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Diciembre 2012

La intervención extranjera en Paraguay y el rol de la USAID*

Sonia Winer1

(IEALC/UBA)

Resumen

El siguiente texto se propone, a partir de un estudio de caso, investigar el tipo de relación que existe entre los objetivos planteados por la asistencia norteamericana para el desarrollo–viabilizada a través de la Agencia Gubernamental de Asistencia Externa de los Estados Unidos (USAID)- y la doctrina seguritaria estadounidense en América del Sur.

Además, por medio del análisis de los programas financiados por USAID en países -como por ejemplo- Paraguay (entre el año 2000 y el 2011), se desean problematizar las consecuencias que ese tipo asistencia conlleva sobre poblaciones y territorios locales, poniendo el acento en los siguientes puntos: la ubicación geopolítica de los “receptores” de ayuda (respecto de los procesos políticos vecinos, las zonas constituidas reservorios de bienes naturales y los sitios de tránsito obligado para personas, bienes y mercancías); la conexión de los planes propuestos con la estrategia contrainsurgente de corte multidimensional promovida por el Pentágono en el plano hemisférico; y las características y antecedentes históricos que facilitan la cooperación entre Washington y Asunción.

Introducción

El objetivo del siguiente texto consiste en analizar el rol de la Agencia Gubernamental de Asistencia Externa de los Estados Unidos (USAID) en Paraguay con dos propósitos centrales: 1) identificar ciertas herramientas y modalidades que permitan dimensionar las características múltiples de la ofensiva estadounidense, la cual opera con mayor intensidad en una nación geoestratégicamente ubicada en el cono sur; 2) y colaborar en la construcción de un diagnóstico respecto de su incidencia, con el fin de proponer en la conclusión una serie de lineamientos contra-hegemónicos orientadores para el diseño de un pensamiento estratégico propiamente suramericano.

Paraguay: laboratorio de prácticas estratégicas estadounidenses

Hay dos aspectos centrales que debemos destacar de Paraguay antes de abordar nuestro trabajo. El primero consiste en señalar la importancia de la nación -abrazada por ríos y lindera con Argentina, Brasil y Bolivia- debido a su ubicación geoestratégica en el cono sur, puesto que se encuentra atravesada por dos ejes centrales del proyecto de la Iniciativa para la Integración en la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA)2 y constituye un país de tránsito casi obligado de personas, capitales, flujos legales e ilegales, e información en la región. Además de contener un reservorio importante de bienes naturales codiciados por Estados Unidos -especialmente biodiversidad, agua y un potencial energético inmenso en torno a las represas de Itaipú3 y Yaciretá4-, de acuerdo con (Miranda, 1977) los gobiernos de Paraguay desde mediados del siglo XX fueron analizados por los documentos del Departamento de Estado en clave comparada respecto de los procesos políticos vecinales, subrayándose -desde épocas incluso anteriores al stronismo (1954-1989)- el temor al “contagio” o capacidad de influencia de los enemigos de Washington (la Alemania nazi, el comunismo o la subversión terrorista, el indigenismo boliviano, etc.), cuando ponen también el acento sobre la oportunidad que brindaría el país como base logística para las operaciones del Pentágono y de otras agencias estatales norteamericanas.

En segundo lugar, es crucial mencionar que Paraguay funciona históricamente como un laboratorio de prácticas estratégicas norteamericanas5 (Winer, 2009) sustentadas en una doctrina de contrainsurgencia6 (Bonavena, Nievas, 2011) deseosa por debilitar a los segmentos poblacionales real o potencialmente adversos a los intereses estadounidenses en el mundo. Doctrina7 que se presenta como telón de fondo sobre el que a su vez se inscribe la “asistencia externa” 8 brindada por la USAID.

Alianza para el Progreso: “ayuda exterior” y “guerra contrainsurgente”

Una lectura sobre sus textos referenciales de quienes teorizaron la doctrina de guerra revolucionaria o contrainsurgente9 (por ejemplo el coronel Trinquier10) evidencia el interés por las denominadas “acciones psicológicas”11, en especial las campañas de prensa y los programas sociales, cuya finalidad sería la de conquistar “las mentes y los corazones” (Templer, 1951 en Calvo, 2010: 42) de una población que contiene grupos insurgentes o habría sido ganada por el adversario.

