Medicina, religión y cosmovisión:
La Ayahuasca y los riesgos de su desacralización New Age
Jacques Mabit*
Resumen
Mientras el Perú construyó la magnífica civilización Inca mediante la sabiduría proporcionada por la hoja de coca, se volvió luego el primer productor de derivados tóxicos de esta planta profanada. Y en nuestros días de nuevo la hoja de coca permite tratar la adicción a cocaína y así lo demuestra la experiencia del Centro Takiwasi1. De otro lado, se descubre hace unos decenios el uso sanador de la ayahuasca y conoce en poco tiempo un uso explosivo por todo el mundo. ¿La desacralización acelerada de esta medicina llegará a los mismos extremos que el mal uso de la coca? ¿Qué nos puede enseñar el camino seguido con la coca en relación al uso de la ayahuasca? ¿A qué respondió el uso de la coca en Occidente y qué responde el uso de ayahuasca?
Presentación
El Centro Takiwasi que dirijo en Tarapoto, Perú, se dedica desde hace 24 años al tratamiento de personas en situación de dependencia a las drogas y a la acogida de personas en búsqueda de evolución personal. En el protocolo de tratamiento, la ayahuasca juega un papel fundamental, asociado al uso ritual de muchas otras plantas inspirado de las prácticas ancestrales de la Amazonía peruana con son purgas, dietas, baños, etc. Esos recursos se insertan en una dinámica que incluye un acompañamiento psicoterapéutico y una convivencia en una comunidad de residentes.
Propongo une reflexión inicial sobre un tema complejo que, en el marco de una intervención breve será forzosamente simplificado, pero espero no simplista. Sin embargo no existe respuesta simple a un problema complejo2 y solicito al lector perdonar las formulaciones perentorias que le ruego tomar como una invitación a profundizar.
La lección de la coca
El Perú es uno de los mayores productores de hoja de coca y de sus derivados adictivos que alimentan el narcotráfico a nivel mundial. Con el cannabis y el alcohol, la cocaína y la pasta básica de cocaína son los consumos más frecuentes de nuestros pacientes.
De manera paradójica, la hoja de coca representa el centro de la cultura Inca que floreció en todos los Andes, ha sido capaz de crear maravillas como Machu Picchu y ha constituido la fuente de sabiduría ancestral del mundo andino. El habitante del Ande la consume hasta hoy día sin que haya producido ni dependencia ni adicción sino salud, fuerza y alumbramiento espiritual.
¿Cómo tal fuente de sabiduría ha podido devenir en uno de los mayores problemas de dependencia a nivel mundial? Ello se debe esencialmente a la apropiación ilegítima de los occidentales llegando al continente americano; al desvío de sus usos religiosos, sagrados, rituales por fines productivos respondiendo a la voracidad del apetito por el dinero. Se usó primero para la producción minera, especialmente del oro, y en nuestra época para mantener el ritmo acelerado de nuestra sociedad y responder al estrés de las exigencias del mercado omnipresente.
Dejó de ser una planta sagrada consumida de manera codificada y ritualizada con fines elevados para transformarse en un objeto más de consumo, sin respeto, sin ritualidad. Es la profanación de su uso religioso que generó la desgracia contemporánea de las adicciones. La consecuencia de la profanación tiene un precio muy alto, es una ley espiritual.
La medicina de los Incas se transformó en veneno moderno. En el Centro Takiwasi demostramos clínicamente que retomando el uso correctamente ritualizado de la hoja de coca, su poder medicinal permite sanar adictos a los derivados tóxicos de la coca. El problema no viene de la planta, sino de su uso incorrecto y desacralizado.
