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Noviembre 2015

2005-2015: Del entierro del ALCA al nacimiento del soft power chino en América Latina y el Caribe


Katu Arkonada

El poder militar y el poder económico son ejemplos de poder duro, del poder de mando que puede emplearse para inducir a terceros a cambiar de postura. El poder duro puede basarse en incentivos (zanahorias) o amenazas (garrotes). Pero también hay una forma indirecta de ejercer el poder. Un país puede obtener los resultados que desea en política mundial porque otros países quieran seguir su estela, admirando sus valores, emulando su ejemplo, aspirando a su nivel de prosperidad y apertura. En este sentido, es tan importante tener la vista puesta en la política mundial y atraer a terceros como obligar a otros a cambiar mediante amenazas o el uso de armas militares o económicas. Este aspecto del poder –lograr que otros ambicionen lo que uno ambiciona– es lo que yo llamo poder blando. Más que coaccionar, absorbe a terceros.

Joseph Nye, La paradoja del poder norteamericano.

1944. En un complejo hotelero en Bretton Woods (Nueva Hampshire, Estados Unidos) y a un año de que termine la II Guerra Mundial, las principales potencias del mundo occidental deciden la creación de un nuevo orden en los planos económico, financiero y comercial, impulsando la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como la utilización del dólar como moneda de referencia internacional.

1955. En Bandung (Indonesia) se reúnen 29 estados asiáticos y africanos (23 de Asia y 6 de África) que recién han alcanzado la independencia tras procesos de descolonización. Representan a 1.500 millones de personas que disponen tan solo del 8% de la renta mundial. Estos países del tercer mundo, además de condenar el colonialismo y apartheid que todavía persiste en una buena parte de África y Asia, acuerdan una serie de principios comunes basados en la defensa de la soberanía y la igualdad entre razas y naciones, además de la defensa de los principios de no agresión, no injerencia y coexistencia pacífica.

2005. En Mar del Plata (Argentina) se celebra la IV Cumbre de las Américas donde George W. Bush y su propuesta de Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) son derrotados por la oposición de Argentina, Brasil y Venezuela, con el apoyo de Uruguay y Paraguay. En esta derrota es fundamental tanto la campaña de movilización de los movimientos sociales y pueblos latinoamericanos como el rol de los presidentes Néstor Kirchner, Lula Da Silva y Hugo Chávez.

2015. En Moscú y aprovechando el 70 aniversario de la victoria sobre el fascismo se reúnen el Presidente de Rusia Vladimir Putin y el Presidente de la República Popular China Xi Jinping firmando 32 acuerdos de cooperación en el campo económico, comercial, energético, de infraestructura, científico, tecnológico y militar; entre ellos el tren de alta velocidad entre Moscú y Pekín, planificado para 2023. Tan solo una semana después, Xi Jinping visita Brasil y firma con su Presidenta Dilma acuerdos comerciales por 50.000 millones de dólares, siendo el más importante un ferrocarril que atravesaría la Amazonia y los Andes para unir la costa atlántica brasileira con el Pacifico vía Perú, posibilitando una vía rápida de comunicación con China.

Así como poco más de 10 años después de los acuerdos de Bretton Woods nació un grupo de países que desafiaron la hegemonía estadounidense y comenzaron a trazar un nuevo escenario que desembocaría en el bipolarismo de la Guerra Fría, 10 años después de la muerte y entierro del ALCA en Mar del Plata asistimos al nacimiento de un mundo multipolar en el que China, y por extensión los BRICS con Brasil como punto de anclaje en America Latina y el Caribe, desafían la hegemonía en declive de los Estados Unidos.

Tal y como definen Mónica Bruckmann y Theotonio Dos Santos1, la cercanía que se viene dando entre las potencias emergentes agrupadas en los BRICS, sumado al impulso en las relaciones entre China y América Latina suponen una nueva fase de relaciones Sur-Sur inspirada en principios muy similares a los de la Declaración de Bandung.

