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Abril 2014

Alejandra Holzapfel: Yo sobreviví a Venda Sexy

 

Ivonne Toro Agurto

The Clinic - 11 de Septiembre 2013


Alejandra tenía 19 años cuando fue tomada prisionera por la DINA. Desde 1974 a 1975 estuvo detenida en Villa Grimaldi, Venda Sexy, Tres Álamos y Cuatro Álamos. Fue violada por el guatón Romo y violentada sexualmente con un perro pastor alemán, al que los agentes de la dictadura llamaban Volodia. Pese a todo, no lograron doblegarla: "Pasamos atrocidades; pero somos capaces de ser felices, porque somos personas dignas. Nuestros torturadores, no", declara.

Primavera de 1976: Alejandra Holzapfel Picarte (21) entra corriendo –los puños apretados, la respiración entrecortada, los ojos enrojecidos– a su departamento, en el block Karl Marx 34, en Potsdam, República Alemana Democrática (RDA), donde vive su exilio, desde 1975. Casi rompe su polera y pantalón mientras, llorando, se desnuda. Tropieza al empujar la puerta del baño y, aún sin recuperar el equilibrio, entra a la ducha y abre la llave del agua. Toma una esponja y comienza a refregarse el cuerpo, con tanta vehemencia que se le irrita la piel, pero sigue tratando de quitarse la suciedad imaginaria. De golpe, llegan los recuerdos: ella vendada, sin ropa, sobre un camastro, violada por Osvaldo Romo; ella en el suelo, sujetada por agentes de la DINA, mientras una mayor de Carabineros dirige a un perro amaestrado para ultrajarla. Sale a su dormitorio, aun estilando, cubierta sólo por una toalla. Se sienta en la cama frente a un espejo y se observa.

Ese día, por vez primera desde su paso por los centros de tortura pinochetista, Alejandra tuvo un contacto romántico con un hombre y fue un desastre. Su amigo Pepe Fuica –un militante socialista, a quien conoce hace un par de meses, cuando la convenció de entregar su testimonio como torturada política a Naciones Unidas–, la besó de improviso mientras caminaban por su barrio, en Am Stern. Para él, se trató de un arrebato amoroso. Para ella, el que la tomara por sorpresa fue arrastrarla, otra vez, a los días en que fue violentada sexualmente: cayó al suelo, lo golpeó una y otra vez, y luego huyó.

Encerrada en su habitación, Alejandra ya ni siquiera llora. Sólo mira, en silencio, su reflejo. Afuera de su edificio, Fuica termina de fumar un cigarrillo y enciende de inmediato otro, con las manos temblorosas. Está descolocado y se cree responsable de la reacción de Alejandra Holzapfel, por lo que decide quedarse un par de horas ahí, a la espera de que ella salga de su guarida. Como eso no ocurre, se marcha a Berlín y un mes después le envía una carta, disculpándose. Ella le contesta y le sugiere encontrarse y conversar: "He decidido –le dice– vivir la vida que soñaba antes del golpe de Estado".

"Recuperar la alegría era, también, una decisión política, una forma de ganarle a la Dictadura", explica hoy, a sus 60 años, Alejandra.

Esta convicción la lleva a casarse con Fuica, a ser madre con él y a volver a sonreír, pese a haber sido brutalmente torturada por más de tres meses, desde que fue tomada prisionera, a fines de 1974.

LA CAÍDA

El 11 de diciembre de 1974, en las horas previas al inicio de su calvario por los centros de tortura, Alejandra, estudiante de Veterinaria, recibió en su departamento –en Santiago Centro– a una de sus amigas más cercanas, Beatriz Bataszew, quien, como ella, militaba el en MIR.

Beatriz estaba siendo buscada por los organismos represivos. La información que se manejaba entre los miristas era que todas las casas de seguridad de la organización habían sido allanadas o estaban bajo vigilancia y que algunos de sus compañeros estaban presos. De otros, nada se sabía. Necesitaba esconderse por unos días.

En silencio, ambas cenaron esa noche y, luego, durmieron a sobresaltos. A las cinco de la madrugada, un fuerte ruido las despertó. Aún no amanecía. La oscuridad era casi absoluta y en la puerta un hombre exigía que le abriera. Las dos sabían lo que eso significaba. O creían saberlo. La magnitud de la crueldad de los organismos de represión no era conocida, hasta eses entonces.

