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Octubre 2015

Las Potencias Internacionales en la crisis siria


Renee Isabel Mengo

Presentación

La crisis humanitaria que se acentuó en el transcurso del presente año en Siria, con motivo de la guerra civil iniciada en marzo de 2011, debe hacer reflexionar a cerca del condicionamiento del Sistema internacional en esta etapa del siglo XXI. Después del 11-S y la Guerra de Irak, los gobiernos a pesar de criticar problemáticas internacionales por sus consecuencias humanitarias, recurren a acciones indirectas para lidiar con las mismas, siendo el caso más claro el de la Unión Europea, y donde hasta en Estados Unidos de Norteamérica, la idea de intervenir directamente en cualquier tipo de conflicto trae consigo a los fantasmas de la Administración Bush, inmovilizando cualquier toma de decisiones eficaz al respecto.

Estas tendencias en su conjunto reflejan que nadie estuviera dispuesto a asumir las responsabilidades y cargar con el peso del liderazgo, en un momento donde las crisis económicas, los problemas internos y las políticas nacionales, reduce la predisposición de los Estados a prevenir o detener conflictos de este tipo.

El nuevo sistema internacional, no se basa en estructuras internacionales donde los Estados dirimen sus problemáticas en grandes foros y las guerras son evitadas o limitadas por la capacidad de organizaciones y foros como la ONU o el G-20 de sumar voluntades de los Estados más capaces para lidiar con problemáticas internacionales, como pretendían algunos estudiosos que sería el Mundo después de la caída de la URSS.

Estamos en un Mundo donde las crisis humanitarias o los conflictos, por más terribles que sean, no impulsarán actos altruistas por parte de grandes coaliciones, sino más bien participaciones puntuales motivadas por intereses nacionales. Un Mundo donde la Realpolitik se impone sobre cualquier otro planteamiento como se ha visto en el conflicto sirio, a pesar de que en los discursos ante la ONU se hable de “interés general” y “primacía del Derecho Internacional”.

El objetivo de este ensayo, es aproximarse a la situación de Siria desde la participación directa de las potencias internacionales actuales.

El escenario de esta crisis humanitaria y su complejidad se desarrolla en la República Árabe Siria, país del Oriente Medio ubicado a la orilla oriental del mar Mediterráneo. Comparte fronteras con Turquía, Iraq, Israel, Jordania al sur y Líbano. Es un Estado miembro de la Liga Árabe y de la Organización de las Naciones Unidas.

El tema se ubica dentro del desarrollo de la guerra civil iniciada el 13 de marzo de 2011, la que lleva cuatro años y medio al promediar 2015. Tiempo suficiente para la incomprensible situación actual, que comenzó con una “primavera árabe” más y que ha terminado, como se denomina, en el triste invierno yihadista, una cruenta e interminable batalla sectaria.

Hasta el comienzo del conflicto en Siria había entre 21 y 23 millones de habitantes, según datos de 2011. La concentración de la población se distribuye en varios puntos. El 60% de la población vive en la región de Aleppo, el Valle de Éufrates o en las costas: entre las montañas y el desierto. El Valle del Éufrates está controlado por el grupo terrorista “Estado Islámico” –EI-, que siguió su ascenso al norte a través del río milenario.

La histórica línea Sykes-Picot

Cuando la Primera Guerra Mundial estaba en la mitad del ciclo y ante el final del decadente imperio otomano, las potencia europeas trazan la línea, dibujada por sus autores, Sykes y Picot, en 1916, dividiendo la región cercana al Levante y otras regiones el antiguo imperio otomano, que incluía las actuales Siria, Irak, Turquía, Jordania y Líbano entre las zonas de influencia británica, rusa y francesa, esta línea dibujada por Sykes, diplomático británico, y Picot, cónsul francés, marcó para siempre a la región, pero la evidencia de que está detrás del conflicto, no es una relación causa-efecto muy directa.  Así, hasta la independencia de sendos países, impuso el reparto del territorio entre los poderes coloniales en un acuerdo secreto entre Francia y Gran Bretaña, con la aceptación del Imperio ruso y el Reino de Italia. Surgieron los protectorados de Francia e Inglaterra. 