Ya en el marco de la guerra fría y del auge de los movimientos de descolonización, las operaciones se masificaron y consolidaron la representación de un enemigo ubicado en el seno de la sociedad civil, al cual no sólo se debía coaccionar sino también convencer. Por lo tanto, la incidencia de la guerra contrainsurgente sobre las denominadas “técnicas” de control social devino en una característica central: la combinación de métodos represivos con operaciones destinadas a moldear la opinión ciudadana.

Diversas investigaciones coinciden en señalar que estas nociones de guerra se integraron al cuerpo de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) a comienzos de los sesenta (Comblin, 1977; Robin, 2005; Pianetto, 2006) y algunos llegaron a plantear que fue Estados Unidos quien realizó la mejor “síntesis” teórico-práctica de la misma (Bonavena, Nievas, 2011). Tanto la GC como la DSN presuponían que las condiciones de penuria material podían generar un ambiente propicio para el avance de regímenes de características radicales, por una parte, o de propuestas desarrollistas, por la otra, ambos perjudiciales para los intereses de las potencias capitalistas occidentales.

En consecuencia, a partir de ese supuesto, el presidente Kennedy (1961-1963) creó la Alianza para el Progreso12 con el fin de viabilizar una intervención económica en los países del llamado “tercer mundo” que resultara complementaria de la militar. Mientras tanto, la Escuela de las Américas ponía en marcha el primer curso de GC frente a la preocupación de que experiencias como la revolución cubana se multiplicaran en la región.

Otro elemento esencial para comprender la lógica asistencial estadounidense contemporánea se relaciona con la percepción originaria de entonces de que el desconocimiento de la cultura de Vietnam13 era lo que dificultaba el triunfo norteamericano. Percepción que abrevó en la creación de agencias como la USAID –para que, entre otras tareas, financiara programas de investigación sobre los hábitos de las poblaciones locales a conquistar y/o conservar “pacificadas” bajo dominio norteamericano-. Desde 1961, la USAID se halló destinada a canalizar la “asistencia externa” hacia los países de América Latina y el Caribe, Asia y África.

En ese mismo momento, en Paraguay se firmaba – entre varios acuerdos de colaboración militar y material14- el Convenio de Asistencia Económica y Técnica entre el gobierno estadounidense y el del país suramericano (luego ratificado por la ley 756/61)15, el cual dio viso institucional a la relación entre ambos y potenció “una tradición de mutuo oportunismo, colaboración y subordinación inherentemente desigual” de una nación para con la otra (Winer, 2009).

Es preciso recordar que la dictadura del general Stroessner (1954-1989) no sólo fue pionera en solicitar el apoyo del presidente Eisenhower (y de las cuatro administraciones que le sucedieron) con la pretensión de que éste legitimara su régimen autocrático en el ámbito internacional, sino que también lideró los pedidos de financiación ante la Alianza para el Progreso e incorporó el discurso doctrinario de la GC y de la DSN antes que el resto de los países suramericanos. Stroessner aseveró en reiteradas ocasiones su convicción de que el modo de combatir al comunismo era “resolver los problemas y elevar los estándares de vida de los pueblos” (Mora y Cooney, 2009: 188). Aspecto que consideraba absolutamente complementario a su aparato represivo sostenido en la triada Fuerzas Armadas-Partido Colorado-Estado. Así, al relacionar el comunismo con el subdesarrollo, el stronismo se acostumbró a intentar incrementar el monto del auxilio económico estadounidense con los argumentos y premisas de la GC, poniendo en evidencia a su vez que en la región se había ido operando una creciente definición ideológica que fortalecía la concepción del continente como espacio exclusivo de influencia norteamericana. En esta corriente de pensamiento y como manifestación operativa de estos cambios teóricos, apareció una suerte de división del trabajo en la cual Estados Unidos asumiría “la responsabilidad de la disuasión nuclear” mientras que los Estados latinoamericanos deberían ocuparse de la GC en el interior de sus fronteras (Pianetto, 2006: 45).

La distancia coyuntural entre la Embajada en Asunción y el régimen los últimos tiempos del stronismo16, no sólo no desmontó su tradición de alineamiento paraguayo con la política exterior dictada por Washington, sino que, por el contrario, tuvo el efecto de activar más intensamente el papel la USAID, la cual financió (junto con la National Endowment for Democracy) sectores partidarios contrarios al régimen e intelectuales y organizaciones de la sociedad civil que lideraron la transición y el nuevo periodo democrático17.