Mientras la mamá de Alejandra se levantaba a atender, Beatriz advirtió que portaba un documento estratégico, que no podía caer en manos del Régimen. Entre las dos, rompieron los papeles y los masticaron mientras tomaban agua para no atorarse. Una tía abuela de Holzapfel, que también vivía con ellas, estaba inquieta con el inusual movimiento. "Tan tarde, o tan temprano, no es hora de llegar a los hogares decentes", decía.

En la puerta de entrada, la mamá de Alejandra intentaba convencer al joven oficial Fernando Lauriani Maturana, a cargo del operativo, de que esa noche sólo ella estaba en casa. La misión no le era difícil. Aunque se haría conocido como uno de los criminales más crueles del Régimen, Lauriani no era precisamente una lumbrera. El militar estaba decidido a retirarse, pero Alejandra no lo sabía y, temiendo que pudieran arrestar a su madre, se asomó al living justo cuando Lauriani se estaba yendo. La alcanzó a ver.

- "¡Esta es la señorita que buscamos!", exclamó el agente.

Entonces, allanó la casa y encontró a Beatriz.

- "¿Y esta rucia suelta, quién es?"

- "Es compañera de Universidad; estábamos estudiando".

Lauriani se esforzó en corroborar que le estaban diciendo la verdad, exigiéndole a Beatriz que le diera un número de teléfono para verificar la información. La joven alumna de Agronomía le dio el de sus padres. Al otro lado de la línea, ellos le dijeron al agente que la niña se encontraba preparando un examen donde una amiga. Esa noche, Bataszew se salvó.

Holzapfel, en cambio, quedó detenida, por la delación de Humberto Menantaux, uno de los integrante del Comité Central del MIR que había caído en las garras de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) en noviembre de ese año y que fue asesinado en 1975, después de haber sido obligado a entregar toda la información que poseía y a dar, junto a otros tres integrantes de la organización, una conferencia de prensa en que llamó a sus compañeros a deponer las armas, tras leer la nómina de muertos del MIR. Hoy figura en la lista de desaparecidos.

ESE MUERTO NO LO CARGO YO

- "Le traigo a la niña a las 8.30. Le vamos a hacer un par de preguntitas, nomás. Téngale desayuno", vociferó Lauriani antes de partir.

La mamá de Alejandra no volvió a dormir. Preparó la mesa, confiada en la palabra del militar.

Afuera de su hogar, en Valentín Letelier, a pasos de La Moneda, Holzapfel fue subida, con los ojos vendados, a un vehículo conducido por Basclay Zapata. Cerca de las seis de la madrugada, sus captores la ingresaron a Villa Grimaldi, en medio de murmullos, y llamaron a dos mujeres de la DINA, que precedieron a escudriñarla en búsqueda de algún texto secreto o microfilme. Tras tocarle hasta la vagina, la dejaron sentada con los ojos aún cubiertos.

Entonces oyó una voz.

- ¿Quién eres?

Sin saber quién preguntaba, decidió responder:

- "Soy Alejandra Holzapfel".

- "¡`Coneja´, estás acá!"

En ese minuto, reconoció la voz de Laura Ramsay y, luego, cuando se deslizó la venda, pudo ver a Carmen Bueno.

A las ocho de la mañana, Lauriani le hizo una breve visita.

- "Que se levante, inmediatamente, la que está sin la venda".

- "Soy yo", respondió Alejandra.

Lauriani había hecho uso, varias veces, de la misma táctica, para burlarse de las recién detenidas. Se acercó a Alejandra y la abofeteó, tan fuerte que ella cayó al suelo.

- "¡Te dije que no te sacaras la venda! ¡Aprende a obedecer, huevona!"

Alejandra recuerda que aún no se le había quitado el ardor en la cara cuando comenzó a sonar una cumbia: "A ese muerto no lo cargo yo, que lo cargue el que lo mató".

En ese minuto, la llevaron a otro cuarto, la desnudaron, la mojaron y le aplicaron electricidad sobre un catre metálico. Le pidieron nombres de otros dirigentes del MIR. "Tarde o temprano, todos hablan", le aseguraron. Ella calló. Luego, Osvaldo Romo, viéndola débil por la tortura, se bajó el pantalón y la violó por primera vez. Ella siguió en silencio.

- "¿Tu chapa es Mauro?"

