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Agosto 2012

Crisis capitalista en la etapa global

Renee Isabel Mengo



Resumen

La actual crisis capitalista abarca todo el planeta y todos los grandes centros de la economía, pero no lo hace con la misma magnitud ni tiene simultaneidad.


La crisis se inició con el auge de la especulación, ambición, poder, la falta de valores,   ausencia de compromiso y la pérdida de la razón de existir de gobiernos, organismos y sistemas financieros en donde se vela por el ingreso de las empresas y no por el bienestar y equidad entre ingresos y gastos de la población.

Esta crisis conduce al planteo de enfoques multidisciplinares que permitan aproximarse a su complejidad.

Presentación


La actual crisis capitalista abarca todo el planeta y todos los grandes centros de la economía (Estados Unidos de Norteamérica, Europa, Japón, China), pero no lo hace con la misma magnitud ni tiene simultaneidad, ya que, por ejemplo, China reduce su ritmo de crecimiento pero éste sigue siendo muy alto; Europa se precipita en la depresión y Estados Unidos, en cambio -como Japón-, está estancado y con grandes problemas, pero se sostiene fundamentalmente gracias al apoyo chino, que mantiene el valor de los bonos del tesoro estadunidenses que, si Pekín no los comprase, se derrumbarían.


Estados Unidos de Norteamérica sigue siendo la potencia dominante en el mundo. Sin embargo, debe confrontar mayores presiones económicas y   necesidades estratégicas ya que presenta descensos constantes de la partida del PIB de las manufacturas, la economía no crece y el endeudamiento público es elevado; convirtiéndose en una sociedad des-industrializada quedando incluidos en este proceso Japón, y algunas partes de Europa; anotando que se operan grandes transformaciones en el sistema imperialista mundial. Es de importancia central los cambios en la distribución del poder económico global y el surgimiento de potenciales bloques de países con una mayor capacidad de desafiar al dominio global estadounidense, siendo China uno de los principales impulsadores de este tipo de dominio.

La crisis se inició con el auge de la especulación, ambición, poder, la falta de valores,   ausencia de compromiso y la pérdida de la razón de existir de gobiernos, organismos y sistemas financieros en donde se vela por el ingreso de las empresas y no por el bienestar y equidad entre ingresos y gastos de la población, conllevando esto, al enriquecimiento de unos pocos y al gran endeudamiento de muchos, además de un aumento abrupto del desempleo a nivel global.

La situación económica actual mundial se encuentra sumida en una gran crisis causada por un gran número de eventos en cadena a los cuales no se les estudiaron a profundidad sus consecuencias y de la misma forma no se pudieron aplicar correctivos en el tiempo preciso, manteniendo por ende a la población mundial preocupada y buscando soluciones desesperadas para lograr un nuevo equilibrio económico, viéndose afectadas desde las grandes potencias hasta los países en vías de desarrollo.

Debido a la complejidad del tema en el que se desarrolla la actual crisis global, el enfoque multidisciplinario debe contribuir a la comprensión del proceso en causas y consecuencias dentro del Orden Mundial en vigencia. Se vislumbra la necesidad de actualizar los sustentos teóricos, ya que los mismos pueden contribuir a interpretar la situación que nos llega al presente.

Contexto


Finalizando el siglo XX, se asiste aun nuevo estadio de desarrollo del capitalismo en su fase imperialista, considerada como una transformación del Capitalismo Monopolista de Estado, caracterizada por un nivel superior de la internacionalización del capital, que no se limita sólo a la producción, sino que abarca al comercio, las comunicaciones, el transporte, la Cultura, las finanzas, los servicios, lo social, lo político e ideológico.

A este proceso actual, se le nombra globalización, que no es más que una etapa superior de la internacionalización de las relaciones de producción capitalistas, donde se pone de manifiesto una fuerte interconexión e interdependencia entre las economías nacionales del Sistema Económico Capitalista Mundial. Un proceso de internacionalización que brota de las propias leyes y contradicciones del modo de producción capitalista y en particular de su acumulación, por lo que es un proceso objetivo e inevitable. La globalización, se ha visto acelerada por diversos factores:


  • El desarrollo de una Revolución Científico Técnica.


  • El crecimiento de la exportación del capital.


  • El crecimiento del comercio internacional.


  • El incremento de la actividad del capital financiero.


En relación al tema de la exposición, la explosión de la crisis financiera en Estados Unidos de Norteamérica y su rápida expansión hacia otras bolsas del mundo y luego hacia el mercado mundial en general, no tardaron en ser vistas como la culminación de la tan denostada globalización. El crash de las burbujas financieras, los múltiples salvatajes de los bancos centrales, el impasse en las rondas de negociación comercial mundiales y el giro regulatorio de varias naciones hasta entonces poco sospechosas de heterodoxia en política económica son ciertamente indicadores de una desaceleración de la globalización. Si esta evidente desaceleración implica además el fin de la globalización o es sólo un pliegue de un movimiento complejo que contiene múltiples dimensiones depende, sin duda, de cómo conceptualicemos a la globalización.

La corriente dominante en la apreciación de la globalización la reduce a un proceso autónomo, a una especie de fuerza natural, que traduce y sintetiza decisiones y acciones de actores concretos e identificables (sea el mundo de las finanzas, los ideólogos del Pentágono, las Naciones Unidas o determinadas ONG´s transnacionales) que produciría, sin más, desigualdades, diferencias y exclusiones inéditas. Sugiero entender, en cambio, a la globalización como un escenario, un ámbito de acción y representación de una escala significativamente más vasta que la que fue corriente hasta ahora y cuya semántica fundamental es el cosmopolitismo.

Este escenario está signado por la creciente interdependencia y por la intensificación de la comunicación de un modo tal que la determinación territorial se desvanece y se tiene la impresión de la simultaneidad y la proximidad (Ianni, 2004). En tanto escenario, difícilmente puedan atribuirse a la globalización efectos concretos. Estos efectos son generados por la actividad de determinados actores (Estados, empresas, organizaciones de la sociedad civil, individuos influyentes) que plasman sus intereses, poder y recursos en un ámbito con un alcance inédito sumándose a las redes locales, nacionales e internacionales ya existentes, sin por ello hacerlas desaparecer.

