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Diciembre 2011

LA TEORÍA ECONÓMICA DEL DESARROLLO: UN ENFOQUE COMPARATIVO ENTRE MARX Y SCHUMPETER

Julieta Bustelo 1

Una aproximación a la trayectoria teórica de Marx y Schumpeter

El presente artículo abordará de modo comparativo el pensamiento de dos teóricos del desarrollo económico del sistema capitalista, Karl Marx y Joseph Schumpeter. El objetivo principal será interpretar algunos de sus postulados -que podrían ser pertinentes para comprender el desarrollo del capitalismo en la actualidad-, y establecer particularidades, similitudes y diferencias entre lo propuesto por ambos autores. No existe una conceptualización única acerca de qué se entiende por teoría económica del desarrollo (TED). De esta forma, por un lado, podemos tomar lo propuesto por Anthony Thirlwall (2005) y Tamás Szentes (2005) quienes, en líneas generales, sostienen que la teoría económica del desarrollo se inició con las preocupaciones sobre crecimiento y distribución en los primeros países capitalistas, cuyos principales teóricos fueron los llamados economistas clásicos: Adam Smith, Thomas Mathus, John Stuart Mill y David Ricardo.

Mientras que, por otro lado, podemos tomar a Pablo Bustelo, quien sostiene que la teoría económica del desarrollo consiste en "desentrañar las causas, los mecanismos y las consecuencias del crecimiento a largo plazo, especialmente en los países de renta per cápita baja" (Bustelo, 1999: 19). Es decir, en los comúnmente denominados países en vías de desarrollo, subdesarrollados o del Tercer Mundo. Cabe destacar que tanto Marx como Schumpeter no teorizaron puntualmente sobre el desarrollo económico capitalista en países con estas últimas características, sino más bien sobre el desarrollo en los denominados países centrales, donde el sistema capitalista producía una alta renta per cápita. El interés que tuvieron sobre este tipo de países se explica porque ambos autores buscaban entender cómo era el funcionamiento del sistema en los primeros países capitalistas, y por qué transitaban etapas de prosperidad, estancamiento y crisis2. De esta forma, en relación a los problemas que abordaron, a ambos autores podemos encuadrarlos como teóricos del desarrollo económico pero a partir de lo señalado por Thirlwall y Szentes.

Para formular sus propias teorías, tanto Marx como Schumpeter retomaron en forma crítica de pensadores previos enunciados sobre el desarrollo económico. No obstante, debemos considerar a ambos autores como fundadores de escuelas pensamiento económico propias, ya que sus postulados fueron rescatados por otros teóricos de la economía3. Marx escribió la parte fundamental de su obra en la segunda mitad del siglo XIX, tomando críticamente supuestos de algunos de los señalados economistas clásicos. Por ejemplo, al igual que ellos estudió las leyes que regían el funcionamiento del sistema capitalista, pero historizándolo como un sistema económico particular y planteando cómo sería el funcionamiento de otros sistemas económicos. En general, los clásicos no desconocieron la existencia de otros sistemas económicos, pero sólo se interesaron en estudiar el capitalismo por considerarlo el más perfecto al estar regido por leyes.

Asimismo, Marx coincidió con los clásicos en que para entender el funcionamiento del capitalismo había que estudiar las leyes del valor, de los precios, de la acumulación, etc., pero lo hizo de una forma radicalmente distinta, es decir, proponiendo develar qué se oculta bajo cada una de esas abstracciones. Con respecto a Schumpeter, escribió su obra durante la primera mitad del siglo XX y, fundamentalmente, es considerado un teórico del cambio tecnológico. En sus comienzos, adhirió al enfoque neoclásico de la escuela austríaca y de la teoría walrasiana del equilibrio general, pero posteriormente le hizo varias críticas a ambos enfoques. Por otra parte, habría retomado a Marx principalmente en relación, por un lado, a caracterizar al capitalismo como un sistema dinámico atravesado por movimientos cíclicos y, por otro lado, a historizar al capitalismo como un sistema económico particular.

El objeto de estudio y la caracterización del sistema capitalista

En la obra de Marx, lo fundamental será estudiar el desarrollo económico del capitalismo, es decir, develar cómo funciona este sistema económico en particular. De esta forma, postula que existen leyes tendenciales del movimiento capitalista, las cuales son enunciadas principalmente en su obra El Capital (2008). Schumpeter también parte del análisis del sistema capitalista como un sistema particular, diferente de otros sistemas económicos, pero su enfoque estará en explicar cómo se da el desarrollo económico capitalista como distinto del crecimiento, haciendo especial énfasis en las innovaciones tecnológicas. De esta forma, ambos autores reconocen que el capitalismo es un sistema económico con un funcionamiento particular entre otros sistemas económicos. Pese a que Marx dedicó la mayor parte de su vida a estudiar el funcionamiento del capitalismo, habría ido más allá teorizando sobre cómo serían los restantes sistemas económicos, y su concepto clave para caracterizarlos fue el de modo de producción4.