- "No".

- "¿Quién es Mauro?"

- "No sé".

- "¿Qué sabes?"

- "Nada".

Los torturadores se pusieron a hacer comentarios sobre el calor de diciembre y lo lindas que eran las comunistas recién llegadas. La volvieron a poner sobre la parrilla y el Guatón Romo la violó, otra vez.

- "¿Tu chapa, es Mauro?"

- "No".

El mismo ritual se repitió, por cinco días.

"Sentí que mi dignidad dependía de no hablar; por lo mismo, me costó mucho perdonar a quienes se quebraron. Con los años, he aprendido que existen distintos tipos de delación, que es diferente quien se vuelve colaborador a quien, ante una situación que no puede soportar, delata. Hoy si ponen frente a mí a uno de mis nietos, tal vez entrego todo lo que sé. Uno, de verdad, no sabe qué puede o no aguantar. A mí me hicieron cosas terribles, y callé; pero he conocido a gente maravillosa que entregó a un compañero que es detenido desaparecido y sufre, hasta hoy, por eso".

LA BESTIALIDAD DE Venda Sexy

El 16 de diciembre de 1974, luego de cinco días en Villa Grimaldi, Alejandra Holzapfel fue trasladada a una casa de dos pisos, en calle Irán 3037, Macul. Allí, se reencontró con Beatriz, maltrecha y herida. Bataszew había caído el 12 de diciembre, un día después que Alejandra, interceptada en un fallido encuentro con otro militante, Mario Peña, y fue llevada de inmediato a Venda Sexy. La fantasía de burlar a la DINA sólo fue eso: una ilusión. Su novio, Dagoberto San Martín, también perseguido, fue cazado por la represión el 17 de diciembre. Hasta hoy se desconoce su paradero.

Alejandra intuyó, al ver a Beatriz, que le esperaban otros espantos. La residencia estaba llena de miristas, algunos con heridas visibles y la mayoría en extremo delgados.

"Estaba también Laura Ramsay, que había sido sacada hace unos días de Villa Grimaldi. Me extrañó no ver a Carmen Bueno, porque no había vuelto a saber de ella. Después me enteré que ella, que era cineasta, fue asesinada bajo el cargo de haberle regalado una mascota a Miguel Enríquez".

La cumbia que atormentaba a Alejandra, en Villa Grimaldi, fue reemplazada en la Discotéque por música anglo, que sonaba durante todo el día, para esconder los gritos de quienes eran torturados en el subterráneo. Quienes llegaron ahí fueron vulnerados sexualmente, de forma continua. La brutalidad llegó al extremo de que la mayor de Carabineros Ingrid Olderock entrenó a un pastor alemán ovejero, a quien llamó Volodia, para violar a los prisioneros.

- "Contra todo lo que se pueda creer, ella le había enseñado a violar. Estaba completamente amaestrado por ella, que le daba las órdenes".

"¿Es cierta la historia del `perro Volodia´"?"

- "Es cierta: a mí me tocó ser violada así, con ese animal; por eso, te lo puedo decir. Es una de las historias más terribles y dolorosas que yo sólo he podido enfrentar hace muy pocos años. Por mucho tiempo no pude sacarlo, me daba una vergüenza terrible. Ingrid dirigía al animal, mientras los otros torturadores obligaban a los detenidos a adoptar posiciones que facilitaran el abuso. Hombres y mujeres que pasaron por Venda Sexy fueron víctimas de esta atrocidad. Nadie hablaba del tema en la casona; pero, tras las sesiones de tortura, las compañeras recibían a sus amigas con más ternura que de costumbre y las acurrucaban para que durmieran un rato. Con los días, se dieron cuenta de que quienes estaban a cargo del centro de detención disminuían las violaciones cuando las prisioneras estaban menstruando, así es que idearon un plan: las que estaban con el periodo o con una herida sangrante, dejaban un paño manchado en el baño, así la que ingresaba se lo ponía".

La estrategia irritó a los agentes:

- "¡Otra vez, están todas estas huevonas con la regla, hasta cuándo!", se quejaba el general en retiro Raúl Iturriaga Neumann, que actualmente cumple condena en Punta Peuco.

La resistencia consistía en eso: en no rendirse en medio de la miseria.