Lo que sin duda ocurre en la globalización - o, si se prefiere, en el escenario global - es que la actividad de esos actores así como las desigualdades, diferencias y exclusiones entre los mismos se muestran en toda su crudeza y sin mediaciones. Se agudiza entonces la visibilidad y comunicabilidad de las mismas, así como la frecuencia y densidad de las interacciones deslocalizadas; es decir, fuera del espacio inmediato de actuación.

A diferencia del enfoque de otras disciplinas, sociológicamente se pone el acento en los procesos de comunicación e interacción, en lo que podríamos llamar la experiencia o vivencia de la globalización. En términos cognitivos, la consumación de procesos de larga data (mucho mayor que los años ´80 o ´90) ligados a transformaciones científicas y tecnológicas lleva a percibir, describir y clasificar al mundo como un horizonte total (Luhmann, 1992) por primera vez, con la globalización las fronteras de lo decible y representable coinciden con los límites del globo. El mundo, en un sentido fenomenológico, como horizonte de sentido y vivencias significativas, pero también como ámbito de acción inmediato, estaba limitado a un espacio-tiempo más o menos reducido. Además, podía trazarse un límite claro entre ese mundo y el exterior, entre el lugar propio y el espacio abierto ajeno, calificado como bárbaro o incomprensible.

Con la globalización es justamente esa frontera y son ese tipo de distinciones y sentidos de pertenencia tan estables los que se difuminan. Y el globo en su totalidad se convierte en horizonte de acción y de significación. Sin duda que esto no elimina la existencia de fronteras más específicas y de menor alcance (provinciales, nacionales, regionales, continentales, etc.), ni tampoco las distinciones imprescindibles para construir identidades. Lo que se debilita es la determinación territorial de las mismas.

La superposición de escalas de acción y comunicación así como de redes de diverso alcance no hace más que desafiar toda forma de linealidad y de armonía mecánica entre ellas. Más aún, pone en cuestión la tesis que está en la base de la vinculación entre neoliberalismo, democratización y desarrollo, por un lado, y globalización, por el otro, que es la idea de la convergencia. Esta tesis tiene una larga tradición en las ciencias sociales y no sólo en el tan maldecido funcionalismo, y postula que la humanidad sigue un curso lineal hacia una creciente integración y asimilación. Lo global sería el punto final de un movimiento de interdependencias cada vez más amplias, desde la familia a clanes, tribus, regiones, naciones, estados y bloques de estados. De este modo, la globalización no sería más que la expansión de la modernización y su portadora a todos los rincones de la tierra. Y modernización es aquí no sólo algo general, sino que se habla de una modernización en particular, la europeo-occidental y su prolongación norteamericana.

Este relato triunfante de la globalización tiene (o tuvo) dos variantes fundamentales que, a veces pueden ser complementarias: la norteamericana (la utopía de la extensión de la democracia representativa y el librecambio) y la europea (la utopía de la extensión del individualismo y la secularización en conjunción con la solución pacífica de conflictos bajo instituciones de gobernanza global). Ya antes de la crisis financiera actual se veían cuestionados por el advenimiento de una serie de poderes emergentes - desde China y la India a Sudáfrica y Brasil - donde el tradicional desequilibrio Norte/Sur y la oposición Centro/Periferia parecieran debilitarse. Están surgiendo nuevos patrones de interacción y cooperación en el comercio, las finanzas, la energía y la seguridad trascendiendo la influencia, los canales de comunicación y las instituciones del orden mundial previo.

Con esto no se pretende contraponer a la identificación entre globalización y modernización occidental, la tesis contraria, la de la divergencia, la del particularismo, que casi no reconocería derroteros comunes entre distintas culturas y civilizaciones más allá de los dados por relaciones de dominación. El desafío de los poderes emergentes e incluso de la misma crisis financiera actual nos sitúa en un punto intermedio entre el difusionismo y el particularismo. La incómoda presencia de elementos contradictorios o, al menos, difícilmente combinables en varios de estos países, como populismo y cosmopolitismo, innovación en tecnológica de punta y atraso rural, libertad de mercado y centralismo administrativo, aspiraciones e imaginarios igualitarios junto a desigualdades socioeconómicas y regionales, activismo ambiental internacional y ausencia de protección ambiental a nivel nacional, son más que un mero indicador de anomalías y desviaciones respecto de un canon. Estos son, de hecho, signos de la vitalidad, eficacia y originalidad de procesos de modernización fuera de caminos prefijados en lo que se ha denominado modernidades múltiples (Eisenstadt, 2000). 

 Con el surgimiento de estos poderes emergentes y con la estocada final de la crisis financiera actual asistimos entonces al fin de la globalización triunfante y acelerada ("turbo-globalización") entendida como expansión de la modernización occidental a partir de los tres mitos señalados al comienzo. El aumento de costos de la energía y del transporte en general (más allá de la baja circunstancial del petróleo), la persistencia del Estado-nación y la vuelta de una tónica realista en las relaciones internacionales no sólo no parecen afectar otras formas de intercambio e interdependencia más allá de las comerciales y financieras sino que incluso las refuerzan: nada parece detener ya a la digitalización, el avance de lenguas globales, la circulación y la hibridación de símbolos y mensajes.

Lo que por un lado se desacelera no afecta la velocidad de otras dimensiones - no menos esenciales - de la globalización. En palabras de (Bauman, 2004) podríamos decir que la desaceleración de lo sólido no parece afectar la aceleración de lo líquido (aparte de lo que ocurre con los flujos financieros) o al menos, no haber alterado el ritmo que llevaba. Si aquí incluimos el creciente reconocimiento de riesgos globales, la propagación de un cosmopolitismo ya no sesgado por la experiencia internacional de las potencias coloniales y la conformación de un mundo que ya no reconoce un centro definido, podemos culminar provocativamente diciendo que la globalización recién está comenzando.


Etapas de la crisis


Entre agosto de 2007 y noviembre de 2008, la crisis fue subiendo en intensidad, con un movimiento propio. A medida que el sistema financiero y monetario se hundía, las intervenciones estatales calmaban momentáneamente las aguas, pero eran cada vez menos eficaces: no lograron impedir nuevas caídas, que terminaron demandando intervenciones de mayor magnitud e igual ineficacia. ¿Qué ocurrió desde el estallido de la crisis financiera, hasta ahora?

