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Mayo 2016

Que veo por América Latina: resistencia o reposicionamiento



(Reporte de investigación No. 1 sobre un recorrido que llevo a cabo por América Latina en búsqueda de nuevos comportamientos populares)


Robinson Salazar Pérez
salazar.robinson@gmail.com
Director de www.insumisos.com

Resumen

La disputa de espacios y poder entre la derecha latinoamericana y los movimientos progresistas ha llegado a una etapa de confrontación ríspida y medición de fuerzas para controlar a la región. Los avances y formas de comportamiento que tuvo el progresismo pecó de errores que en el pasado se había cometido: excesivo liderazgo compulsivo, elaboración de un discurso encapsulador y vertical, dirección sin incorporación de ingredientes populares, retórica constructora de realidad desde la alocución, abandono de los empoderamientos en los espacios ocupados por el trabajo y la cotidianidad, y vacío en la estructura orgánica para controlar el poder.

La derecha orgánica con el soporte de los medios de comunicación, afinó la estrategia de apropiación, limó la base económica, desdibujó la estructura financiera que brindaba soporte a los gobiernos progresistas, atomizó a la sociedad y la orientó hacia un cuestionamiento de lo popular a través de inducción a la alegría, el consumo, la libertad, libre cambio monetario, vinculación de la nación con el mundo, la globalización y las nuevas tecnologías.

Dos concepciones de la sociedad en disputa y un resultado que reclama un reposicionamiento de las fuerzas populares en América Latina.

Palabras claves: Gobiernos nacional-popular, discurso y realidad social, democracia interna y movimientos populares



Introducción

Los acontecimientos ocurridos en los últimos dos años trajeron una ola de especulaciones, conjeturas y postulados teóricos por comprender qué está sucediendo con las fuerzas progresistas en América Latina y cuál es el rumbo que toman los sucesos en los próximos meses. Afirman en ciertos sectores académicos y políticos el fin de una etapa de gobiernos nacional-popular; otros esgrimen argumentos no convalidados con la realidad, de que llegó la hora del repliegue y resistencia popular; no quedan fuera de foco y del debate aquéllos que ven con pesimismo la derrota de la etapa “popular” y están convencidos que la fuerza de la derecha llegó con dinamismo e inexorablemente va a perdurar por varios años.

El marco de las actuaciones gubernamentales está atrapado en discusiones sobre las gestiones impopulares y esos signos son interpretados como el fin, decadencia o fortalecimiento del neoliberalismo; sin embargo la crisis del modelo no se detiene si lo observamos por los magros resultados en la inclusión, la tendencia incremental de la pobreza y el cierre de los espacios de expresión democrática. Lógicamente esta es una visión desde la ventana de la izquierda. Si nos asomamos por la vidriera de la derecha, las consecuencias de la aplicación de las políticas neoliberales trajo y sigue reportando grandes beneficios a los empresarios, multinacionales, inversores extranjeros, banca multinacional, empresas mineras, la industria de la creatividad y exportadores de materia prima. Todo depende del cristal que usemos para observar la realidad.

Desde la izquierda avizoramos una crisis profunda que puede detonar en un estallido social, no obstante los espacios y el sujeto provocador de la ruptura está ausente en los análisis. Desde la otra orilla, el clima para inversores está dado, las modificaciones que las nuevas tecnologías están provocando en las subjetividades colectivas de los jóvenes y universidades-tecnológicas son dispositivos favorables para anular una revuelta social y favorecer la dispersión, la competitividad, la insularidad e individualidad fragmentaria en sociedades como las que predominan en América Latina.

La nube cargada de expectativas por ser parte de un mundo inteligente, tecnológico, virtual, creativo y de consumo es una estela densa que está incrustada en las formas de pensar de un segmento de la sociedad que va entre los 14- 34 año, mismos que están identificados con la derecha, deciden los procesos electorales, no están interesados en los debates ideológicos, no sienten estar excluidos; les atrae el uso de los dispositivos electrónicos y dibujan en su subconsciente un mapa de la realidad alejada de la geometría política de izquierda-derecha y con mayor énfasis, en preceptos neoliberales que consisten en aprender a hacer negocios, incrementar la eficiencia operativa, desarrollar nuevos mercados, innovar portafolio de productos y servicios y, agregar nuevo valor financiero. Todo ello para ser parte del mundo empresarial y no del campo de los trabajadores.