"Uno pierde noción del tiempo con la tortura, del día de la noche, de si comíamos o no. Recuerdo que una vez comí una sopa de huesos de pollo y que otra vez nos dieron lentejas con caca y una compañera dijo fuerte: ‘Nos están dando lentejas con caca. Nos las vamos a comer igual, pero ni crean que no lo sabemos’. Era una forma de hacerles saber que no nos estaban engañando. El Venda Sexy fue terrible. Varios compañeros desaparecieron desde ahí, también".

De la Discotéque, Alejandra pasó a Cuatro Álamos, recinto que los militares usaban para que a los detenidos se les borraran las huellas visibles de la tortura. "Desde ahí, también desaparecieron gente, pero las condiciones eran menos duras: tuvimos acceso a duchas, por ejemplo".

Luego de unas semanas, fue llevada a Tres Álamos, donde Nieves Ayrees, quien también había sufrido todos los horrores del aparato represivo pinochetista, le dio un sentido al dolor.

- "Había un grupo de detenidas que daba como la bienvenida. Me encuentro con Nieves Ayrees, que es hermana de la Rosita, mi actual socia en la productora, y dice `Oh, la Holzapfel, ¡chiquillas, llegó otra del Liceo 1!´ y empiezan a cantar `Eleceí, ceí, ceí´. Y yo pienso `qué está pasando aquí, están todas las locas´. Después entendí la importancia del temple de esas mujeres. Nieves vive ahora en Nueva York, y estoy demasiado agradecida de ella, porque con ella al lado uno no puede caerse. En Cuatro Álamos me llevó a su celda. La llamó `la cueva mágica´; hacía dibujos, siempre nos dibujaba sonriendo. Nos obligaba a conversar sobre lo que nos había pasado. `Ah, a ti también te violaron´. Al final, era raro, porque ella lo entendía todo. Y nos hacía hacer obras de teatro, sociabilizar el dolor. Yo, que me sentía sucia, logré ver que a todas nos pasaba eso. Estoy convencida de que ella me enseñó a sobrevivir".

Estando en Tres Álamos, Alejandra Holzapfel pudo recibir visitas. El primer encuentro fue con su madre, a quien no había visto en tres meses.

- "Mamá, necesito que me traigas antibióticos. Es muy importante".

- "¿Estás enferma?"

- "Es que… me violaron".

Al escuchar por vez primera esta confesión, su madre se puso pálida; pero, entre gemidos, le aseguró a su pequeña de 19 años que todo estaría bien, porque que estaban vivas y eso era lo único importante. También, le comunicó que pronto podría partir al exilio en Alemania y terminar sus estudios de Veterinaria, profesión que, tras las aberraciones sexuales que le infringió Olderock con el perro Volodia, Alejandra nunca más quiso ejercer:

- "Debes seguir tus estudios de Veterinaria".

- "No quiero".

- "Ale, debes hacerlo. Es lo que amas y te faltan dos años, nomás".

Alejandra la miró, sin sacar la voz. Ahora, odiaba el contacto con los animales; pero, no se atrevió a decírselo. ¿Qué podría haberle dicho sobre lo que vivió en Venda Sexy, si no quería ni siquiera recordarlo?

El EXILIO

A mediados de 1975, Alejandra fue enviada a la RDA. El arribo fue difícil. Eran tiempos de sospechas. No hablaba el idioma y Berlín estaba lleno de militantes del Partido Comunista y del Partido Socialista. Ella era del MIR y el rumor era que los militantes del MIR eran agentes de la CIA, que habían propiciado el Golpe.

"Fue súper doloroso. Llegó un momento en que le dije al alemán a cargo que me mandara de vuelta a Tres Álamos. El tipo se espantó y al día siguiente aclaró la situación con todos los chilenos y les dijo ‘Alejandra es una persona de confianza, entonces ella puede hacer lo que quiera’. Ese fue el espaldarazo que necesitaba. Ahí me enviaron a vivir a Potsdam".

En Potsdam, Holzapfel llegó al edificio en el residían Ángela Jeria –viuda del general Alberto Bachelet– y su hija Michelle. Por más de un año, fue vecina de piso de ambas. Ángela la acogió y la acompañó. Fue la dulzura que Alejandra requería para recuperarse y una de las personas que la instó a aceptar los cortejos de Pepe Fuica, con quien se casó y a quien abandonó en 1979, luego de que él frustrara su plan de regresar a combatir al País.