Por lo tanto, la asistencia gubernamental externa -que se configuró como una vía directa de intervención orquestada por Washington en la política interna suramericana en general, y de Paraguay en particular-, constituyó una importante herramienta y uno de los sustentos fundamentales que adoptó la construcción del poderío estadounidense, el cual articuló en sus acciones elementos civiles y militares y abrió vías para la consolidación y expansión de sus intereses y empresas en región.

Objetivos reales de la USAID en el nuevo milenio: el caso de la IZN en Paraguay

La USAID resulta entonces expresión de los mecanismos que adoptó el ejercicio de la dominación política, económica y cultural a través de la promoción de programas y prácticas que alimentaron formas cambiantes de justificar -en cada momento histórico- la intervención estadounidense sobre territorios y poblaciones, la cual configura diagnósticos de insurgencias, (in)gobernabilidades y amenazas y condiciona acciones locales y parámetros de análisis, pero también resistencias –o sea, configura un mapa abierto a la lucha política- (Aguilar, 2008: 1 y 2).

Es la misma USAID la que en su discurso oficial explicitó el carácter estratégico y político de la distribución de los bienes y fondos repartidos a través de convenios bilaterales, y para nada intentó presentarse como un asesoramiento aséptico, “técnico” o “neutral”, sino que destacó su relación con los intereses gubernamentales y su encuadramiento dentro de los supuestos de la estrategia de seguridad nacional publicada por la Casa Blanca, la cual canaliza la asistencia del Departamento de Estado a través de una división administrativa que, desde hace diez años, tiende aún cada vez más a diluirse: la asistencia militar (equipamiento, entrenamiento, gastos operativos de carácter militar –porción presupuestaria bajo la gestión del Departamento de Estado administrada por USAID y principalmente dirigida hacia la política antinarcóticos de la región-) y la asistencia económica. Incluso, a partir de la última administración republicana (2000-2008), la línea de división entre la ayuda bilateral estrictamente definida a partir de su carácter económico o de desarrollo y la asistencia militar se tornó aún más borrosa dando lugar a una creciente militarización de la logística necesaria para la distribución de asistencia y, por ende, a una tendencia de administración conjunta de las operaciones en el territorio18 (Aguilar, 2008: 4).

A su vez, la asistencia administrada por la USAID pasó a ser canalizada a través de una compleja trama de instituciones internacionales (empresas, organizaciones laicas y religiosas), dependencias estatales norteamericanas, e instituciones locales del país receptor y ONGs nacionales y trasnacionales.

Lo importante es que esta trama de acciones de distintos niveles de complejidad, financiamiento y agregación, permitió acceder a diversos órdenes de la vida social con trabajo en la construcción de infraestructura (caminos, puentes, escuelas, hospitales) y con desarrollo de tareas de asesoramiento, educación, capacitación que pueden abarcar desde programas anticorrupción hasta programas de formación ciudadana para la reforma judicial, la lucha contra el narcotráfico y promoción de cultivos “alternativos”, manejo de conflictos y violencia, gestión de áreas naturales protegidas (entre otras). Una simple mirada a los programas promocionados por el sitio oficial de internet de su oficina en Paraguay da cuenta de que los proyectos financiados abarcan toda la gama de temas mencionados (por ejemplo el proyecto Ikait -apoyo a mujeres pobres para convertirse en empresarias-, o el proyecto Alianza San Pedro Sostenible -presentado como una forma de conciliar desarrollo económico con protección medioambiental en las zonas donde los movimientos campesinos tomaron tierras de latifundistas-), donde se destacan entre los años 2000 a 2006, las destinadas a gobernabilidad democrática, justicia y corrupción, áreas claves en un marco de creciente conflictividad social.


Tabla I: Financiamiento USAID en Paraguay 2000-2006

(Por área programática)

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Total

CSH

 

 

2.52

1.96

2.32

1.98

2.88

2.10

11.67

DA

5.18

6.32

3.60

3.89

4.14

3.74

4.38

4.13

31.26

ESF

1.00

3.49

3.50

3.00

2.98

2.97

1.98

2.00

18.93

MCA

 

 

 

 

 

 

37.07

 

37.07

Total

6.18

9.81

9.62

8.85

9.44

8.70

46.31

8.23

98.94

CSH (Child Survival and Health / Programas de Salud) DA (Development assistance/ asistencia general al desarrollo) ESF (Economic Support Fund) MCA Millenium Challenge Account.

