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Octubre 2016

Apuntes críticos sobre el indianismo ortodoxo


Roger Adán Chambi Mayta
Pukara

"Seamos generosamente universales para ser
provechosamente nacionales"

Alfonso Reyes. México


El indianismo ortodoxo, producto del pensamiento de Fausto Reinaga, ha mal acostumbrado a sus militantes a repeler toda producción intelectual que no surja de la mano de los propios indianistas, o a toda aquella producción que se creía que era ajena a los intereses del sujeto racializado. “El Occidente, Europa y Norteamérica, ¿qué pensamiento ofrecen, cuál el arte que llena el corazón vacío de la humanidad? El Occidente hoy no ofrece ni pensamiento ni arte al hombre, devorado por sus tremendas necesidades insatisfechas”1; “El Occidente no tiene nada; no ofrece nada para «desarrollar» un pensamiento nuevo, para crear un hombre nuevo sobre la faz de la tierra”2; “Bolivia es un país sin escritores ni artistas. Una miserable y despreciable colonia intelectual de occidente. Europa es el cuerpo y Bolivia su pálida y lejana sombra”3; “Se ha destacado la literatura boliviana, como una literatura de imitación y calco; y, más que en ninguna otra parte, se ha fisonomizado como una literatura forastera y extranjera”4... Son algunos ejemplos de las tesis que Reinaga lanzaba en sus escritos, acusando al pensamiento occidental y el carácter “bobarysta” de la intellingentsia boliviana.

Dichas acusaciones, si bien fueron producto del balance que Reinaga diagnosticaba en su tiempo, hoy por hoy esa actitud de refutar no ayuda a comprender las características, las condiciones y las necesidades del indio contemporáneo. Claro ejemplo de ello, es el pensamiento creado sobre el indio, bajo matrices de las arrugas de los abuelos, que en lo concreto ha demostrado la brecha entre la teoría y la práctica.

Es por esa razón, que la ortodoxia indianista acusa aquella producción intelectual o aquel análisis que nace del pensamiento de Sócrates, Kant, Adorno, Sartre, Habermas, entre otros, catalogados como pensamiento occidental, foráneo y por ende, innecesario para la comprensión de la realidad del indio. Por otro lado, de similar forma, se acusa el análisis de la realidad nacional, cuando estas surgen a partir del pensamiento de Alcides Arguedas, Guillermo Francovich, H.C.F. Mansilla, Alison Spedding, Silvia Rivera, entre otros, catalogados como producción inerte y ajena a la realidad de los indios. Y no quiero decir con esto, que en la producción del cholaje blanco mestizo y de algunos/as investigadores/as encontremos fundamentos claves para erradicar la relación colonial que nos aqueja. Sino que esa mala costumbre ha dejado de lado el análisis racional crítico de la realidad colonial para dar paso a la comprensión del escenario del indio bajo un sentimentalismo exacerbado maniquea.

El indianista ortodoxo, ha dejado de lado el análisis racional de la totalidad de su contexto, dando paso libre a que el sujeto racializado sea el objeto de estudio por excelencia de las castas dominantes intelectuales. El indio es instrumentalizado al antojo del colonialista y es por eso que en un tiempo se decía que el indio era el factor principal de todos los males que padecía Bolivia; posteriormente se cataloga al indio como la reserva moral del país y ahora es considerado como guardián de la naturaleza. Es decir, de ser un problema, el indio pasa a ser un ser espiritual y protector de la armonía; todo este manoseo se da porque el indio es sujeto de la instrumentalización. Pero, para que exista esta instrumentalización, el utilitarista estudia y analiza la población a instrumentalizar, sabe de qué forma le será viable la instrumentalización, porque conoce las condiciones y el modo de organización de ese sector de la sociedad5. La casta del cholaje blanco mestizo mantiene su condición porque su dominación parte del conocimiento que estos tienen de sus dominados.

Sin embargo, la sociedad instrumentalizada no es consciente de su condición de dominado (claro, porque las condiciones de vida obliga a tener otras preocupaciones, otras prioridades), pero aun así “en su recorrido establece posiciones, adquiere cuerpo, crea, traslada su cultura, traslada su música; teje relaciones de parentesco, relaciones culturales, se adapta e impone abitus”6, es decir, ha creado mecanismos independientemente del Estado para mostrar su potencial, sobre todo en lo económico. Lo cual no significa que, la estructura colonial se esté debilitando. Muchos ilusos creen que el hecho que los indios hoy estén en espacios de la administración pública o que cuenten con grandes montos de dinero, es ya una muestra de un empoderamiento indio7. ¿De qué sirve qué un indio esté en un espacio de poder o que sea q’amirisi su mentalidad sigue siendo de indio sumiso8?

