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Septiembre 2011

Bolivia: La infantería cocalera, cuerpo a cuerpo.
Nueva clase dominante, petroleras y burocracia estatal

Iván F. Zavaleta Delgado*
Pukara

Se supone que está avanzada - los cocaleros- está dispuesta a prestar combate cuerpo a cuerpo como lo hacen los infantes cuando se ha ablandado al enemigo con la lluvia que ejercen los medios de comunicación afines al gobierno en nombre del desarrollo. El trasfondo del asunto del enfrentamiento gobierno - indígenas del TIPNIS parece ser la emergencia de una nueva clase de cocaleros promovidos a grupo social dominante, con el agravante de intereses de empresas petroleras transnacionales y de la permanente burocracia estatal. En este conjunto de intereses, el discurso culturalista y proteccionista de la naturaleza, deja de ser funcional.

La coyuntura abierta con la marcha por el Territorio Indígena Parque Isiboro Sécure (TIPNIS), ha puesto en evidencia el entrelazamiento de los intereses de las petroleras, la burocracia estatal con una nueva clase social en emergencia. Estos tres factores tampoco dejan de entrelazar a otros componentes vicarios. Están presentes, además, las ONG's., el narcotráfico (con una presencia velada), los partidos de oposición, los medios de comunicación, organizaciones sindicales, movimientos sociales y los gobiernos locales. Las principales fuerzas, todas apuntan a sus propios proyectos de dominación y poder. Este entrelazamiento, tiene como bisagra y elemento articulador al gobierno.

De estas disputas por el poder y el territorio, es la Madre Tierra la víctima del interés por la geografía de los recursos naturales. Si antes el gobierno buscaba con empeño las banderas de la defensa del medio ambiente y la Madre Tierra, hoy, a nombre del progreso, se promueve la penetración del territorio considerado el pulmón del planeta, con una infantería de cocaleros (que hoy buscan convencer a sus pares del TIPNIS); y, como indicaba José Luis Gutiérrez Ministro de Hidrocarburos, en el territorio en cuestión habría hidrocarburos, objeto de interés de las petroleras; a lo cual se suma, el papel de la burocracia estatal, cuyo papel es el de emitir la retórica que justifique estos intereses entrelazados.

Teniendo en cuenta, que el territorio del TIPNIS, más allá de ser una reserva territorial, -según información de prensa- se indica que existen recursos hidrocarburíferos los cuales estarían en la mira de Petroandina y otras empresas interesadas en su explotación. El potencial apoyo del Brasil para el financiamiento del tramo carretero intermedio, sería una ventaja más para explotar dichos recursos.

Este hecho, que estaría ligado a iniciativas que se dan entre países amigos, tiene repercusiones geo estratégicas y geopolíticas latentes, que se han registrado en la historia del Hemisferio Sur Americano. No hay que olvidar las doctrinas geopolíticas del siglo XX, en las que los geo estrategas brasileros señalaban el tope de su potencial expansionismo: el Océano Pacífico.

Además, de estas doctrinas expansionistas y colonialistas, se tiene la visión chilena. Chile ha indicado como línea doctrinaria entre una de sus direcciones el de expandirse hacia el norte de su territorio. El celebrado encuentro entre los presidentes del Brasil, Bolivia y Chile, el 16 de diciembre del 2007, sirvió para definir el llamado Corredor Interoceánico Bolivia, Brasil y Chile que estaría ejecutándose.

Si la estrategia abre no sólo un frente: el desarrollo de la región, las posibilidades son en apariencia las de ganar. Pero el éxito se hace mayor cuando se le añaden otros factores. Por ejemplo, dando cumplimiento a las promesas de dotar de mayores extensiones de tierras, el presidente Morales cancela una factura para su sector, el cocalero. La avanzada de este sector, no sólo lo potencia como tal en términos sociales, sino que le concede una mayor potencialidad, en cuanto a su potencia económica, política, social y cultural.

En sí, el avance victorioso sería el de las empresas petroleras, con sus posibles dotaciones en exploración, explotación y comercialización. En cualquier caso, el avance estaría asegurado por la infantería que constituiría las huestes cocaleras, derribando las débiles y morales defensas de quienes guardan muchísimo parecido con los siux, los cheroques o los dakota, defendiéndose ante el avance de los granjeros y las tropas colonizadoras de Custer.

Es fácil imaginarse que los colonizadores de nuevo cuño, que son los cocaleros, se constituyen en una clase pequeño burguesa, con tendencias a tornarse en clase dominante, no sólo por su número, sino porque el negocio de la coca es altamente rentable.

La rentabilidad del cultivo de la coca resalta, además, porque el plus que tiene al desviarse una importante cantidad a la producción de la cocaína, tiene el potencial de senderizar o colombianizar a la sociedad boliviana. Las posibilidades de penetración del narcotráfico son evidentes; así, de este modo la ciudad de Cochabamba sería la Ciudad Juárez de Bolivia. Las pugnas de poder entre las avanzadas del comando Vermelho o los «paraguayos», son el indicio más fuerte que tienen los grupos nativos para impulsar el negocio del narcotráfico en Bolivia.