- "Me metí en la política de retorno del MIR y él consideraba que era un suicidio. Quise volver el ’79, me estaba preparando para eso, y él fue al consulado de Chile a entregar esta información, para impedir que yo retornara".

Alejandra no pudo soportar la traición. Falsificó los pasaportes de sus hijos, con ayuda de una amiga alemana, y huyó con ellos desde Leipzig, donde estaba residiendo desde que había contraído matrimonio. Tomó el tren y llegó hasta la casa de Carlos Liberona, en Frankfurt, quien la derivó con Cristián Schmidt, el que sólo le pidió –a cambio de estar en su hogar seis meses, con los niños– que le enseñara a manejar.

Recién en 1987, pudo volver con sus hijos al país. Fuica, en tanto, murió en un accidente de tránsito en Alemania, sin haber logrado el perdón de Alejandra.

Cuando Holzapfel llegó a Chile, comenzó a colaborar con la Justicia en los procesos contra quienes la violentaron, estando en prisión. Se ha careado con Basclay Zapata, Miguel Krassnoff Martchenko, Lauriani Maturana y Osvaldo Romo.

Ninguno, nunca, le ha pedido perdón.

- "Lauriani quiso darme lástima. ‘Tengo familia’, me dijo. Krassnoff fue más prepotente".

"El guatón Romo se hizo pipí, literalmente. Olderock no pasó un día en la cárcel. Murió en libertad; pero, por azar, un día –creo que el 88 o el 89– entró a comprar a un minimarket que yo tenía en Valentín Letelier. Afortunadamente no estaba sola y pude echarla y decirle lo que pensaba. Es sanador decirle a alguien ‘aquí estoy, aunque me hiciste esto o lo otro’. Aun así, tengo una gran frustración de saber que los torturadores no reciben el castigo merecido por cada persona a la que hicieron sufrir, que hay que acumular condenas para que pasen tiempo en la cárcel y, sobre todo, me duele no saber qué pasó con los compañeros que están detenidos desaparecidos. Que aún hoy, a cuarenta años, nos nieguen la verdad es una nueva forma de torturarnos".

Pese a todo, Alejandra sabe que le dobló la mano a la Dictadura. Hoy tiene un par de nietos "maravillosos, preciosos y todos los adjetivos lindos que se te puedan ocurrir" y la dignidad –que la DINA trató de quebrantar– intacta.

- "Aquí, instalaron una política de destrucción de nosotros como seres humanos, y aun así no pudieron conseguirlo. Entonces, cuando somos capaces de reír, de disfrutar la vida, demostramos que no pudieron destruirnos. Pasamos atrocidades, pero somos capaces de ser felices porque somos personas dignas. Nuestros torturadores, no".

Recinto DINA:

La Discotéque, o Venda Sexy

Memoriaviva


Este local era otro de los recintos secretos de detención y torturas que mantuvo la DINA. Junto con Londres 38, José Domingo Cañas y Villa Grimaldi, La Discotéque o Venda Sexy es uno de los lugares donde permanecieron muchos presos políticos que fueron subsecuentemente hechos desaparecer por la DINA, y que son parte de la denominada Lista de los 119. Por ejemplo, los hermanos Mario Fernando y Nilda Patricia Peña Solari, fueron vistos allí, así como muchos otros, antes de desaparecer, incluyendo a:

Antonio Soto Cerna

César Negrete Peña

Félix De la Jara Goyeneche

Francisco Rozas Contador

Gerardo Silva Saldivar

Ida Vera Almarza

Isidro Pizarro Meniconi

Jorge Eduardo Ortiz Moraga

Jorge Herrera Cofré

Luis Gonzáles Mella

Luis Mahuida Esquivel

Luis San Martín Vergara

María Joui Petersen

Marta Neira Muñoz

Ramón Labrador Urrutia

Renato Sepúlveda Gajardo

En todos estos casos, testigos confirman haber visto por última vez a dichas personas en este centro de detención y torturas.

La Discotéque o Venda Sexy era una casa ubicada –en Santiago– en el sector de Quilín, calle Irán no 3037, cerca de la intersección con Los Plátanos, en la Comuna de Macul [Coordenadas: 33°28′58.61″S 70°35′15.28″O / -33.4829472, -70.5875778]. Se desconoce el nombre en jerga militar. Venda Sexy funcionó, desde finales de 1974, hasta mediados de 1975, en forma paralela a Villa Grimaldi. Aparentemente, la casa era utilizada por un equipo distinto a los que funcionaban en Villa Grimaldi, puesto que había diferencias en las formas de operar y en los antecedentes sobre las identidades de los agentes. Se presume, por testimonios de ex agentes y ex colaboradores, que ese centro de detención y torturas estaba conformado por carabineros.