La caída en la esfera financiera se desbordó sobre el conjunto de la economía, principalmente mediante la suba de las tasas de interés y la restricción del crédito, lo que empujó hacia abajo el consumo y la inversión. Además, la crisis se extendió a los mercados monetarios, lo que llevó a presiones sobre las cotizaciones de las monedas y a una mayor agitación en el ya castigado sistema crediticio. Finalmente, la crisis financiera afectó al sector bancario y no sólo a los mercados de títulos. Así, el 13 de septiembre de 2007 el banco británico Northern Rock, que tenía una gran exposición en el mercado de hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos, debió acordar un crédito de emergencia con el Banco de Inglaterra debido a graves problemas de liquidez. Al día siguiente se produjo una corrida sobre el banco, aumentaron las tasas interbancarias (lo que los bancos pagan para prestarse dinero entre sí) y las bolsas mundiales cayeron fuertemente.

El 18 de septiembre la Reserva Federal de Estados Unidos respondió bajando la tasa de interés (de 5,25% a 4,75%), lo que produjo un alza en los mercados, y un cierto clima de euforia. A pesar de esos intentos, los problemas continuaron, por ejemplo en el mercado de créditos hipotecarios estadounidenses: las tasas de interés variable de las hipotecas de alto riesgo aumentaron por la crisis y los temores de insolvencia, lo que llevó a un incremento de los incumplimientos en los pagos.

Como los bancos de inversión seguían teniendo grandes fondos en ese mercado de créditos, la situación precipitó nuevas quiebras. Las acciones de los gigantes inmobiliarios estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac perdieron más del 40% de su valor entre mediados de octubre y fines de noviembre. Pero lo más temible de todo era que la crisis parecía empezar a afectar a la economía real: en noviembre se conoció que la variación de las ganancias de las empresas de Estados Unidos del tercer trimestre de 2007, en comparación con el tercero de 2006, era negativa   (- 2,5%). En diciembre cayó también el consumo -las ventas minoristas bajaron un 0,4%- y las acciones siguieron bajando: las más afectadas fueron las de los bancos, que reconocían pérdidas por miles de millones de dólares en los últimos meses. A comienzos de 2008, varios grandes bancos comenzaron a quebrar.

Por estos motivos, aunque la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo siguieron reduciendo las tasas e inyectando liquidez a un mercado en crisis, pero los efectos benéficos de estas medidas duraban cada vez menos. De hecho, aunque la Reserva Federal bajó en abril la tasa de interés hasta el 2%, por la desconfianza en el estado de la economía y en la capacidad de las corporaciones de pagar sus deudas las tasas de interés privadas para grandes empresas saltaron hasta un 10% (antes de la crisis la diferencia entre ambas era de dos puntos porcentuales). El destino de los créditos era cumplir con los compromisos ya asumidos, pues las perspectivas de ganancias de las empresas virtualmente se esfumaron y la inversión disminuyó.

En esas circunstancias, inexplicablemente el gobierno estadounidense ensayó una política de no intervención ante la caída de otros grandes bancos. Así, el 15 de septiembre se anunció la quiebra de Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión en Estados Unidos: se trataba de la mayor bancarrota corporativa de la historia del país. Las bolsas mundiales se derrumbaron. Ante semejante panorama, los gobiernos de las naciones más poderosas del planeta comenzaron nuevamente a intervenir, en algunos casos con resultados paradójicos.

Más aun, los mercados se mostraban erráticos, pasaban de la euforia a la depresión en cuestión de horas, como se vio cuando el gobierno estadounidense anunció un plan para nacionalizar las hipotecas por 700.000 millones de dólares, por el que el estado se quedaría con las hipotecas incobrables de los bancos y éstos limpiarían sus balances. Al mismo tiempo, la crisis generó un proceso sin precedentes de concentración de capitales: por las quiebras, todo el negocio de la banca minorista estadounidense quedó en manos de tan solo tres bancos. Europa, Asia y América Latina comenzaron también a sufrir las consecuencias del proceso: los bancos centrales se ven obligados a intervenir, las monedas se devalúan indeteniblemente frente al dólar, los precios de las materias primas bajan en tobogán. Sólo la cotización del oro, el refugio tradicional de todos los inversores en tiempos de crisis, se mantiene en alza sostenida.

En los primeros días de octubre de este año, la crisis se internacionalizó y se confirmó que Estados Unidos, Europa y Japón estaban entrando en recesión. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó entonces que el crecimiento de la economía americana en 2009 sería cero, aunque la previsión podría ser demasiado optimista, teniendo en cuenta que en el segundo trimestre de este año el crecimiento fue negativo en Europa (-0,2%) y Japón (-0,6%). Como la situación sigue empeorando, el gobierno estadounidense ya anunció que lanzaría otro proyecto de intervención pública en la economía, pero en este caso para asistir al aparato productivo industrial con 150 mil millones de dólares.

Desde el estallido de la crisis financiera desatada en Estados Unidos por la caída de Lehman Brothers (Septiembre de 2008), que rápidamente se extendió al mundo, es posible hacer un balance histórico al presente, porque la crisis ha terminado, y con ella su consecuencia directa, la mayor recesión de la economía mundial en 70 años. En términos históricos, esto es, del balance del presente como historia, y en la fase de globalización del capitalismo -que es el fenómeno central de la época-, ésta ha sido una recesión breve y leve.

La recesión mundial duró nueve meses: desde octubre 2008 a junio 2009. Incluso Barclays Capital y Goldman Sachs estiman que, debido al extraordinario crecimiento de China (+17% trimestre sobre trimestre; 7.9% anual), la economía mundial habría crecido 1.6% en el segundo trimestre del año, lo que significa que superó la recesión incluso antes, entre abril y junio de 2009 (Castro, 2002).

También fue leve la recesión global. La mitad de la economía mundial (China, India, Asia emergente) continuó creciendo, a pesar de que la tríada del capitalismo avanzado (Estados Unidos de Norteamérica), Unión Europea, Japón) se hundió en la recesión; y ahora son los países asiáticos los que arrastran el crecimiento mundial, por primera vez en la historia del capitalismo. Esta ha sido la onceava recesión de la economía norteamericana desde la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos de Norteamérica experimenta una fase recesiva cada 10 años: 1981-82; 1991-92; y 2001. La última comenzó en diciembre de 2007, cuando el NBER (National Bureau of Economic Research) fijó el pico de la anterior fase expansiva. Todo en el capitalismo es cíclico.

