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Noviembre 2016

Después de la tormenta... viene la lucha: cuatro meses de protesta de la CNTE


J.G.F. Héctor
(De Praxis en América Latina, núm. 11, nov.-dic. 2016)

De mediados de mayo a mediados de septiembre, los maestros de educación básica en México —sobre todo aquéllos agrupados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)— llevaron a cabo una campaña de lucha en contra de la así llamada “reforma educativa” del gobierno. Debido a las acciones represivas de este último, así como al desgaste físico, económico y emocional que implica sostener no uno, sino diversos plantones durante varios meses, los maestros decidieron volver a las aulas, a pesar de no haber conseguido su objetivo principal: la cancelación de la “reforma educativa”. La pregunta es, entonces: ¿Qué sigue ahora que los plantones han terminado?

Cuatro meses en retrospectiva

Es necesario comenzar con lo que los propios maestros opinan de estos cuatro meses de lucha: ¿Cuáles fueron sus principales logros, su principal significado?

En palabras de un representante de la CNTE en Chiapas, el mayor logro de estos cuatro meses de protesta es que el pueblo haya reconocido nuestro esfuerzo y se nos haya unido: la gente, por ejemplo, corrió a la policía federal de varios lugares y, donde fuimos reprimidos, el pueblo no nos dejó solos. Incluso en otras partes del mundo (como Guatemala, Canadá, etc.), los maestros hicieron manifestaciones de apoyo a los profes de aquí de México.

Víctor, maestro de la Ciudad de México, comparte dicha opinión: “Logramos quitarle el filo a la “reforma educativa” [...] Padres de familia, estudiantes, intelectuales, estuvieron con nosotros antes, durante y después del paro, ayudándonos a organizar foros, etc.”

Así, la resistencia magisterial ha despertado la rebeldía de la sociedad, tanto en las ciudades como en el campo. ¿Cómo fue esto posible? Porque el movimiento de la CNTE demostró no ser “para defender privilegios particulares”, ni siquiera sólo una lucha laboral (lo cual ya habría sido importante en sí mismo), sino algo más: el germen de un nuevo proyecto de educación, no capitalista, no mercantilista, nacido desde abajo —y, en última instancia, por un nuevo tipo de sociedad, donde dicha nueva educación podría florecer plenamente1. Padres de familia, comunidades indígenas en el campo, estudiantes en las universidades y otros sujetos sociales reconocieron esto de manera más o menos explícita, de lo contrario, el apoyo material, moral e intelectual que les dieron a los maestros durante estos cuatros meses sería inexplicable. La vinculación entre pueblo y magisterio ha existido siempre; sin embargo, han sido las recientes protestas las que la han traído a primer plano, la han “puesto por sí”.

A pesar de ello, la “reforma educativa” sigue sin ser cancelada, y tampoco vivimos ya en una sociedad nueva. Entonces, la pregunta es: ¿Cómo hacer que este gran respaldo popular no sea sólo moral o material, sino una fuerza activa, teórico-práctica, que vaya dando los pasos necesarios hacia una sociedad nueva? Otra vez, es imprescindible escuchar lo que los propios maestros tienen que decir al respecto.

El largo y sinuoso camino hacia la autonomía

Nosotros entendemos el movimiento como un proceso [apunta José Luis, maestro y vocero de la CNTE en Chiapas]; por tanto, el que no estemos ahorita en las calles no quiere decir que el movimiento no siga [...] Hemos entendido que la labor del maestro es estar en constante diálogo con los padres de familia, con las comunidades. En Chiapas, por ser un estado semi rural, la mayoría de los maestros se queda a vivir en las comunidades en las que trabaja, lo que nos permite un acercamiento, una empatía muy grande con éstas, además de que nos da la oportunidad de hacer trabajo político. Muchos (el gobierno, los empresarios) no entienden el porqué del respaldo al magisterio por parte de los padres de familia, si sus hijos estaban “perdiendo clases”; y la razón es [...] que el maestro, que la mayoría de las veces proviene de las clases populares, se identifica con los problemas de la comunidad. Así, los padres de familia entendieron que, más que iniciar el ciclo escolar, lo importante es defender el carácter público de la educación.

¿Qué podría significar esto? Que la fortalecida vinculación entre pueblo y magisterio —la cual, como hemos visto, fue el principal logro de estos cuatro meses de lucha— puede mostrarnos también una posible ruta hacia adelante. ¿Cuál?