Soft power con características chinas

Este escenario de multipolaridad, responsable parcial del declive de la hegemonía estadounidense, no se puede entender sin comprender el ascenso imparable del Estado-civilización chino desde que comenzara el siglo XXI. Ascenso que comenzó a cimentarse en la segunda mitad del siglo XX cuando en 1949 entró a formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y sobre todo con las reformas económicas comenzadas en 1978. En 1982 se crean las primeras zonas económicas especiales en la costa china, dando paso a una economía mixta en zonas concretas del territorio que iría configurando el Sistema Económico Socialista de Mercado (establecido formalmente en 1993); en 1984-1985 el gobierno chino pone en marcha el Getihu, que impulsa la propiedad privada de pequeñas empresas; en 1990 se inaugura la bolsa de valores y en 2001 China se incorpora, aunque con condiciones, a la Organización Mundial del Comercio (OMC); en 2004 se produce una reforma de la Constitución para permitir la propiedad privada y para 2006 China ya era la cuarta economía del mundo solo superada por la triada de Estados Unidos, Japón y Alemania, superando primero a Alemania y finalmente a Japón en 2010.

Para entender soft power con características chinas necesitamos pensar dos conceptos clave en las relaciones internacionales del gigante asiático, desarrollo pacífico y mundo armonioso.

Actualmente China es la segunda potencia económica mundial, a poca distancia de Estados Unidos, a quien ya supera en Producto Interior Bruto (PIB) ajustado por Paridad de Poder de Compra (PPP). Solo por dar una idea de los niveles de crecimiento, en 2005 el PIB chino suponía el 72% del estadounidense, en 2011 el 87%, y hoy día están a punto de alcanzar la paridad2. Esto ha sido posible gracias a unas tasas de crecimiento extraordinarias de en torno al 10% anual que se traducen en que en los últimos treinta años su PIB real se multiplicó trece veces, su PIB real per cápita nueve veces y su consumo real per cápita más de seis veces3.

China ha tenido 5 liderazgos desde su fundación, Mao Zedong (1893-1976), Deng Xiaoping (1904-1997), Jiang Zemin (1926), Hu Jintao (1942) y ahora Xi Jinping (1953), en 2 etapas de aproximadamente 30 años cada una. Entre la fundación de la República Popular China en 1949 y la muerte de Mao en 1976 se desarrollaron la agricultura e industria pesada, lo que permitió, a partir de una cierta autarquía, garantizar las necesidades básicas del pueblo en base a la igualdad. A partir de 1978 y durante los siguientes 30 años de implementación del socialismo con características chinas, o socialismo de mercado, China despegó económicamente bajo el impulso de la industria ligera y de tecnología, y a costa de un aumento de las desigualdades entre el campo y la ciudad así como entre la costa y el interior, creando nuevas clases sociales.

Es en la segunda mitad de los últimos 30 años que China adapta asimismo el concepto de soft power, ideado en 1990 por Joseph S. Nye en su obre Bound to Lead. The Changing Nature of American Power y desarrollado en The Paradox of American Power. Why the World´s Only Superpower Can´t Go it Alone (1992) y sobre todo en The Means to Success in World Politics (2004). Obras traducidas al chino y adaptadas a las características chinas.

Nye plantea que el soft power tiene tres pilares, la cultura, las relaciones exteriores y los valores políticos. Frente a la coacción en el ámbito militar y económico que ejerce el hard power, el soft power está basado en la seducción y persuasión. Si el hard power apunta a la estructura, podríamos decir que el soft power es algo súper estructural, que apunta a la construcción de ideología.

Para entender soft power con características chinas necesitamos pensar dos conceptos clave en las relaciones internacionales del gigante asiático, desarrollo pacífico y mundo armonioso.

La teoría del desarrollo pacífico fue denominada en un primer momento ascenso pacífico y constaba de 5 puntos4 enumerados por el Primer Ministro Wen Jiabao:

1. Trataría de tomar ventaja de la paz mundial para promover el desarrollo de China y salvaguardar la paz mundial a través del desarrollo de China.

2. Estaría basado en el autofortalecimiento de China y su trabajo independiente y arduo.

3. Sólo podría ser llevado a cabo continuando con la política de apertura y una activa serie de intercambios económicos y comerciales a nivel internacional.

