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Noviembre 2012

Impacto de la crisis económica en la situación de los inmigrantes en España

Moisés Bolekia Bonay. Doctorando en Sociología, UNED

botau49@hotmail.com

Resumen

En este trabajo se analiza el impacto y las consecuencias de la actual crisis económica que atraviesa España sobre la población de inmigrantes, focalizando su situación laboral y aspectos sociales y legales que han afectado particularmente a este sector de la población, especialmente a aquellos que se encuentran en situación irregular. Después de una breve introducción, en donde planteamos cuestiones generales sobre la problemática de emigración y del choque cultural que esta acarrea, nos enfocamos específicamente en el impacto económico de la crisis en los inmigrantes, desde el punto de vista fundamentalmente de la estabilidad laboral y las condiciones laborales. Se concluye el trabajo señalando la necesidad de diseñar nuevas y más profundas formas de asimilación de las minorías, a través de la educación y la reconversión laboral, y de la necesidad de abordar el problema de la inmigración desde una perspectiva multidimensional.

Palabras clave: crisis económica española - impacto laboral y social - colectivos de inmigrantes en España (regulares e irregulares)

Impact of the economical crisis on the situation

of immigrants in Spain

Abstract

In this work we analyze the impact and the consequences of the current economical crisis undergone by Spain on the immigrant population, focusing on their labor situation and social and legal aspects that have particularly affected this area of the population, specially those that find themselves in irregular situations. After a short introduction, where we deal with general questions about the issue of immigration and the cultural clash that it entails, we focus on the impact that the crisis had on the situation of immigrants, mainly regarding work stability and work conditions. We conclude by emphasizing the need to put into practice new and deeper ways of assimilating immigrants, specially through education programs and work reconversion, as well as to approach the issue of immigration from a multidimensional perspective.

Keywords: Spanish economical crisis-social and labour impact-groups of immigrants in Spain (regular and irregular)

Introducción

La emigración es un tèrmino que deriva del latín, migratĭo, -ōnis-, es la acción y efecto de pasar de un país a otro para establecerse en él. Se entiende como el desplazamiento geográfico de individuos, que trasladan su domicilio a otro por tiempo ilimitado, o en ocasiones, temporalmente (Carpintero Capell, 2005).

El último siglo se ha caracterizado por una gran cantidad de migraciones relacionadas con diversos factores en todo el mundo: desde las migraciones causadas por las diversas etapas de la Revolución Industrial que afectaron a Europa, las guerras europeas del siglo XX, las persecuciones raciales y el nacimiento de los nuevos estados en el Asia, hasta la necesidad de mano de obra para el desarrollo económico de América Latina y el surgimiento de dictaduras políticas y las distintas crisis económicas que han afectado a la región.

El principal factor social a considerar a la hora de analizar la situación de los inmigrantes en la actualidad -a nivel de la Comunidad Europea y España- es que la mayoría se encuentra en una situación socioeconómica y laboral precaria. En ese sentido, decenas de millones de migrantes económicos, legales y clandestinos sufren discriminación, racismo y xenofobia, explotación y otras violaciones de sus derechos humanos, incluidos sus derechos económicos, sociales y culturales. Los inmigrantes conforman un grupo amplio, variado, que no se define por alguna característica personal sino solamente por su condición de extranjería. Y se exponen -si han ingresado ilegalmente al país en que residen- no sólo a ser expulsados, sino a distinto tipo de abusos -laborales, en particular- que no se encuentran en posición de denunciar por su situación migratoria irregular.

Un elemento destacado al evaluar la situación de los inmigrantes en la contemporaneidad es el hecho de plantear diferencias con el siglo pasado, ya que la inmigración y la diversidad cultural conllevan actualmente diferentes maneras de comprender la vida: barreras lingüísticas y religiosas, la visualización de las diferencias económicas y educativas entre los oriundos del norte y del sur del globo, se enfrentan en el ámbito marginal de las megaciudades europeas. En diferentes barrios conviven dos de los grupos más desocializados: no trabajadores (o trabajadores no integrados) e inmigrantes, con una amenaza permanente de marginalidad legal, laboral y política. Ni España, ni el resto de los países de Europa están exentos de este fenómeno global que crea conflictos entre los ciudadanos. El choque cultural se compone, entonces, no solamente de un elemento ligado a la pertenencia a otra etnia, sino también de la habituación a otro modelo de vida social, el de la precariedad en la sociedad de la información (Mc Entee, 1998). En ese sentido, Brislin (1981: 13) define el choque cultural de la siguiente forma: "Las tensiones y sentimientos de malestar que resultan de tener que satisfacer las necesidades cotidianas, como son alimentarse, cuidar la salud y mantener las relaciones interpersonales en formas a las que no se está acostumbrado".

