Abril 2013
Bolivia: NOCIONES DE "TIERRA" Y "ESPACIO"
Christian Jiménez Kanahuaty*
A partir de la lectura de La Loma santa: una utopía cercada, de Gabriela Canedo Vásquez (Plural, 2011), se pueden empezar a entrelazar algunas ideas acerca de las nociones de "tierra" y "espacio" dentro del imaginario de algunos de los pueblos indígenas, tanto de la parte occidental como oriental del país.
Canedo establece que en la construcción de identidad política de las comunidades de San Ignacio de Mojos -que es la zona que ella investiga y toma como estudio de caso para explorar el tema de uso de la tierra y todo el conflicto que presenta su uso y aprovechamiento-, existen dos conceptos que no funcionan como sinónimos pero que se constituyen como fundantes de la vida en esa región. Esos conceptos -nociones de vida-, son los de "Tierra" y "Espacio". Canedo citando el libro
Pour Une Geographie Du Pouvoir, de Claude Raffestin publicado en 1980, nos dice que: "Tenemos que tener presente que el espacio se halla en una posición anterior al territorio. El territorio es generado a partir del espacio, pues el espacio geográfico existe per se, y el territorio es el resultado de la acción desarrollada por un actor" (p.55). Y si esto es así, lo que Canedo usa para el caso de los indígenas del Beni, también es pertinente para los aymaras, por poner una específica al lado de una generalidad.
El movimiento político Katarista y el impulsado por Felipe Quispe y ciertamente una ala importante de la CSUTCB, dirá que los aymaras vienen de la geografía. La amplia gama del altiplano se constituye en el espacio vital que dota de sentido la acción de los sujetos políticos que prenden la desestructuración estatal para la reconstrucción del Kollasuyu.
El espacio precede al territorio, pero se llena de memoria y es a ese espacio que se vuelve permanentemente. El espacio en el caso de los indígenas que ocupan la región de San Ignacio de Mojos, es la Loma Santa, es un espacio que al momento de ser ocupado se convertirá en su territorio y será sobre él que reproduzcan la vida y buscarán una forma de vivir bien. Por su lado, los aymaras, tienen no sólo las luchas de los indígenas contra los procesos coloniales de inicios de la república, sino que constituyen un territorio y esto ocurre cuando lo ocupan, lo politizan y confrontan con el otro espacio "territorial" que es el de la Bolivia blanca.
La forma de convertir un espacio en territorio es ocupándolo y ejerciendo sobre él un tipo de trabajo; en ese caso se transforma y deja de ser ese espacio abierto. Empieza a cercarse, estable fronteras y cuando establece fronteras es que se cosifica la identidad. Y una vez construida la identidad es que se establece la relación con los otros: Enemigos, prójimos, diferentes, iguales, etc. Tanto en el caso que analiza Canedo como en el caso de la nación aymara, esta relación entre los unos y los otros es el fundamento de la vida y de su acción en el tiempo político. Los que viven en las zonas analizadas por Canedo tienen problemas con los ganaderos, con los Karayanas, y los aymaras con los blancos, con los Q´aras y en definitiva con el Estado, que es también un ente que convierte la travesía de los indígenas del oriente en algo político por la relación que ellos establecen con el saneamiento de tierras para establecer los límites y alcances de sus (TCO) Territorios Comunitarios de Origen.
Ahora bien, la lucha en el caso de los indígenas mojeños es legal, ya que se circunscribe a los espacios legales que deja la ley INRA para la dotación y saneamiento de tierras. Ese espacio donde tuvo lugar las revueltas y rebeliones de Tupak Katari, de Zarate Willka y de tantos otros, es donde se reconstituirá la nación aymara y desde donde se pondrá en pie el Kollasuyu; en definitiva, será el territorio dónde gobernará un indígena a otros indígenas. Pero existe porque se ubican fronteras, ya no sólo territoriales, sino simbólicas. El poder político colonial construyó un Estado para representar a los blancos-criollos. Y ese Estado estableció límites tanto para aquéllos que quieren formar parte de sus instituciones, como para otorgarles legitimidad y reconocimiento. El establecimiento del territorio, marca una difícil convivencia entre modos de construir y relacionarse con el entorno. Esas dos lógicas marcan la ocupación del espacio. El espacio de la ciudad es el territorio del poder republicano que no se agota con la instauración de un Estado Plurinacional. Y el espacio del campo demarca el territorio de la jurisdicción del poder indígena.
Espacio y territorio conforman identidades que van perfilando sus confrontaciones y sus ámbitos de poder. Cuando el espacio precede al territorio, no se habla de un espacio limpio. Ya existió el manejo del espacio a partir de la cartografía. Se lo nombró y se lo representó. Y es en esa representación y en ese nombre que acontece la yuxtaposición que significa la acción territorializada de los sujetos políticos. No es un terreno limpio ni puro. Pero está en permanente resignificación. Un espacio puede pasar por distintas etapas, puede ser el lugar en el que tendrá lugar la vida y su reproducción social o el espacio donde se deliberará y resolverán problemas por la vía armada. Y es ahí cuando surge la idea, para el caso de las comunidades analizadas por Canedo, de que siempre existirá un espacio que hacer territorio. La permanente búsqueda es su ideario. Por ello el carácter nómada de estos pueblos.