Vayamos paso por paso. El mismo maestro José Luis, a quien hemos citado unas líneas antes, menciona: “Todas las vías de lucha son importantes (la política, la pedagógica, la legislativa, etc.) y, por ello, no hay que desdeñar ninguna”. Esto es verdad, ya que cada forma concreta de resistencia contribuye en algo a la consecución de ese objetivo principal por el que maestros y otros sectores sociales estamos luchando. A la vez, es justamente ese objetivo principal el que les da fuerza, sentido y unidad a todas las formas de lucha particulares. Tal objetivo es, sí, la abrogación de la “reforma educativa” (y del resto de las reformas neoliberales del Estado), así como la construcción de un nuevo proyecto educativo, nacido desde abajo; pero, también, en última instancia, la creación de una sociedad nueva, libre, autónoma.

Mas, ¿cómo seguir construyendo esta última? Dice Víctor, de la Ciudad de México: “Hay [un grupo de maestros] que dice: [...] ‘Vayamos por [la ruta de la] organización, de la resistencia, de la autonomía, del poder popular’. Lo que seguiría, entonces, es [construir esto último]. ¿Con quién? Con las organizaciones sociales, los estudiantes, el pueblo organizado”. Es decir: justamente con quienes la CNTE ha venido trabajando ya —en la ciudad, sí, pero sobre todo en el campo— durante varias décadas. Precisamente de esta vinculación entre pueblo y magisterio, fortalecida durante los últimos cuatro meses, es de donde ha de emerger la autonomía.

No obstante, ésta no es una meta que se pueda alcanzar de manera inmediata, sino que es un camino lleno de dificultades, de contradicciones por superar. Dice José Luis, de Chiapas, refiriéndose al movimiento zapatista:

“Es difícil emularlo, no porque no sea un movimiento muy inteligente, sino porque nuestra condición como magisterio es distinta. Los zapatistas sueñan con una revolución y son congruentes con su discurso, ya que renuncian a todo lo que venga del gobierno. Ellos creen en un nuevo mundo cuya base sea la autonomía. Nosotros, en cambio, para empezar, somos empleados del gobierno, lo que no quiere decir que seamos correa de transmisión del mismo, pero sí [afecta la forma en la que llevamos a cabo nuestra lucha]”.

Desde una perspectiva igualmente crítica, César Navarro, miembro de la CNTE en la Ciudad de México, apunta:

Hemos hablado mucho de autonomía, pero varios de nuestros proyectos educativos alternativos están aún limitados por el marco institucional. Tenemos que pensar, entonces, si somos capaces de ser verdaderamente autónomos, desde abajo. Algunas comunidades, pueblos y los maestros mismos lo han logrado, pero eso implica sostener económicamente los proyectos y tener su propio personal. Un ejemplo de educación autónoma sería la zapatista, que se hace al margen del Estado.

Así pues, si bien la cuestión de la autonomía es aún una tarea pendiente, su idea ronda ya en la cabeza de varios maestros y otros sectores sociales. Esto significa que, en efecto, puede y debe ser concretada, ya que “la Idea [de la libertad] no es tan débil que sólo tenga el derecho de existir, sin llegar a existir realmente”, como dice Hegel. ¿Cómo acercarnos cada vez más, pues, a ese horizonte?

Escuchar, construir desde abajo

Tal como los maestros lo han dicho en varias ocasiones, para poder abolir la “reforma educativa” (y, de hecho, todas las reformas neoliberales que la acompañan), se necesita “de la participación activa de todo el pueblo: los trabajadores de la educación, solos, no vamos a poder lograrlo. ¿De qué serviría, solos, estar todo un año en plantón?” Cierto. No obstante, como se ha visto en los más recientes cuatro meses, el magisterio es crucial para unir a la población: su estrecha vinculación con padres de familia, estudiantes y comunidades; su condición misma de trabajadores; la actitud militante que han sostenido durante varias décadas, entre otros factores, ha convertido a los maestros de la CNTE en un referente social de lucha y resistencia. Esto trae consigo una gran responsabilidad, que los docentes han venido aceptando y asumiendo.

Y, lo que han hecho en este sentido, es simplemente asombroso: escuchar a las comunidades con las que trabajan; comprender y compartir sus problemas; involucrarlas activamente no sólo en los plantones, tomas y marchas, sino en el proceso mismo de construir una nueva educación. Todo esto nos habla claramente del fuerte compromiso de los maestros de la CNTE por trabajar con los de abajo en tanto razón y fuerza, cuerpo y mente de la transformación social.