La situación de los inmigrantes en España ante el recrudecimiento de la crisis económica

La crisis económica y financiera que se viene desatando en la Unión Europea, particularmente en los países del sur y los denominados PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), ha afectado profundamente a las economías y los niveles de empleo. Los datos son contundentes en Europa: frente a un crecimiento medio del PIB del 3% antes de la crisis, la recesión ha ocasionado una caída promedio del 4,3%, incrementándose las tasas de paro, en promedio, en un 10%. Por su parte, el comercio ha sufrido una contracción del 12%, y en general, los desequilibrios fiscales han tenido un repunte cuya magnitud va, dependiendo del país analizado, desde el 3 hasta el 13% del PIB (Medina y otros, 2010).

En general, los efectos de la crisis económica en España son similares a los de otros países, distinguiéndose la crisis española por el notable crecimiento del desempleo, que ha sido muy superior al del resto de los países desarrollados. Los autores precitados exponen que en 2009 la tasa de paro alcanzó el 18%, prácticamente el doble que en la UE-15, disminuyendo el PIB un 3,6%.

Ortega López (2010) señala que el difícil contexto de recesión económica que afecta actualmente a España está imponiendo nuevas reglas de juego entre los inmigrantes, la población autóctona, el mercado de trabajo y las políticas sociales. Por ello, conviene detenerse a analizar el impacto de la crisis a nivel laboral, cotejando la situación de los españoles en general con la de los inmigrantes. En este análisis, un factor que no se puede soslayar es el hecho de que la economía española, en el pasado no hubiese crecido sin el aporte de los inmigrantes, y que sin su aportación ya no podrá crecer en el futuro. En este sentido, Medina y otros (2010) sostienen que la necesidad de trabajadores extranjeros, que ha tenido y tendrá España para su desarrollo, difícilmente puede cuestionarse, pues el envejecimiento de la población y las bajas tasas de natalidad impiden toda posibilidad endógena de atender las necesidades del mercado laboral. Prescindir de las 3.600.000 personas que constituyen la población activa inmigrante y de los 2.500.000 trabajadores inmigrantes no será posible ni siquiera para atender un escenario de crecimiento económico de perfil bajo a corto plazo.

Impacto a nivel laboral

Según Manzanedo y González Fabre (2009) no existen estadísticas oficiales que permitan conocer los sectores de ocupación de los extranjeros irregulares en España, ni su situación de empleo o desempleo. Por ello, todo lo que puede plantearse será una generalización o deducción a partir de la observación directa de situaciones o casos particulares. De todos modos, si uno se remonta al momento en que la crisis comenzó a profundizarse, en el segundo trimestre de 2009, a partir de datos de la Encuesta de Población Activa sobre desempleo para el total de los inmigrantes extracomunitarios, regulares e irregulares, en la siguiente Figura es posible observar el impacto de la crisis en la tasa de desempleo del colectivo social objeto de estudio:

Figura 1. Tasa de desempleo (porcentaje de la población activa respectiva) (2007 II trimestre 2009)

Fuente: EPA INE

Como puede advertirse, la crisis está afectando bastante más a los inmigrantes extracomunitarios que a los españoles nativos en cuanto al desempleo, lo cual también es corroborado por el análisis que realizaron Medina y otros (2010), en cuanto a la probabilidad de perder el empleo en España según la nacionalidad.

