Abril 2015
Charlie
Hebdo y la Muerte del Fiscal Nisman.
Modelo
de Terrorismo de Estado Mediante Eventos de Bandera Falsa
(Lecciones
para México)
Por
Jorge Retana Yarto.
Los más
recientes eventos internacionales que han sacudido a las sociedades
nacionales en donde se produjeron, pero también, que han
causado estupor en los ámbitos regional e internacional, son
sin duda: el caso mexicano de la desaparición forzada de 43
estudiantes normalistas y varios heridos y muertos en el caso
conocido como de Iguala-Ayotzinapa; el “atentado
terrorista”
de manufactura islámica a la revista “Charlie
Hebdo”
en París-Francia; y la muerte misteriosa, no plenamente
esclarecida, del “Fiscal
Nisman”
en la Argentina, los cuales son acontecimientos que han cimbrado a
los regímenes políticos involucrados y han introducido
elementos poderosos de crisis política e inestabilidad social,
que aún no se remonta.
Nos
centraremos en los dos casos de corte regional-global que desde
México hemos observado y vivido con conmoción política
y social y con enorme confusión informativa, los cuales se
encuadran en un modelo que los estudios de tales eventos han
denominado: “modelo
de terrorismo de bandera falsa”
(False Flag), y que, sin tener los suficientes elementos analíticos
y las evidencias, no podríamos integrar los hechos de
Ayotzinapa como un caso prototípico de esta naturaleza, no
obstante consideramos que lo que analizaremos sobre la explosión
en la embajada de Israel en Argentina, el ataque a la revista
“Charlie
Hebdo”
y sobre la muerte del “Fiscal
Nisman”,
resultan altamente ilustrativos para nuestra sociedad, para las
fuerzas políticas nacionales, organizadas en partido o en
otras formas, y para la Nación mexicana y su Estado.
En
lo esencial, en la terminología de los organismos y prácticas
de inteligencia y seguridad nacional, del espionaje, la
contrainteligencia, etc., y de las “operaciones
encubiertas”, se conoce a los
atentados o eventos impactantes de “bandera
falsa”, como aquellas
acciones violentas (atentados, asesinatos, desapariciones, etc.)
llevadas a cabo
por gobiernos, corporaciones y
otras organizaciones, diseñadas para “aparecer
como si” fueran llevadas a la
práctica por otras entidades. El nombre se deriva del
concepto militar de: izar colores
falsos para confundir al enemigo en
el campo de batalla, es decir, la bandera de un país
diferente al propio. En la piratería de alta mar hace varios
siglos, se practicaba con regularidad, así como, se usa en la
guerra marítima.
Un
ejemplo clásico o por lo menos muy citado, es el de
ataques terroristas
realizados en algunas ocasiones bajo el diseño de “operaciones
de bandera falsa”, como lo
fueron (hoy, aceptado en forma general) los correspondientes a
la “estrategia
de tensión” (enmarcada
dentro de la acción a nivel europeo desarrollada
por un ejército paramilitar de la OTAN, conocida en Europa
como “Operación
Gladio”),
es por ejemplo, en el que se produjeron varios ataques en sitios
públicos con bombas, durante los años setenta del siglo
pasado (con decenas de bajas), los cuales se atribuían, desde
los gobiernos y los medios de comunicación, a organizaciones
de izquierda, extrema izquierda y anarquistas y
que fueron, en realidad, llevados a
cabo por organizaciones de extrema derecha en cooperación
con servicios
secretos italianos
para favorecer un entorno socio-político de inestabilidad,
confusión y desconcierto social, y para desacreditar a
los movimientos
sociales,
a las fuerzas políticas opositoras en ascenso y
justificar la represión abierta
hacia ellos. El incendio del
Reichstag, en la Alemania nazi, es también emblemático.
Los “atentados del 11 de
Septiembre de 2001” a las
Torres Gemelas, el Pentágono y la Casa Blanca, han sido
conceptualizados por los grupos (cada vez más amplios y en muy
diversas naciones) de “investigación
alternativa”, como “atentados
de bandera falsa”. No lo
trataremos aquí, no obstante su importancia, por razones de
espacio.
Los
casos aparentemente muy disímiles e inconexos, como “los
atentados” a la embajada y el
ataque a la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina),
ambos en Buenos Aires, “los
atentados del 9/11”, “los
atentados de Atocha” en el
subterráneo de Madrid, el ataque a la revista francesa “Charli
Hebdo”, tienen todos una lógica
operativa común, con signos
característicos imborrables en común
e igualmente, evidencias fehacientes
que les hacen ser producto de un
denominador igualitario: “operaciones
encubiertas de bandera falsa”.
Lo diferente son las causas
desencadenantes, los contextos y los propósitos buscados,
pero las grandes similitudes
se aprecian en el manejo
propagandístico y político -mediático, así
como en sus efectos desestabilizadores, de acorralamiento de
gobiernos, de organizaciones políticas, de grupos de países,
etc. Regularmente, por no decir siempre, están asociadas a la
construcción de una “verdad
oficial” millones de veces
repetida, que expresa “conjuras
desde el extranjero” y otras
falsificaciones construidas,
adicionadas o reforzadas con preceptos
o conceptos ideologizados que poco
tiene que ver con los segmentos de la realidad social que prender
describir: “terrorismo
islámico”, “conjura
comunista”, “agentes
manipulados desde el extranjero”,
etc. Aquí, la falsificación
ideológica se conjunta en los hechos violentos, con las
acciones y eventos de “bandera falsa”,
y el resultado son los “enemigos
pre-identificados” contra
quienes hay que enderezar las fuerzas
represivas del Estado.
Y
todo ello es así, porque las
conspiraciones en la lucha por el poder
o por su conservación y ampliación o por la derrota o
aniquilación de los enemigos, son tan viejas como el poder y
la lucha política misma. De allí han surgido muy
diversas teorías conspirativas
que habría que valorar puntualmente y no aceptar
acríticamente, pero tampoco negar a priori.
El
caso argentino relativo a la muerte en condiciones extrañas y
sin que se haya esclarecido legalmente del Fiscal Alberto Nisman (el
otro fiscal habido para este caso de la explosión en la AMIA
fue Marcelo Martínez Burgos), es un proceso muy largo, de más
de dos décadas, con una cantidad de información
inmensa, pero que es necesario tratarlo,
tanto en sí mismo, como en su contexto específico,
determinado por cinco factores de gravitación:
Los
“atentados”
a la embajada de Israel (17 de marzo de 1992) y posteriormente a la
AMIA, el 18 de julio, 1994, con cientos de muertos y heridos y la
destrucción de los edificios respectivos, constituyen
eventos perfectamente relacionados
el uno con el otro y evidencian,
con claridad, una ofensiva
desestabilizadora continua, tomando como objetivo a la comunidad
judeo-argentina, la más
numerosa y poderosa de América Latina, para afectar sus
relaciones con el gobierno argentino en turno, así como con
las relaciones de cooperación científica y
tecnológica sobre transferencias relativas a la energía
nuclear entre éste último país con la
República Islámica de Irán, con accesos a
dicha energía, que desde entonces a la actualidad, tiene dos
grandes (entre muchos más) y muy poderosos opositores: los
distintos gobiernos de EUA e Israel. El primero cada vez más
moderado y el segundo cada vez más radical, pero ambos como
opositores muy activos, con todos los medios a su alcance (salvo el
ataque militar, hasta hoy), incluyendo, los de sus agencias de
inteligencia y seguridad, en un proceso que a nuestros días
no ha terminado y que ha marcado muchos subprocesos y eventos en
Oriente Medio y fuera de dicha región. En ambos casos, desde
el principio, prácticamente hubo “versiones oficiales”
(policíacas) y versiones políticas alternativas (de
otras fuerzas sociales e investigadores).