En el choque de ideologías, la derecha avanzó con pasos firmes, desplazó el pensamiento crítico de las universidades, lo poco que quedó lo arrinconó en condición calamitosa, sin recursos ni apoyos logísticos para investigar y divulgar el conocimiento; el emprendurismo, la creatividad, la innovación, el uso de nuevas tecnologías, el realce del talento ligado a creación de negocios y empresas sedujo, cultivó y organizó la cultura de los jóvenes que hoy día no están interesados en explicaciones ni debates ideológicos; en cambio la flexibilidad, la desterritorialización laboral, la movilidad estudiantil, trabajo, reuniones, aprendizajes y educación en online, fue la pauta del mundo virtual que nos presiona y nos homogenizará en el 2020.

Lo nacional popular o megalomanía política emancipatoria

El arribo de los gobiernos autodenominados nacional popular y Socialismo Siglo XXI, no devino de un trabajo previo en el ámbito organizacional, tampoco de redes asociativas con plan de competencia política. Fue un alud de hartazgo y descontento por los efectos de las privatizaciones, la necesidad de hallar un horizonte de certidumbre, probar con personajes nuevos y no viciados de la política tradicional.

El tiempo transcurrido entre el Caracazo de febrero de 1989 y el triunfo electoral de diciembre de 1998 no está marcado por un trabajo intenso de base ni de núcleos poblacionales en redes. Fue un desgaste en Venezuela que había llegado a su punto de inflexión por la corrupción, la desigualdad social; 7 millones de personas no eran parte de la población identificada ni con derechos, un desorden administrativo en PDVSA, militares coludidos con el régimen y una clase media venida a menos que veía agotar sus recursos y espacios de movilidad social. Ahí encalló el carro del eje ADECO-COPEI y dio paso al gobierno de Hugo Chávez Frías, con un inicio sin horizonte claro en la política; algunas veces dio muestras de simpatía por la social democracia, otro día cercano a la teología de la liberación y fue su cercanía con Fidel Castro lo que hizo cambiar su ideología, afinar sus baterías y trabajar en el proyecto del Socialismo Siglo XXI.

De manera similar transitó Argentina, con el estallido de la crisis 2000-2001, confiscación de depósitos bancarios y cierre masivo de empresas y fábricas. Una postura de gobierno transversal que propuso Néstor Kirchner brindó la oportunidad de un triunfo electoral con el 22.3% en el año 2003. Su recorrido fue dentro del marco neoliberal y en 2008, Cristina Fernández arriba a la presidencia sin romper los marcos globales y sí con alguna tirantez con Estados Unidos, sin confrontarlo frontalmente, mediado el desencuentro por la cercanía con el gobierno de Venezuela, que para esos años ya había radicalizado su discurso confrontado contra George Bush para entonces presidente de EE.UU; además, tensiones fuertes sostuvo frente al grupo de deudores denominados “Buitres” que exigían altos intereses en el cobro del préstamo otorgado en los momentos en que Argentina transitaba por condición apremiante.

Bolivia en la era de Evo Morales tiene un punto de partida interesante: la alianza entre Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y el Movimiento al Socialismo-MAS- unieron capital orgánico, espacios estratégicos, discursos nacionalistas, candidatura única y sólido respeto en las decisiones de la dirigencia, fue así que en 1997 eligieron a Evo Morales como diputado, quién desempeñó un papel activo en denuncias, defensa del indígena, lucha sindical y presencia de los nativos en distintos espacios de la vida pública. Esta intensa actividad personal y colectiva con soporte de la alianza, capitalizó el desgaste de la dirigencia ancestral de la oligarquía boliviana y en 2005, obtuvo la presidencia en las elecciones de diciembre de ese año, tomando posesión en enero 2006.

