trasplante a situaciones diferentes (tarea efectuada en su faceta “antiimperialista” por los teóricos poscoloniales) solo puede asegurar fiasco y contradicciones. Así, la precaución que tiene Balivar de que la política cultural de la diferencia genere un neorracismo es una posibilidad en Occidente y una probabilidad en el Tercer Mundo8. En este orden de ideas es interesante notar que en los países de origen del multiculturalismo ninguno plantea constituirse en “Estado Plurinacional”.
La situación en Bolivia
Bolivia es un Estado que tiene incumplida la tarea descolonizadora. Descolonizadora en el sentido de concretar de qué manera las poblaciones originalmenteinvadidas y sometidas por la invasión europea desde 1492 pueden retomar el cauce contemporáneo de la administración de sus propias sociedades.
En la experiencia descolonizadora mundial, esa finalidad ha sido alcanzada desde diferentes recursos y estrategias. La descolonización de la India respondió a la movilización no violenta predicada por Gandhi. La descolonización de Argelia fue producto de un combate sangriento y armado entre los nativos y los colonos europeos. La descolonización de Vietnam estuvo íntimamente ligada al proceso de lucha social que tuvo en el marxismo inspiración y factor operativo. En Sudáfrica, los enemigos negros y blancos tuvieron que pactar una forma de convivencia en una entidad política y en un territorio común.
En todas esas experiencias, los pueblos colonizados retomaron su autodeterminación y su propia personalidad encauzando su trayectoria histórica en el camino universal y contemporáneo de los pueblos.
¿A qué modelo se aproximará la descolonización en Bolivia, el retomar de los pueblos indígenas —en particular de los qollas— de su cauce histórico interrumpido con la invasión española?
Es probable que surja una respuesta nueva y original, como nuevos y originales son los modelos de referencia. Esta novedad y originalidad tiene que tomar en cuenta que en Bolivia, como en los demás países de América, ya se dio una descolonización a partir de la lucha de los criollos contra sus progenitores. La llamada “independencia” de los países del continente fue efectivamente una descolonización, aunque espuria e injusta con referencia a los pueblos originarios.
Esa tarea inconclusa llama a la construcción de una nueva identidad nacional, con formas de administración de tipo federal. Una nueva identidad nacional que refleje y proyecte la convivencia compelida e inicua de hace cuatro siglos (pero que ha impregnado de valores y referencias a los forzados coexistentes) hacia una dinámica que cristalice referencias comunes y posibilite el arranque estatal de potencialidades creadoras, hasta ahora adormecidas. De tipo federal, porque las grandes identidades originarias tienen una territorialidad definida y porque, en el transcurso histórico, las nuevas identidades han constituido un sentido identitario y territorial conocido ahora como la reivindicación autonomista en Bolivia.
Descolonización o folclorismo
Cualquiera que sea la forma que adquiera la descolonización en Bolivia (siendo un fenómeno histórico, está alejado de la pura especulación y está próximo de la actitud militante que adopten los interesados en este proceso y dependiente de las condiciones concretas en que estos se desenvuelven), ¿la actual política del Gobierno boliviano la acerca o la aleja de esta finalidad?
Indicábamos en una oportunidad que “la tendencia actual del gobierno del MAS es tratar la descolonización como un fenómeno sustancial y específico a nuestra realidad y de características puramente ideológicas; de ahí el afán de identificar lo indígena con actos puramente rituales y simbólicos —inventados la mayor parte de ellos— y la importancia que empieza a cobrar en el discurso oficial una pseudo-interpretación de la vida y de la sociedad, más conocida como pachamamismo”9.
Efectivamente, el actual Gobierno, tomando al pie de la letra las elucubraciones de los teóricos poscoloniales, piensa que descolonización es sinónimo de “eclosión de identidades”, de “libre manifestación de alteridades”. Siguiendo esa pautas, Evo Morales se hizo entronizar en Tiwanaku disfrazado con vestimentas que antropólogos suponen eran características de los sabios y gobernantes aymaras de tiempos de antaño. Esa identidad vestimentaria no es sino una fase en un proceso complejo e incoherente que va desde la famosa chompa con la que visitó a la realeza de España, hasta el traje que utiliza actualmente, diseñado por una famosa modista boliviana10. ¡Colmo de males y prueba de que la impostura tiene patas cortas! Uno de los amawt’as que entronizan a Evo Morales en Tiwanaku es apresado tiempo después en su domicilio, convertido en fabricante de cocaína11.
Otra de las medidas descolonizadoras de Evo Morales es la declaración del “Año Nuevo Aymara”. Y, recientemente el viceministro de descolonización afirmó que ese mes de diciembre de 2010 se casaría a centenares de parejas indígenas con rituales y sacerdotes originarios: ¡La invención en todos sus detalles de una religiosidad y de ceremonias que no existen ni se practican más en ninguna comunidad indígena en Bolivia!