El
poder, modificado en sus términos pero no debilitado de los
servicios de inteligencia del Estado argentino (Secretaría
de Inteligencia del Estado, SIDE), cuyo titular ha sido miembro
especial del Gabinete Presidencial, que dirigió y gobernó
mediante Decretos y Leyes secretas hasta 2001, pero luego mediante
una nueva Ley de Inteligencia Nacional se volvió un
organismo más transparente y público, que en 2005
creó un Sistema de Inteligencia Nacional (SIN), con cambios
que la transformaron como poder constituido al interior de la
estructura del Estado y que, obligó a transparentar un tanto
más, sus procesos y procedimientos. Pero, conservó un
gran poder heredado del rol que jugó durante la etapa de la
dictadura militar y de la doctrina de Seguridad Nacional de
carácter anticomunista, cuyo enfoque se transformó
con el influjo de la “lucha
antiterrorista internacional”,
y desde luego, con estrechos lazos con organismos como la CIA
estadounidense, que ha conservado hasta la fecha, todo lo cual, le
hizo jugar un papel de gran influencia en el curso de las
investigaciones y procesos ligados a los “atentados”
citados y, a la propia muerte del fiscal Alberto Nisman.
Las
relaciones de los gobiernos argentinos con EUA (incluyendo la CIA),
desde los expresidentes de De la Rúa y Duhalde, pero
particularmente de los esposos Kirchner, por dos razones
fundamentales: el cambio geopolítico en América
Latina y particularmente en América del Sur y, el
alejamiento de tales gobiernos de las políticas estratégicas
de EUA, por su rol dentro del Mercosur y Unasur y sus nuevas
alianzas con China, Rusia, India e Irán.
Las
relaciones del gobierno argentino con Israel -bajo el peso de su
gran comunidad judía- muy inestables y coyunturalmente
cambiantes, dados los “atentados”
mencionados y las posturas impulsadas por Israel diplomáticamente
y mediante sus servicios de inteligencia (el Mossad, su nombre
oficial es “Instituto de
Inteligencia y Operaciones Especiales”),
en la ubicación de los principales “responsables
iraníes” de dichos
eventos, junto con las diversas condescendencias
y resistencias de los gobiernos argentinos
ante dichos procesos.
Finalmente,
el tema de las relaciones políticas cruzadas de EUA, Israel
y la propia Argentina con Irán, incluyendo el espinoso y muy
disputado caso de los desarrollos energéticos nucleares
iraníes: es Raúl Alfonsín quien firma tres
acuerdos para iniciar dicha cooperación en 1987
y 1988, y las primeras entregas de uranio
enriquecido al 19,75% tienen lugar
en 1993. Ojo con esta fecha, que es
intermedia entre ambos “atentados”
en Buenos Aires y que, ha estado a punto de causar, por lo menos
en dos ocasiones, un “ataque
militar preventivo” de Israel
contra instalaciones iraníes (a finales del segundo gobierno
de George W. Bush, y más recientemente durante el gobierno
de Barak Obama), con quién el gobierno israelí de
Benjamín Netanyahu ha terminado por distanciarse en forma
relativa, ante los acercamientos, en la búsqueda de una
solución diplomática negociada (acompañado por
la UE) al tema del acceso de la energía nuclear iraní.
Este
haz de macro factores
ha gravitado durante todo el proceso, desde mi punto de vista, por
todo lo involucrado. Se volvió claramente un asunto
de Estado, el cual desembocó
en la muerte no aclarada del fiscal, que había preparado una
acusación judicial contra la Presidenta Cristina Fernández,
especialmente por presunto
encubrimiento a los autores del atentado contra la AMIA
y quién iba a comparecer ese día en la comisión
respectiva del Congreso y finalmente no llegó, porque fue
encontrado muerto en su apartamento.
También
quiero establecer, aunque no puedo tratar el tema mas que de la
manera como voy a afirmar a continuación, considero que el
gobierno argentino de dicha presidenta, ha venido resintiendo
el acoso y una ofensiva sostenida interno-externa para provocar un
debilitamiento de sus bases sociales de apoyo, una deslegitimación
política, una inestabilidad socio-política aguda y un
cambio de régimen en el próximo proceso electoral, es
éste un proceso objetivo, con muchas evidencias, más
allá de lo que cada quién pueda pensar de las
orientaciones políticas y doctrinarias de su gobierno.
Observemos cómo, a las maniobras cambiarias contra el peso
argentino que provocaron devaluaciones y fuertes problemas
macroeconómicos, le siguió la presión
internacional y regional sobre ellos, al tema de los “fondos
buitre” y la deuda externa
argentina. Luego, se intensificó la cuestión de la
acusación judicial (se aceleraron los tiempos) y, en pocos
meses se produjo la muerte del fiscal Alberto Nisman, en la cual, por
la evolución interna de sus causas y revelaciones, evidencias
encontradas y consensos –incluso judiciales- logrados,
disminuyó el clima adverso a dicho gobierno y a su titular en
el ejecutivo. Pero, se ha dado paso a una nueva embestida de los
grandes agricultores exportadores (creo que es la tercera), para
confrontar a su gobierno con demandas diversas. No desean darle
descanso. Igualmente, están los desplantes seductores desde el
Pentágono a su ejército, hoy ligado al comando militar
de la Unasur, etc., en un contexto donde es Argentina la Nación
con mayores reservas de gas y petróleo shale o esquisto del
subcontinente latinoamericano y que es entonces evidente, dicho
proceso de acoso a la ofensiva.
Regresando
al tema de los “atentados”,
casi desde el principio de ambos, se decantaron dos posturas
fundamentales que subsisten hasta la actualidad:
2.1
En primer lugar, desde su inicio, ambos eventos se consideraron sin
elementos probatorios sólidos como “atentados
terroristas” con “agentes
suicidas” y “carros-bomba”.
Se realizaron tres
investigaciones en paralelo llevadas adelante por el Mossad
(servicio de inteligencia israelí), el FBI y
la Corte
Suprema de Justicia (CSJ) de la Argentina.
En el caso de la Corte, la investigación pasó por
cuatro jueces de instrucción y varias conformaciones
diferentes del tribunal. Durante los primeros años, estuvo
liderada por Ricardo Levene Jr., quien impulsó la teoría
de que la embajada había sido
destruida por una implosión
(la detonación se produjo dentro del inmueble) lo cual
modificaba mucho sobre el tema,
como puede fácilmente deducirse. Alfredo
Bisordi, como secretario penal de la CSJ, como instructor de la causa
judicial en ese momento, afirmó conclusivamente algo casi
igual, en cuanto que el artefacto
explosivo (no un carro o furgón, como se dijo) había
entrado al inmueble diplomático aprovechando la obra de
construcción que se estaba produciendo allí y que
efectivamente, se trataba de una implosión,
pero, con esa explicación. Tales conclusiones, fueron
desacreditadas por la Gendarmería y el Cuerpo de Bomberos, en
1992, al establecer la existencia de un cráter externo al
inmueble, frente al portón, como epicentro de la explosión.
Testigos cercanos al lugar el día del evento, confirmaron la
existencia del cráter, pero otros no. Se trata de una
controversia judicial-policiaca muy
grande en un punto toral: las evidencias físicas de un posible
atentado de esa magnitud.
Hacia
el año 1997 la
causa fue encomendada a Esteban Canevari (entonces, secretario
judicial). Su investigación determinó que la explosión
se debió a un coche-bomba y que el gobierno de Irán era
el responsable político del ataque y que, el coordinador había
sido Imad
Mugniyah,
líder de Hezbollah. Aquí,
ya el caso y las conclusiones de la investigación dan
un salto tremendo: hay un responsable identificado y el curso del
proceso se modifica radicalmente por sus implicaciones políticas
internacionales. La conclusión
quedaba atada a un hecho fundamental
explicativo: se trataba de un acto
de venganza
siria,
como una forma de castigar
la ruptura de los negocios con el régimen de el-Assad,
cuando el entonces Presidente Saúl Menem, abandona el proyecto
de la construcción de misiles
Condor II
conjuntamente con Argentina y del otorgamiento de la tecnología
necesaria para construir una central nuclear, por lo que el gobierno
de Damasco, enfurecido, idea y realiza el atentado con Hezbollha
como brazo
ejecutor.
Ésta ya era una conclusión
funcional o idéntica a la de los servicios secretos israelíes
del Mossad y a las posturas policiales del FBI y diplomáticas
del gobierno estadounidense. La
geopolítica sacaba del contexto
interno la problemática y la insertaba en la esfera de las
disputas internacionales-regionales del Oriente Medio,
de sus actores fundamentales.