Para el caso de Rafael Correa, entre octubre y noviembre de 2006, en dos vueltas, fue decidido el proceso de elección presidencial en Ecuador. Electo Correa, con antecedentes en el gobierno de Alfredo Palacios como ministro de economía, apoyado por la agrupación Alianza PAÍS (Patria Altiva y Soberana) y Partido Socialista - Frente Amplio. En el 2005 bajo el paraguas de la Alianza PAÍS, se reveló como un político promotor de una Constituyente y fue así que en la segunda vuelta, con alianza orgánica entre Movimiento Popular Democrático, Izquierda Democrática, Pachakutik, Partido Roldosista Ecuatoriano derrotaron a Álvaro Noboa. Ya en función de gobierno, fue hasta la segunda oportunidad electoral que le apostó a la reelección en 2009 y Rafael Correa radicaliza su postura en la medida que el ambiente latinoamericano lo permeaba con procesos políticos populares. Y es notoria la aproximación hacia el grupo de gobiernos nacional-popular, para esos años el discurso de Socialismo Siglo XXI, transformación Nacional-Popular, revolución pluriétnica, Teología de la Liberación con Fernando Lugo en Paraguay, quién en 2008 había ganado las elecciones presidenciales, dotaban a Suramérica de un nutrido grupo de gobernantes que hacían alianzas, algunas discursivas, otras comerciales e integracionistas, bajo la égida inteligente, pausada y negociadora de Luiz Inácio Lula da Silva, presidente desde 2003-2010), como las provocaciones político-verbales de Hugo Chávez, las confrontaciones ante los medios de Rafael Correa, la puntual participación de Evo Morales, y con menos impacto en el continente, Fernando Lugo y el matrimonio Kirchner.

Las conductas de cada dirigente mencionado fueron manifiestas en momentos de negociación o conflictos; una de ellas fue las constantes discordias entre el presidente Uribe de Colombia y Hugo Chávez de Venezuela, cuyas expresiones de conflictivas estuvieron en los linderos de la guerra, pero fueron atenuadas por la mesura de Lula. Otro caso que evidenció el liderazgo compulsivo de Chávez fue en la liberación y entrega de prisioneros que las FARC de Colombia tenía bajo su custodia y como gesto de negociación regresaba al gobierno colombiano. La mediación en un episodio tuvo a Néstor Kirchner entre los intercesores al igual que al presidente venezolano, pero quisieron imponer algunas reglas del juego a la guerrilla colombiana, en episodios que tenían que ver con el formato de entrega de prisioneros.

El liderazgo compulsivo chocó con la naturaleza de las FARC, ejército guerrillero que desde su nacimiento guarda una autonomía que estuvo blindada por más de 50 años, sin aceptar influencias ni injerencias de la ex URSS, China, Albania, Cuba e incluso de la corriente guevarista que prevaleció en América Latina. Intentar incidir en el mundo político de las FARC es terreno minado, dado que es una organización con jerarquía, relevo de liderazgos locales, alternancia de dirigencia, ideología nacional revolucionaria y de firme convicción marulandista.

El choque del liderazgo compulsivo con las FARC marcó una distancia entre el gobierno de Venezuela y la guerrilla colombiana, aun cuando los alzados en armas fueron fuerza coadyuvante que contuvo a los paramilitares en la zona del Catatumbo y en Arauca y Arauquita para que no tuviesen un zaguán de infiltración hacia el territorio venezolano; por parte de Chávez no hubo esa reciprocidad, antes por el contrario, hubo un gesto que incomodó a la dirigencia de las FARC por la entrega inapropiada que el presidente venezolano hizo de Pérez Becerra, editor de la agencia con sede en Estocolmo Anncol, a la justicia colombiana, cuyo procedimiento inaudito, fuera de toda conducta revolucionaria y complaciente con Uribe, denostó el internacionalismo revolucionario y acomodó su respuesta a una salida simple, mezquina y sin ánimo de autocrítica. Todo esto sucedió en el año 2011. (Serrano, Ana Lucía, 2011)

Indudablemente que el papel de asesoría permanente de Cuba y acompañamiento de Fidel Castro hasta antes de su enfermedad, dio bríos al grupo que ideológicamente no era monolítico, pero brindaban hacia el exterior esa apariencia de solidez en valores, principios y estrategias, fincando esos propósitos en los logros obtenidos de No al ALCA, creación del ALBA, UNASUR, CELAC, cuyos foros fueron ágiles y con marcada autonomía. Sin embargo, las materializaciones fueron pocas, quedando en la mesa de proyectos el banco regional, la integración de las economías, la complementariedad para el desarrollo y una integración logística-vial que diera vida a las economías regionales, integrara zonas y áreas alejadas del intercambio económico y armara un verdadero mercado regional, porque el Mercosur no es hasta ahora la mejor opción, dado que son Brasil y después Argentina los beneficiados, las demás naciones no son impactadas por el proceso integracionista.