Fuente: Elaboración Paula Lucía Aguilar19 en base a datos oficiales (solicitudes presupuestarias al Congreso).

Durante el periodo de crisis gubernamental del partido colorado (que se remonta a los inicios del nuevo milenio) el monto de la ayuda creció extraordinariamente en Paraguay20, muy especialmente a partir de la asunción de Fernando Lugo a la presidencia en 200821. En abril de 2009 la embajada presionó para la renovación del denominado Plan Umbral, al que en su segunda fase se le destinaron más de 30 millones de dólares, mientras que la visita del Subsecretario de Defensa para Asuntos Hemisféricos, Frank Mora (funcionario que también es considerado uno de los expertos en Paraguay más reconocidos por la academia norteamericana), a comienzos de 2011 logró que los ministros de Obras Públicas y de Hacienda firmaran en Asunción un acuerdo con la  USAID para la asistencia técnica de la concesión al sector privado de los aeropuertos del país por 391 mil dólares.

Atribuimos ese renovado interés al temor de que las organizaciones con mayor capacidad de movilización de fuerzas y posibilidad de radicalizar un cambio progresista en el país suramericano, en un contexto regional signado por la incipiente proyección de la UNASUR.

Reactivando entonces esa trama antes mencionada de interacciones institucionales y extra institucionales que permitió, a través de una red de programas de asistencia, acceder a la vida cotidiana de las comunidades locales, construyendo sentidos, valores e impulsando prácticas. Incidiendo también en la formulación discursiva de los problemas y las acciones promovidas para intervenir sobre ellos, instalando la circulación de un conjunto de discursos de verdad que proponen la delimitación de territorios y poblaciones plausibles de ser asistidos y sugiriendo una serie de medidas como las más adecuadas a tal efecto, como quedó ejemplificado en el caso de uno de los proyectos más importantes de Paraguay denominado Iniciativa Zona Norte (IZN) –de 18 meses de duración-, el cual se ejecuta en los cuatro departamentos (15 municipios) de San Pedro, Concepción, Amambay y Canendiyú.

En el texto que evalúa la IZN, la USAID especifica cuáles son los “problemas básicos” de esos cuatro departamentos paraguayos y cómo debieran resolverse: “La zona del norte del Paraguay (borde con Brasil) presenta un cuadro de alta pobreza y débil institucionalidad. Dos hechos han contribuido a ello: 1) la histórica ausencia del Estado; 2) presencia de actividades ilícitas. Desde lo económico es una zona de contrastes: presencia de grandes empresas y pequeños productores de pocos ingresos. Gobiernos locales percibidos como débiles e ineficaces. La zona presenta pues tres problemas básicos que deben ser resueltos: 1) la generación de oportunidades económicas, 2) aspectos relativos a la gobernabilidad, y 3) solución a los problemas sociales que acarrean las actividades ilícitas” (USAID, Evaluación IZN, 2011: 822).

El análisis planteado por la agencia claramente tiende a des-historizar y negar las raíces socio genéticas del conflicto social en Paraguay (por supuesto, también la responsabilidad política de Estados Unidos en el apoyo para la consolidación de uno de los regímenes más desiguales del continente) y simplifica -con un estilo de tinte liberal pero reduccionista- las causas de la conflictividad, casi podrían resumirse los contenidos de la siguiente manera: “el problema es la pobreza y la solución la generación de oportunidades para la población” o “el problema son los gobiernos locales paraguayos ineficientes y la solución sería que la agencia estadounidense financie una reforma del Estado”.