Mientras numerosos académicos y estudiosos apuntan a esta línea como origen de gran parte de los conflictos en Oriente Medio, otros lo discuten. Según argumenta James Gelvin, de UCLA, el acuerdo Sykes-Picot murió antes de que acabara la Primera Guerra Mundial

Lo que está claro es que la frontera, dibujada de la forma más antinatural posible, con líneas rectas, juega un papel a la hora de comprender a algunas de las fuerzas detrás del conflicto sirio. El “Estado Islámico” -EI-, grupo que ha cruzado fronteras y quiere cruzar aún más, proclamó hace meses que la línea ya no era: "no creemos en el acuerdo Sykes-Picot", declaraban sus militantes al anunciar la extensión de su 'califato' entre Siria e Irak. Bashar Al-Assad también cree que es un punto de origen del conflicto.

Siria ha sido considerada un bastión de paz, un ejemplo de convivencia entre culturas. Chíitas, suníes, y cristianos convivían en un territorio milenario. Los levantinos, como se conoce a los habitantes de este rincón de la tierra son denominados árabes, comúnmente, por su lengua, cultura, geografía e historia. El 74% de la población son musulmanes suníes, un 16% son drusos y alawuíes y el 10% restante son Cristianos ortodoxos, grecocatólicos, armenios, siriojacobitas. Algo que se mezcla también con las etnias: un 85% de los sirios son árabes, un 9% son kurdos y el resto son armenios, turcos y palestinos.

Las etnias y religiones cumplen también un rol vital en la estructura de poder en el país. Así, los alawuíes son quienes tienen el poder, con el presidente Bashar Al-Assad, pese a ser minoría en el país. Tras persecuciones religiosas en el pasado, comenzaron su entrada en círculos de poder a través del ejército, cuando se instauró el protectorado francés. Así, también se vinculan historia y geografía, con el acuerdo, de Sykes y Picot.

Antecedentes del conflicto

Las protestas que han agitado el mundo árabe, conocidas como “Primavera Árabe” desde diciembre de 2010 y han hecho caer a los dictadores de Túnez, Egipto y Libia se extendió también a Siria, donde el gobierno de Bashar Al-Assad, comenzó la represión para sofocar los intentos modernizadores.

En Siria, movimientos sociales, grupos espontáneos de personas y organizaciones empezaron a movilizarse y reclamar sus derechos que consideraban menoscabados. Unos “muchos” que pedían a unos “pocos” un sistema más igualitario. Lejos de conseguir su fin, estas primeras demandas de justicia prendieron mella cuando fueron acalladas violentamente por el gobierno sirio. El conflicto armado no había hecho más que empezar. El movimiento comenzó en la capital, Damasco, y en otras ciudades, donde miles de personas salieron a la calle convocados a través de Facebook por un grupo activista llamado ‘The Syria Revolution 2011′.

Antonio Barrios, especialista en conflictos internacionales, sostiene que el motivo principal de esta guerra es quitar del poder a la familia de Bachar Al-Asad, quien ha gobernado Siria por más de 40 años. “Lo primordial es sacar al régimen de Bachar Al-Asad, quitar estos regímenes que muchas veces han sido dictatoriales, no necesariamente familiares. Ha habido otros regímenes que han sido de carácter vitalicio, es decir muere el padre y queda el hijo como estaba previsto que sucediera en Libia, pero que no fue posible” señaló Barrios, refiriéndose a la muerte de Muamar Gadafi el 21 de octubre de 2011 tras 40 años en el poder y 8 meses de revolución en su contra.

Sergio Moya, académico en el tema de Medio Oriente, opina en el mismo artículo que, la principal razón de estos enfrentamientos es que los sirios vieron cómo los tunecinos y los egipcios se liberaron de sus dictadores, quienes también tenían mucho tiempo en el gobierno y ellos quisieron imitar ese esfuerzo “porque en realidad son las mismas circunstancias de opresión política, de violación a los derechos humanos y de dictadura, las que habían tanto en Túnez y Egipto como las que hay actualmente en Siria”, señaló.

“Si bien es cierto que en Egipto y Túnez la caída de las dictaduras transcurrieron con un poco de derramamiento de sangre, el ejército de esos dos países no estuvo dispuesto a amparar más a los dictadores. En el caso de Siria, el ejército sigue hasta el momento bajo un férreo control de la familia Asad. Esto hace que sea difícil todavía pensar en la caída del régimen porque éste no va a caer mientras tenga las armas y el control de todos los aparatos de seguridad”, afirmó Moya.