Figura 2. Probabilidad de perder el empleo según nacionalidad (en %)

Fuente: Estadística de Flujos de la Encuesta de Población Activa (INE), datos poblacionales

Como se aprecia en el gráfico, el importante crecimiento del paro que se viene produciendo en España ha perseguido en mayor medida al colectivo de extranjeros que a los españoles: en efecto, mientras que la tasa de paro de la población extranjera ha aumentado en más de 16%, la de la población española lo ha hecho en tan sólo 6%. Detrás del fuerte incremento de la tasa de paro se encuentran el descenso observado en la probabilidad de obtener un empleo, así como el significativo incremento de la probabilidad de perderlo. Centrando la atención en esta última variable, se ha observado que desde el inicio de la crisis económica el aumento de la probabilidad de perder el empleo es mayor en la población extranjera. Esta diferencia da cuenta de la existencia de discriminación laboral hacia los inmigrantes (Medina y otros, 2010).

Históricamente, la ocupación de los inmigrantes irregulares se ha concentrado en la agricultura (zonas rurales, hombres principalmente), la construcción (hombres), los servicios (zonas urbanas, hombres y mujeres) y el trabajo doméstico (zonas urbanas, mujeres). En los sectores de agricultura, construcción y servicio doméstico se observaba antes de la crisis cierta tolerancia 'de facto' de las autoridades a la contratación de inmigrantes irregulares, pese a la dureza con que la ley castiga a los empleadores. Esta situación se permitía debido a la insuficiencia de la mano de obra española o extranjera en situación regular para trabajar en empleos mal remunerados. Al provocar la crisis un aumento en el desempleo de 2 millones de personas entre el primer trimestre de 2008 y el tercer trimestre de 2009, se ha modificado la situación de base de los inmigrantes. En muchas regiones del país sobra mano de obra regular en la agricultura, y en toda España sobra en la construcción, que padece una situación recesiva que se prevé de largo plazo (al menos tres años, tal vez el doble) debido a la enorme cantidad de viviendas construidas pero no vendidas, que se proyecta abarcará la demanda de tres años normales. Como consecuencia de ello, hay una competencia muy fuerte por los empleos disponibles entre españoles, extranjeros en situación regular y extranjeros en situación irregular, tanto en la agricultura como en la construcción. En un contexto de decreciente tolerancia del gobierno respecto de la irregularidad migratoria, contar con papeles, constituye una crucial ventaja para salir del desempleo (Manzanedo y González Fabre, 2009).

Para comprender la dimensión del impacto laboral de la crisis en este colectivo, es preciso consignar que entre los años 2000 y 2007 España vivió uno de los períodos de mayor bonanza económica. El crecimiento medio anual del PIB real fue del orden del 3,5%, cifra sensiblemente mayor que el promedio del 2,2%-2,4% registrado en la UE. Esta bonanza se caracterizó por el papel predominante que cumplieron precisamente los dos sectores más impactados por la presente crisis: la construcción y servicios de escaso valor añadido, que juntos lideraron el crecimiento económico durante aquel período: en el caso de la construcción, la aportación al crecimiento pasó del 9% en el quinquenio 1996-2000 al 15% en 2001-2007, en que para el caso de los servicios privados, la aportación pasó del 48% al 60% (Mahía y Del Arce, 2010).

Si se toma en cuenta que la industria ha decrecido aún en mayor medida que la construcción, en las zonas urbanas los desempleados de la construcción están trasladándose al sector servicios, que no posee la capacidad de absorberlos. Particularmente, los inmigrantes irregulares varones son difícilmente empleables en el sector de servicios de las zonas urbanas, de modo que al perderse su única salida posible, que era la construcción, deben escoger entre buscar un trabajo en el campo, volver a emigrar o retornar a su país, o bien mantenerse en la marginalidad urbana bajo acoso policial. En efecto, desde hace meses se observa en Madrid y otras ciudades de España un número creciente de hombres jóvenes subsaharianos dedicados a la mendicidad en las puertas de supermercados, cafés y otros establecimientos similares. La situación de estas personas está signada por el desempleo que implica marginalización social, y es tal vez la más difícil de las situaciones sociales que la crisis económica está generando. Una consecuencia probable del empujar a la marginalidad a esta población de hombres jóvenes sin familia en el país, es que algunos de ellos caigan en la delincuencia, lo que a su vez puede estimular la xenofobia entre la población local, que ya venía creciendo debido a la competencia por los servicios básicos, y últimamente por los empleos en los estratos más bajos de la escala laboral (Manzanedo y González Fabre, 2009).