Paralelismo con la ayahuasca
La ayahuasca es igualmente una planta americana, pero esta vez naciendo dentro del espacio amazónico donde constituye hasta hoy un eje esencial de su medicina y de sus prácticas rituales. Su difusión explosiva desde hace unos 30 años se debe también esencialmente a su apropiación por occidentales. Esta vez, sin embargo, no se trata de responder a fines productivos del consumismo occidental sino a la crisis existencial que resulta del agotamiento de esta misma sociedad. Como para la coca, sus cualidades responden a una respuesta al estrés generado por la violencia de la sociedad moderna, pero de manera distinta. La coca reducida a sus principios activos permitía aguantar el estrés manteniendo el ritmo exigido y sin cuestionar el sistema desgastante de la codicia erigida en sistema de vida. La Ayahuasca, más bien, cuestiona hasta cierto punto este mismo sistema y representa una posible forma de escape a esa dinámica mortífera, de generación de propuesta alternativa a éste. Responde por sus efectos visionarios al apetito moderno por las imágenes y las pantallas. De otra parte, aun reducida a sus principios activos, no genera ninguna adicción.
Esas dos diferencias, la no dependencia y el cuestionamiento útil al sistema, dejan pensar a muchas personas que defienden el uso de la ayahuasca, que ésta está entonces exenta de consecuencias negativas para el occidental que la consume.
Nosotros pensamos que, si bien es cierto que la toxicidad física de la Ayahuasca no tiene comparación con la de los derivados de la hoja de coca, su potencial toxicidad mental y espiritual a gran escala es mayor. Esa relativa inocuidad física que parece exculpar el uso de la ayahuasca esconde peligros sutiles que, precisamente por ello son ampliamente ignorados. Son más difíciles de detectar a primera vista y por ende considerados como casi inexistentes.
Si los efectos de la toxicidad física son inmediatos y difíciles de negar, los de la toxicidad psicológica pueden manifestarse de manera más lenta y progresiva, mientras las consecuencias tóxicas a nivel espiritual son aún mucho más difíciles de evidenciarse a corto y mediano plazo. A mayor sutileza y dificultad para tomar consciencia, mayor es el peligro. Entonces, el uso inadecuado de la ayahuasca puede ser muy tóxico a nivel espiritual, relativamente tóxico a nivel mental y poco tóxico a nivel físico.
Desacralización o espiritualización de la Ayahuasca
La ley espiritual es implacable: la profanación de lo sagrado tiene un precio muy alto. Ya lo sabemos en cuanto a la coca.
Del mismo modo como los occidentales, en su arrogancia y precipitación, se exoneraron del conocimiento ancestral sobre el uso de la coca (y del tabaco, la amapola, etc.), tienden a apropiarse de la ayahuasca solamente en los aspectos que les convienen, dejando de lado las reglas básicas establecidas desde hace siglos o milenios por las sociedades amazónicas.
Los aspectos rituales, o son abandonados por considerarse folklóricos y meramente de orden cultural, o son plagiados en sus formas pero no en su esencia ni contenido. Se reclaman de una tradición para mejor negarla o tergiversarla. La pericia milenaria se descarta o se reinterpreta de manera a satisfacer los prejuicios modernistas de una ideología reduccionista tanto en salud mental como en temas espirituales o religiosos.
Más aún, la llamada “comunidad ayahuasquera”3, creyéndose revolucionaria, adhiere inconscientemente en su gran mayoría a las categorías y conceptos del New Age, típico producto de la pos-modernidad que con sus pretensiones al cambio de paradigma, no hace más que confortar el sistema sin cuestionarlo en sus fundamentos. La mejor prueba de ello es ver cómo se tolera un uso “religioso” de la ayahuasca, pero se prohíbe su uso médico y cuando se abren eventualmente las puertas de un uso terapéutico es dentro del contexto desacralizado de la medicina occidental, sin ritualidad, excluyendo su dimensión espiritual. Así, el uso tradicional de la ayahuasca como medicina que incluye una dimensión espiritual, tiene que partirse sea en una medicina desacralizada, sea en una espiritualidad desencarnada. La escisión entre cuerpo y mente, alma y espíritu, se mantiene entonces intacta como lo pregona la ideología posmoderna.