Entonces la organización popular no fue el ingrediente básico, salvo Brasil, que contaba con la tradición sindical del Partido de los Trabajadores, Movimientos Sin Tierra y otras ligas movimientistas que brindaron soporte a la candidatura de Lula. En los demás casos, los intentos de organicidad iniciaron después de asumir la presidencia, incluso, para el caso venezolano, los partidos de izquierda pusieron a disposición de Hugo Chávez sus estructuras organizativas, pero al momento del Partido Socialista Unido de Venezuela (también conocido por sus siglas, PSUV) los intereses, rupturas, tensiones y desbandadas fue la música que entonaron los grupos integrantes, hasta que aparecieron la constelación de partidos minúsculos y una burocracia paquidérmica dentro del PSUV, que no funciona como esperaban y revela signos de agotamiento por las tribus que existen en su interior.

En cuanto a la eficacia de las relaciones económico-comerciales entre el grupo de países con gobierno nacional-popular, arroja datos poco significativos, dado que los intercambios de Argentina con Brasil y Uruguay, vecinos cercanos y miembros del Mercosur, fue conflictiva, tirante y con signos de descontento. Uruguay siempre tuvo quejas contra Argentina cuyo comercio llegó a ser imperceptible, y con Brasil tuvo reclamos por los bloqueos que el gigante puso al arroz. Argentina y Uruguay auxiliaron a Venezuela, el saldo es deuda impagable por parte del gobierno de Nicolás Maduro a Uruguay (T. G. 2016) y, quiebra de empresas argentinas que vendieron a crédito y subsidio del gobierno nacional, sin embargo no hubo pago pronto y fracasó el intento comercial (caso de Cresta Roja). Argentina comercializa poco con Ecuador y con Bolivia priorizando el gas (Indec, 2015); Venezuela sólo exporta petróleo en la región, alianzas con Petrobras quedaron en anuncios, con Bolivia hizo algunas operaciones discontinuas al igual que lo hizo con Argentina. En síntesis, la integración económica-comercial transitó más por la retórica que por los camino de la eficiencia, algo común en la ecuación algebraica de la izquierda en el poder desde 1979 con la Revolución nicaragüense y ahora, los ejercicios de proyectos nacional-popular.

Vicios, limitaciones y mucho por corregir

El Liderazgo compulsivo con discurso inapelable borró las diferencias y particularidades de cada sector popular. La modulación de relato que unía con cemento vertical una pieza discursiva que definía a la nación, al pueblo, el destino y hasta la forma de hacer política de manera casi proverbial, sin dejar posibilidad abierta de una discusión de qué trataba, de dónde devenía esa definición, quién la propuso y qué contenido ideológico guardaba. Fue un discurso impuesto, nada plural ni democrático, sólo había que repetirlo, servir de caja de resonancia e insertarlo en cada poro del extenso cuerpo de la sociedad.

Todo aquel que osara discutir, indagar, cuestionar o cuestionarse qué era la lucha de lo nacional popular o el Socialismo Siglo XXI, pasaba a las filas del enemigo; la consigna fue, obedecer y marchar como soldados de una revolución, modelo que fracasó con el socialismo real y aún en el Siglo XXI trataron de imponer.

La sociedad latinoamericana no tiene dos sectores: es pluriétnica, diversa, plural, similar al arcoíris, existen jóvenes, pero dentro del rubro los hay indígenas, gay, trabajadores, estudiantes, intelectuales, profesionistas, ama de casa, padres de familia, en fin, no es una categoría social cerrada; antes por el contrario, ser joven es un sujeto multidimensional porque ser indígena a la vez asume rol de estudiante, padre de familia y luchador social, al igual pasa en otros sujetos que re-dimensionan su identidad adquirida.

Tratar de imponer un discurso de jóvenes y en el mismo costal incluir a todos, es una necedad o actitud intolerante ante la realidad; es ceguera mental y comportamiento vertical ante los demás.

