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Noviembre 2013

Problemas estructurales del capitalismo rentístico

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La lucha por el significado del sistema no termina, es inagotable en tanto va a la par de la lucha por nuestra formación y comprensión de la realidad social, es una tarea contra las tendencias a la enajenación. En varios países el rentismo petrolero aparece como una fuerte relación estructural del capitalismo en torno a las clases de sus sociedades y de la economía mundial al grado que convalida la estructuración de un capitalismo rentístico; por ello el debate que se viene suscitando es sumamente provechoso para los pueblos, que conviene no permitir que se pierda. Entre otras cosas, es elemento de consideración sobre la soberanía, el patrimonio material, los recursos naturales y el trabajo que un país posee en medio de la depredación del capital financiero.

Así entonces la renta petrolera expresa las relaciones entre varios sujetos: Estado, burguesía criolla, monopolios, imperialismo, proletariado, pueblo; relaciones dadas en el marco de formación capitalista para introducir en la economía el recurso energético.

A grandes rasgos, la renta del petróleo se cimenta en la plusvalía, teniendo los siguientes componentes: 1.- el cálculo sobre el volumen de las reservas y los años de extracción productiva, 2.- la condición de propiedad del recurso (renta absoluta), por el que la sociedad y el mercado mundial deben pagar por su demanda y necesidad, principalmente a los países que poseen las mayores reservas, 3.- la diferencia derivada de la mayor productividad del proletariado en las fuentes de mejor calidad y rendimiento a nivel mundial (renta diferencial), 4.- la explotación directa de la fuerza de trabajo petrolera en la extracción, transporte y el procesamiento de los derivados, 5.- la renta de monopolio que es el privilegio petrolero como propiedad organizada principalmente estatal (PDVSA) y su asociación internacional (OPEP), 6.- el juego económico de oferta y demanda frente a otras fuentes y medios de producción de energía para equilibrar o modificar los precios. Los productores de petróleo varían en la captación de la renta según su mejor posicionamiento sobre estas bases, la cualidad de conjunto es que todos participan de ella en una u otra forma y grado.

Dichas condiciones de la renta han determinado en buena medida las bases de la explotación irracional y desmedida del hidrocarburo tras la ganancia máxima y el saqueo de este y otros recursos de los pueblos. Cabe la acotación de que una de las pugnas del capitalismo actual sobre la renta lleva a las guerras armadas y económicas para arrebatar los recursos naturales a los países disminuyendo drásticamente su renta e intensificando su explotación.

No debe perderse de vista la renta como relación social ni el objeto al cual corresponde. El petróleo es tan importante como finito por el cual sus poseedores exigen un pago bajo las reglas del reino de las relaciones de propiedad. Se intercambia por valores monetarios y productos creados por la economía capitalista provenientes de la explotación de la fuerza de trabajo internacional, lo que lleva a la confusión común de que eso hace partícipes de la explotación mundial a las sociedades que lo poseen. Este sentido ya fue dado en otros tiempos al saqueo y depauperación de nuestros pueblos durante quinientos años, por los cuales supuestamente recibimos civilización y cultura. Aunque ya no es noticia, la peculiaridad del petróleo consiste en que aún cuando sus costos de extracción son menores a su precio en el mercado, la importancia de sus cualidades es tal que lo hace un objeto preciado para la economía, si a eso añadimos que se produce en cuantiosas cantidades, la resultante es una inmensa masa de recursos monetarios captados por los países productores, que les aseguró insertarse en la economía capitalista y sus mecanismos de poder político de formas especiales.

La redistribución de la renta es de interés para los monopolios y grandes potencias que históricamente vieron incrementarse la resistencia de los pueblos. Los imperialistas insisten en la privatización del recurso para ponerlo a disposición de sus empresas y de esta manera disminuir el precio del petróleo, arrebatar o reducir al mínimo la renta percibida por los países petroleros, controlar el desarrollo de sus competidores y meter todos los recursos extras al servicio de la acumulación de capital desde las metrópolis. No les importa que esto vaya a significar un golpe contra sí mismos al reducir el mercado para la masa de mercancías captadas por los productores de petróleo. En este momento su interés se centra en que se trata de un producto de importancia estratégica para la dominación imperialista en la disputa mundial de la hegemonía. Visualizando esto, se hace notorio que las tendencias políticas ultraderechistas de los países petroleros se ciñen con extrema rigurosidad al sentir del imperialismo.