Aunque como bien se señala en la investigación, este nomadismo ha ido cambiando con los años a partir de que en los pueblos indígenas de tierras bajas existen nuevas ideas que tienen que ver con la posibilidad de adquirir conocimientos y tener servicios básicos y poder recurrir a un sistema de salud por más precario que sea. Al adquirir luz, postas sanitarias y escuelas los pobladores de las comunidades renuncian a seguir buscando aquella "Loma Santa" y convierten ese espacio que en principio era su territorio de transición, a un territorio de la vida (Cfr. p. 156).
Para el caso de la nación aymara, es un tanto diferente: no son nómadas, así que su carácter estacionario les hace percatarse de las necesidades permanentes del espacio que habitan. Cuando lo convierten en territorio, lo hacen con la intención de establecerse en ese lugar. Sus demandas por eso, tienen que ver con necesidades básicas y su satisfacción; pero luego, la construcción identitaria hace que vean ese territorio como propio y lo reconozcan como de su propiedad que fue arrebatada tras la conquista y las leyes republicanas. Ellos no buscarán otro lugar y lucharán por no ser desalojados del mismo. Mas al contrario, desde ese territorio establecerán un nuevo poder político, que si bien durará por momentos cortos de tiempo -como el Cuartel General de Kalachaca en las movilizaciones del año 2001 y 2002- o serán el símbolo de un nuevo Estado.
Y no sólo tiene que ver con lo legal, sino con el poder. Su trabajo sobre el espacio altiplánico en realidad es una estrategia sobre los modos de obtener poder. Una forma de desbaratar la dominación y hacer visibles tanto la segregación como el racismo. Es a partir de ese territorio y su asentamiento en él, que la nación aymara se proyecta al futuro y propone ante el Estado un proyecto de transformación territorial.
Finalmente, se trata de ver cómo es que a partir de estas nociones se construye un Estado de aquí en adelante. Recordemos la noción de John Murra (1975:59 ) sobre que en Bolivia los pueblos indígenas lograron establecer una estrategia de "control de un máximo de pisos ecológicos". Este concepto ayudó a Zavaleta Mercado en Lo nacional-popular en Bolivia, para analizar la formación social en Bolivia y decir que su fisonomía era la de una formación social abigarrada. Y jalando un poco el concepto, cuando el gobierno del MAS iniciaba sus labores allá por el 2005, se habló y escribió mucho sobre el "capitalismo andino-amazónico", que parece ser este último la instrumentalización liberal del control de pisos ecológicos. Pero, en realidad la idea de estas dos nociones y la de Murra no es tan simplista ni economicista como el capitalismo andino-amazónico, sino que trata de establecer el uso territorial del espacio, ligado a un modelo extractivista -si se quiere para usar una palabra "moderna"- y sobre todo, a un patrón de desarrollo.
Lo que nos dice Canedo, en entre líneas y lo que proponen la nación aymara -y las que comulgan con esta noción- es que el tema de la construcción del Estado aún está abierta. El espacio devenido en territorio aún está en disputa y en construcción: Su identidad, su uso y su proyección no se han resuelto. Las fronteras existen en ciertos niveles "territorialmente institucionalizados" pero en otros niveles estas fronteras encuentran resistencia, pero además de ello son porosas y se empiezan procesos para desconocerlas. Este punto abriría el debate sobre la múltiple yuxtaposición de fronteras que se han establecido en este territorio desde la conquista y cómo es que todas ellas aún continúan en vigor.
En este punto entendemos que quizá al repensar el territorio y sus límites y alcances ya sea dentro de las comunidades indígenas como desde otros ámbitos, nos de pistas o rutas de salida al problema de la jurisdicción del Estado Plurinacional.
Bibliografía
Canedo, Gabriela. 2011 La Loma Santa: Una utopía cercada. Ed. Plural. Bolivia.
Murra, Jhon. 1975 El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas. Ed. IEP. Lima.
Zavaleta, René. 1986 Lo nacional-popular en Bolivia. Ed. Siglo XXI. México
* Christian Jiménez Kanahuaty (1982) Politólogo por la Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba-Bolivia. Ha realizado investigaciones y consultorias sobre movimientos sociales en la ciudad de El Alto y los protagonizados por la CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia), la conflictividad en Bolivia desde el año 2000 al 2009, sistema político y las transformaciones estatales en Bolivia desde el 2000 al 2009. Ha publicado las novelas Invierno y Te odio en 2010 y 2011 respectivamente, con la editorial Correveidile. Es parte del libro de crónicas de no ficción, Bolivia a toda costa (Ed. El cuervo 2011 y 2ed. 2012). Ese mismo año se publicó -su tesis de licenciatura- Movilización Indígena por el Poder. Los levantamientos indígenas en el altiplano boliviano y el surgimiento del Movimiento Indígena Pachakuti (M.I.P.) Bolivia 2000-2002, con la editorial Autodeterminación.
Christianjk782@gmail.com
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