Como bien señala Moya, si el gobierno sirio perdiera el respaldo del ejército, perdería el poder como le sucedió a Mubarak en Egipto y a Gadafi en Libia.

Otras causas

El citado especialista en conflictos internacionales, Barrios, sostiene que, detrás de esta guerra también existe un componente geopolítico importante “porque toda esta problemática inició con la entrada de Estados Unidos a Irak”. La presencia de los Estados Unidos en Irak y Afganistán procura encerrar geográficamente hablando a Irán, y se espera que el que siga en este proceso sea Irán. Esto ya sea con la presencia directa de los Estados Unidos o a través de las fuerzas de la OTAN (Organización del Tratado Atlántico Norte).

Y agrega, Siria es un bastión clave de apoyo que ha tenido Irán siempre. “La estrategia lo que dicta es, derrotar primero al más débil -que en este caso es Siria- y después al más fuerte, Irán” dijo Barrios. Para el especialista, todas estas guerras tienen el objetivo de “limpiar el Medio Oriente de regímenes dictatoriales que supuestamente ponen en peligro constantemente a Israel, no en vano Israel quiere realizar ataques unilaterales sobre Irán”.

Por su parte, el segundo investigador mencionado, Moya, especialista en el Medio Oriente, señala que el régimen de Al-Asad tiene muchos enemigos que sin duda alguna incluyen a Estados Unidos y a la OTAN. “Se ha visto una participación muy activa de potencias como Estados Unidos y Francia que ven en el levantamiento popular de hace muchos años, la posibilidad de deshacerse de un enemigo de hace mucho tiempo. La participación activa de estas potencias tiene el objetivo mayor de romper la alianza que en los últimos años han creado Irán, Siria y Hezbolá en el Líbano; ya que estos países han creado un eje de poder alternativo y contrario al poder de los Estados Unidos en el Medio Oriente” afirmó Moya.

Complementariamente, Roberto Marín Guzmán, profesor de historia del Medio Oriente de la Universidad de Costa Rica, asegura que Siria tiene una posición geoestratégica, “ya que tiene una frontera muy grande con el Mediterráneo y después de la Guerra Fría, Rusia ha seguido manteniendo una relación muy estrecha con Siria y los ha armado para contener a Israel. Esto significa en última instancia contener a Estados Unidos, porque su aliado más importante e incondicional en el Medio Oriente es Israel”.

El último historiador afirma que Siria siempre ha jugado un papel ambivalente; pero sigue en esa oposición a los Estados Unidos por el apoyo irrestricto que este país le da a Israel. “Israel y Siria siguen todavía sin firmar la paz, para Siria la devolución de los Altos del Golán y la seguridad es básico para llegar a un entendimiento con Israel” explicó Marín.

Marín afirma que también hay otras razones económicas y sociales como la distribución no equitativa de la riqueza, el desempleo, la falta de vivienda digna y la escasa medicina, que han ido exacerbando los ánimos de la población y han motivado a que se luche contra un gobierno corrupto y represivo.

El hundimiento de las rentas del petróleo en Irán y Rusia implica además que Al Assad deberá contentarse con menos dinero en 2015. Pero les ocurrirá también a los rebeldes que son, igual que el régimen, tributarios del dinero del petróleo. Todas las rentas caerán. Según la ONU, el 90% de los sirios viven por debajo del umbral de la pobreza. Pero la pobreza puede seguir agravándose.

Lo cierto es que el conflicto se ha internacionalizado de tal forma que el futuro del país no parece estar ya en manos de los sirios sino en el complejo entramado de intereses foráneos que plantea la continuidad o caída del gobierno de Bashar Al-Asad.

Lamentablemente cuatro años y medio después, esta crisis ha acabado por convertirse en una de las mayores catástrofes de la historia reciente.

Fuerzas opositoras

Las principales entidades opositoras del gobierno de Asad son: el Consejo Nacional Sirio (CNS), los comités locales de coordinación (CLC) y el Ejército Libre Sirio (ELS).

El Consejo Nacional Sirio, es la principal entidad de la oposición, agrupa el 80% de los grupos opositores. De esta entidad forman parte los impulsores de la Declaración de Damasco para el Cambio Democrático, la Hermandad Musulmana, los comités locales de coordinación (son movimientos de base que han liderado muchas manifestaciones) y la Comisión General Revolucionaria Siria, una coalición de 40 grupos de oposición de base y diversas facciones kurdas, líderes tribales y figuras independientes.