La parte complementaria de este proceso consiste en reflexionar constantemente sobre el sentido emancipador de estas acciones y pensamientos que nacen desde abajo, a fin de dar origen así a la unidad absoluta entre teoría y práctica: ¿Cómo estas acciones e ideas nos permiten dar pasos adelante en la construcción de una nueva educación, de una nueva sociedad? ¿Qué acciones tenemos que llevar a cabo aún para acercarnos a este objetivo emancipador? ¿Cómo es, en su plenitud, esa sociedad que anhelamos, que buscamos construir? ¿Cómo serían allí las relaciones humanas y laborales? ¿Y, entre los maestros y las comunidades? ¿Entre la ciudad y el campo?

Éstas y otras preguntas deben ser —y, de hecho, ya están siendo— respondidas, tanto teórica como prácticamente, por los sujetos en resistencia y los pensadores radicales. Sólo así es como podremos dar saltos cualitativos en la construcción de una sociedad autónoma, verdaderamente libre. En Praxis en América Latina, buscamos participar plenamente en este proceso; por ello, en primer lugar, partimos siempre de ver y escuchar lo que los maestros y otros sujetos rebeldes están haciendo y pensando, sobre todo ahora que han quedado atrás (por el momento) los paros y plantones, y la lucha se encuentra en otra etapa. En segundo lugar, contribuimos a hacer explícito el significado liberador ya implícito en aquellas acciones y pensamientos, a fin de que éstas puedan seguirse desarrollando hasta alcanzar su plenitud expresiva; es decir: la construcción de una nueva sociedad. Invitamos a otros colectivos y organizaciones a participar en esta labor.
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1 De acuerdo con Luis Hernández Navarro, un intelectual que ha estudiado desde su inicio la lucha de la CNTE, “[ésta] ha trazado [...] tres líneas de acción: [...] la democratización del sindicato, de la enseñanza y del país. No se puede avanzar en una si no se avanza en las otras de manera simultánea [...] Una pregunta central que ha venido haciéndose [desde hace algún tiempo] es: ¿Existe, dentro del marco del sistema de educación pública oficial, margen para desarrollar una práctica pedagógica liberadora?”. J.G.F. Héctor
(De Praxis núm. 11, nov.-dic. 2016)


Voces de la resistencia magisterial
Aunque no estemos ahorita en las calles, el movimiento sigue


José Luis, maestro de Chiapas
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.- Entrevista realizada por Praxis en América Latina

Praxis: ¿Cómo se sienten después de haber concluido estos cuatro meses de protesta?

José Luis: Nos sentimos fortalecidos. Era evidente que la salida por vía de la represión, que era la que exigían los empresarios, se iba a dar. Sin embargo, no fue así, no tanto porque el gobierno no lo quisiera, sino porque sabía que el movimiento era muy grande y muy intenso en Chiapas, y que no sólo estaba en él el magisterio, sino organizaciones sociales y padres de familia. Esto nos blindó de la represión. En lugares donde la organización es incipiente, el gobierno reprime con todo. En Puebla, por ejemplo, cesó a los maestros que se atrevieron a no implementar la prueba Enlace; en Chiapas, nunca la aplicamos, y nunca pasó nada. En la Ciudad de México, cesó a [21 maestros que participaron en el paro de labores durante estos cuatro meses] y, en Chiapas, aunque participamos miles, no hay ningún cesado, ni siquiera ningún notificado.

Además, el gobierno se vio obligado a ofrecer que la “reforma educativa” no seguiría adelante en Chiapas. Las bases del magisterio, mediante una consulta, decidieron aceptar este ofrecimiento. Esto no lo podían decidir los líderes, ya que el movimiento magisterial en Chiapas es, en la práctica, eminentemente democrático. Si las bases hubieran dicho que continuáramos, lo hubiéramos hecho, aunque fuéramos el único estado del país en paro de labores. Pero, en una votación cerrada, decidieron que nos replegáramos. Aun así, el movimiento sigue vivo: en cualquier momento que el gobierno decida no cumplir lo que prometió, nosotros estaremos prestos a accionar.

Por otro lado, no nos sentimos del todo satisfechos con este repliegue. Al menos en Chiapas, pensamos que seríamos capaces de abrogar la “reforma educativa”. Sí, la pusimos en jaque, la herimos de muerte, pero no la logramos abrogar. Los maestros de otros estados, tanto que pertenecen a la CNTE como no, no coberturaron el movimiento con la intensidad que Chiapas lo hizo. Ésta era la única manera de obligar al gobierno a cancelar su “reforma”. En Chiapas, no hubo ningún maestro, de ningún nivel, que quedara fuera del movimiento.