Otra
postura, a manera de hipótesis al respecto, fue
que podría haber sido un ataque en venganza
por el asesinato
del jeque Abbas
al-Musawi,
jefe militar del Hezbollah libanés,
y su familia (realizado por el Mossad). Los investigadores
sospecharon que la operación contra la embajada israelí
podría haber sido ejecutada por un grupo de pakistaníes y
coordinada por Moshen
Rabbani,
quién se desempeñaba como el encargado cultural de la
embajada de Irán en Buenos
Aires.
Años más tarde, este último fue detenido en
Alemania, pero luego fue liberado por falta de pruebas.
Reforzando las posturas anteriores del “atentado
terrorista de hechura musulmán”,
en febrero de 2008, un
juez federal de EUA condenó
a Irán a
pagarle más de $33.0 millones USD
a la familia de una de las víctimas del “atentado”,
el diplomático israelí David Ben-Rafael.
Y en marzo de 2010, el embajador
de Israel en
Argentina, Daniel Gazit, declaró al diario
Perfil que
Israel eliminó por su cuenta
a los sospechosos
del atentado a la embajada. (!!)
Y efectivamente, por ejemplo, Imad
Mugniyah
(de origen libanés),
líder militar de Hezbollah fue asesinado en Damasco, capital
de Siria, el 12 de febrero de 2008.
(http://elpais.com/diario/2008/02/14/internacional/)
En realidad, se le atribuyeron los dos “atentados”
en Buenos Aires, entre otros más. Al momento, el Mossad negó
la autoría de la ejecución (en realidad, fue una
operación conjunta con la CIA, según The
Washington Post)
(http://www.lanacion.com.ar/1764876-la-cia-y-el-mossad-socios-en-un-atentado).
Pero luego, el embajador en Argentina, antes citado, la aceptó.
Y en tono de burla agregó: “ya
están junto a las 72 vírgenes”
(http://www.perfil.com/contenidos/2010/
),
refiriéndose
a los ejecutados.
Una
acotación informativa sobre el Mossad: los grupos o células
dentro de dicho organismo llamados kidom
(quiere decir, “daga”),
son los especialistas en asesinatos mediante cualquier modalidad,
incluyendo el uso de gases nerviosos o vía “operaciones
secretas”, por lo que a dicho
organismo, lo refieren distintos analistas también como el
“verdugo mundial”.
Ello, porque su primer director, Méir Amit, definió así
dicha función:
“No
se matará a líderes políticos, por muy
extremistas que sean. Se tratará con ellos políticamente.
No se matará a familiares de un terrorista a menos que estén
implicados directamente en terrorismo. Cada ejecución
necesitará de la autorización del primer ministro. En
consecuencia, una ejecución no será un asesinato
patrocinado por el Estado, sino una sanción judicial
definitiva del Estado. El asesino no será distinto del verdugo
nombrado por el Estado” (Thomas
y Dillon, “El Espía del Mossad”, Ediciones B,
2004, p. 27).
2.2
Del lado disidente, se cuestionó desde el principio la no
existencia de las evidencias indispensables como
sustento de las afirmaciones posteriormente hechas: el “cráter”,
el “carro-bomba”
o el “furgón Ford F-100”
introducido (se sostiene que fue “plantado”)
y la solidez de las bases para culpar al presunto grupo
iraní-sirio-libanés, y al personal diplomático
iraní en Buenos Aires, como planeadores
y ejecutores del evento criminal.
Curiosamente, el día del atentado, no
había funcionarios en la embajada,
sólo personal operativo. Se afirmó también que
las presiones diplomáticas eran muy fuertes desde Israel y
EUA, y que el ex Presidente Menem había cedido a ellas y
empatado el criterio de su gobierno en cuanto a la conjura
y ejecución del evento. Que el
Mossad se había instalado muy sólidamente en Argentina
desde el gobierno militar del general Videla, con una fuerte relación
con el SIDE argentino, y que se trataba de un auto-atentado
para bloquear las relaciones Argentina-Irán-Siria por
razones de geopolítica regional,
y en razón de los enfrentamientos en Oriente Medio, es decir,
se alineó a la Argentina con la
política estratégica de EUA-Israel sin evidencias
serias al respecto, ni judiciales,
al grado que en la investigación relativa al cráter,
por ejemplo, el fiscal de instrucción Levene Jr., recurrió
a tres ingenieros de la Universidad de Tucumán, que mediante
un modelo matemático y de estructuras, concluyeron que la
explosión fue dentro del edificio.
Eso contradecía los peritajes realizados por la Policía
Federal y la Gendarmería, en especial, del comandante de esta
última fuerza, Osvaldo Laborda. No obstante, la cuestión
fue zanjada en una audiencia pública en la que los integrantes
del máximo tribunal se convencieron entre sí de la
utilización de una “camioneta
bomba”,
sin que tampoco ésta haya sido presentada en sus restos por
nadie: “(…)
el
fallo en el que se sostiene la mecánica del atentado llama la
atención: las voces autorizadas que aparecen mencionadas son
las de dos expertos antiterroristas, que todo indica fueron aportados
por la SIDE. Uno, israelí, Ariel Merari; el otro,
norteamericano, Bruce Hoffman, de la Rand Corporation norteamericana.
Son ellos los que mencionan a Hezbollah. Daba la impresión de
que Estados Unidos e Israel ya jugaban su partido.”
(http://www.contrainfo.com/13568/cosa-juzgada-que-no-fue-juzgada/).
El Presidente de la CSJ Ricardo Lorenzetti lo expresó así:
“ (….) hubo
una sentencia de 1999 que determinó la materialidad y la
imputabilidad del hecho. Se encontró culpable al grupo
Hezbollah. Es cosa juzgada”.
La sentencia se dio 7 años después. El
propio Dr. Alfredo Bisordi, instructor judicial de la causa, declaró
posteriormente, varias cuestiones fundamentales para desentrañar
la trama subyacente: “USA,
‘prohíbe’ a la justicia argentina investigar la
pista Israelí; el
FBI presiona ¿amenaza? a un juez argentino;
-un
juez (…) denuncia la coacción norteamericana y la
manipulación de pistas por parte de funcionarios israelíes.
El
9-3-2002, la Revista Noticias, publicó un reportaje al juez
Alfredo Bisordi, magistrado que trabajó en la Corte Suprema,
investigando el atentado a la embajada de Israel.
Sobre
lo que muchos llaman el " automóvil bomba plantado en la
escena", el Dr Bisordi ratifica la irregularidad: "cuando
secuestraron el motor... lo hicieron sin acta de secuestro y con
testigos de la misma fuerza". Como si esto fuera poco, el juez
refiere que "ningún testigo -de los cientos que estaban
en la escena, decimos nosotros- vio esta supuesta camioneta". Y
remata diciendo: Había
que seguir la pista que querían los funcionarios de la
Embajada de Israel" (Dr. Abudara, Bini Oscar,
http://mamanga.blogspot.com.ar/2005/12/marines-fbi-y-el-mossad)
Por
ello, los “investigadores
alternativos” indicaron con
insistencia que en la revisión del expediente de la causa, “no
se averiguó nada: ni quién entró al país
para cometer el atentado, ni quién compró la camioneta
con la que supuestamente se perpetró el ataque, ni de dónde
salieron los explosivos, ni quién tuvo la camioneta en los
días previos al atentado, ni quién la manejó
hasta (las calles de..) Arroyo y Suipacha, ni quiénes
sirvieron de apoyo a la masacre”.
En suma, una cosa juzgada que no se
juzgó, pero se precisó
después que “la
investigación continúa.”. Es
cosa juzgada,
pero realmente, no juzgada,
ni tampoco es causa cerrada.
Pero
no denunciar en el curso del proceso, sino varios años
después, off the record,
las presiones y desviaciones políticas
extranjeras y de carácter injerencista en una causa judicial,
fue un verdadero encubrimiento
del Poder Judicial argentino, dice también el notable
investigador alternativo Dr. Oscar Abudara Bini, quien sostiene
además que el Dr. Néstor Kirchner, entonces Presidente
y Jefe de Estado, lo reconoció en un discurso ante la ONU
(2005), lo cual verificamos nosotros, al afirmar que habían
existido maniobras de encubrimiento durante el proceso esclarecedor
de los eventos criminales de la embajada de Israel y de la AMIA,
(http://blogs.hebreos.net/internetjudia/?p=196),
cuando además, reclamó la falta de colaboración
de Irán en todo el proceso judicial, ante el reclamo de
Interpol por 7 ciudadanos iraníes “involucrados”.