Ahora bien, la ideología política que desde los años setenta busca la liberación del indio, la ideología que pretende destruir la opresión secular de la colonia aun latente; es decir el indianismo, desde sus inicios ha manejado preceptos que parecen no haber ido de la mano con las practicas del pueblo a quien pretendían liberar, tal vez esto se deba a que ese indianismo ortodoxo se limitaba a prometer cambios en la vivencia de los indios solo cuando estos tomarán el poder, y mientras eso no ocurría, todo se quedaba en discurso.

Es que pensar la liberación del pueblo oprimido solo a partir del poder gubernamental es quizás limitado. ¡He ahí el gran problema! ¿Qué gran esfuerzo intelectual requiere decir y repetir: que todo será mejor para los indios “cuando lleguemos al poder”, “cuando reconstituyamos el Segundo Tawantinsuyo”, “cuando logremos el poder Kolla”? Ninguno; son clichés usados dentro de los movimientos indianistas y kataristas que no logran un cambio objetivo en la vivencia del indio. Además, para ser poder se necesita ser mayoría; es decir, hacer que la vasta colectividad de la población siga o comparta un pensamiento. En esos términos, ¿han logrado ser poder los indianistas? No. Pero no porque la ideología indianista como tal sea una falacia, sino porque la actitud del militante indianista ha caído en un ensimismamiento que le alejó del análisis racional de su entorno.

Analizar el entorno significa estudiar y comprender las relaciones sociales del sujeto racializado con otras realidades sociales que el contexto actual brinda, y para ello se necesita entender conceptos de economía, de política, de género, de leyes, de arte, entre otras ramas, para comprender al indio desde su espacio y su relación con el mundo. Pero, ¿que hizo/hacen los indianistas ortodoxos? Fundamentalmente tratar de ver la realidad del sujeto racializado no desde su práctica concreta, sino desde un tipo ideal imaginario pre colonial. Dejar de lado toda producción académica o literaria que no venga de la mano de los propios colonizados representa una carencia en comprender y analizar la vivencia del colonialista, (ya que si se pretende la liberación de los oprimidos, mínimamente se debe estudiar a los opresores y no limitarse solo a decir con euforia “muerte al q’ara”, “esos blanco mestizos”, “esos jailones”). Todas estas prácticas son elementos suficientes para comprender el declive del indianismo ortodoxo en la actualidad.

Los retos de los indianistas contemporáneos deben ser los de dejar de lado los emocionalismos que muchas veces la ideología nos ha inculcado. Venga de donde venga un conocimiento, si este ayuda a comprender y mejorar la situación sujeto racializado, debe ser tomado en cuenta y no excluido. Es evidente que se debe asumir una posición crítica frente a la realidad y al conocimiento establecido, pero esa crítica debe ser fundamentada, se debe cuestionar a Occidente y la producción del cholaje blanco mestizo, sí, pero no porque Reinaga, Carnero Hoke, o Quispe, etc., lo cuestionen, sino porque uno debe tener conocimiento de esa producción, se ha llegado a comprender las falacias de esa racionalidad y se ha decidido cuestionarla. Debemos dar cobertura ancha al análisis crítico indianista para dejar de lado, de una vez, «la etnia cavernaria que muchas veces bajo el influjo del alcohol, la droga, o la pasión política, rebuzna el orgullo del color de su cuero, de su dialecto; de su atuendo de su burda bayeta, de su gorro, de su poncho, de su ojota, de su mugre y de su bolo de coca bucal; que rebuzna su orgullo de ser la mayoría nacional»9, puesto que esta actitud (asumida hoy con fuerza por ciertos sectores amparados por el discurso plurinacional del gobierno central) no nos acerca a tener un conocimiento objetivo de la sociedad colonial, y por ende, nos aleja de liberación.


1) REINAGA, Fausto, La Revolución India, Bolivia: PIB, 2010, p.73.

2) Ibíd.

3) REINAG A. Fausto, Tesis India, Bolivia: PIB, 1971. p.32.

4) Reinaga, Fausto, La Intelligentsia del Cholaje Boliviano, Bolivia: PIAK, 1967, p.195.

5) Si uno revisa el catálogo de tesis en la carrera de Sociología de la UMSA, será testigo de que un 90% de las investigaciones giran en torno al indio o indígena.

6) UNTOJA, Fernando, Katarismo. Crítica al indianismo e indigenismo, Bolivia: s/f, 2012, p.10.

7) Para una mirada más amplia al respecto, revisar: “Sofismas del Cholaje Blanco Mestizo” de CHAMBI Mayta, Roger Adán. En: http://colectivocurva.blogspot.mx/2016/09/sofismas-del-cholaje-blaco-mestizo.html

8) Es aquel indio que manifiesta y/o protege la obediencia, respeto, reverencia, admiración, aprecio y adoración al opresor (QUISPE, Ayar. Indianismo–katarismo, Qullasuyu: Pachakuti-AWQA, 2014, p. 91)

9) REINAGA, Fausto. ¿Qué Hacer?, Bolivia: CAM, 1980, pp. 45, 46.









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