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Septiembre 2014

De lo que Thomas Piketty no habla: el origen de las desigualdades en el capitalismo de nuestro tiempo

Entrevista a Michael Hudson

Michael Hudson es un reconocido analista económico norteamericano, con amplia experiencia en Wall Street. Profesor de investigación económica en la Universidad de Missouri en Kansas y antiguo profesor de teoría económica y director de investigación económica en la Facultad de Derecho de Letoni. Sus últimos artículos sobre economías postsoviéticas son: “Stockholm Syndrome in the Baltics: Latvia’s neoliberal war against labor and industry,” en: Jeffrey Sommers y Charles Woolfson, comps., The Contradictions of Austerity: The Socio-Economic Costs of the Neoliberal Baltic Model (Routledge 2014), pp. 44-63, así como “How Neoliberal Tax and Financial Policy Impoverishes Russia – Needlessly,” Mir Peremen (El mundo de las transformaciones), 2012 (3):49-64. Sus dos últimos libros son The Bubble and Beyond (La burbuja y sus secuelas) y Finance Capitalism and Its Discontents (El capitalismo financiero y sus críticos).

“Pero, y sobre todo: Piketty no habla de la reestructuración total que es el meollo de esta revolución neoliberal, que son las privatizaciones. No critica la privatización. Y el grueso de esa riqueza del 1 por ciento, que no ha dejado de crecer desde 1980, es, todo debidamente considerado, el resultado de la privatización del dominio público y de los servicios públicos, de cosas que hace 100 años todo el mundo esperaba que fueran servicios públicos: carreteras, ferrocarriles, transporte público, sistemas de telefonía, sistemas de radiodifusión. Ahora que se han convertido en monopolios, los ricos ganan dinero con rentas monopólicas. Y la solución no es dejar simplemente que los ricos exploten al 99%, incrementando a su buen placer los precios que usted paga por el cable, por la refrigeración, por el transporte; es desprivatizar esos activos, devolverlos al dominio público, de manera que puedas suministrar a la gente servicios públicos básicos a precios muy bajos, y no a los precios extorsionadores que exige ese 1 por ciento que no ha hecho, en substancia, otra cosa que desahuciar a los Estados y expropiar el dominio público”

Jessica Desvarieux entrevistó a Michael Hudson en Baltimore a propósito del best-seller de Thomas Piketty. Los lectores interesados en el gran estudio de Piketty sobre el crecimiento de la desigualdad en el capitalismo de nuestro tiempo, pueden leer la soberbia reseña crítica que de su libro esscribió James Galbraith.

Desvarieux.— Entrevistamos ahora a Michael Hudson. Michael es un distinguido profesor de investigación en ciencia económica de la University of Missouri-Kansas City. Sus dos últimos libros son: The Bubble and Beyond [La burbuja y más allá] y Finance Capitalism and Its Discontents [El malestar en el capitalismo financiero]. Gracias por venir, Michael.

Hudson.— Gracias a usted, Jessica.

Esta semana estamos hablando del muy popular libro del economista francés Thomas Piketty. Es un libro de 700 páginas sobre el asunto de la desigualdad de ingresos. ¿Qué le parece que tanta gente esté hablando del libro? ¿Qué es lo que ha suscitado tanto interés?

Las estadísticas. El libro demuestra que la desigualdad de riqueza es ahora mucho más grande que la desigualdad de ingresos, porque si tienes un ingreso tienes que pagar impuestos por ese ingreso, y a los ricos, el 1 por ciento, no les gusta pagar impuestos; así que gastan el grueso de sus ingresos. Lo gastan en forma de intereses, lo gastan en forma de depreciación. Hay muchas formas de gastar. Pero lo que Piketty muestra estadísticamente para prácticamente todos los países es no sólo que el ingreso y la riqueza se están separando más y más (el 1 por ciento, frente al resto de la economía), no sólo que el 10 por ciento de la población se hace más rico que la mitad baja, o que el 20 por ciento más bajo, sino que el 1 por ciento atesora el grueso de la riqueza y controla los mercados mundiales de renta variable [básicamente, acciones en bolsa] y de bonos de renta fija [principalmente, de deuda pública]. Y que desde 1980 se ha producido un giro radical. Y que el 1 por ciento ha comprado los Estados, como si los Estados fueran una especie de fábrica con la que puedes hacer beneficios. Y siempre puedes hacer muchos más beneficios comprando un Estado que comprando propiedades inmobiliarias o bienes raíces. Y así es como hemos terminado en una oligarquía.