Lejos de ser descolonizadoras, esas medidas son una atadura más al lastre colonial, pues reflejan —por intermedio de los profesores poscoloniales— la nueva visión que Occidente tiene del indígena. En sociedades profundamente imbuidas de una saludable tolerancia cultural, persiste la visión exótica del lejano otro. El orientalismo de siglos pasados es reemplazado por el indigenismo de nuestros tiempos. Los tiempos de Occidente son los mensajes en los que, ahora, los ogros son gentiles, los dragones amigables y los nativos sabios (recordemos la película Avatar, entre otras). En el imaginario occidental se consolida la visión del indio bueno, conocedor de los secretos de la vida y comunicador amante con su “madre”, la Tierra. Esos estereotipos (aunque falaces y deformados) pueden tener alguna utilidad al interior de sociedades que quieren estabilizar modelos nuevos de relaciones intraculturales. Pero son altamente nocivos y perniciosos cuando se trasladan como posibles herramientas de transformación al interior de nuestras sociedades, por el simple hecho de que son construcciones teóricas que reflejan únicamente el imaginario occidental y de ninguna manera nuestra realidad.
La realidad es que los pueblos indígenas han empezado el camino descolonizador. Este camino político es complemento y superación de su cotidiano, en el cual no está vigente ninguna de las fantasías que le atribuyen los profesores descoloniales, fantasías sobre las cuales quieren actuar nuestros temporales gobernantes.
Epílogo
Viernes 30 de abril de 2010. Miles de indígenas aymaras se movilizan en la región de Caranavi. Ya son cinco días de bloqueo de caminos. El conflicto es entre dos localidades vecinas por ser la sede de una planta procesadora de cítricos. Unos piden que la planta sea construida en Caranavi, otros que lo sea en Palos Blancos. El partido de Gobierno ha prometido la misma planta a ambas poblaciones. El Gobierno ahora calla, dice que no intervendrá, pues se trata de “diferencias internas” entre campesinos y que “corresponde a ellos ponerse de acuerdo”. La población de Caranavi en un cabildo, excedida, decide pedir la renuncia del ministro del Interior, Sacha Llorenti, y la toma pacífica de la alcaldía de esa población. Se reportan ya dos decesos, personas enfermas que no pudieron ser trasladadas al hospital por el bloqueo.
Domingo 9 de mayo. Segundo día de enfrentamiento, no ya entre campesinos, sino entre pobladores de Caranavi y efectivos policiales. La población está armada con palos y petardos. A mediodía, madres de familia salen en marcha de protesta portando la bandera nacional con crespones negros, en señal de luto. En el hospital del pueblo los heridos son ya treinta, doce en estado grave.
Lunes 10 de mayo. La ocupación de fuerzas policiales ha culminado. Una vecina declara: “La gente tiene miedo” Saldo final: dos muertos en los enfrentamientos. Heridos, cuatro policías y cincuenta y dos comunarios. El poblado está desolado, parecen imágenes de guerra. El Comando provincial de Caranavi y la de Esbapol fueron saqueadas por los comunarios y sus paredes cubiertas de inscripciones contra el ministro Sacha Llorenti, del senador Fidel Surco y contra el mismo Evo Morales. Los pobladores quemaron públicamente banderas del MAS. “Caranavi quedará como el escenario del primer conflicto violento en el segundo gobierno de Evo Morales, sin embargo el dolor de sus habitantes va más allá de un simple datos histórico, es el rostro de una ciudad considerada como uno de los bastiones del MAS y que después de este mayo de 2010 ya no volverá a ser la misma”12.
Bibliografía
BARRERO, M. J. (1998): “Felipe Huaman Poma de Ayala y su obra Nueva Crónica y Buen Gobierno: ¿Verdadera o falsa autoría?” Revista Digital Espéculo, Nº 7, año III, noviembre de 1977-febrero de 1998. http://www.ucm.es/info/especulo/numero7/index.htm
CHIVI VARGAS, I. M. (2009): “Bolivia. La descolonización del campo político”. http://www.alminuto.com.bo/content/boñivia-la-descolonizaci%C3%B3n-del-campo-pol%C3%ADtico
FANON, F. (1965): Los condenados de la Tierra, Fondo de Cultura Económica, México.
MANSILLA, H. C. F. (2009):
Descolonización y populismo. Ponencia en el seminario sobre “Crisis civilizatoria, nuevos paradigmas y democracia en Bolivia”. Fundación Boliviana por la
Democracia Multipartidaria, La Paz. http://www.fbdm.org.bo/seminarios/docs/texto%20hcfmansilla.pdf
MIGNOLO, W. (1997): “La razón poscolonial: Herencias coloniales y teorías poscoloniales”, en A. DEL TORO (ed.), Posmodernidad y poscolonialidad. Breves reflexiones sobre Latinoamérica. Iberoamericana, Madrid.
RIVERA, S. (2006): “Chhixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores”, en M. YUPI (comp.). Modernidad y pensamiento descolonizador. Memorias del seminario internacional. U-PIEB-IFEA. La Paz.