Los detenidos permanecían con la vista vendada, varios en una misma pieza, pero separados los hombres de las mujeres. Los agentes funcionaban dentro de un horario similar al común de la jornada de trabajo y, luego, salían del lugar dejando a los prisioneros a cargo de guardias. Fuera de ese horario, no se torturaba y las normas más estrictas se relajaban, dependiendo de la voluntad de los guardias. El recinto tenía música ambiental permanente, razón por la cual era conocido, también, como La Discotéque.

Los métodos de tortura se diferenciaban del de los otros recintos, en cuanto eran enfatizaban las vejaciones de tipo sexual. La violación de las detenidas y otros abusos sexuales de parte de guardias y agentes eran práctica corriente. También, los detenidos varones eran víctimas de tales vejaciones. La parrilla y las corrientes aplicaciones de electricidad eran, asimismo, práctica habitual en el recinto. Los episodios de tortura se alternaban, frecuentemente, con períodos de relajación y aún amabilidad de parte de los agentes, como método para tratar de obtener las informaciones requeridas. La declaración de una ex presa política, que estuvo detenida en este recinto describe el tipo de tratos a que eran sometidos: "... era una casa de dos pisos con subterráneo, con piso de parquet, una ventana redonda en el baño y una escalera de mármol, impresionante, muy grande, curva y ancha. Continuamente había música estridente e, incluso, una vez pusieron en la pieza dos discos con la música a todo volumen, que nos produjo una terrible sensación. Fui bajada a un subterráneo donde comenzaron a torturarme a golpes, corriente, etc. Esa noche, dormí en una pieza común que, al parecer, estaba destinada a los nuevos detenidos. Al día siguiente, fui llevada a una pieza de mujeres, lugar donde vi a numerosas personas que estuvieron conmigo. Continuamente, además, entraban individuos a la pieza que nos vejaban de todas las formas imaginables y posibles...".

Un testigo varón declaró en el proceso en el que se investigaba la desaparición de Marta Neira Muñoz, que en este recinto había sido violado por un perro especialmente amaestrado para tales deleznables actos y que mantenían los agentes en el subterráneo del inmueble.

Al igual que con otros centros de detención, tortura y exterminio, la Dictadura negó la existencia de este recinto. En noviembre de 1979, el Ministro del Interior Sergio Fernández Fernández, declaró que la tenencia del inmueble ubicado en el sector de Quilín no había podido ser constatada, puesto que su propiedad no figuraba en el acta de entrega de la DINA. En enero de 1980, Manuel Contreras Sepúlveda declaró, ante el juzgado, que dicha propiedad fue un cuartel de la DINA y que como su disolución y la creación de la CNI constituyeron un solo acto, no fue necesario levantar acta de entrega.

Hoy, en el lugar vive un empresario que compró la casa a bajo precio […] y nunca se enteró que había sido centro de detención y tortura hasta varios años después. "Es súper complicado vivir acá, hay que ser fuerte de espíritu. Mis hijos han tenido problemas. Mi hijo menor y el que está en el medio, ven cosas, personas. A veces ven a un niño", dijo a The Clinic.

Fuentes: Informe Rettig; La represión política en Chile: los hechos; La Nación; The Clinic; El Mercurio; El Dinamo; Archivo Memoriaviva

Junto a los torturadores consumados, entre los agentes más crueles en la sala de torturas aparecen las mujeres que se pusieron al servicio del terror. Un número muy importante estuvo en labores administrativas que permitieron el funcionamiento de los aparatos represivos; pero, también las hubo en funciones operativas directas, en secuestros, torturas, ejecuciones y desaparición de prisioneros. Esta es una muestra.