En septiembre de 2008 sucedió otra cosa. El colapso de Lehman Brothers produjo una brutal crisis de confianza y cesó súbitamente el flujo financiero, ante todo interbancario. Desapareció el crédito en la economía real y Estados Unidos de Norteamérica se sumergió en la mayor contracción en 30 años, con una caída de 6% en el producto y un desplome de 15% en el PBI industrial.

El derrumbe de Lehman Brothers provocó que los agentes financieros no supieran el verdadero estado de solvencia de los restantes. De ahí el pánico.

La crisis de confianza no fue un problema psicológico, sino informacional. Allí se superpusieron dos procesos de naturaleza distinta: la recesión periódica, inherente al capitalismo, que comenzó el 31 de diciembre de 2007, y la irrupción de la crisis financiera -o pánico-, que provocó la recesión mundial. Las crisis -súbita irrupción de hechos nuevos- no se prevén; si fuera posible hacerlo, no habría crisis. A lo sumo, tenues parpadeos en las series estadísticas.

Lo que se puede hacer es fijar el cuadro estructural en que surgen las crisis, y que establece el marco de lo posible y de lo imposible.

La crisis mundial reveló un nuevo mecanismo de acumulación, encabezado por los países asiáticos (China e India) y sustentado en un ambiente de alta tecnología.

Esta situación estructural ha provocado la modificación de la naturaleza del mercado mundial de commodities, arrastrado en forma irreversible por la demanda asiática. Los ciclos fueron:

2008-2009.-
La "Gran Recesión". Estados Unidos sufre su mayor crisis financiera desde los años 30 como consecuencia de la actividad especulativa y crediticia y cuyo detonante fue el estallido de la burbuja inmobiliaria con las hipotecas basura ("subprime").

2010
.- "Guerra de divisas y desequilibrios mundiales". El lanzamiento de planes de estímulos masivos, orquestados por el Grupo de los 20 (G20), provoca un fuerte crecimiento en las naciones emergentes, muy por encima de los países desarrollados, que comienzan a crecer de manera más discreta.

Algunas naciones se ven obligadas a tomar medidas para frenar la apreciación de sus monedas, para que no se vean perjudicadas las exportaciones, con fuertes críticas de
(Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea. La llamada "guerra de divisas" se saldó en el G20 de Seul, en noviembre de 2010, cuando los países se comprometieron a dejar de recurrir a las devaluaciones competitivas.

2011
.- "Crisis griega y la crisis de la deuda europea". El Gobierno de Grecia reconoce que las cuentas publicadas hasta ahora son erróneas, y que el déficit del país es muy superior al admitido. Este incidente crea una enorme inseguridad en el mercado de deuda, donde se dispara el interés de los bonos griegos.

La situación empeora hasta el punto de que Grecia se ve obligada a pedir ayuda a la Unión Europea y el FMI, en un intento de que la crisis no se propague a países como Portugal, España, Irlanda e Italia.

En mayo de 2010 se aprueba un primer rescate a Grecia con un importe de 110.000 millones para el periodo 2010-2012. El 21 de julio de 2011 los líderes de la eurozona acordaron un segundo rescate a Grecia por valor de 159.000 millones de euros para el periodo 2011-2014.


Pese a los intentos de contener la crisis griega, la desconfianza de los mercados pronto se traslada a Irlanda y Portugal, lo que obliga a la Unión Europea a aprobar sendos planes de rescate. El de Irlanda se cifra en 85.000 millones de euros, y el de Portugal en 78.000 millones de euros.

En la cumbre europea del 26 de octubre, los líderes europeos pactan con la banca que Grecia no pagará el 50 por ciento de su deuda, y aprueban dos medidas como "cortafuego" ante un contagio.

Así, ordena la recapitalización de la banca europea por importe de 106.000 millones, y decide dotar al fondo de rescate con un billón de euro.


El transcurso de 2012 esta marcado por el lanzamiento de un tratado intergubernamental para la adopción de un nuevo "pacto fiscal" que consagre la disciplina presupuestaria. La autoexclusión del Reino Unido en la cumbre de los pasados 8 y 9 de diciembre impidió que ese texto supusiera una reforma de los tratados de la UE, pero todos los demás países comunitarios que no tienen el euro (incluyendo Dinamarca) mostraron su disposición a participar (con la salvedad del apoyo parlamentario en Hungría, la República Checa y Suecia).

En lo que va del año, las medidas más resonantes hasta el presente han sido:

En Grecia, la crisis financiera global ha afectado en mayor medida que al resto de países, con graves consecuencias para la población. Pero el elevado endeudamiento de Atenas combinado con su escasa credibilidad han puesto en riesgo al resto de miembros del euro, y su debilidad ha sido aprovechada por los especuladores para atacar a la divisa común y extender el temor a otras economías, como la española o la italiana. El segundo rescate dado a esta nación y sus costos sociales, revelan que el 73,9% de los griegos aboga por
suavizar las condiciones del rescate aunque eso suponga salir del euro, solo el 15,5% cree que hay que cumplir con lo pactado.


  • Por su parte en España, el jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, anunció a mediados de Julio, un drástico plan de ajuste, el cuarto que acomete en sus seis meses de gobierno, para ahorrar antes de que finalice el 2014 un total de 65.000 millones de euros (unos 80.000 millones de dólares) y dejar el déficit en los niveles exigidos por la Unión Europea (UE).


Manifestaciones


La crisis financiera que golpea a los Estados centrales (y que amenaza al mundo periférico) ha derivado en "crisis social" por medio de tres actores centrales: La baja de salarios como producto de los ajustes, la baja de la capacidad de consumo, el trabajo en negro y el desempleo, que afecta principalmente a los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad mundial.


A los especialistas del sistema sólo les preocupa el impacto de la crisis en el "mercado" y en las sociedades de los países centrales, pero nadie presta atención en el impacto (y en el desenlace) que finalmente va a tener la crisis con desocupación en las áreas subdesarrolladas y emergentes que cobijan a las poblaciones más pobres y desprotegidas del planeta.


Casi no hay informes (y los que hay son manipulados y reducidos) de cómo la crisis de los países centrales ya impacta en las economías y en las sociedades de los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina, donde se concentra la mayoría del hambre y la pobreza a escala planetaria.