Sin embargo, las palabras reales del texto original evidencian la verdadera preocupación norteamericana, la cual se vuelve a conectar con la GC: la insurgencia. En consecuencia, un elemento esencial para interpretar su papel jalando de un proyecto como la IZN radica precisamente en estudiar por qué delimita ese el territorio y no otro. Y es que, precisamente, esos cuatro departamentos señalados coinciden con el lugar donde operan los principales movimientos sociales del país (ver zona sombreada del Mapa) -y donde se desarrolló la denominada masacre de Curuguaty que terminó generando la destitución del presidente Lugo en 2012-. Sobre estos departamentos, además de los planes de apariencia social y de recabación de datos (como IZN23), Estados Unidos ha asesorado y promovido (en conjunto con agencias de seguridad colombianas)24, una serie de operativos policíaco-militares luego de plantear la existencia de grupos campesinos guerrilleros fuertemente armados. La multiplicación de denuncias de organismos de derechos humanos sobre las violaciones cometidas durante los mismos llegó incluso a ser presentada ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Washington por la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay25.

Mapa del territorio paraguayo comprendido por la IZN y por los operativos policíaco-militares

Fuente: Elaborado por Sonia Winer en 2011

La consolidación de la figura del dirigente campesino como sujeto amenazante (Winer, 2009) en esta nación suramericana se remonta también a los tiempos de la DSN y al stronismo (cuando se reprimió de manera brutal la experiencia de las ligas agrarias en 1976-77 y 80) y permaneció vigente durante la primer década del post stronismo (1989-2001) cuando fue reforzada a partir de la crisis de 2001-200226. La construcción de la amenaza, influida por los lineamientos estratégicos seguritarios estadounidenses que buscan involucrar la conflictividad social y la pobreza con la lucha antiterrorista, apuntaría a quienes tienen capacidad de organización e incidencia progresista en el cambio -los movimientos campesinos en el nordeste paraguayo- sobre los que direcciona operativos de disciplinamiento, tanto militares como de tipo social o de desarrollo económico.

Imagen operativo policiaco-militar Jerovia (enero-marzo 2009)

Fuente: tomada del Archivo del diario Ultima Hora en 2011

Otra cita de USAID a propósito de la IZN que llamó nuestra atención fue la referida a la “presencia de actividades ilícitas” (USAID, 2011: 8) debido a que la misma ignora la existencia de una base de la Drug Enforcement Administration (DEA) sobre éste área del territorio paraguayo que linda con Brasil (en la localidad de Pedro Juan Caballero) –y se encuentra perfectamente comprendida dentro del perímetro de la IZN-. Es de subrayar que nunca hace alusión o crítica respecto del rol jugado por la misma, lo cual sorprende más aún si se tiene en cuenta que la DEA sería, supuestamente, la agencia estatal estadounidense específicamente encargada del combatir el narcotráfico -y no la USAID-, aspecto que oficializa entonces la tendencia a difuminar actividades para financiar una intervención de corte complementario a la militar. Límites difusos que devienen de una definición de terrorismo también indeterminada: “la extensión del conflicto es tan multidimensional que todo programa impulsado por cada sector de la USAID para el desarrollo tiene el potencial de manejar y mitigar las causas y consecuencias de la violencia” (USAID, 2003).

De este modo, seguridad y desarrollo se retroalimentan nuevamente en los últimos años como sustento argumental de la intervención y conforman un trasfondo doctrinario de contrainsurgencia en el que confluyen -tras la lógica de la política de defensa preventiva combinada con acciones de asistencia- bajo formas crecientemente militarizadas.

En resumen, podemos aseverar que las actividades de la USAID se definieron en su discurso oficial como acciones sobre el entorno o medio subyacente (de prevención a la vulnerabilidad) de las poblaciones asistidas por medio de la labor sobre sus condiciones de vida, y sus programas siempre se anunciaron destinados a fortalecer un tipo de gobernabilidad afín al modelo norteamericano. La articulación de la asistencia externa al desarrollo progresivamente militarizada en el marco doctrinario contrainsurgente conformó una estrategia discursiva donde los enunciados de los riesgos (potenciales o presentes), las poblaciones calificadas como vulnerables (en tanto pobres y por ende más proclives al reclutamiento de grupos insurgentes), y la posible pérdida de “estabilidad” en términos de seguridad de la región, justificaron un espacio de intervención (civil, militar o una combinación de ambos) que pone en peligro tanto la soberanía de Paraguay, como los procesos de democratización nacional de los países suramericanos puesto que brinda los elementos necesarios al Departamento de Estado para una rápida intervención.

