Poesía Mapuche: Desde Chaurakawin
GRACIELA HUINAO - POETA MAPUCHE-HUILLICHE
"Los pueblos se conocen más por su poesía que por su historia contada"
EM
A FILO DE HACHA
Los rayos del sol
amenazaban la montaña
con abrazarla lentamente.
En ese juego estaban
mientras seguía la huella
del camino por donde iba mi padre.
El rocío caía bajo su tranco firme
y aunque ciertas gotas eran tibias
él siempre cuidaba mi paso.
Llevaba al hombro un hacha
y de la mano que siempre me sujetaba
ahora iba enrollado un lazo.
Antes que el sol nos diera
llegamos a la pradera del bajo.
Allí estaba
con sus brazos apuntando al cielo
con su música de hojas
tan propia cuando se rebela.
Di una vuelta alrededor de su tronco.
Y mi padre estaba allí
con una rodilla en el suelo
a dos manos apretaba el viejo sombrero.
Me asusté
nunca había visto a mi padre tan pequeño
dijo una oración en Mapudungun que no entendí.
Sin embargo, me trasmitió la pena
de ese árbol que vio nacer
todas las generaciones que corren por mis venas.
El sol le dio primero al árbol
y bajó por sus hojas
como por una lenta escalera.
A su pie estaban nuestras mejillas llorosas
y lentamente calentó
el filo del hacha
sobre la hierba.
LA MÁSCARA DEL HAMBRE
Mi cuerpo no se acostumbra
a este conviviente
que golpea hoy mi cuerpo
y mañana
abre la puerta de mi casa
ultraja en mi mesa
la última dignidad que poseía.
Yo te denuncio
porque de cerca te conozco
tienes la cara desgarrante de la tristeza.
Fue el peor enemigo que llegó a mi pueblo
y nos robaron las armas al defendernos.
Arrancamos
perseguidos por una fiera
nos dio alcance en el sur
y con sus colmillos nos trituró la pobreza.
Hoy
en mi pueblo
el hambre es rebeldía
y la poesía una máscara
donde oculto el verso amargo
alimento de este canto
y en la boca de mi pueblo
la tortura de cada día.
GILLATUN EN LA COSTA
Para poner tranca a la miseria
cada cierto tiempo
los williche de la costa
desclavan de sus ruka las penas.
Se descuelgan de la historia
y a Pukatriwe llegan
espantando con el Ngillatun
al maligno espíritu del hambre
que va en estampida por la cordillera.
Los williche y el mar
en vigilia
comulgan tiempos de miseria.
VISIÓN GITANA
Una gitana me dijo un día al verme la suerte:
"No tienes líneas en tus manos, tienes versos"
Sus ojos ancianos volvieron a mi mano y me dijo:
"Algún día te acordarás de mí".
No he olvidado esa profecía.
En ese entonces yo era una chiquilla recién llegada del sur.
En 1989 publiqué mi primer poema "La loika" y como un pájaro
volaron mis versos en diario,
revistas y antologías
nacionales, llegando a los EE.UU.
Rahue es mi lugar de origen y el río me vio
atravesar llorando la tarde que dejé
mi hogar, como toda mujer mapuche obligada a emigrar
Ahora he de volver con un libro bajo el brazo,
sin olvidar cómo llegué, con un cuaderno de hojas
amarillas donde encerraba mis primeros malos versos.
Ahora no son mejores, sólo más viejos.
Agradecida de la naturaleza, desde el vientre de
mi madre que me dio el poder de escribir.
LOS GANSOS DICEN ADIOS
(A mi abuelo, Adolfo Huinao)
En los ojos de mi abuelo Williche
navegaba el miedo.
Tan sólo al morir apagó ese brillo tímido.
Lo que la naturaleza no pudo
apagar en mi memoria,
el color de archipiélago
agarrado en su rostro.
Abuelo, para serte fiel
no recuerdo el día exacto.
Sólo veo a los gansos
abriendo y cerrando
sus alas por la pampa.
Mi corto andar, abuelo
no entendió
el origen de tus palabras.
Anciano como eras
me alzaste del suelo
y de tu boca nació la muerte
desembarcando en tu playa.
Tu padre y tu hermano
remaron al sacrificio
mientras su madre y mi abuelo
alcanzaron la orilla del hambre.
No hubo eco en la montaña,
fueron calladas tus palabras.
Pero mi niñez asustada
se acurrucó al alero de sus años.
Abracé la pena de tus ojos
y juntos miramos la pampa:
una isla con sus gansos
en los ojos de mi abuelo se quedó
en la última mirada.
Abuelo, hoy sé
nunca fuiste Williche;
tu origen Chono o Kawaskar
no subió al bote
el día que robaron tu tierra y tu raíz.
Ahora entiendo
la pena de tus ojos.
De tu origen navegando
en el gran cementerio
del Pacífico Sur.
- GRACIELA HUINAO
"
Rahue es mi lugar de origen y el río me vio atravesar llorando la tarde que dejé mi hogar, como toda mujer mapuche obligada a emigrar".
Poeta fundamental, mujer mapuche urbana, ser sensible a la conciencia de que impedir que muera la memoria de su pueblo
es una misión irrenunciable, eterna muchacha caprichosa que se empeña en vivir de lo que escribe: algunas definiciones entre tantas otras posibles.
"Siempre me ha apasionado el misterio de la medianoche.
Pareciera que el firmamento dejara caer afilados cuchillos hacia la tierra, partiendo la noche en dos.
Pienso en mi madre a medianoche, un 14 de octubre de 1956, cuando mi boca se llenó de sur".
Allí comenzó. Luego creció, sobrevivió, fue publicada desde Chile hasta Estados Unidos, continúa siendo y así seguirá, porque es de esa clase de gente que nunca aprende por fortuna para todos aquellos a quienes el sistema mira con cierta desconfianza porque no sabemos rendirnos.
Fue la primera mujer indígena en publicar un libro de poesía, de relatos, en ser traducida al inglés. "Pero no es que mis anteriores generaciones de mujeres no hayan tenido capacidad", me dice Graciela, "sino que la discriminación es tan grande que a veces nos acobardamos ante este flagelo. El miedo a romper la barrera de la discriminación cuesta hasta en el alma".
Algunas de sus obras: "Walinto", "La nieta del brujo", "Hilando en la memoria".
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