Ingrid Felicitas Olderock Benhard, quien tuvo a cargo el entrenamiento del perro pastor alemán Volodia, que se usó para violar a varias prisioneras en Venda Sexy. Simultáneamente al Cuartel Ollagüe, la DINA también en operaciones este centro, conocido entre los detenidos como Venda Sexy, aludiendo al hecho de que parte importante de las torturas que aquí se llevaron a cabo tuvieron relación con violaciones y aberraciones sexuales, entre las cuales estuvo el adiestrar a un perro ovejero alemán –al cual los agentes pusieron el nombre de Volodia, en referencia a Volodia Teitelboim, entonces alto dirigente del Partido Comunista–, para que violara a las detenidas, que eran forzadas a asumir una posición que facilitara la penetración por parte del animal.

[…]

Si bien muchas de las mujeres que pertenecieron a la DINA realizaron labores administrativas, existe un equipo que ha sido catalogado por los sobrevivientes como "las más sádicas y crueles". Entre ellas destacó la subteniente de Carabineros Ingrid Felicitas Olderock Oelckers, quien fuera instructora de torturadores ya en la escuela inicial de Tejas Verdes. Como integrante de la Brigada Purén, fue adiestradora de los perros usados en las vejaciones sexuales cometidas contra hombres y mujeres en el cuartel secreto Venda Sexy.

Para no olvidar:

El "escalafón femenino" de la tortura en Chile

Viento Sur/ Al rescate de la memoria - Correo de los Trabajadores

 

 

Después de una sesión de parrilla, amarrado desnudo con los brazos y piernas abiertas sobre un catre metálico para reforzar el efecto de las descargas eléctricas, le colocaron una pistola en la sien, le inyectaron pentotal y fue colgado con las manos amarradas atrás mientras era golpeado y quemado con cigarrillos. El lugar de tortura se llamaba Venda Sexy.

El horror en Venda Sexy

Francesc Relea

El País - 16 ENE 2000 

 

Además de las normas contenidos en la legislación chilena sobre el secuestro de menores de edad, los libelos adjuntarán disposiciones de la Convención Internacional sobre los derechos del niño, la de Ginebra –contra la toma de rehenes en estado de sitio–, y la de Prevención contra el Genocidio, que sanciona los secuestros contra grupos sociales específicos. Por esas razones, se argumenta que los delitos están fuera del amparo de la Ley de Amnistía y son imprescriptibles. Otro caso en el que trabaja el CODEPU –que no formará parte de la querella– es el de los nietos del diputado comunista Bernardo Araya. En 1976, a sus escasos 12 y ocho años, Inoska y Wladimir tuvieron que presenciar las torturas de su abuelo en el cuartel Venda Sexy de calle Irán. Y el hecho estampó un sino fatal para uno de ellos: diez años después, Wladimir perdió la vida a manos de la CNI, en la matanza de la Operación Albania.

Querella por niños rehenes contra Pinochet, Contreras y Ceballos

Primera Línea - 14 de Junio 2001

 

 

Al ex jefe de la Brigada Purén y ex jefe del Departamento Exterior de la DINA, general (r) Raúl Iturriaga Neumann se le concedió aquella disminución de pena en los casos de secuestro y desaparición de Dagoberto San Martín, Víctor Olea Alegría y Mario Carrasco Díaz. La última sentencia de este tipo dictada por la Sala Penal integrada por los ministros Alberto Chaigneau, Jaime Rodríguez, Rubén Ballesteros, Hugo Dolmestch y Nibaldo Segura es del 22 de agosto de 2007, por Olea y Carrasco.

Los afectados no entienden cómo jueces pueden considerar que Iturriaga tiene una "muy calificada irreprochable conducta anterior", cuando comandó una de las brigadas que más perversiones sexuales cometió, contra mujeres prisioneras en el centro de tortura conocido como Venda Sexy, y fue acusado él mismo de violar detenidas que tenían tapados los ojos. Además, fue pieza principal en el doble asesinato del general Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, y en el diseño de la Operación Colombo, en la que desaparecieron 119 prisioneros. Y si bien, en estricto rigor, la atenuante de "irreprochable conducta" opera cuando el reo no ha sido antes condenado por otro delito, a juicio de los afectados, aquella interpretación no puede desatender el largo prontuario criminal de cada uno de los ex agentes que conformaron los grupos operativos de exterminio

Corte reduce sanciones a violadores de derechos humanos

La Nación - 26 de Agosto 2007

 

http://www.theclinic.cl/2013/09/11/alejandra-holzapfel-y-la-vida-tras-las-torturas-y-las-aberraciones-sexuales-de-la-dictadura/









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