En ambos casos, se instrumentaliza la ayahuasca, considerada un objeto que sirve fines religiosos o terapéuticos, inscribiéndose en la mentalidad tecnicista y utilitaria occidental, y de nuevo confortando el sistema que pretende cuestionar.
Ayahuasca y New Age
El movimiento New Age responde a la necesidad de sentido existencial frente a la desacralización de la sociedad contemporánea. Esta búsqueda es ciertamente legítima pero este movimiento nos parece prometer más de lo que puede ya que mantiene en sus fundamentos, bajo apariencias diferentes, los axiomas de la sociedad que rechaza o crítica. En otros aspectos retoma errores conceptuales o filosóficos que fueron señalados y denunciados a lo largo de la historia de la sociedad occidental.
La sociedad occidental nace de la tradición judeo-griego-cristiana y el movimiento New Age se construye esencialmente en oposición a esta tradición, del mismo modo que muchas personas se orientan hacia las espiritualidades autóctonas por esas mismas razones de rechazo a esta tradición. Esa coincidencia o convergencia de enfoque lleva la mayor parte de los tomadores de ayahuasca procediendo del mundo occidental, u occidentalizados, a asociar toma de ayahuasca y filosofía New Age. Encajan en muchos aspectos4.
De manera paradójica, las sociedades autóctonas como las grandes corrientes espirituales de la Humanidad, orientales5 u occidentales, incluida la cristiana, coinciden en sus recomendaciones y estructuras globales con la tradición chamánica. En esencia señalan la necesidad:
- de inscribirse dentro de una filiación estructurada;
- de seguir a largo plazo enseñanzas y ejercicios codificados;
- de someterse a la autoridad de maestros que median en la relación con el mundo espiritual;
- de observar reglas y principios; de no mezclar a su antojo elementos que se oponen o contradicen (sean rituales, plantas, órdenes de la naturaleza, conceptos, etc.);
- de tener un adecuado contexto de contención y guía;
- de aceptar una cuota de sufrimiento en el aprendizaje que supone sacrificio, abnegación, entrega;
- de renunciar a la búsqueda de riquezas, de despojarse de lo inútil o superfluo;
- de disponerse a un “trabajo sobre sí mismo”;
- de inscribir toda relación con el mundo espiritual dentro de un contexto ritual no improvisado sino enseñado y transmitido; de prepararse para una dimensión de combate espiritual tanto interior como exterior con entidades espirituales malévolas.
Se plantea así un caminar que requiere tiempo y disponibilidad, cautela y lentitud para vencer muchas trampas y obstáculos, y exige la humildad necesaria para saber aprender de la experiencia de los mayores o predecesores.
Dentro de las sociedades tribales donde nace el uso de la ayahuasca, las reglas son estrictas, el uso de ayahuasca bajo el control de la colectividad, el combate espiritual permanente. El occidental que precisamente busca emanciparse de lo similar en su propia tradición, tiende a rechazar este contexto y crear lo suyo, apropiándose de la ayahuasca pero sin adueñarse del corpus de sabiduría ancestral, o seleccionando solamente la parte que no contradice sus expectativas. Se reclama de un conocimiento milenario pero en realidad lo manipula, eventualmente hasta traicionarlo. De este modo se expone a todos los peligros que esas tradiciones han detectado universalmente y para las cuales han elaborado sistemas de protección. Esa rebeldía y arrogancia llevan a la transgresión de las leyes espirituales y a sus inevitables consecuencias dañinas.