Había una rogatoria judicial argentina con relación a
ellos, que Kirchner solicitó a Irán atender.
2.3
Sobre el caso de la destrucción de la AMIA mediante otro
evento y criminal “atentado” más cruel sangriento
y destructivo que el anterior, se desarrolló en una dinámica
del mismo tipo: dos investigaciones con contrapuntos muy fuertes en
sus desgloses y conclusiones, así fuera preliminares.
2.3.1
Una versión sobre los hechos insistió desde las
primeras horas y días, al ligar el evento al mismo grupo
político y para-militar de inspiración
yihadista-islámica, a Hezbollha y al gobierno iraní con
la complicidad del gobierno sirio: es un atentado terrorista dirigido
contra Israel teniendo como objetivo a la poderosa comunidad
judío-argentina, rezaba la “historia
oficial”, es decir, contada
desde el gobierno y difundida masivamente. Parecía, de ser
cierto, una provocación monumental y una torpeza infinita. Se
responsabilizaba ahora a Ibrahim Hussein Berro, supuesto militante de
Hezbollha, quién se desligó del evento y aclaró
que dicho miembro de su organización había muerto
tiempo atrás en un enfrentamiento con el ejército
israelí. Sin embargo, en esta coyuntura, se involucró
también al propio Presidente Saúl Menem por sus raíces
sirias y a su hermano Munir Menem, entonces embajador de Argentina en
Siria.
Los
investigadores del Mosaad expresaron
que habían encontrado “pruebas
preocupantes” que contradecían la opinión del
Ministerio de Asuntos Exteriores acerca de la culpabilidad de Irán
y el Hezbolá, y pusieron la lupa sobre Monzer al Kassar, un
veterano traficante de armas y drogas cuyo círculo de amigos
abarcaba desde Oliver North hasta Abu Nidal. Nueve meses antes del
atentado, un noticiario de televisión de Damasco mostró
al hermano del presidente (…) filmado en conversaciones con
Al Kassar. Poco después del atentado, Munir fue trasladado a
Buenos Aires. El equipo del Mossad no había podido descubrir
el por qué."
(http://www.phamtoi.com/amia-el-fraude-sionista-en-argentina/).
Esta
controversia se mantiene en términos generales así,
hasta que en el año de 2002, se produce un quiebre
importante, conforme a lo que el Dr.
Juan Gabriel Labaké, (ex diputado al Congreso argentino, en su
libro “AMIA-Embajada, ¿Verdad o Fraude?”,
Editorial Reconquista, 2012), afirma en dicho estudio de los casos,
que son cuando EUA presiona al Presidente Duhalde para que se retome
la “conexión iraní”
mediante un Memorándum,
acompañado de un Informe sobre
el caso preparado por la CIA y en el que participó también
el Mossad, en el que se recibe y traslada a presidencia, la SIDE
(inteligencia argentina), y en el cual el gobierno de entonces,
acepta en sus términos para que se nombre al titular de la
SIDE, al Ing. Antonio Stiusso, como encargado de la investigación
del caso AMIA. Posteriormente (2004), los propios representantes de
la AMIA, sobre esta base (informe con conclusiones y nombramiento),
le piden al juez Rodolfo Canicoba Corral, quién tenía a
su cargo judicialmente la investigación del caso AMIA, que
nombre al fiscal Alberto Nisman en calidad de “juez
instructor delegado” (rango
superior a un fiscal, casi un juez instructor) para dicha causa, y
quién prepara, poco tiempo después, un dictamen de 800
páginas (2006) en el cual concluye que son Irán-Hezbollha
los responsables del “atentado
terrorista contra la AMIA”, y
exhortando al gobierno de la República Islámica de Irán
para que extradite al funcionario involucrado en dicho crimen. A la
vez, remite una copia del dictamen, a lo que Irán contesta un
año y medio después (2008), negándose a hacerlo
argumentando que no aprecian una sola
prueba que inculpe con verdad al
entonces funcionario cultural de la embajada de Irán, ya que
el soporte de ello se remite al testimonio de 12 “terroristas”
(iraníes y prófugos de Irán (!!!)
reconocidos como tales por la Unión Europea y EUA
(pertenecientes a una organización, ciertamente terrorista,
llamada “Mujaidínes del
Pueblo”), negándose a
aceptarlo como “prueba de
cargo”, señalando que
eso no puede ser tal, en ningún tribunal del mundo. El propio
autor narra que él pide directamente al Dr. Alberto Nisman que
responda a Irán y aporte las
evidencias de prueba (él era
abogado postulante de un inculpado en Argentina por sus raíces
sirias), lo cual nunca hace, aduciendo distintas causas. Todo, fue
escuchado en un programa televisado en Argentina
(http://www.phamtoi.com/amia-el-fraude-sionista-en-argentina/)
Es el primer gran fracaso jurídico del Dr. Nisman dados los
condicionamientos políticos a los que, pareció, haberse
sometido, de manera que la causa queda
paralizada, porque Irán pide
pruebas fehacientes y no se las envían, entonces se paraliza,
se estanca el proceso.
Casi
resumiendo las controversias en torno al caso, recientes artículos
de WikiLeaks,
basados en una gran cantidad de documentos clasificados y revisados,
confirman que la investigación en torno al atentado estuvo
fuertemente influenciada por Estados Unidos.[]
Plantean tres hipótesis, dos que hemos expuesto
(responsabilidad de Siria e Irán) y una tercera menos
trabajada por nadie: “la
conexión de la policía bonaerense”;
curiosamente, no considera la opción del atentado de bandera
falsa desde el exterior:
y esta presunta conexión
de la policía
bonaerense”,
como posible eje del ataque a la AMIA, es investigada por el Juez
Juan José Galeano, pero cuyas causas de su posterior
destitución, provocó la plena incredulidad hacia dicha
línea de investigación. En el 2005 el presidente
Néstor
Kirchner
llamó a estas investigaciones incompetentes sin resolver, como
una “deshonra
nacional”.
El juez citado quedó involucrado –mediante diversas
declaraciones- en la siguiente historia:
“Después
del atentado contra la AMIA, una de las claves de la pesquisa estaba
en la camioneta que se usó como coche-bomba. El motor de ese
vehículo figuraba a nombre de Carlos Telleldín, un
armador de autos truchos muy allegado a hombres de la policía
bonaerense. De entrada, Telleldín dijo que le vendió la
camioneta a un desconocido que le entregó un documento falso a
nombre de Ramón Martínez. La historia era frágil
porque el supuesto comprador prácticamente no se había
llevado ninguna documentación para andar con la camioneta. Dos
años después, el 6 de julio de 1996, Telleldín
volvió a declarar y dijo que la anterior historia que contó
fue falsa y que en verdad la camioneta se la entregó a un
grupo de policías bonaerenses que lo extorsionaban pidiéndole
dinero a cambio de no meterlo preso. Como estaba sin plata, entregó
la camioneta. Tras esa declaración, el juez Galeano ordenó
la detención de los policías (…) Telleldín
cobró en dos cuotas para hacer la declaración. La forma
clandestina en que se hizo el pago es lo que más compromete a
la secretaría y a su entonces jefe.”
(http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1)
Lo
que se cobró fueron $400,000 USD, parte de los fondos
reservados para operaciones de inteligencia,
y el entonces jefe de la SIDE, Hugo Anzorregui (durante el gobierno
de Saúl Menem), declaró, que desde dicha secretaría,
había puesto el dinero a disposición del Juez Galeano
porque él tenía el control judicial de la operación,
por lo tanto la modalidad no
oficial del pago
al “falso
testigo”
quedó como responsabilidad
del Juez.
Hubo una
operación
clandestina de pago
a un imputado a
cambio de un testimonio
que comprometió a otras personas con el atentado. Esa maniobra
fue ilegal,
de principio a fin, porque se hizo en forma
clandestina e incorporó testimonios falsos, desnaturalizando
toda la investigación y la validez judicial de cualquier
conclusión posible.