Desde esta perspectiva, los sistemas económicos estarían compuestos por la conjunción de modos de producción, conformando una formación económico-social en la cual uno de esos modos de producción sería el dominante, dándole el matiz particular al sistema económico. Schumpeter al reconocer la existencia de diversos sistemas económicos no ahondó demasiado en el estudio de ellos, aunque postuló la posibilidad de que el socialismo sea el sistema subsiguiente al capitalismo y cuáles serían las características principales de ese sistema.

Por otra parte, ambos autores coincidirían en caracterizar al capitalismo como un sistema dinámico, es decir, en continuo movimiento. En relación a este punto Schumpeter parte de la discusión con la escuela neoclásica, en especial, con la teoría del equilibrio general de Walras. El sistema walrasiano propone que lo que caracteriza al óptimo funcionamiento del capitalismo es un estado de competencia que lleve a la rutina y, en consecuencia, a la repetición. En relación al esquema walrasiano, el economista italiano Claudio Napoleoni señala: "Una vez que la competencia haya empujado el sistema hacia la posición de máximo rendimiento, se consigue una configuración que se repite infinitas veces en un ciclo idéntico a sí mismo" (Napoleoni, 1968: 46). En contraposición con Walras, Schumpeter considera que la ruptura de este equilibrio estacionario es lo propio del sistema capitalista, ya que ésta inicia el proceso de desarrollo económico como distinto del crecimiento.

Desde la perspectiva de Schumpeter, el crecimiento es una sucesión de ciclos económicos estacionarios que no originan desarrollo económico y, por lo tanto, no es sinónimo de buen funcionamiento del sistema capitalista. Así, Schumpeter afirma que "…al tratar el capitalismo estamos tratando un proceso evolutivo […] que además fue destacado hace tiempo por Karl Marx…" (Schumpeter, 1946: 102), y que la pérdida del equilibrio es sinónimo de capitalismo: "El capitalismo, pues es por naturaleza una forma o método de cambio económico y no sólo no es sino que jamás puede ser estacionario" (Schumpeter, 1946: 103). Dentro del esquema de Schumpeter, la innovación constante es la que mantiene en continuo movimiento al sistema: "El impulso fundamental que mantiene en movimiento a la máquina capitalista proviene de los nuevos artículos de consumo, los nuevos métodos de producción o de transporte, los nuevos mercados y las nuevas formas de organización industrial que crea la empresa capitalista" (Schumpeter, 1946: 103).

Tal como el mismo Schumpeter afirma, este teórico adhiere a la idea del capitalismo como sistema dinámico de Marx, quien expresa que el desarrollo en el sistema capitalista no es lineal sino que transita por fluctuaciones cíclicas. Aunque, desde la perspectiva de Marx, estos ciclos que ponen en movimiento al sistema no son provocados por la introducción de innovaciones­­, sino por el propio proceso de acumulación de capital que es la principal característica del sistema: "Con la acumulación del capital se desarrolla, por consiguiente, el modo de producción específicamente capitalista, y con el modo de producción específicamente capitalista la acumulación del capital" (Marx, 2008, I: 777). Así, Marx argumenta que el capitalismo se identifica por la acumulación, discutiendo con la escuela clásica que sostiene que el capitalismo tiene como eje rector el mercado, en donde se produce el equilibrio de la oferta y la demanda entre la producción y el consumo. Esta teoría del equilibrio enunciada por J. B. Say y retomada por la mayor parte de los economistas clásicos, afirma que existe una paridad entre la oferta y la demanda ya que toda oferta genera su propia demanda.

En cambio, desde la perspectiva de Marx, lo central en el capitalismo no es el mercado, sino la ganancia, el lucro. Los capitalistas no invertirían en la producción en pos de sus necesidades de consumo y de la población en general, sino en pos de obtener una ganancia. La existencia de esta última es posible si luego de cada ciclo productivo se genera un plusproducto para reinvertir. Este proceso provoca una anarquía de la producción porque, en términos generales, cada capitalista para aumentar sus ganancias produce más en cada nuevo ciclo productivo, sin tener en cuenta la capacidad de los límites del mercado. Es decir, cada capitalista produce pensando en que puede abastecer la demanda de todo el mercado, sin tener en cuenta la oferta del resto de los capitalistas. En consecuencia, desde la perspectiva de Marx, lo característico del capitalismo será el desequilibrio, la no paridad entre oferta y demanda, que dará como resultado el movimiento cíclico del sistema en el que se alternarán períodos de prosperidad, estancamiento y crisis5.