-----------
* Este artículo fue publicado en Interculturalidad. democracia y desarrollo, Esher del Campo (ed.), Catarata, Madrid, 2012, con el título «Descolonización y multiculturalismo en Bolivia: Perspectivas y riesgos». Lo reproducimos pues el tema tiene vigencia y es posible verificar ahora lo pertinente o no de las
apreciaciones entonces emitidas.
Notas
1 Walter Mignolo, “El pensamiento descolonial”. Se puede consultar, entre otros sitios, en: http://wakaruru.blogspot.com/20009/05/el-pensamiento-descolonial-walter.html
2 Walter Mignolo, op. cit.
3 Laura Laurencich Minelli. Las actas del coloquio de Guaman Poma y Blas Valera. Tradición andina e historia colonial, nuevas pistas de investigación. Una nota. Este y otros trabajos, apuntes y reproducciones pueden ser consultados en: http://www.herbogeminis.com/IMG/pdf/Laura_Laurencich-Minelli3.pdf
4 La Vicepresidencia de Bolivia está especializada en invitar a profesores poscoloniales a conferencias magistrales para que diseminen su saber a quienes, en funciones de gobierno, se han dado la tarea de intentar suicidar el estado colonial que les es, precisamente, garante de su valía y poder. Por citar solo unos ejemplos: en el año 2010, la Vicepresidencia de Bolivia publicó el libro Pensando el mundo desde Bolivia, que expresa el objetivo de “pensar nuestra realidad para potenciar las prácticas y condiciones que favorecen el avance de este proceso en marcha”. Los autores del mismo fueron Toni Negri, Enrique Dussel, Gayatri Spivak, Immanuel Wallerstein, Hugo Zeleman Merino, Wim Dierckxsen, Ernesto Laclau, Judirh Revel, Michael Hardt, Giussepe Cocco, Luis Arce Catacora, Raúl Prada Alcoreza, Luis Tapia Mealla, Álvaro García Linera. Los cuatro últimos son bolivianos.
5 Andrés Soliz Rada, El experimento plurinacional. Puede ser consultado en: http://espacioseuropeos.com/?p=12290
6 Adrián Rodriguez Veraza, “Los orígenes del multiculturalismo”, en Johann Gottfried Herder: análisis de otra filosofía de la historia para la educación de la humanidad (1774). Disponible en: http://portal.veracruz.gob.mx/pls/portal/docs/PAGE/COLVER/DIFUSION/REVISTA_CONCIENCIA/REVISTANO.5/ARTICULO_8.pdf
7 Véase sobre todo su libro El multiculturalismo y las políticas del reconocimiento. Fondo de Cultura Económica, México, 2001.
8 El neorracismo es la contrapartida siniestra de la política cultural de la diferencia que los grupos subalternos generalmente hoy utilizan como bandera emancipatoria. El neorracismo es así, de hecho, la imagen especular de la política de la identidad, una especie de política de identidad de lo dominante, cuyo resultado específico es un racismo diferencialista, en la medida en que pide simple-mente preservar su propia diferencia con respecto a la de los grupos subalternos. Según Balivar, el racismo dferencialista es “un racismo cuyo tema dominante no es la herencia biológica sino la irreductibilidad de las diferencias culturales, un racismo que, a primera vista, no postula la superioridad de ciertos grupos en relación a otros, sino ‘solo’ lo dañino de abolir fronteras, la incompatibilidad de estilos de vida y tradiciones”, en: Alberto Moreiras, Fragmentos globales: latinoamericanismo de segundo orden.Se puede consultar en: http://www.ensayistas.org/critica/teoria/castro/moreira.htm
9 Pedro Portugal Mollinedo (2010), “Condiciones para una verdadera descolonización”, en Historia, coyuntura y descolonización. Katarismo e indianismo en el proceso político del MAS en Bolivia, Fondo Editorial Pukara, edición electrónica, 2010, La Paz. Se puede consultar en: http://periodicopukara.com/archivos/historia-coyuntura-y-descolonizacion.pdf
10 Véase al respecto “La ropa de Evo Morales”, en http://www.periodicopukara.com/pasados/pukara-20-articulo-del-mes.php y “Lo que nos ilustra la posesión de Evo Morales en Tiwanaku, enhttp://periodicopukara.com/archivos/pukara-50pdf
11 Sobre los narcos amawt’as y narcos mallkus implicados en tráfico de droga véase http://www.la-razon.com/version.php?ArticleId=18282&EditionId=622&idp=&ids=&page=4& y también http://www.fmbolivia.com.bo/noticia35111-detienen-a-un-narco-mallku-con170-kilos-de-cocaina.html y finalmente http://eju.tv/2010/09/otro-mallku-va-a-la-crcel-por-narcotrfico/
12 http://www.fmbolivia.net/noticia13081-bolivia-caranavi-y-su-dolor-un-lugar-que-no-volver-a-ser-el-mismo.html
PUKARA Cultura sociedad y política de los pueblos originarios. Periódico Mensual Enero 2017 Qollasuyu Bolivia Año 11 Número 125. Pp. 3, 4, 5, 7.
http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-125.pdf
(Volver a página inicial)