Sin
embargo, para un analista como Santiago O’Donnel, lo que
revelan de fondo los documentos aparecidos en WikiLeaks (clasificados
unos, y otros secretos, sobre AMIA), es la
enorme subordinación del Fiscal Nisman ante las autoridades de
la embajada y del gobierno estadounidense:
“Los
cables reflejan una y otra vez la falta de independencia del fiscal
frente a la embajada de los Estados Unidos (…) Dicha conducta
incluye adelantarle a la embajada medidas judiciales, tanto de la
fiscalía como del juzgado, que entiende la causa AMIA, llevar
borradores de resoluciones a la embajada para ser corregidos hasta
conseguir la aprobación”. Pero igualmente, “le
expresaban en privado dudas sobre la marcha del expediente, pero
evitaban que esas dudas se hicieran públicas, para no
debilitar la propia causa.”
(http://periodicotribuna.com.ar/16274-nisman-amia-wikileaks)
En
realidad, la espina dorsal de las conclusiones que enviaron la
CIA-Mossad (2002), y que asume puntualmente con agregados la SIDE
argentina, en lo fundamental sostiene el Fiscal Alberto Nisman (desde
2006), que es la construida durante los gobiernos de Saúl
Menem, con énfasis en Irán y no en Siria, la cual
luego, desaparece como sospechosa.
Posteriormente
vienen dos cuestiones, igualmente
controvertidas: los cancilleres de
ambos países (de
Argentina y de Irán, Héctor Timerman y Ali Akbar
Salehi, en la ciudad de Adis Abeba, Etiopía)
deciden firmar un Memorándum
de Entendimiento (27 de Enero, 2013)
cuyo eje principal es crear una “Comisión de la Verdad”.
Al respecto se informa en el documento que: “La
Comisión estará compuesta por cinco (5) comisionados y
dos (2) miembros designados por cada país, seleccionados
conforme a su reconocido prestigio legal internacional. Éstos
no podrán ser nacionales de ninguno de los dos países.
Ambos países acordarán conjuntamente respecto a un
jurista internacional con alto standard moral y prestigio legal,
quién actuará como presidente de la Comisión"
(http://www.rionegro.com.ar/).
Es
decir, una estructura mancomunada con
juristas internacionales, lo cual
comentó la Presidenta Cristina Fernández en su tuit
diciendo que: “después de
casi 19 años… se logra por primera vez, un instrumento
legal de derecho internacional entre Argentina e Irán para
avanzar en el conocimiento y la verdad sobre el ataque terrorista del
18 de julio de 1998”. Y agrega:
“se garantiza el debido proceso,
principio fundamental del derecho penal internacional”,
y calificó como “histórico
el acuerdo”.
Resulta
evidente que como producto de este acuerdo, hay
dos grandes trastocados y marginados:
la “verdad jurídica”
construida por Alberto Nisman, y la propia función de
investigar y llegar a conclusiones válidas del fiscal mismo en
una Unidad Especial dependiente de la CSJ. De aquí arranca la
posterior acusación de “encubrimiento”
contra la Presidenta y su canciller, ya que este acuerdo y su
resultante principal (la Comisión) se consideró una
forma de proteger
a los “responsables hallados”
por el Fiscal Nisman. El
Grupo de Acción
Política por la Unidad,
representado por los diputados nacionales Patricia Bullrich y Eduardo
Amadeo, manifestó que, compartir la investigación con
Irán implicará "colocar
al victimario en el rol de investigador de su propio delito".
Es “una afrenta a las víctimas”,
dijeron, y agregaron: “una vez
más, el gobierno argentino, niega, desconoce y subestima la
justicia”,
(http://www.rionegro.com.ar/).
De esta manera se rompió el
impasse en que había entrado
el proceso judicial. Discutible, pero derivar de allí, una
acusación penal a la Presidenta por “encubrimiento”
que pareció completamente desproporcionado y riesgoso.
Analícese
el siguiente comentario: “Horas
después de que Nisman presentara la denuncia contra la
presidenta Cristina Fernández y el canciller Héctor
Timerman, entre otros, Canicoba Corral cuestionó al
fiscal por incurrir "en irregularidades"; lo
acusó de montar "una
investigación paralela", y
puso en duda la "fehaciencia"
de dicha presentación.
Además, afirmó que hubo
"una desviación" en
la investigación y sostuvo que
"los conducidos resultan ser los conductores y el que debía
haber conducido resulta ser conducido él", en
referencia a la relación que Nisman tenía con los
servicios de inteligencia”
argentino y externos. Lo afirma quién
le dio el cargo que ostentaba Nisman
(!!).
A la muerte del fiscal Dr. Alberto
Nisman, el periodista Christian Sáenz presentó otra
demanda contra la Presidenta Cristina Fernández; y el jefe del
Gabinete Aníbal Fernández, contra el Secretario de
Seguridad Nacional Sergio Beni; y la Procuradora de Justicia
Alejandra Gils Carbo, por el presunto encubrimiento de la muerte del
fiscal Nisman a partir de desarrollar una serie de acciones para
entorpecer las investigaciones. Fue rechazada por el Juez Federal
Ariel Lijo, tras el dictamen al respecto del fiscal Diego Iglesias,
quiénes la desestimaron por “inexistencia
de delito” de dicha demanda.
(http://www.eldia.com/el-pais/desestiman-denuncia-contra-cristina)
Para
una analista como Stella Caloni, todo el proceso que concluye con la
muerte del fiscal no sólo evidenció las maniobras de
EUA e Israel, sino que sus agencias de inteligencias terminaron
controlando externamente el proceso investigador y sus conclusiones.
Esto es inaceptable en cualquier país, y refiriéndose a
la muerte de Nisman, dice: “Este
hecho aparece como un eslabón más de un golpe en
desarrollo, en el que participan un sector del aparato judicial
argentino, la oposición, los medios masivos de
comunicación junto a la CIA (Agencia Central de Inteligencia)
y el Mossad, de Estados Unidos e Israel respectivamente. Para
entender esto hay que entender de qué se trata el caso AMIA y
conocer las graves irregularidades cometidas con la entrega
en la década de 1990 de la investigación a los
servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes, que
operaron conjuntamente con el grupo de la Secretaría de
Inteligencia del Estado (SIDE) de Argentina.”
(http://www.voltairenet.org/article186984.html)
Aún
si todo esto es verdad, como todo indica que lo es, las preguntas
fundamentales son: ¿Por qué murió Nisman?,
¿quién lo deseaba muerto? Y ¿por qué? O
¿para qué?
2.3.2
La muerte aún no aclarada del fiscal Alberto Nisman, famoso
internacionalmente por haber enderezado una demanda penal contra la
Presidenta de la Argentina Cristina Fernández, el día
que debía comparecer ante una Comisión del Congreso
para esclarecer los términos y fundamentos de su demanda
penal, ésta está rodeada de varios factores de
análisis, como resortes para su más probable
entendimiento, dentro de los cuales destacan los siguientes:
Si
los soportes jurídicos de los cargos contra los gobiernos
iraní y sirio, contra los supuestos terroristas que ellos
encubrían, eran tan débiles y, lo mismo sucedía
con la denuncia penal contra la Presidenta Cristina Fernández,
como lo indican los más diversos analistas, incluso juristas,
entonces ¿cuál era la persistencia de continuar con
algo que no tenía perspectiva judicial sólida? Y si lo
más probable es que sería abortada en una instancia
superior o, que sería barrida argumentalmente y en su
fundamentación jurídica por la Comisión del
Congreso, en cuanto se discutiera directamente aquéllas con
el propio Fiscal Nisman, ¿cuál era la racional
jurídica y judicial de dicha persistencia?
Por
lo tanto, si no había una plena racionalidad jurídica,
la lógica discursiva-procesal asumía una racionalidad
esencialmente política, opositora. Realmente, el caso había
sido llevado a un “callejón
sin salida” por el propio
Fiscal Nisman y por quienes actuaban como aliados y conductores
estratégicos. Les quedaba muy poco espacio de tiempo, muy
poco de impulso y margen de maniobra. Personalmente creo que aquí
hay que ubicar la probable lógica de la muerte del Fiscal,
pues ni la causa ni él daban ya para más, ni para sí
mismo, ni para sus aliados. A pesar de que como se apreció
tras su muerte, una parte importante del aparato judicial (lo que la
Presidenta Fernández llamó “el partido
Judicial”) simpatizaba con su causa, pero la simpatía
no genera evidencias judiciales contundentes para un proceso o
ataque de la envergadura del que estaba intentando. Ésta es
la gran diferencia entre los ataques políticos e ideológicos
de los procesos judiciales.