En consecuencia, tanto Marx como Schumpeter caracterizan al capitalismo con un sistema dinámico en el cual el desequilibrio es su constante. En Marx, a diferencia que en Schumpeter, el movimiento continuo del sistema adquirirá un cariz negativo, porque al estar provocado fundamentalmente por las reinversiones constantes en la producción para el acrecentamiento de la ganancia, genera anarquía de la producción que conduce a crisis que afectan especialmente a la clase trabajadora. Mientras que para Schumpeter el movimiento constante del sistema causado por las nuevas inversiones en la producción son positivas porque mantienen al sistema en actividad, sacándolo del estancamiento.

El origen de la ganancia y la innovación

Marx considera que los capitalistas obtienen una ganancia gracias a que se apropian de la plusvalía que resulta de cada ciclo productivo, y no -como sostenían los clásicos- que la ganancia es la remuneración a la actividad realizada por los capitalistas dentro del proceso productivo. En la actividad fabril el capitalista es receptor de plusvalía porque en el proceso de producción la fuerza de trabajo que contrató genera más valor que el requerido para su propia reproducción, y esta diferencia entre el trabajo realizado y el valor de la fuerza de trabajo genera esa plusvalía. Una parte de esa plusvalía se la apropia el capitalista como beneficio o ganancia, mientras que el restante de esa plusvalía debe reinvertirla en el próximo ciclo productivo. Schumpeter no define la ganancia o beneficio en relación con la plusvalía, sino en relación con la innovación. La ganancia es fruto de una innovación que provoca costes de producción más bajos que los precios de mercado y permite una ganancia a ese empresario innovador. De modo que la ganancia sólo es obtenida por los empresarios innovadores como fruto del monopolio transitorio generado por la innovación6.

Así, Napoleoni refiriéndose a Schumpeter afirma: "una vez que el beneficio haya tenido lugar en un punto del sistema, la condición que lo ha hecho aparecer, es decir, la innovación, se generaliza y el proceso competitivo, tendiendo a reintegrar los precios al nivel de los costes, determinará la desaparición del beneficio" (Napoleoni, 1968: 49).

Schumpeter define la innovación como un proceso de "destrucción creadora" que puede consistir en la fabricación de un nuevo bien, la modificación de un proceso productivo, la penetración de determinada industria en un nuevo mercado, el acceso a una nueva fuente de materias primas o productos, o la introducción de un nuevo tipo de organización industrial. Desde su punto de vista, los empresarios innovadores son sujetos con una especial capacidad creadora que los lleva a realizar innovaciones productivas. Así, pareciera que los empresarios innovan por una cuestión de engrandecimiento subjetivo más que lucrativo, ya que -en términos de Bustelo- Schumpeter afirmaría que "La motivación que guía el comportamiento de los empresarios no es únicamente la maximización del beneficio" (Bustelo, 1999: 74), ya que además innovarían por: "El deseo de fundar una dinastía empresarial (que Schumpeter denominaba reino privado), la voluntad de ganar la batalla a la competencia (la voluntad de conquista) [y] la satisfacción que proporciona crear algo nuevo (el gozo creador)" (Bustelo, 1999: 76).

Para entender el cambio tecnológico o innovación en Marx es necesario analizar cómo concibe el proceso de producción capitalista. En cada ciclo productivo el capitalista utiliza su capital para contratar fuerza de trabajo y comprar medios de producción (máquinas y materias primas), y cada ciclo genera un producto adicional o plusvalía con respecto a los valores inicialmente utilizados. Como ya señalamos, parte de este plusvalor lo reinvierte en el próximo ciclo productivo, para así expandir la producción y, en consecuencia, seguir expandiendo su capital. Este sería a grandes rasgos el proceso de acumulación de capital, sin el cual el capitalista no seguiría siendo un capitalista. Fundamentalmente, el capitalista tendría la opción de reinvertir ese capital adicional en la contratación de más mano de obra o en la introducción de nuevas tecnologías.

En el primer caso, esta inversión encontraría sus propios límites porque el agotamiento de la mano de obra disponible para contratar en cada nuevo ciclo productivo llevaría al ascenso de los salarios. Al respecto, Marx señala: "cabe la posibilidad de que las necesidades de acumulación del capital sobrepujen el acrecentamiento de la fuerza de trabajo o del número de obreros, y de que la demanda de obreros supere su oferta, a raíz de lo cual los salarios pueden aumentar" (Marx, 2008, I: 760). En consecuencia, esta primera opción ya no otorgaría los resultados esperados porque el ascenso de los salarios generaría una baja en la ganancia del capitalista. Así, el capitalista aplicaría la segunda opción, invertir en nuevas tecnologías que le permitan producir más sin tener que contratar más mano de obra e incluso prescindir de parte de la ya contratada. Esta segunda opción potencia la competencia intracapitalista, ya que las nuevas tecnologías permiten producir más en menos tiempo llevando al descenso de los costes de producción que redunda en una baja de los precios de mercado. De esta forma, el capitalista innovador puede expandir mucho más sus ganancias al sustraerle a los capitalistas de su rama productiva parte del mercado. En conclusión, Harvey refiriéndose a Marx ilustra: "El cambio tecnológico […] tuvo sus orígenes en la competencia así como en la necesidad de resolver la escasez de mano de obra…" (Harvey, 1990: 166).

