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Abril 2016

“Soldados”, una poética contra el olvido

Se presentó en Rosario “Soldados”, el libro de poemas de Gustavo Caso Rosendi, ex combatiente de Malvinas. En un nuevo aniversario de la guerra el autor estuvo en la ciudad compartiendo su trabajo y su experiencia sobre cómo a través de la escritura pudo canalizar el dolor que dejaron en su vida aquellos días de combate.

Comenzamos cavando como si

fuera nuestra propia tumba

Pero cuando el cielo escupía fuego

nos dábamos cuenta

que era un buen hogar

después de todo

Por Carina Toso

Foto principal: Valentín Caso Rosendi

Este es uno de los textos del libro Soldados, de Gustavo Caso Rosendi, poeta de La Plata y ex combatiente de Malvinas. Muchos años después de la guerra pudo plasmar en un libro aquellos momentos difíciles que le tocó vivir. Esta publicación de la Editorial Último Recurso fue presentada este sábado 2 de abril en el Almacén Tres Ecologías. La recopilación de poemas relata experiencias propias y ajenas. “Se habla de aquellos que blandieron la inocencia en lugares donde parece imposible hallarla, es un libro lleno de voces que uno no sabe si debe escucharlas, sobre todo cuando susurran su nombre en oídos que han quedado sordos”, según la editorial. El autor estuvo acompañado en la presentación por Norman Petrich, de último Recurso y por el poeta Héctor Berenguer.

Gustavo llegó a Malvinas el 14 de abril y ahí estuvo hasta el 14 de junio, día de la rendición de las tropas argentinas. Fue un sobreviviente de aquella guerra que dejó una herida en la historia del país y cifras que actualmente siguen doliendo: en 74 días de combate en las islas murieron 649 argentinos y 1068 resultaron heridos. En los años que siguieron unos 350 ex combatientes se suicidaron.

“Tuvieron que pasar 24 años para que los poemas salieran de dónde estaban. Los escribí entre el 2003 y el 2004, muy en contra de mi voluntad. Si había algo que no quería cuando volví de Malvinas era escribir sobre la guerra. Quería escribir sobre cualquier otra cosa menos eso”, cuenta el autor. Eran años duros y después de un tiempo de terapia pudo conjugar el dolor y la pasión: la guerra, cuya cicatriz seguía abierta, y la poesía, un oficio que decidió ejercer y con el cual escribió diversos libros.

Cuando terminó de escribir Soldados decidió enviarlo a varias editoriales hasta que finalmente se publicó en una revista de Brasil primero, y en 2009 fue publicado por el Ministerio de Educación de la Nación para ser distribuido en las escuelas. Al mismo tiempo, fue invitado por Héctor Berenguer a participar en Rosario de un encuentro de poesía. Y así comenzó a conocerse este trabajo.

A veces mirábamos nuestra sombra

sobre el camino escarchado

para cerciorarnos de que aún estábamos

Entonces sí

bebíamos de la cantimplora

el agrio sabor de la existencia

General Acha 1981

General Acha 1981

La poesía había empezado a rondar su vida cuando tenía 12 años. A esa edad escribió su primer poema. Ya no lo recuerda. Como tampoco recuerda el que escribió uno de esos días de guerra en las islas. “Era para una novia”, dice. “Cuando vuelvo de Malvinas asumo que quiero ser poeta, entonces empecé a ir a talleres no sólo para la corrección de la escritura sino también para tener acceso a más lectura. Los primeros libros que leí los elegí por intuición. Después sí tuve buenos maestros que me guiaron”, agrega.

Era abril de 1982. Gustavo hacía un mes que estaba de baja en el Servicio Militar. Un día de ese mes, mientras desayunaba escuchó por la radio que la guerra estaba empezando. Sonó el timbre y cuando abrió la puerta se encontró con la cédula de citación. “Gustavo no hay que ir porque nos van a matar a todos”, le dijo Pedro Vojkovic, un amigo que estaba en servicio y que nombra en varios de sus poemas. “En esos momentos no era tan sencillo decir que no, estábamos en dictadura. Empujado por eso y por la solidaridad con mis compañeros que ya estaban en las islas, fui. Y Pedro también”. Pero Pedro no volvió.

Cuando cayó el soldado Vojkovic

dejó de vivir el papá de Vojkovic

y la mamá de Vojkovic y la hermana

También la novia que tejía

y destejía desolaciones de lana

y los hijos que nunca

llegaron a tener

Los tíos los abuelos los primos

los primos segundos

y el cuñado y los sobrinos

a los que Vojkovic regalaba chocolates

y algunos vecinos y unos pocos

amigos de Vojkovic y Colita el perro

y un compañero de la primaria

que Vojkovic tenía medio olvidado

y hasta el almacenero

a quien Vojkovic

le compraba la yerba

cuando estaba de guardia

Cuando cayó el soldado Vojkovic

cayeron todas las hojas de la cuadra

todos los gorriones todas las persianas.

presentacion

-¿Que sentías mientras escribías estos poemas?

– Gustavo: Fue una sensación de alivio, sobre todo cuando terminé el libro. No me costó escribirlo, salvo un sólo poema que tuve que trabajarlo mucho el resto fue fácil. El que me costó se llama Bombardeo, quedaba hiperrealista. Después me di cuenta que no tenía que contar el bombardeo que todos ven en las películas, sino el bombardeo que pasa por la cabeza de uno en el momento de un bombardeo. Y así salió otra cosa.

-¿Cuál fue el momento más difícil en Malvinas?

– Gustavo: Muchísimos. Quizás la última noche antes de la rendición por el hecho de que tuve que ir al frente donde estaba el fuego. Desde el lugar que estábamos veíamos los tiros muy de lejos, estábamos en la retaguardia. Yo era el mensajero de la sección y el subteniente, que no se decidía por miedo a replegarse, me manda a que le pregunte al teniente coronel que hacer. Era un infierno. Intento llegar y no puedo. Las balas me pasaban por todos lados. Regreso. Era un trayecto largo, unas 20 cuadras. Cuando vuelvo me trata de cagón y le pide al radiooperador que me acompañe. Vamos de nuevo. Me había tocado el orgullo y estaba decidido a llegar. Pero el radiooperador no me deja seguir porque al punto donde debía estar el teniente coronel ya no quedaba nadie. Volvimos y nos trata de cagones de nuevo. Hasta que se sube a una ladera y ve que teníamos razón. Todas las veces que hice ese trayecto, lo hice sin disparar un solo tiro porque crucé un charco de agua cuerpo a tierra y se me mojó el fusil. Se rompió. Ya no se podía cargar.

Se cava un pozo para seguir con vida

Se cava otro pozo

para el que no le sirvió de nada cavar

Gustavo volvió a las islas en dos oportunidades. Una en abril de 2013 y otra en mayo de 2015. El impacto fue muy duro. “Lo que más me movilizó fue que todo estaba intacto, igual. Como si no hubiera pasado el tiempo. Como si nunca me hubiese ido. El paisaje, mi trinchera, todo estaba como cuando lo dejamos”.

Al poco tiempo que regresó de Malvinas conoció a quien hoy es su esposa, Analía. Tienen dos hijos: Victoria de 24 y Valentín de 21. Con el tiempo y a medida que les preguntaba, les fue contando su historia. A ellos y a sus compañeros soldados, Gustavo les dedicó el libro. “Malvinas para mi es una parte de mi vida que ya acepté, si alguien me preguntara que quisiera cambiar de mi historia yo le diría que nada”.

http://www.enredando.org.ar/2016/04/03/soldados-una-poetica-contra-el-olvido/







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