4. Tomaría varias generaciones.

5. No serviría para obstruir el camino de cualquier otro país o para amenazarlo a cualquier otro país, ni sería realizado a expensas de algún país en particular.

Pero pronto se sustituyó el concepto de ascenso por el de desarrollo para no generar tensiones innecesarias con otras potencias del nuevo mundo que se estaba conformando y que pudieran entenderlo como una amenaza al status quo. Desarrollo como apuesta clara por consolidar su rol de potencia sin amenazar el rol de ninguna otra, especialmente de los Estados Unidos, en una lógica de no confrontación, aunque sí de extender su influencia en África, Asia y América Latina. Esta profundización de la doctrina se puede encontrar en el libro del gobierno chino China’s Path to Peaceful Development.

Asimismo la política del mundo armonioso propone pensar un mundo pacífico y seguro, basado en el respeto a la legalidad internacional y la soberanía de los países, donde exista una coexistencia pacífica de las diferentes civilizaciones y una cooperación tecnológica para el desarrollo sobre todo de los países del Sur.

Estos dos elementos, desarrollo pacífico y mundo armonioso, marcan la base del soft power chino, que pretende ejercer una esfera de influencia a partir de su política exterior, la cooperación internacional, sobre todo Sur-Sur, y sus logros económicos. Probablemente el único escollo que encuentren sea la criminalización que Occidente impone sobre todo aquello que no sea su modelo de democracia liberal y burguesa, pero el Partido Comunista de China (PCCh) apuesta por un modelo de democracia consultiva en el que una meritocracia-tecnocracia administra el poder en nombre del pueblo y en permanente consulta con el mismo, manteniendo una estabilidad, a partir del crecimiento económico, que no se da en la mayor parte de Occidente.

Triangulo indo-ruso-chino

Pero el soft power con características chinas no se podría entender en el ámbito de las relaciones internacionales sin Rusia y la India, que ayudan a conformar el nuevo orden multipolar.

La alianza entre las tres naciones es una alianza muy sólida, basada en la cooperación económica, política y militar, que posibilita enormes mercados internos para el excedente de producción de cada país.

Rusia, con un gobierno nacionalista de la Rusia Unida de Vladimir Putin, pero con el Partido Comunista (PCFR) como segunda fuerza con en torno al 20% de los votos, comparte con China el liderazgo del mundo no occidental. El propio PCFR tiene un horizonte político que mira tanto al socialismo del siglo XXI latinoamericano como al socialismo de mercado chino5. La Federación Rusa avanza en el terreno de la integración económica con la creación de la Unión Económica Euroasiática (UEE) puesta en marcha en enero de 2015 e integrada por Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y Kirguistán, con el objetivo de crear en 10 años un mercado común interno similar al de la Unión Europea para la libre circulación de capitales, mercancías y trabajadores.

Por su parte la India, desde la llegada al poder del nacionalista Narendra Modi (a quien Estados Unidos llegó a negarle la visa años atrás), y a pesar de algunos conflictos territoriales que ambas potencias mantienen, ha venido acercándose a China; acercamiento materializado en las visitas de Xi Jinping a la India en septiembre de 2014 y de Modi a China en mayo de 2015. Al mismo tiempo ha reforzado su cooperación militar con Rusia, a quien ha comprado recientemente 200 helicópteros multifuncionales Ka-226T por un valor de 467 millones de dólares6.

Además, China y Rusia trabajan conjuntamente en el diseño de la nueva Ruta de la Seda7, un corredor de transporte, energía y comercio entre Asia y Europa que unirá India, Bangladesh, Myanmar y China; y otro corredor entre Rusia e India a través de Asia Central que permitirá conectar China con Europa.

Tanto China como Rusia e India participan asimismo del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) puesto en marcha por China, con la India como miembro fundador desde 2014 y la incorporación de Rusia en 2015. Banco que ya cuenta con 57 miembros entre los que se encuentran muchos países de la OTAN, y que desde la incorporación del Reino Unido, Alemania o Italia dejando fuera únicamente a Estados Unidos y Japón de entre las grandes potencias del G8, se convierte en el principal referente de la nueva arquitectura financiera internacional haciendo de contrapeso al Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial.