Para concluir, es notorio que dicha estrategia se propone un alcance planetario pues -para la USAID- la imagen de amenaza se haría extensiva a un tercio de la población mundial y el papel de la agencia quedaría ligado con el grado de adhesión al modo de vida estadounidense frente a la conflictividad social, medido a partir del “reconocimiento y alineamiento”27 de líderes políticos y sociales locales. Otro ejemplo que brinda el documento de USAID cuando evalúa la IZN: “Reconocimiento y apoyo. 4 de cada 10 pobladores y 6 de cada 10 líderes los conocen, 25 % (50 %) han trabajado en él y 100 los apoyan (…) Alineamiento de los proyectos (…) Proyecto elaborados por organizaciones. Coordinación con las autoridades locales. Y que responden a las cadenas de valor previamente seleccionadas por ellos u otras instituciones para la región donde IZN se desarrolla” (USAID, 2011:30).

Imagen documento IZN, apartado “Reconocimiento y Alineamiento”

Fuente: archivo escaneado por Sonia Winer en 2011

Reflexiones finales

Hasta aquí hemos desarrollado de que manera el caso paraguayo evidencia las dimensiones múltiples y la complementariedad de la tendencia de intervención estadounidense para la injerencia sobre territorios y poblaciones, la que nos interpela y pone en evidencia la urgente necesidad de construir políticas públicas sustentadas en pensamiento, investigación e indicadores propiamente suramericanos –y no financiados por agencias gubernamentales extranjeras según sus criterios-, creado por medio de una metodología que dé cuenta de las experiencias y aprendizajes históricos y elabore nuevas bases doctrinarias. Así se brindaría la posibilidad de centrarse en la defensa de la soberanía y de los procesos de democratización nacional del cono sur, a partir de una concepción de protección de la vida -de las personas y de los bienes naturales- basada en una perspectiva integral de derechos humanos absolutamente contraria a la doctrina contrainsurgente norteamericana. La tarea está planteada.

Bibliografía:

Aguilar, Paula Lucía (2008), El rol de la USAID en América Latina y el Caribe. Buenos Aires, CLACSO, p.110.

Comblin, Joshep (1977), Le pouvoir militaire en Amérique Latine. L´idéologie de la securité nationale. Paris, Jean Pierre-Delarge/Editions Universitaires, p.153.

Lozada, Salvador María (2001), De López Rega a Menem: los derechos humanos y la impunidad en la Argentina (1974-1999). Buenos Aires, Editado por el Equipo Nizkor y Derechos, p. 323.

Miranda, Aníbal (1987), Estados Unidos y el régimen militar paraguayo (1954-1958). Asunción, El lector, p. 98.

Mora, Frank y Cooney, Jerry (2009), El Paraguay y Estados Unidos. Asunción, Intercontinental, p.321.

Peyres, Gabriel (2009), “De la Argelia a la Argentina: estudio comparativo sobre la internalización de las doctrinas militares francesas en la lucha anti-subversiva. Enfoque institucional discursivo”, Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina. 1973-1983, Eudeba, Buenos Aires, pp. 391-421.

Pianetto, María Elena Besso (2006), “Una doble estrategia en versiones diversas, la doctrina de la seguridad nacional en Brasil, Chile y Perú”, e-l@tina, Volumen 4, n° 16, Buenos Aires, pp. 39-60.

Robin, Marie Monique (2005), Escuadrones de la muerte. La escuela Francesa. Buenos Aires, Sudamericana, p.411.

Rouquie, Alain (1984), El Estado militar en América Latina. Buenos Aires, Emecé Editores, p. 391.

Winer, Sonia (2009), “Las Políticas de Seguridad y Defensa en Paraguay: perspectivas y desafíos frente al nuevo escenario político”, Esbocos. Revista do programa de pos-gradacao em historia da UFSC, n° 20, Florianópolis, pp 67-99.

Documento consultados:

USAID, 2011 Evaluación de la Iniciativa Zona Norte en Paraguay

USAID, 2010 Foreign Assistance Paraguay

USAID, 2003 Economic Bilateral Assistance

1 Licenciada en ciencia política de la Universidad de Buenas Aires (UBA), donde también se Doctora en Ciencias Sociales y se desempeña como coordinadora del equipo de investigación sobre “Reformas democráticas: geopolítica y derechos humanos en Paraguay, Argentina y Brasil”. Realizó su maestría en el Institut Pluridisciplinaire pour les Etudes sur l´Amerique Latine en Francia y es Jefa de Trabajos Prácticos de la Catedra “Cultura para la Paz y Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

2 El eje de capricornio (que comprende el norte de Argentina, el estado de Rio Grande Do Sul de Brasil, la región Norte de Chile y la región suroccidental de Paraguay) y el eje Paraguay-Paraná que baja desde Brasil hasta la desembocadura del Rio Paraná en Argentina. Ver Ceceña, Motto. Paraguay: eje de la dominación del cono sur. Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, Buenos Aires, 2005.