En la mayoría de los países la renta petrolera se distribuye entre todas las clases sociales en la formulación siguiente: a) inversiones, regalías, tratados y transferencia de ganancias al exterior de los países petroleros, b) cuantiosas importaciones ventajosas para el capital transnacional, c) ventajas y recursos económicos (monetarios) a la clase empresarial, industrial, bancaria y comercial nacional, d) regalías a terratenientes, e) servicios públicos a toda la sociedad, f) desarrollos industriales de corte estatal, g) recursos destinados a los aparatos burocráticos, h) programas sociales y recursos al proletariado y el pueblo en general. Su proporción en la sociedad de clases varía en consonancia a las correlaciones de fuerzas y los tipos de gobiernos. De esta manera se introducen profundas modificaciones a la estructura económica del sistema influyendo notablemente tanto en su dinámica, por ejemplo a mayor capacidad y crecimiento económico mundial e interno, mayor importancia de la renta petrolera dadas las reservas probadas, o en la captación de divisas y las relaciones mercantiles sujetas a este fenómeno, como en que se recrea asimetrías en el comportamiento de sus aparatos, una de las más importantes a nuestro modo de ver está en el desnivel entre el desarrollo de las fuerzas productivas del país frente a la inmensa masa de recursos provenientes de la exportación petrolera, otra más sería la subvención constante al conjunto de la economía u otras irregularidades en la producción y las importaciones por encima de los recursos regulares de la burguesía.

Para el caso venezolano la burguesía sugiere que el problema de la renta es que se fuga a Estados no aliados de los Estados Unidos, que además se pierde en la alta burocracia –lo cual sin duda tiene un sustento real– y que con mucha amargura para sus intereses se dilapida ociosa e improductivamente en servicios sociales que debiesen ser adquiridos o sujetos al común denominador de la compra-venta.

Pese a los grandes beneficios recibidos, la burguesía sostiene que la renta petrolera no es el problema, sino el cómo se utiliza, lo cual es una estratagema para eludir el problema estructural de la renta petrolera bajo el capitalismo, achacando la responsabilidad a su uso en el modo de un rentismo discrecional o pugna entre las clases sociales por la redistribución. La renta petrolera en este caso compensa toda la irresponsabilidad social de la burguesía parasitaria para con los derechos vulnerados del proletariado y sectores populares, asegurándole el disfrute ventajoso de la explotación general de las clases trabajadoras sin tener que descontarse importantes gastos de su mantenimiento en tanto tal fuerza productiva, como es el caso de la vivienda, la salud, educación, la precariedad que impuso y los impuestos que no paga.

La burguesía venezolana niega que la oligarquía financiera norteamericana sea una gran beneficiaria del petróleo a través de sus compañías y de los problemas estructurales que engendra. Esta última lo injerta en la economía y lo paga con capital ficticio mediante papel moneda sin respaldo, pero que asegura la compra-venta de sus mercancías. Así mismo la burguesía venezolana encubre los grandes beneficios que percibe de la renta petrolera como respaldo a su actividad económica, que entre otras cosas conduce a la política del dólar y su colocación en la economía venezolana. El dólar se convirtió en una mercancía muy preciada por la burguesía venezolana y las capas protoburguesas en ascenso (corrupción mediante) que como se sabe pugnan porque se les transfiera el máximo de la masa de dólares baratos provenientes de la renta petrolera para cubrir sus negocios y crecientemente para especular con dicha moneda en el mercado paralelo a un alto costo para la economía en general, exigiendo todo tipo de medidas en su favor para que no existan controles estatales a su sed de riqueza, lo que seguirá obrando así mientras se reciclen sus mecanismos de operación con el conjunto de las dinámicas capitalistas de acumulación.

Conviene centrarnos en el ámbito del sistema configurado a raíz de esta particularidad de la renta petrolera. La clase dominante trasmite sus nociones sobre la cuestión petrolera y sus responsabilidades en el desenvolvimiento de la sociedad, pues esto es un buen medio para crear anarquía sobre las matrices del sistema económico. Considerar el capitalismo rentístico como el problema esencial del capitalismo desenfoca la totalidad de la estructura y cimientos del sistema, no es una maldición o bendición, sino un producto sujeto a las relaciones económicas capitalistas internacionales.