BRICS

China, Rusia e India, con Sudáfrica y Brasil como puertas de entrada a África y Sudamérica, conforman los BRICS, termino creado en 2001 por el jefe de Investigación Económica Global de Goldman Sachs, Jim O’Neill. Poco después, en 2003, Goldman Sachs haría público un informe8 donde se hacía una prospectiva hasta 2050 de este grupo de potencias emergentes.

Los BRICS representan actualmente a 3.000 millones de personas, el 46% de la población mundial, ocupando un 29% de su territorio; poseen además el 25% del PIB mundial y representan el 20% de las inversiones globales. Además, poseen grandes reservas de combustibles fósiles (Rusia) y minerales (Rusia, China y Brasil) además de ser grandes productores de alimentos. También se encuentran entre los países con mayores reservas internacionales (ocupando el primer lugar China con más de 4 billones de dólares).

Los BRICS comienzan a funcionar como bloque en el año 2006 cuando, a iniciativa de Putin, y aprovechando la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, se produce una primera reunión ministerial de los cancilleres de Rusia, China, India y Brasil; poco después en mayo de 2009 se produce en Rusia la primera reunión del bloque como tal con los presidentes Medvedev , Lula, Hu Jintao y el Primer Ministro de la India Manmohan Sing h.

El ámbito de la cooperación militar es uno de los más avanzados entre los países BRICS. La avanzada capacidad tecnológica rusa se combina con los niveles de producción chinos, sobre todo en aviones de combate, barcos de guerra y sistemas de defensa antiaérea. Y si bien hay acuerdos en todos los ámbitos principales de la cooperación técnica militar, el Vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos, el ruso Konstantín Sívkov, señala9 que es necesario ampliarla mediante proyectos conjuntos para el desarrollo de sistemas de armamento, avanzando en la cooperación estratégica: ejercicios conjuntos, preparación conjunta de personal y planes de actuación militar en situaciones de emergencia, sedes de la coalición en determinadas zonas de responsabilidad siguiendo el ejemplo de la OTAN o el Pacto de Varsovia.

En el ámbito tecnológico, los BRICS avanzan también en el desarrollo de BRICS Cable, un sistema de interconexión a través de cables oceánicos de fibra óptica que, con una extensión de 34 mil kilómetros y una capacidad de 12,8 terabits por segundo, conectarán Rusia y Brasil pasando por China, India y Sudáfrica. BRICS cable permitirá garantizar la soberanía en las comunicaciones, especialmente en internet, logrando la soberanía tecnológica en lo comunicacional y la protección frente al espionaje estadounidense.

En el ámbito económico, comercial y financiero, también los BRICS han avanzado mucho. China acaba de proponer a los BRICS crear un mercado común10 comercial y económico y un mecanismo de acuerdos monetarios (¿génesis de una moneda común en el largo plazo?). La base de esta política económica y comercial en común seria el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS (NBD BRICS), puesto en marcha oficialmente en julio de 2014 en la Cumbre de Fortaleza y que con un capital inicial de 100.000 millones de dólares, tendrá sede en Shanghái.

América Latina y el Caribe

Está todavía por verse la implementación que van a tener los BRICS en América Latina, debido al proceso de ralentización de la integración política regional y los problemas que enfrenta la propio Brasil, que de ser una subpotencia regional con tentáculos diplomáticos en Sudamérica y Centroamérica, ha tenido que replegarse ante los problemas internos que enfrenta el gobierno de Dilma.