En el caso de las mujeres inmigrantes irregulares en zonas urbanas, el servicio doméstico continúa siendo una alternativa laboral, si bien las dificultades económicas por las que atraviesan las familias españolas (particularmente las clases medias) vienen contrayendo la demanda de forma muy importante. De hecho, se ha registrado una notable caída de los sueldos ofrecidos por jornadas de trabajo largas en tareas domésticas pesadas. Con frecuencia los sueldos están por debajo del salario mínimo por un número de horas que excede largamente la jornada máxima, en lo que se asemeja al trabajo esclavo. No sorprende entonces que la mayoría de estas mujeres que se encuentran en estas condiciones quieran obtener un trabajo de limpieza o de cuidado de personas en empresas formales, pero para ello deberán competir -en condiciones muy desfavorables, con españolas y extranjeras en situación regular. Como consecuencia de ello, las inmigrantes irregulares que trabajan en el servicio doméstico ven acentuarse su dependencia de la familia que las emplea, y desvanecerse sus oportunidades de pasar al sector formal de la economía.

Tal como se advierte en el análisis de Manzanedo y González Fabre (2009), la imposibilidad de integrarse en el mercado laboral produce consecuencias legales importantes para los inmigrantes irregulares, ya que una oferta de trabajo formal (algo que puede considerarse absolutamente imposible en la situación actual) constituye la condición necesaria para optar a la legalización por arraigo social tras tres años de estancia en el país, siendo el único procedimiento previsto por la ley para que un extranjero regularice su situación sin abandonar el país. Paralelamente, la crisis económica está impulsando un endurecimiento de las condiciones legales, de las prácticas gubernamentales y de las actitudes sociales en relación a los inmigrantes extranjeros, fomentándose en algunos casos la xenofobia, y la culpabilización de la crisis hacia los extranjeros.

En líneas generales, se puede decir también que la crisis ha reducido el atractivo de España para potenciales emigrantes, aún de países muy afectados por la crisis global. De hecho, Negrón Díaz (2009) nos informa que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha revelado que la crisis económica global está golpeando a los inmigrantes en todo el mundo con mayor virulencia que a los trabajadores nativos, y ha frenado un crecimiento de décadas en la migración internacional.

Otro factor a considerar es que la crisis ha empujado a inmigrantes regulares hacia una situación de irregularidad. De acuerdo con Manzanedo y González Fabre (2009), este preocupante fenómeno ha empujado a la economía en negro a unos 500.000 inmigrantes. La causa es la imposibilidad de renovar permisos de trabajo y residencia a la fecha de su finalización debido a la falta de ofertas de trabajo. Asimismo, existen otros varios factores que hacen que la obtención de un empleo para este colectivo social sea más difícil debido a su menor residencia, menores recursos en cuanto a redes sociales y una menor experiencia laboral demostrable. A raíz de ello, sin duda la población inmigrante ha sido la más castigada por las consecuencias de la crisis económica en España (Ortega López, 2010).

La situación actual de uno de los mayores colectivos de inmigrantes en España, el de los ecuatorianos, refleja claramente la situación expuesta. Según Tola (2011), la situación de los ecuatorianos en España es de total vulnerabilidad: de un total de 400.000 residentes, más del 27% de este colectivo presenta altos índices de desempleo. En base a datos de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami), la autora revela que más de 100.000 ecuatorianos se encuentran sin empleo y sólo un tercio (38.200) de ellos tiene prestación por desempleo o algún tipo de ayuda pública (subsidio de paro o los 400 euros para parados de larga duración que han agotado la prestación), siendo estas cifras referidas a los ecuatorianos que se encuentran en situación regular -el promedio se da en ecuatorianos de edad media que trabajaban en el sector de la construcción, agricultura y mujeres ecuatorianas que trabajaban en el servicio doméstico-.