Otra
hipótesis más, es que vistas las declaraciones
públicas del Juez Rodolfo Canicoba Corral (líneas
atrás presentadas, y quién promocionara al cargo que
ostentaba al Fiscal Nisman), descalificando la solidez de la
fundamentación jurídica y las formas políticas
bajo las que se había conducido el propio fiscal, de la
acusación contra la Presidenta Fernández (finalmente
desechada como veremos por la misma causa estructural), hay indicios
sólidos para pensar que el Fiscal Nisman podía
ser destituido de su encargo en los
días previos o posteriores a su comparecencia ante la
Comisión del Congreso, por las graves debilidades y omisiones
que contenía su trabajo. (Vean la entrevista televisiva a
Horacio Verbitsky, www.youtube.com/watch?v=ZYKIIvLfvCE)
De tal manera que su muerte interrumpe cualquier hecho posible de
esta naturaleza y cambia la dirección
y los contornos del proceso haciéndolo eminentemente
político, pero sólo en
la superficie y desde la simplicidad, el propio régimen de
Cristina Fernández aparecería como el más
interesado en su desaparición cuando, dadas las debilidades
manifiestas y por tantos analistas y juristas señaladas de la
acusación penal, sería lo más absurdo de pensar
o intentar hacer, porque evidentemente quién resultaría
más lastimado en su legitimidad, sería el propio
gobierno en turno. Ésta parece ser, también
hipotéticamente, una vía plausible: generar una
victoria política con su muerte cuando la derrota jurídica
y propiamente judicial se había producido parcialmente (con
la firma del Memorándum de Entendimiento y la formación
de la Comisión de la Verdad con Irán) y podía
convertirse en un fracaso completo, en un verdadero desastre.
Los
detalles del escenario en su apartamento en donde se encontró
su cadáver (puertas cerradas, entrada secreta, sus últimas
comunicaciones por wats, el diálogo minutos antes con la
diputada Patricia
Bullrich, que ella misma ha mencionado, y otros muchos más),
y la propia aparente “precipitación” de uno de
los funcionarios de la SIDE, para declarar al momento que había
sido “un
suicidio”
sin ninguna prueba pericial ni de otro tipo, no parece una torpeza
de alguien calificado para procesar tal tipo de eventos, sino un
intento de “marcar
línea”,
de “inducir
conclusiones”
desde el inicio. Pero, el problema es que ello se entendió
como proveniente de alguien cercano a la Presidenta Fernández
(por ser una de las secretaría del Poder Ejecutivo), pero, en
la última década –por lo menos, y por lo que
pudimos reconstruir de su actuación— la SIDE no parece
haber actuado institucionalmente, sino con márgenes anchos de
autonomía y en estrecha coordinación con agencias
extranjeras de inteligencia, CIA y Mossad. (Vean las interesantes
declaraciones del Dr. Labaké,
www.youtube.com/watch?v=bBV5QtB-pns).
Escuchen en dicho programa de televisión la aseveración
del Dr. J.G. Labaké que es contundente: la muerte del Dr.
Nisman “tiene
el sello de la CIA”,
“es
la primera sospechosa”
de ello, dicho por un ex parlamentario, reconocido jurista
argentino, políticamente no oficialista. ¿Por qué?
Y responde: “porque
era un testigo molesto”,
“porque
les servía más muerto que vivo”
(mismo video).
El
día en que
precipitadamente regresa a la Argentina el Dr. Nisman (12 de enero,
2015), estaba de vacaciones en España con su hija, y por la
premura de su regreso, deja a su hija en el aeropuerto varias horas
en espera de poder abordar un vuelo de regreso a la Argentina (lo
que no parece usual en nadie), quién lo recibe afectuosamente
y carga sus maletas. Es –han dicho quienes lo conocían
e identifican- un miembro precisamente de la inteligencia del Estado
(“Martín”),
de la SIDE, de otra manera no habría podido pasar para
encontrarlo hasta el área de migración, sino haber
esperado en la sala exterior respectiva, lo cual se revela, conforme
al video recuperado en el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires
(www.youtube.com/watch?v=hVfC8vIqBfQ).
Uno
o dos días después de su llegada, ingresa la demanda
contra la Presidenta Cristina Fernández. Tampoco es casual que
dicha Presidenta pidió la renuncia de toda la plana mayor de
los directivos de inteligencia y, luego de la muerte del fiscal,
produce una nueva reforma muy importante de estos servicios del
Estado: jubila a Jaime Antonio Stiusso, secretario de la SIDE desde
los años 70, para barrer de una vez por todas, la cultura,
prácticas e intereses del personal de inteligencia cuyo origen
es de la etapa de la dictadura militar, con su estrecha imbricación,
funcional, conveniente en sí misma, con el aparato judicial;
relación llamada por el propio Horacio Verbitsky como una
“relación promiscua”
entre ambos, en lo cual dicho analista localiza muchos de los
avatares, vicios, suciedades y distorsiones de las investigaciones.
Tampoco
olvidar que un día antes de presentar formalmente la denuncia,
recibe de manos de un colaborador muy cercano, de toda su confianza,
el arma calibre 22 en su propio domicilio (y que presuntamente, le
causó la muerte, cuando por su trabajo tenía dos armas
registradas y a su disposición en el RENAR, Registro Nacional
de Armas). Su nombre es Diego Lagomarsino, quién afirma que
entregó al fiscal el arma a solicitud, “por
razones de seguridad”.
Cuenta luego una jueza que habló con él, y ella relata
la conversación al Diario Página 12, que la razón
de Nisman para tener una pistola es porque le había llamado
Jaime Stiusso (secretario de la SIDE) y le advirtió que “se
cuidara de sus custodios y cuidara la seguridad de sus hijas”.
Pero ante la autoridad competente, lo negó. Todo lo anterior,
lo catapulta como el
testigo más importante
de
la causa sobre la muerte de Nisman.
(https://www.youtube.com/watch?v=T1DKCCyjZnY).
Es
aguda la declaración de la Presidenta Fernández,
pensando en toda la información que tiene un Jefe de Estado:
“la
operación contra el gobierno, no era la denuncia, la verdadera
operación era la muerte de Nisman una vez presentada la
denuncia”.
Y pregunta: ”¿Estaba
pensada para el curso de la campaña presidencial?”
(Ídem,
www.youtube.com/watch?v=T1DKCCyjZnY).
Entonces, agregamos nosotros, ¿por qué muere antes?
Esto y mucho más, es parte de una intrincada trama con
elementos de sospecha interminables. Esperemos la resolución
final del Fiscal y la controversia.
¿Es
Nisman un Fiscal utilizado para fines políticos en Argentina y
en la geopolítica latinoamericana y de Oriente Medio? ¿Se
dejó utilizar por prebendas inconfesables o tenía su
propio juego político? ¿A punto de ser descalificado en
su “trabajo profesional”
y exhibido en su abyección política ante los servicios
de inteligencia de dos Estados extranjeros? ¿Es víctima
de la truculencia de la política argentina, de sus disputas
por el poder? ¿Hay otra posibilidad interpretativa más
sólida? ¿Con qué evidencias? En uno de los
últimos wats que Nisman envía, afirma: “Me
juego mucho en esto. Todo, diría. Pero siempre tomé
decisiones”. Allí están
planteadas las múltiples interrogantes. Faltan aún
demasiadas respuestas. Creo que la clave es la
razón o razones por las que decide adelantar la denuncia en el
estado en que se encontraba y, quién
o quiénes y, qué intereses y propósitos estaban
detrás de tal decisión.
Veremos.
El
Caso Charlie Hebdo
La
revista parisina “Charlie
Hebdo” era presentada y tenía
fama de ser una “revista
satírica”, que atacaba
desde esa perspectiva, de la sátira, los valores religiosos
cristianos y musulmanes. El ataque armado sufrido el 7 de enero de
2015, cuando tres hombres armados (encapuchados y vestidos de negro,
con AK-47) ingresaron a su inmueble y mataron a 12 personas e
hirieron a otras 11, llevando por escrito los nombres de una serie
de periodistas a quienes ejecutarían, primeramente, como el
director, el dibujante, etc.) Se volvió un evento
criminal de muy alto impacto en la
prensa internacional, por sí mismo y también por
varias razones, que trataremos de resumir.