Es verdad que mucha gente venía diciendo estas cosas, pero lo que ha hecho Piketty es demostrar que se han dado en todos los países desde 1980, desde que Reagan y Margaret Thatcher lanzaron toda la revolución neoliberal, la revolución a la que están ahora prestando su apoyo el gobierno de los EEUU, la Eurozona, el FMI y el Banco Mundial: todo este neoliberalismo y los llamados mercados libres lo que son realmente es una expropiación de propiedades perpetrada por los ricos. Y Piketty demuestra que, dada esa expropiación, es imposible lograr más igualdad mientras toda esta riqueza que se está acumulando en la cúspide del 1 por ciento sea heredable y pueda seguir creciendo y creciendo mediante la trasmisión patrimonial. Así pues, lo que ha hecho, básicamente, es describir los síntomas de lo que anda mal. Y la gente se alegra mucho de que al menos él haya descrito bien los síntomas de lo que todo el mundo ya sabía, pero nadie se había molestado en dedicar los tres o cuatro años de trabajo que lleva componer todos los gráficos y cuadros estadísticos que Piketty ha sido capaz de reunir.

Se diría, entonces, que Piketty se ha concentrado en el estudio del 1 por ciento. ¿Quér pasa con el 99 por ciento restante? ¿Qué cree usted que falta en la argumentación de Piketty?

Bueno, el 1 por ciento se ha hecho rico por la vía de tener al 99 por ciento endeudados. En substancia, usted tiene una economía en la que los Estados y las empresas, los propietarios de vivienda, los usuarios de tarjetas de crédito y las gentes matriculadas en estudios académicos, todos tienen que incurrir en deuda: endeudase para poder estudiar; endeudarse hipotecariamente; endeudarse con las tarjetas de crédito, los consumidores; con títulos de deuda privada, las empresas… Y todo eso va a parar al 1 por ciento. El 1 por ciento n conseguiría todos esos ingresos, ni acumular toda esa riqueza, si no fuera el tenedor de la deuda del 99 por ciento. Tiene usted, así pues, una polarización. No tendría usted un proceso de enriquecimiento del 1 por ciento, si no hubiera una vía explotadora que permite que el 99 por ciento termine en situación de dependencia.

No es verdad que el 1 por ciento esté ganando dinero del modo que dicen… Ya sabe usted, se presentan como creadores de puestos de trabajo, como si estuvieran generando prosperidad… Pero no están generando prosperidad, lo que están haciendo, mucho más que beneficios propiamente dichos, es obteniendo intereses y rentas económicas. Se están haciendo ricos de maneras explotatorias, no de una forma productiva que ayudara a la economía a crecer y a aumentar los niveles de vida.

¿Qué soluciones propone Piketty?

Bueno, la primera solución que propone es que se paguen impuestos… Toda esta riqueza en la cúspide ha sido heredada. Y desde la revolución de Reagan y Thatcher se han librado del impuesto a la sucesión. El 1 por ciento dice: pensad en las familitas que quieren dejar una pequeña herencia a sus hijos; ¡no las carguéis con impuestos! Y da pasada, libradnos a nosotros de pagar impuestos por nuestros miles de millones de dólares, que así las familitas de clase media tal vez consigan tener su propia casa, etc. De modo que esa riqueza se hereda y crece y crece. Bueno, pues lo primero que quiere Piketty es un impuesto a la transmisión patrimonial.

Lo segundo que propone es más problemático. Viene a decir; bien, tal vez podría haber un impuesto a la riqueza a escala planetaria, porque, después de todo, las familias ricas en Norteamérica tienen sus dinero en paraísos fiscales o en bancos suizos, o caribeños. Quiere, pues, un impuesto general a la riqueza. Y eso es lo que se la ha criticado, porque no ha ido a la raíz de lo que está generando esta polarización.

Y usted, Michael, ¿cómo pondría por obra algo parecido?