A raíz de esta situación, muchos ecuatorianos han regresado a su país. En algunos casos lo hace primero el hombre y la mujer se queda trabajando si aún conserva su empleo; con ese sueldo subsisten en tanto el hombre busca acomodarse en su retorno a Ecuador. Si se suman las personas que regresan por cuenta propia y los que solicitan el retorno voluntario se obtiene un 15% de retornados, cifra que puede considerarse baja frente a la gravedad de la recesión y la situación económica en España. Frente a la crisis, los ecuatorianos han creado redes solidarias de apoyo, buscan adaptarse y son más flexibles, se trasladan de comunidades y algunos se aventuran en otros países europeos a la búsqueda nuevas oportunidades (Tola, 2011).

Por su parte, los datos que expone Gómez (2012) sobre la Comunidad Autónoma de Murcia se reproducen en todo el país. Teniendo en cuenta diversas variables sociolaborales, este autor destaca que en 2007 la tasa de paro de los inmigrantes extracomunitarios duplicaba a la de los autóctonos (15.3% frente 7,8%), y con el agravamiento de la crisis se ha llegado a que en 2010 dicha relación era de un 39,1% en los inmigrantes, frente al 18,4% de los trabajadores murcianos. Además revela que hay un sector en auténtica emergencia: los inmigrantes originarios de África, que sufrían ya en 2010 un 60,2% de paro. Al mes de septiembre de 2011 observa que trabajan sobre todo en el sector agrícola (40.677) y en el trabajo doméstico, (5.103), habiendo bajado mucho los índices de ocupación en Construcción y Servicios. Por su parte, los peores datos estaban en  en aquellos sectores en los que más representados estaban los inmigrantes: ocupaciones no cualificadas, y con un mayor número de contratos temporales, lo que facilitó su despido. La temporalidad afecta al 45% de los inmigrantes. Sólo ha aumentado el empleo en la ocupación femenina dedicada a los cuidados y trabajo doméstico. Con esta situación se comprende que se haya frenado la llegada de inmigrantes y que se haya producido un fuerte incremento del desempleo masculino. A su vez, la crisis ha ampliado las diferencias salariales entre españoles e inmigrantes, y ha supuesto un descenso absoluto del salario medio de estos últimos, de modo que son enormes las dificultades que afrontan para sobrevivir. Por todo ello hay grandes índices de privación material y tasas de pobreza cada vez más elevadas, por una menor eficiencia de la cobertura de seguridad social.

En lo que atañe a la evolución del paro en España en el año 2012, las últimas cifras indican que se están sobrepasando las peores previsiones del Gobierno, y se continúan rompiendo tristes y negativos récords. Aún con la reforma laboral en marcha, el Gobierno estima que la cantidad de parados cuando acabe el año superaría los 5 millones de personas, contabilizándose a mayo de 2012 un total de 4.714.122 personas paradas. La tasa de paro acabó en el primer semestre con un promedio de 24,3%, haciendo que el total de destrucción de empleos estimado para todo el año sea de 630.000, sin detenerse todavía esta escalada vertiginosa del desempleo. De acuerdo con Tasa de Paro (2012), la reforma laboral del gobierno del Partido Popular parece no generar efecto positivo alguno sobre la crisis laboral, más bien le da la razón a quienes plantearon que dicha reforma destruiría más empleos.

Independientemente de la perspectiva de análisis que se asuma, las consecuencias de la crisis se han sentido con mayor crudeza en aquellos grupos menos protegidos entre los mismos inmigrantes, como es el caso de aquellos que tienen menos antigüedad en sus trabajos, los que ostentan contratos temporales que, por lo general, suele ser la gente más joven, cuyos despidos cuestan menos dinero a las empresas. En este sentido, si se atiende a las características sociodemográficas de la población inmigrante es posible afirmar que registra una media de edad inferior a la de los españoles, y que en términos de temporalidad en los contratos suelen registrar el doble que estos últimos. En consecuencia, estos factores dan cuenta también del mayor impacto de la crisis en los inmigrantes (Mahía y Del Arce, 2010).