El Comité General de Coordinación para el Cambio Democrático (CGCCD) fue formado en septiembre del 2011 y está integrado por 13 organizaciones izquierdistas, tres de los doce partidos políticos kurdos y activistas políticos independientes.

El CGCCD mantiene diferencias con el CNS respecto al diálogo con el gobierno y la intervención foránea. Se opone firmemente a cualquier forma de intervención militar extranjera que implique medidas como una zona de exclusión aérea, y apuesta más bien a sanciones económicas y otras medidas diplomáticas para aumentar la presión sobre el presidente Al-Asad.

El Ejército Libre Sirio (ELS) está integrado por desertores suníes armados, pero fraccionados en su mayoría en bandas armadas, algunas de ellas infiltradas directamente por mercenarios del Golfo Pérsico y adiestradas por servicios de inteligencia francesa e inglesa. Sin embargo, ELS estaría mal armado y muchos de sus miembros tienen únicamente formación militar básica, incapaz de hacer frente de forma directa al ejército sirio, que se estima tiene más de 325 000 soldados.

En relación a las fuerzas que se enfrentan en el presente, a rasgos generales, el gobierno controla el oeste del país, en la zona entre costas y montañas; el Estado Islámico controla el valle del Éufrates y los kurdos controlan y defienden sus territorios en el norte y noreste del país. Así, el "EI" controla, desde su capital de facto, Raqqa, las fértiles tierras del Éufrates, una especie de 'Y' que ocupa transversalmente el país. Los rebeldes sirios, que debido a su gran división han perdido relevancia, especialmente desde la brutal irrupción del 'EI', controlan la zona de Aleppo.

Sobre el terreno, parece consolidarse cada día que pasa el debilitamiento del régimen. Las fuerzas militares gubernamentales siguen replegándose. La última derrota ha sido la rendición de la última base aérea en la región septentrional de Idlib. Assad ha perdido la mitad de su ejército y sólo controla una sexta parte del territorio, en la franja oriental del país

No por ello, puede afirmarse que sus rivales hayan alcanzado una dinámica de victoria. Para empezar, en Siria no hay una guerra, sino varias. Es decir, no luchan dos bandos sino al menos tres o cuatro, enfrentados entre sí, en mayor medida o intensidad, con alianzas puntuales y temporales de conveniencia. A saber: el Daesh (Estado Islámico), Al Nusra (franquicia de Al Qaeda), y unas milicias más o menos pro-occidentales, en todo caso muy divididas y a menudo enfrentadas con el cuestionado liderazgo político en el exilio.

Por eso, ese debilitamiento del régimen no implica necesariamente el fortalecimiento de los bandos opuestos. El territorio sirio se encuentra fragmentado. De hecho, muchos observadores creen que estamos ante una partición de facto, que podría prolongarse en el tiempo, si no se rompe el statu quo actual. Pocos predicen una solución militar del conflicto.

El rol de las potencias internacionales

En cuatro años y medio, el conflicto sirio, con más de 11 millones de desplazados sirios, unos siete dentro del país y otros cuatro fuera de sus fronteras, la crisis de los migrantes ha puesto de nuevo sobre la mesa la necesidad de acabar con el "caos sirio" pero las potencias occidentales, Rusia e Irán no logran ponerse de acuerdo pese a tener un enemigo común: el Estado Islámico –EI-.

La pregunta que surge ante la gran crisis siria es: Que papel desempeñan las grandes potencias en la región y en Siria particularmente?

Detrás de la guerra civil que convirtió a Siria en un campo de ruinas se libra una batalla indirecta entre potencias como, Rusia, Estados Unidos, Irán, las monarquías del Golfo, China, que buscan asentar su influencia en ese país clave de Oriente Medio.   Entrega de armas, apoyo financiero, luchas diplomáticas secretas: desde la guerra del Líbano en los años 80, ningún país ha concentrado al mismo tiempo tal nivel de violencia y tantas luchas de influencia por parte de las potencias regionales e internacionales.   En esta cruel realidad, algunos países ganaron influencia, como Rusia, otros perdieron y parecieran tomar distancias con el país, como Estados Unidos.