Ahora bien, cabe analizar la opinión de ambos autores respecto a los beneficios de los cambios tecnológicos para la sociedad. Schumpeter -discutiendo con los neoclásicos respecto al paso de la etapa del capitalismo competitivo al capitalismo monopólico- considera que las innovaciones resultan beneficiosas para toda la sociedad, señalando: "Si hacemos una lista de los artículos que figuran en el presupuesto del obrero moderno, desde 1899 en adelante observamos el curso de sus precios, no en términos de dinero sino en términos de horas de trabajo que entran en su adquisición […] no puede menos que llamarnos la atención la proporción del avance que, considerando la mejora espectacular en las calidades, parece haber sido mayor y no menor que nunca" (Schumpeter, 1946: 102). Es decir, los trabajadores son beneficiados con las innovaciones porque se observaría que en el paso del capitalismo competitivo al capitalismo monopólico que llevó a cabo esas innovaciones, los salarios en relación a cantidad y calidad de consumo habrían mejorado.

En cambio, en Marx la innovación tecnológica sería positiva socialmente si se la utilizara para disminuir la carga de trabajo para el hombre, pero en la forma en que es usada en el capitalismo es negativa debido a que cada innovación tecnológica produce una mayor pauperización de la clase trabajadora. Es decir, la innovación capitalista tiene por objeto principalmente el ahorro de mano de obra en la producción, lo cual desplaza trabajadores de la producción, ensanchando el ejército industrial de reserva y redundando en la depresión de los salarios de los trabajadores activos. Al respecto, afirma: "los movimientos generales del salario están regulados exclusivamente por la expansión y contracción del ejército industrial de reserva (…). Esos movimientos no se determinan, pues, por el movimiento del número absoluto de la población obrera, sino por la proporción variable en que la clase obrera se divide en ejército activo y ejército de reserva…" (Marx, 2008, I: 793). Asimismo, para Marx el capitalismo monopólico es más perjudicial para la clase trabajadora porque al generar la quiebra de pequeñas empresas y la centralización de la producción en grandes empresas, se dispone de tecnologías más efectivas para explotar la fuerza de trabajo y así ahorrar en la demanda de la misma.

En consecuencia, podemos observar que en Marx la innovación tecnológica va en directa relación con la acumulación, el acrecentamiento de la ganancia y la competencia intracapitalista. De modo que en Marx no se vislumbra la idea de Schumpeter de que lo que mueve a los capitalistas a innovar no es solamente el acrecentamiento de las ganancias. La idea de competencia intracapitalista también estaría presente en Schumpeter, pero no sólo en pos de aumentar las ganancias sino también del regocijo personal por la novedad obtenida en comparación con el resto de los capitalistas. Por otra parte, ambos autores coinciden en poner el foco en los capitalistas (o empresarios en el caso de Schumpeter) como motores del cambio, ya que son ellos los que modifican al sistema con cada innovación y no las conductas de demanda de los consumidores como supone la escuela neoclásica. Por último, para Shumpeter las innovaciones son beneficiosas para la sociedad porque redundan en mejores salarios, mientras que para Marx son perjudiciales porque, principalmente, son utilizadas para disminuir la contratación de mano de obra, que da como resultado en el ensanchamiento del ejército de reserva y, por ende, en la disminución de los salarios de los trabajadores activos.

Los ciclos y las crisis económicas

Como ya señalamos, en ambos autores se vislumbra la existencia de ciclos económicos como parte de la dinámica del sistema capitalista, los cuales se verificarían como momentos de ascenso y descenso de la actividad económica. Shumpeter adhiere a la existencia de tres tipos de ciclos: los ciclos largos de alrededor de 60 años (ciclos de Kondratieff), los ciclos medios de alrededor de 10 años (ciclos de Juglar) y los ciclos cortos de alrededor 1 a 3 años (ciclos de Kitchin). Según Schumpeter, la aparición de los ciclos se produce fundamentalmente a raíz de la introducción de innovaciones.