Los medios internacionales del sistema, que esconden sistemáticamente la relación simbiótica pobreza-riqueza (una es consecuencia de la otra) comentaban con "preocupación" como la crisis redujo el selecto club de súper millonarios del ranking Forbes que pasó de 1.125 miembros en 2008 a 793 en 2009. Según Forbes, por la caída de los mercados y de la facturación empresarial,  los hombres y mujeres más ricos del planeta (el vértice de la pirámide)  manejan una fortuna de US$ 3 billones frente a los 4,4 billones del año anterior. Cabe destacar que esa cifra (en manos de 700 personas) equivale casi al presupuesto anual de
Estados Unidos de Norteamérica (la primera potencia económica mundial), al PBI completo de Alemania (la primera potencia económica de Europa), y a más de cien veces el PBI de Bolivia.

Reinvertidos en salarios equitativos y en producción distribuida socialmente, los US$ 3 billones (hoy en manos de solo 700 personas) serían decisivos para terminar con la pobreza, el hambre y la desocupación de más de 2.500 millones de personas concentradas en las áreas periféricas de Asia, África y América Latina.

Como contrapartida (y demostración de lo que produce el capitalismo), esas zonas marcadas por una altísima y creciente concentración de hambre y pobreza, figuran en las estadísticas económicas mundiales como las mayores generadoras de riqueza y rentabilidad empresarial capitalista de los últimos diez años.

Tanto el "milagro asiático" como el "milagro latinoamericano" (del crecimiento económico sin reparto social) se construyeron con mano de obra esclava y con salarios en negro. Esto lleva a que, al caerse el "modelo" por efecto de la crisis recesiva global, el grueso de la crisis social emergente con despidos laborales en masa se vuelque en esas regiones.

Pero de esta cuestión estratégica, vital para la comprensión de la crisis global y de su impacto social masivo en el planeta, la prensa internacional no se ocupa. Los medios locales e internacionales están ocupados en dilucidar como la crisis produce la disminución de las fortunas de los ricos y la pérdida de rentabilidad de las empresas.

Si bien se estima que la presente crisis global va a arrojar (como consecuencia de los despidos y reducción de salarios) a más de 1000 millones de personas a la pobreza y a la marginalidad, la "gran preocupación" de los analistas y periodistas del sistema está centrada en las pérdidas empresariales y en los efectos de la crisis en los países centrales.

Los sujetos y actores de la crisis social, los motorizadores de las revueltas sociales (tanto en los países centrales como en las periferias de Asia, África y América Latina) van ser los millones de desocupados y expulsados del mercado del consumo que no van a tener medios de subsistencia para sus familias.

De manera tal, que en la crisis social se proyectan las mismas variables del resto de la economía capitalista: El peso de la crisis golpea con fuerza sobre la base del triángulo social más desposeído (obreros asalariados y pobres) mientras se atenúa en el medio y en el vértice (empresarios, ejecutivos y profesionales), donde se concentra mayoría de la riqueza acumulada por la explotación capitalista.

La misma ecuación (de proyección y efecto disímil de la crisis social) se produce en la pirámide de países capitalistas, claramente dividida entre el vértice (las naciones centrales), el medio (las naciones "emergentes")  y la base (las naciones "en desarrollo").

Esto es clave para entender, por ejemplo, porqué los efectos de la crisis social en Europa (las huelgas y revueltas sociales) ya comienzan a manifestarse por las naciones más vulnerables del Este (las ex repúblicas soviéticas) que mantienen una relación de dependencia estructural con las ricas economías centrales de las potencias del euro.

No es el mercado (en sus distintas variantes macroeconómicas), sino que son los expulsados del mercado (los excluidos sociales) los que van a protagonizar el desenlace decisivo de la crisis global capitalista que se avecina.

Y hay una explicación lógica: La crisis financiera y la crisis recesiva, cuyo emergente inmediato es la quiebra y cierre de bancos y empresas, pueden ser reguladas y controladas por medio de la inyección de billonarios fondos por los gobiernos y los bancos centrales imperiales.

En cambio, para los efectos sociales de la crisis financiera recesiva (la desocupación y el achicamiento del consumo) no existe otro remedio que reocupar a la mano de obra expulsada  si se quiere evitar el colapso social y las revueltas populares.

De la misma manera, a los especialistas del sistema sólo les preocupa el impacto de la crisis en el "mercado" y en las sociedades de los países centrales, pero nadie presta atención en el impacto (y en el desenlace) que finalmente va a tener la crisis con desocupación en las áreas subdesarrolladas y emergentes que cobijan a las poblaciones más pobres y desprotegidas del planeta.


Si bien se estima que la presente crisis global va a arrojar (como consecuencia de los despidos y reducción de salarios) a más de 1000 millones de personas a la pobreza y a la marginalidad, la "gran preocupación" de los analistas y periodistas del sistema está centrada en las pérdidas empresariales y en los efectos de la crisis en los países centrales.

Mientras (tanto a nivel de los países centrales como subdesarrollados) las clases altas y medias altas proyectan la crisis como una "reducción del consumo" (principalmente suntuario), las clases bajas en el mundo subdesarrollado y emergente viven la crisis como perdida del trabajo y restricción del consumo básico para la supervivencia (principalmente alimentos y servicios esenciales).  

En resumen, en la pirámide del colapso recesivo global, para un rico o un clase media alta la "crisis social" significa un "achicamiento del cinturón" (prescindir de productos suntuarios o de algún confort), mientras que para un clase baja significa quedar desocupado o perder capacidad de supervivencia a través de la reducción de su salario.

Repercusión en Latinoamérica


América Latina resentirá su comercio y en el crecimiento proyectado para 2012, que bajó de 4,7% a 4,4%, la alta volatilidad e incertidumbre que afectaa las economías industrializadas, estimó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Una menor expansión en Sudamérica como producto de la desaceleración de las economías industrializadas restará puntos al crecimiento regional, que bajará del 4,7% proyectado en julio a 4,4%, de acuerdo la Cepal, un organismo técnico de las Naciones Unidas con sede en Santiago.

"En un escenario en que se prevé una desaceleración de Europa y Estados Unidos es natural que aquellos países que orientan una mayor parte de las exportaciones a esos mercados debería verse mas resentidos en su capacidad de crecimiento", explicó por su parte el economista de la Cepal, Osvaldo Rosales.