3 Itaipú se constituye en una de las mayores represas del mundo, con una potencia de 12.600 megawatts, presentando en el año 2000 (con una producción record de 93, 4 mil millones de kilowatts/hora), un suministro del 95 % de la energía eléctrica consumida en Paraguay y el 24 % de toda la demanda del mercado brasileño. Ver www.itaipu.gov.py.

4 La represa de Yaciretá es un gran proyecto paraguayo-argentino que al 60 % de la capacidad total prevista funciona con 20 generadores, siendo hoy la principal proveedora del mercado argentino. Ver www.eby.gov.py.

5 Debido a la confluencia de una serie de variables desarrolladas en otras publicaciones.

6 Que consiste básicamente en la adopción de elementos propios de la práctica insurgente en la acción militar de tropas regulares modernas.

7 Constituida por una serie de preceptos para la acción militar concreta –que pueden diferir de una teoría coherente construida para dar cuenta de la naturaleza de un fenómeno-. La doctrina se infiere de las acciones y políticas específicas implementadas por el Estado y no precisa estar explicitada por el mismo.

8 Traducción de foreing assistance o foreing aid.

9 La doctrina de guerra revolucionaria o contrainsurgente (GC) fue elaborada a partir del análisis de prácticas sistemáticas incrementadas durante la segunda guerra mundial -en la Alemania e Italia facistas y en los intentos posteriores por mantener la colonización de Inglaterra sobre Malasia y de Francia sobre Indochina y Argelia-, siendo los miembros de la Organización Secreta de la Armada gala (OAS) quienes se dieron a la tarea de reflexionar y teorizar sobre las mismas.

10 El coronel Roger Trinquier publicó en 1961 el libro La Guerra Moderna que será lectura obligada –y el gran referente teórico de la teoría de la guerra revolucionaria- para los estudiantes de doctrina francesa en todo el hemisferio, su título original era La Guerre Moderne: una vision francaise de la contra-insurrection.

11 La guerra psicológica es definida por Gabriel Péyres como “empleo sistemático de medidas y de medios variados dedicados a influir en la opinión, en los sentimientos, en la actitud y en el comportamiento de los elementos adversarios…´. Por ´acción psicológica´ se entiende entonces el empleo de medidas psicológicas tales como la información o propaganda con respecto a los amigos (tropas y poblaciones), y a los neutrales, con vista a ayudar a la obtención de los objetivos de una nación´”.

12 Tratado que Barak Obama propuso relanzar en 2011durante una visita a Chile.

13 Para un análisis acabado del mismo recomendamos el libro Vietnam y las Fantasías norteamericanas, escrito por H. Bruce Franklin, Editorial Final Abierto, Buenos Aires, 2008.

14 En Paraguay, si bien desde el año 1947 se había iniciado la recepción de un equivalente a 570 mil dólares anuales en armamentos, repuestos, municiones, etc. por parte del Programa de Ayuda Militar y se enviaban -desde esa época- oficiales a los cursos de capacitación impartidos por Estados Unidos, estas acciones se intensificaron. Entre 1962 y 1966, el régimen de Stroessner obtuvo 41 millones de dólares estadounidenses, que, sumados a los créditos de bancos norteamericanos e instituciones crediticias internacionales controladas por Washington, alcanzaron los 73 millones. La ayuda militar (5, 5 millones) elevó la suma total a más del 5 % del PBI paraguayo.

15 Convenio de interés debido a que durante el gobierno liderado por Fernando Lugo se volvió a apelar al mismo para enmarcar diversos planes sugeridos por la embajada de Washington en Asunción (como el Plan Umbral).