En
los principios fundamentales de la sociología del terrorismo,
como praxis social desde cualquier grupo, estatal o no estatal, se
concibe a éste de la siguiente manera, en su naturaleza,
objetivos y medios:
“El
terrorismo, interpretado aquí como la utilización de
una furtiva violencia por parte de un grupo para la consecución
de fines políticos, se dirige por regla general contra un
gobierno, y con menos frecuencia, contra otro grupo, clase o partido.
Los fines pueden variar (…) Los terroristas tratan de provocar
una desorganización política, social y económica,
y es frecuente que en la procura de ese objetivo, cometan asesinatos,
planeados e indiscriminados”(Laqueur,
Walter, “Una Historia del
Terrorismo”, Ed. Paidós,
1997, p. 125). Esto es lo esencial. Es importante también
recordar la máxima de Sun Zi, otro gran estratega chino:
“matar a uno, asustar a diez
mil” (Thomas, 2004:20).
Pero
como especifica la escritora y periodista Loretta Napoleoni (11 de
enero, 2015, http://elpais.com/elpais/2015/01/08/opinion/1420732249/
), la práctica terrorista
actual ha variado considerablemente,
no sólo por el uso de medios electrónicos y digitales
avanzados, el número más amplio de miembros de las
organizaciones que pueden practicarlo y de la colecta mayor de fondos
para su financiamiento desde cualquier parte del mundo, sino
esencialmente por “la alta
profesionalidad adquirida
haciendo
gala de una frialdad y organización propias de organizaciones
mafiosas”.
Para ella, la explicación de tal capacitación es la
vinculación entre terrorismo y mafias, que permite acceder a
las armas necesarias. Hay mucha evidencia histórica de ello,
pero éste no parece ser el caso, por lo menos, no constituye
el núcleo fundamental explicativo de Charlie
Hebdo.
Porque
en este alto adiestramiento y habilidad probada, está
precisamente la
gran clave
de los llamados “auto-atentados
de falsa bandera”, en
la precisión, exactitud, logística y alta capacitación
que muestran sus ejecutantes, como atributos propios o bien, de
organizaciones que cuentan con grandes recursos (como grupos
nacionalistas que han acudido a este método desde hace medio
siglo o más, y en cuyos países hay la tradición
de acudir a este método cíclicamente desde un siglo
atrás o como las organizaciones tipo mafias transnacionales),
que practican un tipo de “terrorismo
sistemático”
o “coyuntural”,
pero también es el caso de organismos de Estado que poseen
tales atributos y los ponen en práctica en algún
momento y que, involucran el asesinato selectivo o en masa, y en
forma regular. Hay varios casos en dónde podemos apreciar la
huella de la “alta
manufactura terrorista” de matriz estatal,
pero en el caso de Charlie
Ebdo,
sin duda hay elementos muy relevantes.
Dicha
revista parisina se había caracterizado y era esa su fama, por
ser una revista satírica
y porque desde esa perspectiva, de la sátira, reiteradamente
atacaba los valores religiosos del catolicismo y del islamismo. Desde
2012, había publicado una serie de caricaturas grotescas sobre
Mahoma, que habían ofendido a distintos sectores de la amplia
comunidad musulmana, dentro y fuera de Francia; pero como afirma el
juez español Baltazar Garzón, ello es muy poca razón
para explicar un hecho tan grave. Los propietarios, editores,
articulistas, dibujantes, etc., habían esgrimido el principio
del ejercicio irrestricto de la libertad de expresión, tan
cara a Occidente. Y como en otros casos, inmediatamente, el
Presidente francés ha dicho: “se
ha tratado de un atentado terrorista”
ante la manifestación de los hechos, no ante las evidencias de
ellos. Es decir, comenzó la difusión de “la
historia y verdad oficial”. Después,
se desarrolla el bombardeo mediático y de falsificación
ideológica del hecho: “Sabíamos
que estábamos y estamos amenazados porque somos un país
de libertad” y “ninguna
barbarie podrá con la libertad”.
(http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/07)
Aquí el modelo es preciso.
La
primera cuestión que llama poderosamente la atención es
que el evento fue pronosticado
por un periodista que gusta de hacer “adelantos
noticiosos”, pero ninguno como
éste: su nombre es Luis Carlos Campos, quién en una
entrevista televisada (al parecer, la entrevista se realizó a
principios del año 2015 y se subió a la red el 12 de
enero de los corrientes, ya sucedido el evento), estableció
que iba a suceder algo fuerte, con muertes, en algún monumento
de París, cerca de la Torre Eiffel (dice el periodista, “que
es un símbolo masónico de importancia mundial”
como “la estatua de la
libertad”), pudiendo ser en un
día 11, aduciendo que la información la obtuvo mediante
una filtración desde una fuente del MI6 (la inteligencia
británica), y agregando dos cuestiones importantes: todas
las guerras han empezado con grandes atentados, y pronosticando,
nuevamente, que el próximo evento puede darse en el área
de Siria, en Levante de Oriente
Medio. (https://www.youtube.com/watch?v=IrrnyoXQP3k).
La ubicación domiciliaria de la revista está en el
distrito 11 de la ciudad de París.
Luego,
la empleada que les abre bajo amenazas en las puertas del inmueble,
explicó a la policía, que eran personas que hablaban un
perfecto francés y que se adentraron en las oficinas,
repitiendo en árabe “Alá
es Grande”. Y al momento de su
huida del inmueble, gritaron: “hemos
matado a Charlie Hebdo”. A la
salida del inmueble, se ve una escena en donde uno de los atacantes,
frente a un policía tirado y desarmado, le dispara a unos 40
centímetros de distancia, pero fuera del blanco, que sería,
en este caso, su cabeza, y a pesar de que supuestamente hace blanco
en la cabeza, el policía se queda tirado sin sangrar
(https://www.youtube.com/watch?v=Eo7XzYT6ayM).
Todo
parece una farsa evidente (www.youtube.com/watch?v=sWKzdJZLiQk).
Posteriormente, se informa que se producen enfrentamientos con la
policía y mueren los tres atacantes. Llama la atención
que los hayan matado, cuando todo indica que era posible capturarlos
e interrogarlos por el tamaño de la fuerza policial que se
había movilizado tras de ellos (3,000 elementos). Pero además,
resulta que eran tan novatos los atacantes, que uno de ellos acude a
perpetrar el atentado con su pasaporte que deja abandonado en uno de
los autos en que huyen, evidenciando así su identidad y
facilitando así las demás. (!!!!)
Es
fundamental, ofrecer tres grandes factores contextuales del evento
criminal:
Hasta
diciembre de 2014, al menos 1,500 ciudadanos franceses habían
salido del país para engrosar las filas del Estado Islámico
(EI) y combatir bajo sus órdenes en Oriente Medio, lo que lo
convierte en el país europeo que más combatientes ha
aportado a la causa de conseguir el Califato Islámico.
Dentro
de la geopolítica francesa, apegada a Europa Occidental-OTAN
y a los lineamientos estratégicos de EUA en aquella región,
el gobierno francés ha manifestado su disposición de
enviar tropas a combatir al EI en Siria, pero no parece o parecía
haber el entono social de opinión favorable. Puede cambiar.
Francia
había manifestado también, luego de una entrevista
del Presidente Hollande con Putin, que deberían levantarse
las sanciones económicas a Rusia, siendo como es también,
que uno de los países más perjudicados es Francia por
las exportaciones masivas de alimentos a dicho país.
Bajo
tales macro-elementos del entorno, parece una hipótesis
ampliamente plausible que un auto-atentado de
falsa bandera fabricado externamente,
introduciría elementos de cambio en los dos primeros temas
señalados e impulsaría la rectificación de la
postura asumida por Francia ante Rusia; le volvería más
rápido al redil de EUA-OTAN, la cual no es congruente con la
postura de estos últimos.
Adicionalmente,
debilitaba al partido en el poder y su gobierno. El resultado adverso
recogido recientemente (marzo 29, 2015), confirmaría esta
hipótesis: la
oposición de derecha (encabezada por Sarkozy) obtuvo una
amplia victoria en la segunda vuelta de las elecciones
departamentales francesas (ganó entre 65 y 71 departamentos,
contra, entre 28 y 35 de la izquierda), marcadas por una severa
derrota de la izquierda en el gobierno y la confirmación del
avance de la extrema derecha (ganó más escaños
que antes, pero, ningún departamento)
(http://www.la-razon.com/mundo/derecha-gana-elecciones-)
Es muy difícil pensar que no hay aquí un efecto
“Charlie Hebdo” por la percepción social muy
probable, de que el gobierno en turno no puede con el problema. La
elección presidencial es en 2017, de manera que este resultado
es un pésimo augurio.