Al respecto, Napoleoni señala que "la base sobre la que aparece el proceso cíclico reside en que las innovaciones no se distribuyen uniformemente a lo largo del tiempo, sino que tienden a concentrarse o, como él [Schumpeter] dice 'agruparse' durante determinados períodos" (Napoleoni, 1968: 55). Es decir, aparecen ciclos debido al período de tiempo que va desde la aplicación de una invención que se convierte en innovación hasta su agotamiento. Así, en primer lugar, las resistencias sociales que se oponen a su introducción deben vencerse; en segundo lugar, la innovación se generaliza al resto de las empresas y, en tercer lugar, una vez difundida la innovación bajan de los precios de mercado y con ellos los beneficios, lo cual menoscaba el interés de los empresarios por seguir introduciendo las innovaciones.

Marx, quizás debido a la etapa diferente del capitalismo que vivió en comparación con Schumpeter, verificó la existencia de ciclos como propios de la economía capitalista, pero de media y corta duración, los que durarían alrededor de diez años y estarían compuestos por tres momentos: prosperidad, recesión y crisis. En Marx, el origen de los ciclos está dado por la competencia intracapitalista, que genera tanto la quiebra de capitalistas como el desplazamiento de mano de obra por maquinaria, llevando a desequilibrios acumulativos del sistema que terminan en crisis. Las crisis son un elemento fundamental para la recuperación económica del sistema, que llevan al comienzo de un nuevo ciclo: "[Las crisis] siempre son sólo soluciones violentas momentáneas de las contradicciones existentes, erupciones violentas que reestablecen por el momento el equilibrio perturbado" (El Capital tomo III: 320). Desde la perspectiva de este teórico, la existencia de ciclos se relaciona con la propia dinámica del sistema que es acumular con el fin de acrecentar las ganancias, y no -como sostiene Schumpeter- con la introducción de innovaciones y el agotamiento de las mismas.

En este punto, la pregunta es cómo caracterizan las crisis Marx y Schumpeter. Schumpeter considera las crisis como propias del sistema, ya que las mismas formarían parte de sus movimientos cíclicos. Desde la perspectiva de este teórico, las crisis son más bien desequilibrios que ocurren como consecuencia de la introducción de innovaciones, y las considera necesarias porque generan el reajuste del sistema luego de esas innovaciones. Es decir, las innovaciones provocan un exceso de oferta como consecuencia de los altos precios monopólicos de los nuevos productos, lo cual lleva a una crisis que nivela los precios y que produce el quiebre de empresas con tecnologías obsoletas. Así, las crisis tienen como aspecto negativo hacer desaparecer el interés por seguir aplicando innovaciones debido a la situación de incertidumbre de los resultados de una nueva inversión, pero como aspecto positivo realizar el reajuste del sistema por medio de la disminución de los precios de los nuevos productos, haciéndolos de consumo masivo y, en consecuencia, disminuyendo el exceso de oferta de los mismos.

Por otra parte, Schumpeter al estudiar las crisis discute especialmente con los neoclásicos que consideraban que éstas eran producto del paso del predominio del capitalismo competitivo al del capitalismo monopólico de las grandes empresas. Desde la perspectiva de los neoclásicos, el capitalismo monopólico llevaba al estancamiento y crisis del sistema debido a la falta de competencia en el mercado. En cambio, desde la perspectiva de Schumpeter, el capitalismo monopólico no era sinónimo de mal funcionamiento del sistema, sino que era parte fundamental para el desarrollo del mismo. Los monopolios eran fruto de las innovaciones que ­-como ya señalamos- mantenían al sistema en actividad, haciéndolo salir del estado de crecimiento rutinario -elemento fundamental de la teoría del equilibrio walrasiana, a la que adherían los neoclásicos- que según Schumpeter llevaba a la recesión. Estos serían monopolios transitorios, es decir, hasta que la competencia difunda la innovación al resto de las empresas.

Así, refiriéndose a Schumpeter, Napoleoni señala: "Se trata […] de un monopolio temporal que, en condiciones normales, está destinado a desaparecer durante el proceso dinámico de la competencia, el cual […] generaliza la innovación que inicialmente ha conseguido dicho monopolio" (Napoleoni, 1968: 54). Además, los monopolios serían necesarios porque cuando una empresa innova necesita aplicar restricciones monopólicas (como patentes o carteles) contra el resto de las industrias de su rama para asegurarse un margen de ganancia que se corresponda con la fuerte inversión. En este sentido, Schumpeter afirma: "Los planes de mayor escala no serían llevados a la práctica en muchos casos si no se supiera de antemano que la competencia será desanimada por el fuerte capital necesario o la falta de experiencia, o que se dispone de medios para desalentarla y contenerla lo suficiente para ganar tiempo y espacio necesarios para nuevos progresos" (Schumpeter, 1946: 109). En consecuencia, podemos sostener que, desde la perspectiva de Shumpeter, el sistema capitalista atravesaría por crisis tanto por la ausencia de emprendimientos innovadores como por los desequilibrios generados a partir de la introducción de innovaciones.