P: ¿Qué es lo que sigue en el movimiento ahora? ¿La vía legislativa, como proponen algunos compañeros? ¿O una opción más radical, como la búsqueda de autonomía, al estilo zapatista, que es otra idea que ronda en la CNTE?

JL: En la CNTE, hay un mosaico de grupos ideo- lógicos. Sin embargo, lo importante es caminar con base en la ruta que emerja de las bases. En cuanto al zapatismo, es difícil emularlo, no porque no sea un movimiento muy inteligente, sino porque nuestra condición como magisterio es distinta. Los zapatistas sueñan con una revolución y son congruentes con su discurso, ya que renuncian a todo lo que venga del gobierno. Ellos creen en un nuevo mundo cuya base sea la autonomía. Nosotros, en cambio, para empezar, somos empleados del gobierno, lo que no quiere decir que seamos correa de transmisión del mismo, pero sí que no podemos desligarnos de la ruta coyuntural [de buscar hacer una contrapropuesta legislativa de reforma educativa]. Todas las vías de lucha son importantes (la política, la pedagógica, la legislativa, etc.) y, por ello, no hay que desdeñar ninguna.

P: Específicamente, en Chiapas, ¿cómo continúa el movimiento magisterial?

JL: Nosotros entendemos el movimiento como un proceso; por tanto, el que no estemos ahorita en las calles no quiere decir que el movimiento no siga. Así, nos hemos replegado a las comunidades. La razón del apoyo popular que tuvieron estos cuatro meses de lucha, y que incluso fue más grande que en 2013 [cuando comenzamos a protestar contra la “reforma educativa”], es precisamente que hemos entendido que la labor del maestro es estar en constante diálogo con los padres de familia, con las comunidades. En Chiapas, por ser un estado semi rural, la mayoría de los maestros se queda a vivir en las comunidades en las que trabaja, lo que nos permite un acercamiento, una empatía muy grande con éstas, además de que nos da la oportunidad de hacer trabajo político. Muchos (el gobierno, los empresarios) no entienden el porqué del respaldo al magisterio por parte de los padres de familia, si sus hijos estaban “perdiendo clases”; y la razón es justamente ésta: que el maestro, que la mayoría de las veces proviene de las clases populares, se identifica con los problemas de la comunidad. Así, los padres de familia entendieron que, más que iniciar el ciclo escolar, lo importante es defender el carácter público de la educación.

P: Háblanos de la lucha pedagógica en Chiapas.

JL: Si, en la práctica, no asumiéramos el compromiso de educar a nuestros niños, no podríamos hablar de defender la educación pública. Una de las formas de sacudirnos el letargo, la manipulación del poderoso, es la educación, y nosotros asumimos ese compromiso.

José Luis, maestro de Chiapas

En Chiapas, estamos orgullosos de tener maestros que defienden en las calles el derecho a la educación públi- ca, pero también dentro de las aulas, desarrollando una educación crítica, reflexiva, que riñe con los planes y programas de estudio del gobierno —los cuales no se corresponden con la realidad del niño campesino, in- dígena. El maestro, entonces, se las tiene que ingeniar para crear contenidos que partan de esta realidad. El sur de México y del mundo, que históricamente es la región más pobre y olvidada, es también la más com- bativa. En Chiapas, así lo hemos corroborado.


Lo que seguiría es el poder popular



Víctor, maestro de la Ciudad de México

Participación en el foro “La lucha de la CNTE”, organizado por el colectivo Tejiendo Organización Revolucionaria (TOR) en el Foro José Revueltas de Ciudad Universitaria el jueves 22 de septiembre. La grabación completa del evento puede escucharse en http://tejiendorevolucion.org/14016.html#

Estamos en un proceso de ajuste de nuestra táctica y estrategia. No estamos vencidos. Tuvimos más de 120 días de lucha y ahora estamos en otra etapa: la de reorganización. Sufrimos una ofensiva feroz [por parte del gobierno]. Nochixtlán fue el punto máximo, pero en Veracruz, por ejemplo, acaban de agredir a unos compañeros; en Oaxaca, mataron a dos; en Chiapas, a una compañera; en el Estado de México, asesinaron a otro compañero. Además, como saben, encarcelaron a los principales dirigentes de la Sección 22 de la Coordinadora. Después logramos su liberación; sin embargo, los compañeros no pueden presentarse en asambleas públicas. Pero ésta es la historia de la CNTE: resistencia, coraje, dignidad y, sobre todo, la vinculación con la sociedad. Éste es el estilo de trabajo que hemos tenido desde siempre.