En este escenario, la Cepal prevé que las exportaciones regionales crecerán en 2011 un 27%, en igual rango del año previo, aunque advirtió que la desaceleración de las economías industriales podría impactar el comercio regional en los próximos meses.

"La compleja situación actual de los países desarrollados, en especial Estados Unidos y Europa, está empezando a afectar a las naciones emergentes y podría traducirse en un menor ritmo de incremento de las exportaciones a esos mercados durante 2012. El impacto específico de esa desaceleración dependerá del tipo de productos exportados y de los mercados a los que éstos se dirijan", explicó la Cepal.

La Cepal destacó asimismo que "el intercambio Sur-Sur", encabezado por China y el resto de Asia emergente es actualmente el principal motor del crecimiento del comercio mundial e instó a las naciones de Latinoamérica a incrementar sus contactos con Asia.

Según la Cepal, durante la década pasada "aumentó notablemente la importancia relativa de Asia en el comercio exterior de América Latina y el Caribe, en contraste con la caída de la participación de Estados Unidos y el estancamiento de la Unión Europea".

En concreto, en los últimos cinco años las exportaciones de la región Asia-Pacífico crecieron a una tasa anualizada que triplicó la de sus exportaciones totales (22% versus 7%), mientras sus importaciones desde Asia-Pacífico crecieron anualmente 15% versus 9%, respectivamente.

América Latina además se ha convertido en el socio comercial más dinámico para China, con un crecimiento anualizado de 31% en sus exportaciones a la región entre 2005 y 2010, comparado con 16% al resto del mundo.

Pero, advirtió la Cepal, "las exportaciones a Asia siguen concentradas en productos primarios y su procesamiento básico, en tanto que aquéllas dirigidas a la propia región y a Estados Unidos tienen una mayor presencia de manufacturas".


Tendencias globales post crisis


Con el estallido y vigencia de la crisis económica, se completó así el proceso de globalización de la economía mundial, que comenzó en 1991, y se ha desplegado hasta 2009. Comienza ahora la postglobalización, nueva fase histórica de largo plazo.

    1. Boom de productividad en la economía norteamericana
La economía estadounidense es la frontera del sistema y su punta de lanza es un boom de productividad, sobre todo en la industria de alta tecnología. Finalizada la crisis internacional en junio de este año, Estados Unidos de Norteamérica creció 2.8% en el tercer trimestre, arrastrado por el producto industrial (+5.2%), lo que implica un crecimiento real de 4.5% anual. La industria se expandió en septiembre al mayor nivel en tres años: 55.7 (ISM). El fundamento de la recuperación es amplio: la construcción de viviendas creció 23.4%; el gasto en bienes durables 22%; y el consumo individual 3.4%.

Es una recuperación guiada por el incremento de la productividad, que creció en forma inversa a la profundización de la crisis, y como respuesta a ella. Aumentó 3.3% en el último trimestre de 2008; 2.2% en los primeros tres meses de 2009; 6.4% en el segundo trimestre del año; y 8.1% en el tercer trimestre.

Es una situación históricamente novedosa, ya que el comportamiento de la productividad en cíclos recesivos anteriores fue negativo. En la recesión de 1980/81, la productividad cayó -4.4%; y en la depresión del ´30 (1929-32) se hundió -5.5%. Hoy, crece en forma notable.

La expansión de la industria de alta tecnología (IT) lidera el auge de la productividad. Las ganancias IT aumentaron 24% en el tercer trimestre de 2009, y las inversiones de riesgo (venture capital) 17%. El ciclo económico estadounidense post crisis es recuperación / productividad / tecnología. Por eso la recuperación no crea empleo.

Las ganancias IT revelan las características de la inversión en Estados Unidos de Norteamérica: el gasto en equipos de alta tecnología es la mitad de la inversión de las empresas estadounidenses. En la sociedad de la información, esto tiene un significado semejante a la inversión en hierro, carbón y acero de la era industrial. Por eso la recuperación en Estados Unidos de Norteamérica surge del núcleo de la acumulación estadounidense, como sociedad fundada en la constante innovación y en el conocimiento científico y tecnológico. La industria IT es el motor principal de la recuperación norteamericana; y el espejo que adelanta su tendencia de fondo en los próximos años.

También la crisis aceleró el traspaso del eje de gravedad de la industria high-tech a los países emergentes: el gasto IT ha crecido 30% anual en China e India en los últimos 15 años; y su participación global pasó de 15% a 24% en ese período.

Los países emergentes representan este año 30% de la inversión global en IT, pero atraerán más de la mitad de las nuevas inversiones en alta tecnología en los próximos cuatro años. Encabezados por China, India y Brasil, estarán a la cabeza -junto con Estados Unidos de Norteamérica.- de la nueva onda global de innovación que la crisis ha desatado.

1.2 Consolidación de China como eje del sistema global


China es la gran triunfadora de la crisis mundial, al cumplirse 60 años de la instalación de la República Popular proclamada por Mao Tse Tung en la Plaza de Tiananmen (Beijing) el 1° de octubre de 1949.

El FMI estima que 75% del crecimiento de la economía mundial entre 2008 y 2010 será obra de China. La economía internacional habría salido de la recesión en el segundo trimestre de este año (+1.6%) por el impulso exclusivo de la República Popular.

El logro de China es inseparable de la flexibilidad de su sistema político. Los sistemas políticos y económicos están orgánicamente vinculados, ambos son parte del mismo orden social y ningún cambio fundamental puede ocurrir en uno sin que ocurra en el otro (North, 1994).

Deng Xiaoping, el líder chino que lanzó hace treinta años el proceso de reformas, apertura y vuelco al capitalismo, definió la esencia del "socialismo con características chinas" como "la liberalización y el desarrollo de la productividad y, mientras tanto, eliminar la explotación y evitar cuidadosamente la polarización social y política, para lograr, finalmente, una prosperidad generalizada".

La causa del crecimiento chino durante estos treinta años -9.6% anual promedio desde 1978, lo que significa que su economía es trece veces mayor que la de entonces y que el PBI per cápita se ha duplicado cada ocho años- es directamente atribuible a la política de reformas, apertura y vuelco al capitalismo, que ha liberado sistemáticamente la productividad.

Durante treinta años, la productividad de la totalidad de los factores (PTF/capital, trabajo e innovación), que era nula o negativa antes de 1978, ha aumentado 3.8% anual promedio, una de las tres más elevadas de la historia del capitalismo.