De tal modo que:
- donde la Tradición señala un largo proceso de aprendizaje, pretende aprender rápidamente en pocas semanas o meses;
- donde indica la necesidad de una filiación, corta con sus propias raíces judeo-griego-cristianas;
- donde recomienda referirse a una tradición estructurada prefiere la auto-referencia;
- donde advierte de un mundo espiritual intermediario habitado por entidades malignas, escoge la idealización de un mundo espiritual sin adversarios;
- donde señala la importancia de la mediación de mayores o maestros, pretende abstenerse de ello y dirigirse directamente a la Divinidad;
- donde señala la existencia de leyes inmutables e implacables, físicas, psicoafectivas y espirituales, prefiere creer en sus propias leyes egóticas;
- donde se habla de Verdad intangible y universal, responde que tiene su propia verdad;
- donde se apunta a un sufrimiento necesario, desea solamente el disfrute;
- donde se insiste en una intención purificada asume que su buena intención y su deseo de ayudar es suficiente;
- donde se enseña la rigurosidad del simbolismo y la ritualidad, prefiere la improvisación, la inspiración personal y lo estético;
- donde se manifiesta que la bondad sin el conocimiento es el “camino al infierno”, se convence que sus buenas intenciones bastan y lo protegen;
- donde se avisa del peligro de un conocimiento sin bondad, cree que la acumulación de conceptos, lecturas, estudios, prevalece.
Este modo de ver, pensar y actuar predomina en la “comunidad ayahuasquera” actual. Se fusiona en la nebulosa New Age donde la búsqueda de la libertad se transforma en un sistema auto-referencial, sin límites, sin estructura, sin autoridad. La pretendida ampliación de la consciencia se asemeja a una inflación desmedida del ego. Funciona en espejo del cientificismo que se interesa por los efectos de la ayahuasca expurgada de su dimensión espiritual, o de un psicologismo reduccionista que toma la ayahuasca solamente como un facilitador en psicoterapia. En esos tres ámbitos, el uso de la ayahuasca es desacralizado sea en el espiritualismo New Age, sea en el racionalismo de científicos o en el ateísmo de la mayoría de los psicoterapeutas.
El eclecticismo del New Age autoriza las mezclas las más inverosímiles, creando nuevas quimeras. Se coleccionan experiencias, plantas, filosofías, conceptos, en la mayor confusión, sin construir nada consistente. Es llamativo ver la verborrea sobrevivencias con ayahuasca6 y la carencia extrema de reflexión sobre ello, sea a nivel psicológico, filosófico y más aún teológico7. Se critica la sociedad occidental a nombre de un individualismo que la caracteriza en esta degeneración de fin de ciclo. Esa ausencia enorme de coherencia permite el resurgimiento de muchos errores espirituales en el abordaje del ser humano y del misterio de su existencia: relativismo, naturalismo, quietismo, dualismo, maniqueísmo...
Consecuencias de la deriva New Age
Los peligros espirituales señalados por todas las tradiciones florecen actualmente en la “comunidad ayahuasquera” y ponen la riqueza de esta planta y su tradición en riesgo de ser totalmente desvirtuada y finalmente su uso prohibido. Se sabe que las mayores trampas a la evolución espiritual residen en la tentación del poder, el apego a los bienes y al dinero, y en el aprovechamiento sexual. Los ejemplos abundan de todos esos abusos y transgresiones que crecen de manera exponencial. Los medios de comunicación masiva se hacen eco de esas noticias morbosas generando una fuerte degradación de la imagen de la ayahuasca.
Basta dar una vuelta en internet para ver el crecimiento de escándalos y accidentes engendrados por el uso indiscriminado de la ayahuasca: problemas de fallecimientos, suicidios, abuso sexual, explotación económica y comercial, retención sectaria, desestabilización mental, manipulación de personas. Sabemos que lo que aparece en internet es solamente la punta del iceberg ya que la complicidad, el miedo, la vergüenza, mantienen ocultos mucho más casos.