Un ejemplo, lo pude observar en Venezuela, el discurso de Hugo Chávez con respecto a los indios wayúu o guajiros: siempre tuvo signado como gente del estado del Zulia, sin reconocerle sus particularidades y en los momentos en que los wayúu reclamaron demandas justas, fueron calificados como opositores y seguidores de los escuálidos, como solía llamársele a los opositores. Los wayúu no fueron enganchados en las transformaciones de la revolución bolivariana por la sencilla razón de que no los reconocieron como sujeto indígena. Los chavistas bolivarianos son todos con un sello uniforme, una voz guiada desde el poder y unas demandas impuestas por la dirigencia; lo demás sobraba en la arena política.

Así fue dándose la construcción social de la realidad mediante pieza discursiva que inventó dos bandos: los aliados y los enemigos. La centralidad discursiva y la hegemonía ideológica borró la pluralidad, los tintes y sellos de cada sector; construyó una unidad en el discurso pero la ahondó y fragmentó en la práctica.
Dotaron de derechos a la población en el discurso y no en lo espacial; el empoderamiento requiere y demanda un espacio particular que el sujeto emancipatorio hace suyo y lo convierte en espacio estratégico. Si lo empoderas en lo discursivo y fuera de su espacio, lo volatilizas, es masa acarreada, no masa empoderada y poco dispuesta y resuelta a construir acciones colectivas en su favor.

Las masas acarreadas en la mayoría de veces obedecen consigna: “Comandante mande”, “ la Dirección ordena”; esas consignas monopolizan el ejercicio del poder, hace obediente al sujeto y ante todo, lo eclipsa, le rompe sus dispositivos de actuación colectiva, sus resortes creativos y la voluntad de actuar en función de sus necesidades y demandas. Si lo adocenas, lo doblegas a la obediencia del jefe o jefatura colectiva, crecen en él tentáculos aprisionadores de voluntad y decisión, relega su independencia, espera siempre ordenes, supedita sus derechos y demandas a la jefatura, renuncia a la lucha y poco a poco es convertido en un obcecado obediente de la nomenclatura burocrática.

No hubo un discurso propio para el indígena, el obrero, el campesino, el profesionista, los jubilados, los jóvenes, estudiantes, mujeres, gay, entre otros, sino que la pieza discursiva borro diferencias y particularidades; no hizo notorio las demandas complementarias, la ligazón de un derecho indígena con los jóvenes estudiantes, sino que en un costal poroso y roto, metió a todos bajo un lema Nacional-Popular, vacuo, sin forma ni contenido. De ahí que hoy, armar una demanda les cuesta mucho darle cuerpo y dotarla de contenido e insertarla en el contexto de lucha. Lo nacional es tan grande como insignificante, lo popular es todo y nada, porque nadie quiere asumirse como perdedor y explotado, sino sujeto que le arrebatan sus derechos; es una contradicción, son despojados pero no explotados.

Empoderarlos no era proporcionarles un salario o plan de ayuda menesterosa, sino exigirle, guiarlos, inducirlos a crear, producir, colectivizar los saberes, experiencias, que su espacio fuese rotulado con una experiencia colectiva, un sello de ejercicio político, un quehacer productivo a fin de que hagan suyo el sitio, el lugar y el espacio, convirtiéndolo en una trinchera de trabajo, mundo de vida y trinchera política.

Otro tema de anomalía orgánica fue el modelo reproductivo de la cadena burocrática, difusora y resonante caja de discurso nacional-popular que ahuyentó la participación, sometió al militante, congeló la crítica, aplazó los anhelos libertarios, selló las puertas del debate y sólo la reproducción del mensaje de arriba era escuchado y repicaba como canto de iglesia o sermón de retiro espiritual.

El descontento fue filtrándose hacia canales opositores: el hartazgo fue abriendo caminos que lo conducían al adversario; el enemigo ofrecía alegría, trabajo y libertad, obviamente no le explicaba bajo qué condiciones y las condiciones de su paradigma; la burocracia ebria de derroche creyó que controlaba almas con prebendas y migajas, acarrear es mejor que explicar, lógica fácil en políticos inútiles.