La contribución al crecimiento chino de la PTF hasta 1991 era 40.4%, inferior a la acumulación de capital (AK). Pero a partir de entonces, cuando la prioridad estratégica es la atracción en gran escala de la inversión de las empresas transnacionales (IED), la PTF supera el 56%, mientras que la acumulación de capital (tasa de inversión + boom exportador) cae al 33%.

Las reformas en China entran ahora, tras el piso de estos treinta años iniciales, en la etapa más compleja y decisiva, que es la creación de "instituciones cargadas de contratos y garantías", en los términos de Mancur Olson (4); y que son características del capitalismo avanzado, con su fragmentación extrema del trabajo y su estructura contractual volcada al futuro, fundada en la confianza más completa y sutil. Estas instituciones del capitalismo situado en la frontera del sistema son las compañías de seguros, los mercados de futuro, los bancos y, en general, el mercado de capitales.

China ingresó en la fase de las reformas donde las instituciones que se crean son "derecho-intensivas", con una multiplicidad de obligaciones que deben ser garantizados por un Estado que observe el "rule of law", para fomentar la confianza de los inversores, último sustento del sistema.

En los próximos diez o quince años, China se convertirá en un solo mercado nacional profundamente globalizado, sustentado en una red extraordinariamente densa de autopistas, ferrocarriles y rutas aéreas. Más de la mitad del paquete de estímulo de U$S 586 mil millones lanzado el año pasado (2008) por el gobierno chino, se destinará a la construcción de la infraestructura nacional. En los últimos diez años se construyeron 50.000 km de autopistas; en 2020 serán 88.000 km, 10.000 más que Estados Unidos de Norteamérica.

En este marco, Hu Jintao convocó a una reunión especial del Comité Central del PCCh en octubre de 2008. Allí se decidieron dos medidas fundamentales: los campesinos podrán transferir libremente los derechos de uso sobre las tierras que utilizan sus unidades productivas, ya sea vendiéndolas, alquilándolas o sometiéndolas a hipoteca.

En segundo lugar, más importante en una perspectiva estratégica, podrán hacerlo no sólo a otros campesinos individuales, sino también a grandes corporaciones agroalimentarias de alto nivel de capitalización y elevada tecnología, que reciban inversión transnacional o directamente sean empresas transnacionales.

El objetivo es que estas grandes corporaciones, capaces de desarrollar economías de escala, desplieguen en un plazo de 10/15 años, los niveles de productividad agrícola de los países avanzados, en primer lugar Estados Unidos de Norteamérica.

Esta transformación permitiría duplicar en 2020 el ingreso real per cápita de los campesinos, y acelerar la migración del campo a las ciudades, no sólo hacia las actuales -sobre todo en las provincias costeras-, sino en dirección a un grupo de unas 100 nuevas urbes de infraestructura ultra moderna, que se crearán en las zonas de mayor densidad campesina.

La respuesta china a la crisis ha sido ampliar la acumulación interna, a través de la convergencia entre los niveles de ingreso de la población agrícola e industrial, y mediante la homogeneización institucional de los dos sistemas productivos. La presunción es que el bajo ingreso campesino es el principal cuello de botella que frena la acumulación doméstica.

1.3 Reactivación del súper ciclo de commodities


La crisis internacional provocó la aceleración de la tendencia de fondo de la época, revelada a través de un doble movimiento a partir de 1991. Por un lado, la duplicación del mercado mundial (que pasó de 1.500 a 3.500 millones de trabajadores), a través de la extensión a los países emergentes y en desarrollo del sistema transnacional de producción (empresas transnacionales + inversión extranjera directa). Por el otro, la convergencia del mundo emergente, liderado por China, hacia la avanzada del sistema (Estados Unidos).

El resultado es que 2/3 de la población mundial se ha incorporado al proceso global de acumulación, con un aumento del nivel de ingresos que es el doble del promedio internacional; y lo ha hecho a partir de niveles ínfimos. De ahí el auge de la demanda mundial de alimentos.

La FAO (5) prevé que la demanda de alimentos se duplicará en 20 años; y el Banco Mundial agrega que se requiere un aumento de 70% en la cosecha global de granos y de 80% en la producción de carne.

Por eso vuelve el súper ciclo de los commodities, tras la breve pausa (septiembre 2008/junio 2009) de la crisis global.

Entre marzo 2006 y marzo 2008, los precios de los granos (soja, maíz, trigo, arroz) aumentaron entre 95% y 152%. Luego, con la crisis, se hundieron 40% entre julio y diciembre de 2008.

Pero a partir de entonces volvieron a crecer. Entre diciembre de 2008 y junio de 2009, el índice de precios de los alimentos aumentó entre 30% y 40%; y la soja y el azúcar casi 50%. Esto ocurrió durante la mayor recesión de los últimos 70 años; y cuando la cosecha de granos alcanza otro récord histórico: 2.2 billones de toneladas.

La respuesta a esta paradoja es la siguiente: China, India y la mayor parte del Asia emergente no dejaron de crecer en el transcurso de la recesión mundial; y ahora arrastran su recuperación, y así traccionan la demanda y el precio de los alimentos.

En China y Asia emergente, la participación de los alimentos en el gasto individual es el doble que en Estados Unidos de Norteamérica (30% vs. 14%). Se trata de 3.300 millones de personas.

A la vanguardia de la demanda mundial de alimentos se encuentran los aceites vegetales, cuyo consumo crecerá más de 50% hasta 2017; y este indicador fundamental -según FAO/OCDE- tiene tres protagonistas: China, convertida en la primera importadora de granos oleaginosos (soja); Brasil, transformado en el principal exportador de granos aceiteros; y la Argentina, en su condición de centro internacional de la producción aceitera y principal plataforma de elaboración de aceites y granos de soja en el mundo.

Los grandes países productores y exportadores de alimentos modifican su status global y adquieren una importancia semejante a la de los productores y exportadores de petróleo en la década del 70 y en la primera del siglo XXI.

2. Restructuración del poder mundial: Giro hacia el Pacífico


Terminó en la cumbre del G-20, celebrada en Pittsburgh (Estados Unidos de Norteamérica), la fase de emergencia y el organismo se establece como plataforma de gobernabilidad del sistema mundial.