Por su parte, Marx considera a las innovaciones como una de las causas de las crisis. Debemos considerar dos tipos de crisis en Marx: las crisis de demanda o subconsumo y las crisis de rentabilidad o baja de la tasa de ganancia. Respecto a las crisis de demanda, éstas se producen por la disponibilidad de producción invendible en el mercado, que lleva a que los capitalistas no realicen la producción. Este tipo de crisis son propias del sistema capitalista, porque la "separación en espacio y en tiempo entre las ventas y las compras crea la posibilidad […] de que haya crisis […]. Es el dinero el que hace posible esta separación, porque una persona que acaba de vender no tiene la obligación inmediata de comprar…" (Harvey, 1990: 91).

Esta imprevisibilidad de la capacidad de absorción de la producción en el mercado es potenciada por la anarquía de la producción, provocada -como ya se señaló- por la competencia intracapitalista. En esta competencia cada capitalista produce queriendo abarcar la demanda de todo el mercado, sin tener en cuenta lo producido por resto de los capitalistas. Por otra parte, las crisis por demanda también se desatan por la baja en los salarios a raíz de las prácticas ahorradoras de mano de obra que realizan los capitalistas -como innovaciones en el proceso de producción- para reducir los costos de producción, que redunda -como ya se señaló­- en el ensanchamiento del ejército industrial de reserva que conlleva a una baja de los salarios de los trabajadores activos y, por ende, a la contracción de la capacidad de consumo de la clase trabajadora en su conjunto7.

Marx caracteriza las crisis por rentabilidad como provocada por la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, ley que disminuye el estímulo de los capitalistas para seguir invirtiendo en la producción. Al hablar del cambio tecnológico en Marx, señalamos que los capitalistas encuentran como límite a la expansión de su capital la utilización de más mano de obra en cada nuevo ciclo productivo, debido a que la misma no siempre está disponible en la cantidad necesaria como para que su escasez provoque una elevación de los salarios. De esta forma, Marx señala que "A la producción capitalista no le basta, de ninguna manera, la cantidad de fuerza de trabajo disponible que le suministra el incremento natural de la población. Para poder desenvolverse libremente, requiere un ejército industrial de reserva que no dependa de esa barrera natural" (Marx, 2008, I: 790). Los capitalistas rompen estos límites cuando para expandir su producción invierten en nuevas tecnologías que aumentan la productividad del trabajo, ya que las mismas permiten producir más con la misma cantidad de obreros y hasta disminuir la cantidad de obreros empleados en el ciclo productivo anterior.

De esta forma, se produce un aumento del capital constante (medios de producción) en relación al capital variable (fuerza de trabajo), llevando a un aumento de la composición técnica del capital, es decir, se produce un aumento del trabajo muerto en relación al trabajo vivo. Esta modificación de la composición técnica del capital redunda en una baja de la tasa de ganancia porque comprime la parte del capital (el capital variable) de donde proviene la plusvalía, de la cual -como ya se señaló- el capitalista extrae sus ganancias. Así Harvey, siguiendo lo postulado por Marx, afirma: "La importancia teórica de la ley es bastante clara: la capacidad de producir plusvalía en relación con el valor total que circula como capital disminuye a través del tiempo debido precisamente a las revoluciones tecnológicas que los capitalistas individuales instituyen en la búsqueda de la plusvalía" (Harvey, 1990: 186). Es principalmente la competencia intracapitalista, que en su lucha por expandir la ganancia, eleva sin límites la composición técnica del capital.

En consecuencia, "El carácter anárquico de la competencia intracapitalista impide cualquier aplicación racional del cambio tecnológico; 'racional', es decir, desde el punto de vista del mantenimiento de la acumulación por medio de una estabilización de la composición de valor del capital. En esta forma, las crisis se convierten en el medio para racionalizar las estructuras tecnológicas en relación con los requerimientos de la acumulación" (Harvey, 1990: 188).

No obstante, Harvey señala que Marx consideró el decrecimiento de la tasa de ganancia sólo como una tendencia, porque habría elementos compensatorios para contrarrestarlo: "1) una tasa de explotación en aumento aunque a menor velocidad; 2) disminución de los costos del capital constante (que frena el aumento de la composición de valor); 3) reducción de los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo, y 4) un aumento en el ejército industrial de reserva (que preserva a ciertos sectores de los estragos del progreso tecnológico haciendo que disminuya el incentivo para reemplazar la fuerza de trabajo por máquinas)" (Harvey, 1990: 183). Asimismo, habría otros elementos que podrían frenar la baja de la tasa de ganancia además de las crisis, como la devaluación del capital constante por medio de la inversión en usos improductivos (gastos militares u obras públicas) o de la creación de industrias obsoletas que requieran el uso intensivo de trabajo vivo.

