De todas maneras, Michel Barnier y la Comisión Europea no proponen una separación de bancos, sólo proponen que se creen filiales ad-hoc. Además, la decisión de obligar a algunos bancos a crear esa filial ad-hoc es una tarea para las autoridades de regulación, o sea, que en la zona euro, eso es competencia del Banco Central Europeo que tiene muy poca vocación de imponer coerciones serias a los bancos.
La sucesión de retrocesos, de concesiones y de medidas tomadas sin rigor demuestran que no nos podemos fiar de los gobernantes y de las autoridades en ejercicio para realmente poner orden en el mundo opaco de las finanzas.
Debidos a sus actuaciones, los bancos contribuyeron a provocar la peor crisis económica y social desde los años 1930. La decisión de los Bancos Centrales de acordarles un acceso ilimitado al crédito sin imponerles un cambio en las reglas del juego agrava el problema.
Es necesario retomar las cuestiones básicas. Los bancos deben ser considerados como servicio público, precisamente por su importancia y por el efecto devastador que su mala gestión puede tener sobre la economía. El oficio de banquero es demasiado serio para que se pueda confiar a los bancos privados. Ya que utilizan dinero público, se benefician de las garantías del Estado y dan un servicio de base fundamental a la sociedad, los bancos deberían convertirse en un servicio público.
Los Estados deben recuperar su capacidad de control y de orientación de la actividad económica y financiera. También deben disponer de instrumentos para realizar inversiones y financiar los gastos públicos reduciendo al mínimo el recurso al crédito ante instituciones privadas. Para ello hay que expropiar los bancos sin indemnización para socializarlos y pasarlos al sector público bajo control ciudadano. Si tomamos este giro radical, podemos proteger los depósitos de los ahorradores, financiar actividades útiles para el bien común, garantizar el empleo y las condiciones de trabajo del personal del sector. Para ello, parece imprescindible y esencial construir un servicio público de ahorro, de crédito y de inversiones.
Debemos luchar por la eliminación del sector bancario capitalista, tanto en el crédito y el ahorro (bancos de depósitos) como en el ámbito de las inversiones (bancos de negocios o de inversiones). Si tomamos esta opción, sólo se mantendrían dos tipos de bancos: bancos públicos con estatuto de servicio público (bajo control ciudadano) y bancos cooperativos no demasiado grandes.
Traducido por Griselda Pinero