16 Provocada primero por el llamado affaire Ricord (entre el 75 y el 77) y luego por la estrategia estadounidense del periodo de los años ochenta relacionada con los procesos en Centroamérica, detallada en el libro escrito por Domingo Laino. Paraguay. Represión, Estafa y Anticomunismo. Intercontinental Editora, Asunción, 1989.

17 La USAID estableció en Asunción una misión permanente en el año 1991, participando en la organización de los procesos electorales, en la redacción de la Constitución Nacional y en la reforma institucional (acompañada por el Banco Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo).

18 Esto quedó expresado también en la creación de la Oficina de Asistencia Exterior denominada foreing assistance office (quien ocupa el puesto de director de esa Oficina de Asistencia Exterior ahora se encuentra a cargo de los programas combinados del Departamento de Estado y la USAID, aunque en ese intento de coordinación de las acciones en el frente externo también fue creciendo el lugar del Departamento de Defensa, y la asistencia externa estadounidense fue redefinida oficialmente como herramienta fundamental de la estrategia de seguridad nacional) del Departamento de Estado en 2007 -bajo las órdenes directas de la entonces Secretaria de Estado Condolezza Rice- que coincidió con el lanzamiento de la una diplomacia centrada en la flexibilidad y agilidad en la gestión y, sobre todo, en la búsqueda de una mayor articulación de la diplomacia con las acciones militares (denominada transformational dyplomacy).

19 Se recomienda ver cuadro original de su trabajo publicado en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/becas/2008/deuda/aguilar.pdf

20 Por ejemplo, en 2006 la asistencia se quintuplicó fruto de los 37 millones de dólares firmado con el Milleniun Change Account (agencia gubernamental que financia programas donde los indicadores son construidos a partir de informes de otros organismos como el Banco Mundial).

21 El nombramiento de la funcionaria estadounidense de la USAID Liliana Ayalde como embajadora en Asunción (2008-2011) también operó en este sentido.

22 Consultado por quien suscribe, ver copia en Anexo de mi tesis doctoral (biblioteca Fsoc/UBA).

23 Ejecutado con la Secretaría de la Función Pública de Paraguay.

24 Por medio del Ministerio del Interior de Paraguay.

25 Ver sitio web www.codehupy.org-

26 Fecha en el que el saliente gobierno colorado encabezado González Machi (1999-2003) se alineó con el gobierno republicano de Bush tras los lineamientos planteados por la doctrina de seguridad nacional preventiva publicada por la Casa Blanca luego de los atentados a las Torres Gemelas. Este coincidió con un momento de profunda conflictividad social en Paraguay, que terminaría con la represión sistemática del movimiento campesino, acusado de liderar un proyecto alternativo para la salida de la crisis.

27 De hecho así se titula el apartado oficial que citamos a continuación sobre la IZN.

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Abstract: The following text is proposed, from a case study, research the type of relationship between the goals set by U.S. aid for development –made viable through the Governmental Agency for Foreign Assistance of the United States (USAID) - and U.S. doctrine in South America. In addition, through the analysis of the USAID –funded programs in countries, such as, Paraguay (between 2000 and 2011), wish to problematize the consequences that such assistance leads on local populations and territories, emphasizing the following points: the geopolitical location of the “recipients” of aid (for the political processes neighboring areas are reservoirs of natural and forced transit sites for people and merchandise), the connection with the proposed plans cutting the counterinsurgency strategy promoted by Pentagon multidimensional at the hemispheric level, and the characteristics and historical background that facilitate cooperation between Washington and Asuncion.

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Dr. Jorge Alonso: Se destaca la importancia geopolítica del Paraguay, tanto por ser un país de tránsito regional como por sus bienes materiales y se recuerda cómo ha servido ese país para ser un laboratorio de las prácticas contrainsurgentes estadounidenses. Con esos antecedentes precisados, el escrito pasa a tratar los objetivos de fondo de la USAID, más allá de su ropaje retórico. El estudio muestra la complejidad del financiamiento en la que son utilizadas empresas, organizaciones laicas y religiosas. Se ofrecen datos del financiamiento entre 2000 y 2009, y su utilización en diversas regiones paraguayas. Queda claro el carácter contrainsurgente de esta supuesta ayuda. Lo más destacado del escrito es su alcance: no se trata de una utilización esporádica, sino  de un programa  intervencionista de carácter mundial. La bibliografía y las notas son adecuadas.

soniawiner@hotmail.com

                                       

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