Por otra parte, tanto Schumpeter como Marx avecinan la crisis final del capitalismo con el posterior ascenso del socialismo. Desde la perspectiva de Schumpeter, las causas de la desaparición del capitalismo no serían económicas, sino extraeconómicas (sociales y políticas). A estas contradicciones extraeconómicas las relaciona principalmente con la pérdida de la función innovadora de los empresarios. Por un lado, debido a la ruptura entre empresario e innovación provocada por la actividad de programación burocrática de la producción, que conlleva a la rutina y a la no innovación.

Y, por otro lado, debido a que el capitalismo en los países más desarrollados adquirió como característica central el aumento de la intervención del estado y de la inversión pública con el objetivo de mantener estables los niveles de ocupación y consumo, disminuyendo en importancia la actividad económica privada y con ella la del empresario innovador. En consecuencia, con el decaimiento de la función empresaria innovadora ­-característica intrínseca del funcionamiento del sistema- a raíz del cariz que va tomando el capitalismo fuertemente desarrollado, se produciría la transformación del capitalismo en un sistema socialista planificado.

En cambio, Marx explicó el derrumbe del capitalismo a través de contradicciones económicas internas al mismo, como por ejemplo las crisis que hemos analizado, que son intrínsecas a la dinámica del sistema. Si bien esta dinámica fue explicada por Marx a través de leyes económicas, éstas no carecieron de un estrecho vínculo con la estructura social y política en la cual estaban inmersas. Así, en Marx, los aspectos políticos y sociales, por ser producto de la estructura económica del sistema, no tienen un carácter extraeconómico como en Schumpeter. En gran parte de su obra, Marx se ocupó de señalar que las contradicciones económicas y políticas entre las principales clases sociales del capitalismo (burguesía y proletariado) conllevarían al derrumbe del sistema capitalista, lo cual conduciría a la posterior emergencia del socialismo. De todas formas, no encontramos en la obra de Marx una teorización acabada de cómo sería el funcionamiento de un sistema socialista, ya que sólo aparecen esbozos que posteriormente serán retomados por los continuadores de la tradición marxista. No obstante, el tipo de socialismo que en rasgos generales avecina Marx sería distinto al socialismo planificado propuesto por Schumpeter.

En síntesis, desde la perspectiva de Marx, las crisis del capitalismo son generadas por la propia dinámica del sistema capitalista consistente en la acumulación de capital que, entre otras cosas, lleva a la aplicación de innovaciones tecnológicas en el proceso productivo. La innovación ocasiona crisis por generar tanto la sobreproducción o subconsumo -porque implica una baja en los salarios de la clase trabajadora- como el despliegue de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia -porque aumenta la composición técnica del capital. En consonancia, según Schumpeter las crisis son causadas por la propia dinámica del sistema, aunque esta última se caracteriza por la innovación constante que lo mantiene en movimiento.

Las crisis son necesarias para el sistema capitalista, porque cumplen la función de nivelar los precios de los nuevos bienes generados por la innovación y difundir el uso de los mismos. Por otra parte, este teórico considera que existe otro tipo de crisis del sistema que es la provocada por la falta de emprendimientos innovadores que lleva al estancamiento del mismo. Por último, ambos autores consideran la posibilidad de una crisis final del sistema capitalista -aunque por causas diferentes- y el posterior ascenso del socialismo -aunque caracterizado en forma diferente a este nuevo sistema.

Consideraciones finales

Luego de abordar el recorrido por algunos de los postulados de Marx y Schumpeter vamos a recuperar algunos lineamientos de ambos autores, así como también realizar algunas apreciaciones personales. Al respecto, podemos decir que ambos teóricos escriben insertos en las problemáticas económicas de su época que, aunque no constituyen las causales totales de sus explicaciones, tiñen buena parte de sus argumentos, haciendo necesario distinguirlas. Por ejemplo, en la obra de Marx está presente la consolidación del sistema capitalista, sus primeras manifestaciones de crisis, los comienzos del agotamiento de la etapa de competencia y las huelgas obreras en la gran industria. Mientras que en Schumpeter se visualiza la etapa monopólica del capitalismo, la gran crisis del sistema (crisis del '30), los comienzos de la intervención del estado en la economía y la consolidación de una economía socialista planificada (la URSS).

En el análisis de los autores, dijimos que ambos tienen muchos postulados en común: partir del análisis crítico de escuelas económicas previas, ser considerados fundadores de escuelas de pensamiento económico propio, caracterizar al sistema como dinámico, visualizar la existencia de ciclos y crisis como elementos propios del sistema, y prever el derrumbe del sistema capitalista y el paso a un sistema socialista. A pesar de estas similitudes, que podemos tomar como punto de partida para compararlos, en general, arriban a conclusiones y apreciaciones bastante disímiles.