Con respecto a Rusia, aliada del presidente sirio Bashar Al-Asad, opta por la acción diplomática y al mismo tiempo envía regularmente armas a Siria, lo que preocupa a Estados Unidos.

Los rusos, que han invertido tanto en Asad, tratan de llevar al secretario de Estado norteamericano John Kerry a una negociación sobre Siria pero Barack Obama se niega a implicarse en esa vía por los errores de su antecesor en la región.

El respaldo de Moscú al régimen de Damasco no parece haberse debilitado, aunque ha resultado de relativo valor militar. El principal apoyo práctico del clan Assad han sido los milicianos chiíes libaneses de Hezbollah y la dirección estratégica aportada por el general Suleiman, jefe de Al Qods, la guardia pretoriana de la República Islámica de Irán.

Ahora, ante la alarmante perdida territorial y el peligro real de un desfondamiento del régimen, Moscú parece haber decidido dar un paso al frente e incrementar su implicación militar.

La crisis siria permitió a Rusia la recuperación de un papel protagónico en el escenario internacional. Fragilizada tras el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1991, y desde entonces en gran medida incapaz de oponerse a las veleidades occidentales, la Rusia de Vladimir Putin preparó pacientemente su partitura, bloqueando toda intervención militar en Siria con mandato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y continuando sus entregas de armas a ese país, estratégicamente crucial para su influencia en Oriente Medio.

En la efervescencia de la crisis, cuando las potencias occidentales estuvieron a un paso de bombardear Damasco, Putin pudo imponer a todo el mundo, en septiembre de 2013, un acuerdo para el desmantelamiento del arsenal químico de Siria bajo la supervisión de la ONU, frenando con ello las veleidades occidentales de intervención, estrategia que permitió a Rusia desempeñar el papel protagónico en el control de la situación.

En lo que se refiere a Estados Unidos de Norteamérica, al frente de la coalición árabe-occidental, lleva a cabo desde hace un año bombardeos contra el –EI- en Irak y en Siria, afirmando que tiene éxito. Pero la opinión pública se fija sobre todo en las pérdidas de la ciudad iraquí de Ramadi y de la ciudad antigua siria de Palmira.

Evidentemente, los bombardeos aéreos no son suficientes, y uno se pregunta incluso si son necesarios", señala Claire Talon, de la ONG Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos. "Desde hace un año, los bombardeos de la coalición no han cambiado nada.

Según Emile Hokayem, del International Institute for Strategic Studies (IISS), "el hecho de tener el mismo enemigo no quiere decir tener la misma prioridad de combatirlo ni de la misma manera".

Por decisión de Obama, ha mantenido un perfil cauto en Siria, desde el comienzo del conflicto. Después del fiasco de la línea roja (compromiso incumplido de intervención directa si se probaba el uso de armas químicas por parte del régimen), el presidente se ha atenido a una política de contención asentada en estos pilares: reclutamiento, financiación, entrenamiento y  apoyo logístico a combatientes pro-occidentales, de un lado, eliminación de objetivos yihadistas precisos y seleccionados y búsqueda de un compromiso diplomático.

Obama no quiso repetir en Siria lo que entendía que podía ser la reedición del error de Iraq, puesto que el escenario de división étnica, odios enconados y rivalidad regional irreconciliable que caracterizan el conflicto sirio resultan muy similares. Una vez que las milicias más cercanas a Occidente perdieron influencia decisiva, se complicaron las cosas.

En cuanto a Francia y Gran Bretaña, coincidiendo con el refuerzo militar ruso, pero sin relación alguna con ello, se anuncia la posible implicación directa de estas dos potencias europeas blanco de cruentos atentados yihadistas (17 muertos en París en enero, 30 británicos en Túnez en junio), se negaban hasta ahora a intervenir en Siria para no favorecer indirectamente al régimen del presidente Bashar Al-Asad.

Pero han cambiado de posición y ahora se plantean bombardear el ese país. Australia se unió a esa posición.

En relación a Irán, vuelve a ser un interlocutor internacional tras el acuerdo sobre su programa nuclear, podría desempeñar un papel clave en la solución del conflicto sirio. La cuestión es en qué sentido.