Es fácil decir que antes los pobres eran tales y que ahora son clase media. Tanto por cifras oficiales y otras extra oficiales (las del oenegismo, como así las llama el vicepresidente), indican que la superficie cultivada de coca por hectárea ha crecido ostensiblemente. Junto con este fenómeno también se han multiplicado los recursos y bienestar de estos cocaleros, lo que se llama «vivir bien». Se supone que está avanzada está dispuesta a prestar combate cuerpo a cuerpo como lo hacen los infantes cuando se ha ablandado al enemigo con la lluvia que ejercen los medios de comunicación afines al gobierno en nombre del desarrollo.

La Madre Tierra, es de esperar ya no pueda aguantar tanto asedio y se debe rendir ante la persistencia de estas fuerzas de ataque combinado. Se prevé una ganancia doble, las petroleras, con fuertes afanes colonialistas, la nueva clase dominante y el nuevo buró político del Kremlin boliviano. Por eso ha sido importante que en el proceso abierto por el «proceso de cambio» se haya gestado y reciclado una burocracia partidaria capaz de rescatar toda la experiencia gestada en la modernidad que vive el país.

Es interesante observar que cada vez se ahondan las miradas furtivas de quienes operan el poder cuando la disidencia se va dando a su alrededor: O se está con el proceso de cambio o se es condenado por oenegista, liberal y traidor, ante cualquier «mínima» posibilidad descuidada de inconsecuencia ante la revolución. Toda la parafernalia del discurso revolucionario apuntan a que el mejor de los manejos de los medios de comunicación está orientado a la masa, para que asuma los mensajes de adhesión es suficiente.

No interesa para nada que existan discrepantes, al final estos pueden irse por donde han venido; a la cúpula no le interesa, por lo que se muestra en los discursos de despedida es mostrarlos como oportunistas, en cierta forma como «enfermos de oenegismo», infantilizados por los detractores de gobierno. Pareciera que el juego consiste en el distraccionismo.

El distraccionismo, adquiere su poder al momento de llamar la atención pública hacia el anti progreso, el oenegismo, el neoliberalismo, cuando lo que parece estar tras la fachada es ampliar el poder de la nueva clase dominante, las expectativas de las petroleras y el afán de un cuerpo burocrático de clase media por copar los espacios de generación del poder. Al haberse generado un nuevo patrón de acumulación en el país, las acciones del gobierno pareciera que apuntaran la artillería allá donde no se va a atacar, las petroleras, que pareciera se hubieran multiplicado en mayor número que en los tiempos del neoliberalismo: los recursos naturales están subastándose a favor de los intereses extranjeros.

Es obvio que entrados los cocaleros al TIPNIS, estos vayan a defender las avanzadas conquistadas. Expulsar cocaleros de las áreas de cultivo de coca es un hecho volátilmente peligroso e incontrolable, esto lo demuestra la historia cocalera de los colonizadores. No en vano el año 1994 el avance de los cocaleros hacia la sede de gobierno indicaba que la resistencia social constituía -en su momento- una forma de contrapoder que venía desde la base social, para constituir nueva ciudadanía. Ese proceso de acumulación originaria estaría acompañado, dadas en el mismo parque con la explotación de los mojeños, como fuerza de trabajo por los cocaleros.

No se trata de explicar o justificar las bondades y debilidades del porque de las cosas, sino reconocer el punto desde el cual se está ejerciendo el poder. El poder y la dominación han perfilado, una visión andino centrista que corresponde a la nueva clase dominante, de la cual el presidente es su portavoz, y el funcionariado del Estado es el brazo ejecutor de este tipo de políticas públicas. Esta visión del «otro» es típica de la clase social que no sólo va asumiendo la centralidad de su posición en el espectro social, sino que ejerce su centralidad política.

Indicar que los «compañeros» no entienden las bondades del proyecto caminero y que se hará una jornada para convencer a sus hermanos del TIPNIS, cruzada a emprenderse por los cocaleros del trópico cochabambino. El discurso descalificador emprendido por la burocracia estatal y por el mismo presidente, en sentido de que estaría la embajada americana tras la movilización, junto con las ONG's, financiando la movilización para desestabilizar al gobierno, es la artillería disparada hacia los dirigentes del movimiento, y a los líderes de campesinos de occidente que apoyan al movimiento.

De este modo, la descalificación de los antiguos aliados, hermanos originarios, queda sólo como el recuerdo electoral y la constatación de que un discurso que apunta a la centralidad es obvio descalifique a los competidores y los subordine en nombre del interés general, que sin vuelta que dar es la defensa de sus intereses

* Sociólogo y docente de la UMSA.



Pukara, Periodico Mensual. Septiembre 2011
Qullasuyo, Bolivia. Año5. Número 61


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