Mientras tanto, es la propia China la que ha tomado la delantera en América Latina, abriendo canales de comunicación con el ALBA, la Unasur y la CELAC, y sobre todo ejerciendo una diplomacia económica sin precedente. Un dato que lo dice todo, el volumen de comercio entre América Latina y China se ha incrementado un 1.193% en los primeros 10 años del siglo XXI (2000-2010)11 y solo en 2010 los prestamos chinos para proyectos de desarrollo a los diferentes países de Nuestra America fueron superiores12 a los otorgados por el Banco Mundial (BM) o Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Asimismo es de destacar uno de los proyectos de financiamiento más importantes, de capital chino, el del nuevo Canal de Nicaragua, serio competidor del Canal de Panamá, proyecto con un costo estimado de 50.000 millones de dólares.

Mientras tanto, América Latina y el Caribe miran con simpatía el soft power con características chinas, pues la República Popular China otorga préstamos a bajo interés y no interviene en los asuntos internos del país, impulsando además otras referencias en el sistema internacional en su búsqueda de la multipolaridad y contribuyendo de esta forma a dotar al tablero geopolítico de una mirada Sur-Sur.

Obviamente China en su condición de primer consumidor mundial de energía del mundo, y como lo certifica su Documento sobre la Política hacia América Latina y el Caribe13, tiene unos interés muy grandes en una región que cuenta algunas de las principales reservas de materias primas, minerales, biodiversidad y agua del mundo; y los países de Nuestra América deben buscar un equilibrio entre la obtención de ingresos y prestamos chinos para poder desarrollar el país y sacar de la pobreza a su población, y la necesidad de industrializar y desarrollar tecnológicamente con una mirada a largo plazo. Es decir, hay que buscar un equilibrio entre la inmediatez de la coyuntura y la mirada estratégica de largo plazo a partir de una cooperación Sur-Sur.

60 años después de Bandung, tanto en América Latina y el Caribe como en China se vuelven a dar formas hibridas de pensar la economía, la política y la sociedad, entre el socialismo y un capitalismo de estado nacional-popular. Como en Bandung, entre estas dos zonas del mundo priman el respeto a la soberanía y el principio de no injerencia en los asuntos internos de cada país, además de defender la resolución de conflictos mediante vías pacíficas.

América Latina y el Caribe dejaron atrás el Consenso de Washington y su herramienta en forma de ALCA, y fueron transitando hacia un escenario posneoliberal, basado tanto en un Consenso Bolivariano como en un Consenso de Beijing, que tiene como rasgos comunes y principales un Estado fuerte que ejerce un rol básico en el diseño y planificación de la economía, la redistribución de la riqueza a partir de la soberanía sobre los recursos naturales, y una nueva diplomacia que mira más al Sur que al Norte. Con diferentes ritmos, intensidades y algunos procesos con más profundidad que otros, estas son las características del cambio de época en Nuestra América.

El horizonte posneoliberal se enfrenta a los avances, tensiones y desafíos, también retrocesos, que tienen los procesos de cambio en América Latina; los flujos y reflujos tanto de los procesos revolucionarios como de los reformistas. Pero también se enfrenta a los instrumentos para la desintegración latinoamericana, como el TISA (Trade in Services Agreement) o la Alianza del Pacifico, un ALCA recargado que, a pesar de anunciar que pretende facilitar la integracion y no reforzar las divisiones continentales, tiene entre sus objetivos14 alejarse de la sombra amenazante de Brasil a fin de promover una integración regional más favorable al comercio que el MERCOSUR y contrarrestar cualquier influencia residual del ALBA.

Siendo cierto que los BRICS, como afirma15 François Houtart, son antihegemónicos pero no anti-sistémicos, romper la hegemonía de los Estados Unidos y ayudar a consolidar el nuevo mundo multipolar debe ser un primer paso necesario para que el escenario posneoliberal que se da en una buena parte de América Latina y el Caribe se convierta en algo más, ampliando sus límites hasta permitir atisbar un horizonte poscapitalista. Y en esa partida de ajedrez que se juega ahora mismo en el Sur en general y en Nuestra America en particular, entre flujos y reflujos, China y su soft power deben ser aliados fundamentales para profundizar el cambio de época.

Hoy Venezuela

http://www.patriagrande.com.ve/temas/opinion/2005-2015-del-entierro-del-alca-al-nacimiento-del-soft-power-chino-en-america-latina-y-el-caribe/







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