La actual es una etapa bastante difícil por- que no logramos abrogar la “reforma educativa” del gobierno. Ese objetivo nos planteamos con el paro, pero no lo conseguimos. En Gobernación nos dijeron: “Podemos reparar los daños en Nochixtlán; restaurar a los [maestros] cesados; pagar los salarios caídos y a los comisionados, pero la reforma no se va a abrogar”.

Ante esto, la postura de la CNTE es continuar en resistencia. Hemos hecho una evaluación objetiva y positiva de nuestra lucha, y consideramos que logramos quitarle el filo a la “reforma educativa” (aunque el triunfo se lo colgó el sindicato charro). Padres de familia, estudiantes, intelectuales, etc., estuvieron con nosotros antes, durante y después del paro, ayudándonos a organizar foros, etc. Con la participación del pueblo de México, en lo económico logramos pe- garle bastante fuerte a la iniciativa privada, ya que perdió miles de millones de pesos: tomamos casetas, bloqueamos bancos, la bolsa de valores, tiendas departamentales, etc. Sin embargo, ustedes saben que hay un seguro para todo este tipo de empresas; de in- mediato se recuperan. Así, vimos que nuestra lucha no es sólo pedagógica, sino que también puede afectar la estructura económica.

En lo político, evidenciamos todavía más a Peña Nieto. El consenso social fue positivo hacia el magisterio, a pesar de la ofensiva de los medios de comunicación oficiales. Gran parte de la ciudadanía nos apoya. Del 19 de junio al 8 de agosto, que fue el periodo más intenso de la lucha, logramos una gran confluencia de la sociedad mexicana, ya que recibimos más de 100 toneladas de víveres para el plantón nacional.

Sin embargo, entendimos que requerimos de algo más para echar abajo la “reforma educativa”. Por ello, estamos trazando ahora otra ruta, además de la jurídica, política, organizativa y pedagógica: la legislativa; es decir: elaborar nuestra contrapropuesta de reforma educativa para tratar de que se apruebe en el Congreso. No porque tengamos fe en esta iniciativa parlamentaria, sino porque nos puede servir para hacer más patente nuestra resistencia. Sabemos que, de 500 [diputados que hay en el Congreso], el 70% es de la derecha, y que es muy difícil creer en los de “la izquierda”. Pero nosotros lo que queremos es reunir no solamente las 110,000 firmas [que se necesitan para presentar una propuesta legislativa], sino más, ya que la “reforma educativa” no tiene consenso social.

Antes esto, unos compañeros dicen: “Adelante. No creemos en el cartismo, ni queremos regresar allá, pero vamos a demostrar que el gobierno es perverso; vamos a evidenciar aún más a Peña Nieto, a la “izquierda” y a todos los partidos juntando el mayor número de firmas”. Otros dicen en cambio: “No, no le entremos; impulsemos la reorganización, hagamos foros; reorganicemos a los padres de familia y preparémonos para 2017” (ya que, en 2017, son las elecciones en el Estado de México y, en 2018, las federales).

Pero hay una tercera postura, más radical, que dice: “No vayamos por esa ruta, sino por la de la construcción de organización, de resistencia, de autonomía, del poder popular”. Lo que seguiría, entonces, es la autonomía, el poder popular, la organización, la resistencia. ¿Con quién? Con las organizaciones sociales, los estudiantes, el pueblo organizado. Esto es lo que estamos discutiendo en este momento.

Recordemos, además, que estamos en el contexto de la lucha por la presentación con vida de los 43 estudiantes desaparecidos [de Ayotzinapa]; así, hemos ido creando un programa de lucha que hemos compartido en varias partes y que tratamos de construir con toda la sociedad, con la gente con la que estamos vinculados. Éste consiste en lo siguiente:
1) Fuera Peña Nieto;
2) estamos en contra de las reformas estructurales;
3) exigimos la presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos, así como
4) la libertad de todos los presos políticos;
5) nos oponemos a los proyectos lesivos de la Madre Tierra.
Creemos que, con la participación de la sociedad, y de manera organizada y combativa, podemos generar mayores alternativas. Sí, hay una represión fuerte por parte del Estado, pero nosotros decimos: Podrán cortar las flores, pero no van a impedir que la primavera vuelva.



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