Uno de estos engendros en el plano de la división social consistió en ensombrecer la percepción del proletariado. La complejidad de la situación del proletariado en Venezuela está en que la renta petrolera invisibilizó sus particularidades y condiciones dado el inmenso reservorio de recursos extraordinarios que el país fue testigo, pero es ya incuestionable su abrumadora presencia y papel en el conjunto de la economía, en las industrias, minería, la pesca, la ganadería, la agricultura y los transportes, dando lugar a la acumulación de grandes capitales y medios de producción. La clase proletaria y trabajadores en general viven de su trabajo, de su esfuerzo continuo.

La versión absolutista del capitalismo rentista se apoya en que nuestros países tuvieron un impulso inusitado a partir de un recurso de extracción mineral o agrícola, desdeñando las condiciones de la propiedad privada y las relaciones económicas ya incubadas que lo hicieron posible. Naturalmente sin la acción concreta de estas ramas económicas el mismo capitalismo hubiese tenido mayores dificultades para su ascenso. Si bien se requería del mercado externo para su intercambio, sin el mercado nacional y las condiciones de utilización internas de los recursos monetarios adquiridos, la explotación petrolera sería una pura desacumulación al estilo de nuestra antigua condición colonial e incluso de la que data de los primeros tiempos en que las potencias prácticamente se apoderaban de estos recursos con bajas compensaciones.

El capitalismo rentístico expresa la presencia del rentismo petrolero en la economía capitalista, el capitalismo de Estado es una de sus variantes. El capitalismo rentístico está en la importancia que tal recurso tiene para la economía en su conjunto y en su participación productivo-articuladora en torno al aparato productivo del país, industrial, comercial, agrícola y de servicios. El desarrollo del capitalismo en Venezuela se apoya en éste pilar para preservar sus bases económicas, para regir el rentismo petrolero sobre las relaciones mismas del poder político-económico y configurar sobre la base de este problema mayor, otros problemas estructurales tales como la tendencia a la importación, el consumismo, los bajos niveles de productividad, el desequilibrio en el crecimiento económico de las regiones y el parasitismo habitual de la burguesía y sus secuaces.

Por ello cambiar el modelo rentístico está más allá de cambiar o equilibrar la distribución de sus recursos, se trata de transformar las relaciones sociales de producción capitalista y sus dependencias internacionales, por relaciones socialistas. La burguesía hasta ahora sigue expropiando los recursos del pueblo sin importar las vías que para ello debe implementar, de lo que se trata es de expropiar a la burguesía las fuentes de la riqueza. El proletariado y todo el pueblo deben pasar a controlar de manera directa sobre dicha propiedad con su poder popular, el control obrero y la planificación socialista.

La guerra económica de la burguesía y el imperialismo se proyecta recuperar el dominio absoluto del país y sus recursos, saben emplear hasta los propios recursos en dólares (cadivismo) que el Estado les concede para sabotear y desarticular el proceso revolucionario –para colmo hasta Dieterich en ese rejuego por desacreditar a Maduro clama por la liberación del dólar–, presionan para consolidar su “economía de mercado”, con más ahínco promocionan el apetito de ganancias rápidas entre la pequeña burguesía. Las clases opresoras tienen idea del problema estructural del capitalismo rentístico y están empleando sus capacidades para desencadenar una estrategia del caos, incitan al gobierno bolivariano a tomar medidas neoliberales desesperadas para que aunadas a otros problemas como la especulación, la inflación, la dolarización, la inseguridad y el burocratismo, recuperar completamente el poder político y el control de la industria petrolera.

Esta guerra concentra su fuego sobre la renta petrolera restableciendo el orden tradicional y los mecanismos del capitalismo rentístico en beneficio de unos cuantos para acabar con la situación social sea como sea; la contraofensiva del pueblo bolivariano es vital, no cabe improvisar.

El petróleo, el dólar y el monopolio del comercio exterior deberán ponerse en manos del pueblo organizado, debe desplazarse a los explotadores de sus medios, encaminándose a que su ejercicio revolucionario lleve a superar su condición dependiente de un bien, desarrollando vigorosamente el conjunto de sus fuerzas, única forma de mantener el socialismo sustentado en el conjunto del trabajo social y potenciales del país con la socialización como bandera.

http://www.aporrea.org/tiburon/a175600.html







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