Potencia regional y aliada de Rusia, Irán, cuya invitación a la conferencia Ginebra II provocó la ira de la oposición, es el “padrino” del régimen sirio.   Irán y Siria son la piedra fundamental del arco chiita en Oriente Medio. La familia Al-Asad (el padre Hafez y el hijo Bashar) permitió a Irán pesar en el Líbano, donde la milicia chiita Hezbolá es su principal aliado. Los combatientes del Hezbolá apoyan al ejército sirio en los combates contra los rebeldes.   El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, advirtió antes de la Conferencia de Ginebra que quiénes tratan de excluir de la misma a Irán, invitado antes de que se retire la invitación, lo “lamentarán”.  

Los iraníes "van a destinar más recursos a la guerra en Siria", asegura Jeffrey White, del Washington Institute for Near East Policy.

Frente a Teherán, algunos países árabes participan en los bombardeos en Siria  pero su ayuda a los opositores sirios no es uniforme. "Los saudíes no tratan con el grupo Al Nosra (afiliado a Al Qaida) y Catar lo sostiene", señala un experto de la región.

Después de cuatro años de conflicto, que echó de sus casas a millones de refugiados, las negociaciones parecen todavía muy lejanas. "Siria es un problema sin solución", considera un alto funcionario occidental. La urgencia debería ser "encontrar una solución política para obtener la salida de Bashar Al-Asad, responsable de increíbles crímenes contra su propia población", considera Claire Talon.

En relación a las Monarquías del Golfo, se advierte que la primera línea del apoyo a la oposición siria, los países árabes se enfrentan a través de los grupos rebeldes.   Grandes financiadores de la oposición, las monarquías sunitas de Arabia Saudita, Catar y Kuwait, fueron la punta de lanza en la organización de la fronda árabe contra Al-Asad, en especial dentro de la Liga Árabe. Su apoyo a los rebeldes es tanto político como religioso y geopolítico. Se trata de sostener a la mayoría sunita de Siria contra la minoría alauita (sector del chiismo) en el poder. Pero al mismo tiempo el objetivo es contrarrestar la influencia de Irán en Oriente Medio.  Pero paralelamente las monarquías petroleras se libran entre ellas una guerra de influencia. Fuera de Siria, por el control de las instancias de representación de la oposición (Catar contra Arabia Saudita), y en el propio campo de batalla sirio entre grupos rebeldes. "La mayoría de los refugiados que salen de Siria lo hacen a causa de Al-Asad y no del Estado Islámico", afirma también Emile Hokayem. "Él es el problema", coincide Jeffrey White.

Por otra parte, China, desea la estabilidad en Oriente Medio y ve los intentos de Estados Unidos y sus aliados para dominar esta zona como perjudiciales para Rusia, China y otros países.

Esto fue una de las causas por las que China ayudó a Irán bloqueando varias resoluciones presentadas por EEUU y otros socios occidentales para ampliar las sanciones contra este país y oponiéndose decididamente a un ataque militar norteamericano contra el mismo.

China considera asimismo que una caída en Siria en manos de grupos controlados por EEUU o sus aliados afectaría negativamente a su seguridad nacional. Siria ha mantenido, de hecho, extensas relaciones históricas con China y la economía siria está muy vinculada a la del gigante asiático.

Por todo ello, China puede tomar en cualquier momento la decisión de enviar una ayuda militar a Siria o incluso tropas a este país con el fin de derrotar la ofensiva terrorista en él, prevenir una grave amenaza a su seguridad nacional e impedir que sus rivales geopolíticos intenten obtener ventajas de esta situación.

Otro punto interesante en esta crisis es la situación de la ONU, cuyo papel como organización por excelencia para dirimir controversias y generar salidas pacificas se ha venido diluyendo durante los últimos tiempos, que ha pasado a ser poco más que un foro político.

El enviado de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, es consciente de que no ha llegado aún la hora de las negociaciones. El mediador internacional propuso al Consejo de Seguridad de la ONU el 29 de julio de 2015, la creación de “grupos de trabajo” entre los bandos, para intentar limitar los daños a la población civil. La alta representante para Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, ha planteado a su vez la creación de un “grupo de contacto” internacional sobre Siria.

Los analistas destacan que Estados Unidos y las naciones árabes suníes se niegan a dialogar con el presidente sirio. Insisten en que consideran que para desbloquear el diálogo, el círculo de poder de Al-Asad debería convencerle de que se retire para permitir que el régimen siga en pie y pueda participar en las negociaciones diplomáticas.