Bueno, los neoliberales están enamorados de Piketty por eso. Por eso Krugman ama a Piketty. Su propuesta es irrealizable. Ha escrito un libro sin soluciones, y a los chicos de la libre empresa eso les gusta. Al 1 por ciento le traen al pairo las críticas, mientras no haya solución al problema detectado. De aquí que los críticos hayan salido diciendo: un momentito, ¡hay muchas soluciones! Por lo pronto, algún tipo de riqueza es mejor que otras. No querrá usted gravar con impuestos a gentes que construyen fábricas y mejoran los niveles de vida, como, en cambio, pretenden hacer los del 1 por ciento. Pero sí querrá usted fiscalizar al grueso de la gente rica, que no gana dinero con ingresos, sino con los mercados de valores al alza, con los precios de los bonos al alza, con todos esos activos hinchados con que la flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal ha estado inundando el mercado. De modo que lo primero que hay que hacer es elevar mucho los tipos impositivos marginales a las ganancias de capital. Elevar mucho quiere decir acercarlos al 100%, porque no son ingresos ganados; son ganancias inflacionarias. Ahora mismo, toda la economía consiste en ganancias de capital. Si, por ejemplo, ganas un millón de dólares, ganas –como ha dicho de sí mismo Warren Buffett— cientos de millones de dólares. Buffett –lo ha dicho él mismo— paga tipos marginales inferiores a los de su secretaria. ¡Todo el sistema fiscal es una pifia.!

Lo que Piketty ni siquiera sugiere es librarse de impuestos regresivos al salario como los dispuestos por la FICA [Ley Federal de Contribución Obligatoria a los Seguros, por sus sigas en inglés; T.], que obliga a todo el mundo ahora a pagar más del 15% de su salario. Este es un impuesto regresivo. Habría que quitarlo.

Pero, y sobre todo: Piketty no habla de la reestructuración total que es el meollo de esta revolución neoliberal, que son las privatizaciones. No critica la privatización. Y el grueso de esa riqueza del 1 por ciento, que no ha dejado de crecer desde 1980, es, todo debidamente considerado, el resultado de la privatización del dominio público y de los servicios públicos, de cosas que hace 100 años todo el mundo esperaba que fueran servicios públicos: carreteras, ferrocarriles, transporte público, sistemas de telefonía, sistemas de radiodifusión. Ahora que se han convertido en monopolios, los ricos ganan dinero con rentas monopólicas.

Y la solución no es dejar simplemente que los ricos exploten al 99%, incrementando a su buen placer los precios que usted paga por el cable, por la refrigeración, por el transporte; es desprivatizar esos activos, devolverlos al dominio público, de manera que puedas suministrar a la gente servicios públicos básicos a precios muy bajos, y no a los precios extorsionadores que exige ese 1 por ciento que no ha hecho, en substancia, otra cosa que desahuciar a los Estados y expropiar el dominio público. Piketty cita en inglés a los novelistas franceses del siglo XIX, observando por qué los novelistas entendieron mejor que los economistas lo que estaba pasando en la economía. Todos los economistas hablaban de que la economía estaba en una dinámica de igualación. Pero si usted lee a Balzac, verá que decía que el origen del grueso de la fortuna de todas las grandes familias era un gran latrocinio casi nunca descubierto y que las gentes pensaban que eso estaba en la naturaleza de las cosas. Y es latrocinio y robo, como tantas veces nos viene enseñando Bill Black semana tras semana, el espectáculo al que estamos asistiendo ahora: un espectáculo que no es, en substancia, sino el de la despenalización del fraude. Lo que se premia es el delito. Y quienes más rápidamente han logrado encumbrarse al 1 por ciento son los delincuentes. Son los banqueros de Wall Street quines hicieron las hipotecas basura y se libraron al tipo de fraude del que tanto se ha hablado en Wall Street.

Pero eso no entra en la mira de Piketty. No dice: a la cárcel los controladores. No habla de la necesidad de agencias públicas regulatorias para prevenir este tipo de explotación. No habla de reintroducir la regulación antimonopolios para prevenir que los beneficios monopolistas enriquezcan al 1 por ciento. No dice: cojan todos esos servicios públicos que Margaret Thatcher privatizó en Inglaterra y Ronald Reagan en Norteamérica y devuélvanlos al dominio público, para que puedan suministrarse a la gente servicios básicos a coste moderado. De nada de eso se ocupa su libro.

Perfecto. Muchas gracias, profesor Michael Hudson, por venir a nuestro programa The Real News.

Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro

Fuente: http://michael-hudson.com/2014/04/the-1-and-piketty/

http://cambiopolitico.com/de-lo-que-thomas-piketty-no-habla-el-origen-de-las-desigualdades-en-el-capitalismo-de-nuestro-tiempo-entrevista/58617/







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