Institucionalmente, el gobierno nacional popular o revolucionario no legitimó sus estructuras; el gobierno fue y era la persona que podía cambiar el curso de la historia, los acontecimientos, las fechas, los eventos, el tiempo y hasta la verdad. El discurso fue pudriendo, fétido olor despedía en los actos y movilizaciones pagadas, la voz muda de los distintos sectores populares solamente eran escuchadas para gritar consignas pero no sus demandas, hacerlo era colocarse en la acera de la enemistad.

Le quitaron valor al Estado, a las leyes, a los gobernantes locales y regionales, a los símbolos, todo era el rey, el líder, el omnipresente que cada día que pasaba, sus pies iban perdiendo fuerza y los seguidores sin brújula cantaban el son de la música ensordecedora de victoria para siempre.

La experiencia ganada en movilización y organización fue diluida en obediencia; los signos de corrupción eran notables, no eran comparables con las políticas de distribución, que con el pasar de los meses y la caída de los precios de los commodities, fue reduciendo los planes de apoyos a los carenciados. La inflación vino como lluvia con la impresión de billetes y el discurso no podía estirarse más de lo que cubrían las mentiras que poco a poco desocultaban lo hecho mal o de manera arbitraria.

La subordinación de los movimientos populares a directrices de partido o gobierno, adocena e impide el desarrollo de formas políticas autónomas surgidas desde los de abajo; la dispersión es cierto que refuerza búsquedas genuinas de participación y nuevas formas de representación. Pero la excesiva partidización es también un factor que dispersa, (Andino Rubén, 2016) abre grifos de fuga y expulsa a sectores populares del centralismo vertical.

En época de crisis, la supervivencia asoma la cabeza y fueron los sectores desocultados los primeros en transitaron a la oposición: la carrera de quién acapara más gana, fragmentó el cuerpo de lo popular; los hilos de conducción sufrieron de esclerosis múltiple, la fuga fue en los 4 lados de cuadrilátero con destino indeterminado, fue como una implosión por desesperación, desencanto o desacompañamiento.

Frei Betto nos regala una reflexión que podemos resumir de la siguiente manera: “No han tratado de organizar y politizar al pueblo, un gobierno progresista no se mantiene por consignas, por promesas. Los pueblos pueden soportar la dificultad, como pasa en Cuba, si tiene formación ideológica para comprender esa dificultad y estar dispuestos al sacrificio… No hicieron un trabajo de base, en el sentido de organizar políticamente al pueblo y, ese pueblo está sujeto y por tanto vulnerable a toda la propaganda de la prensa burguesa…. Muchos movimientos sociales ya no actuaron con decisión, con coraje: ‘estamos esperando que el gobierno va a hacer esto, que el gobierno va a apoyarnos’ y el gobierno no apoyó. El gobierno ha sido muy bueno en muchos aspectos, pero ha sido bastante padre de los pobres y madre de los ricos…. Mucho asistencialismo, es factor preponderante. Han tratado de facilitar o que el pueblo se haga de bienes personales: computadora, nevera, teléfonos celulares y no los bienes sociales, como educación, salud, vivienda, saneamiento, transporte colectivo…”(Martínez Néstor, 2016)

La experiencia es costosa, dolorosa y lamentable, dado que retrasar de nuevo las metas, replantear formas de organización, retomar experiencias que fueron exitosas y depurar lo que nos ha provocado golpes y caídas es un tramo largo, necesario y con discusiones inteligentes. Los protagonismos mesiánicos deben ser guardados en el baúl de las experiencias nefastas, las actuaciones compulsivas son ingredientes que sobran y vinagretas que indigestan todo proceso político emancipatorio. Los caminos transitados en el ayer no son senderos de victoria en el ahora, pero son parte del arsenal analítico que nos ayude a comprender la realidad social que nos rodea. Tenemos un enemigo poderoso, hábil, mutante, con muchos recursos y desplazamiento, sus alianzas estratégicas son numerosas, tecnológicamente nos atropella y sabe seducir con el lenguaje.

Si reconocemos que el enemigo tiene formas diversas de dominios y acervos político-militares para imponer su control, no juguemos a David y Goliat, ni lo confrontemos con retóricas triunfalistas que lo enmarcan en una crisis terminal y agonizante. No está en crisis en neoliberalismo. No está en crisis el imperialismo. No está en crisis el narco capitalismo. No está en crisis el capital monopólico financiero. La crisis la reflejamos los que no tenemos capacidad de razonar y ver al gigante que nos atropella y quiere mantener el dominio eterno.