En este sentido, en Marx la dinámica del sistema está basada en la acumulación de capital y es más bien negativa porque conduce a crisis. Mientras que en Schumpeter la dinámica del sistema está caracterizada por la innovación, la cual es saludable porque permite que el sistema salga del estancamiento. En relación a los ciclos y las crisis también ambos autores tienen el mismo punto de partida, al explicarlos como parte de la dinámica del sistema, la cual para Marx será la necesidad de la acumulación de capital y para Schumpeter las innovaciones.

Por otra parte, en Marx el cariz negativo de las crisis contiene su parte positiva debido a que supuestamente en el largo plazo el sistema, por sus propias contradicciones internas, llegará a un descalabro en el cual será reemplazado por un sistema mejor, el socialista. En cambio, en Schumpeter el sistema sería reemplazado por el socialismo por el propio devenir que estaría tomando la burocratización en las empresas y la intervención del estado en la economía, que desalentarían la acción de los empresarios innovadores, impidiendo el desarrollo característico del sistema y, por ende, lo conducirían a un sistema socialista planificado. Podemos considerar que en Schumpeter esta posible transición no adquiere un tiente positivo, debido a que en sus análisis el capitalismo aparece como un sistema cuasi perfecto que puede otorgar beneficios a la sociedad en su conjunto.

En consecuencia, Marx tiene una visión más pesimista sobre el sistema capitalista (por los perjuicios sociales que genera su propia dinámica) pero resulta optimista en cuanto a que tiene inmersas contradicciones que lo harán desaparecer y emerger un sistema mejor. Mientras que Schumpeter es más optimista respecto al buen funcionamiento del sistema capitalista y a los beneficios que éste ofrece, pero su cuota de pesimismo está en el rumbo hacia el socialismo planificado que estaría tomando el capitalismo por los cambios sociales y políticos ocurridos a causa de la fuerte intervención del estado en la economía.

NOTAS
  1. Profesora de Historia FFyL /UBA - Doctoranda en Humanidades ISES / UNT / ANPCYT.

  2. De todas formas, de Marx podemos extraer algunas referencias ­­sobre los considerados países subdesarrollados y cómo podría desarrollarse el capitalismo en ellos, aunque ésta no fue la preocupación central de su obra. Esta problemática fue abordada por Marx en: "La dominación británica en la India", publicado en el The New York Daily Tribune, N° 3804, del 25 de junio de 1853; en "Futuros resultados de la dominación británica en la India", publicado en el The New York Daily Tribune, N° 3840, del 8 de agosto de 1853; en "La llamada acumulación originaria" en Marx (2008, Tomo I, pp. 891-954); y en la "Carta a Vera Zasulich" [8/3/1881], reproducido en Kohan (1998).

  3. Aunque no debemos dejar de reconocer que el pensamiento de Marx es y fue mucho más rescatado en diversos campos de las ciencias que el de Schumpeter.

  4. Marx abordó esta problemática principalmente en su libro Formaciones económicas precapitalistas (1971).

  5. Aunque cabe aclarar que Marx no considera que los ciclos económicos se producen únicamente por la falta de correlación entre producción y consumo. El tema de los ciclos en Marx será retomado en este trabajo más adelante.

  6. Cabe aclarar que para Schumpeter empresario no es sinónimo de capitalista, los empresarios son quienes aplican las innovaciones en el proceso productivo sin financiarlas directamente, por eso no siempre coinciden con los capitalistas. Estos últimos pueden tener sólo la función de invertir en el proceso productivo, sin ser quienes introduzcan las innovaciones.

  7. Sin embargo, el subconsumo no constituyó en Marx un argumento central para explicar las crisis en el capitalismo. En este sentido, discutió con los denominados teóricos subconsumistas de su época, como Simon de Sismondi, que sí consideraban el subconsumo como factor fundamental de las crisis del sistema.
BIBLIOGRAFÍA

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· MARX, Karl (1881): Carta de Carlos Marx a Vera Zasulich, reproducido en KOHAN, Néstor (1998), Marx en su (Tercer) Mundo. Hacia un socialismo no colonizado. (p. 265). Buenos Aires: Biblos.

· MARX, Karl (1971): Formaciones económicas precapitalistas. México: Siglo XXI.

· MARX, Karl (2008): El Capital: Crítica de la economía política. Buenos Aires: Siglo XXI.

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· SCHUMPETER, Joseph A. (1946): Capitalismo, socialismo y democracia. Buenos Aires: Editorial Claridad.

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