Finaliza así la unipolaridad hegemónica norteamericana, que duró 17 años. En este período -y a su amparo- se desplegó la globalización del capitalismo, cuyo ciclo de integración y unificación pareciera haber concluido. La crisis abrevió el tiempo histórico. Y la integración de los países emergentes (China) con la avanzada del sistema Estados Unidos de Norteamérica -prevista para 2025/2030-, se reveló en 2009.

El comercio internacional también encontró en junio el camino de la recuperación, con un aumento en volumen de 2.5%; y esto ocurrió en todos los países y regiones al mismo tiempo, salvo África y Medio Oriente.

La fuente principal del auge del comercio internacional se encuentra en Asia, donde aumentó 25% en el segundo trimestre. Es un comercio sobre todo intrarregional, con eje en China. Las importaciones chinas crecen el doble que sus exportaciones (16% vs. 8%), y su demanda arrastra las ventas externas de la región, incluido Japón.

Por eso proliferan en Asia los acuerdos de libre comercio (TLCs). En junio de este año ascendían a 166, mientras que eran seis en 1991 y 42 en 1999; y otros 62 están en distintas etapas de negociación, incluyendo uno entre Japón e India y otro, decisivo, entre China y Taiwán.

El viaje de Barack Obama a Asia (noviembre de 2009) sigue el sentido del giro del poder mundial, que pasa, irreversiblemente, del Oeste al Este, del Atlántico al Pacífico. Los países emergentes y en desarrollo representan hoy más de la mitad del PBI mundial, en capacidad de compra doméstica (PPP). Más importante es que, en el boom previo a la crisis (2003-2008), los emergentes crecieron dos y tres veces más rápido que los avanzados (6% vs. 2%/3% anual).

La crisis amplió la distancia entre los polos de la economía mundial, hasta alcanzar 7 puntos porcentuales en 2008 y 5 en 2009. Asia es la región central del mundo emergente y China el eje de Asia. Allí está el núcleo del cambio en la estructura de la acumulación mundial y el centro del giro del sistema de poder internacional. Estados Unidos y China son los dos países más importantes del mundo y la cabeza de la globalización. Combinados representaron casi 50% del crecimiento de la economía mundial entre 2003 y 2008. Son las principales potencias comerciales y su intercambio duplica al que lo sigue en orden de importancia. Estados Unidos de Norteamérica. es el mayor país deficitario en cuenta corriente y China, el superavitario principal. La República Popular es la primera acreedora de Estados Unidos de Norteamérica. desde 2008: 60% del déficit fiscal estadounidense es financiado por China.

El diálogo entre las dos principales potencias es primordialmente estratégico y sólo accesoriamente económico. Obama y Hu Jintao trataron ante todo la gobernabilidad del sistema mundial.

3. La postglobalización


Estados Unidos de Norteamérica se adapta a un proceso que comenzó hace dos décadas y que se desplegará en los próximos 20 o 30 años. La adaptación de EE. UU. a la nueva estructura del poder mundial cuyo eje se traslada a Asia, muestra dos dimensiones principales: en primer lugar, la aceleración de su conversión en una sociedad del conocimiento, fundada en la alta tecnología y un nivel elevado de innovación. La mutación estadounidense es una respuesta a la necesidad, porque el giro del poder mundial hacia la región asiática es sinónimo de la más gigantesca revolución industrial de la historia del capitalismo.

Obama también acentúa la condición de Estados Unidos de Norteamérica como país del Pacífico -cuyo eje es California-, integrado a la región de mayor crecimiento, poblada por 3.300 millones de personas. Los 10 países del ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) negocian un acuerdo del libre comercio con China, Japón y Corea del Sur (ASEAN + 3): con EE.UU. podría ser ASEAN + 4.
Conclusiones


La globalización del capital y la aplicación de las políticas económicas neoliberales, han creado condiciones para que el estallido de la crisis económica de superproducción que se avecina tenga también carácter global.

No será en un país o en un grupo de países, sino en toda la Economía Mundial y no será sólo para las finanzas, sino para todos los sectores de la vida económica y social de la humanidad.

No será producto a la caída de la bolsa o la fuga de capitales, estos sólo son sus manifestaciones. Su causa está en la agudización de la contradicción fundamental del capitalismo y en cada una de sus manifestaciones concretas e ahí la inevitabilidad de la crisis.

Hay una explicación lógica: La crisis financiera y la crisis recesiva, cuyo emergente inmediato es la quiebra y cierre de bancos y empresas, pueden ser reguladas y controladas por medio de la inyección de billonarios fondos por los gobiernos y los bancos centrales imperiales.

En cambio, para los efectos sociales de la crisis financiera recesiva (la desocupación y el achicamiento del consumo) no existe otro remedio que reocupar a la mano de obra expulsada  si se quiere evitar el colapso social y las revueltas populares.

Y para un capitalismo en crisis, cuya lógica funcional pasa por expulsar trabajadores para mantener su tasa de rentabilidad, esa es una tarea imposible.

Por lo tanto, los conflictos sociales son inevitables como desenlace.

No habrá soluciones por separado, esta tiene que ser tan global como el propio funcionamiento del capital y la propia crisis. El Estado tendrá que recuperar su papel de regulador y controlador de la economía y de hecho, la propiedad privada, demostrará una vez más su ineficiencia.

La crisis económica mundial nos presenta la oportunidad de:


Revisar paradigmas teóricos de la economía en particular y de las Relaciones Internacionales en general.

Replantear el estado de civilización en que se encuentra la humanidad en el presente para evaluar si realmente hubo un progreso humano o se lo confunde con el crecimiento material, ¿sirve de algo haber llegado a estos resultados?

 

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NOTAS:

  1. Un banco de inversión centra su actividad exclusivamente en la financiación del desarrollo de las grandes empresas. Un banco de inversiones presta asesoría y financiación a las operaciones de fusión, adquisición o restructuración de empresas. También se ocupa de la introducción en bolsa o del aumento de capital de una sociedad. Puede igualmente crear productos de inversiones para sus clientes o por cuenta propia; las ganancias que procuran esos productos financieros están vinculadas a su nivel de riesgo.
  2. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/12/31/union_europea/1325323885.html
  3. http://www.diariocolatino.com/es/20110831/internacionales/96014/Am%C3%A9rica-Latina-resentir%C3%A1-en-comercio-y-crecimiento-efectos-de-crisis-mundial.htm








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