La diversidad es fortaleza, de ahí que los distintos movimientos populares, comunitarios, tienen caída en la nueva organicidad, sin perder su autonomía, cúmulo de demandas, dinámica comportamental, formas de lucha y trayectoria de trabajo político. Su incorporación a un frente o alianza popular, no borra sus particularidades, las ahonda y las articula con otras organizaciones; complementariedad en la lucha, escalonamiento de demandas, dinámicas de confrontación moduladas, enlaces de desplazamiento y movilizaciones, boicot espacial y creación de encadenamiento de espacios estratégicos y, otros autónomos para confrontar en momentos de la represión profunda.

Rotación de liderazgos, descubrir nuevos enclaves de líderes locales, comunitarios, regionales que tengan relevo, despliegue y soporte de cuadros intelectuales que lo alimenten con reflexiones novedosas y apegadas a la realidad cambiante. Un líder eterno es signo de una sociedad descabezada, muda, obediente y sin acervo de insumisión. Muchas cabezas decididas a pensar y resolver, es el holograma de una sociedad despierta que reclama, exige y lucha por su libertad.

Síntesis

En síntesis, si me preguntan: ¿Qué resistencia hay en América Latina? Respondo: Una acción colectiva explosiva con respaldo orgánico y espacios estratégicos empoderados, con capacidad de instrumentar una guerra de movimiento. No la hay.

Una expresión emotiva de hartazgo y de irrupción en las calles, es posible, pero expuestos a una represión mayúscula dado que las policías ahora utilizan tácticas militares y de eliminación del enemigo.... Sería costoso porque inundaría el ambiente con miedo y diáspora, que fragmentaría lo poco que existe.

Una latencia de que algo nuevo puede darse, la miro desde los siguientes puntos a analizar:
1/ Evaluar las fortaleza/debilidades del enemigo;
2/ Caudal de herramientas políticas y formas en que elaboran las demandas los movimientos populares y la manera en que la insertan en la realidad social;
3/ Posibles alianzas estratégicas y coyunturales entre sectores sociales y populares para construir una acción colectiva;
4/ Pautar los tiempo y los espacios de la cotidianidad política, observando si la crisis llegó a las casas, las esquinas, a las aulas, en los espacios públicos y en el debate público.
Todo esto hasta ahora no está presente: El debate lo impone la opinión pre-fabricada de los medios y la derecha; la mesa diaria es de lamento, crítica y supervivencia aislada; la brecha entre lo popular y los sectores medios es enorme; y por último, los reclamos y petitorios se rotan, son tomadas de otros lados, son refritos y nada es nuevo.

Está agotada la creatividad para posesionar o sembrar una reivindicación o exigencia, enlazarla con acciones de denuncia y, convocar a otros en situación similar es un camino sinuoso. Entonces, vivimos un escenario de demandas sin nutrientes ni inyectores de acción; reclamos ruidosos sobre los actos de gobierno y una política contestataria ante la pauta de opinión publica que imponen los medios. Esa es la nube que pesa sobre los primeros meses del año 2016



Bibliografía

Entrevista a Mario Garcés, 2016, historiador "Hay que inventar la alternativa" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=210848

Serrano, Ana Lucía, 2011, La entrega de Joaquín Pérez Becerra: ¿un punto de inflexión en la Revolución Bolivariana en Venezuela?, en http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-8/la-entrega-de-joaquin-perez-becerra-un-punto-de-inflexion-en-la-revolucion-bolivar

Territorio Digital, 2016, Uruguay: crisis de tambos por deuda de Venezuela, http://www.territoriodigital.com/notaimpresa.aspx?c=5645354354090298

INDEC, 2015, Cuadro de intercambio comercial argentino. ver cuadro en http://www.indec.gov.ar/ftp/cuadros/economia/balan_zonas_paises_10_15.xls . y/o http://www.indec.gov.ar/nivel4_default.asp?id_tema_1=3&id_tema_2=2&id_tema_3=40

Néstor Martínez,2016, entrevista a Frei Betto. "Los errores de la izquierda son no organizar ni politizar al pueblo", http://www.rebelion.org/noticia.php?id=211109

Prada Alcoreza Raúl, 2016, Liberar la potencia social, http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2016041302







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