Configuración de nuevas comunidades de migrantes

La respuesta formal del Estado a estos sucesos suele consistir en llamadas a la civilidad y a un tipo de integración que supone la asimilación de la cultura minoritaria -la inmigrante- a la mayoritaria -la local, a la que se supone con una homogeneidad inexistente-. La identidad cultural entre los nacidos en un mismo espacio es siempre relativa: las diferencias en cuanto a la historia personal, la pertenencia a distintos grupos sociales, la forma en que las vivencias son asimiladas siempre determinan diferencias notables en la percepción de las realidades (Rodríguez Fernández, 2008).

En este marco no es sorprendente que no exista ya una comunidad de valores, sino más bien demonización del "otro" acompañada de una definición del otro como todo lo no idéntico a quien define, como lo otro peligroso. La ciudad conflicto del siglo XXI, donde los ciudadanos no habitan y los no ciudadanos sobreviven mejor que en sus lugares de origen (y por lo tanto, intentan afincarse) ya no sabe a qué apelar cuando habla de sí misma como una comunidad. Sin embargo se desea "comunitaria", en un contexto de cámaras de video-vigilancia y apelaciones a una civilidad que niega a los recién llegados (Giménez Romero, 1997).

Como señala Rodríguez Fernández (2008), se terminó la época de las "norias": los inmigrantes de hoy en día, incluso cuando pudieran estar movidos por móviles de tipo económico, buscan radicarse en las sociedades receptoras: exigen servicios sanitarios, sociales, legales, etc. Estamos ante la presencia de comunidades que cambian y se mueven a una velocidad que no posibilita basar la noción de comunidad en la permanencia de espacios ni de valores. El desafío es aceptar que la convivencia entre distintos debe generar nuevas maneras de hacer permeables las estructuras sociales, convertirlas en redes más que en andamios, hacerlas capaces de seguir las transformaciones a la vez que contener, sostener y conectar a aquellos que no tienen lugar en los moldes sociales que sirvieron hace cien años. Hoy la posibilidad de perseguir como objetivo el de una comunidad homogénea, como soñaban los funcionalistas es anacrónica. Como se mencionaba anteriormente, el nuevo tipo de comunidad en el que debiera pensarse es el de la comunidad en red, que respete y valore las diferencias y las movilidades.

Conclusiones

Si observamos lo que está sucediendo en el mundo en la actualidad, con la agudización de ciertos conflictos políticos, se destaca inmediatamente un incremento de las disputas, guerras y situaciones de injusticia y opresión. En efecto, la historia muestra más ejemplos de dominio y avasallamiento que de cooperación entre los pueblos, y que la situación de los inmigrantes, principalmente los provenientes de países en vías de desarrollo hacia los países líderes (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania y el sur de Europa), es bastante adversa desde un punto de vista de respeto de sus derechos.

Este trabajo abordó la problemática del impacto de la crisis económica en el colectivo social de los inmigrantes, cuáles son los obstáculos que se plantean para su reinserción laboral y social. En este sentido, se halló que forman parte de la población más perjudicada, sobre todo por las altas tasas de desempleo que han subido notablemente a la par de la agudización de la crisis.

Para que la inmigración, que ha cumplido un papel muy importante en el crecimiento y flexibilización "de hecho" del mercado de trabajo y el incremento del tamaño del mercado de bienes y servicios, continúe siendo un elemento positivo para la región, habrá que facilitar la reconversión laboral de estos habitantes, ofreciéndoles oportunidades de formación que permitan avanzar en el proceso de transformación de la estructura productiva regional hacia otra más eficiente y competitiva, y en la que los nuevos pobladores, en caso de no retornar a sus países de origen, puedan seguir contribuyendo con su trabajo, tal como lo han hecho en los últimos años, contribuyendo al crecimiento de la economía española.

Para comprender el nuevo escenario y lograr una gestión de los flujos migratorios más efectiva que, a su vez, no esté reñida con la intolerancia y el respeto de los derechos sociales de los inmigrantes, es fundamental que se empiece a abordar el fenómeno de la inmigración desde una perspectiva multidimensional, por la cual se tengan en cuenta las consecuencias y las causas de la inmigración, pero no sólo en las sociedades de acogida sino también en las de origen, desarrollando lo que se ha denominado 'Enfoque Global', el cual comprende aspectos legales, demográficos, económicos y laborales (Ortega López, 2010).

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