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Septiembre 2014

Río Envenenado

Isabel Dorado Auz

Es una obligación para nosotros, como sociedad, mantener una estrecha vigilancia sobre las acciones concretas que tomarán las autoridades, tanto locales como nacionales, para remediar el gran daño causado al Río Sonora, a propósito de la gran contaminación que generó el derrame del represo de la mina de grupo México. Se corre el riesgo de que, en cualquier momento, pretendan declarar superada la emergencia ambiental a pesar del grave riesgo que representan los metales pesados involucrados en la contaminación de este importante afluente de agua para consumo humano y animal.

Si bien la contaminación del Río Sonora ha sido documentada a través de los años, por diversas instituciones académicas, la magnitud de este desastre ecológico podría tener dimensiones enormes en la salud de miles de sonorenses. Si antes de este evento, según Ruelas y González (ITSON) reportaron haber encontrado concentraciones de metales pesados como Cu, Fe, Mn, Pb y Zn en los sedimentos del Río Sonora obteniéndose altas concentraciones de cobre, hierro y manganeso, que sobrepasaban la NOM-127-SSA 1-1994 de agua para uso y consumo humano, en trabajos hechos sobre la presa el molinito y la Abelardo L. Rodríguez.

De forma similar, Wyatt y colaboradores (Environmental Research, 1998), encontraron que el agua para consumo humano en la parte norte de la ciudad de Hermosillo presentaba, aparte de niveles altos de Flúor, valores superiores a 5 ppm de arsénico. En otro estudio, publicado en la misma revista científica en ese mismo año, reportaban, también, niveles altos de plomo en 43% de las muestras analizadas en Hermosillo, Guaymas y Nacozari, en agua destinada para el consumo humano, además de contaminación debida al Mercurio.

Gómez Álvarez y colaboradores (Rev. Int. Contam. Ambient, 2004) atribuyeron a la explotación minera, como principal factor, y a las descargas de aguas negras sin tratamiento provenientes de la ciudad de Cananea, como fuentes de contaminación del río San Pedro. Observaron la presencia de valores elevados de algunos metales pesados totales (Cd, Cu, Fe, Mn, Ni, Pb y Zn), conductividad eléctrica y sulfatos; así como valores bajos de pH en dos etapas, en las estaciones de muestreo más cercanas a la explotación minera (específicamente al Depósito Concentradora Vieja). Dichos valores fueron superiores a los máximos permitidos establecidos en los Criterios Ecológicos de Calidad de Agua. En la Etapa I, la mayor parte de los parámetros evaluados presentaron los valores más altos en los muestreos realizados en mayo, agosto y noviembre de 1997; mientras que en la Etapa II, se manifestaron en agosto de 1999.

Estos tres estudios, son sólo una muestra de las investigaciones realizadas, resaltando el hecho de que son instituciones académicas sonorenses las que llevaron a cabo los estudios respectivos, CIAD, ITSON y UNISON.

Hay mucho más que decir, pero solo diré, por razones de espacio, que remediar el daño ocasionado por la contaminación de metales pesados puede llevar años, según los expertos, y mucho cuidado debe tenerse con las acciones implementadas. Por ejemplo, en entrevista radiofónica, Jaime Varela, reconocido académico de la Universidad de Sonora, mencionaba que el tratamiento alcalino que llevaron a cabo las autoridades ambientales, podría mantener solubles a los metales pesados, incrementando el riesgo de ser consumidos tanto por animales como por seres humanos. No olvidar que fueron miles de metros cúbicos los vertidos al Río Sonora, por lo que la contaminación puede presentar niveles colosales de difícil remediación en el corto plazo.

Cabe destacar, que estos metales han sido asociados a problemas teratógenicos, esto es, alteraciones morfológicas y funcionales en los fetos. Se sabe, también, que el arsénico puede incrementar el riesgo de cáncer de pulmón y de piel, así como estar asociado con el desarrollo de cáncer de hígado y estómago, además de enfermedades neurológicas y cardiovasculares.







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