Pero nos parece que el mayor peligro no aflora todavía a la consciencia de los mismos usuarios de ayahuasca y tiene que ver con la ilusión espiritual y las posibles contaminaciones, infestaciones o posesiones por espíritus malignos. Tanto la ciencia como la medicina y la modernidad en general niegan esa dimensión, no la reconocen ni identifican. La mismas Iglesia católica, por un ansia de adecuarse a la modernidad, llega a ignorar esos casos de contaminación espiritual y ha olvidado como tratarlos, aun teniendo las herramientas y la doctrina necesarias para ello. Por ende, es como si esta problemática no existiera. No se previene un peligro que no se conoce. Las manifestaciones toman matices de perturbaciones mentales que la psiquiatría se encargará de etiquetar y poner bajo camisa de fuerza química sin poder curarlas.
Aunque las tradiciones indígenas recogen ampliamente datos sobre el uso maligno de la ayahuasca y las prácticas de brujería, daño o hechicería, esas son totalmente ausentes del discurso y las consideraciones de la “comunidad ayahuasquera”. Esta sombra es negada probablemente porque devuelve el occidental a su propia sombra. Es más fácil pensar que todo ello es de orden cultural, una creencia sin objeto. Se evacua el problema ignorándolo. Esta ignorancia de las dimensiones malignas del mundo espiritual y sus manipulaciones, hacen a los usuarios dela ayahuasca presas fáciles de esos poderes ocultos.8 Nuestra experiencia nos enseña que la cuestión de las infestaciones es enormemente subestimada cuando el uso correcto de la ayahuasca no solamente las evita sino permite liberar personas previamente infestadas por otros tipos de fuente de contaminación (espiritismo, magia, prácticas ocultistas, sexualidad inadecuada, herencias transgeneracionales, consumo de droga, etc.).
Conclusiones
Las tradiciones no son estáticas sino que pueden incorporar progresivamente elementos de otras tradiciones, siempre y cuando se adecuen con la Tradición. De este modo, las tradiciones autóctonas pueden ser fecundadas por la tradición occidental en lo mejor de su filiación judeo-griego-cristiana, del mismo modo que ésta última puede ser fecundada por las sabidurías nacidas en otras sociedades como las amazónicas.
Ello requiere tiempo, dedicación, trabajo reflexivo a nivel epistemológico, filosófico, teológico y clínico. El occidental puede enriquecerse de los conocimientos ancestrales a la condición de aceptar plenamente sus propias raíces y su filiación. Al rechazar su propia naturaleza y cultura, termina elaborando una suerte de quimera y se pierde en las confusiones de un New Age transgresivo, disolvente e incoherente. Finalmente se coloca en una posición de vulnerabilidad frente a los peligros del mundo espiritual intermedio9 arriesgando su salud mental y su salvación espiritual.
* El Dr. Jacques Mabit es médico fundador y Presidente Ejecutivo del Centro Takiwasi. El presente texto es trascripción de su disertación presentada en la Conferencia Internacional sobre Ayahuasca, Río Branco, Brasil, octubre 2016.
Notas
1 Centro de Rehabilitación de Toxicómanos e Investigación de Medicinas Tradicionales, Tarapoto, Perú, www.takiwasi.com
2 Me refiero ahí al paradigma de ciencias de la complejidad tal como lo formula el filósofo Edgar Morin, ver http://www.edgarmorin.org/blog/46-ciencias-de-la-complejidad.html
3 Esa «comunidad ayahuasquera» carece en nuestra opinión de consistencia real y nos parece una construcción imaginaria: ¿Qué tienen en común precisamente todos los que dan o toman ayahuasca? Ni siquiera el brebaje ayahuasca ya que se prepara de manera diferente, con variedades “energéticas” diferentes (cf. distinciones del mundo indígena de tigre-ayahuasca, cielo-ayahuasca, etc.) , con aditivos diferentes, y a veces sin la planta Banisteriopsis caapi sino con análogos (sin hablar de la infinita variedad de contextos y objetivos).
4 En una intervención breve simplifico la apreciación del movimiento New Age subrayando sus aspectos estructurales mayormente peyorativos, sin embargo, esa búsqueda en sí es legítima y permite a muchas personas encontrar inicialmente una dinámica de transformación, apertura y cambio. Las búsquedas son laberínticas y pueden transitar positivamente por esta filosofía hasta desembocar, es de esperar, en una reconsideración crítica de esa.
