Diciembre 2011
MALVINAS. UN TEMA EN DEBATE
Daniel Cormick
Bajo el título: "Malvinas: nuestro problema no son las islas sino la causa", el politólogo Vicente Palermo planteó desde un artículo en Clarín el 22 de setiembre último la apertura de un debate sobre el tema de las Islas.
Su primera propuesta es la de despojar al tema de la carga de dos elementos generalmente asociados a él: el impacto de la guerra de 1982 y su carácter de "causa nacional".
Reducirlo entonces a un diferendo territorial entre dos estados como los muchos que hay en el mundo.
La propuesta es valiente y coloca a su autor ante el riesgo de ser considerado un traidor a la Patria y un renegado de la Constitución Nacional, que incluye una cláusula transitoria sobre la cuestión. (Disposición Transitoria Primera, Reforma Constitucional 1994).
Propone desembarazarse del peso de la "causa Malvinas" por cuanto la misma ha provocado una deformación de la identidad nacional. "Se piensa la identidad nacional desde la cuestión Malvinas y no esta última desde la identidad nacional". Y en segundo lugar porque desde la "causa" no se admite ninguna discusión de las premisas de la posición argentina, lo cual afecta nuestra relación con el mundo. Por cuanto pese a que la Argentina reclama abrir negociaciones con el Reino Unido y denuncia que este se niega a negociar, en realidad Argentina tampoco tendría disposición a negociar (ya que incluye la recuperación en la citada Disposición Constitucional).
Propone también desembarazarse del peso de la reivindicación de la guerra, que se manifiesta en hechos como el feriado del 2 de abril y en la obstinación en llamar a la capital de las Islas Puerto Argentino.
Según él, estos puntos oscurecen la cuestión frente a la opinión pública doméstica. Pero podría agregarse que también pueden hacerlo frente a la opinión pública internacional, al menos de quienes pueden tener algún seguimiento del tema. Sin duda, la reivindicación de la guerra como método de recuperación territorial difícilmente sea bien vista fuera de los ámbitos fundamentalistas.
El autor plantea cuatro cuestiones disparadoras del debate:
1) proponer al Reino Unido reeditar el paraguas de soberanía para una política de cooperación de largo alcance,
2) el reconocimiento de los isleños como sujetos de derechos,
3) la remoción de la cuestión Malvinas de la cúspide de prioridades de la política exterior y 4) la adopción de medidas simbólicas y legales (como la relacionada con el feriado del 2 de abril).
Asumiendo este debate, el historiador de IDES Federico Lorenz publicó en el mismo medio un texto el día 28 de setiembre, bajo el título "Malvinas todavía necesita memoria, verdad y justicia."
En el mismo da la bienvenida al planteo de debate formulado por Palermo, destacando la ubicación del autor en la centroizquierda, siendo que el tema suele estar monopolizado por la derecha.
De los ejes de discusión de Palermo toma el de las decisiones simbólicas y legales, proponiendo lo contrario de lo que aquel plantea, o sea llevar al extremo la reflexión sobre la relación entre la guerra de 1982 y la cuestión Malvinas.
Para ello propone establecer un piso de verdad histórica sobre el conflicto, a partir de juicios de verdad y la publicación del Informe Rattenbach (o de una historia oficial sobre el conflicto).
Respecto del feriado propone cambiarle su sentido para definir la guerra como lo que fue ("Una decisión autoritaria de un gobierno ilegítimo y sanguinario, que retrasó por décadas la paciente construcción diplomática de gobiernos y funcionarios argentinos"). Pero a la vez reconocer el esfuerzo y sacrificio de los combatientes en la guerra.
Agrega una conclusión bastante paradójica en el sentido de que debemos la democracia al sacrificio de los ex soldados combatientes en Malvinas, a los muertos y a sus familias. Digo paradójica porque puede afirmarse que la democracia se recuperó por la derrota, que obviamente no era lo buscado por quienes combatieron ni lo deseado siquiera por los más férreos opositores de la dictadura.
Termina destacando que esta democracia nos permite "Imaginar la disputa por las Malvinas en el marco de una política regional que ya no vea a los vecinos como enemigos".
Aquí el comentario de Lorenz se entronca con el artículo de Palermo, pues supongo que los vecinos de referencia son los habitantes de las Islas.
Además de acordar con todo lo propuesto por Palermo, quiero enfatizar mi consenso con su consideración de los Isleños como Sujetos de Derechos.
Al respecto, quisiera agregar dos propuestas concretas.
a) Los medios de comunicación argentinos deberían dejar de utilizar para los isleños el término kelpers, por su carácter claramente discriminatorio. Incluso el INADI debería tomar intervención en el tema como en cualquier otra discriminación.
b) Los legisladores argentinos deberían replantearse el sentido de considerar que las Islas Malvinas forman parte de la provincia de Tierra del Fuego. Esta inclusión carece de sustento histórico, pues las Malvinas pertenecían a la provincia de Buenos Aires y no se habría cumplido con lo establecido por el artículo 13 de la Constitución Nacional.
Sobre este último punto y aunque esto pueda sonar como de ciencia ficción, la reincorporación de las Islas Malvinas a la República Argentina debería producirse con el estatus de autonomía que tienen nuestras provincias en el sistema federal (Artículos 5, y 121 y ss. de la Constitución Nacional) , y no como subordinadas a otra provincia existente. Con la particularidad de que sería una provincia anglófona en un estado nacional mayoritariamente hispanoparlante, lo cual no resulta tan excepcional en el mundo actual. Conservando además los atributos de su tradición cultural (sin monarquía, por supuesto). Siendo esto así, ciertos empecinamientos en torno de la toponimia, como menciona Palermo, carecen de sentido.
Respecto del 2 de abril y en disenso con Lorenz, no creo que sea posible redefinir el significado de fechas instaladas en el imaginario colectivo. Un ejemplo de ello es el absurdo intento de mantener el feriado del 12 de octubre atribuyéndole sentidos relacionados con la diversidad cultural.
Las fechas, como diría Durkheim, adquieren condición de "hechos sociales", se cosifican y se vuelven independientes de la voluntad de los actores. Existen fuera de nosotros y el peso de su significado solo puede aliviarse (no borrarse) quitándolas de su lugar privilegiado en el calendario.
Y respecto del reclamo de un relato oficial ¿quién podría escribirlo? Por mucho tiempo, seguirá siendo un tema de debate. Pero, como postularía Palermo, que el debate sobre la guerra no nos impida avanzar sobre la cuestión de fondo, aunque esta deje de ocupar un lugar prioritario, lo cual según él (y coincido) "está en función del mejor interés nacional."
Daniel Cormick
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