Entonces,
estamos ante una jugada de cuatro
bandas, nada desdeñable para
el análisis crítico o alternativo y bajo un
planteamiento como el de un auto-atentado o atentado de falsa
bandera, con la finalidad de provocar
cambios importantes en la geopolítica francesa y en las
correlaciones internas de fuerzas, desfavorable al gobierno actual,
que se atrevió a intentar una política exterior
distinta hacia Rusia.
Conclusiones:
De Buenos Aires a París, un Mismo Modelo
En
el tema de los eventos criminales de bandera
falsa, se involucran dos grandes
cuestiones centralmente:
Los
modelos y mecanismos de la comunicación entre el poder y la
sociedad, los diseños de estrategias, la población
objetivo, el contenido de los mensajes y los términos de la
efectividad.
Una
concepción de la Razón de Estado, una visión de
la coyuntura y de la historia, desde las instancias del poder.
La
primera cuestión esencial es que cuando se logra procesar
exitosamente un “lavado de
cerebro masivo”, es decir, una
operación de “manipulación
mediática de masas”
desde los mecanismos de la comunicación social del poder,
generando un contenido del mensaje perfectamente construido para
conseguir los fines buscados, es muy complicado –no imposible-
que la sociedad, o grandes grupos sociales que han sido alcanzados
por el operativo, acepten “una
historia y verdad distinta” a
la que les han “comunicado”,
a la que han “aprendido”,
porque forma parte ya, de sus visiones y percepciones del mundo, de
su entorno social, de la situación de su país, de sus
construcciones –así sean elementales- del futuro. Como
afirma el investigador Dr. Oscar Abudara, “no
aceptan otra racionalidad diferente”.
Éste
es un punto fundamental de convergencia entre ambos casos de falsa
bandera; un proceso de comunicación
de masas comandado, dirigido mediáticamente, en los cuales se
introdujo masivamente “una
verdad oficial” y sus términos
principales han sido aceptados masivamente: un fiscal fue hallado
muerto y el tema principal es que él, previamente, había
denunciado penalmente a la Presidenta de Argentina. Y una revista ha
sido atacada y han masacrado a muchos de sus integrantes porque
haciendo uso de la libertad de expresión, había
satirizado al islamismo y a su profeta Mohama. De la estructura del
mensaje, de sus contenidos, se deriva lógicamente, la
ubicación de los responsables más probables: en los
días inmediatamente posteriores a la muerte de Nisman, el 70%
de la población encuestada pensaba que la Presienta Cristina
Fernández era responsable de la
muerte. Si no hay un operativo de
“comunicación y análisis
alternativo”, igualmente masivo
y eficiente, con una estructura y
contenido distinto, la “verdad
mediáticamente difundida”
se vuelve la “única
verdad”.
La
siguiente etapa era victimizar al
fiscal, como alguien que murió
“haciendo su trabajo”
“buscando la verdad”
sobre el horrendo atentado sufrido en la AMIA, buscando resarcir a
las víctimas con “riesgo
de su vida”, etc.
En
el caso del ataque a la revista, igualmente, la deducción
lógica es que los musulmanes habían cobrado venganza y
eran los responsables del crimen masivo y ello, modificaría la
percepción ideológica y la conducta social hacia su
causa, hacia su religión, hacia cualquier ataque que sufran, a
nombre de la defensa de los valores occidentales (libertad de
expresión irrestrictica, etc.)
La
segunda cuestión crucial en los atentados de falsa
bandera es que, en el largo plazo, se
llegan a conocer fehacientemente en sus términos, formas,
procedimientos, propósitos y los actores de su realización.
Pero quiénes los idean, planifican y perpetran, apuestan a los
efectos de corto plazo,
desde una determinada posición de poder, al margen de la
maniobra que los permiten o posibilitan frente a determinados
entornos, problemáticas o ante la falta de razones suficientes
y legítimas para actuar en algún sentido. De tal manera
que, el hecho de que puedan conocerse décadas después,
es irrelevante para los objetivos de corto plazo que los activan.
Esto es válido también para otro tipo de Operativos
de Estado: el costo de la duda
social sobre los autores, será
siempre menor que la utilidad que prestan al ejercicio del poder y a
sus objetivos, en muchas ocasiones, inconfesables o ilegítimos.
Es la Razón de Estado
lo que impera.
Que
en algún momento de la historia puede ser bueno, pero ya poco
trascendente si los objetivos se cumplieron hace tiempo, pero que
permitieron remover los obstáculos presentes y que ahora no
estorben al poder ciertas circunstancias, es lo óptimo, es lo
que verdaderamente les da su razón de ser. Éste es el
razonamiento fundamental
que les anima, su lógica interna, aún dentro de sus
impactos altamente criminales, que si no fueran tales, probablemente
no tendrían los efectos buscados. Ello, por detestable que
pueda ser, les ofrece sustento y
proyección como recurso del poder
o de los grupos sociales empoderados.
Estos
episodios bien pueden llamarse: “cuando
la mentira es la verdad” y proyectan a los objetivos
involucrados (un fiscal muy cuestionado y una revista de segunda
línea como hay tantas) al estatus de íconos de la
victimización, de los excesos del poder local o del terrorismo
religiosamente fanatizado.
Desde
la Antigüedad, Platón ya había llamado la atención
sobre el uso de la mentira,
no sólo como recurso de los
gobernantes, sino como mecanismo
de cohesión social bajo una
determinada orientación ideológica y política,
que el propio poder constituido busca obtener. Pues bien, el recurso
perverso pero normal sigue vigente y
ha transitado por la historia, por la Modernidad y la post Modernidad
hasta insertarse dentro de nuevas
estrategias contemporáneas de
“guerra psicológica”
y de “guerra des-informativa”,
así como de “manipulación
mediática de masas”. En
la opción citada, en lo fundamental, el poder no
ha cambiado. Y son muchos los
ejemplos que se pueden citar y la información sobre todos
ellos hoy está plenamente disponible. Agregaríamos
solamente que para sobreponerse a todo ello, es necesario resistir
a “la verdad” o a “la historia oficial”
que es la verdad o historia del poder
a secas, pocas veces revestido de
legitimidad social.
Los
casos de la muerte del fiscal Alberto Nisman en Argentina, y de la
masacre de los integrantes de la revista Chralie
Hebdo en París, Francia,
tienen diversos elementos evidentes que permiten hipotetizarlos
analíticamente como eventos
criminales de falsa bandera, porque
las evidencias contundentes son casi imposibles de obtener y no por
ello, son menos importantes tales hipótesis, ya que finalmente
éstas constituyen una etapa previa del conocimiento
científico.
El
desarrollo histórico concreto (en el caso de Nisman, la
historia de los atentados a la embajada de Israel y el ataque a la
AMIA, su proceso de desenvolvimiento en el de Charlie Hebdo, la lucha
por el poder en Francia y la geopolítica de las relaciones
entre ésta y EUA-OTAN) en los entornos específicos que
les envuelven y que hemos desglosado más arriba, nos hablan de
intereses materiales e
ideológico-políticos específicos
que son buscados por las estructuras de poder estatal, parciales o
completas, locales o externas. No podemos disociar los eventos
criminales de su contexto, que les da posibilidad de interpretación
desde una lógica social.
No
es posible pensar que nuestra sociedad, que México, está
exento de otro evento criminal masivo como el de Iguala-Ayotzinapa y
otros, cuyo pleno esclarecimiento, sin pretensiones de “verdad
histórica”, sigue
pendiente. Es necesario estructurar y organizar, poner en marcha un
mecanismo social e intelectual ordenado, para estructurar la
historia y la verdad alternativa. Hay
muchos indicios y esfuerzos hechos, pero es indispensable su adecuada
cohesión y ordenamiento.
Entre
tanto, es necesario extraer de los eventos criminales presentados,
una serie de lecciones fundamentales, muy útiles para nuestro
futuro político y social.
4
de Abril, 2015.
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