5 Hablamos aquí de las tradiciones orientales tales como se practican originariamente y no luego de su apropiación por la sociedad occidental que las transforma y adapta como lo hace con el uso tradicional de la ayahuasca. Así, la mayor parte de las filosofías hindúes y budistas llegaron a Occidente reinterpretadas por el pensamiento anglosajón del colonialismo inglés de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
6 Que se explaya abundantemente en internet.
7 Todos los que toman ayahuasca sin excepción revindican una dimensión «espiritual» en su uso, sin jamás definir qué entienden con ello. La carencia de reflexión en este campo me parece abismal y mejor dicho se puede considerar como casi inexistente. Parece un tema tabú. Cuando se aborda el uso de ayahuasca desde enfoques científicos, sociales y terapéuticos, se exige con razón una rigurosidad de lógica y de demostración. Cuando se trata de ciencia no se permiten afirmaciones «gratuitas». Sin embargo, cuando se trata de “espiritualidad ayahuasquera”, cualquiera puede decir cualquier cosa sin que se exija esta misma rigurosidad ni haya espacio de cuestionamiento. Se dio la autorización legal de uso religioso en varios países, existen iglesias ayahuasqueras, pero se considera que este tema es «libre», privado, personal, entregado a la inspiración de cada quién, sin necesidad de espíritu crítico, sin requerir bases conceptuales, ni coherencia doctrinal, ni referencias escritas o históricas. En mi opinión, los estudios, investigaciones o reflexiones de tipo teológico, exegético, filosófico no representan debates bizantinos inútiles ni ociosos, sino que condiciona en gran parte lo que sucede finalmente y fundamentalmente con el uso cotidiano de la Ayahuasca. Atribuyo en gran parte a esta carencia el surgimiento de derivas posibles de su uso con eventuales consecuencias dañinas graves a nivel físico, psico-afectivo y espiritual cuya frecuencia es ampliamente subestimada. Los daños espirituales (infestación, posesión, brujería, daño, hechicería, etc.) son ignorados casi por completo y mantenidos en un silencio preocupante.
8 Alain Daniélou, orientalista de renombre, señala lo mismo en el uso del cannabis cuya problemática sobre este tema es muy similar a la de la ayahuasca: misma profanación de uso occidental y mismas consecuencias dañinas. Concluye afirmando: “Es a causa de su incomprensión de la realidad del mundo sutil que el materialismo moderno se volvió su víctima.” Daniélou Alain (2008) Las divinidades alucinógenas, Revista Takiwasi nº 1, https://takiwasi.wordpress.com/2008/03/0 8/13-alain-danielou-las-divinidades-alucinogenas1/
9 La creación cuenta con un mundo visible y sensible (la Naturaleza, el Cosmos) y un mundo invisible al estado natural pero asequible durante experiencias de estados modificados de la consciencia, naturales o inducidos, incluyendo con ayahuasca. Este mundo jerárquicamente superior a la creación visible se ubica en la intermediación con la Divinidad, de ahí su nombre de “mundo intermediario”. Según la Tradición (o sea todas las tradiciones, salvo los últimos siglos de la sociedad occidental) está poblado de creaturas espirituales claramente diferenciadas en buenas o malas (ángeles o demonios; buenos y malos espíritus) a la diferencia de los seres humanos ambivalentes. Esas entidades o seres espirituales pueden comunicarse y afectar los seres humanos (para bien o para mal). El New Age tiende a confundir este mundo intermediario creado con la Divinidad increada. El mundo intermediario es dual, la Divinidad es una.
PUKARA Cultura sociedad y política de los pueblos originarios. Periódico Mensual Diciembre 2016 Qollasuyu Bolivia Año 10 Número 124. Pg. 5-6-7.
http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-124.pdf
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