Al-Asad aceptaría cualquier oferta de negociación que incluya una fase de transición en la que pueda participar, ya que le aportaría legitimidad internacional y le permitiría ganar tiempo. Pero la fragmentada oposición siria y sus aliados [con Arabia Saudí, Turquía y Qatar a la cabeza] se oponen por esa misma razón. La actual crisis de refugiados está demostrando con crudeza que la inacción de los países occidentales desde 2011 tiene un elevado coste.

ANUNCIOS


Los refugiados en 2015

En cuatro años y medio, el conflicto sirio, con más de 11 millones de desplazados sirios, unos siete dentro del país y otros cuatro fuera de sus fronteras.

Europa gran destinataria de los refugiados, está dividida y asustada por un fenómeno que no comprende y ése es el fracaso de sus valores. Porque no sabe qué hacer con los migrantes que no pueden recibir y que proceden, en su mayor parte, de una guerra que ya está casi en su quinto año y que supone uno de los mayores fracasos colectivos de Occidente. Estos migrantes sirios, pero también procedentes de Irak o Afganistán, son migrantes de lo que resta de aquello que un día acabó con todos los sueños y con el concepto de seguridad y sus hijos son la mejor arma del Estado Islámico para crear un problema de enormes dimensiones.

Conclusión

Desde hace 4 años y medio, Siria está inmersa en una guerra que parece no tener fin, que ha dejado cientos de miles de muertos y millones de refugiados.

En el conflicto armado de ese país, las cifras de sus consecuencias son devastadoras: 220.000 muertos, 11 millones de desplazados, 3.9 millones de refugiados y 12.2 millones de personas que dependen de la ayuda humanitaria para subsistir.

Ante el auge de la guerra, millones de sirios se han visto obligados a huir. Algunos han llegado hasta Europa, pocos han podido, pero la mayoría se ha instalado en los países vecinos, a la espera de poder volver cuando termine el conflicto. Según datos que maneja Naciones Unidas, más de 3,8 millones de refugiados sirios han sido recibidos en los países vecinos, una enorme carga para Jordania, Líbano, Egipto, Turquía e incluso la propia Irak.

Más de la mitad de los refugiados sirios en Líbano viven en alojamientos precarios e inseguros —con un aumento respecto al año pasado, cuando representaban un tercio del total— y mantenerlos a salvo y protegidos del frío constituye un constante desafío. Asimismo, una encuesta realizada a 40.000 familias sirias en las zonas urbanas de Jordania reveló que dos tercios de los refugiados vivían por debajo del umbral de pobreza absoluta.

Dentro de la guerra civil, la oposición siria por su parte, no ha encontrado medios de acceder a un compromiso o de unificarse sin utilizar el terror. Así el OEI despliega el mismo estilo paranoico y se dirige a las lealtades tradicionales para unificar a la sociedad siria de la misma forma que hizo el Baas. Para tener éxito, se convierte en algo tan nefasto como el régimen que esperaba reemplazar.

Del lado de las fuerzas leales al orden constitucional, la DD.HH de Siria, da cuenta de 45 mil 385 soldados muertos, 29 mil 943 milicianos de las fuerzas de defensa nacional, 640 miembros del Hezbolá chiita libanés y 2 mil 502 milicianos chiitas llegados de otros países.

Por parte de los mercenarios apoyados por Occidente, hay unos 38 mil fallecidos y otros 24 mil corresponden a extremistas extranjeros.

Se destaca la importancia del aporte de las tecnologías de la comunicación desde los inicios de lo que fue la “Primavera Árabe” manejados por juventudes nacionales de los países, quienes fueron los que interpelaron a los obsoletos poderes en vigencia. La información actualizada que disponen las redes en base a la instantaneidad que las caracterizan, han servido para advertir la realidad de esas naciones, tanto como para mostrar en directo la situación de los refugiados en el presente, que a veces las cadenas oficiales de los países no comunican.

Donde hubo colonialismo y con resoluciones parciales o arbitrarias, -caso típico de las naciones del Medio Oriente- ha quedado las heridas de la injusticia que a pesar de casi un siglo del retiro colonial, se sigue repitiendo en el presente con las potencias internacionales enredadas en la crisis siria. No hemos aprendido aún sobre la no intervención en la vida, cultura, religión de otros pueblos? Todavía estamos a tiempo…

Bibliografía

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